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17.

Dedicado a mi mejor amiga
de wattpad, CaroBGioia.
Te quiero mucho.

Contuve mi respiración al ver con mis propios ojos al chico despeinado y con ropa casual. Sus brillantes ojos marrones bajo la luz cálida y su sonrisa ladeada me hicieron temblar. Sabía que debía decirle algo después de la confesión de Dax, aunque en ese momento no se me había ocurrido nada más que girar la cabeza para disimular mi sonrojo.

Cálmate, Diana, no es la primera vez que lo ves.

Lo sé, conciencia, no es la primera vez pero se siente de ese modo.

—Tardaste mucho, Potter —lancé después de unos segundos retomando mi seriedad.

De verdad tenía que disculparme y aclarar todo, pero no podíamos desperdiciar ni un minuto. Si el viejo Filch o Pevees nos encontraba podríamos decirle adiós a nuestro cargo, adiós a Hogwarts inclusive.

—Sí, lo siento, Gryffin. Canuto estaba algo gruñón y no quería que lo dejara solo con Lorcan, aunque la buena noticia fue que Frank y Elle se ofrecieron a vigilarlo. Les dije que tenía un castigo en la torre de astronomía —respondió restándole importancia como cosa de todos los días, solté una risa —. ¿Qué excusa diste?

—Que estaba con inicios de gripe —asintió firme —. Por cierto, tienes suerte de que ninguno de tus amigos haya leído las reglas o sabrían que no dan castigos en épocas especiales. Menos de noche.

—A menos que hayas roto más de diez faltas en menos de tres meses. Lo cual, no me enorgullece llevarme el crédito solo, casi logramos. Nos faltaba una para un castigo de este tipo, así que creen que cuando hechicé a Dax me dieron uno.

—¿Entonces la directora Mcgonagall no te dijo nada? —negó extrañado.

—Me sorprendió mucho a pesar de ser su persona favorita en Hogwarts, claro —me guiñó el ojo —. Supongo  fue porque le expliqué bien lo que pasó. Dijo que le recordó a un suceso de hace muchos años y me dejó ir con una advertencia, sin castigos. Pero digamos que mis amigos creen que debo limpiar telescopios.

—Brillante —arrugó el rostro algo asombrado.

—¿Diana Gryffin llamándome brillante? Ya está, me puedo morir en paz, al fin lo reconociste —le di una palmadita el el hombro susurrándole "engreído"—...Bien, si ya no vas a halagarme busquemos a Trewlaney.

Rodé los ojos, pero sonreí al sentirlo poner su mano en mi espalda con suavidad.

—Correcto, vamos.

[...]

Estábamos muy atentos, en especial porque Pevees no nos vea pues podría armar un gran escándalo si nos hallaba en el oscuro pasillo, no tanto como Filch. Y no era una grata experiencia ser visto por cualquiera de ambos, mucho menos después de lo que le ocurrió a Dennis Thomas y Audrey Henderson gracias al poltergeist.

Entramos por un pasadizo estrecho y algo abandonado junto a la sala de adivinación. Tocamos la puerta de hierro oxidado, que casi parecía una celda y estaba al final, con precaución. Así pasaron unos cinco minutos, a pesar del ruido no había respuesta.

—La manera muggle no está funcionando —dije a la cuarta vez que golpeé la puerta con mis nudillos —¡Alohomora!

Nada, absolutamente nada. Entonces descubrimos que la puerta estaba cerrada con magia.

—Entonces tocará de otra forma —James hizo un rápido movimiento de varita casi imperceptible y pronunció en voz alta —¡Annihilare!

Debía admitirlo, desde siempre fue bueno en hechizos nuevos o avanzados, era bromista pero no por nada obtuvo el cargo de premio anual de reemplazo. No era que jamás lo haya notado, lo hice antes, pero creí que reconocerlo frente a él era mucho.

A veces oía que le restaban importancia al talento que tenía ya que era el hijo mayor del "salvador del mundo mágico" y según eso le daba ventaja. Yo no lo vi así, creo que ayudó ser hija de muggles y no crecer rodeada de los halagos al señor Potter y sólo conocer por libros la historia de las guerras.

Eso o haberme enamorado de él.

La puerta se abrió de par en par provocando un ruido estrepitoso. Contuve una mueca rogando que Pevees esté haciendo bromas de Halloween en el Gran Comedor. Logramos pasar bien, por suerte, yo detrás de él.

La habitación olía a moho y humedad, una gran cantidad de cajas adornaban junto al armario el casi oscuro cuarto. Sin contar que la cama vacía estaba desatendida y un gran cúmulo de ropa tendida en una silla mecedora de madera en una esquina. Hice un lumos con mi varita.

—Parece que no está aquí —susurró James, cerrando la puerta del baño.

—Ya lo creo, pero no tiene sentido, ¿dónde podría estár?

Un golpe sordo nos hizo sobresaltar en nuestros lugares. Giramos rogando que no fuera ningún fantasma, Filch o un poltergeist.

Error, no era ninguno de ellos.

—¿Quiénes son? ¿Qué hacen en mi habitación? —habló con temor una anciana de cabello esponjado y canoso, grandes lentes y vestimenta parecida al grupo hippie que seguía mi hermana Atenea. No se veía para nada contenta, sus arrugas eran más notorias cuando frunció el ceño.

James dió un paso al frente.

—No queremos asustarla. Mi nombre es James Potter, ella es mi compañera Diana Gryffin. Venimos a verla, señorita Trewlaney, debemos hablar con usted —contestó con voz calmada, la anciana retrocedió confundida —. Es sobre la guerra, y alguna profecía si eso es posible, porque...

Empezó a mover la cabeza de un lado al otro como símbolo de su notable negación.

—¡Estudiantes que entraron a mi habitación una noche de Halloween! —contuvo la respiración —. No, no puede ser.

La mujer se acercaba a vernos entrecerrando los ojos en un movimiento detallado, algo hizo que se quedará con la boca abierta.

—¡Ustedes son los Potter! —exclamó llevándose las manos a la nuca —. James y Lily... Halloween... Voldemort... Harry...

Se puso a hablar con los ojos cerrados. muy bajito pero con gran desesperación, tanto que creímos que iba a gritar de pronto. Miré a James de reojo, ambos teníamos la misma impresión sobre ella. Teníamos que intervenir.

—Profesora Trelawney —le toqué el hombro derecho, abrió los ojos y estos parecían iluminados con luz verde. Estaba en un trance —. ¿Se encuentra bien? No, no lo creo ¡James!

—¡Señorita, Trelawney! ¿Puede oírme? —él la llamó con preocupación, era como si la mujer hubiera bloqueado sus oídos, no reaccionaba con ningún estímulo.

Al instante pergaminos salían volando por los aires y algunas bolas de cristal de la repisa empezaron a caer, tantas que tuvimos que agacharnos debajo de una mesa por seguridad. La anciana comenzó a decir en un tono grave pero solemne algo que nos dejó desconcertados.

—"Nacerá un bebé de jóvenes magos durante una última campanada en el mes sexto del próximo año, el descendiente del linaje que nunca cayó, e hijo de un antiguo bando que peleó contra el señor tenebroso, se acerca. El único capaz de derrotar a la  heredera de las serpientes vendrá de la misma causa por la que los anteriores a él se sacrificaron. La guerra llegará con creces cuando descubra el poder que a ella le falta. Pues será grande, tanto que la Augurie le señalará por sobre los demás, siendo que el orígen que comparten es el mismo. Al final la muerte les perseguirá, y en el enfrentamiento que definirá al mundo mágico, solo uno seguirá con vida".

Finalizando esto, Trewlaney cerró de nuevo los ojos para abrirlos de golpe  ya sin esa luz verde. Tenía fruncido el entrecejo, y carraspeó indignada.

—Váyanse de aquí estudiantes. Estoy muy vieja para aguantar a más de ustedes, mi ojo interior necesita descansar.

Quedé estupefacta. James se llevó una mano a la boca con gran sorpresa.

—Tengo que saber más sobre lo que acaba de decir —solté entre emocionada y sin poder creerlo —. Mis padres están en manos de Delphini, esa profecía es el único medio para...

—¿Qué profecía? —la mujer se acomodó las gafas con cansancio.

—La que nos acaba de decir —lanzó mi compañero sin creerlo. Ella negó.

Mi rostro cambió de golpe, James pedía que me calmase, pero no podía. Me había cansado de esperar, mis esperanzas estaban en suelo justo en ese momento.

—Dígame que significa, no le pido más. Por favor —rogué, pero ella me observaba extrañada.

Esperaba que dijera cualquier cosa que nos ayudara, no importaba qué. Pero jamás llegó una contestación.

—¡Fuera! —nos gritó irritada —. Yo no dije nada, Lily.

James tuvo que sacarme a rastras de la habitación oscura, yo no quería salir sin respuestas, pero la anciana había tomado la decisión de callar.  Aunque parecía en realidad haber olvidado todo.

[...]

—Todo estaba marchando bien, nos lanzó una gran información, y después ¿lo niega? —sorbí la nariz ante esa incógnita que me parecía patética.

Nos encontrábamos en la torre de astronomía desde hace un rato, el lugar más alto y desolado del castillo en estos momentos. Yo no paraba de llorar de rabia, ¿cómo interpretar un mensaje tan largo del que recordamos ciertas partes solamente?

Algo poco usual era que no podía aguantar mis sentimientos estas últimas semanas, debía ser todo lo que estaba pasando desde lo de mis padres pero no me gustaba mostrar mi lado vulnerable. A James no le molestaba mi lloriqueo, algo que le agradecía porque sentía que me comprendía bien.

—Te entiendo Diana, pero míralo de esta manera, hay una profecía que podría acabar con Delphini. Y si unimos lo que entendimos, nosotros mismos podemos darle interpretación...

Esas palabras parecían sensatas. Él era sensato.

—Puede ser, pero habla de... ¿un bebé? — él asintió seguro, me toqué la frente —. Nacido el año próximo, puede ser cualquiera.

—Hijo de padres jóvenes y en la última campanada el sexto mes —agregó —. La historia se repite.

Temblé de solo imaginar que fuera a suceder. Era cómo una extraña punzada de mal presentimiento en mi interior.

—Hay miles de parejas jóvenes en el mundo mágico que están esperando un bebé en este momento, James —me puse de pie mirando la terraza y a su vez las afueras del castillo iluminada por la luna —. Unos cuántos nacerán en junio, muy pocos que lo harán exactamente en una última campanada y solo uno de ellos será el "elegido".

—Si seguimos descartando, la profecía dice que Delphini comparte el mismo origen —añadió pensativo —¿se refiere a un mestizo? Es decir, por más que Bellatrix fuera "sangre pura", Voldemort no.

—Tienes razón, pero no es de mucha ayuda porque hay mestizos esparcidos por todo el mundo mágico. Es tan poco probable encontrarlo antes que ella.

—Pero lo descubriremos, tenemos una ventaja que no tiene —apoyó los brazos en la barandilla junto a mí, me tendió la mano —. Estamos en esto juntos, ¿verdad?

Dudé en ofrecerle la mía. La culpa me atormentaba, sentí que era el momento perfecto para disculparme con él, aunque me daba miedo que con eso lo que sentía por mí se hubiera esfumado. Después de eso, que sea lo que Dios quiera.

—Yo...

Al no obtener mi mano de vuelta intentó disimular un gesto de decepción que me hizo sentir aún más culpable, hasta que empezó a hablar.

—Diana, debo disculparme por lo de esta mañana, yo solo protegía a Lily del hechizo que le puso Delacour —dijo lo último con cierta incomodidad —. Y creo que estás en todo tu derecho de creer que no estuve comprometido con el plan por no poder pasar desapercibido, pero prometo que sí. Me importa y mucho.

—No es necesario que te disculpes por lo de Dax. Lo hizo él, no tú —me apresuré a tomarlo del brazo, me vió expectante. Recordé el suceso del pasillo e inhalé, estaba por tener esa conversación a corazón abierto y debía calmarme para vocalizar mejor lo que quería dar a entender —. Yo soy la que tiene que hacerlo, y porque no confié en ti cuándo eras... mi amigo. Y me dejé llevar por rumores, mi rivalidad con Jacqueline y mi sentimiento de ser "usada". Si no hubiera oído a Dax, si te hubiese hablado para aclarar todo, o si la rabia no me hubiera controlado todo sería diferente ahora. Lo siento mucho, James, y me arrepiento no darme cuenta antes.

Quedó inmóvil, como si acabara de presenciar algo irreal.

—Diana... yo supe eso todo el tiempo —dijo con una mueca incómoda. Tragué saliva.

—¿Qué? ¿Cómo?—arrugué el ceño confundida —. Pero, no me dijiste nada y...

—Antes de que creas que no me importó aclararlo, no fue así —detuvo mis pensamientos apresurados —. Me enteré la noche después de la fiesta de bienvenida. Delacour me lo confesó en un pasillo, y cuando estaba a punto de hechizarlo, él...

—¿Te amenazó? —James asintió con pesadez —¿Con qué?

—Con esto...

Se alejó un poco, al instante la figura del chico alto y fornido pasó a ser la de un majestuoso ciervo cuyas astas casi chocan con una vitrina y varios telescopios. Mi boca se debió haber abierto tanto que supe dolería, en los ojos de aquel animal sentí la súplica. Duró así unos dos minutos más y volvió a su forma humana original en un movimiento rápido.

Le dije lo primero que llegó a mi cabeza.

—¡Potter, eso es ilegal! —y no mentía, acababa de entender el porque Dax lo tenía silenciado. James cometió un delito. Uno que pondría en investigación a toda su familia —¿por qué?

No tenía derecho a cuestionar sus acciones pero estaba preocupada por él. Me importaba.

—Daniel Harris —respondió sin más, en mi cabeza no tenía ningún sentido el porqué el compañero que iba a ser Premio Anual junto conmigo tenía que ver —. Siempre me ha llamado la atención el estudio de hombres lobo, Teddy me contaba algunas cosas y cuando en tercer año me enteré que Harris... era uno, traté de ayudarlo a escondidas. Al principio era cosas sencillas como excusarlo en clases, o acompañarlo en las mañanas siguientes a la luna llena. En sexto y con ayuda de mis amigos, decidí tomar la forma de un animal para estar con él durante su transformación.

—Porque los hombres lobo no atacan a los animales —asintió con la cabeza —. Entonces tus amigos...

—No, solo yo. Lo intentaron pero con los ojos de Minnie puestos en nosotros no lo consiguieron.

Acabé de procesar esa nueva información.

—Daniel era uno... no lo noté. Me siento terrible, pobre chico, ¿dónde está ahora?

—Sus padres lo sacaron de Hogwarts, lo llevaron a América, allá hay un avance para una cura o algo así. No pude despedirme, de todas formas —se oía frustrado —. Es por eso que no enfrenté a Dax, tuve miedo por quienes podrían salir perjudicados. No tengo idea de cómo se enteró y no me importa, fui un estúpido por darle ese poder sin querer. No tienes idea de todas las veces que me contuve, quería decírtelo, era una tortura saber que estaba alejándote cuándo todo lo que quería era tenerte cerca. Luego, con lo del veritaserum y su amenaza de alejarme de ti supe que no iba a seguir negando mis sentimientos, seguía algo temeroso pero un paso más a estar en paz contigo. Sin embargo, hoy me di cuenta que me importa una mierda Dax y su estúpida amenaza. Te quiero Diana Gryffin, desde tercer año y no he sentido este sentimiento por nadie más.

—También siento lo mismo —mis labios impactaron su boca con fiereza, correspondió de igual manera colocando una mano en mi cadera mientras mis brazos rodeaban su cuello y el calor subía por mis mejillas.

Una visión extraña pasó entre mis ojos, como un dejavú de algo que creí haber pasado antes.

Un patronus plateado corriendo a gran velocidad...

Un grupo de gente de capas negras en el gran comedor...

La marca que vimos en historia de la magia pintada en el cielo...

—Diana, ¿qué sucede? —preguntó el chico con la respiración agitada al notar que me alejé de golpe.

—James, algo malo va a pasar —le tomé la mano por inercia —. Lo presiento, lo de la profecía fue muy fácil.

Hechizos por doquier ...

Delphini haciendo acto de presencia...

—¿A qué te refieres? Me estás asustando —miré por el balcón, nada parecía diferente.

De pronto, un sonido tan fuerte como una explosión nos saco de duda.

—¡Están aquí! —grité con desespero —. Muévete.

—¿Quiénes? —James me siguió a la puerta sin entender de dónde había venido el ruido.

—Mortífagos.

¿Les dije que a partir de ahora todo se pondría feo? Pues si no lo hice se los digo. Se pone feo. 😖☝🏻
Hasta aquí la actualización de hoy, rarezas.

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