🥀SEGUNDA PARTE🥀
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En definitiva le dolía, pero sólo el orgullo y la sensación vergonzosa que le quemaba de la garganta al ser incapaz de hablar, se le había dicho que no dijera nada, pero tampoco es que tuviera algo inteligente qué decir más allá de confusiones y preguntas vagas que se iban acumulando en la parte trasera de su cráneo.
Estar por completo desnudo mientras Tomioka seguía vestido era vergonzoso, anteriormente Iguro usaba al menos un poco de las sábanas para cubrirse de la vista de Tomioka, a veces incluso insistía para que Giyū acompañara su desnudez, sin embargo, ahora no se puede. Debe dejar de pensar en el sexo que tenían anteriormente, se debe enfrascar en este momento y del como, no solo conforme con desnudarlo y ordenarle no hablar, también lo tenía de rodillas en medio de la habitación, las manos en su espalda atadas con las esposas de cuero que el mismo Obanai había comprado.
Era doloroso... Sus rodillas dolían por el tiempo que llevaba en esa posición, incapacitado de relajarse al menos un poquito por la tensión que sentía en el ambiente. Era espeso y asfixiante. Sus labios ya estaban magullados por todo el rato que había estado mordiendolos para distraerse un poco.
Pensó que esto duraría más pero por fin escuchó como Giyū se acercaba, después de haberse maravillado con la vista, ver a Obanai así era perfecto. Lo amaba. Era tal y como lo imagino, no, era muchísimo mejor. Cuerpo tambaleante y nervioso, su piel blanca y tersa estando a solo unos minutos de enrojecerse por las travesuras que Giyū piensa hacerle, ver cómo aquellos ojos desiguales lo miraban con anticipación y temor, dentro de muy poco los quería hacer llorar de placer. También observo sus labios, estando rojizos y mordidos por culpa de la propia ansiedad de Iguro, pero no quiso hacerle ver su error. Amaba verlo con la boca mordida, pero a la próxima Tomioka quiere ser quien lo haga.
Iguro fijó su vista en Tomioka, viendo desde abajo en una pose muy servicial. No podía quejarse, pues es Obanai quien quiso hacer las fantasias ajenas realidad, solo quiere hacerlo feliz y está orgulloso de estarlo logrando.
—Obanai.— Dice Giyū poniendo la mano sobre la cabeza de Obanai, acariciando con suavidad.— ¿Qué dijimos sobre las palabras de seguridad?— Vuelve a recordar.
Obanai tiembla su labio, no sabiendo si debe contestar, ¿no debería estar callado?
—Mi amor, tranquilo, puedes hablar.— Pide riéndose, arrodillándose en el suelo y estar a una altura similar con su novio.
—Q-que son importantes...— Dice y sus ojos buscan perderse en cualquier otro sitio, pero es detenido por Giyū, quien toma con delicadeza su mentón y lo hace verlo, insitandolo a seguir.— Y-y que si algo no me gusta debo detener la actividad.
Cómo una pequeña recompensa es besado en la mejilla, Iguro suspiró con confianza.
—¿Qué palabra de seguridad quieres? Debe ser corta y facil de decir.— Pregunta con una sonrisa.
—N-No sé... El semáforo dijiste que estaba bien, ¿no?— Cuando Obanai termina de hablar es besado con dulzura por el más alto, Iguro sonríe en el beso.
—Muy bien, el semáforo es un buen comienzo.— Dice, mete un mechón de cabello detrás de la oreja de Iguro y se pierde un segundo por la belleza contraria.— Recuerda; Verde continuar. Amarillo un descanso, también para decir una recomendación. Rojo detener inmediatamente.— Obanai asiente, recordando de manera distorsionada las palabras dichas.— ¿Y los límites? ¿Qué hay de ellos?
—Podríamos probar y ver durante la marcha... ¿o se deben poner ahora?
—No, no, durante la marcha está bien.— En realidad, Giyū estaba bastante emocionado, quisiera dejar de hablar para meter su polla hasta la garganta del más joven.— Entonces, ¿todo bien? ¿tienes alguna duda?— Pregunta y Tomioka recibe una negación nerviosa.— Ahora guarda silencio, amor.— Ordena mientras se levanta del suelo, pero no quita su mano del cabello del menor.
Obanai lo único que hace es asentir afirmativamente. Después, la mano de Tomioka baja hasta su mejilla y con su pulgar acaricia el labio suavemente, queriendo sentir y aflojar la mandíbula tensa del menor, lo logra cuando Iguro separa sus labios y deja entrever su lengua rosada y los dientes inferiores, aprovecha para meter el dedo en el interior de la boca y con la mano libre va hasta su pantalón para sacar su miembro.
—Relájate.— Toma una pausa cuando suspira, la satisfacción de por fin poder sacar su erección de las apretadas ropas fue maravillosa.— Recuerda avisar cualquier molestia, ¿sí, mi amor?
Obanai solo se limita a asentir obediente mientras sus muñecas apretadas detrás de su espalda comenzaban a molestar, el cuero y metal no son materiales que le gustaba tener apretados contra él. De todas formas ignora eso y se preocupa por otra cosa más grande en este momento. Y vaya, qué grande.
Tomioka siempre había sido tan grande.
Y es ahí que puede preguntarse algo en lo más ondo de su cabeza.
Si tendrá la boca llena, ¿cómo usará las palabras de seguridad?
Aún con el miedo y la duda haciéndose más grande en su cabeza, Iguro no dice ni una palabra.
El mayor saca de su boca el dedo y vuelve la mano a su cabello, está vez junto con la otra. Aprieta y jala los mechones azabaches con violencia. Iguro sintió la comisura de sus ojos lagrimear y su voz sacó un quejido agudo por el ardor, pero no le dió tiempo de pensar cuando Giyū sin avisar empujó su pene contra sus labios, forzando la entrada y abriéndose paso en la cavidad bucal.
Iguro abrió como pudo su boca en afán de que Tomioka pudiera penetrar sus labios con más facilidad, intentando hacer a su lengua rozar contra el tamaño pero igualmente no tenía una idea clara de qué hacer.
No podía usar sus manos, hablar se le había negado, hacerlo a su propio ritmo no se le era permitido, lo que solo le queda es dejarse usar. Giyū era fuerte, no solo moviendo su cabeza como muñeco sino que, también sus caderas iban embistiendo a la par para llegar aún más lejos dentro de la garganta, Obanai dió sonidos ahogados y asfixiados para después dar el impulso de querer vomitar al sentir el glande llegar a su esófago. Era demasiado para Obanai, puesto que jamás había sido capaz por su propia cuenta meter el pene de su novio por completo. Está era la primera vez y la sentía ardiente, no en el buen sentido. En verdad le ardía.
La saliva de Obanai se intensificaba y resbalaba por su barbilla, las lágrimas rodaban por sus mejillas y el rostro se le colocaba de un fuerte color rojo, totalmente temeroso.
Abrió sus ojos con ardor cuando Giyū volvió a jalar dolorosamente su cabello, miró suplicante para que le diera un respiro, sus ojos lagrimearon por tener uno, sin embargo, Tomioka intensificó el agarre hundiéndose aún más en la garganta, llegando al fondo sintiendo los espasmos asfixiantes de Obanai resonando por toda la circunferencia.
Tomioka dejó un segundo su pene en el fondo, disfrutando de la entrada forzada y los intentos exagerados de Obanai por respirar. Escuchó sonidos ahogados, arcadas fuertes y los sollozos deliciosos de Iguro antes de finalmente permitirle dar un respiro. Sacó su pene de la boca ajena para degustarse de la vista.
Su polla estaba mojada, húmeda, llena de la saliva de Obanai mientras que este último comenzaba a toser en busca de aire.
Iguro estaba sudando, seguía brotando pequeñas lágrimas y su propia baba le llenaba la cara, se empezaba a sentir verdaderamente mareado.
—Oh, amor, ojalá pudieras verte.— Tomioka dió un suspiro para recuperar el aire, estaba sin palabras. Sintiéndose cada vez más satisfecho.— Te ves tan desagradable.—Confiesa Giyū con una sonrisa coqueta, pero Iguro reaccionó como pudo a las palabras, respirando con dificultades lo miró.— Parece que no tuviste ningún problema para tomarme, supongo que eres una puta.
Obanai no le contestó, él estaba mareado, pero aún así lo miró confundido, negando torpemente con la cabeza las palabras de Tomioka.
¿Enserio pensaba eso?
—¿Niegas que eres una puta desagradable?— Es tomado de las mejillas con fuerza, Obanai siente el aliento de Giyū tan cerca de su rostro que le da miedo no saber que hará.— Claro que lo eres, amor. En este momento te ves como una puta y estás actuando como una, me es difícil verte a los ojos ahora.
—Pe-Pero yo-.
Una bofetada sonó en la habitación.
Obanai está con los ojos abiertos, llenos de sorpresa miraron a un lado gracias al movimiento. Sentía cosquilleos en el area afectada.
¿Por qué le está pegando?
—Aparte de puta, ¿también serás desobediente? Creí haberte dicho que te callaras la boca.— Vuelve a sujetar el rostro ajeno, su pulgar acariciando, aunque Iguro es incapaz de darse cuenta, la mejilla golpeada.— Si sigues mostrandote de esa manera nadie te va a querer, Obanai... Ni siquiera yo.
Iguro abrió los labios, con mucho temor y una pesadez en su corazón provocada por las palabras. ¿Por qué dice esas cosas? ¿Ya no lo quiere más? Podría ser solo una pequeña perversión, como todo lo que están haciendo, ¿pero y si no lo es? Tal vez Giyū cambió su opinión sobre él al verlo en una situación denigrante.
Debe hacer algo. No quiere que Tomioka sienta asco por él.
—G-Giyū, yo-.
Otra bofetada, muchísimo más fuerte que la anterior, pero está vez en la mejilla contraria. Dura unos pocos segundos antes de recibir dos más, más suaves, pero igual era doloroso y humillante.
Haberle hecho la felación a su novio había sido doloroso y, podría sentirse algo humillante, de igual manera. Pero en el fondo se encontraba feliz de complacerlo, esperando alguna clase de palabra linda, una caricia o una sonrisa dulce que le indicará que está haciendo un buen trabajo. Obanai quería recibir algo tierno, pero no esto.
—¿Tengo que repetirlo? Cállate, Obanai.— Dice, volviendo a sostener del cabello a Obanai.— No quiero escucharte, lo único que necesito de tí ahora es tu boca. ¿Lo entiendes o eres tan estúpido que no puedes obedecer una orden?
Iguro tiembla sus labios, mira a Giyū con una expresión lastimera y después asiente, con su pecho presionado.
Giyū volvió a sonreír como antes, un poco malicioso, y prosiguió a jalarlo por el duro piso de la habitación, arrastrando su cuerpo hasta la pared más cercana. Iguro dió un grito ahogado cuando se vio con la necesidad de "caminar" con sus rodillas, casi perdiendo el equilibrio por la falta de brazos, miró con una pequeña desesperación a Giyū, casi se le salía de la boca un rojo, debía decir rojo. Pero eso se quedó simplemente en un mero deseo cuando su cuerpo fue arrojado contra la pared de la habitación, chocando su espalda contra la fría superficie mientras que Tomioka se acercaba para acorralarlo.
—Giyū, por-.
—Cállate.— Tomioka ordenó sin quitar la mano del cabello de Obanai, a este punto el menor no se sorprendería si terminaba perdiendo varias hebras azabache.
Iguro obedece, siente miedo, se muerde la lengua y mira a Tomioka, no sorprendiendose cuando le vuelve a poner su polla en la cara. Obanai comprendió que esto no terminaría hasta hacerlo acabar, seguramente en lo más profundo de su garganta o directamente en su lengua para que Iguro tomara todo y lo saboree.
—Chupalo.— La voz de Tomioka estremeció a Iguro, quien tuvo el pequeño "descaro" de vacilar un momento a la orden, alejándose un poco de la erección, mirando hacia arriba, queriendo que le dé un respiro. Eso molesto a Giyū.— ¿Por qué te daría un descanso? No eres capaz de seguir una orden y mucho menos de complacerme.— Vuelve jalar el cabello mientras Obanai da un pequeño brinco por susto.— Haz lo que te digo, zorra. No mereces nada más.
Iguro aguanta un sollozo, abre la boca y mete la punta, sus labios alrededor de toda la circunferencia mientras succionaba un poco, distinguiendo pequeños toques salados que se filtraban de la ranura. Sus mejillas se ahuecaron e intentó meter más al fondo, pasando su lengua por encima de una vena que pudo sentir. Los ojos desiguales viajaron un momento a los azules, sintiéndose avergonzado. Seguramente Tomioka de verdad sienta todas esas palabras que dice. Sobretodo al verlo como está ahora.
De rodillas, desnudo, esposado, con su cabeza entre las piernas de Tomioka mientras que su boca se abre grande para dejar entrar la polla de su novio. Su aspecto debe ser un asco, Tomioka tal vez después de hoy ya no quiera más nada con él. Está sucio. Iguro empieza a sentirse asqueroso.
Obanai dió un pequeño gemido ahogado cuando separó sus labios del miembro, volvió a mirar a Giyū con timidez, sacó su lengua y acercó la humedad a la cabeza, dando pequeños círculos en la punta. Saboreando cada pequeña gota de filtración que Tomioka tenga para darle y eso ocasionó que Giyū pudiera gemir bajo, cerrando los ojos y aumentando el sutil tono rosado que tenían sus mejillas.
Obanai regaló una pequeña lamida antes de intentar meter el pene a la boca nuevamente, chupando mientras intenta llegar al fondo por su propia cuenta, resultandole imposible por la falta de fuerza que ejercía, sin contar que su garganta ya estaba magullada por la situación anterior, era demasiado pedirse para si mismo.
Obanai cerró sus ojos, los cuales comenzaron a picar otra vez queriendo llorar, y se forzó asi mismo a llegar al fondo. Eso lo notó Giyū.
—¿Quieres sentir mi polla en tu garganta?— Las manos de Tomioka se afincan en su cabello, pegando la cabeza de Iguro fuertemente contra la pared, deteniendo su trabajo.— Puedo ayudarte con eso.
Iguro lo mira, casi le dice que no era necesario de no ser porque tiene la boca llena. Pero aún así, sus ojos son demasiados expresivos como para adivinar lo que piensa. O eso cree Obanai.
De todas formas Giyū no entiende, se prepara así mismo afincando sus dedos contra el cuero cabelludo y comienza a mover sus caderas con violencia, similar a hace un momento. El único esfuerzo que debía hacer Iguro, a parte de resistir y no vomitar, era intentar no marearse puesto que Tomioka pareciera olvidar que su novio era un ser humano.
No faltó mucho para que Obanai volviera a llorar, dando arcadas necesarias o intentos inútiles por alejarse antes de rendirse ante Tomioka. Podía sentir su garganta expandirse, estando casi seguro que podía verse como estaba llena a simple vista. Duró un rato más así, hasta que Tomioka lo dejó respirar, devolviéndole el aire a Iguro quien se limitó a respirar y llorar, está vez estando alerta ante alguna cachetada.
Con su cara sudada y sus labios llenos de espesura y baba, se atrevió a mirar a Tomioka con ojos cansados y cuerpo adolorido.
¿Y apenas estaban comenzando? Ni siquiera había sido tocado y ya sentía que el día de mañana sus huesos estarían molidos.
Igualmente, con o sin dolencias, Obanai es capaz de mostrar un rostro fastidiado al ver cómo Tomioka parecía impecable, un poco sudado pero aún tenía el aliento. Hablando de aliento, Obanai pensó que el suyo sería cortado otra vez cuando Giyū volvió a sujetarlo, pero simplemente fue obligado a mirar con más detenimiento hacia arriba.
—Abre la boca.— Pide y ante la situación Iguro lo hace, aflojando vagamente la mandíbula mientras usa la nueva apertura para respirar mejor.— Ahora saca la lengua.
Con obediencia cumple con las peticiones, regalandole a Tomioka una vista que lo deja encantado. Cabello suelto y húmedo del sudor, ojos cansados y dudosos, mejillas rojas, aún viendo las marcas de sus palmas casi tatuadas en rojizo en la suave piel, los labios hinchados, magullados y abiertos dejando ver a aquella pequeña lengua rosada sobresalir con inseguridad.
El mayor se muerde el labio y bajó la mano de su cabello hasta su boca, sintiendo con su dedo la textura húmeda de su músculo bucal, gustandole la forma en la que Iguro se estremeció.
—Necesito que seas un buen chico, te dare algo que te gustará, ¿Bien?— Obanai puede darse una idea de lo que es cuando las manos dejan su cuerpo y ve como Tomioka comienza a bombearse así mismo, acercando la punta a su cara.— Pero antes, necesito que me digas lo mucho que lo quieres.
—¿Eh...?— Susurra Obanai, mirando confundido a Tomioka por un segundo antes de entender lo que quiso decir.
Iguro respira ondo, no esperando que Tomioka sea tan pervertido como para quererlo escuchar pedir por eso, arrugó un segundo sus cejas dando una mala señal con sus labios abiertos, quienes tuvieron que cerrarse en negación.
—N-No... No quiero.— Iguro susurró pequeño e inaudible con su voz raspada, después bajó la mirada.
Si súplica, Tomioka le seguirá diciendo cosas feas, tal vez por eso lo esté pidiendo. Giyū enserio piensa que es una especie de ramera. La forma en la que se mostró tan emocionado, el tamaño de los juguetes que compró y la manera en la que pidió chuparle el pene a su novio, así se comportan las putas.
—¿Cómo que no quieres?— La mano de Tomioka se afinca en el cuero cabelludo, clavando sus uñas en el sitio, logrando hacer que Iguro solloce.— Obanai, obedece, ¿no quieres que te castigue o sí? ¿O esperas recibir más bofetadas? No sabía que te gustaran tanto...— De inmediato Iguro negó con la cabeza.— Entonces dilo, aprovecha, ahora sí tienes permitido hablar.
Obanai arruga los labios, llora unos momentos, pero Tomioka no parece reaccionar ante eso y era obvio, Iguro siempre llora en estas cosas. ¿Por qué le importaría que lo haga ahora?
—Y-Yo... Yo quiero eso.— Obanai dice, con mucha vergüenza, se muerde el labio y después observa por un segundo a Tomioka, quien parecía querer más, esperando que tal vez sea más amable o tal vez más explícito. Obanai sólo podía sentirse quemar por dentro.— Q-Quisiera que me des tu... semen...— Cerró los ojos y volvió a como estaba antes, boca abierta y su lengua afuera, armandose de valor para poder abrir un poco sus fanales mirando desde abajo a Giyū, con sus ojos llorosos y expresión sonrojada.— Por favor, por fa-favor.
Obanai quería irse, que lo tragase la tierra y jamás nunca volver. ¿Cómo pudo decir eso? ¡De veras era una puta! Una puta desagradable que nadie va a querer.
—Por Dios...— Susurró Tomioka mirando a Obanai con un rostro impoluto, sonriendo mientras disfrutaba de la mirada ajena.
Iguro abre la boca y saca su lengua, esperando pacientemente la descarga de Giyū, estando un poco aliviado que no se le haya ocurrido correrse en su garganta. Mira ansioso a Tomioka, sintiendo como el mayor acerca su pene hasta la lengua, rozando la punta cada vez más húmeda.
No tuvo que esperarse demasiado cuando, con unos pequeños gemidos, Tomioka por fin termina, disparando su propio líquido encima de Obanai quien siente gotas en su lengua. Su rostro fue llenado también, uno de los hilos blancos cayó casi sobre su ojo, obligándolo a cerrar el izquierdo y después más hilos mancharon sus mejillas.
Obanai no cambió de posición, solo se quedó allí, mostrándose de una manera tan vergonzosa ante Tomioka.
Tomioka rió un poco, algo nervioso.
—Qué asqueroso eres...— Dice Giyū sonriendo al menor.— Te encanta chupar pollas, ¿no?— El corazón de Obanai se encogió por eso, sus hombros temblando por su respiración entrecortada.— De seguro quisieras poder saborear mi semen, ¿quieres que te dé la orden, puta?— La mano de Tomioka va al rostro de Obanai, limpiando con sus dedos su propios líquidos, recogiendo vagamente el rastro del rostro ajeno. Iguro tiembla arrodillado, su corazón agrietandose.— Vamos, toma.— Los dedos de Tomioka ingresan violentamente a la boca de Iguro, haciendo que su lengua limpie el rastro de semen de ellos, ahogandolo en el proceso. Bajo sus manos siente el cuerpo de Obanai temblar y sollozar.— Maldita sea, nadie querría a una zorra tan sucia y estúpida como tú. Me causas a-.
Tomioka es detenido cuando Obanai mueve la cabeza, de un lado a otro, sacando sus dedos de la boca y comienza a llorar fuertemente, derrumbándose mientras parece que quiere alejarse de él.
—¡N-no digas eso!— La voz de Obanai es demasiado seca, raspada y con una ligera aspereza.— ¿De veras me veo desagradable? ¿no te gustó? Oh, Dios, lo siento tanto...— El llanto de Obanai es fuerte, muy diferente a como se supone que debía ser. Tomioka quería hacerlo llorar, sí, pero no así. No de esa manera.— Perdón, no quería que si-sintieras asco, quería que me quisieras más, por favor, Gi-.— Se ahoga, su lengua se enreda.— Por favor, yo pe-pensé que te gustaría, que me gustaría pero no... tengo mucho miedo.
Obanai llora, incapaz de mirar a su novio a los ojos, ¿cómo podría? ¡Él dijo que se le dificultaba! Da asco, su rostro está pegajoso, lleno de fluidos desagradables, sus ojos rojizos e hinchados de tanto llorar, su piel roja, pero no por un lindo sonrojo, sino por golpes, las bofetadas hincharon su piel y podía verse las marcas de manos sobre él. Sin hablar de lo patético que se ve con el cabello hecho un nido de pájaros y la manera tan desesperada en la que llora sin consolación.
Y es que, ¿merece consolación? No, no después de ser desagradable para Giyū, no podía actuar de esa manera tan sucia y esperar palabras suaves. Obanai había investigado muy bien y, como se comportó Giyū, era suficiente para saber que sí era cierto. Era una puta, lo desobedeció un par de veces, se quejó, y ahora llora deteniendo las acciones. Lo van a castigar y lo seguirán humillando.
—Pe-perdón, Gi-Giyū, yo-.
No sentir el suelo debajo de él lo detuvo, de un momento a otro fue cargado por Tomioka, sintiendo los brazos del mayor presionar suavemente sobre su cuerpo, dando caricias a la espalda hasta llegar al colchón, dónde no lo tiró a la cama como Iguro pensaría, Tomioka se mantuvo en silencio, coloco a Obanai sentado de espaldas y en pocos segundos las muñecas del más bajito habían sido liberadas. Tomioka le quitó las esposas y después se sentó a su lado.
Obanai se movió, mirando con llanto a Tomioka mientras sobaba sus muñecas, las cuales tenían marcas rojas alrededor, por todos los intentos del hombre para liberarse.
Obanai suelta un último suspiro tembloroso antes de ser sometido a los brazos de Tomioka, siendo jalado hacia el mayor para ser abrazado, la cabeza colocada sobre el pecho ajeno para dar una ligera sensación de protección. Las manos tomando con ligereza el cuerpo de Obanai, otra vez, con aquella suavidad que evidencia el temor a romperlo.
—Perdón, Obanai, perdóname.— Dijo Tomioka hundido en el cabello de Iguro, respirando con un poco de dificultad, ¿Giyū estaba por llorar? Se preguntó Obanai con confusión, demasiado extrañado por el cambio de actitud.— No quise asustarte, lo siento mucho.— Las manos de Giyū acarician su cuerpo desnudo, después aleja un poco el cuerpo de Obanai para mirarlo, ve aquellos ojos tan hermosos mirándolo con... temor y tristeza. No. No quiere eso.— Obanai, no fue mi intención, me emocioné, lo siento por no preguntar ni una vez.— Sus manos toman el rostro de Obanai, arrugando sus labios por el daño hecho.— Mi amor...— Retiene un sollozo, su nariz se enrojece y luego se hunde en el cuello de su novio, aspirando el olor y mojando con una pequeña lágrima la piel húmeda.
Iguro aguanta un segundo la respiración, temeroso a que Tomioka haga alguna cosa de imprevisto, pero su cerebro es incapaz de procesar la información correctamente al sentir a Giyū sollozando, tal vez no de la misma manera que él, pero lo hace. Está llorando.
—Gi-Giyū...— Susurra confundido, sus manos yendo de manera dudosa el cuerpo del mayor para envolverlo, abrazando con cariño.
—Era mentira, no pienso esas cosas que dije, Obanai, solo... Solo era una charla sucia, lo siento por no asegurarme de tu seguridad.— Se disculpa y sigue escondido allí, dudando y temeroso de ver a Obanai. Después de como lo trató, Iguro siendo ignorante de la razón durante todo el tiempo, sabe que no estuvo bien. Se equivocó.— Ya no llores, n-no quiero que llores más, por favor, por favor, perdóname. No volveré a bofetearte así tampoco, lo prometo.
—¿Charla... sucia?— Susurra Iguro, parpadeando, sintiéndose como un estúpido. Tomioka había comentado algo sobre eso, que todo era falso, como un pequeño juego entre las parejas. Pero la cabeza de Obanai estaba tan temerosa y nerviosa que no pudo hacer funcionar a su cerebro, tomando todas las palabras a pecho.— Oh, pe-pensé que era cierto, que sí pensabas eso de mí y-y que no me-.— Un sollozo lo hizo callarse, mordiendo su labio y pensando que fue suficiente de sus explicaciones. No iban a ningún lado.
—No, nunca. Jamás pensaré eso de tí.— Se aleja del cuello, toma el rostro de Obanai y lo besa en la mejilla, con mucha dulzura.— ¿Por qué pensaría eso cuando eres una persona tan hermosa? Te amo Oba, lo sabes muy bien, ¿no? Lamento hacerte dudar, no volveré a decir algo similar. Lo prometo, por favor, lo siento.— Los labios de Tomioka pasan de las mejillas de Iguro hasta la frente, para después bajar por la nariz. Todos besos como mariposa, queriendo hacer sentir al menor querido.— ¿Te duele algo? ¿quieres vestirte?
Obanai sentía la cabeza caliente, las palabras de Tomioka era todo lo que necesitaba para sentirse bien. El miedo ya pasó, al igual que la sensación tan desagradable que le partía el corazón. Ahora estaba bien, tembló vergonzosamente en los brazos de Tomioka y se aferró al mayor, dejando que los labios ajenos sigan mimandolo con tan ternura.
Es como si Tomioka fuera dos personas en una, ¿cómo alguien que lo trató tan mal puede besarle el alma y hablarle a su corazón? Era tan... Aterrador, como intrigante. Que quien tenga la fuerza y el valor de abofetearlo también tenga el corazón y dulzura para acariciarlo.
—G-Giyū, y-yo... lo siento.— Susurra, ignorando las preguntas anteriores. Se separa un poco y ve a Tomioka a los ojos, deteniendo suavemente las lágrimas.— De-debí avisarte, prometí que lo haría, lamento no hacerlo, pe-pero...
—Eso no importa, era mi deber preguntar antes y durante de todo, es mi culpa, ¿bien?— Obanai asiente, con sus labios haciendo un ligero puchero mientras intenta respirar correctamente.— Vamos a bañarte, estás to-.
—¿No haremos nada más?— Interrumpe el menor, atento e interesado.
Obanai no quería detenerlo, él lo único que requería eran unos besos y unas palabras bonitas para sentirse mejor, recordar que el hombre con el que se está entregando es su amado novio; Giyū Tomioka. Podía hacer más cosas, podía aguantar un poquito más, está vez correctamente. No quiere que Tomioka se sienta cohibido o muy culpable, fue un error, Iguro entiende, siempre lo entiende y está muy feliz de poder compartir estos secretos con él.
—¿Se-seguir?— Tomioka tartamudea, mira preocupado a su Obanai e intenta negar con alguna excusa.— Mi amor, no, no quiero que te sientas presionado por mí. Mejor vamos a parar hoy para pensar, ¿bien?— Aunque en un principio pensó que eso ayudaría a posponerlo, la mirada de Iguro le aviso que no, que enserio, su novio estaba dispuesto. Pero no entendía, Obanai tenía miedo hace un segundo. No quiere asustarlo.— Tesoro, no seas terco, estoy bien, dejemos esto para otro día.
—Giyū, no, y-yo... Yo sé que estaré bien, lo prometo. Está vez no voy a llorar. No tendré miedo.— Dice intentando mirar a los ojos de Tomioka, quería demostrarle muchas cosas a su novio. Aún sigue pensando que es un estúpido por llorar por un simple juego y, el valor fue restaurado por los besos y palabras.— Quiero, no es justos esperar más.
—Mi Obanai.— Llama en un susurro Tomioka, visualizando y esperando encontrar algún pequeño rastro de miedo que, obviamente, consigue sin mucha dificultad, pero aún así su novio seguía tan insistente.— ¿No te voy a convencer, verdad?— Su pregunta tiene una especie de rendición al final, la sonrisa de Iguro aparece en sus hermosos labios y Giyū considera que, tal vez, podrían seguir. Pero muchísimo más suave.— Está bien, pero estableceremos límites, ¿de acuerdo? También dime qué te gusta, amor.
Obanai asiente, juega con la camisa del mayor mientras intenta pensar mejor. No quiere prohibirle muchas cosas a Giyū, pero si quiere cooperar de manera correcta debe decir sus quejas, Tomioka no se va a molestar por eso, después de todo, lo está pidiendo.
—No qu-quiero que me hables así nunca más.— Dice mirando a un costado, por fin se separó un segundo de Tomioka para volver a sobar sus muñecas.— Tampoco quierobofetadas.— Susurra, aún con la cara ardiente.
—Muy bien, pero ¿solo bofetadas? ¿O los azotes y nalgadas también están prohibidos?—Pregunta atento, viendo las muñecas de Obanai y dándose cuenta de su estado, es debido a eso que tuvo una pequeña idea para seguir con la intimidad, siempre y cuando Iguro se vea cómodo.
—No sé, podemos probar... P-pero no muy fuerte.— Advierte y se siente cómodo al ver a Tomioka tan atento, mirándolo con aquellos ojos azules que parecen observarlo con tanto aprecio.— Y-Y también...
—¿También qué? — Tomioka se acerca y toca la mejilla de Obanai, capturando los fanales bicolores del menor para si mismo.— ¿Hay alguna otra cosa que no quieras?— Pregunta e Iguro niega, muerde su labio y baja los ojos antes de ganarse un beso en la frente.— Entonces, ¿hay algo que quieras? Puedes decirme, con gusto lo haré.— Giyū lo observa, reconoce el sonrojo en el rostro contrario y se acerca a besarlo.
—Si gustas hablar podrías decirme cosas...— Dice Obanai, Tomioka ladea la cabeza.— Palabras bonitas y-y besos. Quiero elogios.— Admite abrazándolo otra vez, con mucha vergüenza.
—Oh, corazón, por supuesto.—Tomioka asiente, agranda su sonrisa y comienza a decirle afirmaciones, le besa la mejilla con mucho amor y piensa como puede proceder, también se ríe, dándose cuenta en segundos de una cosita de su novio.
A Obanai le excitaban los halagos.
•~•
No ver nada era aterrador.
Sus otros sentidos se estaban agudizando mucho, sobretodo el oído, que empezaba a ser capaz de escuchar cosas que ni siquiera sabía qué estaban allí o que podría oír. Entre ellas, estaba la respiración de Tomioka, cuando se acercaba y le besaba en la mejilla. Los sonidos de las manos de Giyū al sobarse entre ellas al, seguramente, ver a Iguro a su Merced. También los pasos, contundentes pero suaves pasos, caminando al rededor de la cama mientras acecha a Obanai como un depredador.
Iguro se moría en su interior, quemando su vientre por la incertidumbre de no saber que podría pasar, pero completamente entusiasmado de poder aventurarse de la mano de su Giyū.
Oh, bueno...
En este momento era el Señor Tomioka.
—¡A-ay...!— Obanai jadea, abre la boca y comienza a respirar fuerte, aprieta sus labios y vuelve aflojarlos. Intenta mover sus manos pero no podía, estaban atadas a la cabecera de la cama.— Gi-Giyū... ¡Oh, Dios!— Una equivocación, una hecha a consciencia para probar a Tomioka y, en efecto, se está tomando esto enserio.— ¡Lo siento, lo siento!
Lo estaban azotando con la fusta que Obanai había comprado con anterioridad, todo en una pequeña actividad donde Obanai cedía completamente el dominio a Giyū, confiando en él, está vez muchísimo más seguro de como lo estaban haciendo antes pues, Tomioka se encargó de dejárselo claro.
—Amor.— Llama Tomioka e Iguro jadea apretando las suaves cuerdas que lo sostienen a la cama, sorpresivamente, para el menor era muchísimo más excitante de lo que llegó a pensar al principio. Su piel estaba ansiosa por ser tocada y la fusta lo golpeaba con la fuerza justa para hacerlo sentir una emoción intensa. Y ahora, Giyū pasa la punta del objeto por sobre su espalda, delineando la curvatura hasta llegar al trasero.— Me es difícil creer que de verdad te arrepientes.— Murmura con aquella voz que, cielos, Obanai jamás pensó que Giyū pudiera tener. Lo dominaba por completo, desde las entrañas.
Es como si Tomioka en lugar de avisarle que, probablemente sera castigado, estuviese reclamando cada centímetro de piel de su cuerpo. Iguro se sentía completamente entregado a su novio.
—P-pero y-yo de verdad lo siento, ¡en se-...! ¡Ahh!— Tomioka lo interrumpe con otro azote, dejando a Obanai con la respiración descontrolada y las lágrimas rodando, empapando la venda que cubre sus ojos.
—¿Sientes qué?— Pregunta, y Obanai siente como un costado de la cama se hunde, dejando en evidencia que Tomioka se había sentado para acercarse. Ahora no lo toca con la fusta, usa sus manos, su propia piel y Obanai reacciona erizandose.— Dime, ¿qué es lo que hiciste mal?
Obanai es atento, el aliento de Giyū está cerca de su cara y él resiste la necesidad de girarse y besarlo. Suelta un jadeo y lo que hace es bajar la cabeza en arrepentimiento.
—N-No lo he respetado como se debe.— Susurra, pensando en que eso fue suficiente, pero claro que no. Obanai no había entendido nada.— ¡U-Uh!— No fue con la fusta, fue con su mano, Tomioka había usado su mano para golpearle el culo y eso se sintió mucho mejor que el cuero.
—Sigues sin respetarme, Obanai.— Dice Giyū, amasando el glúteo con su mano, ve las marcas rojizas en la piel de Iguro que, con los segundos, se van desvaneciendo.— Te lo acabo de decir, ¿cómo debes llamarme?
—S-Señor... Señor Tomioka.— Contesta rápidamente, jadeando por la manera en la que es tocado. Es suave. Lo está acariciando con ternura.
Tomioka observa el gusto de Obanai por su toque suave, la pequeña sonrisa y gestos enamorados que da por la manera en la que era tratado. Sonríe con malicia para despues quitar la mano y separarse. Teniendo un pequeño plan en la mente.
—Entonces, si sabes cómo debes llamarme, ¿por qué no lo haces?
—Perdóneme, Señor, de verdad lo siento.— Dice rápidamente, deseando quitarse las vendas de sus ojos pero era imposible.
—No puedo perdonarte sin consecuencias.— Contesta y camina por la habitación, vuelve a tomar la fusta en la mano y piensa, mientras se deslumbra con el temblor y cuerpo de Iguro.— Debes entender tu posición. Un pequeño castigo para que veas la gravedad de tus actos, ¿te parece bien?
—Sí, Se-Señor... lo m-merezco.— Admite Obanai, mordiendo su labio, bastante nervioso de lo que está por llegar y las cosas que salen de su boca.
Aunque sabe que no es muy vergonzoso, le recuerda un poco a como era su relación al principio, cuando comenzó a trabajar con él, siempre tratandolo de usted, y no fue hasta hace poco que pudo sentir la suficiente confianza de llamarlo por su nombre, aún cuando llevan meses de novios.
Lo que lo pone nervioso y le avergüenza es mostrarse de tal manera para el mayor, estando en cuatro aún desnudo, sus manos en la cabecera atadas y sus ojos vendados, incapaz de ver la expresión de Tomioka. ¿Y si piensa que se ve mal?
—Amor, ¿te parecen bien 10 azotes?— Pregunta, aunque no lo hace esperando una respuesta por parte de Iguro, pues inmediatamente continúa.— Contarás cada golpe y pedirás perdón.— Tomioka se acerca otra vez, con la punta de los dedos dibujando su espalda, subiendo hasta llegar a su hombro, dónde apretó. Después se acerca y besa la mejilla de Iguro.—Si fallas tendré que comenzar de nuevo, pero si lo haces bien, te mimare durante el proceso y después, ¿entiendes?— Pregunta con emoción e Iguro asiente, no contesta, demasiado ido por los cariños en su espalda. Tomioka chasquea la lengua en desaprobación y se aleja, dando otra nalgada con sus manos.— No me respondiste, de nuevo. ¿Entiendes?
—¡Sí, Señor Tomioka!— Está vez contesta con bastante fuerza, apenado de la manera en la que gritó y por eso bajo la cabeza, viéndose aún más sumiso ante la situación.— Pe-perdón, Señor...
—Buen trabajo, eres un buen chico.— Contesta Giyū, sabiendo que eso necesita Iguro para relajarse, un pequeño halago.
Tomioka con la fusta en la mano observa a dónde golpeara y piensa la fuerza que debe usar, si bien dijo fuerte, no sabe qué tanto debería. Lo que menos quiere es excederse, es por eso que después de un pequeño suspiro, Tomioka toca un glúteo de Obanai con la punta de la fusta, lo acaricia de arriba a abajo, mueve su brazo y golpea duramente contra la piel.
El golpe resonó en la habitación, al igual que el grito que Obanai sacó desde lo más ondo de su garganta, junto a los sollozos.
—U-Uno... Perdón, Señor Tomioka.— Dice susurrado, respirando agitado. Intenta calmar sus lágrimas, no quiere confundir a Tomioka y que piense que ya se arrepiente cuando no es así. Era doloroso, pero soportable, incluso un poco emocionante. Hasta podría llegar a decirse que su polla se está endureciendo, pero no puede pensar en eso por el siguiente azote.— ¡Oh, Dios!... Dos, dos... Señor... Perdón.— Dice con dificultad, pero sabe que lo hace bien cuando Giyū le acaricia las áreas afectadas.
—Muy bien, mi amor, sigue así.— Alienta, jugando un poco sucio cuando baja su mano y la mete entre las piernas de Obanai, tocando su miembro erecto entre sus dedos, llevando el pulgar al glande para presionar. Obanai se contiene.— Lo haces muy bien, corazón.— Repite.
Tomioka sonríe, deja la fusta de lado y prefiere azotar con sus propias manos, deseando sentir lo ardiente de su piel chocar contra el culo de Obanai. Quiere jugar un poco sucio, es entonces que también aprovecha para aumentar la dificultad. Mientras sigue masturbando lentamente a Iguro, su mano choca y completa el siguiente golpe.
— ¡Ahh..! Gi-digo, Señor...— Obanai se corrige de inmediato, gimiendo en voz baja mientras la mano de Giyū hace milagros.— Tr-Tres, mmgh... Perdón, Señor To-Tomioka.— El mayor lo observa, levanta una ceja por el casi error que comete Iguro, pero decide fingir demencia y actuar como si no lo escuchó.— Ugh, mmffhg.— Se controla, mordiendo sus labios y tensando su cuerpo, queriendo por todos los medios posibles no sacar gemidos potentes.
Era vergonzoso.
Se supone que esto es un castigo.
Tomioka sigue masturbando, pero más rápido, siente su mano resbalosa por el líquido que sale de la cabeza en un aviso de que, posiblemente, podría acercarse el orgasmo de su Obanai muy pronto. Para retrasarlo lo máximo que puede, Giyū se detiene y se aleja, viendo su mano brillosa por el presemen.
Sin miramientos lame sus dedos, degusta el sabor de Iguro y después se concentra en el castigo otra vez. Vuelve a tomar la fusta y sin avisar, da dos azotes rápidos en la misma nalga, dejando una pequeña marca en "X" sobre piel, el color rojo tan intenso da aviso a que se le quedará por horas.
—¡Cu-Cuatro, cinco!— Exclama Obanai llorando, finalmente rompiendo en llanto mientras respira con mucha más dificultad. Sus hombros subiendo y bajando. Cierra los ojos fuertemente y su cuerpo busca caerse cansado pero no lo permite.— P-perdóneme, Señor, perdón... A-ay, diablos...— Susurra lo último, con la cabeza palpitando por el dolor.
Tomioka observa la reacción de Iguro y decide dejar la fusta a un lado, otra vez. Se sienta junto a Obanai y le da mimos en el cabello.
—Ey.— Dice Giyū, llamando a Iguro y se gana su atención, un poco cansado, pero lo hace. Obanai voltea a su dirección y por un momento considera quitarle las vendas.— ¿Cual es tu color, amor?— Tomioka sigue a su lado, llevando los mechones desordenados de Obanai lejos de su rostro, despejando su cara para que llore más cómodo.
—A-amarillo...— Susurra y Obanai respira, intenta controlarse y después de unos momentos lo hace.— No... No seguidos en el mismo lugar, por favor.
—Claro, perdón. ¿Algo más? ¿la fuerza está bien?— Pregunta Giyū, acercando y besando el costado del rostro.
—Sí, está bi-bien...— Una pequeña sonrisa se dibuja en el rostro del menor, ríe un poco y sus mejillas rosas se intensifican en rojo.— M-Me estoy excitando por los azotes... Sigue así.— Confiesa, agradeciendo no estar viendo la cara de Tomioka en este momento.
¿Cómo lo estará viendo?
¿Qué estará pensando?
Obanai ni siquiera sabe qué pensar del él, jamás se esperó que, de verdad, fuera una persona masoquista.
Pero bueno, las vueltas que da la vida.
Escucha el sobresaltó de Tomioka y se rie con más fuerza, queriendo rebajar el ambiente.
—Verde, ahora estoy en verde, ¿segui-.? ¡Mmm...!
Justo antes de terminar es besado con mucha intensidad. Los labios de Tomioka atacando los suyos y succionando su sabor como si su vida dependiera de ello. Obanai puede corresponder como puede, atontado por sus emociones pero en el fondo feliz por estás, queriendo sentir muchísimo más de Tomioka. Su piel pedía a gritos ser tocada de arriba a abajo por, su ahora, Señor.
Sin embargo, no podía ponerse en ese plan ahora, ¡lo estaba haciendo muy bien! Giyū se lo estaba diciendo entre el beso, casi olvidando que estaba en una posición muy incómoda para ser besado, pues su cuello comenzaba a doler, pero no importa. Tomioka está haciendo lo que prometió, hablándole y besando con tanto deseo y amor que era imposible quejarse de algo. Iguro cerró los ojos con fuerza, dejando que la lengua de Giyū entrara en su boca con toda la autoridad que pueda irradiar, permitiendo que Tomioka haga lo que quiera con él.
Obanai gimió cuando las manos de Giyū se fueron a las suyas, acariciando y yendo a las muñecas, deshaciendo poco a poco el nudo de Iguro.
—Ugfh, Se-Señor, ¿q-qué hace?— Pregunta Obanai, sus muñecas siendo desatadas y luego su cuerpo arrojado por completo en la cama, con Tomioka encima de él.— ¿El castigo ya no...? Ay, Dios...— Obanai se interrumpe con un jadeo y un gemido. Las manos de Giyū volvieron a su entrepierna, masturbando y tocándolo de la manera que a Iguro tanto le gusta.
—Ese castigo queda cancelado.— Dice, demasiado ido y emocionado, queriendo romper por completo a Iguro.— No puedo pretender castigarte cuando lo disfrutas.— Ve como el cuerpo de Obanai suda bajo de él, cada músculo se estremece y su miembro sigue manchando de líquido transparente su mano, haciendo todo muchísimo más resbaloso con sonidos húmedos.— ¿No ves? Estás chorreando, Obanai.
—Mmgh, ah... L-Lo siento, Señor.— Obanai se muerde el labio, sintiendo como su vientre sigue quemando su interior. El calor va viajando hasta la punta de su polla y lo hace estremecer, expectante y emocionado de llegar a su orgasmo. Era muy obvio que está por desmoronarse.— Ohh, Se-Señor, creo que vo-voy a-.
—No.— Interrumpe Tomioka, alejándose del cuerpo de Iguro, apartando sus manos y alejándose completamente, otra vez.— Tengo un castigo mucho mejor para tí.— Confiesa.
Obanai jadea, lucha contra sus propias ganas de tocarse, solo necesita un poquito para por fin liberarse, y la manera en la que Giyū se fue, el menor siendo incapaz de poder ver a dónde, lo deja con un par de dudas de como será su castigo. ¿Será la incapacidad de poder llegar a su propio éxtasis? Ya había hecho esto dos veces en la última hora, masturbarlo, hacerlo sentir que está a punto de ver estrellas y corazones en el techo para finalmente caer en una enorme decepción, el pequeño dolor de su pene deseaba su liberación.
Solloza una última vez, con su labio inferior temblando. Su pecho sube y baja, sus dedos tiemblan y sus manos se mueven para darse asi mismo una pequeña ayuda, aún cuando su cerebro era consiente que no debería hacerlo. Si Tomioka no lo hizo y le comenta sobre un próximo castigo, debe ser por algo, ¿no es así? Cómo sea, tampoco es capaz de pensar correctamente cuando sus dedos acarician la punta de su polla y lo hace gemir, Obanai tiembla y se estremece, sin saber, (o tal vez sí), que Giyū lo observa con mucho desapruebo.
Y como era de esperarse, Tomioka hace un recordatorio de su presencia con la fusta, azotando el muslo de Obanai con fuerza y sacándole un grito.
—Mi amor, ¿te dí permiso de tocarte?— Pregunta Giyū, mirando el temblor en Iguro, observando su cuerpo y el dulce contraste que hay entre lo pálido de su piel y lo rojizo que le dejen los azotes. Sus glúteos también están así, rojizos y con leves hinchazones. De alguna manera, Tomioka estaba muchísimo más satisfecho de lo que llegó a pensar, y sorprendentemente orgulloso de su novio.— Sabes que no puedes hacer lo que te da la gana.— Comenta y sonríe, divertido, pues ve como las manos del joven suben hasta su pecho y juegan entre ellas, mientras la cabeza de Iguro se mueve de un lado al otro, buscando a Tomioka inútilmente, pues tiene las vendas en los ojos.— Pero está bien, sabes que soy muy generoso contigo, ¿verdad?
Sin perder el tiempo, Obanai asiente repetitivamente.
—Sí, sí, Señor.— Se adelanta y hace movimientos con sus dedos.— Y-Y se lo agradezco mu-mucho.— Finaliza con un pequeño temblor cuando la gran mano de Tomioka se posa en su muslo, acariciando. El calor de su vientre vuelve a asomarse en su polla.— Pe-pero ¿qué ha-hace?— Pregunta cuando siente algo frío alrededor de su miembro. El cuerpo de Obanai se levanta y sus manos suben para quitarse las vendas de los ojos, pero fue detenido.— ¿Se-Señor...?
—Shh, shhh, ya. Tranquilo.— Dice Giyū, sosteniendo las manos del más bajito, apretando y colmando de afecto.— Todo está bien, lo prometo. Confías en mí, ¿verdad?
Obanai respira, su rostro quema y después hace una pequeña mueca arrugada, confundido y miedoso de lo que Giyū podría querer.
—¿Qué es eso?— Pregunta, ignorando a Tomioka con su interrogante. Sus manos quieren ir a dónde está el objeto extraño, apretando la base de su pene, pero otra vez Tomioka lo detiene al negarse a soltar sus manos. Obanai siente la ligera presión alrededor de su polla, como si cortará un poco la circulación y le generara un ligero dolor.— A-Amarillo, Giyū.
Tomioka respira, pero se niega a soltar las manos de Obanai, aún así su faceta se relaja un poco.
—No tengas miedo, Obanai, no es nada malo.— Dice Giyū con suavidad, viendo el pequeño anillo apretando el miembro de su novio.— Es uno de los juguetitos que compraste, se me hizo buena idea probarlo. ¿No te gusta?— Pregunta y ve como Iguro parece pensar en qué cosa es, casi como si estuviera moviendo sus engranajes.— Es un anillo de pene, amor.
Obanai quiere mirar a Tomioka, ver qué rostro tiene al contestar sus preguntas pues siente una pequeña inseguridad. Quiere estar seguro de lo que está a punto de hacer, pero Tomioka es renuente, evita que Obanai se quite las vendas de los ojos.
—¿Q-qué hace eso? ¿para qué es?— Ignorante pregunta, mordiéndose la mejilla interna y tragando suavemente, sintiendo el pequeño ardor y sensación adormilada de su garganta. Claro, casi se le olvidaba que Tomioka le había follado brutalmente la cara hace apenas un momento.— Gi-Giyū, no quiero que vuelvas a emocionarte y-.
—No.— Contesta rápido Giyū, con bastante seguridad.— No voy a exagerar, lo prometo. Es solo una pequeña actividad que nos gustará a ambos, por favor, Obanai, confía en mí.— Pide y se acerca al rostro de Iguro, tomando con sorpresa al menor por la manera en la que dió un respingo al recibir un beso en los labios.— Eso lo único que hará es evitar que te corras pronto, pero cuando lo hagas será muy placentero, lo prometo.
—... Du-Duele.— Murmura Iguro, con sus mejillas inflamadas.
No es como si fuera insoportable, es molesto y está seguro que cualquier movimiento o caricia que reciba su polla hará que le duela aún más. No es que no confíe en Tomioka, por supuesto que lo hace, sin embargo, no se siente tan seguro respecto a su propia capacidad de soportar dolor en una zona tan sensible.
—Lo sé, ¿no quieres?— Pregunta el mayor, esperando y analizando los gestos de Obanai.
—Uh... N-No es que no quiera, pero... pero es un poco molesto.— Confiesa, llevando su mano para rascar su cuello con algo de nerviosismo.
—Oh, corazón, por supuesto que será algo molesto. Es un castigo, ¿qué esperabas?— Dice Tomioka riéndose, mirando con cariño al azabache al frente de él.— Pero será rápido, lo prometo. Después podemos hacerlo como tú quieras.
—¿Cómo y-yo quiera? ¿Seguro?— Con interrogación y sospecha pregunta, ladeando la cabeza y arrugando las cejas y labios. Si no tuviera los ojos vendados, seguramente sus ojos también brillarían en recelo.
—Por supuesto, amor.— Toma las mejillas de Obanai y comienza a besarle los labios, mordiendo y lamiendo con mucho cariño antes de alejarse.— Incluso te trataré como te gusta, ¿eh? ¿Qué te parece?— Sus ojos azules miran con amor, esperando una señal de aprobación por parte de Obanai, y como era de esperarse, la consigue con lentitud, con un pequeño sentimiento de cabeza y un murmullo.— Ahora, ¿verde?— Pregunta, alza una ceja y se muerde los labios.
Obanai suelta un suspiro tembloroso, siente su garganta vacilar pero tiene una pequeña emoción. Será recompensando con hacerlo tal y como le gusta, ¡con mayor razón cumplirá el castigo!
—Verde, Señor Tomioka.— Contesta con seguridad, aún con las ganas de poder ver el rostro de su novio, pero no puede. Tiene que ser bueno, y así, cuando cumpla con el castigo, podrá ser libre de besar y ser mimado por Giyū.— ¿Cómo es el castigo?— Pregunta.
Tomioka se ríe, y Obanai se mueve en antelación cuando cuando el cuerpo ajeno se sube sobre él.
•~•
Obanai tiene la boca apretada en una linea, su rostro mojandose en lágrimas y sus manos acariciándose a la vista de Tomioka.
En este momento desea tener las vendas en sus ojos, ya no quiere estar sintiendo la vista de Giyū sobre él y, sobretodo, le avergüenza estar haciendo contacto visual con Tomioka en este momento. Es por accidente, Giyū le habla a Obanai y el nombrado por inercia lo observa, ve aquellos ojos azules mirándolo de una manera tan aterradora como cariñosa.
Tomioka está siendo demandante y Obanai se había propuesto a hacerlo feliz, todo sea por la recompensa. Sin embargo, ¿cómo podría hacer lo que le pide?
Vamos, apenas y está cumpliendo con una pequeña parte del castigo.
—Obanai, mi amor.— Llama Giyū, mirando exactamente en el lugar donde su novio tenía las manos. Mordiéndose el labio y sonrojando su rostro ante la vista del delgado dedo hundiéndose en la entrada de Iguro con suavidad, haciendo un pequeño vaiven.— No entiendo, hace un momento querías tocarte, ¿por qué ya no?— Con diversión ladea la cabeza, sube los ojos al rostro de Iguro y su sonrisa se hace aún más grande cuando ve como el menor arruga los labios, mira a un costado con pequeñas lágrimas y un sonrojo carmesí se extiende hasta su cuello.— No lo estás haciendo como te gusta.
—... A-así me gusta...— Susurra Obanai, en una especie de reto, pero era más por no saber qué diablos hacer con la tensión recargando los huesos. Una cosa era una pequeñez para liberarse, tocar su polla al pensar que Tomioka está entretenido en otra cosa, pero otra, ¡muy diferente!, es jugar con su agujero bajo la mirada intensa de Giyū.— Mmh...— Suelta un pequeño quejido, similar a un gemido pero sin tantas ganas.
—Corazón, ¿enserio te gusta así?— El mayor alza la ceja y mira con mucha incredulidad, sintiendo como su mano tiembla con intenciones de querer demostrarle a su novio como complacerse, pero no cede.— No te creo. Cuando yo lo hago, un dedo jamás es suficiente, ¿y me dirás que tu dedito lo es?— Su sonrisa crece cuando ve como Obanai lo mira, no sabe si nervioso o molesto, tal vez ambos.— Y en caso de ser suficiente, ¿por qué no gimes? Te dije que gimieras, ¿no?
Obanai no pudo responder, solo aguantó la respiración unos segundos por el nerviosismo.
Tocarse al frente de su novio era demasiado, al menos para él. Y si tiene que gemir en voz alta, nomás para su deleite, es muchísimo peor. Y no conforme con ello, tiene esa estúpida cosa en su pene que le está empezando a doler por la ligera presión, sobretodo cuando toca algún sitio agradable de su interior, aumenta la necesidad de correrse pero es como si no pudiera.
Por eso lo hace lento, mete y saca la punta de su dedo medio con respiraciones pesadas, evitando la mirada de Giyū y prohibiendose gemir, pero tampoco es que le cueste. Fuera de la ligera incomodidad, es muy difícil que Iguro disfrute y se vea en la necesidad de gemir.
Sabe que no está cumpliendo con su parte del castigo, Tomioka le dijo que debía toquetearse y gemir hasta que vea conveniente. Obanai dijo que lo cumpliría, pero no se había imaginado que Giyū lo estuviera viendo cuál depredador a su presa. Aquellos ojos azules mirándolo como si se escondiera detrás una bestia peligrosa que está a punto de saltar para devorarlo.
A Iguro le tiemblan los labios, se remueve un poco en el colchón y por accidente hunde muchísimo más hondo de lo esperado su dedo.
—Ahh... Ugh.— Un pequeño gemido, suave pero seguro, se escuchó e Iguro solo pudo sentir vergüenza, mirando a un costado mientras que el cuerpo de Tomioka se acerca aún más a él.— ¿S-Señor...?— Finge demencia y lo mira sutilmente, volviendo al punto donde había fijado la vista inmediatamente después.
—Obanai, mi amor.— Hace pequeños sonidos con la lengua en completa desaprobación, se coloca entre las piernas del menor, aprovechando la postura sumisa de éste, para después acariciar con sus manos la piel desnuda del muslo, acercándose aún más hasta aquel lugar tan íntimo de su novio.— ¿No me quieres hacer feliz? ¿O, es que a caso no quieres tu recompensa?— Pregunta Giyū, llevando su mano junto a la contraria para, sin lubricante, (más allá del esparcido anteriormente), entrar junto el dedo de Obanai.— ¿Tengo que enseñarte como se hace o qué?
Obanai aguanta la respiración y mira a Giyū, sintiéndose incapaz de decirle nada por su gran atrevimiento. Entra y sale con su dedo, al mismo tiempo que el suyo, más delgado, se queda allí, quieto. Dudando entre moverse o no, salir o no. Ya siendo suficiente con el largo de Tomioka tocando todos sus puntos estratégicos para hacerlo temblar y, por fin, gemir.
—Ay, Se-Señor.— Gime el menor con mucha rapidez, subiendo y bajando su pecho. Al ver como Tomioka seguía tocando sus puntos más agradables prefirió sacar su dedo, dándole completa libertad. Gemir de esta manera, siendo tocado por el mayor, es mucho más fácil que por si mismo. Lastima que cada vez que algo agradable se acrecienta en su interior, tiene que venir acompañado junto a un dolor en su polla por no poder liberarse.— Ahh, ughh... ¿p-puede quitarme es-esto?— Pregunta Iguro, señalando el anillo de su entrepierna, esperando al menos una respuesta esperanzadora, pero lo único que ganó fue una mirada.
Una mirada que no coincide con ninguna dada a él en el pasado, es como si Giyū lo estuviera viendo molesto y Obanai ni siquiera tiene la valentía de preguntar porqué, sospecha y sabe que se lo buscó.
—¿Me pides favores cuando eres incapaz de cumplir con tus castigos?— Pregunta Tomioka, haciendo un desastre aún más brusco en el interior de Obanai. Sacando su dedo un segundo, para después meterlo junto con dos más en su interior, igual que antes: sin lubricación ni una preparación adecuada.— Obanai, eres tan caprichoso. Te dí opciones, incluso ofrecí una recompensa que ni siquiera merecías y, aún así, no me cumpliste.— Hunde más sus dedos, se afinca en el cuerpo de Iguro tomando su muslo y clavando sutilmente sus uñas en ese lugar.— Cuando termine contigo no te voy a dar nada.
Obanai da un gimoteo y juega la única carta que ha estado usando desde que esto comenzó: llorar. Sin embargo, más allá del susto y de la sensación de hacerlo arruinado, no es un llanto que se pueda descifrar como de peligro. Iguro está intentando confiar en que todo es actuación, habían acordado que todo lo que sucediera aquí era eso; un pequeño juego de poder.
Aún con el dolor que siente en su pene por la incapacidad de correrse, el ardor que poseen sus paredes anales por la manera tan profunda y descuidada que está embistiendo Tomioka, y el tacto tan apretado que está dando el mayor contra su piel junto a la vergüenza que le sonroja las orejas. Aún con todo eso, confía en Giyū.
—Lo si-siento, mghhm, enserio, Señor, y-yo... ¡Aghf!— Se interrumpe y, de pronto, la mano que lo sostiene del muslo sube hasta su boca, tapándola.— ¡Mmm!— Se queja del susto, pero inmediato se queda quieto cuando los tres dedos de Tomioka tocan y se hunden en su próstata.
—No quiero tus disculpas.— Dice, manteniendo en una posición incómoda, pero firme, a Obanai.
Giyū logra que se quede quieto y lo único que tenga que hacer Iguro es disponer su cuerpo y llorar, seguir hipando y sollozando mientras las lágrimas caen y mojan la palma de Tomioka, mirando con aquellos ojos desiguales al mayor con una expresión de placer, Obanai sentía placer por el trato, pero también podía verse miedo.
¿A caso se estaba asustando del placer que su cuerpo siente al ser tratado así?
De ser este el caso, Tomioka reprime las ganas de sonreír e ignora de manera consiente el pequeño salto que su polla había dado dentro de sus pantalones. Sentir los lloriqueos de Obanai bajo de él por la confusión y contradicción de emociones y sensaciones era maravilloso. Verlo en un estado tan vulnerable y adolorido, saber y ser consiente del dolor que está causando en el cuerpo de Obanai, pero aún así ser recibido con mucho gusto por las paredes contrarias.
Puede sentirlo, el interior de Iguro es apretado, pareciera querer asfixiar sus dedos, pero también parecía absorberlo. El cuerpo de Iguro apretaba de una manera que parecía ansiar aún más, ya sea algo más grande o seguir con los movimientos tan bruscos que estaba propiciando, con cualquiera de las opciones Tomioka tenía una idea y es que, estaba siendo un poco estúpido.
Habían muchísimos juguetes regados en la cama y una botella de lubricante a un lado, ¿no sería divertido ver qué tanto podría estirarse el agujero de su novio? Siendo bastante atrevido el pensamiento si se toma en cuenta la dimensión de los artefactos, ¿Iguro en dónde tenía la mente cuando pensó que podría soportar algo de semejante tamaño? Seguramente ni siquiera se molestó en averiguar eso.
Fijó su vista en los ojos de Obanai, regalandole una pequeña mirada de cariño, ¿cómo no podría amar a su chico cuando ha hecho su mayor esfuerzo para complacerlo? Tomioka por un segundo piensa que se está tomando demasiada rudeza para él, teniendo en cuenta que es su primera vez haciendo esto, y lo que sucedió hace un momento con la felación que no salió tan bien como se esperó, siendo un completo desastre y aun teniendo el arrepentimiento.
Sin embargo, siente el temblor de Iguro debajo de él, su cuerpo sollozante y sus ojos mirándolo con aquella intensidad que tanto caracteriza al menor. Cada vez que se pierde en los dos colores de su novio puede sentir el amor que Obanai expresa, y justo ahora, aún con todo, Iguro lo miraba con mucho amor y destellos de placer, todo mientras parece expectante de lo que Giyū está a punto de hacer. Probablemente esperando el momento donde Tomioka se baje los pantalones para follarlo.
Pero Tomioka tiene otro plan, por supuesto que lo follaría, pero primero quiere probar la nueva colección de juguetes que Obanai decidió comprar.
Tomioka quita la mano de la boca de Obanai, e inmediatamente lo primero que hace el menor es jadear y soltar gemidos vagos y agudos de sus labios, también puede escuchar quejidos de dolor y lloriqueos abundantes, pero no le presta atención a eso. La mano de Giyū se extiende a un lado de la cama y toma el dildo más cercano para acercarlo al rostro de Iguro.
—¿Qué te parece la idea de probar algunos de los juguetes que compraste?— Pregunta Tomioka, volviendo con su sonrisa y sacándole una mirada avergonzada a Obanai.— ¿Ya estás bien preparado, no? ¿Crees que puedas soportar dos al mismo tiempo?— Pregunta risueño, dejando el juguete a un lado y acercándose a Iguro, justo al frente de su rostro mientras sus dedos siguen embistiendo con brutalidad el interior del menor.— Vamos, dime, ¿qué opinas?
Obanai es incapaz de cambiar su expresión abrumada, jadeaba por un respiro, aunque también parecía jadear por el temor a las ideas de Giyū.
—Y-yo... Mmfg... no pu-puedo, Señor...— Contesta a duras penas, negando con su cabeza antes de girarla a un lado por los sucios movimientos de Giyū en su interior. Los ojos de Iguro se vuelven blancos y su boca se abre en gemidos desesperados.— A-ay-. ¡Uhg...! mghm.
—¿No puedes? ¿Estás seguro?— Pregunta, esperando alguna respuesta de Obanai que no duran en venir. Pequeños balbuceos que solo se resumían en afirmaciones sobre su incapacidad de adaptarse a dos juguetes de gran tamaño.— Qué aburrido eres, amor.— Queja, besa los labios de Obanai y después golpea la próstata con la punta de sus dedos, succionando con su boca el gemido que Iguro sacó.— Pero no me importa que seas así, ¿sabes por qué?— Respira sobre la boca de Iguro, aumentando aún más el calor en el cuerpo del menor.— Porque yo te puedo cambiar.
Tomioka saca sus dedos, sintiendo como están húmedos y resbalosos, para después jalar a Obanai y ponerlo boca bajo, alzando sus caderas y viendo como su culo está al aire, mostrando como sigue rojo y con marcas por los azotes recibidos hace un momento.
Obanai tiembla, sus huesos parecen de gelatina y se queja, pero solo son susurros y no llegan a nada. Iguro sabe en este momento cuál es su posición, y no importa lo que haga, nada lo puede salvar de lo que viene, mucho menos cuando siente las manos de Tomioka sobre sus nalgas para separarlas, y así ganarse una hermosa vista del agujero de Obanai.
Se veía dilatado, pero no abierto, Tomioka nunca antes se había puesto a pensar en lo lindo y cuidado que se veía aquel lugar. Aún después de tener sexo y estar derramando semen podría verse la ternura de Obanai. Siendo un pequeño lugar acostumbrado a la gentileza, a que lo llenen con mucho cuidado y amor, todo con la preparación necesaria.
¿Qué pasaría si Giyū hace una pequeña prueba de elasticidad?
—S-Señor, por favor, lo siento. Lo siento.— Obanai siente su corazón encogerse, no sabe si de verdad Giyū está hablando enserio, ¿dos dildos en su interior? ¡nunca podría! Apretó las sábanas con sus manos y enterró su rostro en el sitio.— Y-Yo no puedo, no pu-puedo...
Tomioka no escucha, solo acaricia y susurra alivios amorosos antes de girar su cabeza y ver algunos de los juguetes que había comprado Iguro.
Tampones y bolas anales.
Dildos grandes y vibradores.
Eso sin contar las mordazas, esposas, cuerdas y fusta que había dejado a un lado por esta ocasión, vamos, ¿enserio el sueldo de Obanai era tan bueno como para permitirse pagar todo eso en cuestión de días? Tomioka era consiente de que él por supuesto que puede pagarlo, ¿pero Obanai, su asistente? ¿La empresa tiene tan buen salario? Una completa extrañeza y evidencia de que nunca está al tanto de la contabilidad.
Cómo sea, no debería estar pensando en sueldos en estos momentos.
Por mera comodidad toma nuevamente uno de los consoladores, sin fijarse en el tamaño pues que todos son iguales, y con cuidado de controlarse asi mismo de alguna barbaridad, hunde la punta con suavidad. No pareciendole adecuando empujar hasta el fondo por la poca experiencia que tenía Iguro para estás cosas. Aún así era firme, seguro en sus movimientos y con cada empujón que daba, escuchaba perfectamente los quejidos de Iguro debajo de él.
—N-No, no, no.— Susurra Iguro y saca un poco el rostro de las sábanas, toma aire y jadea, las lágrimas mojando con mucha abundancia las telas debajo.— Es m-mucho-. Ughh. ¡Ahhg! por favor, G-Giyū-. ¡Oh, mierd-...!— Obanai exclama por la rapidez en la que el objeto ingresa en su cuerpo, recordándole inmediatamente que debe llamarlo Señor.— Pe-Perdóneme pero du-duele, duele...— Susurra y se esconde en la blancura de la cama otra vez.
—¿Ya estás quejándote? Pero amor, ni siquiera ha ingresado la mitad.— Tomioka se burla y le miente, sí habían llegado a la mitad, pero le gustó tanto la manera en la que Iguro tembló y lloró contra las sábanas que simplemente decidió decidió dejarlo así.— Shhh, shhh, yo sé, mi amor. Sé que tienes miedo, pero todo saldrá bien, ¿entiendes?— Espera un segundo a que Obanai se calme, y aunque sigue llorando y susurrando súplicas, Iguro estaba un poco más seguro de si mismo.— Solo piensa que soy yo quien está entrando.— Consuela.
—Pe-Pero Señor-. ¡Mmghh!— Obanai suelta un gemido por otro hundimiento del objeto, pero fue sin intención de interrumpir, lo supo por como Tomioka lo acarició.—...Us-Usted no es tan grande.— Admite Iguro, con mucha vergüenza.— N-no puedo imaginarlo...— Termina, mordiendo su labio y sin ninguna intención de herirle el ego a Giyū.
Sin embargo, lo hace. Hace que Tomioka se quede congelado un segundo y mire hacia abajo, con intención de saber qué expresión tiene Obanai en este momento, intentando adivinar cuáles fueron las intenciones detrás de esas palabras. Frustrando su mueca cuando es incapaz de descifrarlo por su cuenta.
¿No es tan grande? ¡Tomioka está seguro que sí lo es!
Vamos, no es un puto monstruo, de eso está muy seguro, pero está por encima de la media e incluso, ¡más que eso! Y sin hablar de su grosor que no está para nada mal, ¿pero su novio le dice que no está tan grande? ¿que no puede pensar que es él?
Sabe que el maldito consolador es una estúpida exageración fetichista, pero aún así...
—¿Que no soy tan grande?— Giyū pregunta después de haber unos momentos de silencio y quietud. Obanai pensó que había sido para que se acostumbrara, no llegó a imaginar que se debía de un pequeño berrinche por parte del mayor.— ¿No te parezco grande?— Con malicia hunde por completo el juguete hasta el fondo, hasta que la base plana choca contra las nalgas del menor y un quejido asfixiado y silencioso se le escapa de la garganta a Iguro.
Iguro no puede escuchar, abre los ojos y su boca se mantiene de igual manera abierta, mientras que un aullido doloroso no puede ni siquiera salir de su boca por la impresión y presión de su garganta. Su interior arde, siente que lo han abierto de una manera que jamás lo habían hecho antes, siendo aún más notoria la diferencia por la forma brusca y para nada amorosa que fue ese empujón final.
Le empezó a doler el trasero, su polla estaba comenzando a ser más molesta de lo que debería y su cuerpo de un momento a otro sintió un bajón de energía. Es como si aquel objeto al entrar y presionar lo más profundo de su interior hubiese dejado a Iguro sin ningún gramo de energía para mantenerse firme, intenta tirarse al colchón pero es imposible al ser sostenido por Giyū.
—¿Ya te cansaste?— Tomioka ladea la cabeza y su voz se vuelve más grave, volviendo a ser aquella voz que volvía loco a Iguro.— Mi amor, te necesito despierto, vamos, actívate.— Menea el cuerpo de Obanai y como no recibe respuesta lleva su mano al dildo, lo saca un poco y después lo vuelve a empujar con completa rapidez y fuerza. Inevitablemente Iguro responde de inmediato. Eso hace reir a Giyū.— Obanai, te daré un pequeño aviso; no voy a darte un descanso hasta que hayas quedado lo suficientemente abierto, e incluso después de eso, voy a follarte todas las veces que me plazca, ¿entiendes? Voy a borrar todo rastro de inocencia que pueda quedarte.
Y tal y como lo dijo, lo empezó a hacer.
Embistiendo con el juguete con una firmeza abrumadora, Obanai lo único que podía hacer era gemir y sollozar, aguantando dolores mientras que Giyū le desgarraba su interior como si no importara, demostrando un aire de superioridad y dominancia que más allá de asustarlo, lo hacía estremecer e incluso querer más.
Tal vez no del dildo abriéndose paso por sus paredes, eso definitivamente no lo quiere, pero sí quiere ver esa faceta de Giyū. Una faceta que puede causarle en este momento un dolor tan intenso como profundo, pero al mismo tiempo, le da mimos en su cuerpo y lo besa ocasionalmente mientras susurra pequeños cumplidos muy bien recibidos.
Y es que, esa es la razón por la que no detiene esto, ¡los halagos lo mantienen en tierra! Le avisan que es un simple juego, que Tomioka no haría nada para lastimarlo de gravedad y que en cualquier momento podría parar esto, ya sea por algún descanso o por completo. Obanai también tiene decisión, sin importar lo dominante que pueda estar actuando Giyū justo ahora. Eso lo motiva a, tal vez, dejar de enfrascarse en el dolor y comenzar a pensar en aquellos destellos de placer que Tomioka lo estaba haciendo sentir.
El consolador se metía profundamente, acariciando lugares que en situaciones normales no se pueden llegar. Chocando y golpeando duramente los puntos sensibles de Iguro que, después de un rato de pedir tiempo o una detención de los movimientos, es que se puede permitir gemir de placer, no importa que sea suave o que sean interrumpidos por los quejidos de dolor que punzan su cuerpo de vez en cuando, Iguro gemía con intención y ganas de complacer a Tomioka.
—¡Oh, S-Señor! Ahh, ah-. ¡Mmffgh! Y-yo... Ughh.— Iguro abre la boca, aún cuando se encuentra su cara pegada a las sábanas. Siente la suavidad de la tela en su lengua y poco a poco la va llenando de su saliva, junto a las lágrimas placenteras.
Tomioka ve la imagen tan patética en la que se encuentra Iguro, gimiendo y balbuceando cosas mientras su cuerpo sigue luchando contra las ganas de caer exhausto al colchón, y después se da cuenta de la costumbre de Obanai hacia el dildo y es atento al movimiento. El objeto entra y sale del agujero estirado y rojizo del menor, no es tan fácil como parece, por supuesto que cuesta un poco por lo apretado que aún se puede encontrar Obanai, pero eso no importa cuando puede empujar profundamente e Iguro lo único que puede hacer es gemir, sin quejas ni súplicas.
Aumenta la velocidad y mueve ligeramente el juguete, conoce la dirección del punto más dulce del cuerpo de Iguro, y en ese sitio golpea tan profundo y sin aviso que Iguro tiembla su cuerpo en una antelación de su orgasmo, pero cuando ese momento se supone que debía venir se tarda, finalmente no llega y Giyū casi puede arrugar el rostro en confusión de no ser por Obanai.
—¡Se-Señor! Por fa-favor, por favor.— Súplica Iguro, no puede soportar un segundo más así.— Quíteme esto, duele, ¡de veras duele m-muchísimo!— Pide a llantos.
—¿Qué co-...? Oh, cierto.— Expresa Tomioka casi como si apenas lo hubiese recordado.
Giyū parpadea, habiéndose olvidado por completo del maldito anillo apretando la polla de Obanai, ¡ahora entendía todo! Y de inmediato puso sus manos alrededor del sitio donde con rapidez quitó el objeto. Le dió vuelta a Iguro y ahora viendo todo su cuerpo pudo fijarse bien en su miembro, estando rojo y levemente hinchado, debido a que el anillo corta levemente la circulación, y el como aún con eso podía verse mojado, una gota brillosa y transparente se filtraba de la punta. Iguro estaba a unos tocamientos de correrse y Giyū quiere hacer los honores.
El mayor sonríe, vuelve a posicionarse bien entre las piernas de Obanai y con una mano toma el juguete, aún en el interior de Iguro, y lo saca un poco, después envuelve con cuidado el pene. Ve los ojos llorosos de Iguro, que lo observan como si le suplicaran que por fin le dé su tan ansiada liberación, Obanai estaba muy emocionado y ansioso para correrse y marchar todo sin vergüenza con su blanca espesura.
Giyū parece respirar, suspira expulsando el aire retenido y por fin se mueve. Hunde nuevamente el dildo en el interior y golpea la próstata de Iguro con mucha dureza, haciendo que Iguro se estremezca de la dura y deliciosa sobre estimulación a zonas tan sensibles. Por si eso fuera suficiente, su mano hace vaivenes rápidos que obligan a Obanai a arquear la espalda y tensar todos sus músculos.
—¡A-Ahhh...! ¡Gi-Giyū, Giyū!— Por el momento Iguro pone la mente en blanco, olvidando el respeto que debía darle al mayor. Su voz se quiebra y sus lágrimas abundan nuevamente, el pene de Obanai expulsa la suave liberación blanca sobre la mano ajena y su estómago, dejando al pobre joven completamente deshecho por fuerte calor que irradió su cuerpo.— U-Uhhh, G-Giyū, Giyū...— Susurra otra vez, parpadeando y queriendo que su vista, antes nublada por estrellas y corazones brillantes, se adapte a la realidad otra vez.
Si Tomioka no disfrutara tanto de la forma en la que Iguro gime su nombre debajo de él, le hubiese dado otro castigo al seguir el movimiento del consolador en su interior sin ninguna tregua, pero decide sacarlo. De manera lenta y con suavidad retira aquel objeto del interior de su novio y Giyū ve todo el proceso, viendo la manera en la que el agujero de Obanai se queda unos segundos abierto antes de cerrarse a su normalidad.
Sin embargo, sigue estando rojo y viéndose usado, lo suficientemente dilatado para que Tomioka entrara justo en este momento y lo folle hasta el cansancio, pero no lo hace. Él había dicho que lo iba a dejar muy abierto y eso es lo que Tomioka va a hacer cuando se da la vuelta y toma las bolas anales, mostrándole el juguete a Iguro quien no puede evitar parpadear y jadear con temor.
—Se-Señor, y-yo no puedo con eso.— Iguro intenta levantarse pero solo es empujado a la cama otra vez por Giyū, quien no quita aquellos ojos morbosos y ni siquiera se preocupa en ocultar su perversión tan grande detrás de esa sonrisa.— No po-podría, e-eso es más grande que-.
—Lo tomaste bien.— Dice Tomioka, interrumpiendo y mirando con una sonrisa al menor, llevando una mano a las mejillas de Iguro dónde acunó y acarició el lugar con mucho cariño.— Y también te sentiste muy bien, ¿no te parece que esto te hará sentir mejor? Vamos, mi amor.— Insiste y con aquel tono de voz tan amable y esa sonrisa adorable Iguro jamás puede decirle que no.— Se un buen chico para mí, compláceme, ¿sí?
Que lo miré, hablé y traté así aún sabiendo su efecto en él, ¿podria considerarlo chantaje emocional? Obanai piensa que posiblemente sí.
Y aun con aquello en la mente, Iguro suspira y mira a un lado.
—P-Pero lento y-y cuidadoso.— Murmura, con mejillas sonrojadas y lágrimas secas en su rostro, al igual que en su estómago el semen está comenzando a secar porque Giyū no parece tener intenciones de limpiarlo.— Po-por favor...
—Bien, amor, tranquilo, déjamelo a mí.— Pide, perdido y pensando en la mejor manera en la que podría hundir el juguete en el interior de Iguro.
Tomioka observa, eran bolas grandes, un poco más pequeña que su puño. Meter aquello dentro de Obanai sería difícil, por no decir imposible, sin causarle dolencias. De todas formas Giyū podría mantener la raya, se había calmado un poco y la ansia de romper a Iguro seguía allí, pero no quiere que sea a costa de la seguridad de su amor. Es por eso que busca el lubricante a un costado, huntando el juguete con él por completo, muy a diferencia del dildo que lo metió sin siquiera haberse preocupado en aquello. Agradecía que Iguro sea tan comprensivo y un hombre muy resistente al dolor, de lo contrario estaría seguro que hubiese gritado rojo y de un movimiento ya estuviese en la puerta de la habitación, mirándolo con cara de dolor y Giyū estuviera en este momento en una encrucijada por hacer que el menor lo perdone por excederse.
De solo pensar en eso Giyū puede temblar, aunque no lo parezca, Obanai se ha enfadado con Tomioka varias veces en el pasado, y es muy difícil hacer que este lo perdone. El mayor debe cuidarse si no quiere aguantar las miradas afiliadas y los comentarios pasivos-agresivos de su novio.
De todas formas, olvida su temor, decide enfocarse en el presente y su rostro vuelve a estar concentrado en el agujero de Obanai cuando toma el juguete y con cuidado va hundiendo la primera bola de las 6 en su interior, estirando muchísimo más al joven de manera correcta, ocasionando quejidos dolorosos pero bajitos, hasta que la entrada se vuelve a encoger al haber absorbido la circunferencia.
Tomioka observa el resto de bolas, y piensa que seguramente no pueda meter todas, son muchas y grandes, mientras que Iguro es un hombre delgado y bajito, ¿será que su interior es lo suficientemente amplio para abarcar tanto?
Alza la mirada, viendo como Obanai respira con su rostro sonrojado, las lágrimas volvieron pero suaves, a penas y se podían observar concentrarse en las comisuras de sus ojos, su novio lo estaba tomando muy bien, Tomioka le da una sonrisa ladina y después de una pequeña caricia sigue con su cometido, siendo igual de lento con la segunda, dándole tiempo a que se acostumbre y escuchando sus quejas con amor, hasta que sea el momento de ingresar a la tercera.
Obanai respiraba con dificultad cada vez más, pone la mano en su boca mientras cierra fuerte los ojos, estando extrañamente lleno. ¿Era normal decir que podría sentir las bolas pegadas en su estómago? Su interior apretó, y de alguna manera eso hizo que se acomodaran aún más juntas las cuencas en su interior que lo hizo retorcerse, destapar su boca y hacerlo gemir a un lado, sino fuera porque tiene las manos de Giyū sobre él para mantenerlo en una posición juraría que hubiese rodado hasta el suelo.
Tomioka nota eso y se toma un tiempo, observa como faltan 3 bolas para ingresar y piensa que para Iguro es suficiente, sin embargo, se queda en segundo plano por la ansia pervertida de que, cuando llegue el momento, Giyū tome el cordón del extremo del juguete y lo saqué deprisa, ocasionando sollozos y gemidos aún más fuertes que perjudiquen aún más la garganta maltratada de Obanai.
Imaginarse a Iguro temblando y retorciéndose de placer y dolor bajo sus manos, escuchar sus gemidos tan dulces y, sobretodo, poder ver cómo aquellas tan hermosas lágrimas bajan por su rostro, sonrojando su nariz por lo húmeda que se vuelve cuando eso sucede. ¿Podría besar sus mejillas para sentir con sus labios lo caliente de esas gotas?
Vuelve a emocionarse, empuja las bolas restantes en el interior de Obanai sin ninguna tregua o aviso de sus planes, y aunque esté juguete sea visiblemente más grueso que el anterior, Obanai logra mantenerse en un volumen de voz adecuado y su gemido parece más gustoso que de dolor, sin embargo, Iguro había sentido un estiramiento aún más grave, lo que lo hizo llorar en silencio, su pecho subió y bajó, para después regular sus emociones lo mejor que pudo, aunque de todas formas siguió con su llanto.
—S-Señor, m-me siento muy-. mmgh-... lleno. Es-estoy muy lleno.— Dice Iguro cerrando los ojos, mordiendo sus labios y continuando con sus esfuerzos de seguir controlandose.
Tomioka se toma su tiempo, ve desde arriba el cuerpo de Iguro tan bellamente entregado, con el vientre un poco hinchado por aquellas bolas dentro de él, esperando a ser jaladas de un solo jalón. Sin embargo, mientras planea hacer eso, otra idea le entra en el cerebro y de inmediato se gira, tomando un pequeño vibrador de color rosado, junto a su respectivo control.
—¿Te sientes lleno? Pero Obanai, aún tienes espacio.— Murmura, abriendo aún más las piernas de Iguro para él, siendo consiente de que la entrada del menor a duras penas puede soportar algo más en su interior. Está empujando demasiado al fondo y posiblemente sea capaz lastimar a Obanai enserio, pero aún así quiere doblegar los límites. Todo está bien, Iguro no ha dicho rojo y se ve tranquilo.— Hay algo que seguramente te guste mucho tener adentro.
—¿Otra co-cosa? ¿Qué e-es?— Obanai quiere sentarse, pero un solo movimiento mueve las bolas en su interior y lo obliga acostarse otra vez, gimiendo y balbuceando estupideces. Están tocando puntos nuevos que lo vuelven loco, Iguro se retuerce en su posición.— Señor...
—Tranquilo, es algo pequeño. Te prometo que te gustará.— Nuevamente, una promesa en la que Obanai decide confiar, relajando instintivamente sus defensas y volviéndose a dejar a merced de Tomioka, como siempre había sido desde que esto comenzó. Giyū ordena e Iguro dispone, de pies a cabeza para complacerlo. Obanai lo permite porque de todas formas no es desagradable.— Esto será divertido...— Susurra.
Tomioka agarra el pequeño aparato y lo hunde con cuidado dentro de Iguro, lo más profundo que puede para que esté en una posición cercana a la próstata, sin embargo, cuida de mantener el extremo afuera para evitar que se hunda más de lo debido. Con el pequeño juguete adentro Giyū hace una observación, el anillo de Obanai está prensado, sumamente forzado y completamente dilatado y resbaloso, mete alguna cosa más y está seguro que puede causar un desgarre. Es por eso que vuelve a mirar la expresión de Iguro, revisando una señal o cualquier cosa que le avise que debe detener esto, sin embargo, el menor se ve expectante y ansioso.
Tal vez simplemente quiera terminar con esto de una vez por todas, pero Giyū está tan feliz que podría durar toda la maldita noche llenando de objetos el trasero de su novio.
Toma el control del vibrador, le da una pequeña mirada a Obanai ocultando sus acciones de él, todo para que sea una agradable sorpresa, y luego presiona un botón alazar, en una velocidad por encima de la media.
No hizo falta mucho tiempo para que Obanai se alarmara, temblando y retorciéndose de un lado a otro, haciendo algún tipo de fuerza en su interior pues podría sentir como las bolas se movían y chocaban entre si, apretándose contra las paredes anales. Su polla que a penas y estaba endurecida hace un momento ahora vuelve en su punto más alto, filtrando el líquido transparente de su punta mientras también quiere ser tocada.
—¡O-Oh, Dios!— Gime Iguro, ya ni siquiera puede pensar en vergüenzas o ideas equivocadas, su interior temblaba y era estimulado de una manera bastante exquisita. Siendo aún más potente cuando Giyū prefiere ir subiendo poco a poco la intensidad.— ¡A-ah, ahh! Se-Señor, se si-siente t-tan-. ¡Mhgfff...! ¡Tan bien!— Para sorpresa de Tomioka, las palabras de Obanai no fueron las esperadas, pues pensó que le diría que baje la intensidad o que apagara el juguetito.
Eso fue una grata manera de querer seguir complaciendo por parte de ambos, pues Giyū aumentó al máximo la velocidad del aparato, escuchándose un zumbido húmedo y tembloroso del interior del menor. Pero Iguro solo pudo seguir gimiendo, sin importar lo muy lleno que se esté sintiendo ahora, aunque le arda los bordes de su agujero y sienta que está a punto de explotar, puede manejarlo, ¡Tomioka está diciendo que lo hace muy bien! Entonces, es cierto, lo está haciendo muy bien para ser su primera vez.
Su cabeza da muchas vueltas e Iguro se siente en las nubes, aprieta las sabanas bajo sus manos, arquea la espalda, abre la boca diciendo gemidos y súplicas inentendibles, y luego, sus ojos entrecerrados, llenos de lágrimas, se dirigen a las lagunas azules de Tomioka. Las cuales observan con mucho detenimiento su cuerpo, Obanai puede sentir la dulce anticipación de las manos de Tomioka sobre él antes de que el mayor se decida a hacerlo, pues su piel se eriza unos segundos antes del tacto de Giyū.
Las manos ajenas se posan en su cintura y bajan hasta el vientre, dónde presiona un poco y Obanai gime patéticamente en una pequeña advertencia de que no lo haga más y Giyū obedece, pues prefiere subir otra vez pero al pecho, capturando entre sus dedos los pequeños pezones rosados de Obanai para jalarlos y rodar sus pulgares sobre ellos. Era rústico, quería causarle dolencias al menor y lo logra, pero Iguro más allá de quejarse se excita aún más por la atención, y sus gemidos se hacen más fuertes. Sin importarle quién pudiera escuchar.
Tomioka sonríe por la respuesta y se inclina, besando el cuello de Iguro y lamiendo el sudor del menor con mucha devoción. Giyū siendo tan atento y aunque muerde con fuerza, se preocupa en que Iguro reciba la atención que tanto le gusta. Besos suaves y chupones delicados, luego abre y aprieta sus dientes pellizcando la piel, dejando marcas rojas en la zona sensible.
—Sabes increíble, Obanai, ¡me encantas!— Dice Tomioka, perdiendo su lengua en la extensión de cuello de Iguro, escucha un gemido alto en respuesta y sigue murmurando halagos.— Eres tan bueno, estoy tan orgulloso de como tomas tan bien mis ideas, te amo mucho. ¿Lo sabes, verdad?
Obanai decide alzar los brazos y se aferra a Giyū, abrazándolo fuerte y sigue sintiéndose muchísimo mejor de lo que debería. Su polla se mueve por las palabras que dice Tomioka tan recurrente, como si fuera una obligación y muy equivocado ese pensamiento no está. Giyū está siendo obligado por su propio corazón de decir esas palabras, ¿por qué se quedaría callado con Obanai como novio? Siempre habría algo que decirle, y si no hay ningún nuevo halago, ¡Giyū inventaría uno!
—¡A-ahh! ¡Nghh! U-uh, ahh.. Se-Señor, yo también lo amo, ¡mu-mucho! Lo amo, lo amo.— Repite balbuceos en el cuello de Tomioka, escondiéndose allí mientras gime aún más fuerte. Todas las palabras del menor viajan hasta polla de Giyū e Iguro empieza a sentir una nueva necesidad creciendo en su cuerpo. ¿Podría su Señor llenarlo él mismo? Quisiera sentirlo dentro, que sea su gran polla quien abra sus ya estiradas paredes. Obanai ni siquiera sabe qué diablos piensa.— ¡Aghf...! Señor, po-por favor, por favor, mghhm...— Súplica y su boca jadea y gime cerca del oído de Giyū.
Tomioka no entiende sus súplicas, prefiere alzar una ceja y alejarse para ver el rostro de Iguro debajo de él, y eso lo deja tan helado como caliente. Obanai tiene los ojos tan dilatados, entrecerrados con las lágrimas derramandose como fuente, las mejillas sonrojadas y brillosas por el sudor y los labios hinchados pero abiertos suplicando gemidos exquisitos.
Era bastante obvio que Obanai se había perdido, a punto de correrse otra vez en cualquier momento.
—¿Qué pasa, mi amor? ¿Qué necesitas?— Acaricia el rostro a un costado y Obanai gime, se termina de recostar en la palma de Tomioka y el mayor sonríe, ladeando la cabeza y observando con mucho cariño.
—Y-Yo quisiera...— Rueda los ojos y abre la boca un segundo, jadea y se toma todo el tiempo que necesita para respirar adecuadamente. Estaba tan cerca que su cuerpo podría desbaratarse, romperse y volver a construirse hasta finalmente deshacerse otra vez.-— Qu-quiero tenerlo a usted dentro, por favor.— Susurra y la expresión y tono de voz que usó Iguro para pedirlo dejó por completo seco a Tomioka.
Giyū siente su labio temblar, las palabras viajaron hasta su polla, la cual se endureció aún más de como estaba antes, siendo tan dolorosa y apretada contra su pantalón por la vista que tiene debajo. Tomioka sonríe, se aleja un poco más y se pone a la posición de antes, tomando la cuerda que sostiene las bolas anales, preparándose para finalmente sacar todas de una sola estocada.
—Oh, ¿quieres sentirme a mí? ¿enserio?— Tomioka pregunta coqueto, jalando levemente la cuerda pero sin usar la fuerza suficiente para hacerlo.
—Sí, sí, por fa-favor.— Contesta rápidamente y con mucha aceleración, alza las manos hasta Tomioka queriendo que el mayor vuelva a acercarse y sentirlo cerca, los labios sobre su piel.— Nnghf, qui-quiero ser suyo, lo su-suplico, por favor.
Eso es todo lo que Tomioka necesita para jalar de la cuerda por completo, sacando no solo las bolas anales sino que, también, el vibrador junto a un enorme grito de la garganta contraria. Obanai siente como su interior se expande otra vez con muchísima brusquedad, Tomioka siendo por completo consiente del casi desgarro que se formó en los bordes del agujero rojizo del menor, fue doloroso de escuchar aquel grito, y aunque también se veía doloroso la entrada sobre estimulada de Obanai, este último se había corrido por la sensación.
Se tenso incomodamente en la cama, sus huesos parecieron desaparecer y su polla adolorida sintió una descarga eléctrica por toda su circunferencia cuando chorros de semen salieron disparados de su punta, mojando el estómago de Iguro, incluso su pecho. Nuevamente, Obanai cayó exhausto y casi desmayado al colchón, teniendo su cuerpo completamente adolorido por todo lo que ha tenido que pasar.
Pero no va a caer rendido ante el cansancio, reúne las últimas fuerzas que le quedan e intenta sentarse, está vez lo consigue pero pone una expresión tan sumisa al hacerlo que Giyū casi lo vuelve a empujar para follarlo, sin embargo, Tomioka aun tiene autocontrol y se toma su tiempo para quitarse la ropa. Mientras tanto, Obanai percata lo suelta que se encuentra su entrada, está adolorida y sabe muy bien que, seguramente, el ardor que siente en su interior se deba a un desgarre, pero justo ahora no puede pensar en eso.
Algo muchísimo más importante se asomaba frente a sus narices, Tomioka quitándose la ropa al frente de él siempre había sido un espectáculo para el menor. Aún cuando antes se moría de la vergüenza al ver levantar su camisa y bajar sus pantalones junto a los boxer, ahora es tan diferente puesto que, Iguro es incapaz de quitarle la vista de encima.
El cuerpo de Giyū es como el de un Dios griego, el menor siempre había pensado eso en cada pequeña oportunidad que tenía de verlo y hoy, que lo veía con tanta concentración y con una luz brillante, puede darse cuenta que jamás se equivocó, Tomioka es el hombre más guapo que había podido apreciar antes Obanai, haciendo jadear y contraer su entrada de solo visualizar como baja su boxer, dejando ver su gran polla erecta por segunda vez el día de hoy.
Si Iguro no tuviera tan jodida la garganta seguramente hubiese dado un grito de admiración, o alguna cosa que hacen las fans de alguna celebridad cuando lo ven haciendo algo maravilloso, o simplemente por estar allí parados sin hacer nada. Exactamente lo que hacía Tomioka, ¡pero estaba desnudo! Eso ya hacía que Obanai tuviera que aplaudirle y entregarse a su Merced con mucha devoción.
—Cariño, tranquilo, parece que me vas a comer con la mirada.— Bromea Tomioka bastante halagado, viendo como el menor se estremece y gira a un costado arrugando sus labios en una mueca feliz pero nerviosa.
—Es que adoro como se ve desnudo, Señor...— Admite Iguro en un momento de honestidad, olvidando su vergüenza y pensando que lo que ha dicho es lo más normal del mundo. Cosa cierta, teniendo en cuenta todo lo que han hecho, pero es sorprende que provenga de la boca del Iguro.
Es por eso que Tomioka se queda quieto, parpadea y mira a Obanai con detenimiento. Casi dudando de que sea su novio, pero definitivamente lo es por aquel sonrojo tan adorable que se extiende en sus mejillas y la manera en la que sus ojos se mueven a cualquier otra dirección que no sea la suya. El mayor sonríe con una leve sonrisa, y se sienta en la cama acercando el cuerpo de Obanai al suyo.
—Obanai, adoro cuando me dices cosas como esa.— Dice y Obanai sonríe por aquellas palabras. Tomioka acaricia la cintura del menor y lo acerca aún más, hasta sentarlo en sus piernas, notando el ligero temblor en las extremidades de Iguro, como si hiciera un esfuerzo al moverse de la cintura para abajo. La verdad, no lo culpaba. Tal vez, se excedió un poco. Tal vez.— Mírame, amor, por favor.— Pide y se espera hasta que el menor lo cumpla.— Voy a follarte como dije antes, ¿te gustaría tener un pequeño descanso? Podemos cambiar a amarillo.
—N-No, no quiero. Por favor, verde, lo necesito. Quiero sentirlo a usted, Se-Señor Tomioka...— Nuevamente el tono de voz hace efecto en Giyū y ni siquiera el más fuerte autocontrol puede evitar que Tomioka no se calme y no se desquicie.
Se lanza contra Obanai, empujando su cuerpo a la cama colocandose encima del menor, Tomioka observa una última vez a Obanai bajo de él, viéndose temeroso pero decidido. De verdad el joven quiere ser abierto por completo, y Tomioka no es nadie para negarse a esos pedidos. Pone sus manos bajo los muslos de Iguro y lo abre, por completo, abusando de la flexibilidad de Obanai para manipular a su antojo a su querido novio.
Quien, en este momento, es su juguete.
Pero claro, eso Obanai no lo sabía.
Observa la entrada de Obanai, levemente abierta y moviéndose, como si quisiera buscar algo para absorber y buscar placer. Tomioka toma su propia polla entre sus manos y acerca la cabeza en el agujero rojo, mirando a Iguro a los ojos mientras que una nueva sonrisa morbosa aparece en sus labios.
—Antes de entrar.— Comienza el mayor con un aura de poder.— Deseo que me digas lo mucho que quieres que te folle.— Dice Giyū, intentando que Obanai se vuelva a poner tímido y seguir disfrutando de sus hermosas expresiones.— Vamos, suplica que quieres ser follado, amor.— Ladea la cabeza y cuando ve como el sonrojo en las mejillas aumenta, está casi seguro que el menor no lo haría, o al menos no sin antes quejarse.
—¡Por favor, por favor, hágalo, Señor!— Pero mayor fue la sorpresa de Tomioka cuando escucha y ve como aquellos labios se abren con tanta seguridad.— Lo necesito dentro, quiero que me haga suyo.— Las manos de Obanai suben hasta el rostro congelado de Giyū y lo acercan a su boca, robándole un beso sorpresivamente encantador al mayor, pero solo por unos pocos segundos.— Ábrame las piernas y folleme, no se preocupe por nada más, puede hacer lo que quiera conmigo, Señor.— Termina de hablar Obanai, siendo casi como si no se hubiese dado cuenta de lo que había dicho, porque su rostro no había cambiado ni siquiera un pequeño segundo.
Unos pocos segundos Tomioka parecía haber estado fuera de servicio, muy sacado de ambiente por lo imprevisto de Obanai. Siente su interior quemarse y su rostro arde en un color rojo intenso, aún así cuando logra recuperarse y su expresión vuelve a ser la misma, llena de morbosidad y perversión, es que se entierra en el oído de Iguro para besar y morder el cartílago.
—Repito; te ves tan sexy cuando me dices cosas como esa.
Su mano acomoda mejor su polla, Tomioka baja y ve como se alinea en la entrada de Obanai, suspira y retiene energías antes de hundirse sin miramientos, llegando hasta el fondo, sintiendo la calidez de Iguro abrazarlo. Aunque, como era de esperarse, el interior de Iguro se siente muchísimo más suelto de lo que está acostumbrado. Sus paredes apenas y apretaban el eje de Giyū.
Aún así, no dice nada, disfruta simplemente del calor que irradia su novio y se mueve, ni siquiera dándole tiempo a Obanai para que se acostumbre porque sabe que no tiene caso, ya está lo suficientemente abierto como para soportarlo sin ningún problema. Sus caderas golpean contra Obanai y el menor solo gime, no sabe si de dolor o de placer, ambas sensaciones están fuertemente ligadas y se enfocan en excitarlo, la polla de Iguro volviéndose a endurecer y chorrear como si no se hubiese corrido antes.
—¡Ah, a-ha~ ah!— Pareciera como si Iguro estuviese jugando sucio por la manera en la que gime, tan delicado como guarro, perfecto para que su amor lo escuche y se ponga aún más caliente, para que le dé aún más.— Po-por favor- ¡Ughh...! Señor, mmgh... ¡deme más, por favor! Mu-mucho más fuerte, hágalo. A-ay.— Sigue gimiendo incoherencias.
Tomioka no sabe cómo sentirse con esta nueva faceta de su novio, ¿qué había pasado con la mente de Iguro? Pareciera como si algo dentro de él se rompiera y lo hiciera inmune a la vergüenza, solo quiere seguir provocando aún más a Giyū para que lo folle aún más duro, sin preocuparse por no ser capaz de sentarse o caminar correctamente en la mañana, pero eso es lo de menos. Obanai justo en este instante no pensaba bien, es muy seguro que después de una hora, el menor quiera desaparecer por haber perdido por completo la modestia.
Pero, mierda, Tomioka no podía preocuparse en el futuro. Su presente en este momento tiene a Obanai gimiendo y abriendo sus piernas para que Tomioka entre aún más en el fondo. Giyū quiere ensuciar todo lo que tenga que ver con la blanca mente de su novio y va en muy buen camino.
— Ugh.— Tomioka gruñe por cada movimiento y respuesta dada, no sabía que era mejor justo ahora. Los movimientos de sus caderas o la hermosa vista que Obanai le está regalando.— ¿Lo estás disfrutando, cariño?— Habla e Iguro contesta con afirmación físicas y verbales enseguida, sacando la lengua y jadeando como perro con la boca abierta.— Pues si te soy sincero, yo no lo estoy haciendo.— Dice con fingida tristeza, pero Obanai se lo cree y su expresión cambia de inmediato, viéndose llena de preocupaciones, Tomioka reprime las ganas de sonreír.— No pongas esa cara, por favor, corazón.— Pide Giyū, sin parar ni un segundo con sus movimientos caderas.— Pero si quieres hacerme sentir muchísimo mejor, ¿podrías apretar un poco? Estás tan jodidamente abierto que no puedo sentir nada.— Pide, con muchas mentiras mientras sigue follando sin piedad.
—¡Lo que usted pida, Se-Señor!— Contesta con seguridad, y las lágrimas bajando por sus ojos por las palabras aquellas.
¡No, no, no! No puedo estar así de abierto. Piensa Obanai, pero no pierde el tiempo e intenta apretarse contra el fuerte miembro de Tomioka, pudiendo sentir de una manera más potente las embestidas dentro de él. Pero no es suficiente, lo sabe cuando sube la mirada y ve como Tomioka lo observa, no podía ser capaz de ver el placer en su rostro, aquello acelera el corazón de Iguro.
Su agujero había sido usado demasiado, con tanta brusquedad que no podía apretarlo bien. Eso lo frustró y sintió una ola de humillación caer sobre él. Las lágrimas se acumulaban nuevamente en sus ojos, volviendo a llorar patéticamente.
—¡Se-Señor! Y-yo... Lo siento tanto.— Se disculpa y quiere hundirse en Tomioka, quien lo permite sin ninguna clase de problemas.— Perdó-neme.— Su lloriqueo era tanto que hasta comenzó a tener hipo.
Giyū ve a Obanai llorando y casi se le ocurre decir que no es un problema, que de todas formas siente que es el mejor sexo que han tenido hasta ahora. Sin embargo...
Obanai se ve tan encantador viéndose así de roto.
Giyū miró su rostro destrozado. Lágrimas gruesas se habían quedado atrapadas en sus pestañas, rodando por sus mejillas rojas e hinchadas, a penas y pudiendo recordar la forma tan agresiva en la que lo había cacheteado. Y aún luciendo tan roto, parecía el hombre más hermoso que jamás haya existido. El pene de Tomioka palpitaba por el placer de ser el causante de esas lágrimas.
Un fuerte sentimiento de amor creció en el corazón del mayor que sonrió con cariño. Sus ojos azules se movieron hacia un lado, notando el consolador en el costado.
Entonces, una gran sonrisa iluminó el rostro de Tomioka.
—Oh, mi amor, no hace falta que llores.— Dice amorosamente Giyū, alejando un poco a Obanai y poniendo sus manos en cada lado de sus mejillas mojadas.— Después de todo, estás así de estirado es porque yo lo quise, ¿eso no te hace feliz? Haberme prestado tu cuerpo para complacerme.— Pregunta y su corazón se sigue llenando de dicha cuando Obanai asiente inmediatamente, estando tan feliz de haber sido rompido por las manos de su amor.— Aún así, no necesitas apretarme porque tengo una muy buena idea para seguir, ¿te gustaría cumplirla?— Pregunta e Iguro asiente rápidamente, ni siquiera se da la tarea de preguntar qué otra cosa loca se le ocurrió a Giyū.
Aunque, si bien es una locura, no es algo nuevo. Pues es exactamente lo que Tomioka había dicho antes cuando quiso probar al consolador hace un momento. Cuando Obanai gira su rostro y ve como Giyū extiende su mano para tomar el mismo dildo que había usado con anterioridad, es que su rostro puede cambiar y se comienza a preocupar en el fondo de su cerebro. Pero nuevamente, piensa en todo lo que han hecho hasta ahora y puede concluir que seguramente será disfrutable.
¡Todo lo que Giyū pueda darle en este momento es placentero!
Tomioka sonrió, presionando la punta del dildo contra su pene. Inmediatamente, el menor jadeó por la presión, abriendo mucho los ojos. No creía que fuera posible. Pero Giyū lo había preparado tan bien que el juguete se deslizó suavemente. Obanai soltó un fuerte grito cuando el consolador estuvo colocado, presionando contra su próstata. Giyū gimió, sintiendo las presiones en su propio pene.
Se quedaron así por un segundo, ambos respirando pesado mientras escuchan el zumbido del juguete olvidado en las sábanas. Era extraño, incluso para Tomioka era la primera vez que podía hacer algo así, pero quería dar la sensación de que sí. Por eso mantuvo la serenidad mientras consuela a Iguro con palabras dulces de los quejidos dolorosos y gemidos placenteros que siente justo ahora.
Ahora Iguro podía sentirse muchísimo más estirado de como se sentía antes, estaba seguro que le dolería el trasero por días, estando casi a punto de romperse aún más y comenzar a pedir tiempos rojos, para que pueda ser atendido con las caricias que se merece, pero no puede decir nada porque, como siempre, Tomioka se adelanta y lo hace cambiar de opinión.
—¿Ves, mi amor? Sabía que podrías soportar dos al mismo tiempo. Estoy tan orgulloso de tí.— Obanai vuelve a sentir el corazón acelerado, pero está vez de amor, sintiéndose recompensado y muchísimo mejor que eso; amado. Eso es lo que necesita para recuperar energías.— Te sientes tan bien así, quiero moverme, ¿puedo? ¿me das permiso de follarte tan fuerte como pueda?— Pregunta, acercando su rostro al contrario y regala un beso.
—O-Oh, pero Señor, y-yo le dije que podría follarme como usted quiera.— Contesta Obanai mirando con ojos completamente enamorados al mayor.— Yo le pertenezco, no debe preguntar, puede hacer lo que quiera.— Concede el permiso que Tomioka tanto necesita.
Giyū aprieta la cintura del menor contra sus dedos y embiste como nunca antes lo ha hecho, manteniendo asegurado el dildo en el interior de Obanai para que su polla esté lo suficientemente apretada. Se siente maravilloso, estar atacando de una manera tan agresiva y brutal a Iguro es toda una experiencia que no sabe porque no pudo cumplir antes.
¿Enserio Tomioka estaba inseguro de alejar a Obanai de su lado por sus perversiones? Por supuesto, era muy válido que pudo hacerlo teniendo en cuenta que en principio le hizo temerle y llorar, sin embargo, eso fue solo un error de novato. Ahora después de hablar, de poner los límites y dar aún más de contexto a todo este mundo, sabe muy bien que Obanai está muy encantando con él.
La manera en la que llora en sus brazos con cada embestida, gimiendo a mayores su título y pidiéndole que vaya aún más hondo, como si eso fuese posible, como se retuerce en la cama incapaz de soportar el placer y siendo siempre tan obediente, pero a la vez caprichoso con sus órdenes. Era tan divertido follarse de esta manera a Obanai, poder observar con mucho detenimiento sus enormes ojos bicolores que expresan sin misterios todo lo que siente, conociendo a Iguro en la completa intimidad.
Tomioka sigue presionando sus manos contra la piel del menor, siendo tan agresivo y fuerte que sabe muy bien que lo dejará lleno de moretones, pero eso es exactamente lo que quiere. Que Obanai se levante en la mañana y vea todo lo que permitió hacerle a su cuerpo, para que vea esas marcas y sepa quien se las hizo y a quien pertenece, para siempre.
No es que Tomioka sea una persona celosa, es muy tranquilo y seguro en esa parte. Es muy difícil pensar que tu pareja podría fijarse en otra persona cuando ella está encima de tí, pendiente de tu comodidad y celandote de cualquier persona que se acerque. Giyū prefiere dejarle el mundo de los celos a su novio, pues el menor es un experto en ello, aunque lo niegues constantemente.
Sin embargo, sus nulos celos son el fruto de la posesión que tiene con Iguro, pues ¿por qué te preocuparias de que alguien se te vaya cuando le dejas en claro a quien le pertenece? Siendo todo aún más fácil cuando esa persona lo reconoce y se niega a ser de otra persona.
Tomioka tiene muy en claro que Obanai es solo suyo, mientras que al mismo tiempo, sabe muy bien que él es de Obanai. Lo sabe muy bien y se deja en claro, marcado en su mente, cuando las uñas del menor se clavan en su espalda y rasguñan dejando rayas rojas sangrantes en su piel. ¿Debe quejarse? Podría taparle la boca a Obanai y dejarle en claro que no quiere esa clase de agresiones, pero no sería interesante así. Giyū siempre termina excitandose por esa clase de gestos dolorosos.
Y mayor evidencia de su gusto por el dolor, es la manera en la que se afinca aún más al menor, sintiendo el calor bajando por su vientre, es familiar, Tomioka reconoce que se va a correr muy pronto, y es por eso que decide aumentar todo aún más. Rompiendo por completo el cerebro de Iguro.
—¡Agh! ¡Más, m-más...! Oh, mierda, ¡ughf- ahh ha-ahh!— Su voz parece romperse, su garganta completamente acabada al igual que su mente.
Obanai solo sabe gemir en este momento, no parece ser capaz de decir ninguna cosa coherente, y cuando Tomioka le pregunta algo deja en evidencia el punto porque ni siquiera sus ojos se posaron en él, estaban nublados y perdidos del placer que su novio le estaba brindando. Giyū simplemente se siguió calentando ante esa respuesta.
—¡Nghh! Ahh~... ¡U-uhhg!— Obanai pone sus ojos en blanco, comienza a mover sus caderas al compás de los movimientos de Tomioka y también siente su vientre quemar, avisando de un fuerte gemido.— Nmgf, m-me voy a co-correr-. ¡U-uh!— Dice lo obvio y Tomioka aumenta el ritmo, como si eso fuera posible.— Há-hágalo con-conmigo, ¿Sí? ¡Haahh! Lo qui-quisiera dentro, qui-quiero sentir su se-semen en mi interior, Se-Señor.
Y con simplemente esas palabras tan suplicantes y sumisas, Giyū es capaz de obedecer al menor después de tres fuertes penetraciones en su próstata, golpeando y llenando por completo el interior, todo mientras gime por lo bajo y siente también su cuerpo temblar mientras se aferra a la cintura de su novio.
—¡Agh, agh!— Queja Obanai por lo caliente que se siente, llegando a arder por lo heridas que deben estar sus paredes, sin embargo, eso no importa. La nueva sensación espesa en sus entrañas en capaz de hacer que Iguro grite mientras se corra, esperando llenar del líquido blanco su propio estómago otra vez.— ¡Ahhhhh...! Gi-Giyū, y-yo... ¡te amo, te amo!— Grita con su voz ida, completamente ronca y perdida pero satisfecho.
Sin embargo, si bien Obanai está demasiado ido como para no darse cuenta, Tomioka sí lo hace. Y sonríe al visualizar la falta de eyaculación en el orgasmo de su novio, quedando en evidencia que Obanai había tenido un orgasmo seco por las veces en las que se había corrido anteriormente.
Puede ver el pecho de Obanai subiendo y bajando mientras que la mirada del menor está perdida, Iguro parece sentirse agotado, con sus ojos desiguales cerrándose sin energías ni molestias por aún mantener a Tomioka y al dildo en su interior, quedándose completamente desmayado. Giyū, primeramente, se preocupa pero después comprende y suspira satisfecho.
—Oh, mi Obanai, yo también te amo.— Contesta Tomioka saliendo y sacando el objeto del agujero de Obanai, lamiéndose los labios al ver como el lugar es incapaz de cerrarse y por eso el semen sale como si fuera una pequeña cascada del lugar. En verdad, una hermosa vista.— No tienes idea de lo muy afortunado que me haces, te amo, te amo...— Dice acercándose a la mejilla del joven inconsciente y besa.— Cuando despiertes voy mimarte, lo prometo.
Y, aún estando inconsciente, Obanai pudo formar una linda sonrisa en sus labios cuando Giyū se acostó junto a él, para abrazarlo y repartirle besos en el rostro. El mayor se sentía muy feliz por el panorama.
Ambos se encontraban felices de haber compartido entre ellos las maravillas de un solo placer.
•~•
¡Feliz Navidad!
Un pequeño regalito que tenía guardado desde hace tiempo, pero que a penas ahorita me animé a terminarlo.
Entre ambas partes van, aproximadamente, +26mil palabras.
(Me duelen los dedos)
Pero siento que valió la pena, desde hace tiempo quería escribir sobre BDSM+Praise kink y como última hora le metí Dacrifilia porque sí.
Espero que les haya gustado y que la pasen muy estás navidades y año nuevo.
¡Los quiero muchísimo<3!
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