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Advertencia de violencia sexual, recomiendo no leer si se es sensible respecto al tema.
Se sentía raro, como un vacío que sabía que ahí estaba, pero no sabía cómo identificar.
Eso fue lo primero que su cerebro pensó, aun cuando ni siquiera había intentado abrir sus ojos, los cuales le pesaban y su cabeza pulsaba no con dolor, pero sí con cierta incomodidad que se podía presentir como el inicio de un dolor de cabeza suave.
Intento abrir sus ojos, pero era como si su cerebro no acatara las órdenes porque no pudo hacerlo. Su espalda se sentía como adormecida y su estómago revuelto.
Intento por segunda vez abrir sus ojos, pero el resultado fue el mismo, así que se rindió rápidamente y se dejó llevar por el cansancio que se cernía sobre todo su cuerpo.
La segunda vez que su conciencia hizo acto de aparición intentó nuevamente abrir los ojos y, aunque en esta ocasión sí pudo mover sus parpados, fueron por unos breves segundos en los cuales logró ver un borrón blanco y luego todo fue nuevamente negro.
¿Había muerto? No podía asegurar un no, pero tampoco el sí. No tenía referencias de cómo era después de la muerte porque obviamente los muertos se quedaban muertos.
Bueno, de estar muerto tendría que ser enviado al infierno porque tan buena persona no era para ser enviado al cielo. Aunque tan poco fue tan malo para el infierno, ¿existía un punto medio?
Lo dudaba, pero nuevamente no tenía ninguna referencia de ello, así que era posible.
Volvió a intentar abrir los ojos y esta vez logró finalmente. Tardó un momento para que sus ojos pudieran adaptarse a la luz y cuando lo hicieron frunció el ceño al ver que no estaba en su habitación o al menos en algún hospital.
Con cuidado porque le dolía la espalda baja y la nariz le punzaba, y sabía que era por el golpe que le dieron esos hombres. Como si su cerebro por fin conectara los hechos, recordó el hospital, la explosión y él huyendo y al final solo recordaba el puño directo a su cara y el dolor que se extendió antes de que todo se apagara para él.
Sobresaltado con el recuerdo, se sentó, lo que causó que una ola de dolor lo recorriera y siseara como medio para expresar su dolor. Frunció el ceño ante ello porque no tendría por qué tener ningún dolor a menos que se hubiera golpeado fuertemente cuando cayó.
Con temor llevó su mano hasta su vientre esperando que su bebé estuviera bien. Aun con la mano en su vientre, observó alrededor notando que era una habitación normal, es decir, muebles y decoraciones que se podían encontrar en cualquier casa.
La cama en la que estaba era cómoda y muy grande y al lado de esta estaba lo que sostenía la bolsa de la intravenosa que hasta ese momento notó que tenía. No tenía sentido, al menos para él.
Notó cómo en la mesita de noche estaba un frasco que tomó rápidamente notando que eran pastillas prenatales, un alivio inundó su cuerpo al saber que las posibilidades aumentaban de que su bebé estuviera bien.
Como si fuera una señal para que obtuviera respuestas, la puerta se abrió e ingresó una enfermera sosteniendo diferentes alimentos, pero cuando reparó en que ya estaba despierto, rápidamente los dejó en la mesita de noche para acercarse a él.
—Señor, ¿cómo se siente? —Gulf asintió ante ello en señal de que se sentía bien y luego lucía nervioso, incluso aterrada cosa que la enfermera notó.
— ¿Mi bebé está bien? —ante la pregunta, la mujer intentó mantenerse con la misma expresión y bajo la mirada hacia el abdomen del chico.
—Está bien, tiene que mantener reposo unos días y asegurarse de tomarse las pastillas prenatales —Gulf lució aliviado con la respuesta que no se molestó en preguntar más por qué si su bebé estaba bien todo lo demás no era importante.
—Escuchaste, cielo, estás creciendo muy bien y cuando nazcas serás el bebé más precioso —la ilusión con la cual le habló a su vientre plano conmovió a la enfermera.
Ella sabía que no había ningún bebé y que si estaba en esas condiciones era por el aborto que le habían practicado. No tenía detalles de por qué la situación y tampoco podía pedirlos porque a ella le pagaban para asegurarse de que el doncel no sospechara y que sanara correctamente.
Le daba cierta pena el doncel porque se oía preocupado e ilusionado por el bebé.
— ¿Dónde está mi hombre? —La pegunta de Gulf desconcertó a la enfermera. ¿Sería el hombre que la contrató el marido del doncel?
—Uh, no estoy segura, señor, pero bueno encontrar a alguien para que lo busque —Gulf le dio una brillante sonrisa.
—Está bien, gracias —la mujer salió de la habitación, dejando al doncel solo.
Se sintió mal por el chico que no parecía ser una mala persona, pero tenía que pasar por dicha situación. El estómago se le revolvió al pensar que el esposo del doncel fuera el culpable de tan odiosa acción.
Gulf estaba tranquilo porque, a pesar de que su último recuerdo estaba seguro de que si estaba tan bien atendido, era por causa de Mew porque no había nadie que quisiera que él estuviera tan bien sin mencionar que si lo hubieran raptado, era claro que no lo tratarían tan bien.
Esperó durante un tiempo hasta que la puerta olvidó abrirse y sabía que con certeza era un hombre quien se adentraría, pero por la forma en la que olía sabía que no era Mew y entonces no estuvo tan seguro de no haber estado en peligro.
—Antonello —quien ingresó le causó confusión a Gulf.
¿Por qué su ex prometido tendría que estar ahí en lugar de Mew? Era una pregunta que el cerebro de Gulf formuló rápidamente: ¿Él lo había salvado? Era dudoso, considerando todo lo que sucedió con su compromiso y boda.
—Hola, mi dulce obsesión —uh, eso no era nada bueno para él, se dijo Gulf.
— ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Mew? —Al parecer, con solo mencionar a Mew fue un detonante.
Antonello frunció el ceño y llegó tan rápidamente hacia su lugar tomándolo de la cara fuertemente, causando que Gulf intentara apartarlo, pero Antonello no lo permitió y le sostuvo las muñecas rápidamente.
—Escucha bien, precioso, será mejor que tu bonita boca no vuelva a mencionar un nombre tan sucio como ese —Gulf le frunció el ceño y cuando intentó replicar, la fuerza sobre sus muñecas y cara aumento, sintiendo cómo sus mejillas ardían por tanta presión.
—Espero que lo comprendas, o de lo contrario ese sucio y vulnerable bastardo que cargas en tu vientre pagará las consecuencias —Gulf se espantó ante lo dicho —. ¿Entiendes? —El doncel asintió ante lo dicho.
—Bien, cuanto mejor te portes, más vivirá ese pequeño bastardo. Te dejaré conservarlo para entregárselo al bastardo de Suppasit —ante los ojos cristalizados del doncel, Antonello suspiró resignado —.No llores por cosas que no valen la pena, cuando el bastardo esté fuera de nuestras vidas pondré tantos hijos como desees en tu vientre —diciendo esto, Antonello besó castamente los labios de Gulf para luego soltarlo e irse.
Gulf dejó salir el primer sollozo ante lo dicho, no quería que su bebé saliera herido, pero tampoco quería estar con Antonello. ¿Cómo podía solucionar las cosas?
¿Tanto daño le había hecho al dejarlo? No creía que esa fuera la verdad porque aunque tuvieron algunas citas comunes e insípidas, no llegaron a más. No eran pareja, así que no podía hacerle daño de ese modo.
Pero, ¿tal vez dañe su ego? Muchos hombres tenían una enfermiza obsesión por su ego y quizás ser abandonado el día de su boda si fue un duro golpe, pero aunque fuera de esa manera no sería demasiado secuestrarlo y tenerlo con la seguridad de su bebé en garantía.
No, no podía ser solo eso, tenía que haber algo más.
Las lágrimas siguieron bajando como cascadas por sus mejillas intentando encontrar algo bueno en toda esa situación. Antonello se había esforzado para raptarlo, así que todo fue muy planeado.
Y como si por fin comprendiera, sintió una corriente fría en todo su cuerpo y los minúsculos vellos de sus brazos se erizaron; su acosador había estado activo desde hacía semanas.
¿Era posible que fuera Antonello? ¿En verdad había alguna remota posibilidad de que fuera él?
Solo pensarlo lo aterraba porque si así fuera, quería decir que estaba ante su acosador, aquel que estaba tan perturbado como para que Mew hubiera estado tan alerta con su seguridad.
Oh Dios, Mew no sabía que iban a ser padres. El que deseaba una familia no sabía que en su vientre estaba quien sería su primogénito o primogénita.
Con ternura acarició su vientre, sabiendo que al menos si se portaba bien y hacía todo lo que Antonello quería, podía tener seguro a su bebé. Su prioridad era esa: mantener a su bebé seguro.
Si a él no le pasaba nada tampoco a su bebé y al parecer Antonello no estaba tan demente para acabar con la vida de un ser inocente como lo era su bebé.
—Estaremos bien, bebé, te prometo que vas a vivir y cuando nazcas tu papá estará ahí y verás cómo será un llorón de primera y luego te presumirá con todos —el doncel acarició su vientre esperando que su bebé pudiera oírlo.
"Si todo estaría bien" intentó convencerse porque él haría todo para que su bebé viviera y durante ese tiempo sabía que Mew no dejaría de buscarlo.
Su esposo llegaría hasta ellos y en algunos años solo sería una mala experiencia la cual cuando vieran hacia atrás sabrían que fue difícil y que aunque hubiera dolido eso los llevó donde estaban.
—Papá nos encontrará en cielo, él lo hará.
El tiempo era solo un concepto vano y retorcido, como la seguridad de saber cuándo, durante y antes o un después se siente tan ligero, tan banal.
Pero cuando no tienes esa seguridad, las interrogantes importan más que antes, se vuelven tan anheladas que quieres de regreso esa predecible seguridad.
Llegar tarde a un lugar nunca se sintió más emocionante, la previsibilidad en llegar antes de la hora pactada es un privilegio.
Pero cuando no tienes nada y todo es tan complejo, tu mente inicia a dar vueltas para no volverse loco pensando que no sabe nada de su entorno.
¿Dónde estoy?
¿Cuánto llevo aquí?
¿Cuánto tiempo más deberé esperar?
¿Estoy enloqueciendo?
Las preguntas sin importancia se filtran y se mezclan con la realidad.
Pintura blanca, cama perfectamente exquisita de colores grises igual que toda la mueblería. Una mesa de noche, un pequeño sofá y solo cuatro libros en la librería.
Política, estadística, economía y capitalismo.
Son los temas de los que tratan los libros, tan aburridos que se pierde la noción del tiempo.
Seis pasos hacia la salida de su habitación, setenta pasos por el pasillo desolado de habitaciones, un giro hacia la derecha, unos cuantos pasos y una escalera en forma de caracol.
Son cerca de unos cuarenta pasos para llegar al comedor, todo en color blanco, con una mesa de un color café tan exquisito hecha de madera de pino tallada finamente con precisión.
Puede oler aún el olor de pino freso que emana de ella si se concentra en los olores, fina cristalería y cubiertos con una vajilla de cualquier madre mataría por tener entre sus posiciones.
El olor de la comida filtrándose por su nariz, la luz del sol cálida viniendo de afuera de las ventanas de su jaula.
El suave toque en su espalda, instándolo a tomar, ha sentido el suave beso en la curvatura de su descubierto cuello junto con una profunda respiración, sabe que le gusta porque él mismo seleccionó los productos que usa para que su olor corporal se amplificara.
Coloca las manos en la mesa lista para tomar los cubiertos. Cuando su captor tome la primera porción de su comida, lo hace.
Sus manos sostienen fuertemente los ciertos, pensando en cuánto odia este tipo de sumisión, si se ha vuelto tan débil.
Baja la mirada brevemente hacia su cuerpo, observando el perfecto traje azul que odia con toda su alma, pero no puede cambiarlo cuando es especialmente para la ocasión.
Sabe que su espalda está descubierta dando una vista erótica para quien la observe, sus pantalones no están ajustados, pero sí lo suficientemente para mostrar sus atributos.
Con pesar come una parte de su jugoso filete que puede decir que aún está crudo y puede apostar a que aún le queda sangre por cómo el leve sabor se filtra en sus papilas gustativas.
Él gime ante el sabor perfecto para su filete y él solo sonríe como si lo disfrutara, una sonrisa vacía que solo está perfeccionada para que el hombre frente al este feliz.
Era un desconocido, Antonello se convirtió en un desconocido.
Era un hombre obsesionado con que si no obtenía lo que quisiera tenía arrebatos que podrían dañarlo no solo a él sino también a su hijo. Si se recordó todo esto era por el bienestar de su pequeño bebé, que como si intuyera lo que pasaba, no le daba ningún problema.
Todos sus síntomas de embarazo habían desaparecido y tampoco tenía el vientre abultado, estaban tan agradecidos de que pudiera ser un embarazo críptico porque no podía tolerar una agresión más, la última lo dejó con un ojo cerrado de tan hinchado que estaba.
Solo un poco más.
Solo tenía que esperar un poco más y todo terminaría.
La comida fue como siempre una mierda y solo lo tomó para sobrevivir y, porque su captor se lo indicaba, los platos fueron recogidos por la servidumbre que lo miraban con lástima, pero ninguna se atrevió a ayudarle, así que ni siquiera quiso darles las gracias.
Su cuerpo se tensó cuando la silla rechinó en el fino piso cuando su captor se levantó, tuvo que obligarse a relajarse porque no quería hacer que el hombre que se dirigía hacia él se enojara, era mala combinación.
Cuando le tendió la mano tuvo que aceptar su ayuda para levantarse, fue tan rápido como practicante. Su captor tiró la silla hacia un lado para luego con precisión y cuidado darle la vuelta.
Quedó pegado a la mesa con el hombre cerniéndose detrás de él, tenía que mantener su cuerpo relajado o se daría cuenta de cuánto odiaba esa situación.
—Hueles delicioso —le susurró al oído, pegando su miembro a su trasero y colando sus manos bajo lo que se suponía que era su camisa.
Tenía las manos frías y su cuerpo reaccionó al cambio de temperatura y él lo tomó como algo placentero. Subió las manos hasta tocar sus pezones que rápidamente se erizaron ante el frío y la manipulación.
Él tocó, apretó y aplastó. Tuvo que pestañear rápidamente para que las lágrimas no cayeran de sus ojos porque sabía que el hombre detrás de él no le agradaría.
—Cada vez eres tan receptivo —dejó de tocar sus pezones y lo inclinó sobre la mesa.
Pasó los dedos por su espalda hasta llegar a su trasero en donde lo tocó y apretó a su gusto, escuchó cómo la respiración del hombre se agitaba y cuando menos lo creyó posible, este estaba ya frotándose en su trasero.
Debajo del pantalón no tenía ropa interior porque así se le ordenó y colocó su pantalón para que su trasero se dividiera perfectamente y pudiera masturbarse en él.
Sintió el grosor del pene frotándose contra él y lo odiaba con todo su ser. Lo tenía sostenido por las caderas, con el pecho sobre la mesa y masturbándose contra él de una manera tan sucia que lo hacía ver tan patético a él por no decir nada sobre ello.
Hubo un momento en donde se tensó cuando el hombre sacó su miembro, no había pasado más allá de lo que estaba haciendo, pero temía cuando lo intentara.
Con la tela del pantalón siendo tan ligera y nada gruesa, incluso pudo sentir el calor de cómo se mecía sobre él. Sintió asco de que lo usara de esa manera.
¿Cómo podría salir de ahí y correr a Mew si estaba tan sucio? Que posiblemente su marido lo dejaría cuando lo supiera.
Cuando el miembro asqueroso bajó la velocidad, sintió alivio al saber que había terminado, pero no fue así. La punta del miembro se posó sobre su entrada, cubierta aún con la tela de su pantalón, en intento de entrar.
Gulf se removió porque eso no lo permitirá sin luchar. Cuando intentó levantarse, Antonello lo aplastó con la mesa con tal fuerza que todo su torso ardió con el golpe.
—Eres mío, Gulf, aún no te haré mío, pero cuando lo haga vas a pedir más y lo tomarás sin poner resistencia —estando inmovilizado sobre la mesa sin poder hacer nada porque la fuerza que ejercía sobre él era tanta que podía mover un músculo.
Dio embestidas intentando ingresar, pero no lo hacía, solo era la leve presión, pero era tan repugnante que las lágrimas brotaron de sus ojos y no le importó lo que pasara porque se sentía tan sucio, tan vulnerable.
Se sintió como un puto de baja categoría que entregaba su cuerpo a cambio de cualquier cosa, era tan bajo y no podía hacer nada para evitarlo. Cuando Antonello notó las lágrimas de Gulf se enfureció dándole un fuerte golpe en su trasero a modo de castigo, causando que este gimiera de dolor.
—Quiero que gime de placer, pero como prefieres hacerlo de dolor no importa, solo debes recordar que tus gemidos son míos —las lágrimas fueron todo lo que aguanto Antonello, si su precioso doncel no quería las cosas por las buenas entonces las tomaría sin importar nada.
Rápidamente, rompió los pantalones de su chico y de una embestida estuvo en su interior. Gulf lloró más fuerte y gimió de dolor e intentó patear al hombre, pero fue en vano, nada funcionó.
Tuvo que sentir centímetro a centímetro cómo ese animal tomaba lo que quería de él sin que pudiera hacer nada al respecto.
El momento fue eterno y lo sentí tan crudo y real. Supo cuándo terminó porque sintió el líquido caliente en su interior y supo que estaba sucio, marcado para toda su vida.
—Te sientes tan perfecto, espérame en tu habitación esta noche, que conocerás lo que es un verdadero amante —con esas palabras Antonello se retiró dejándolo ahí roto y sucio.
La muerte podría ser algo muy dulce en esos instantes.
Creado: 13/5/2024
Publicado: 25/10/2024
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