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Muchos ven el matrimonio como una bendición, mientras que yo, no importa del lado que lo vea, es como una maldición. Mi primer beso fue con Arianna; mi amiga de la infancia y actualmente mi esposa. Todos nos ven como la pareja perfecta, pero en realidad nada es lo que parece. Nuestro matrimonio fue un arreglo entre ambas familias, está perfectamente claro que no nos casamos por amor. A ella solo la veo como una conocida; en cambio ella me ve como un juguete que puede utilizar a su antojo. Es sarcástica, manipuladora, burlona e insoportable.

-¿Qué tal nuestro primer beso, esposo? - cuestionó Arianna, en el mismo tono bufón de siempre.

-Fatal-respondí indiferente.

-Debes sentirte orgulloso de poder besar estos labios, no todos tienen ese privilegio.

-Esos labios de chimpancé no me interesan.

-Oh, habló el virgen. Ni siquiera sabes besar, fue el peor beso de mi vida.

-Me lo debiste dar en la mejilla, aunque sentir tu asquerosa saliva sería un asco.

Mi madre se acercó hacia nosotros y ambos automáticamente sonreímos, como si nada estuviera sucediendo.

-Se ven muy felices juntos.

-Somos muy felices, querida suegra. ¿Verdad, amorcito?

-Así es, princesa-rodeé su cintura, sonriendo hipócritamente.

Tener que llamarle princesa, cuando es todo un ogro, es desesperante.

-Ya es hora de irse a la luna de miel. ¿Qué esperan?

-Me sentía tan a gusto en la fiesta que ya olvidaba que teníamos que irnos. ¿Ya quieres irte, preciosa?

Arianna me mira de reojo.

-Me encantaría.

Luego de despedirnos prácticamente de todos, vinimos a la casa de la playa de mi padre, es el lugar que escogimos para quedarnos las dos semanas de luna de miel; es tranquilo y puedo escapar cuando quiera.

Tan pronto el chófer nos dejó a solas en la casa, Arianna se quitó el traje en medio de la sala y lo tiró sobre el sofá. Debajo de todo ese voluptuoso traje, tenía una blusa blanca y una faja color crema, bastante ajustada a las curvas de su cuerpo.

-Al fin puedo quitarme esto.

-¿Para qué demonios usaste la faja? Yo no vi ningún cambio.

-Tu madre me la hizo poner, no lo hice para ti, idiota.

-Estabas a punto de explotar como cilindro de gas, ahora entiendo tu palidez.

-¿Ya te quitaste el relleno de medias de tu pantalón, querido esposo? - agarró mi pene por encima del pantalón y chillé-. Lo siento. ¿Toqué algo que no debía? - soltó una carcajada, mientras permanecía serio.

Es que la detesto con toda mi alma.

-Vete a bañar, sudaste más que un pavo asado-desajusté esa corbata que tanto me molestaba.

-No vayas a desnudarte frente a mí, pervertido.

-Ya quisieras verme desnudo, estúpida.

-Nadie va a querer ver a una lombriz como tú. Iré a bañarme, no vayas a espiarme mientras lo hago.

-No me interesa en lo más mínimo verte, puedes bañarte tranquila, Sra. Ogro.

Subió las escaleras y por fin pude sentir paz. Me dejé caer en el sofá y llamé a mi mejor amigo Jeffrey.

-¿No sé supone que estés mojando el cabeza dura en este momento, en vez de estar llamándome?

-Para nada, jamás me acostaría con esa mujer.

-Tendré que presentarte unas muñequitas que te quiten la inocencia, hermanito. No quiero que seas virgen toda tu vida, ya que parece que no te darán nada esta noche. ¿Te dejarán durmiendo con el perro? -soltó una escandalosa carcajada y alejé un poco el teléfono de mi oído.

-Prefiero irme a divertir con ustedes, que estar en este infierno.

-¿Por qué no te unes a nosotros? Tal vez conozcas a alguien que te quite el mal humor y te suelte algo.

-¿En dónde están?

-En el mismo lugar de siempre. Estoy con todos nuestros amigos y recibiendo un buen trato de tres conejitas.

-Me doy un baño y salgo para allá.

Subí a la otra habitación, me bañé y preparé todo para salir. Cuando abrí la puerta del cuarto, me topé con Arianna en medio del pasillo, vestida en una lencería roja y semipermanente, donde se podía notar parte de su voluptuoso cuerpo a través de la fina tela. Su cabello castaño y lacio, caía un poco más abajo de su ombligo. Nunca la había visto vestida de esa manera. ¿Por qué está vestida así?

-¿Qué haces aquí? -desvié la mirada, en busca de concentrarme en cualquier otra cosa.

-¿No vas a cumplirme como esposo? ¿No me digas que serás la mujer bipolar en la relación?

-Te lo dije, no me interesa acostarme contigo.

-¿Por qué? - puso ambas manos en mis hombros.

-No eres mi tipo.

-Ah, entonces, ¿tú tienes un tipo? - sonrió maliciosa-. ¿No me digas que no te gustan las chicas?

-Claro que sí, pero tú no.

-Probemos entonces- agarró mi mano, poniéndola sobre su seno derecho y no encontraba cómo moverla.

Es la primera vez que toco los senos de una mujer; la suavidad y el tamaño, son los culpables de que mi cuerpo reaccionara de forma inmediata. La detesto, aun así, acabo de ponerme como toro solo por tocarla. Definitivamente he perdido la cabeza.

Acortó la distancia entre los dos, acercando también sus pechos y los frotó en mi torso con descaro. Dios, son del tamaño de dos balones, aunque blandos.

-Eres un pervertido y luego dices que no soy tu tipo, pero bueno-suspiró desanimada-, supongo que existen cosas más importantes para ti que cumplirme como esposo... - se apartó, mostrándome mi tarjeta de crédito y la sacudió en sus manos.

No me explico en qué momento pudo haberla tomado del bolsillo de mi pantalón.

-Soy tu mujer y esto me pertenece ahora, ya puedes irte.

-Eres una estúpida.

-Sí, definitivamente lo soy - abandonó mi habitación para regresar a la suya.

He permitido de nuevo que esa mujer se burle de mí, pero esto no se va a quedar así. En la oportunidad que tenga de saldar esta cuenta, voy a hacerlo y con creces. Nadie juega con mis sentimientos y menos con mi... Miré mi pantalón y agité la cabeza.

-Supongo que solo somos tú y yo, amigo- acomodé bien el pantalón y seguí mi camino.

Llegué al bar a reunirme con Jeffrey y senté mi trasero de mala gana en la silla.

-Esa mujer acabará con volverme loco. ¡Es insoportable!

-Del odio al amor solo hay un paso, hermano.

-Primero muerto, antes de enamorarme de la hija de Satanás.

-¿Tan problemática es?

-No tienes idea.

-Debiste casarte con Valentina, ella sí era un buen partido y estaba muy rica, no como la gordita de tu mujercita.

-Pero su familia tiene enemistad con la mía y no tuve de otra que casarme con la loca de Arianna.

-No quisiera estar en tus zapatos, hermano.

-Ya olvidemos a esa bruja. Nada más de pensar en ella se me eriza la piel, es como si mencionar su nombre me causara malestar. No dudo que me esté haciendo brujerías.

-Tremendo lío en el que te has metido.

-No me lo recuerdes.

-¿Dormirán en la misma cama?

-¿Estás demente? Jamás dormiría con esa loca. Ya imagino esa serpiente tratando de ahorcarme a las 3 de la mañana. Nada más de imaginarlo, hasta se me quita el apetito.

-Dejemos a la loca de tu esposa y pensemos en algo mejor- acercó a una de las bailarinas y ella se sentó en mi regazo-. ¿Qué tal si le das un buen servicio a este amiguito deprimido? Mercancía nueva y sin usar, recién casado y virgen-rio descaradamente.

-¿Estás de broma?

-Creo que es tu noche para matar dos pájaros de un tiro; te olvidas de la loca de tu mujer y pruebas a una mujer de verdad.

-Esto no es lo mío.

-¿Vas a esperar a que llegue la indicada, así como hacen las viejas? Llegarás a viejo antes de que eso suceda.

-¿Estás dudando de mis habilidades?

-En estos tiempos a las mujeres les gusta un hombre experimentado, uno que no sepa hacer nada no lo van a querer ni regalado; quizás eso es lo que le pasa a tu esposa- ambos rieron y rechiné los dientes de la molestia.

-Aunque tenga experiencia o no, a ella no me la tiro ni drogado.

-Nunca digas de esa agua no beberé, el camino es largo y te puede dar mucha sed.

-Prefiero morir seco y virgen, pero con decencia.

-Ya pareces una vieja hablando.

-Ya mejor cambiemos el tema.

-Es lo mejor o seguirás amargado.


Arianna

Ese idiota ni siquiera se da cuenta de las cosas. No puedo creer que realmente se fue cuando se supone que es nuestra luna de miel. Probablemente va a reunirse con Valentina. La soledad y el aburrimiento que sentía era tanto que llamé a mi amiga Michelle.

-¿No se supone que estés en la luna de miel con tu esposo, Arianna?

-Ni me hables de ese idiota. Es un imbécil, que tras de virgen, es un descerebrado.

-¿Virgen?

-Así es.

-Un hombre virgen no se ve todos los días. Deberías presentármelo, yo podría hacerle el favorcito.

-Solo se la pasa viendo porno, aún guarda sus revistas debajo de la cama y para completar, es de los que se limpia con los calcetines.

-¿Tú cómo sabes eso?

-Intuición, supongo.

-¿Lo has estado vigilando, pervertida?

-No, pero es muy obvio. No sabe disimular y lo conozco desde siempre. Es divertido molestarlo, en especial ver lo nervioso que se pone al tocar unos senos.

-Eres muy cruel. ¿Planeas acostarte con él o enamorarlo?

-No hablemos de eso.

-Puedes traerlo un día por la barra, yo le ayudaré con gusto.

-No, ese virgencito se tiene que quedar así. No sería divertido molestarlo, si logra graduarse probando una vagina- reí.

-Algo me dice que lo quieres solo para ti. No seas tacaña, compártelo.

-Contigo nunca, querida. Te llamaba solo para que salgamos mañana con Keyla. Lo mejor es que no necesito gastar de mi dinero, ahora tengo el de él.

-¿Le robaste la tarjeta?

-Digamos que se la pedí prestada.

-Perfecto. Nos encontramos en el mismo lugar de siempre.

Es lo menos que puedo hacer después de que me hubiera dejado plantada en nuestra noche de bodas.

Bruce

He estado mucho rato aquí y me estoy sintiendo muy mareado. Debo regresar a la casa antes de que esa bruja venga a buscarme.

-Tengo que llegar a la casa, esa bruja es capaz de quemarla si no aparezco por allí-terminé con la última copa y la puse sobre la mesa.

-No creo que le importe que te quedes conmigo, guapo- dijo la mujer que me ha estado haciendo compañía, cuyo nombre ni siquiera sabía.

-No la conoces, es capaz de eso y más.

-¿No vas a pasar la noche con la conejita? -preguntó Jeffrey.

-No, otro día vengo. No puedo dejar de pensar en ese demonio que está en la casa.

-Te han hecho un amarre, hermano.

-Eso creo. Gracias por haberme escuchado.

-De nada. ¿Necesitas que te lleve?

-No, yo puedo solo. Que la pasen bien.

Regresé a la casa y las luces estaban todas apagadas. Al menos no encendió la casa en fuego. ¡Es una psicópata loca!

Caminé por el pasillo y me detuve frente a la puerta de ella. ¿Estará dormida? Ese demonio que me habla en el oído, pide a gritos que salde la cuenta que me debe, pero si entro y soy descubierto, puede pensar que soy un pervertido. Bueno, ¿y a mí qué me importa? Luego de todo lo que me hizo, es lo menos que puedo hacer.

Abrí lentamente la puerta, vi su cuerpo tendido en la cama y fui acercándome sigilosamente a ella. ¿Ahora qué se supone que haga?

Ella se acomodó en la cama y ese movimiento hizo que casi muera del susto. ¿Qué puedo hacerle mientras duerme?

Vi un labial encima de la mesa noche y se me ocurrió una brillante idea. La malicia me obligó a alcanzar el labial, pero el sólido golpe de la almohada en la cara, me hizo ver estrellas imaginarias.

-¿Qué rayos haces aquí, pervertido? -encendió la lámpara de la mesa de noche.

-Ni que quisiera verte, estúpida. ¿No tienes una forma menos agresiva de darle la bienvenida a tu esposo?

-Ni me recuerdes que estoy casada contigo-desvió la mirada.

-¿Por qué no nos divorciamos entonces?

-Porque sería un dolor en el trasero tener que arreglar la situación después; de lo contrario, ya lo hubiera hecho.

-Dolor en el trasero me causa tener que soportarte.

-Lo mismo digo, imbécil.

Recogí la almohada que me tiró y se la arrojé de vuelta, donde esta aterrizó justamente en su cara.

-Con la almohada en la cara no pareces tan ogro- reí con satisfacción,

Sostuvo la almohada molesta y me dedicó una mirada que si mataran, ya estuviera muerto. Viendo mi vida en peligro, no tengo otra opción que no sea la retirada.

-Sí, es hora de correr - salí corriendo como si de unas olimpiadas se tratara y me encerré en la habitación con seguro.

-¡Eres un infeliz! - gritó desde el otro lado de la puerta, mientras la golpeaba en repetidas ocasiones.

-¿Qué se siente que te tiren la almohada fría en la cara, ogro? - el ataque de risa no lograba calmarlo, tal vez era debido a la misma borrachera.

-¡Sal de ahí, virgen cobarde!

-Tú te lo buscaste. Hasta mañana, querida esposa- quisiera ver su expresión en este momento, pero estaría arriesgando mi vida.

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