Capítulo 13.
- ¡Feliz Navidad! – se escuchaba a lo lejos.
Sonreí pensando en cómo estarían celebrando en la casa de los Row. Sin dudas estarán haciéndolo a lo grande.
Decido caminar hacia la casa despacio, observando las decoraciones a mi alrededor. A lo lejos se ven varios autos, ¿estará toda la familia reunida? ¿Serán muchos?
- ¡Leila! – sentí que me abrazaban por la espalda - ¡Feliz Navidad!
- ¡Feliz Navidad Zac! – dije dándome la vuelta y devolviéndole el abrazo.
Caminamos juntos hacia la casa, me comentó que estaban sus primos y tíos maternos. Son los que viven más cerca y pueden juntarse en celebraciones familiares. Al parecer, el resto viaja durante todo el año.
Nos acercábamos cada vez más a la casa y la música se escuchaba aún más fuerte.
Me paralicé en la puerta y miré a Zac.
- ¿No quieres entrar? No te van a comer – rió.
- Hace tiempo que no voy a una fiesta – le comenté negando.
- Pues hoy, señorita, entrará a una fiesta de la mano del galán de la familia – sonrió estirando su mano.
Acepté su mano y abrió la puerta de la casa.
- Feliz Navidad Leila – me dije tomando un sorbo de vino blanco.
Estaba sentada en la cocina de la casa. La gente iba y venía.
Había más personas de lo que imaginaba, y no creo que solamente sean primos los invitados.
No me sentía bien.
Me levanté y comencé a caminar por la casa, buscando a Tyler, o simplemente un rincón donde estar tranquila.
Sentía como mis pulsaciones aumentaban poco a poco. Ansiedad.
Observaba a cada persona, no había rastro de Ámbar, tampoco de Ty.
- Mejor salgo de acá – me dije acariciando mi pecho.
Caminé entre tropiezos, las personas me empujaban mientras bailaban... el espacio era cada vez más pequeño... Claustrofobia.
Aceleré el paso y salí de la casa.
Sentía como mi corazón estaba a punto de salir de mi cuerpo. Me arrodillé sobre el piso y por unos minutos me dediqué a respirar.
- Qué horrible – suspiré.
- ¿Te sientes bien?
Levanté la cabeza y me encontré con una chica rubia, de ojos azules.
Asentí y le dediqué una sonrisa.
- Mucha gente – me reí para que cambie su mirada de preocupación.
- Me llamo Malev ¿y tú?
- Leila...
- Así que Leila ¿eh? Tyler está en la casa del árbol, te lleva esperando horas.
La miré incrédula, ¿quién era ella?
- Gracias – le dije mientras me levantaba.
- Dile a mi primo que baje antes de que se termine la fiesta.
Así que su prima...
- Eres como lo imaginábamos Leila, mi primo no obvió ni un solo detalle sobre ti.
Sonreí y sin esperarlo me abrazó.
- Gracias Leila – me dijo y se fue bailando hacia el interior de la casa.
Me abracé a mi misma mientras me dirigía a la casa del árbol. Estaba comenzando a nevar.
- Definitivamente se lo toman muy en serio – pensé en voz alta mientras admiraba la vista.
El lugar estaba rodeado de guirnaldas y luces, las escaleras tenían un sinfín de flores de colores. ¿Cómo puede ser que haya flores en pleno invierno?
- Es un suelo Leila – me recordé.
Y claro, un sueño.
Mi sueño de Navidad.
Subí las escaleras y me encontré con la puerta abierta. Tyler estaba acostado sobre el sofá con los ojos cerrados.
Se veía relajado, sin preocupaciones. Sus facciones eran espectaculares, podría compararlo perfectamente con un ángel caído, porque yo creo que son así, perfectos.
Me quité los zapatos y me acerqué lo más lento que pude para no despertarlo. Su pecho baja y subía paulatinamente sin prisa.
Lo miré y les juro que estaría así toda la noche, viéndolo dormir plácidamente.
Me arrodillé y apoyé mi rostro sobre mis manos. Aparté un mechón de pelo que rozaba su nariz y me acerqué aún más.
- Feliz Navidad Ty – le susurré y uní mis labios a los suyos.
Apoyé mi cabeza en su abdomen y cerré los ojos.
- La verdad – escuché su voz – ese beso vale mil veces más que el regalo que tenía para darte esta noche.
Levanté la cabeza y lo ví, lucía una hermosa sonrisa.
- Feliz Navidad Lei – me dijo acariciando mi rostro.
Solamente lo abracé, lo más fuerte que pude.
Nos separamos y unimos nuestros labios de nuevo... y me regaló uno de esos besos que te pueden llevar directamente al Universo.
Estuvimos un par de horas hablando sobre mi festejo junto a mi familia, él quería saber todo sobre mi vida cuando estaba despierta.
- Me encantaría conocer a tu abuela – comentó riendo.
- Te amaría – contesté tomando un poco del chocolate caliente que había traído.
Luego de estar un rato mirándonos y debo admitir, besándonos de vez en cuando, decidimos bajar e ir a la fiesta...
- Se están yendo todos – me sujetó la mano - ¡Por fin!
- ¿Quiénes eran todas esas personas que estaban?
- ¿Entraste?
- A buscarte, y tuve que salir corriendo.
- Amigos de mis hermanos y primos... los míos están lejos, no pasan las fiestas acá. Realmente no me gusta que vengan todos, se supone que es un festejo familiar.
Asentí entendiéndolo.
- ¡Primo! – Malev apareció desde la cocina – ya veo que te encontraste con la chica bonita.
Ésta guiñó un ojo y se fue bailando hacia la habitación de Ámbar.
- ¿Conociste a mi prima? – dijo sentándose en el sofá.
- En pleno ataque antisocial – me reí y recosté a su lado.
Tyler me apretó contra su cuerpo y apoyó su mentón en mi cabeza. Su perfume inundaba mi nariz, era como el éter.
- ¿Qué somos? – me preguntó después de unos minutos de silencio.
- ¿Algo más que amigos?
- Algo más que amigos... Me gusta.
Tomó mi rostro entre sus manos y me besó nuevamente.
Al abrir los ojos me encuentro con un gran rayo de luz entrando por la ventana de mi habitación.
Ocho de la mañana.
¿Qué hago despierta tan temprano?
- Hija – escuché la voz de mi abuela - ¿estás despierta?
- Abue... ¿qué haces despierta tan temprano? – le contesté sentándome.
- Escuché unos ruidos en la sala, ¿crees que Santa existe verdaderamente?
- ¿Qué dices? – me reí ante su pregunta.
- Ven – me dijo entrando y ayudándome a sentarme en la silla.
Nos dirigimos a la sala tratando de no hacer ruido para que todos pudieran dormir unas horas más.
Todo era un verdadero caos, habíamos dejado todo el salón y cocina lleno de papeles de envolturas de regalos.
- Cuando nos fuimos a acostar no quedaba ni un paquete para abrir y mira, hay uno con tu nombre.
- Abuela ¿Estás segura que no tomaste nada más que el vino de anoche?
- Niña tonta – me dijo – mira debajo del árbol si no me crees.
Señaló el lugar y se fue a la cocina.
Miré la zona que señaló y efectivamente había una caja negra con estrellas dibujadas de colores en ella.
Al abrirla lo primero que me encuentro es con una tarjeta:
Para: Alguien más que mi amiga.
De: Alguien más que tu amigo.
Te quiero por como haces que las estrellas brillen más.
Feliz navidad Lei.
- ¿Cómo es posible? – dije llevando la nota a mi pecho – "Alguien más que tu amigo" – leí nuevamente.
Observé la caja y moví el papel que tapaba el regalo.
- Esto no puede ser verdad...
El vestido rojo con cristales estaba dentro de la caja.
- ¡Qué hermoso mi niña! – dijo la abuela quitándome la nota de las manos.
Yo seguía mirando el vestido con alguna que otra lágrima a punto de salir.
- Abuela – le dije mirándola a los ojos - ¿crees que los sueños se pueden volver realidad?
- Mi niña – acarició mi mejilla secando mis lágrimas - ¡Claro que se pueden cumplir!
- ¿Quién es "Alguien más que tu amigo"?
- ¿Puedo confiarte algo?
Ella me sonrió y se sentó a mi lado con dos chocolates calientes y una bandeja entera de sándwiches para las dos.
- Soy todo oídos.
- Solo te pido que si me tenés que tratar de loca lo hagas luego de que termine de contarte todo... y por favor, nada de decirle a mis padres. Solo Simón sabe esto.
- Por mis nietos, mi boca se transforma en una tumba.
Me sostuvo la mano y suspiré.
Abuela, es hora de que sepas de Ty.
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