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1: El chico de los sueños.

—Sólo tú puedes hacer mi corazón latir
—¿Cómo? Ni siquiera sabes mi nombre, niña, por favor, déjame en paz de una puta vez.
—Eres lo más importante en mi vida— digo con los ojos llenos de lágrimas—. Sólo déjame besarte, y sabrás que es verdad lo que te digo
—No quiero hacerte pasar más vergüe...
—¡Mila!

Ese grito me ha hecho despertar. Siento un gran alivio, creo que no tendría valor de volver a soñar después del dolor que me iba a causar esa última frase.

Desde hace un mes, he tenido sueños con un chico.

Comenzaron los sueños cuando pasaba mis vacaciones en Alemania, después de que mi novio de más de un año, me rompió el corazón. A partir de ahí, siempre sueño con el mismo chico, pero lo más extraño es, que nunca dice su nombre.

Lo mismo son sueños súper románticos, que súper guarras. Hasta algunos que terminábamos besándonos con auténtica pasión, o follando como conejos. Y cuando me despertaba, estaba mojada de la hostia.

Pero el sueño de hoy era diferente. Sus ojos no eran los ojos amables de otros sueños, ni los ojos felinos y llenos de deseo que me mostró en los más calientes. En éste, sus ojos mostraban desprecio.

—¡Mila, se te hace tarde, por favor, es el primer día!

—Ya voy mamá— grito desde mi cuarto, pensando en que me siento abrumada, por el sueño que acabo de tener, no sé quién es el chico que viene apareciendo en mis sueños últimamente.

Debo alistarme ya, es el primer día, me siento triste, porque las vacaciones han llegado a su fin, pero también feliz, vuelvo a ver a mis amigos. Tal vez  Alin nos cuente de sus vacaciones  en Inglaterra,  Danny de cómo la ha pasado con su mamá que ha llegado de Brasil, Eva de cuántos libros ha leído en el verano, y Naty de cómo la ha pasado con su familia en la playa. Ahí estaré yo, contando de mis vacaciones, con mi familia del pueblo, mis fiestas, mis locuras, y a lo que más miedo le tengo, que me pregunten cómo está mi novio, o mejor dicho, mi ex.

—¡Mila!— siento a mi madre gritando cada vez más fuerte.

Joder, que pesadita.

Voy al baño y me meto bajo la ducha. El agua caliente me reconforta, y hace que desaparezca parte de la tensión que siento. Además de ser el primer día de mi segundo año de preparatoria, sé que ahí tendré que ver a mi ex con su nueva novia, Pamela, que es la misma con la que me puso los cuernos el día que cumplíamos un año y medio de relación.

—¡Mila Schneider!— vuelve a gritar mi madre. Uissss, dijo mi nombre completo. Mal asunto. Su paciencia ya está en conteo regresivo.

Porque, sí señores. Lucrecia Schneider es la madre más amorosa del mundo, pero cuando se le acaba la paciencia, se le salen las raíces cubanas que tiene y como dice mi abuela, se tira pa'l solar.

Ich gehe—grito en alemán.

Salgo de la ducha envuelta en una toalla.

Me siento delante del espejo y me maquillo. Un poco de sombra del mismo tono de mi piel para emparejar el párpado, delineador y rímel, para darme un look natural.

Me pongo el uniforme que es una falda azul oscuro que me queda a mitad del  muslo, una blusa celeste ceñida, blazer a combinación con la falda. Completo con las medias blancas hasta la rodilla y mis Converse negras y listo. Lookazo de revista.

Cojo mi mochila y bajo a la cocina.

La rubia de ojos cafés me recibe con una sonrisa perfectamente blanca. Debo decir que es como mi gemela. Las facciones, la nariz, los ojos, la boca. El cuerpo también es igual. La única diferencia es que yo soy morena y ella es rubia.

Guten Tag, Liebe —me da un beso en la frente.

Guten Tag, Mutter

—¿Has dormido bien cariño?

—Sí, mami —miento.

Obviando lo del sueño, ya que no se lo he contado a nadie, ni siquiera a ella.

—Cariño, ve a desayunar, que se nos hace tarde.

Me encanta que sea así de tierna conmigo. Un delicioso desayuno espera por mí en la mesa del comedor, y es cuando me doy cuenta que estoy muerta de hambre.

Termino mi leche con café y miro el reloj. Todavía estoy a tiempo, pero es bueno llegar temprano, para poder saludar a todos después de estos dos largos meses.

—Cariño, vamos— dice mi mamá mientras coge su bolso de la mesa del comedor. Cojo mi mochila y sigo a mi mamá
Cuando vamos saliendo, un coche se nos para delante. Lentamente, la ventanilla trasera va bajando, y una tía con el pelo plateado aparece. Tardo tres minutos en procesar lo que veo. Es Alin, una de mis mejores amigas.

—¡Hey, baby! Suban que nos vamos.
—Pero bueno, bueno —estoy que no me lo creo —. Yo me había dejado una morena antes del verano.

—Bueno, pues quiero decirte —mueve su pelazo plateado y largo —, que pensé que me vendría bien un cambio de look. Además, el puto estilo Malfoy me queda de la hostia.
Y vaya que tiene razón. Se ve súper hermosa. No es que antes no lo fuera. Alin es preciosa. Pelo largo, que a pesar que ahora es plateado, antes era negro como un azabache, metro ochenta de estatura, ojos grises, piel blanca. Quiere estudiar arte dramático, y se le da súper bien. Podría, con el pelo negro, podría pasar por hermana de los Cash, de Perfectos Mentirosos.

—Mortífaga de mierda —me río.

Mutter —miro a mi madre —, me voy con Alin, así tienes más tiempo para preparar lo del viaje a Tenerife.

—Está bien, muñeca —contesta —. Recuerda que no me voy hasta que regreses del insti.

—Tschüss —me despido.

—Bis Bald

— ¿Se va a Tenerife? —me mira Alin mientras me subo al coche.

Asiento y me termino de acomodar en la parte trasera del coche.

—Bueno, ¿qué tal las vacaciones?

—La hostia — sonríe—. Londres es lo máximo. Tenemos que ir todas juntas.

—Prefiero Múnich— hablo sinceramente —. Es súper lindo. Además, algún día debemos ir a la Oktoberfest. La cerveza es deliciosa.

—Pues en las vacaciones del año que viene, hacemos tour por Europa —sugiere.

—Pues, ahora que lo pienso bien, no sería tan mala idea. Prazer tiene hoteles en casi toda Europa, y en todos conocen a mi madre. Tendríamos habitaciones gratis.

—Pues no se dice dos veces —ríe Alin —. El año que viene, los siete nos vamos de tour.

— ¿Los siete? —enarco una ceja.

—Natt y Rodri, tú y Nando... —sólo con oír mencionar su nombre siento una punzada de dolor. Ni ella, ni ninguna de las otras chicas, saben que Nando y yo rompimos.

Llegamos a la escuela. Vamos caminando por el pasillo encima del teatro cuando veo algo que me congela la sangre en las venas.
Ese pelo negro y rizado. Esos ojos, esa mirada penetrante que hace que se te caigan las bragas. Esa sonrisa de dentadura perfecta, y esos hoyuelos que se le ven jodidamente bien. No necesito mucho para reconocerlo. Es él. El chico con el que he soñado todo el verano, ese desconocido que me dijo que era imposible que lo amara.

                   Capítulo corregido

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