Capítulo 47
Doy el último sorbo a mi malteada.
–¿Estás conforme o vas a renegar? –me pregunta. Veo la hora en mi celular. Perfecto.
–No. Me gusta. ¿Podemos dejarlo por hoy? –comienzo a recoger mis cosas.
–Apenas llevamos una hora –me ve. Dejo dinero sobre la mesa–¿Para qué me preguntas si de todos modos vas a irte?
–Lo siento, tengo cosas que hacer
–¿Un sábado a las diez de la mañana?
–Sí, no soy tan aburrida como decías
–Claro, porque tener algo que hacer un sábado a las diez de la mañana te da adrenalina y diversión.
–Ve si puedes adelantar algo, que no sea muy sátiro, por favor. Nos ponemos de acuerdo luego para juntarnos de nuevo. Adiós –comienzo a salir de la cafetería.
–¿Y tú cambio? –me grita.
–¡Yo invito!
Estoy feliz hoy. Por fin los papeles se cambiaron y pude dejar a Dylan como siempre él hace conmigo, con la diferencia de que yo sí me despedí como lo hace la gente normal. Pido un taxi.
Hace dos días León me entrego las lleves de su departamento y no he tenido oportunidad de utilizarlas, así que pienso sorprenderlo hoy. Ayer fue a una gala benéfica con sus padres y esos eventos siempre terminan tarde, por lo que estoy suponiendo que sigue dormido.
Cuando el taxi se detiene frente a su edificio, estoy nerviosa. Espero que la sorpresa salga bien.
Abro la puerta de su departamento sigilosamente. Todo está en silencio. Espero que siga durmiendo y no me lleve la sorpresa de que no se encuentra. Demonios, no pensé en que pudo haberse quedado con sus padres. Dejo mis cosas en el mesón de su cocina.
Voy a su habitación, tiene la puerta cerrada. Giro la perilla cautelosamente y cierro de igual manera detrás de mí. Muerdo mi labio inferior.
Ahí está.
Quisiera tomarle una foto, pero dejé mi celular afuera.
León duerme boca abajo abrazando una almohada. Lleva sólo un pantalón holgado y las sábanas se enredan en sus pies.
Estoy obteniendo una vista espectacular de su espalda y su firme trasero.
Me quito los zapatos y camino a la cama. Veo hipnotizada como su espalda sube y baja con su respiración relajada.
Me inclino y dejo un beso en el centro de su espalda, me detengo para inhalar su olor. Huele a jabón. Él ni se inmuta. Comienzo a dejar un camino de besos desde su nuca hasta su espalda baja mientras voy repartiendo caricias en uno de sus brazos. Hace un ruidito. Está despertando. Acaricio su cabello y beso el lóbulo de su oreja hasta su mejilla.
–Buenos días, mi amor
–Hola–dice contra la almohada, sin abrir los ojos.
–Despierta dormilón –sigo con la repartición de caricias y besos. Se da la vuelta y con uno de sus brazos tapa sus ojos. Contengo la respiración. Es increíble lo bueno que está. Siempre parece que es la primera vez que lo veo sin camisa, porque sigue sorprendiéndome y encantándome. Ahí está una de las razones por las que mis manos siempre están traviesas. Les gusta lo que tocan.
–Ya desperté–dice entre balbuceos. Río –¿Estabas dejando besos en mi espalda? –pregunta aun tapando sus ojos. No entiendo como para que si la luz que entra es tenue gracias a las cortinas.
–Ajá– es lo que digo antes de inclinarme y dejar un beso en el centro de su pecho. Una de mis manos recorre desde su pecho hasta su abdomen. Toco tanto como puedo lentamente, en una caricia. Beso su cuello y luego regreso a su pecho.
–Ahora si desperté –dice antes de jalarme subiéndome completamente a su cama y encerrándome debajo de su cuerpo. Un gritito de sorpresa sale de mí. Sus ojos están un poco hinchados, por lo que se ven más pequeños. Su cabello es un desastre. Pero uno sexy.
–Sorpresa– paso una mano por su cabello tratando de acomodarlo.
–Sorprendido. Que buena sorpresa.
–Utilice mi regalo
–Eso veo –una de sus manos se cuela debajo de mi blusa.
–Traje pancakes. No desayune y tengo hambre.
–Siempre podrías comerme a mí – acaricia mi mejilla con su nariz.
–Uh–es todo lo que digo porque comienza a besar mi cuello. La mano que se encuentra debajo de mi blusa acaricia mi costado. Jalo su cabello para guiar su boca a la mía.
–Espera– se estira hasta su mesita de noche y toma agua. Lo miro extrañada –no es la mejor higiene bucal, pero como que no quiero ir al baño porque estoy más cómodo entre tus piernas –es todo lo que dice antes de comenzar a besarme lentamente. No sé si debería darme asco o algo, pero dejo de pensar en eso cuando su mano baja la copa de mi sujetador y masajea mi seno. Vaya.
Acaricio su espalda y aprovecho para apretar su trasero. Eso ocasiona que se presione contra mí y que nuestras partes choquen. Gimo.
Yo sólo venía a sorprenderlo y a que desayunáramos juntos, no ha tener sexo. Ni quien te crea. Como lo dije antes, después de tener relaciones por primera vez, quieres mucho más después. Sobre todo, cuando es tan bueno y tienes curiosidad de ciertas cosas. Es algo adictivo.
Me quita la blusa con una rapidez increíble. Y después mi amigo el sujetador también me abandona. León me da una sonrisa antes atrapar una de mis cimas fruncidas entre sus dientes. Muerdo mi labio inferior para callar los gemidos que quieren salir.
Se deshace de mi pantalón y acaricia una de las mejillas de mi trasero. Sus dedos juegan con el dobladillo de mis bragas. Cuando pienso que va a bajarlas, lleva sus dedos debajo de mis bragas, exactamente a mi zona íntima. Espera a que proteste y como no lo hago, continua con su labor. Estoy a la expectativa. Tomo un respiro cuando comienza a acariciarme, mueve sus dedos de una forma que me tiene mareada, en un buen sentido. Siento como introduce uno de sus dedos y jadeo. Es la primera vez que León me hace esto. Cuando siento que voy a llegar, se detiene y protesto.
–Quiero intentar algo.
–¿Otra cosa? –asiente.
–Quiero ser tus primeras veces en todo.
No digo nada, porque realmente no sé qué decir. Baja mis bragas. Comienza a besar mis pechos, pero después sus besos descienden por mi abdomen hasta mi vientre. No me doy cuenta de sus intenciones hasta que está besando la cara interna de uno de mis muslos. Cierro mis piernas.
–Uh, no estoy muy cómoda contigo en esa parte de mí.
–¿Confías en mí? –que buena pregunta para decir justo en este momento. Claramente él sabe que confío en él. Asiento.
–¿No te incomoda a ti?
–Para nada. De hecho, estoy deseando hacerlo. Si no te gusta, siempre puedes decirme que pare y entonces volveremos a lo tradicional –asiento– ¿Lista?
No me da tiempo a responder. Viéndome directo a los ojos, comienza dejar besos. Me retuerzo. Pronto no están siendo sólo besos lo que él me da. Muerde, lame y chupa. No precisamente en ese orden. Una de mis manos se aferra a la sábana y la otra se mantiene en su cabello. Creo que estoy siendo demasiado ruidosa. Cierro mis ojos con fuerza cuando el cosquilleo aparece y entonces llego a mi orgasmo.
Estoy intentando recuperar mi respiración para cuando León sube de nuevo sobre mí. Va a darme un beso, pero hago una mueca recordando donde estuvo su boca hace unos segundos. Importándole poco, me besa de todos modos.
–¿Y? ¿Cuál fue el veredicto?
–Estoy impresionada. La que iba a dar una sorpresa hoy era yo, pero termine siendo sorprendida por tus habilidades allá abajo.
–Sabía que iba a gustarte. ¿Lista para lo siguiente?
–Dame un respiro–León ríe, pero comienza a besar mi barbilla. Sus dedos juegan con uno de mis pezones –Esto no es un respiro.
–No lo puedo evitar. Extrañaba tenerte desnuda contra mí –para dar fe a lo que dice, se remueve contra mí y su erección cubierta aún por el pantalón se roza contra mí.
–¡Joder! Entendí. Lista para lo siguiente.
Lleva sus besos a mi boca e introduce su lengua encontrándose con la mía. Me pongo a la tarea de quitar su pantalón. Y gracias al cielo este es holgado por lo que no me cuesta mucho bajarlo cuando lo empujo con mis pies.
–Uh, sin bóxer. Interesante.
Se pone de pie para terminar de sacar el pantalón y aprovecha para tomar un preservativo de su mesita de noche. Es todo un espectáculo verlo cubrirse. Estoy muy entretenida viéndolo desnudo, parece que se da cuenta por lo que se queda un poco más de tiempo de pie frente a mí.
–¿Te gusta lo que ves, princesa?
–¡Me encanta! –me sonríe antes de volver a subir sobre mí.
–Una parte especifica de mi cuerpo también te ha extrañado mucho –dice rozándose contra mí. Es una tortura. Jadeo.
–Créeme que yo también lo he extrañado–muerde mi labio inferior justo cuando se introduce en mí. Ambos gemimos. Pronto comienzan las embestidas. Enredo mis piernas en su cintura sintiéndolo más hondo. Parece que estamos desesperados. Es la primera vez que lo hacemos tan fuerte y rápido. Pasan unos pocos minutos para que llegue primero yo y segundos después lo hace León.
Intenso.
León se tira a mi lado saliendo de mí. Nuestras respiraciones son demasiado agitadas.
–Que alucinante.
–Creo que hice mal en no creerte cuando me dijiste que estabas cachondo y con las bolas azules –río –Fue muy intenso.
–¿Antes te dolían los pezones? –pregunta divertido.
–Puede ser... ahora sí. Me diste un buen mordisco.
–Lo siento ¿Te hice daño? –niego subiendo sobre él. Rodea mi cintura con sus brazos.
–Están un poco sensibles solamente.
–Puedo sentirlos.
–No digas cosas como esas –río
–¿Te estás poniendo cachonda? –sonríe
–Al parecer tú sí. También puedo sentirte.
–Bueno, antes de hoy, estaba teniendo días con mis pelotas doliendo. Y como que el hecho de haberlo hecho tan intenso y que estés presionando tu pecho sobre el mío, no está ayudando a disminuir mi dolor.
–No sé si debo disculparme por eso.
–No lo hagas, sólo deja que calme un poco mi dolor –besa mi mejilla.
–Uhm–musito encantada con las caricias que está dejando en mi cabello–¿Podemos tomar un baño primero? Como que me dejaste un poco sudada. Y después a comer, me dejaste más hambrienta.
–Que maldito soy. ¿Un baño juntos?
–¿Por qué no? Sirve que te ayudo a calmar un poco tu dolor.
–¡Mierda! Ahora duele más. Tú diciendo esas cosas es muy tentador. Me provocas.
Me pongo de pie y camino hasta su baño. Un León sorprendido me mira desde su cama.
–¿Vienes o no? –prácticamente salta de su cama. Me abraza desde atrás dejando un beso en mi mejilla. Me guía hasta la regadera.
–Vas a volverme malditamente loco, mujer. Más de lo que ya lo has hecho.
"Te veo mañana a las 11:00 am en esa dirección"
Es lo que dice el mensaje de Dylan. Dejo mi celular en la mesita de noche y subo a la cama. Dejo un beso en el cuello de León y recargo mi cabeza en su hombro escuchando la melodía que toca en su guitarra.
–¿Todo bien? – me pregunta dejando la guitar a un lado. Envuelvo mis brazos alrededor de su torso desnudo.
–Sí. ¿Te conté que Fran y Diego se reconciliaron? –él niega con su cabeza
–¿Están juntos?
–No. De hecho, ni si quiera estamos seguras de sí Diego siente algo por ella, es obvio que Fran sí, ya lo admitió, pero él no es muy claro con ella.
–Yo creo que sí. A veces los hombres somos muy lentos, necesitamos un empujón. A veces malinterpretamos las situaciones decidiendo no actuar y dejar todo en manos de las casualidades y destinos. Posiblemente eso sea lo que sucede con Diego y tal vez Fran tendrá que hacerlo reaccionar de alguna manera –se encoge de hombros
–¿Eso sucedió contigo? –pregunto curiosa. Dejo un beso en su espalda.
–Uhm... sí, fui un poco lento contigo al principio. Y me atreví a ser valiente gracias al destino, supongo, porque fue el que nos puso juntos en ese proyecto ¿no?
–Y si no hubiéramos trabajado juntos ¿Hubieses hecho algo?
–Sí. Yo tendría que haber hecho algo, no podía dejarte ir. Y me gusta pensar que hubiera actuado más temprano que tarde. Fui un cobarde al haber dejado pasar tantos años –paso mis dedos por su pecho acariciándolo –me lamento el no intentarlo antes y sólo esperar, pero ¿sabes? No me arrepiento. Quizás así era como tenía que ser, por algo pasan las cosas y siento que como ha pasado todo ha sido perfecto para nosotros. De poco a poco fuimos conociéndonos y después pareció que nos enamoramos rápidamente y con fuerza.
–Me gusta que haya sido de ese modo. Es muy nosotros ¿no?
–Totalmente. Ahora, por más que este disfrutando tus caricias –toma mis manos y las guía a su boca dejando un beso –Esos panqueques que desayunamos no serán suficientes para todo el día. Así que será mejor que nos vistamos. Voy a llevar a mi princesa a comer –sonrío
–Y yo nunca voy a impedirte que me alimentes
(...)
En cuanto bajo del taxi me arrepiento de no haber investigado antes la dirección.
Me siento ridícula con mi blusa color rosa pastel y mi mochila en los hombros.
¿A dónde me enviaste Dylan?
Sólo espero que esto no sea una broma de muy mal gusto y el maldito este dentro del local.
Siento la mirada fija sombre mí de todos los chicos con chaquetas que se encuentran afuera fumando. ¿Acaso no es temprano para fumar? Aprieto las correas de mi mochila entrando al local.
Bueno, al parecer no importa mucho la hora en estos lugares, después de todo es un bar.
El humo del cigarrillo se percibe menos. Hay unos cuántos jugando billar, algunos están lo suficientemente borrachos que están adormilados en unas mesas. Alguien entra detrás de mí gritando y empujándome. Buena idea quedarte parada en la entrada, Violetta.
Me muevo sin saber que hacer o a donde ir. Decido ir a la barra. Hay dos personas sentadas en los taburetes. Un señor que seguramente esta borracho pero que hace reír a la bonita morena que está sentada a unos cuantos lugares distancia.
No es hasta que estoy cerca que reconozco al bartender. Se da la vuelta limpiando un vaso. Estoy sorprendida. No imaginé que Dylan trabajaba y menos atendiendo un bar. Asiente hacia mí.
–Hasta que por fin llegas. No te sorprendas tanto, preciosa. Algunos tenemos que trabajar para poder comer.
–No es eso
–Como sea –deja el vaso en un estante y se quita el mandil que llevaba en la cintura–¿Puedes cubrirme un momento, Fer?
–Claro–contesta la morena.
–Gracias, cariño. Encárgate de que Javier llegué a su casa –la chica asiente.
–¡Vamos, Dylan! No seas aguafiestas. Échate una copita conmigo. ¡Tú! Chica bonita, ven, ven, yo invito –me señala
–Hoy no se puede Javier, está ocupada –Dylan abre una puerta para mí dejándome pasar primero. Nos guía por unas escaleras y parece ser que ahora estamos en el techo del bar. Hay una cama, unos cuantos discos, un escritorio con una laptop, ropa tirada. Es su habitación. Dylan entrecierra sus ojos –Ya, haz la pregunta.
–No entiendo... ¿No viniste de intercambio?
–Sí. Pero eso sólo solventa los gastos del studio y cosas muy básicas. No es suficiente para sobrevivir en un país que desconoces. Este bar es de un tío. Me deja atenderlo en mis tiempos libres y vivir aquí– se encoge de hombros–tengo lo necesario. No me quejo. Además, como que está gustándome estar aquí –me mira –¿Traes el borrador? –Asiento –Estoy esperando que lo saques para poder comenzar.
–¿No podemos trabajar allá abajo?
–¿Qué? ¿Estás incomoda? –sólo lo miro–No pienso hacerte nada, preciosa.
–No me llames de esa forma –frunzo el ceño. Él ríe divertido.
–No te habías vuelto a molestar las veces anteriores. Voy a llamarte así, sólo porque sí –suspira– De ninguna manera te traería aquí si no fuera necesario. Contra todo lo que pienses, este lugar siempre está lleno, no importa que tan temprano sea, hay borrachos que quieren calmar la cruda con alcohol –se encoge de hombros– te traje porque no creo que podamos trabajar mucho abajo, así que será mejor que te sientes ahí –señala la silla de su escritorio a un lado de su cama –Y empecemos. Tranquila, hoy no tengo ganas de morder.
Dylan es el primero en entrar de nuevo al bar. Lo sigo.
Bueno, definitivamente el lugar no estaba tan lleno hace dos horas que llegué.
Dylan vuelve atrás de la barra junto a la morena. Está le sonríe y luego me mira.
–¿Te sirvo algo?
–Ella ya se va– me mira con una cerveza en la mano– ¿Vendrá por ti tu novio o te consigo un taxi?
–Un taxi, por favor –asiente hacia mí – vaya, resulta que si puedes ser amable.
–Hoy es uno de esos días, pide un deseo.
–Yo que tú aprovechaba– me dice la chica. Recuerdo haber escuchado a Dylan llamarla Fer. Supongo que su nombre es Fernanda –Entonces ¿La pasaron bien allá arriba?
–¿Escuchaste que mencione a su novio hace unos segundos?
–Sí, pero eso nunca ha sido un impedimento para ti Soto
–Cállate –dice él rodando sus ojos. Me pregunto si no le dolerán de tantas veces que lo hace.
–Sólo estábamos trabajando en un proyecto –digo un poco incomoda. Me sorprende escucharme a la defensiva. Como si yo tuviera que probarle algo a una desconocida.
–Oh, bueno, lo siento –me da una sonrisa. Se la devuelvo. Me cayó bien –Tal parece que si se te van vivas, eh Soto –dice ella molestándolo.
–Eres insoportable Fernanda –la mira fastidiado. Pienso que va a rodar los ojos, pero voltea a verme. Rayos, fallé. –Tú taxi ya debe estar afuera. Te acompaño.
–¡Pide otro deseo! Está siendo caballeroso –grita Fernanda cuando estamos caminando hacia la salida. Escucho el bufido de Dylan por lo que río.
–Coordinamos después a qué hora nos vemos mañana–subo al taxi y me sorprende ver que no se va dejándome sola como siempre lo hace. Espera a que el taxi arranque para entrar de nuevo al bar.
**********
Espero que hayan tenido un bonito cierre de año y...
¡Feliz Año Nuevo!
Brindo por ustedes. Para que este año que comienza sea bueno para todxs.
Para que este año por fin termine la historia jajaja (un pajarito por ahí me dice que puede ser pronto)
Mis mejores deseos y a empezar el año con todo.
¡Feliz 2019!
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