Capítulo 4.
Bailábamos.
Cada noche y cada siesta era una fiesta.
Caminar, correr, saltar, y bailar.
Había pasado un mes de ese primer sueño, un mes conociendo a Tyler.
En este tiempo lo conocí, y mucho.
Me contó que tenía veinte años una hermana y un hermano, gemelos. Le gusta el cine y la fotografía.
Sus padres están separados, pero tienen una buena relación. Ambos son abogados, pero su madre se dedica a la cocina porque es su afición desde niña.
Tiene mascotas, caballos. Me comentó una noche que de niño quería ser jinete, ¡hasta fue a clases de equitación!
Cuando dormía la siesta pasábamos horas montando a caballo. Con esos sueños entendí que si duermo de día en el bosque era de día, y si duermo de noche, lo mismo pasaba en el sueño.
- ¿En qué piensas? – me preguntó cuando terminó la canción.
- En todo lo que ha pasado en un mes – le dije bebiendo el rico jugo de fresa que Amanda nos preparó - ¡Está delicioso!
- Gracias cariño – me sonrió y salió de la casa.
- Creo que sabes más de mí que yo de ti – me dijo sentándose sobre un taburete – Cuando estás despierta... ¿qué haces?
- Bueno... suelo ir a un instituto, eso ya los sabes – asintió bebiendo de su vaso – ahí tengo dos amigos, Andy y Angelina. Estamos unidos como uña y carne desde que tenemos memoria, somos "inseparables". Sin ellos creo que no hubiera aguantado los años de primaria, son mis doble A – le dije riendo.
- Te deben querer mucho.
- Según ellos, me aman – sonreí al decirlo – Creo que gracias a ellos puedo asistir al instituto sin matarme en el intento. No es que no me guste ir – le dije al ver su expresión – lo que no me gusta es la gente que está ahí, no me siento cómoda ese lugar.
- ¿Por qué?
- Porque cuando alguien necesita ayuda, grita y llora, todos, literalmente todos, dan media vuelta e ignoran.
- ¿Tiene algo que ver con lo que te pasó? – me preguntó sentándose a mi lado.
- Luego del instituto suelo pintar – ignoré la pregunta – Lo hago desde niña y últimamente es mi trabajo extracurricular. Mis padres tienen la obsesión de ahorrar dinero para un tratamiento costoso en Europa. Dicen que eso me va a ayudar, pero creo que quizás sea un gasto innecesario.
- ¿Y si volves a caminar? ¿no es lo que tanto quieres?
- ¿Y si no funciona? ¿Sabes todo lo que podría mejorar la economía de mi hogar si no gastamos esos ahorros? – le dije mirándolo a los ojos.
Le seguí contando de mi vida, aunque de vez en cuando él preguntaba sobre lo que me pasó, quería saber si esas cosas negativas que le contaba sobre el lugar donde vivía eran sentimientos que se relacionaban.
- ¿Quieres ver una película? – me propuso viendo que ya no quería hablar más de mí.
Y no es que me desagrade la idea de que me conozca, simplemente no estoy acostumbrada a ser el centro de atención de alguien. Porque él sí que estaba interesado en conocerme. ¿Será así con cada persona que aparece? ¿más personas tendrán este sueño?
- ¡Sueño llamando a Leila!
Me chistó y me desperté.
- Pensé que no te ibas a despertar más hermanita querida – me dijo Simón entrando a la habitación.
- Buenos días – le dije - ¿por qué me despiertas tan temprano? – comenté mirando la hora.
- Siento arruinar tu lindo sueño, se ve que... o había un chico extremadamente guapo, o diez litros de helado frente a ti.
Me senté de golpe y me ví en el reflejo de mi teléfono. ¿Baba?
- Si serás idiota – le dije tirando un almohadón.
- Despierta a tus amigos, mamá nos lleva a desayunar a todos.
Veinte minutos después estábamos todos en la camioneta, riendo, cantando y molestando a Andy. Al parecer hay un chico que le gusta, pero está negado a decirnos quien es.
- Está bien, está bien – le dijimos con Angelina cuando vimos que estaba malísimo.
Continuamos el trayecto hacia el Centro Comercial, no estaba muy cerca que digamos.
Nos dirigimos hacia una cafetería, una que aparentaba tener delicias escondidas en las estanterías.
Disfrutamos muchísimo ese desayuno, pero lo que más disfruté fue el pan de nuez, debo atreverme a decir que tenía el mismo sabor que el pan que hace la madre de Tyler; también habían cupcakes de carrot cake, algo que me llamó la atención también, eran iguales a los de ella.
- ¿Qué les parece el lugar? – nos preguntó mi madre al vernos comer como bestias.
- Está todo buenísimo – le dijo Angelina – gracias por la invitación Mary.
Todos asentimos y continuamos degustado esas delicias.
- Me gustaría saber quién cocina estas cosas tan ricas – dijo mi padre mirando hacia ambos lados – Camarero, disculpe... quisiéramos saber quién es la persona que cocina en esta cafetería.
- Oh señor, ella no está aquí. Suele enviarnos las cosas para que las vendaos aquí. Pero le mandaremos un mensaje expresando sus palabras.
Todos nos miramos, pero no le dimos mayor importancia.
Al salir de la cafetería recorrimos locales y nos dimos el gusto de comprar algunas cosas.
- En unos meses es el baile de graduación – nos recordó mamá.
- Ajam.
- Leila... espero que vayas – me dijo Andy.
Lo miré y le di la mano.
- Faltan unos meses – me recordó – puedes reconsiderar la respuesta que nos diste anoche.
Y la verdad es que no pensaba ir, de qué me serviría ir a una fiesta donde todos iban a pasarla bien. Sé que estarán mis amigos, mis hermanos y su grupo, pero... no creo que lo vaya a disfrutar sabiendo que todos van a estar ahí. Porque realmente, no quiero compartir una noche con ninguno de mis compañeros de grado.
- Aun así – les dije – puedo ver algunos vestidos – me sonrieron – para ayudar a elegir a Angelina.
Ella me abrazó y empujó la silla hasta la tienda de vestidos. Todos eran hermosos, pero me detuve en uno muy bonito.
Era rojo con cristales plateados, seguramente me llegaría a la rodilla, la espalda me quedaría al descubierto y tenía un escote precioso, como si fuera de princesa.
- ¿Te gusta? – me interrumpió Angelina.
Asentí y dejé el vestido donde estaba.
- Podrías probártelo.
- Podrías entrar tú al probador y probarte todos esos vestidos hermosos que tienes en los brazos.
Una hora después Ange salía con una gran bolsa. Había comprado un vestido blanco que le quedaba de novela.
Saliendo del Centro acompañamos a mi amiga a dejar el vestido en su casa y continuamos hacia el instituto. Nos despedimos de mis padres y cada uno fue a sus respectivas clases.
La tarde continuó tranquila, no hubo muchos inconvenientes solo nos recordaron una serie de pruebas que tenemos luego de las vacaciones de Navidad.
¿Ya Navidad? ¿Año nuevo? Es increíble que este año de mierda se acabe en tan solo unas semanas.
Ni tan mierda Leila, ¿recuerdas a Tyler?
Si tan solo fuera real querida conciencia.
Durante la cena con mis padres nos comentaron que para las fiestas iban a venir nuestros abuelos de visita. Estaba emocionada, no veía a mi abuela hacia un año, tenía tantas cosas para decirle.
Ella sí me escucharía, me entendería, me abrazaría sin pedirlo.
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