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24.

Dedicado a Prettyy_Writter, porque ambas sabemos que James Sirius es swiftie.

8 de diciembre, 2021

Las semanas en la madriguera habían pasado con detenimiento. Ni siquiera sabía si culpar por ello al tiempo en sí mismo o a mi poca percepción de la realidad, pero la mayor parte de noviembre los días se me hicieron largos. Había perdido gran parte de mi apetito, el estrés de no saber sobre mis padres y observar poco a poco que el brillo de Elaia se esfumaba, me consumía.

Si añadíamos a ello que Delphini aún no podía ser hallada y que no logramos contarle a nadie la profecía debido a un viaje sin explicación de los adultos, el inicio de diciembre no podría haber sido peor.

James, sus primos y yo habíamos oído a inicios de noviembre que su padre había movilizado a muchos aurores a la parte norte de Londres, donde una centena de asesinatos a familias mágicas y muggles ocurrían. A pesar de las propuestas de Hermione Granger para informar a la población de inmediato, el Ministerio negó que se entrometiese más de lo debido, llegando a amenazarla a ella y a su familia. Sus propuestas no fueron escuchadas, pues Delphini estaba obteniendo popularidad entre algunos grupos extremistas.

Lo escandaloso ocurrió días después de la amenaza, pues el periódico más amarillista —"El Profeta"—sacó una primera plana que decía:

Delphini Riddle, la revolución hecha persona.

En casa nadie pudo contener sus muecas de asombro e indignación cuando vimos a la mujer rubia de mechones azules sonreírle a una multitud de personas que la vitoreaban con emoción, como si de su heroína se tratara. Todo parecía tan irreal.

¿Es que nadie podía darse cuenta?

Claro que no, el ataque a Hogwarts se lo habían atribuido a un preso suelto de Azkaban y los asesinatos de igual forma.

De un día para otro, a mitad del onceavo mes, el señor Bill envió un patronus avisando que tenían algo que investigar en Rumania y no se supo más que las cortas cartas en francés que Victoire —quién estaba a cargo junto a Teddy — traducía.

De más estaba decir que ni James ni yo les dijimos algo sobre la profecía, ambos jóvenes estaban haciendo todo lo posible entre cuidar a su hija, vigilarnos, traducir correspondencia y recopilar datos, en estos momentos no podrían ayudarnos con semejante información. Enviarles una carta tampoco era opción, mucho menos cuando los rumores de intercepción a lechuzas se hacía creciente. Solo podíamos esperar su regreso.

Y lo esperamos durante días. Pero no llegaban, así que cada uno hizo las cosas por su lado.

James actuaba extraño, como cuando tramaba algo en Hogwarts; sin embargo cuando le pregunté por ello, él solo lo negó. Dejé de darle importancia al asunto, supuse que cada uno tenía cosas importantes en que pensar.

Y una de esas cosas importantes para mí, era Elaia, quién seguía hundida en la tristeza y lo único que había cambiado en ella era la pequeña curva sobresaliente en la parte baja de su estómago. Teddy y Victoire no lo notaron debido a la ropa suelta que se ponía cada que bajaba a las comidas, lo mejor era que continuara así.

Ella y Fred no se hablaban tampoco, salvo por cosas pequeñas cada quien seguía su camino. Traté de mantenerme al margen de la situación, pero tenía la teoría de que era para no alterar la poca paz que se había conseguido entre primos. Pues Louis, casi por intervención divina, dejó de mirarlos con rabia y optó por la indiferencia, algunas veces le observaba escabullirse por las tardes para alimentar a sus amados cuervos para después encerrarse en su habitación y comer allí, u otras veces lo miraba en el patio hablando con Dominique. Fuera de todo eso, no se veía distinto físicamente, salvo porque se dejó crecer el cabello.

Me recordaba a Dax en cierta forma y eso dolía.

Rose y Albus hablaban seguido de su deseo por contactar a Scorpius, algo que no podían hacer lo cuál los tenía frustrados. Lily Luna, Roxanne y Hugo pasaron mucho más tiempo juntos, si bien era difícil mantenerlos ocupados en el encierro, Victoire dió su máximo esfuerzo para intentarlo. Ya habían tenido clases con ellos de pintura, francés, piano, ajedrez, lectura y cocina. Esta última casi incendió la casa.

Lucy era mi única compañía hasta hace dos semanas, cuando ella y su hermana se fueron a casa de sus abuelos maternos. Después de eso me sentí sola por completo.

Lo malo de estar sola era que me incitaba a pensar en el pasado, cuando todo estaba bien. En Hogwarts, el equipo de Quidditch, mi familia, mis amigas...

Al menos de dos de ellas sabía algo, rogaba en mi corazón que Eleonora se encontrara bien. Aunque supuse debía ser así, teniendo en cuenta que las noticias terribles eran las primeras en saberse.

El invierno que llegó con diciembre no era el más encantador, aún así,  me hacía recordar estas fechas con cierta nostalgia. Me ponía a pensar en las vísperas navideñas que tenía en casa, en mi padre contando historias, en mi madre decorando la sala y en Atenea horneando galletas. Recordé el sentimiento que me ocasionaba ver la nieve caer, oír a los vecinos cantar villancicos y escribir postales navideñas a mis mejores amigos.

Muy a mi pesar, Dax entre ellos.

Tenía resentimiento por lo que hizo, por elegir ese bando, por ser cómplice de Delphini, por elegir esos ideales y por arruinar nuestra amistad.

Debí oír a mi madre cuando dijo: "No importa cuantas oportunidades le des a una persona, si te falló una vez, no creas que tardará en hacerlo de nuevo solo porque se trata de ti". Me habría ahorrado la pena de creer que podía hacerle cambiar de parecer. Imposible.

No sufriría por su decisión, ya lo había hecho y no solucionó nada. Tal vez este diciembre no sería como esperaba, pero encontraría a mis padres. Si Delphini creía que me destruiría con eso estaba equivocada, aún tenía más que dar.

[...]

Esos días en especial, y con ayuda de las orejas expansibles de Fred II, escuchamos una conversación entre Teddy y Vic. Hablaban de una carta del señor Harry sobre reabrir la Orden del Fénix, la misma que se creó para acabar con Voldemort. Sabíamos sobre ella por los libros de historia y como ayudaron en la primera y segunda Guerra mágica.

Si se me daba la oportunidad esperaba formar parte de ella.

Así que después de que Lucy se marchó empecé a investigar en la biblioteca de la señora Molly, habían muchos libros de hechizos avanzados y Defensa Contra las Artes Oscuras. Así que mientras mi mejor amiga tomaba la siesta, me empeñé en practicar por horas, logrando un avance extraordinario en pocos días.

Aunque para ser sincera, no todo fue en éxito pues ya había conseguido algunas cicatrices en los brazos, un vidrio roto y casi desvanecer mi guardarropa.

Paso a paso, Diana. Ella caerá.

Me repetía constantemente, si quería pertenecer al bando que iba a acabar con ella debía esforzarme para estar a la altura. Era una promesa conmigo misma, y no tenía planeado romperla.

Cada tanto, los primos Weasley, Elaia y yo nos reuníamos en silencio por la tarde para escuchar en la radio a "Alerta Mágica", el único programa que revelaba la verdad de Delphini Riddle, narrada por un locutor anónimo. A palabras de Teddy, su identidad debía ser un secreto para evitar las amenazas.

Cuando finalizaba, me dejaba una sensación de angustia. Gente moría allá afuera mientras la escuchábamos, el Ministerio no iba a involucrarse y se oían rumores de la destitución de Hermione como ministra. La situación era horrible.

—Diana, abrígate, hace frío —Elaia me ordenó, sacándome de mis pensamientos.

Ella tenía la mirada perdida en la ventana pero aún se preocupaba por mí. Era extraño verla sin sus acostumbradas trenzas y sonrisa emocionada, al menos sus vómitos cesaron por lo que recobró el aspecto.

Por las noches todavía era horrible, pues las pesadillas sobre Zacharie la atormentaban y el llanto se hacía presente. Sus padres tenían gran culpa en ello, le rompieron el corazón el día en el que solo necesitaba un abrazo.

Quería que mi amiga volviera a ser como antes, pero eso no sería posible. Nadie volvía a ser el mismo después de una pérdida. Así que amaría esta versión de Elaia tanto como la anterior, porque detrás de toda esa tristeza estaba el alma alegre que me hizo sonreír en mis peores momentos.

Eso hacían las mejores amigas.

—Ya mismo me pongo el suéter —le dije de inmediato.

Molly era una mujer maravillosa, y me sorprendió el tiempo que sacó para tejer suéteres a todos sus nietos antes de irse. También nos regaló unos a nosotras con las iniciales de nuestros nombres. Para mí azul y para Elaia, verde.

Ella ya tenía puesto el suyo.

—¿Crees que sea niño, Diana? —mi amiga ojiverde lanzó la pregunta al aire y quedé sorprendida. Nunca mencionó nada relacionado al bebé desde Hogwarts, lo que entendí fue que no quería encariñarse suficiente ya que el plan de adopción seguía en pie —. Digo, tengo esa duda. Fred cree que sí, yo no sé.

Lanzó un suspiro apoyándose en el vidrio, mirando al patio.

—Hay un cincuenta por ciento de probabilidades para cada opción —añadí notando la curiosidad en su voz —. Es algo que me gustaría saber, si te soy sincera.

Asintió como esperando esa confirmación de mi parte.

—A mí también... —la frase salió de sus labios como una confesión, me observó, sus ojos verdes tenían un brillo nuevo —. No sé si es una buena idea, digo, tengo trece o catorce semanas según el calendario que me dió miss Pomfrey, ¿es posible?

—Leí que sí, en este tiempo de gestación se puede saber que será —ignoré su mirada extrañada.

Quería saber todo lo posible acerca de los embarazos para informarla, en caso de cualquier cosa extraña que fuera a suceder. Así que leí los pocos —pero extensos —libros de maternidad de Molly.

—No es que sea muy importante, claro, pero me sentiría más tranquila saberlo porque así... —un golpe en la puerta de nuestra habitación la interrumpió.

—Adelante —lancé creyendo que era Victoire, pues a veces venía a preguntar sobre el almuerzo.

Grande fue mi sorpresa al ver entrar a Fred, evaluándonos a ambas con el rostro relajado.

—Lai, Diana —saludó con cortesía. Me sorprendió verlo, después de todo no se había acercado a nuestro cuarto para nada.

Al menos hasta donde tenía entendido. Miré a Elaia con algo de sorpresa, pero ella parecía imperturbable.

—Freddie —asintió con una sonrisa a medias, una chispa entre ambos podía sentirse. Una que me hizo sentir como mal tercio.

Tenía un sentimiento extraño de confusión en el pecho, aunque no tenía porqué, pues lo entendí mejor. Por más que ambos no hubiesen hablado en días —para no enojar a Louis o levantar sospechas a los demás primos —, su cariño seguía intacto.

Me regañé en mi interior por creer lo contrario.

Podía echarle la culpa en parte a que hasta hace poco, la mitad de Hogwarts y yo creíamos que se odiaban.

—¿Qué hacen? —la voz calmada del moreno me agarró desprevenida. No iba a decir nada de lo que hablamos antes de su llegada a menos que mi amiga misma le revelara su curiosidad.

Elaia se sentó en la cama, parecía algo apenada pero aún así lo dijo.

—Nos preguntábamos qué sería el bebé. Le conté a Diana que crees que será niño —el muchacho quedó pensativo en su posición, con la vista enfocada en el vientre de mi amiga —. Me da curiosidad saberlo.

Admitió dándome un vistazo rápido.

—Estoy segura que lo sabremos pronto, tal vez en la cita con el medimago el próximo mes —la animé, Fred seguía en la misma posición.

—¡Lo tengo! —exclamó haciéndome sobresaltar, Elaia lo miró sin comprender.

—¿Qué cosa? —lanzamos ambas al unísono.

—Una idea, por supuesto.

[...]

—¿Estás seguro de esto, Weasley? —pregunté mientras lo seguía por un pasadizo, con mi varita en alto. Si bien habían dos focos opacos junto a las escaleras, el resto del cuarto seguía oscuro. Al menos el encantamiento "lumos" servía bastante para situaciones así.

Elaia se había quedado a vigilar la entrada del sótano, odiaba los espacios cerrados y con poca luz. Miedo del que podía culpar a Pansy Parkinson por completo.

—Mi padre tiene un set completo de pruebas para conocer el sexo del bebé, Gryffin —habló Fred deteniéndose en una repisa llena de cajas cerrada —. Pensé que solo hacía artículos de broma, pero no.

Empezó a mover una por una.

—El almacén de tu familia parece la Sala de Menesteres, hay de todo —dije sorprendida mientras exploraba alrededor.

Había de todo. Productos para el cabello, artículos de espionaje, para bromas, curativos, libros de fabricación, etc.

—Sin duda todo es útil, por ejemplo, con estas pruebas que fabricó papá, nos enteramos del embarazo de Victoire —señaló una caja pequeña junto a él.

Me mostró un pequeño tubo de plástico parecido a los de ensayo,  cerrado con un corcho, un extraño líquido transparente y burbujeante brillaba en su interior. Lo miré con atención.

—Tu padre es muy ingenioso, ¿cómo se usan?

El destapó uno.

—Si mal no recuerdo, se meten unos cabellos y se esperan algunas horas —me pidió algo de mi cabello para la demostración y los colocó dentro, admiré con sorpresa cómo empezaban a evaporarse —. Si se vuelve roja carmesí, es un embarazo. La verdad es algo que no salió al mercado, fue creado solo para mi madre. Ella le tenía miedo a sacarse sangre, así que papá creó estas pruebas. Tardan mayor tiempo pero a diferencia de las pruebas de orina muggle, son más efectivas.

—Un lindo gesto sin duda —murmuré más para mí que para él.

—Ten, ya usada no lo puedo devolver. Si decides asustar a James pido estar presente —me dió el tubo ahogando una risa, lo coloqué en el bolsillo de mi pantalón sin replicar. No era como si pudiera bromear con eso pero el ánimo de Fred era contagioso —. Ahora a lo que venimos, aquí están las pruebas de sexo.

Eran tubos de ensayo más grandes apilados en una caja blanca, el líquido dentro de ellos era igual de transparente que el anterior.

—¿Este es con cabello también? —él negó.

—Al parecer mi padre no lo terminó de crear —me entregó un tubo cerrado con cuidado —. Tendrá que pincharse el dedo y que una gota de sangre caiga dentro.

—Entiendo, ¿cómo se sabe si es niño o niña?

—El líquido toma el típico color rosa o azul —cerró la caja y guardé ese tubo en mi otro bolsillo.

Le ayudé a acomodar todo con apuro, devolviendo las cajas a su posición anterior.

—¿Por qué crees que será niño, Weasley? —consulté recordando lo que Elaia me contó, a la vez que le pasaba una caja de pastillas vomitivas listas para apilar.

Se giró para verme. Meditó unos segundos.

—Zacharie creía que sería niño, me gustaría pensar que tuvo razón, es todo —su voz cayó como un susurro, se sintió como un golpe interno el pensar en el niño que ya no estaba más con nosotros —. Personalmente, no tengo una preferencia, solo espero que nazca bien para que encuentre un hogar cuánto antes. Será lo mejor para él o ella, merece crecer en un sitio estable, feliz y con unos padres mejores de los que Elaia y yo podemos ser.

Lo miré algo apenada, no era una decisión fácil y lo podía notar en su cambio repentino. Pero ambos elegían lo que creían mejor, no para ellos, sino para el bebé.

—Un acto de completo amor, eso es lo que creo.

Fred estaba por responder cuando algunos pasos se oían por las escaleras, susurros familiares amenazaban con encontrarnos husmeando en el almacén. Los adultos acababan de regresar de su viaje, lo supimos de inmediato cuando la clara voz de un adulto conocido por ambos se hizo más cercana.

George Weasley.

🦋La canción del inicio está dedicada a Zacharie sin duda🦋
¿Qué les pareció la actualización, rarezas?
Los leo 👀

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