Capítulo 39
– ¿Estás segura de que no quieres que te acompañe?
–Estaré bien, tranquilo – tomo la mano que me ofrece
– Cualquier cosa me avisas, por favor.
– Lo prometo
– Si necesitas que venga, no dudes en llamarme, estaré aquí en un segundo
– Relájate, sólo es mi papá. Todo va a salir bien, en serio. Ya hablé con Angie y ella va a estar aquí por si papá se pone necio o difícil.
– Estoy nervioso, lo siento.
– Yo también pero no me ayuda que pienses en cosas negativas porque me pones más nerviosa.
– Todo va a salir bien ¿verdad?
– Sí León – Asiente – Ahora déjame salir para poder averiguarlo – Jala mi mano atrayéndome hacia él para depositar un suave beso en mis labios, da un mordisco a mi labio inferior y lo deja libre.
– Mucha suerte princesa – Abro la puerta de su coche. Espero a que arranque y entro a mi casa. Aquí vamos.
Voy al primer lugar en que se me ocurre que pueda estar papá, su estudio, pero él no está ahí. E la sala tampoco y es raro que este en su habitación. Voy a la cocina, nada. Aprovecho para tomar un vaso de agua como tratando de averiguar si eso va a darme el valor que necesito. Salgo al jardín con la esperanza de que este ahí.
Angie se encuentra sentada en uno de los sillones que dan a la piscina, se encuentra leyendo una revista mientras que papá está de pie hablando por teléfono. Saludo a Angie en lo que espero a que mi padre termine su llamada.
– Estos ingenieros cada día están peores – Llega negando con la cabeza. Se sienta en el sillón enfrente de Angie – Necesito contratar a unos nuevos. Hola cariño ¿Cómo te fue hoy? – toma el periódico que se encontraba en la mesa y empieza a hojearlo
– Bien, gracias por preguntar
– Que bueno – esta distraído buscando algo en el periódico
– Papá ¿Crees que podamos hablar? Tengo algo que decirte
– Claro cariño, dime
– Es importante – Angie cierra su revista y me presta atención. Sabe lo que se avecina.
– ¿Sobre que es? – Parece que encuentra lo que buscaba
– Sobre mí, sobre algo que me ha sucedido Es algo Grande
– ¿Necesitas dinero? – Empieza a teclear algo en su celular
– No es nada de dinero
– ¿Puedes resolverlo tú sola? – Esta ocupado, entiendo.
– No es un problema exactamente, al menos no para mí
– ¿Me metiste en problemas? ¿A mí o a la compañía? – en ningún momento me ha mirado
– No, no creo
– Bueno, entonces puede esperar. Estoy ocupado cariño
– Germán, será mejor que escuches a Violetta
– Esto es importante, mujer, es algo que tengo que resolver ahora. No estoy para chismes, luego me contaran – Se pone de pie dispuesto a alejarse tecleando algo en su celular
– Tengo novio.
Lo único que escucho es el sonido del celular estrellándose en el piso.
– ¿Qué dijiste?
– Que tengo novio – suelto.
- ¿Qué? Pero ¿Qué? ¿Qué clase de broma es esta Violetta? – Ve su celular estrellado. Seguramente ya no sirva – Demonios ¿Ves lo que has hecho? Esta broma ha costado un montón de datos e información, Violetta.
– Lo siento por eso, pero no es una broma. Tengo novio, uno de verdad.
– ¿Cómo es que...? – lo interrumpo
– Lo conoces. A él y a sus padres. Y te aseguro que es un buen partido para mí. Es de buena familia, educado y me trata bien. De verdad no necesitas hacer un drama por esto papá.
– ¿Quién es? – Pone sus manos en sus caderas
– León
No dice nada. ¿Qué hago?
– ¿Tú lo sabías? – voltea a ver a Angie
– Ella no sabía nada – Me apresuro a decir. No me perdonaría nunca que Angie tuviera un problema por culpa mía.
– ¿Lo sabías?
– Lo sabía. Violetta me lo dijo hace un tiempo.
– ¿Hace cuánto?
– Oye, no lo agarres contra ella. Yo le pedí que no te dijera nada.
– Angie
– No sé exactamente cuánto, menos de un mes tal vez
– ¿Tal vez? ¿Qué significa Tal vez?
– Ella no tiene nada que ver papá
– ¡Me mientes y encima haces que mi esposa lo haga también! – Se voltea de repente, gritando. Brinco un poco en mi lugar – ¿En qué estabas pensando? ¡Yo no eduque a alguien mentirosa y tampoco me casé con una!
– Germán, por favor
– ¿Por qué? – me pregunta
– ¿Por qué que?
– ¿Por qué me lo ocultaste? Pensé que todos estos años solos habían hecho algo bueno – Ya veo, está dolido por no haberle contado
– Porque te conozco, sé cómo eres. ¡Dramatizas todo! Justo como lo acabas de hacer. Cuando era niña ni siquiera me dejabas hablar con niños, creías que iban a pegarme sarna o algo.
– Eres mi niña
- Era tu niña. He crecido, casi soy mayor de edad y eso debes entenderlo ya, por favor papá. Entiende que si no te lo dije no fue porque no te tuviera confianza, sino porque tenía miedo de como ibas a reaccionar. Justo esto era lo que quería evitar. Lo quiero papá, en serio. Es el primer chico que trato como algo más que un amigo y me gusta mucho. Solo quiero que me apoyes en esto.
– ¿Cuánto tiempo?
– Casi un mes – se restriega el rostro con una mano y suspira – Créeme que me ha dolido todo este tiempo habértelo ocultado, no ha sido fácil. Eres mi papá y te amo. Sólo quería que lo supieras
– Entérate de que no estoy nada feliz con que me lo hayas ocultado, el simple hecho no me gusta y no estoy a gusto con esto
– Lo sé
– Quiero que venga. Que dé la cara, lo quiero aquí. – Con eso se va maldiciendo por su celular roto y por algo más.
(...)
Siento un rastro húmedo en el centro de mi espalda que desciende hasta mi espalda baja, hace cosquillas, pero lo olvido en cuanto unos dedos recorren mi muslo con delicadeza. Cierro los ojos con fuerza. Son muchas sensaciones juntas.
Hay un mordisco en mi piel, succión y luego siento una lengua en la zona. Quiero apretar las piernas, pero no puedo. La nariz de León acaricia a lo largo de mi columna. Suspira cuando llega al broche del sujetador. Lo atrapa con su boca para luego soltarlo suavemente. Mis vellos se erizan cuando su mano que se encontraban en mi muslo asciende hasta colarse debajo de mis bragas y acaricia la mejilla derecha de mi trasero.
Siento como se acomoda encima de mi espalda sin dejar caer todo su peso en mí. Deja una de sus piernas entre las mías y con su mano libre acaricia mi brazo izquierdo hasta llegar a mi costado y bajar por mi abdomen. Besa mi nuca, aprieta mi trasero, se alza un poco y me hace dar la vuelta hasta que quedo boca arriba. Vuelve a poner una pierna entre las mías.
La mano que se encontraba en mi trasero ahora descansa en mi muslo, alza mi pierna y sus labios encuentran los míos entre abiertos. Pronto su lengua delinea mi labio inferior y luego entra buscando la mía. Una de mis manos se pone traviesa y se desliza por su amplia espalda hasta que llega a donde quiero, se escabulle por debajo de su bóxer y acaricia el trasero de León. Uno firme. Mi otra mano se enreda en el cabello de León cuando siento que sus besos se trasladan a mi barbilla y bajan a mi cuello en donde succiona y chupa. Espero que no deje marcas en mi cuello, serán difíciles de tapar.
Aprieto su trasero y entonces el movimiento hace que su pierna se presione en mi zona íntima. Gimo, no puedo evitarlo. El sonido hace que la reacción que León ya tenía despierte aún más. Lo puedo sentir en mi cadera, muy despierto.
Hace calor. Mucho calor.
Sus labios vuelven a atrapar los míos. Ahora soy yo quien muerde su labio inferior. Siento que no obtengo suficiente de él. Su mano en mi pierna juega con el elástico de mis bragas antes de subirla por mi abdomen, hasta que llega a mi sujetador. Aprieta mi pecho por encima de la copa. Mis bragas oficialmente son un desastre.
Mi pierna se envuelve alrededor de su cadera haciendo que él encaje mejor. Con mi pie comienzo a presionar su bóxer hacia abajo tratando de bajarlo, pero es difícil. León comienza a bajar un tirante de mi sujetador, deja pequeños besos por mi mandíbula hasta mi hombro.
– Te deseo – Susurra en mi oído a la vez que muerde el lóbulo de mi oreja. Sin verlo venir, de pronto siento su mano sobre mi pecho sin ningún obstáculo. Él directamente está apretando mi seno sin barreras, mi seno desnudo. Su mano es cálida debajo de mi sujetador. Algo ahí empieza a endurecerse, bueno, hay más de una cosa dura en esta ecuación.
¡Jesús Dios Santo Bendito Redentor! Perdón que te mencioné en esta situación, pero ¡Joder! Esto está pasando. Realmente va a pasar.
Y yo no quiero parar. Ya no.
Él no se conforma. Va en busca del broche del sujetador. No quiero pensar en el porqué él es tan hábil para desabrocharlo. Sólo pienso en que pronto estoy desnuda de la parte superior. Él arroja el sujetador a alguna parte y agradezco que no se quede a observar mi desnudez, él solo me tapa con su cuerpo haciendo que nuestros pechos se peguen y toquen. Ambos gemimos al sentirnos así. De esta manera tan íntima.
Justo cuando logro desnudar su trasero lo inimaginable sucede.
Un celular comienza a sonar.
Y quiero maldecir a toda la gente divina que acababa de mencionar.
Ambos nos paralizamos escuchando el timbre del aparato molesto.
- ¡Joder! – Exclama León. Recarga su frente en la mía relajando su respiración. El teléfono deja de sonar. Cuando creo que lo vamos a retomar porque empieza a besarme, vuelve a sonar – No puede ser – me reiría de la situación si no fuera porque yo también sufro. Se acerca a su mesita de noche en busca del aparato, pero me lleva consigo abrazándome porque: o no me quiere soltar o no quiere destaparme – ¿Qué es lo que quieres? – Volvemos a la posición de antes. Sigue cubriéndome – No seas imbécil – dice al teléfono – No, no, nada de eso – toma la sábana y nos cubre – ¿Para eso llamaste? – Acaricio su espalda distraídamente – No se me olvida – Me sonríe – Si te digo que no es porque no – Sus dedos juegan con mi cabello – Ya está, lo prometo. Si, si. Vale. Como me vuelvas a insistir por algo así te corto las pelotas ¿oíste? Nos vemos, hermano. – Termina la llamada. Arroja el celular a alguna parte y se deja caer en el hueco de mi cuello. Estoy nerviosa por la cercanía que tiene con mi pecho desnudo. Suspira. – Lo siento.
- ¿Todo bien?
- Sí. Sólo era el imbécil de Marco preguntando si iba a ir al partido del siguiente fin de semana. Perdón por arruinarlo – acaricio su cabello.
- Supongo que aún no es nuestro momento ¿no? No pasa nada – Desciende un poco y besa justo donde empiezan mis pechos. Demonios.
- Lo voy a compensar en algún momento, lo prometo.
- Lo sé
- Ahora quedémonos un rato más así. Me encanta como te sientes contra mí – Él no puede verme, pero estoy segura de que sabe que me he sonrojado. No pasan ni cinco minutos cuando comienza a deslizarse fuera de la cama cuidando no dejarme sin la sábana – No puedo. Necesito un baño frío – Me da un beso rápido en la frente y corre al baño. No puedo evitar reírme.
(...)
– Así que ya va a conocerlo formalmente – tomo el tubo y hago una elongación
– Sí, mañana
– ¿No estás ni un poco nerviosa?
– Me estoy muriendo por dentro. Te juro que no llego – Fran ríe
– Va a salir bien
– Eso espero
– ¿Ya te habla? – Recoge su toalla y botella de agua. Hago lo mismo.
– Solo para pedirme algo que no alcanza de la mesa – bufo – Sigue molesto. No va a hablarme hasta que tenga una conversación con León. Es exasperante – Nos aproximamos a salir del aula de baile cuando esta comienza a llenarse de nuevo por los alumnos que tomaran la siguiente clase
– Debes entender que no es fácil para él, dañaste su orgullo de padre – La miro confundida
– ¿Orgullo de padre? ¿Qué clase de orgullo? – Siento un golpe en mi brazo derecho – Au
– En lugar de estar chismeando deberías fijarte por donde caminas – Alguien a mi espalda gruñe. Decidida a confrontar al grosero que me golpeo, me giro.
¿Quién rayos es?
No es que conozca a todos en el Studio pero al ser una persona seria que la mayor parte del tiempo me la pasaba sentada en algún rincón con un libro en mano me hizo observadora. Tengo buena memoria, sé cuándo he visto una cara antes y definitivamente esta cara nunca la había visto.
– Tú fuiste el que no se fijó por donde caminaba. Tú chocaste conmigo. – él ríe. ¿Quién se cree que es?
– Estás muy equivocada si crees que voy a disculparme por querer que respeten mi espacio para transitar
¿Qué mierdas?
– ¿Espacio para transitar? ¿Eso si quiera existe o es legal? No sé quién te crees que eres o a donde crees que vienes, pero esto es una escuela en donde adolescentes caminan por todos lados y no existe un espacio para transitar
– Tampoco voy a disculparte por tu ignorancia he ignorare el hecho de que indirectamente me llamaste estúpido, porque sí, sé en donde me encuentro y sé quienes transitan por aquí, pero al menos los demás son responsables y cuidadosos al transitar – por favor que alguien le quite esa palabra de la boca
¿Acaso acababa de llamarme ignorante e irresponsable?
– Mira, encargado del tránsito – la ironía está presente en mi voz – Me importa un comino si
– Señorita Castillo ¿No debería estar afuera de mi aula desde hace un rato? – me interrumpe Gregorito – Retrasa mi clase
– Sí, pero es que él... – Apunto al susodicho
– No me interesan sus relaciones o problemas personales. Debería preocuparse por estar en su siguiente clase y no aquí haciéndome perder el tiempo
– Pero...
– El que haya triunfado en su presentación no le da el derecho a tomarse este tipo de atribuciones
– Yo no...
– Mejor retírese. Las dos fuera – Resignada me dirijo a la puerta no sin antes darle una mala mirada al chico desconocido. Cuando voy a salir, él habla.
– Así que eres la famosa Violetta. Interesante.
Antes de que pueda hacer algo, Gregorio cierra la puerta.
¿Quién jodidos es él? No me agrada nada.
(...)
Mi iPhone marca las 9:59 AM cuando el timbre de casa suena. Me apresuro a abrir la puerta. León se encuentra enfundado en unos pantalones ajustados negros. Lleva una camisa blanca y un saco gris claro ambos remangados. Unos zapatos negros de gamuza. Termina su outfit con su copete peinado como normalmente lo lleva. Una de las ventajas de que sea mi novio es que se me permite verlo sin restricciones.
– ¿Y? ¿Cómo me veo?
– Formal para un simple desayuno
– Pero no formal para un desayuno con mi suegro que tiene el destino de mis bolas en sus manos – rio.
– Exagerado. Te ves muy guapo.
– Tú igual. Me gusta cómo te ves con vestido.
– ¿Además de que es más fácil quitarlo?
– Touché – Extiende sus brazos para que lo abrace lo cual hago. Como puede me devuelve el abrazo ya que sus dos manos están ocupadas. Escucho pasos acercarse y León es lo bastante listo como para sólo darme un beso en la mejilla y terminar con el abrazo.
– Bastante puntual. Espero que sea siempre así y no sólo por impresionarme – es lo que dice papá cuando llega a nosotros
– Buenos días señor Castillo, Angie – asiente hacia ella.
– Buenos días León
– Desde niño, mis padres me enseñaron a no llegar con las manos vacías a un hogar en el que me abran las puertas – extiende el ramo de flores a Angie – Violetta me dijo que estás eran tus preferidas. Señor Castillo – Le entrega la botella de vino a papá.
– ¿Quieres embriagarme tan temprano muchacho?
– No, no, nada de eso. Violetta alguna vez mencionó que usted era un aficionado a los vinos tintos. Esta es una botella especial según mi padre. Él me la dio para usted y espera que la disfrute y deguste como sólo usted sabe.
– Es muy buena botella, sin lugar a duda. Dale las gracias a Fernando de mi parte.
– Con gusto.
– Ya podemos pasar al comedor, si gustan – Angie es la que corta el silencio que iba a empezar a formarse. Sin decir nada papá se da la vuelta. Angie lo sigue. Me encargo de cerrar la puerta
– Tranquilo, todo va a salir bien. Necesitamos estar tranquilos – Creo que esto lo digo más para mí que para él.
– ¡No los escucho caminar! – Grita papá
León entrelaza nuestras manos y comenzamos a caminar.
Que Dios nos ayude.
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Pregunta:
¿Les gustan o incomodan las escenas intensas, sexuales?
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