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Entendiendo la situación de la chica, Hyunsok lo dejo pasar. Sabía que esa noche consumarían el matrimonio, ella todavía estaba preparándose mentalmente para todo lo que estaba por suceder. Lo enterneció la forma en la que ella se encogía en una esquina del carruaje, extendió su brazo y cogió su mano riéndose cuando ella dio un pequeño salto al verse sorprendida por el gesto.

Delante y detrás de ellos había al menos unos veinte guardias custodiando la seguridad de Hyunsok, el heredero de los Kim no tenía muchos enemigos, pero antes de su boda había sufrido un intento de asesinato que había desencadenado una seguridad mas estricta.

Haneul pronto se percató de que el carruaje estaba reduciendo la velocidad, hasta detenerse frente a una gran puerta de hierro que protegía su destino final. Junto a las puertas los esperaban mas guardias, habían llegado. Hyunsok la ayudo a bajarse aunque ella le dijo que podía hacerlo muy bien sola, su esposo se negó refutando que eso solo le quitaría caballerosidad.

—Esta bien.

La elegante casa de madera era gigante, los balcones y ventanas tenían un hermoso diseño que era aun mas vistoso por las bonitas enredaderas que la cubrían. Rodeado de un extenso campo y un pequeño rosal a un costado de la construcción. Dos guardias se llevaron a los caballos a la parte trasera del lugar, dejando los carruajes.

Después de un asentimiento por parte de su ahora esposo hacia su guardia personal ambos fueron escoltados hasta la entrada de la gran casa. Las puertas se abrieron y fueron recibidas por una rustica pero a la vez elegante primera planta.

Los pisos de madera tenían un acabado impecable, hermosos cuadros pintados por los mejores artistas del reino decoraban las paredes marrones. La incomodó un poco la cabeza de ciervo que parecía observarla sobre la chimenea. Eso fue lo único que vio porque apenas entraron fueron recibidos por dos personas.

Un hombre alto erguido con un extravagante bigote y un uniforme sencillo pero fino. La mujer era mayor no tan mayor para ser su abuela, pero si lo suficiente para parecer su madre. Ella también vestía bien y su altiva mirada mostraba que no era una simple empleada.

—Querida te presento a Minseok el mayordomo de esta casa y a la señora Kang la ama de llaves. —Ella asintió y el hombre inclinó la cabeza antes de retirarse quedando solo la mujer—Ella se encargara de servirnos durante nuestros tres primeros días.

—Señora Kim es un honor poder servirle, espero que no dude en pedirme cualquier cosa.—la mujer se inclinó ante ella y Hyunsok le ordenó retirarse.

—Este lugar es gigante. ¿Por qué no hay mas empleados? —Hyunsok se rio ante la pregunta de Haneul.

—Necesitamos privacidad y con ellos dos es suficiente por ahora—agarró su mano llevándola por la escalera—La segunda planta es para nosotros solos.

Ante eso ella sonrió débilmente.

Después de entrar por varios pasillos y cruzar algunas puertas llegaron a la habitación. Una gran puerta de roble con grabados ornamentales los recibió, lo primero que vio fue una gran cama en medio de la habitación rodeada por un dosel blanco estampada con flores de cerezo.

Al pie de la cama un baúl rojo con detalles de oro asentándose sobre una alfombra color burdeos se extendía hasta un tocador de madera con un gran espejo. La ventana tras la cama iluminaba parte de la habitación, junto a ella las puertas de cristal del balcón hacían la mayor parte del trabajo para iluminar el espacio. En una esquina una mesita de noche donde varios candelabros esperaban ser encendidos al anochecer.

La pintura de una bella mujer que era observada por una serpiente mientras lavaba ropa en el río yacía junto la pared del tocador. En la esquina inferior de nuevo firmaba Park Jimin, el príncipe.

Hyunsok la vio mirando el cuadro se acercó a ella. —La víbora de Arlet, la mejor obra del príncipe en mi opinión.

La voz de Hyunsok detrás de ella la hizo saltar y entonces la curiosidad hizo que se aclarara la garganta. —¿Cómo has conseguido este cuadro? Ni siquiera sabía que el príncipe era tan talentoso hasta hace unas horas.

—Esto es reciente. Hace un par de semanas el rey invitó a muchas familias nobles del reino y extranjeras para revelar el talento del príncipe y regaló al menos más de la mitad de los cuadros expuestos. —Hyunsok sonrió ante la belleza frente a él—Me llamó la atención la historia tras este cuadro y el rey me lo obsequió.

Hyunsok sacó del armario una botella de vino, y llenó las dos copas que estaban sobre la mesita.—Parece que los dos lo necesitamos—desabrochó el moño de su traje y entró en una de las puertas de la habitación mientras le pedía que se pusiera comoda.

Haneul observó el anillo en su mano y suspiró. Alcanzó uno de las copas y se la llevó a los labios, esperando a que Hyunsok saliera. La incomodidad en su estomago la hizo suspirar débilmente de nuevo. Ahora sí estaba en la boca del lobo, el destino ya lo había decidido. Volvió a dejar la copa en la mesa pensando en todo, al menos Hyunsok era bien parecido y mucha gente lo respetaba por sus acciones generosas y valientes le dijo su madre un día antes.

Cómo si eso lo hiciera mejor.

Hyunsok salió ya sin su traje de ceremonia, ahora solo con la camisa blanca y los pantalones, al menos seguía vestido.

Se acercó a ella invadiendo su espacio personal, y tomo su mentón dejando suaves caricias en el.

—Haneul, ¿sabes lo mucho que he esperado este momento? —Acercó su nariz a su cabello y Haneul se encogió al sentirlo olerla, Hyunsok sonrió pensando en que él era quién estaba causando la reacción.

Su voz salió un poco inestable—N-no lo sé. 

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