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Simplemente Te amo

Tarea 2: Darle de comer.

—Anna ¿Te quedó claro?— Dijo Ingrid, mientras pelaba unas verduras para el almuerzo junto a Anna.

—¿No es muy difícil?— Se quejó Anna, agarrando otra papa para comenzar a pelarla.

—No te quejes, solo hazlo ¡Hazlo!

—Si, si... ya me quedó claro.

Anna se levantó y sostuvo una cubeta llena de papas. Ingrid sostuvo su cubeta y ambas caminaron a la cocina, donde estaban varios estudiantes cocinando y, entre ellos estaba Helena, con un delantal y un cuchillo.

Helena cortaba las verduras con gran destreza y las echaba en una olla grande, dejando que los otros se encargaran de hacer el caldo. Anna se animó a ayudarla, solo que no sabia como; para cortar era un desastre y para la cocina mucho peor, de verdad que se necesita magia para ser bueno en la cocina.

—Dejemos esto y vayámonos— Dijo Ingrid— Estamos estorbando.

—Está bien...— Una triste voz salió de Anna.

Anna e Ingrid dejaron sus cubetas y salieron de la cocina.

Unos pequeños troncos cuadrados estaban por todo el vasto patio del edificio del campamento. Ambas se sentaron en un tronco y Anna cayó derrotada, apoyó su cabeza en la espalda de Ingrid y soltó un suspiro.

Ingrid tan solo sacó su celular y comenzó a escribir.

—Es muy difícil eso de enamorar a alguien— Anna hizo un puchero.

—Si te rindes significa que no la amas.

—No me he rendido... solo... me estoy quejando... es diferente— Anna rodeó sus brazos por el cuello de Ingrid y apoyó su frente en la parte trasera de la cabeza de Ingrid— Es imposible que no ame a Helena ¡Imposible!

—No me grites estúpida— Ingrid acarició una oreja— Grita cuando estés lejos de mi oído.

—Lo siento... pero... pero... ¿Cómo haces tú para enamorar a alguien? ¿Cuál es tu secreto?

—Pues... no lo sé... ¿Ser linda?— Ingrid dio una sonrisa al aire.

—Ya soy linda ¿Con eso basta?

—También debes ser linda en el interior.

—¿Interior? ¿Qué tiene de lindo unos intestinos?— Bromeó Anna, separándose de Ingrid.

—Es imposible enseñarte...

Varios estudiantes llevaban en sus brazos bandejas con varios platos de comida. Anna e Ingrid esperaron su turno, observando a Helena y buscando una oportunidad para abordarla.

Anna pensaba en una forma para hacer la tarea que le encomendó Ingrid... <<<¿Decirle directamente que le dará de comer? ¿Eso no sería raro?>>> <<<Cada opción es simplemente absurda... Solo sería convincente pedirle que me deje darle de comer si estuviera incapacitada o algo así...>>> Pensó Anna, observando cada detalle que pudiera servirle de ayuda.

—Anna— Llamó Ingrid— ¿Vez el dedo de la mano derecha de Helena? Parece que tuvo un quemón.

—Si... creo que logro verlo— Anna forzó sus ojos y vió esa diminuta quemadura que tenía Helena en un dedo— ¿No es eso algo insignificante?

—Claro que no tonta— Ingrid se levantó y tomó las manos de Anna— Tienes que comprender que lo más mínimo, hasta la cosa más pequeñita se puede convertir en una oportunidad gigante y todo eso depende de tí— Ingrid con fuerza obligó a Anna a ponerse de pie— Asi que no pierdas, todo por un gran mañana.

—Pero Sensei ¡No me siento preparada!

—¡Cállate y hazlo!— Ordenó Ingrid, alejándose de Anna.

Anna quedó sola, con vistas hacia los estudiantes, que comenzaban a compartir de un almuerzo, mientras que el único objetivo era Helena, quien estaba sentada en una mesa, con sus amigas del club de Voleibol.

Juntarse con alguien significa cambiar...

El mundo de una persona es tan grande que para entrar en él hay que cambiar, cambiar para entrar en su mundo.

—Dejémonos de trivialidades y simplemente hagámoslo— Comenzó a caminar Anna.

La chica rubia se acercó hasta la mesa de Helena, había espacio, pero no al lado de Helena, algo que complicaba aún más las cosas.

Sería raro simplemente apartar a una de las chicas que está sentada al lado de Helena solamente para cumplir esa difícil tarea.

<<<Tocará buscar una oportunidad>>> Pensó Anna con frustración.

—¿Puedo sentarme con ustedes?— Dijo Anna, haciendo que las cinco chicas que estaban en la mesa la miraran.

Las chicas del club de Voleibol eran variadas, unas conocían a Anna, mientras que otras solamente la habían visto, así que sería una tarea más difícil.

—Claro, puedes sentarte— Afirmó Helena.

Anna se sentó en un extremo de la silla, al lado contrario de Helena, así que cada una estaba en una esquina, bastante lejos para Anna.

—Bueno, como les decía— Comenzó a hablar una chica bajita y de coletas— Creo que si se me va a declarar en el campamento.

—¿En serio?— Dijo una chica de cabello largo— No puedo creer que lo vaya a hacer ese chico... pero no te gusta ¿Cierto?

—Ahora no lo sé... creo que he comenzado a tener sentimientos por él...

Anna tan solo observó de reojo a Helena, esperando ver como reaccionaba, ya que esa conversación era idéntica a lo que le estaba sucediendo a Anna, pero solamente se reía y estaba atenta a la conversación.

—¿De verdad saldrías con alguien que apenas te gusta?— Comentó otra chica del grupo— ¿Tú qué piensas Anna?

—¿Eh? Pues... Pienso que no estaría mal intentarlo, al parecer parece que estás dispuesta a enamorarte, así que dale una oportunidad para que ese hombre se convierta en tu único amor— Respondió Anna con un poco de vergüenza.

—Wow, eres toda una romántica Anna— Comenzó a reír la chica de coletas— Pero tienes razón... supongo que si se me declara terminaré diciéndole que si.

La chica de coletas comenzó a ser halagada por lo linda que se veía sonrojada... Eso no le causó gracia a Anna, solamente quería estar al lado de Helena y cumplir con la tarea, pero simplemente no podía, no quería que Helena viera lo desesperada que estaba.

No quería cometer un error que apagara esa chispa en el corazón de Helena...

Simplemente el amor es difícil, el hecho de cambiar tan radicalmente para estar a la altura de la persona ideal de la persona que amas... es simplemente un infierno. Pensar que estamos haciendo las cosas bien, cambiando para bien, pero no es así... Ya que al final estamos dejando ser nosotros mismos... Y eso no quería Anna.

—¿Estás enamorada Anna?— La chica de coletas le habló a Anna, sacándola de sus pensamientos.

—¿A qué viene esa pregunta?

—Solamente queríamos ver si una chica tan linda como tú está enamorada— Rectificó la chica de coletas.

—Pues...— Anna se detuvo ¿Sería lo correcto decir que estaba enamorada enfrente de la persona que ama? — La verdad... si estoy enamorada...

Las chicas que estaban presentes se sorprendieron y no dejaron de mirar a Anna con ojos de curiosidad.

—¿Quién es el que te gusta? Guardaremos el secreto— Dijo la chica de cabello largo.

—Pues...— Anna volvió a detenerse, estaba sonrojada y apenada por esa curiosidad de las chicas— Pues...— Anna miró a Helena, con unos ojos tímidos pero llenos de fuerza, quería demostrarle que era ella a la que amaba, esa chica de cabello castaño y ojos azules era a la que más amaba... pero no podía decirlo— Es... un secreto...

Las chicas presentes se quejaron, pero solo Anna las ignoró y se dio por vencida...

Tarea 2: Fallida.

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—Al final no lo logré— Habló Anna al celular con una voz llena de tristeza.

—Bueno... no estés triste... era una tarea difícil— Intentó calmar Ingrid a Anna— Seguro que la próxima tarea podrás hacerla ¡Tenlo por seguro!

—Eso no me ayuda...

—Eres difícil de consentir Anna...— Ingrid suspiró— Luego que vea una oportunidad te mando tu tercera tarea, recuerda que la tercera siempre es la vencida.

Ingrid colgó la llamada y Anna colocó su celular en su muslo. Anna llevó su lata de jugo a su boca y bebió, en esa solitaria cabaña que hacía de mini-mercado.

—¿Ahora que hago? No he podido disfrutar en absoluto este paseo por estar pensando siempre en lo mismo— Anna lanzó la lata de jugo vacía al cesto de basura, pero por desgracia este no llegó a ser atinado— Maldición, nada está saliendo bien...

Anna se levantó del mueble, recogió la lata y la dejó caer en el cesto.

—Habrá que cambiar de método, esto no está funcionando...

Anna se dirigió a la salida de la cabaña y comenzó a caminar por el largo sendero de arboles; llenos de hojas de un color naranja y rojizo, que con el viento caían suavemente, llenando de a poco el sendero en algo mágico, con un final radiante y desconocido.

En su palma cayó una pequeña hoja, naranja y suave, tan delicada que con solo tocarla comenzaba a romperse. Esa pequeña hoja la acompañó durante el sendero, algo que le hizo recordar a Helena, lo maravilloso que hubiera sido caminar junto a ella, tomadas de la mano y hablando de cosas sencillas, simplemente disfrutando del paisaje.

—¿Anna?— La voz de un chico perturbaron los pasos de Anna— Es raro encontrarte aquí.

—¿Vicepresidente?— Preguntó Anna, aunque ya sabía la respuesta— Eso mismo debería decir yo.

El vicepresidente del Club de Literatura estaba solo, con una ropa casual y con un pequeño cuaderno en la mano.

—Deberías de estar con tus compañeros jugando— Se acomodó sus gafas el Vicepresidente.

—Si... creo que también debería estar allá, pero por cosa del destino aquí estoy— Anna mostró una pequeña risa adorable— Por cierto Vicepresidente, puede sonar un poco raro a estas alturas, pero ¿Puedes recordarme tu nombre?

—Como siempre olvidando... tampoco es como si me conocieran más por mi nombre que por mi cargo— El Vicepresidente suspiró— Me llamo Ramón, en fin ¿Quieres caminar mientras hablamos?

—Está bien... Ramón...

—Puedes reírte, porque pareces que quieres hacerlo.

—¿Eh? No ¿Desde cuando me veo como alguien despiadada?

—Se te nota, es como si desprendieras un aura de depresión— Ramón miró por un segundo a Anna y volvió a mirar a los árboles— Está claro que algo pasa... ¿Te preocupa algo?

—¿Eres un brujo o algo así?— Anna dejó caer la hoja que llevaba— Es cierto, pareces de los que leen libros de magia y esas cosas.

—No lo hago, simplemente es claro, se te nota en los ojos lo mal que estás, así que no me engañarás evitando el tema.

—Eres el primero que lo nota...— Anna suspiró con pesadez, solamente mirando al suelo y entrelazando sus manos por detrás de su espalda— Pero si... puede que si esté un poco mal...

—No tienes que forzarte a decirme, pero pienso que desahogarse ayuda más que guardarse las cosas— Ramón volvió a acomodarse las gafas— Puedes tratarme como alguien de confianza, compartimos el mismo club.

—Pues... no lo sé... es difícil tratar de comprenderme ahora mismo...

—¿Se trata de amor?— Dijo Ramón, volviendo a atinar.

—Bastante observador Vicepresidente.

—Parece que ambos sufrimos lo mismo...— Ramón se sonrojó levemente.

—¿Estás enamorado?— Anna se sorprendió— ¿Puedes decirme quien es?

—Te lo diré, a cambio de un trato equivalente.

—¿Trato equivalente?

—Yo te digo y tu me dices— Espetó Ramón.

—Ok... ¿Comienzas tú?

—Me gusta Ingrid— Ramón dijo con un rostro sereno y sin vergüenza, y esperó a que Anna hablara.

—Hmmmm, espera, tengo que procesarlo un poco— Anna parpadeó varias veces y luego mostró una larga sonrisa— ¡De verdad que no puedo creerlo! ¿Cuándo te enamoraste?

—No alces la voz y recuerda nuestro trato equivalente.

—Ah si... pues estoy enamorada de H-Helena...—Anna comenzó a sonrojarse.

—Parece que mis suposiciones estaban en lo cierto.

—¿También lo sabías?

—Es claro en la forma en que la tratas y en la forma en que la miras.

—¿De verdad se nota tanto?— Anna comenzó a tocarse su rostro lleno de vergüenza.

—Solo pocos observadores pueden llegar a esa conclusión— Ramón volvió a acomodarse sus gafas con orgullo— Entonces ¿Qué es lo que te gusta de ella?

—¿Acaso tratas de usarme como ejemplo?

—Así es... es que... es la primera vez que me enamoro de una chica y... Quería comprobar varias cosas.

—Wuaaa, Ingrid es toda una afortunada de tenerte— Anna le dió unas palmadas en la espalda a Ramón.

—Entonces ¿Qué es lo que te gusta de ella?

—Sus muslos— Anna sonrió.

—¿Eso te gusta?

—Y su voz.

—Son cosas superficiales.

—Y su bonito rostro.

—Solo son cosas superficiales...

—Y la forma en como habla de ella misma— Anna bajó la voz y llevó sus manos hasta su pecho— Esa forma en ver el mundo, esos colores que me transmite, esa forma en como comienza a pintar mi mundo... —Anna dio una pausa y volvió a hablar— Esa forma en como me mira, en cómo me reconoce y me trata diferente... me hace sentir única y adorada, protegida y... feliz...

Unas pequeñas lágrimas comenzaron a dibujarse en el rostro de Anna, intentó controlarlas... pero simplemente salieron, se deslizaron en sus pálidas mejillas y chocaron con las hojas del suelo.

—Helena es mi admiración y mi profundo amor...— Anna se arrodilló y llevó sus manos a su rostro— C-Cuando no estoy con ella siento como si me faltara algo... como si la mitad de mi alma se fuera... cuando habla con alguien, cuando sonríe con alguien, cuando ayuda a alguien, cuando abraza a alguien... eso me hace sentir celosa... Quiera que todo eso sea para mi, quiero que yo sea su primera opción... El solo hecho de verla y que ella no esté a mi lado hace que... mi corazón no se sienta completo...

Ramón se arrodilló y acarició la espalda de Anna, entregándole un pañuelo que tenía en su bolsillo. Anna tomó el pañuelo y lo empapó en sus interminables lágrimas.

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