
Siempre quiero estar a tu lado
Tarea 3:
Quedarse con Helena.
La noche llegó rápido para Anna, de tanto llorar se había escondido en su habitación por unas largas horas, hasta que había llegado la noche y un mensaje de Ingrid con la tercera tarea.
—Parece que quiere dejármelo fácil— Anna se sentó a orillas de la cama, viendo los mensajes que había leído— ¿Qué son todos estos mensajes de Helena?...
Más de 10 llamadas y 30 mensajes de Helena estaban sin revisar.
—Parece que mis peticiones están siendo cumplidas— Anna sonrió.
Anna se levantó y cambió de ropa, a una más cómoda para pasar esa fría noche con la siguiente actividad. Anna devolvió la llamada a Helena y esperó a que contestara, mientras salía de la habitación y caminaba por esos desolados pasillos del hotel.
—¿Helena?— Dijo Anna.
—¡Anna!— Alzó la voz Helena— Me tenias preocupada.
—Ah... Lo siento, pasaron algunas cosas...
—¿Cómo cuáles?— Preguntó Helena con un ceño fruncido— ¿Llorar y encerrarte en tu habitación son cosas que solo pasan?
—¿Eh? No... no estaba llorando ni nada por el estilo.
—No mientas, te conozco muy bien, tu voz suena triste y además me dijeron que te vieron entrar en tu habitación mientras llorabas.
—Ah... De veras que no es nada, solo tenia un poco de tierra en los ojos, solo eso...
—Imposible que caiga en una mentira como esa— Helena suspiró— ¿Dónde estás? Iré allí.
—No, no Helena, no tienes que preocuparte.
—Que si, dime donde estás.
—Ehhh... Encontrémonos mejor en la fogata, iba para allá.
—¿Segura que vendrás? ¿No me estarás evitando?
—Allí estaré mamá.
—No bromees... Está bien, te esperaré en la fogata, llámame si pasa cualquier cosa o si quieres que vaya a buscarte.
—Allí estaré.
Anna presionó el botón de colgar la llamada y volvió a arrodillarse, quería volver a llorar, pero esta vez era de felicidad. Una larga sonrisa se dibujaba en el pálido rostro de Anna, la hacía lucir más linda de lo normal, como cuando una estrella comienza a iluminar con más fuerza.
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Perspectiva de Anna.
Era increíble la forma en que podía cambiar cuando hablaba de Helena, me sorprendía tanto que me hacía ver como una estúpida frente a los demás o más bien, era tanta la vergüenza que me daba que hasta parecía natural.
Con solo salir del hotel me detenía, mis pies me decían que no querían moverse, no querían llevarme hasta Helena, después de saber que lloré me invade la vergüenza y de saber que lloré por ella, aunque Helena no lo sepa.
—Vamos pies, no es momento de que se queden quietos...— Suspiré, viendo como el vapor de mi aliento se desvanecía en el frío aire— Parece que será una noche fría...
Con fuerza golpeé mi muslo, sintiendo un eléctrico dolor que recorrió mi cuerpo y me hizo volver a caminar.
—Bien ¿Cómo si la increíble Anna no pudiera contra algo como esto?
Con pasos lentos pero llenos de determinación me adentré por el camino que me llevaba al lugar donde iba a ser la hoguera.
En medio de la oscuridad, con los árboles reflejando tétricas sombras recordé mi primer encuentro con Helena, ese día, cuando llegué a este país, cuando besé por primera vez a una chica.
Me preguntaba si era posible volver a besarla.
Ojalá el destino volviera a hacer algo como eso, algo como ese accidente, de hecho, podría considerarlo el mejor accidente de mi vida.
—No pienses en esas cosas Anna— Golpee con suavidad mis cachetes— Debo mantener un semblante fuerte ante Helena, no quiero que se me note que tengo los pómulos hinchados por esas horribles lágrimas.
Comencé a reír de repente. Al darme cuenta de que cuando estoy ansiosa comienzo a hablar conmigo misma, como si alguien más me estuviera escuchando, es patético a veces...
Unos leves colores rojizos iluminaban los árboles, proviniendo esta luz de la hoguera.
Una hoguera estaba en el centro de este lugar exento de árboles, como si la naturaleza hubiera elegido este lugar para que los humanos pudieran quedarse.
Mientras más me acercaba era notable el ruido de las conversaciones entre las personas que estaban alrededor de la hoguera, mientras que había otros que preparaban aperitivos y otros que preparaban unos pequeños instrumentos para darle vida a la actividad.
Antes de entrar a la vista de todos me oculté detrás de un árbol, con la intención de buscar a Helena, y, eso hice, dejé llevar mis ojos por todo el lugar, pero sin suerte pude ver a Helena.
—¿Habrá venido?— Me dije saliendo de mi escondite.
Dejé que la luz de la fogata me iluminara y me acerqué al grupo amontonado de mis compañeros de salón.
—Anna. Te estábamos buscando— Dijo Jessica con leve preocupación.
—Ah, gracias, me sentía un poco enferma esta tarde.
—¿De veras? Una lástima. Te perdiste el juego de las bombas con agua, ojalá hubieras visto a Helena mojada, era muy graciosa.
—¿En serio? Una lastima... — Suspiré con decepción— Hablamos luego Jessi, buscaré algo para comer.
Fingí dirigirme hasta la carpa de los profesores, donde había comida, pero me dirigí a un lugar que parecía solitario entre el alrededor de la fogata.
Pocas personas estaban de este lado de la fogata, así que me senté en el pasto y simplemente fijé mi vista en la fogata.
No estaba de humor como para quedarme a divertir con mis compañeros, era como si el día de hoy mi humor estuviera por los suelos.
—Es extraño lo mal que me sentí al no ver a Helena... Como si mi corazón se sientiese vacío sin ella...— Murmuré con mi vista en la fogata.
Es demasiado extraño el poder que tiene el amor sobre uno, tan incomprensible que tardarías más de una vida para comprenderlo.
—Si sigo lamentándome nunca lograré nada y si no entro a la acción correctamente tampoco saldré victoriosa... pero hacer algo como eso solo me convertirá en alguien que no soy— Flexioné una pierna y la abracé, apoyando mi cabeza en mi rodilla, sin dejar de ver la fogata —A veces es difícil pensar en lo que es correcto...
Cerré mis ojos y volví a suspirar.
Ahora, desesperada y decepcionada con todo lo que estaba pasando y con lo que creía que saldría bien en este campamento.
—¿Qué son todos esos murmullos? Pareces una bruja maldiciendo— Una dulce voz se provocó a mi lado, era imposible no comprender de quién era y era difícil comprender cómo esa voz hiciera que mi sonrisa quisiera levantarse.
Helena se sentó a mi lado, en el cálido pasto, haciendo que la mirara y al verla, me mostró una larga sonrisa, provocando que mis mejillas volvieran al color rojo que tanto odiaba. Volví a cerrar mis ojos y volví a apoyar mi cabeza en mi rodilla.
—No me ignores Anna— Dijo Helena con un tono triste— Y yo que te estaba buscando por todas partes.
No quería ignorarla, solo no quería que me viera avergonzada.
Fruncí mis cejas y apreté mis ojos, haciendo que mi rojo rostro volviera a la normalidad y alcé mi cabeza, fijando mis ojos en el perfil de Helena.
—Parece que el frío no quiere perder contra el fuego— Helena se quitó sus guantes y levantó sus brazos, abriendo sus palmas en dirección a la fogata, para sentir un poco del calor.
Después de todo lo sucedido era imposible ver a Helena sin perturbarme. Con solo ver como el matiz de su cabello castaño se fusionaba con el fuerte color rojizo de la fogata me hacía deslumbrar, era hermosa, sus ojos azules brillaban con el fuego y su rostro era aún más apoteósico.
—¿No tienes nada por decir? ¿Solo te me vas a quedar mirando?— Dijo Helena, sabiendo que la miraba— Y yo que solo quería una recompensa luego de buscarte por horas...— Helena hizo un puchero con su boca.
—Yo... lo siento...— Cerré mi boca y me decepcioné a mi misma, tenía muchas cosas por decirle pero simplemente no podía hacerlo.
—Está bien. Dame un momento Anna, traeré una cobija— Helena se levantó y se frotó la suciedad de su falda.
Helena caminó como si estuviera dando saltitos, hasta el grupo donde estaba Jessica y luego de unas conversaciones le dieron una cobija, para dirigirse nuevamente hacia mi.
—De seguro debes tener frío— Helena se sentó a mi lado, tocando su hombro con el mio, estiró la cobija y la puso sobre nuestras piernas— Ahora si estamos más calientes.
—No sabia que eras tan débil al frío— Reí— Hasta traes guantes y bufanda.
—¿Algún problema?— Helena fijó su mirada enojada en mí.
—No, nada, solo te ves adorable...
—Siempre con lo mismo— Helena suspiró— No me gusta que seas tan honesta... Si le dices a otras chicas lo mismo me puedo poner celosa...— Helena bajó su cabeza y abrazó sus piernas.
—¿Celosa?— Miré como el rostro de Helena se sonrojaba— Te ves aún más adorable cuando estás sonrojada— Reí con suavidad.
—No molestes y yo preocupándome por ti, mientras que claramente te ves muy bien.
Solo sonreí al ver como Helena cada día me hace sentir más enamorada.
—En fin ¿Me dirás por qué estabas llorando?— Dijo Helena, apuntándome con esos ojos azules.
Desvié mi mirada y tan solo miré la fogata.
—No tienes que decirme... Tan solo no quiero que haya secretos entre nosotras, eres importante para mi y no quiero verte llorar nunca más— Helena apoyó su mejilla en mi hombro— Bueno, solo puedes llorar cuando me pidas cosas, como abrazos y esas cosas.
—¿Eh? ¿No me dejarás?
—Bueno... no siempre, solo cuando estemos en privado, da vergüenza si lo haces en público.
—Y... ¿si te pido más que un abrazo?
Helena dejó de hablar por un momento cuando escuchó mis palabras, solo me miró de reojo y volvió a mirar a la fogata.
—No me gustan esas bromas— Dijo Helena.
—No lo es...— Cerré mi boca por unos momentos, pensando en si era la mejor opción hacer estas indirectas. Tan solo decidí tomar un tono en broma— ¿Y si te pido un beso? ¿No sería romántico?
—No soy fanática de dar besos.
—¿Y si... te robo un beso?
—Si me lo dices entonces no me estarías robando— Comenzó a reír Helena— Eres tontita a veces.
—Ah si... Helena... ¿Podrías darme un poco de tu tiempo mañana?
—¿Eh? Pues, si eso quieres ¿Es algo importante?
—Podría decirse que si... jeje...
—Invítame a un helado después de eso, desde hace días tengo ganas de uno— Declaró Helena.
—¿No que no te gusta lo frío?
—Es cierto, mejor dame una sorpresa— Sonrió Helena.
—Eso haré.
Al terminar mis palabras una suave melodía provino de un violín, cautivando el cálido entorno y dando suavidad al lugar.
Sostuve la mano de Helena y apoyé mi cabeza en la suya, entrelacé mis dedos y tan solo sonreí, viendo la fogata, junto a Helena y pidiéndole a las estrellas que mi confesión sea magnífica.
<<<Siempre quiero estar a tu lado Helena>>> Me dije a mi misma, a punto de sacar esas palabras que siempre he deseado que escuche.
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