23.
Dedicado a fanyvamp por su paciencia con las actualizaciones.
Gracias por leer <3
6 de noviembre, 2021
Estaba por cumplirse una semana de la tragedia que nos envió a "la Madriguera" y mientras más tiempo pasaba temía que nada estuviera marchando a nuestro favor. El estrés podía sentirse en cada rincón de la casa, aún más por el silencio nada habitual que había entre los primos y la poca información de los adultos.
No me consideraba alguien animada en esos momentos, pero la soledad era una enemiga mortal que carcomía de a poco. Nunca lidié bien con ella, y mucho menos cuando descubrí mis visiones unas pocas semanas atrás. Tanto buenas como malas, no las pude compartir con nadie cercano debido a la lejanía de mis dos personas de confianza.
Elaia, aún separada del mundo encerrada en el círculo negro del dolor. Lloraba la mayor parte del tiempo, a penas decía algo y solo comía cuando Fred o yo la convencíamos de que lo hiciera. La señora Potter decía que si continuaba de esa manera enfermaría, las consecuencias tanto para ella y el bebé no se harían esperar.
La impotencia dominaba mis pensamientos, se me hacía un nudo en el estómago de solo recordar aquella noche de Halloween, a Delphini y a Zacharie.
James, por su lado, hablaba a todas horas con Fred en la habitación de ambos. Eran largas conversaciones que parecían no tener fin, sin embargo por la forma en la que lo hacían parecía ser importante. Le notaba distante, a penas me saludaba en los desayunos y me miraba en las cenas.
No tenía la menor idea de lo que había sucedido. Estaba confundida y dolida al respecto.
¿Algo le había hecho cambiar su opinión sobre nosotros? No, no podía ser eso. Él me quería, lo demostró muchas veces, y se supone que cuando quieres a alguien no te arrepientes de hacerlo.
Debía ser otra cosa.
Tomé mi sweater de lana y bajé a la primera planta mientras Elaia tomaba un descanso. Estaba atardeciendo, lo más probable era que los adultos estuvieran por llegar de sus misiones. Si bien Molly se quedaba en casa, al igual que su esposo Arthur, los demás estaban en distintas locaciones cuyas ubicaciones eran desconocidas para todos.
Le había preguntado a Victoire un par de veces, pero no era muy informativa al respecto pues su tarea en la casa era de traducir la correspondencia nada más. Teddy se estaba preparando para ser un auror, así que el señor Harry le encargó la tarea de quedarse haciendo rondas fuera de la madriguera por precaución.
A pesar de la protección que tenía el lugar, habían reglas que debían ser respetadas. Una de ellas era no salir de la casa más allá del jardín, nadie se había atrevido a romperla, hasta ahora.
La imagen de Louis caminando sin mirar atrás y dirigiéndose hacia alguna parte allí fuera no me fue pasado por alto. Contuve el aliento mientras trataba de alcanzarlo a través de la neblina.
—¡Weasley! —llamé a lo lejos. Quedó estático pero no volteó al instante, se tomó unos minutos para acomodar una cesta de picnic entre sus manos y girar hasta dar conmigo.
—¿Qué deseas, Gryffin? —su cabello rubio algo crecido se movía en el viento tapándole parte del rostro. Frunció los labios —. No sé si te des cuenta pero estás estorbando.
—Y no sé si tú te des cuenta pero no puedes salir más allá del jardín —la afirmación en mi voz no le importó lo más mínimo, dió un paso hacia delante ignorando mi advertencia —. Es por seguridad, no seas necio.
Avanzó tres pasos más a propósito. Salió del campo de protección.
—Uy, que miedo —alzó los hombros y agudizó la voz con sorna —¿Qué harás? ¿Acusarme?
Maldije en mi interior su terquedad.
¿Acaso se había caído de cabeza cuando era pequeño?
—Nos pondrás en peligro si te atrapan —rebatí siguiéndole el paso solo hasta el límite que separaba el lado protegido del exterior —. Detente.
—No sabía que te preocupaba tanto, Gryffin —le oí sugerir burlesco y el calor comenzó a subir por mi rostro —. Puedes llamar a un adulto si quieres, pero no llegan hasta en media hora. Tal vez si le cuentas a Potter, él sepa qué hacer.
—Puedo encargarme de ti yo sola —arrugué el entrecejo sin despegar la vista.
Louis giró sobre sus talones para evaluar a lo que me refería.
—¿Y qué harás? ¿Hechizarme cómo en el tren?
—Peor aún, iré contigo.
Cuando abrió la boca para replicar yo ya había salido del campo de protección y estaba junto a él.
[...]
Louis tenía la boca tan recta como una línea y se aferraba a su sudadera negra con fuerza, tenía las mejillas sonrosadas, no sabía si por el frío o por la rabia no expresada. Por mi parte, el sentimiento de precaución pasó a segundo plano cuando una sonrisa de satisfacción por haber arruinado sus planes cruzaba por mi rostro.
—Es aquí —farfulló entre dientes deteniendo el paso de golpe frente a un tronco grueso.
No habíamos caminado mucho, pero el lugar estaba rodeado de árboles que tapaban mi campo de visión del lugar en el que —probablemente —estaba la Madriguera. Contando el hecho de que estaba por anochecer y los adultos llegarían pronto.
—¿Qué planeas hacer, Weasley? —indagué con curiosidad al observarlo levantar la vista.
Empezó a trepar uno de los árboles más altos con facilidad haciendo una mueca de suficiencia cuando creyó por fin dejarme atrás. Error, no planeaba quedarme de pie a mirarlo desde lejos, por lo que intenté subir tras él. Sin duda cuando era pequeña esa tarea se me hacía más sencilla. A pesar de que la falta de respiración, mi rostro enrojecido y la risa burlona nada disimulada del chico rubio una vez llegué a la cima, logré conseguirlo.
—No hagas ruido, quédate quieta o los vas a espantar —sacó una barra de pan de la canasta y apuntó a una rama lejana con obviedad, allí estaban tres aves de plumaje oscuro mirándonos con cautela.
—¿Rompiste las reglas por unos cuervos? —lancé entre susurros con impaciencia. A la vez admiraba mis pies colgando en el aire a una altura considerable, tanto como para romperte unos cuantos huesos —. Estoy segura que son demasiado inteligentes como para conseguirse el alimento por sí mismos.
Chasqueó la lengua y empezó a trocear el pan para tirarlo al suelo. Las aves empezaron a bajar una por una.
—Si vas a juzgar mis pasatiempos puedes bajar y volver por dónde viniste. No te invité en primer lugar —rodé los ojos ante su intento de comentario hiriente.
Sabía que desde lo que sucedió con Elaia, él estaba a la defensiva con todos en la casa. Victoire y Dominique no entendían porqué, sin embargo los demás estábamos más que enterados. Louis y Fred no podían cruzar ni la mirada, de lo contrario era una pelea asegurada.
—Bien, lo lamento —levanté las manos en señal de paz —. Algo interesante deben tener para que vengas a verlos seguido, ¿no?
Le tomó unos segundos asentir.
—Son mi animal favorito desde que era un niño. Incomprendidos por quienes los creen un mal augurio, son misteriosos y poseen sabiduría única. Siento que están infravalorados, si se les diera un trabajo, estoy seguro de que serían tan funcionales como las lechuzas —levantó la mirada, la luz anaranjada le cubría el rostro —. Además mi patronus es un cuervo, no puede ser coincidencia.
—Entiendo, tiene sentido —miré a una de las aves que se llevaba el pedazo más grande a su nido con curiosidad —. Debe ser maravilloso saber que tu patronus es de tu animal favorito. Aún no logro conjurar el mío.
No era una queja como tal, teníamos cortas clases junto a Hufflepuff para practicar el conjuro. Sin embargo, cómo la mayoría, creí que otros cursos que me ayudasen en mi futura carrera fuera de Hogwarts, era más importante. Tenía que practicar cuanto antes, con los tiempos por los que estábamos pasando, mucho más.
—No es culpa tuya, Gryffin, no todos tienen la suerte de estar en Ravenclaw. Aprendemos más rápido, somos algo exigentes al respecto —dijo mientras me daba un pedazo de pan para que pudiera alimentar cuervos también.
Poco a poco recordaba a la perfección porqué le lancé aquel "Mocomurciélago" en el tren.
—Los Gryffindor's aprendemos rápido también. En la acción, no solo entre páginas —rebatí aferrándome a mi varita que colgaba del bolsillo de mi pantalón.
—Tal vez, pero son impulsivos. Nosotros planeamos para actuar, ustedes solo... se lanzan a un dementor rogando a Merlín no morir en el intento —capté la indirecta respecto a lo sucedido con Lorcan en los pasillos de la enfermería. Sí que corrían rápido los rumores —. Por un momento creí que te habías rendido con la vida.
Me miró con curiosidad con una mano en la rama superior del tronco que nos sostenía.
—No sabía que estuvieras al pendiente de mí, Weasley —enarqué una ceja —. Y no, amo vivir tanto como tú a los cuervos. En mi defensa, no había opción pues nadie sabía el encantamiento y Lorcan moría.
—Un Ravenclaw siempre encuentra opciones —se puso de pie, a punto de descender.
—¿Qué hubieras hecho tú en mí situación, entonces? —cuestioné —. No habían.
—Yo hubiese...
Antes de oír su respuesta por completo pegué un fuerte e involuntario chillido. La rama en la que estaba sentada se había partido por la mitad y todo mi cuerpo estaba suspendido en el aire. Lo único que lo sostenía eran las manos de Louis, firmes en mi brazo derecho.
[...]
—Padre nuestro que estás en el cielo... —empecé a susurrar una de las oraciones que mi madre nos recitaba cada noche a Atenea y a mí. Fue involuntario, como un intento desesperado de encontrar calma.
Apreté mis ojos unos segundos antes de apartar la vista del suelo, no podía soportar el vértigo que me ocasionaba verlo a varios metros. Mi cabeza comenzó a dar vueltas, la imagen del chico rubio a la lejanía se hacía nublada.
Y aunque pudiese sonar exagerado, una luz dorada se hizo presente. Los cuervos echaron a volar despavoridos.
—¡Gryffin! —oí el grito de pánico mientras mi brazo era jalado con fuerza. Dolió, pero no pude gritar pues una visión cruzó por mi mente.
"Estaba cara a cara con una mujer rubia platinada, de traje y con llamas entre los dedos. Esta sonreía con elegancia y prometía enseñarme mi pasado."
Ni siquiera había contado el tiempo, todo se sintió tan largo como una secuencia de imágenes en cámara lenta. Cuando mis pies tocaron una rama segura gracias a la ayuda de Louis y este me soltó, la luz desapareció.
Ambos teníamos las respiraciones agitadas, una especie de emoción se hizo presente en mi pecho pero se la asigné al momento que acababa de vivir.
—Gracias —solté en un hilo de voz, segundos después. El chico rubio que en ese momento parecía haber perdido el color, negó nervioso.
—Tú... estás... —apuntó mi rostro con su dedo índice, quedé estática cuando noté que de mi nariz goteaba mucha sangre —¿Qué rayos pasó?
Louis sacó un pañuelo de la canasta —quería creer que no era la tela de la cocina que antes envolvía el pan —y presioné para detener el sangrado.
—No lo sé, tal vez pudo ser la emoción fuerte. Jamás me había sucedido algo parecido, si tuve otra de mis visiones, pero nunca antes hubo una luz de por medio... —me callé de improviso ante mi imprudencia, acababa de contarle mi único secreto a una persona que ni siquiera era mi amigo.
Al menos fue al que te salvó de caer y no a cualquier desconocido Diana.
Silencio, conciencia.
—¿A que te refieres con "otra de tus visiones", Gryffin? —Weasley se llevaba una mano a la frente sin creerlo —¿Tuviste esta crisis mágica con visiones antes?
—Si, pero no al punto de llamarlas "crisis" —contesté mientras la sangre se detenía poco a poco.
—¿Y qué veías? —el cielo había oscurecido por completo, lo más probable era que los adultos ya hubiesen llegado. Para cuando me hizo la pregunta, ambos estábamos en el suelo.
—Cosas extrañas —aclaré sin más, él hizo una seña para que continúe —. Fueron varias, no recuerdo exactamente de que trataban pero se sentían como sueños al azar.
Mentí. Claro que las recordaba bien. Estaban James, Delphini, mis padres y su primo Dax. Sin contar la que tuve en la Torre de Astronomía antes de que todo se arruinara.
—Eso es extraño, ¿alguna de ellas se ha hecho realidad? —mentí de nuevo, él se alzó de hombros —. Entonces no encuentro explicación profunda al respecto, puede ser algo más simple de lo que pensé.
—No le digas a nadie de esto, ¿sí? —casi imploré una vez llegamos cerca de dónde se suponía estaba la casa resguardada por un hechizo que a simple vista la hacía invisible.
—Claro, solo si tú no le dices a nadie que te salvé —bufó —. Lo único peor que ser el primo exiliado, sería ser un héroe de cuento, no va conmigo.
Suspiré cansada pero agradecida devolviéndole el "pañuelo" ensangrentado. Hizo una mueca de repulsión y lo tiró dentro de la canasta.
—No sabía que te asustaba la sangre —dije unos segundos después al notar como tragaba saliva cada que miraba de reojo lo que llevaba entre sus manos.
—No me asusta, la odio. No soporto estar cerca tanto como de Fred —se sacudió incómodo, como cada que tocaba el tema —. Ni siquiera cuando Clyver Morris se rompió la nariz durante la final de Quidditch 2020 pude visitarlo sin vomitar.
—¿Clyver, el capitán de Hufflepuff? —asintió alzándose de hombros —¿Por qué visitarías al capitán del equipo rival? A menos que tú...
Arrugué el entrecejo algo confundida hasta que los puntos empezaron a conectarse.
—Llegamos —afirmó entrando por dónde habíamos salido hace una hora.
Todo cuadraba, el primer rompimiento que tuvo con Elaia, como no se hablaron en meses y el rumor esparcido de que el rubio salía con alguien más en secreto corriendo por todo Hogwarts.
Era cierto.
—Tú salías con él —susurré con sorpresa antes de imitarlo.
[...]
Cuando entré al jardín de la casa solté una gran bocanada de aire por el alivio. Louis se había esfumado tan rápido que lo atribuía al hecho de que tener experiencia en este tipo de escapadas más que yo. Era demasiado para mí en un día, solo planeaba tomar una ducha y dormir hasta la mañana siguiente.
Mis planes se vieron interrumpidos de la manera menos esperada.
—Diana —la voz seria de James me tomó desprevenida aún en la lejanía, pues me llamaba desde el portón de la puerta del patio. Levanté la cabeza hacia su dirección mordiéndome el labio inferior.
—Hola —su ceño fruncido no era buena señal —¿Ya llegaron todos?
Se acercó despacio y me observó de arriba a abajo. Admiró con preocupación mi ropa raspada con salpicaduras rojas y marcas de tierra.
—¿Quién te hizo eso? —su voz, más ronca de lo normal, me recorrió la columna. Moví la cabeza de lado a lado, negando.
—Nadie —sus ojos marrones denotaban molestia, resoplé —. Estuve a punto de caer de un árbol, al final no pasó. No te preocupes.
—¿Caer de un árbol? ¿Cómo? —eché mi cabello para atrás, la cercanía de su rostro era algo que había extrañado pero estaba algo confundida de que se acercara después de tanto —. Aquí en el jardín no hay árboles.
Y supe que yo sola me había delatado.
—Yo...
—Diana, es peligroso salir del campo de protección, te pudo pasar algo —regañó entre susurros pues las voces que venían desde la cocina se oían más cercanas —. Promete que no lo harás de nuevo.
Tardé unos segundos en darme cuenta que algo no andaba bien. El chico de aura alegre no estaba presente.
—Lo prometo —toqué su brazo con suavidad, por instinto colocó su mano en la mía, elevando la comisura de los labios ligeramente —¿Qué sucede, James? Parecía como si me estuvieras buscando antes.
Desvío la mirada unos segundos. Tuve un extraño presentimiento.
—Mi padre llegó con noticias sobre las desapariciones que hubo en Hogwarts —el calor se encendió en mi pecho —. Todas tiene un patrón que no logran comprender.
—¿Un patrón? —apretó los labios, señal de que se estaba preparando para decir algo serio —. No entiendo a qué te refieres.
Exhaló nervioso.
—Delphini secuestró padres de cuatro alumnas, incluyéndote, Diana. Cada una de último año, sin contar las diferentes casas y que todas eran premios anuales —lo miré ansiosa porque concluyera lo que quería decir —. No solo fueron padres muggle, también fueron sangre pura y mestiza, sin distinción.
—¿Por qué la hija de Voldemort tendría interés en cuatro chicas de séptimo? —algo no tenía sentido —. A menos que crea que...
—... están relacionadas a la profecía —completó por mí y asentí —. Por eso los aurores no tienen idea de qué las conecta, porque no saben de su existencia.
Cada día desde lo que sucedió con ellos perdía la esperanza de hallarlos, y ahora, el presentimiento de que Delphini planeó algo más grande me tenía aterrada.
—Aún así, no entiendo porque a las Premios Anuales —mi voz se entrecortó —. Es decir, la profecía no especificaba nada al respecto. Hablaba de padres jóvenes en general, una estudiante no es una buena opción.
—Tal vez Delphini creyó que el compartir habitación con un compañero de casa haría más fácil... ya sabes, hacer un bebé y tenerlo todo controlado —la sola idea de alguien tan calculador me daba escalofríos —. Explicaría porqué este año cambiaron la regla de solo dos Premios Anuales por año, a dos de cada casa.
—¿Crees que la directora Mcgonagall sepa de esto? —lo miré escandalizada.
—No, lo dudo —se apresuró en agregar apoyándose en el marco de la puerta —. De lo que estoy seguro es que alguien o algunos en Hogwarts tuvieron que ver en esa decisión. Me di cuenta desde que un dementor se metió en el castillo con facilidad, mucho más cuando llegaron a atacar el colegio después de enterarnos sobre la profecía. Podría sospechar de Dax, pero dudo que tenga la capacidad de manipular a alguien tan inteligente como Minnie.
—¿Puede ser tanto un alumno como un profesor, entonces? —se encogió en su posición, él tampoco tenía idea —. Debo contar la profecía cuánto antes, de lo contrario ella tomará ventaja.
—Lo haremos —aseguró con el tono solemne que lo caracterizaba—. Pero cuando la digamos debemos estar preparados para cualquier cosa, ya sabemos de lo que ella y sus seguidores son capaces, lo de Zacharie no debe repetirse.
Asentí casi temblando. Me tomó de los brazos y me atrajo hasta su cuerpo con delicadeza.
—¿Estarás conmigo cuando lo haga? —susurré despacio apoyando mi frente sobre su hombro.
—Lo estaré —le oí contestar acercándome aún más a él, si eso era posible.
El contacto con James era capaz de derribar mis muros internos más altos y profundos. Sin embargo, el mensaje de "estamos juntos en esto" que hallaba en sus brazos cada que tenía pesadillas, no estaba más. Como si esto fuera una despedida silenciosa en medio de la gran guerra.
Cuando la lluvia empezó a caer, solté el primer sollozo.
*Inserta foto de Diana y Louis en el árbol*👀🦋
¡Hasta la próxima actualización, rarezas!
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