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30: Esperanza en 0

Narrador: Tercera persona

Pudieron darle a toda velocidad, pero hay personas que se mueven mucho más rápido.

En el momento que salieron a toda velocidad, detrás de ellos salió todo un equipo de hombres armados con Adolph a la cabeza.

Siguieron la camioneta negra, por una carretera solitaria.

Mientras tanto, Raphael se aferraba al volante, Giovanna llevaba la vista al frente, y Alex abrazaba a Mila como su tesoro más preciado.

-Perdóname, Mila- susurra en su oído, aunque ella va dormida-. Perdona lo que pasó, como reaccioné.

>>No fue tu culpa. Fue un cabrón que se aprovechó de ti.

Mila va dormida en el asiento, mientras sonidos de motocicletas se oyen cerca.

-Esos cabrones- sisea Raphael-. Nos están siguiendo.

>>Alex, prepara las armas, y protege a la muñeca. Giovanna, toma el volante cuando yo te diga.

El hombre rubio da la señal, y él y Alex salen por las ventanas del coche.

Comienzan a disparar a dos manos, llevándose a varios.

Adolph acelera y pasa por el lado de la camioneta.

-Si no es mía, no va a ser de nadie- es lo que grita Adolph adelantándose. Despliega un arma, y la descarga contra la camioneta.

-Vamos a morir- grita Gio.

-Querida, estas camionetas son blindadas- anuncia Alex.

-Dios bendiga estas putas camionetas- grita.

En efecto, las balas impactan contra el vehículo, pero no le hacen ni cosquillas.

-Ese pedazo de mierda no nos va a dejar en paz- escupe Raphael-. Alex, conecta el celular al sistema del auto y llama a la policía.

De un momento a otro, se escucha la voz de Rapahel.

-Soy el ex general del escuadrón 40987 del ejército de Alemania, Raphael Schneider Fischer.

>>Estoy en medio de rescatar a mi nieta Mila Schneider del secuestro del proxeneta y traficante de personas Adolph Heine.

-General- otra voz masculina es reemplazada por la de la mujer que respondió-, aquí el coronel Sánchez, a su disposición.

-Necesito refuerzos, a la de ¡ya! Carretera hacia Jerez. Heine está arremetiendo contra nosotros.

La comunicación se corta y sé mantienen en la carretera.

-Hay demasiada calma- dice Giovanna.

Pero se acaba en el momento que del lado en el que está Mila, algo impacta contra la ventanilla, haciéndola pedazos.

Alex reacciona rápido, y la toma entre sus brazos y la sostiene.

Una mano se mete por la ventana y se aguanta. De un momento a otro, la cara de Heine aparece.

-Dame a la chica, niño, si no quieres que tus padres mañana estén llevando flores a tu tumba.

-¡Antes dejo que me mates!- grita Alex tomando un pedazo de cristal, y clavándolo en la muñeca, justo donde se corta cuando quieres morir. La clava tan profundo, que es posible que le haya llegado al hueso.

La cara de Adolph se pone blanca, y de un momento a otro, la mano desaparece, el rostro también.

Raphael acelera, y no parece darse cuenta que ya no está en la carretera solitaria.

En el medio de la M-30 hay un enorme camión de mudanzas parado.

El que conduce pisa a fondo el freno, pero es imposible no llegar sin ningún daño.

                    ***

En ese instante, Lucrecia Schneider caminaba de un lado a otro por el salón.

-Lucre, por favor- pidió Alin-, siéntate un rato y come algo.

Llevaba días sin probar bocado, porque la preocupación por su bebé la tenía sin apetito.

No se veía como ella. Pálida, ojerosa, con bolsas en los ojos. Ni rastro de maquillaje, tacones, prendas o ropa elegante. El cabello rubio y largo era una maraña de hebras sueltas y puntas partidas.

Había perdido peso, y a veces la presión arterial le bajaba.

Alexandra Bianchini tampoco parecía ella. La angustia marcaba su rostro. Maldecía mucho y estaba pendiente al teléfono.

Las europeas no estaban bien, les faltaba su alemana, y también les faltaba el que se había convertido en un hermano para ellas.

La casa se llenó de personas, porque de un momento a otro, los novios de las chicas, y los padres de ellas estaban en la casa, apoyando a Lucrecia y Reina Schneider, y a Antonio Santos y Alexandra Bianchini de Santos.

Joy, la madre de Danny, hizo un té relajante, y el padre de Natt cocinó algo.

El teléfono en casa de Mila suena, y Lucrecia corre desesperada a cogerlo.

-¿Sí?- dice desesperada-. Soy Lucrecia Schneider.

Al parecer, no era nada alentador lo que le dijeron, porque el teléfono se le cayó de las manos, y ella se desplomó en el suelo.

                   ***

El hospital central de Madrid en ese momento estaba conmocionado. El accidente era noticia en toda España.

En ese instante, por la televisión pasaban un boletín.

-En el día de hoy, un accidente conmocionó Madrid. En las entradas de la M-30 un vehículo colisionó contra un camión de mudanzas, ocasionando muchos daños.

>>En el vehículo que impactó, venían cuatro pasajeros antes del impacto, y en el momento de la colisión, sólo tres, entre ellos, dos menores de edad.

En la televisión siguen dando información mientras, que una muy desesperada Lucrecia, corre por los pasillos casi sin fuerzas.

-Buenas noches- dice Reina-. Las víctimas del accidente...

-Si no son familiares, no puedo dar información- dice la enfermera.

-Somos la puta familia- se escucha la voz de Antonio Santos, que sobresalta a todos-. Mi hijo, mi nuera, y mi empleada están ahí. Además, del padre, de la mujer y esposo de la señora.

>>Si no quieren que esta mierda reviente, díganme donde está mi hijo.

Dan la información, y todos se dirigen a la UCI.

Lucrecia llega casi al desmayarse.

-Son los familiares de los accidentados, supongo- dice un doctor joven.

-Sí- responde Reina, y extiende su mano-. Soy Reina Schneider, neurocirujana de experiencia. ¿Puede darme parte de la situación?

-Bien- dice el médico-. Giovanna Johnson, está estable. Ella logró salir del auto antes de la colisión, pero saltar del auto en movimiento le ocasionó varias costillas rotas, un brazo partido y varios golpes. De alguna manera logró cubrir su cabeza, y por ello no tiene daños en ella.

>>Raphael Schneider está siendo operado de urgencia- eso ocasiona un jadeo de Reina y que a Lucrecia se le humedezcan los ojos-. Antes de que chocara impactó contra el parabrisas, y en el impacto, algunos cristales quedaron en su cabeza, pero no llegaron a más, teniendo en cuenta la gravedad del accidente, pudo haber sido mucho peor.

>>Alex Santos, está diagnosticado de grave. Costillas rotas, una de ellas casi le atraviesa un pulmón. Una pierna fracturada. Un golpe serio en la cabeza, el cerebro está hinchado, y por ello le hemos inducido un coma.

Eso los pone mal a todos. La situación de Alex no es alentadora.

-¿Y mi hija?- se desespera Lucrecia-. Mila Schneider.

-Su hija no sufrió ningún impacto- eso deja a todos anonadados-. Alex la estuvo abrazando, y con su cuerpo amortiguó todo. Pero...

-Esto no me gusta- dice Antonio.

-Mila, a pesar de no tener ninguna consecuencia del accidente, está en un estado deplorable de salud.

>>Una alta cantidad de heroína en la sangre, un aborto espontáneo...

-¿Mila estaba embarazada?- pregunta Reina.

-Eso parece, señora Schneider- asiente el doctor-. De hecho, fui yo quien la diagnosticó hace un mes.

>>No sé como tomarán esto, pero no hay manera de aplazarlo: ella tiene símbolos de violencia sexual, y no de una vez, además de símbolos de violencia física.

Y ahí Lucrecia sí se desmaya.

-¡Hija!- exclama Reina.

El doctor se acerca y pide una camilla. Se llevan a Lucrecia hacia otro salón.

-En este momento- dice el doctor-, deben estar más que unidos, por favor.

>>Ellos saldrán de esto, pero Mila está en un bache del que es muy difícil salir. La adicción se trata, pero hay muchas secuelas psicológicas.

Alexandra se pone a llorar.

-Nadie nunca pensó que pasaría algo como esto, Alexandra- dice Reina-. Tu hijo puede salir de esta.

-Su familia ha salido intacta al lado de como ha salido mi hijo- responde Alexandra Bianchini, con los ojos hinchados de tanto llorar.

-Mi familia está igual o peor que la tuya- la señora de porte elegante alza la barbilla-. Mi esposo está siendo operado de urgencia y mi nieta...- la voz se le quiebra-. Mi nieta tiene quebradas el alma y las esperanzas, y eso es suficiente para que mi familia se destruya.

///////////
Ay, joder, ¿por qué pasa esto?

Me duele mucho este capítulo.
Me duele Mila, me duele Alex, me duele mi abuelito Raphael. Gio también me duele.

Me duele que Lucrecia sufra.

Me duelen mis preciosos niños. Ahora vamos a ver que viene.

Besitos con Nutella,
Nelh C. (Triste?

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