- Violetta en el último asiento por favor - Dijo Pablo, en ese momento caí en cuenta que me había quedado como en shock, que pena.

Fui directo a mi asiento, lo más deprisa que pude porque sentía la mirada de todos puesta en mí por ser la última en sentarse, no pude evitar ruborizarme cuando vi que esos ojos verdes me miraban. Cuando por fin me senté comenzó la clase, vi como lentamente León se agachaba a recoger su mochila del suelo para sacar sus libros, cuando se enderezo en su lugar, no pude evitar ver que su cabello se había revuelto, aún despeinado él era perfecto. Cuando me di cuenta de que era la única que faltaba de sacar sus libros volví a sentirme ridícula, pero todo era culpa de el, era inevitable no distraerme, tenía una hermosa distracción delante mío.

El tema de esta clase ya lo habíamos visto, pero según Pablo era un tema demasiado importante así que era necesario repasarlo un par de veces.

Según yo, la clase debería estar a la mitad, volteé a ver a mis demás compañeros, unos estaban muy atentos, otros más o menos, algunos anotaban, varios se veían aburridos como yo. En un momento pensé en sacar un libro para leer, ya que como estaba hasta atrás Pablo no podría verme, pero me resistí porque no quería verme como una ñoña. De pronto mis ojos se posaron en León, se veía tan lindo aburrido, estaba recostado en la barda y en el marco de la ventana, tal vez estaba dormido. Tenía muchas ganas de tocar su cabello. Aguante.

Entonces se removió en su lugar, estaba despierto, empezó como a impacientarse. De pronto se dio vuelta para mirarme. ¡Dios, Me estaba viendo! ¡Me pillo mirándolo!

- Hola - Su hermosa sonrisa apareció en su rostro - Teoría musical, notas musicales, lo de siempre, aburrido ¿no?

- Emm... Sí

- Pablo es un muy buen maestro, pero los temas no ayudan mucho - Colocó su mano encima de mi banca, pude ver sus nudillos, las venas que parecían como si en algún momento fueran a saltar, sus dedos, uñas y ese anillo plateado que siempre llevaba.

- Sí

Fue lo único que se me ocurrió decir. El solo volvió a recuperar su posición anterior.

Absurda.

Esa era la primera vez que hablaba con él. Pésimo comienzo, pésimas respuestas. Pero el punto era que el había hablado conmigo. Eso era lo único que importaba.

(...)

Las clases ya habían terminado y yo había pasado la tarde con las chicas en el centro comercial. Me distraje y divertí con ellas como siempre. Pero cuando llegue a casa en lo único que podía pensar era en lo sucedido en la clase de Pablo, cuando hable con él por primera vez. Solo me quedaba esperar al siguiente día para verlo delante de mí y esperar a volver a hablar con él. Tal vez no fuera a pasar, a lo mejor si, todo era improbable pero estaba decidida a no ser tan patética cuando hablara con él la próxima vez.