Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3.

A estupix por escribir
comentarios tan icónicos.

Elaia seguía en estado de shock. Su incredulidad pronto se transformó en desagrado.  

—Oh, por Merlín —dijo al recuperar el aire—. De todos los Gryffindor, ¿él? ¿En serio? En verdad creí que Frank sería el segundo en la lista. ¿No es él el listillo del grupo?

—Se suponía que así era —admití, cruzando los brazos—. Ni siquiera creí que Potter postularía al cargo, no después de que reemplazó a Fred como capitán del equipo de Quidditch.  

Elaia me observó con curiosidad, ladeando la cabeza como si intentara leer mi mente.  

—¿Crees que quiere acercarse a ti para disculparse de nuevo?  

Sus palabras me hicieron recordar lo que vi en la estación de tren, él de pie junto a Jacqueline Murray. Sonriendo. Se veía feliz, como si nada hubiera pasado. Como si yo nunca le hubiera importado.  

—Lo dudo —respondí, con una risa amarga—. La última vez que lo vi, le dejé en claro que jamás pasaría nada entre nosotros. Creo que me odia.  

Elaia chasqueó la lengua.  

—¿Odiarte? Louis me contó que estuvo alejado de todos en vacaciones y se veía deprimido.  

—Eso oí, pero no me fío de ese rubio —rodé los ojos—. Mi plan era evitarlo cuanto pudiera, pero considerando esta situación… tendré que verlo todos los días.  En serio, es la peor noticia para empezar el año. 

Llevé mis manos a la cara con frustración.  

Elaia arrugó sus espesas cejas, mirándome con el gesto que solía poner cuando detectaba que algo me afectaba más de lo que admitía.  

—No me gusta verte así de desanimada, Didi. Esperaste este último año desde que tenemos once.  

Suspiré, porque tenía razón. 

—Estoy enojada, conmigo más que con él. Le di más importancia de la que debería y eso me perseguirá —admití con un deje de frustración—. Pero tienes razón, esperé este año desde que pisé Hogwarts. Y no pienso dejar que un chico indeciso arruine eso.  

El rostro de Elaia se iluminó con una sonrisa astuta.  

—¡Exacto! Y tengo la solución perfecta para que te distraigas de ese cabeza de nomo.  

Su emoción me puso alerta.  

—¿Qué estás tramando?  

Elaia se acercó con expresión traviesa, casi conteniéndose para no gritar de emoción.  

—Me invitaron esta noche a…  

—No voy a ninguna fiesta clandestina, Elaia —interrumpí, cruzando los brazos—. Por si no lo recuerdas, soy Premio Anual ahora. Además, Potter estará allí con su grupo de revoltosos. No, gracias.  

Mi amiga puso su mejor cara de súplica, juntando sus manos como si estuviera rogando a los cielos.  

—Por favor, solo un ratito así de chiquito —hizo una señal con su dedo índice y pulgar—. Será lo único que te pediré en toda mi vida, Didi.  

Solté una negativa.  

—Eso mismo dijiste cuando nos escapamos a las cocinas. Y cuando nos infiltramos en la sala común de Ravenclaw. Y cuando quisimos jugar Quidditch en la noche con escobas robadas.  

—Bien, bien, lo admito, a veces te pido mucho. Pero esta vez te lo prometo, no, lo juro por todo lo que tengo —levantó la mano derecha con seriedad—. Además, aunque no lo organizan los Merodeadores, si te topas con el innombrable, no dejaré que se te acerque...  

Esa última parte me hizo levantar la mirada.  

—¿Los Merodeadores no lo organizan? —enarqué una ceja, sorprendida. Elaia asintió con entusiasmo.  

—¿Entonces quién?  

—Eleonora Williams.  

Parpadeé, sorprendida.  

—¿Williams? ¿La Eleonora que es prácticamente una santa?  

Elaia asintió, riendo.  

—La misma. Quién lo diría, ¿eh? Siempre tuvo las mejores referencias, la niña buena de Hogwarts, la favorita de Minnie… pero parece que este año se hartó y decidió hacer algo divertido.  

No podía negar que eso despertaba mi curiosidad. Eleonora siempre había sido responsable, nunca se metía en problemas a pesar de su cercanía con los Merodeadores 2.0. Algo debía estar tramando.  

—Interesante —murmuré, desviando la vista hacia la ventana. Por alguna razón, sentía que esa fiesta sería diferente a las anteriores.  

Elaia notó mi vacilación y aprovechó la oportunidad.  

—Vamos, sabes que es buena estudiante y jamás se metería en líos grandes —insistió—. Además, va a ir todo séptimo año. ¡Incluso invitaron a los de Slytherin!  

Eso sí me sorprendió.  

—¿También Slytherin?  

Elaia asintió con una sonrisa triunfal.  

—Sí, ya sé lo que estás pensando. Yo tampoco lo creí al principio pero es algo así cómo "unión de casas".

Sopesé mis opciones por un momento. Tal vez no sería tan malo salir un rato y despejar mi mente.  

—Bien, lo pensaré —dije al fin, con una sonrisa corta—. Pero me iré temprano.  

Elaia aplaudió emocionada.  

—¿Palabra de mejor amiga?  

Puso su mejor cara de cachorro abandonado, y después de resoplar, asentí.  

—Palabra de mejor amiga.  

—¡Sí! No sabes cuánto tiempo he esperado por esto.  

La observé reír con emoción y me reí con ella.  

Esperaba no arrepentirme como las veces anteriores.

[...]

Estábamos en el pasillo del tren, a punto de bajar y mi mejor amiga seguía colgada de mi brazo con fuerza. No le importaron las miradas extrañadas de varios niños de primer año o la mirada asustada de la profesora de estudios muggle.

—Elaia, por tercera vez, no me arrepentiré. Lo juro —le aseguré, tratando de liberarme un poco de su agarre.  

Ella me soltó con una expresión de falsa ofensa, cruzando los brazos sobre su pecho.  

—Solo quería asegurarme —murmuró con dramatismo —. Ya lo has hecho antes.

Rodé los ojos.  

—Si, pero esta vez te di mi palabra. Y aunque me arrepienta después, un trato es un trato. Ya puedes soltarme.

—Está bien. Pero recuerda estás rechazando un abrazo de tu mejor amiga —se quejó, frunciendo el ceño en una mueca exagerada—. Algún día me extrañarás. No, espera… es verdad que ya no compartiremos habitación.  

—Así es —asentí.  

—Entonces te verás obligada a extrañarme, pelirroja.  

Estaba a punto de contestarle que no me iba a mudar de continente, cuando un chico familiar se nos acercó. Era Lorcan Scamander, el único Merodeador con la personalidad tranquila.  

—¿Qué tal, Diana? ¿Cómo estás, Elaia? —preguntó con su tono despreocupado de siempre. Llevaba su maleta en una mano y, a simple vista, no había cambiado mucho. Seguía alto, delgado y con su característico cabello castaño claro.  

—Bien —respondimos al unísono antes de mirarnos de reojo.  

Hablar con uno de los Merodeadores seguía sintiéndose extraño después de lo que había pasado con James.  

Nos acompañó hasta la entrada, ayudándome a guiar a los niños de primer año hacia las barcas. Luego tomamos un carruaje y, minutos después, el castillo apareció imponente ante nosotros.  

Esa sensación de volver a un lugar en el que realmente me sentía en casa era inigualable.  

—La ceremonia está por comenzar, pero tengo mucha hambre —Elaia sonrió con ilusión—. ¿Recuerdas la cena de primer año, cuando confundí la decoración con un platillo muggle?  

Contuve la carcajada y asentí.  

Los recuerdos de mi vida en Hogwarts estaban llenos de ella. Aquel primero de septiembre de hace seis años, habíamos hablado desde el tren, seguido por la selección en el Gran Comedor y, más tarde, en la habitación que compartimos. Desde ese día, nos volvimos inseparables.  

—Te la comiste igual —le recordé—, y dijiste que era un plato que te "abrió los ojos al mundo culinario muggle".  

—Pagaría cien galeones por verte haciéndolo otra vez —dijo Lorcan con astucia.  

No me sorprendió verlo alejado de los demás Merodeadores. Era algo común en él, al menos el primer día. Su hermano gemelo, Lysander, había quedado en Ravenclaw, y desde esa mesa se miraban de vez en cuando. Ambos eran un tanto misteriosos.  

Mientras tanto, mi mirada vagaba hacia la mesa de Slytherin, buscando a alguien en particular. No lo encontré, así que decidí dejarlo estar por el momento. Lo encontraría más tarde.  

—Oh, me tientas, pero debo guardar algo de decencia. Hoy mi hermano menor será seleccionado —comentó Elaia con toda la naturalidad del mundo.  

Casi me atraganté y giré la cabeza tan rápido que supe que me dolería después.  

—¿Y por qué no me contaste? No pensé que a Zacharie le tocara este año —protesté.  

Conocía a su hermanito por las pocas veces que me había colado en su casa a escondidas.  

—¿Que no tenía cinco? —susurró Lorcan, alias "Lunático".  

Le hice una seña con los dedos, indicando los seis años que habían pasado desde entonces.  

Elaia suspiró.  

—No dije nada porque no quiero aceptarlo. Es mi hermano menor el que entra por primera vez… Siento como si yo estuviera en su lugar otra vez.  

—Pues llegó el momento —murmuré, observando cómo las puertas del Gran Comedor se abrían. La ceremonia estaba por comenzar.

La directora McGonagall daba un discurso sobre la importancia de ser valientes ante la adversidad, pero yo apenas le presté atención. En su lugar, observaba de reojo a Potter, quien intercambiaba aviones de papel con Jacqueline Murray debido a la cercanía de las mesas. Claro que, por una coincidencia cósmica y accidental, cada uno de esos aviones terminaba incendiándose en el aire.  

Cof, cof. ¿Ya mencioné que uno de mis pasatiempos favoritos era quemar aviones de papel sin querer?  

—Cuando diga sus nombres, se acercarán aquí, y el Sombrero Seleccionador les dirá a qué casa van a pertenecer: Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw o Slytherin —anunció el profesor Neville Longbottom.

La ceremonia de selección comenzó.  

—Ariane Belladona —una niña de ojos azules caminó con cautela hasta el taburete. Apenas el sombrero tocó su cabeza, este gritó:  

—¡RAVENCLAW!  

Su mesa estalló en aplausos.  

—John Delley —un chico rubio apenas tuvo tiempo de acomodarse cuando el Sombrero anunció:  

—¡HUFFLEPUFF!  

Los tejones celebraron con entusiasmo.  

Los nombres siguieron pasando uno tras otro hasta que, finalmente, llegó el momento.  

—Zacharie Zabini. 

El niño de once años subió al taburete a toda prisa. Tenía la piel un poco más oscura que la de Elaia y unos ojos negros y penetrantes que se posaron de inmediato en nuestra mesa. Cuando el Sombrero fue colocado sobre su cabeza, miró de reojo a su hermana en busca de calma. Yo también lo observé con cierto instinto protector, consciente de las miradas que recibía. No hacía falta ser vidente para saber que Elaia sentía lo mismo.  

—¡SLYTHERIN! —gritó el Sombrero.  

Hubo un instante de silencio contenido antes de que la mesa de Slytherin comenzara a aplaudir. Sin embargo, mi mirada se fijó en Elaia, quien permanecía en shock.  

Lo entendía. A pesar de que ella había quedado en Gryffindor, toda su familia pertenecía a Slytherin. Y ese no era el mayor problema. Su linaje estaba vinculado con antiguos mortífagos (lo había leído en "La Segunda Guerra Mágica"). Sus padres, Blaise Zabini y Pansy Parkinson, eran de sangre pura y, además de Zacharie y Elaia, tuvieron a Blaise II, el mayor de los tres. Desde que llegó a Hogwarts, Elaia había sido tildada de "mortífaga", algo completamente ajeno a su personalidad pero que, aún así, la había marcado. Sabía que haríamos lo posible para que su hermano menor no pasara por lo mismo.  

—El lado positivo es que mis padres no lo van a rechazar como a mí —dijo en voz baja.  

Recordé aquella carta de su madre en la que la negaba como hija. No solo había tenido que soportar insultos en la escuela, sino también en su propia casa.  

—Hablaré con Albus y Scorpius, ellos están en quinto y lo cuidarán —añadió, convencida.  

Lorcan y yo nos miramos, incrédulos. ¿Acaso Elaia no sabía que Albus y Scorpius eran los menos respetados en su casa? Desde que confesaron su viaje en el tiempo y cómo atraparon a Delphini Riddle, muchos Slytherins los consideraban unos mentirosos.  

El banquete llegó a su fin y ayudé a los nuevos a seguir a los prefectos de Gryffindor hasta la torre. A lo lejos, vi a Zacharie hablando con Elaia, visiblemente más tranquilo; Lorcan conversaba con Fred II, seguidos de cerca por Frank y Eleonora Williams. Mientras tanto, James se despedía de Jacqueline, y yo… bueno, yo solo quería dormir.  

—Espero de verdad que Zacharie no la pase mal. Si es así, tendremos que mudarnos de sala común y hechizar a diestra y siniestra —dijo Elaia, esbozando una sonrisa divertida.  

—Ya lo creo —respondí, contagiada por su entusiasmo—. Te veo en las cocinas en un rato.  

Elaia se llevó la mano a la frente y me saludó con un gesto de soldado muggle. Nos despedimos delante del profesor Longbottom para que no sospechara. Mientras me dirigía a la torre de Gryffindor, no pude evitar preguntarme si este año sería diferente o si, al final, todo volvería a ser un caos.

[...]

Subí las escaleras giratorias, la contraseña estaba escrita al reverso del papel que nos dieron en el tren. Exclamé: "Godric".  

La puerta de madera se abrió, revelando una pequeña sala común que, aunque similar a la otra, parecía hecha para pocas personas. Un sillón azul, una chimenea y una pequeña biblioteca. A la izquierda estaba mi cuarto, lo supe de inmediato porque mi nombre aparecía en letras doradas en la puerta. A la derecha estaba la habitación del susodicho, quien no tardaría en llegar.  

Antes de que él viniera y me lo encontrara, decidí vestirme. Las ganas que tenía de lidiar con él en ese momento eran nulas. Me puse unos jeans rasgados y una camiseta sin mangas. Dejé mi cabello suelto por pura pereza de alisarlo y me apliqué un poco de brillo rojo en los labios.  

—No tardaste tanto, Gryffin, qué impaciencia —dijo, apareciendo en el umbral de la puerta, con una expresión algo confundida al verme sin la túnica.  

—Es que yo no me quedé a besuquearme con nadie —respondí con una sonrisa burlona.  

—Pues deberías, te hace falta —contestó, con el mismo tono. Adiós al James que odiaba molestarme con chicos.  

—Idiota —murmuré. Eso y mucho más. Si ella era para él, pues qué lástima, pero mi vida seguiría adelante, aunque doliera. Ellos dos eran tal para cual, como había escuchado alguna vez:  

"Cada quien con quien merece".  

—Exacto, fui un idiota por perder tantos años persiguiéndote, cuando claramente jamás estaré a la altura de la gran diosa Diana —dijo, usando el sarcasmo con las mismas palabras que antes empleaba para halagarme.  

—Por supuesto, así que confórmate con cualquier chica y supérame. Buenas noches —salí de mi habitación rozando su hombro y cerré la puerta principal detrás de él con un golpe seco.  

—¡Ya lo hice! —gritó desde adentro.  

—¡Bien! —respondí furiosa, caminando hacia las escaleras.  

Solo él podía enojarme tanto. Esperaba que esta idea de la directora no me llevara a terminar en Azkaban.

¡Holaa, rarezas! Aquí el capítulo 3 de USM💐🦋🧡

¿Qué les pareció?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro