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—Su majestad usted... ¿usted pintó este cuadro?—el príncipe sonrió ante la pregunta y Haneul solo pudo encogerse internamente ante lo tonta que era la pregunta.

—Omití mi título porque no quiero que empañe mi firma como artista, pero sí. Lo pinté después de leer "La mano del jardinero", Seokjin amablemente me lo recomendó. Cuando terminé el cuadro se lo envié como regalo y me conmueve que lo haya expuesto aquí.

—Nunca he escuchado hablar de ese libro—Haneul se rascó la mejilla tratando de recordar, pero no se le venía algún título que coincidiera. —Su majestad, voy a tomarme el atrevimiento de pedirle el nombre del autor del libro, así me sería mucho más fácil poder encontrarlo.

—Claro que sí, si mal no recuerdo el autor firmaba con JJSeagull, pero no tienes que preocuparte por encontrarlo. Seokjin puede ayudarte con eso. —ambos observaron a Seokjin hablando con su padre al otro lado de la gran habitación, el susodicho tuvo que haber sentido los ojos clavados en él que les devolvió la mirada, pero antes de poder hacer algún movimiento otra persona se le atravesó. —Parece que no soy el único que quiere conversar señorita Kim.

De reojo ambos observaron a un par de damas ansiosas por hablar con ella.

—Su majestad le agradezco por tomarse el tiempo de compartir una amena conversación conmigo.

—El gusto es mío, espero que esta sea el principio de muchas conversaciones, señorita Kim. —el príncipe inclinó la cabeza y ella hizo una pequeña reverencia que el recibió con una sonrisa un poco extraña.

Cuando el príncipe se hubo marchado Haneul se preguntó el porqué de esa expresión, y porque aún con todo y boda el príncipe la había llamado señorita.

Antes de que se diera cuenta las hermanas Choi se habían acercado a ella.

—¿Qué se siente casarse con el hombre más deseado? —Mia una chica menuda y de cabello oscuro, invadió su espacio personal y ella estuvo a punto de caer si no hubiera sido por los rápidos reflejos de Kura, quién lucia exactamente igual que su hermana.

—Te equivocas hermana el hombre más deseado del reino es Kim Seokjin—Kura afirmó girando con su vestido morado mientras su hermana asentía de acuerdo con ella. Haneul no pudo evitar sonreír ante la mención de su cuñado.

Mia y Kura era lo que ella podría llamar amigas, no eran chicas malas ni nada de eso, pero al final su amistad siempre dependería de su estatus y al momento de competir por un hombre ninguna de ellas agacharía la cabeza. En el fondo ella apreciaba el gesto de las hermanas Choi quienes trataban de incluirla en sus actividades.

Su amiga de infancia estaba muerta, así que encariñarse fue lo último que quería hacer al principio, pero fue inevitable. Un camarero se acercó a ella ofreciéndoles una copa de vino, pero ninguna de ellas acepto, no con sus padres vigilándolas.

—¿Y bien? —La mirada sugerente de las hermanas la hizo rodar los ojos. —No vas a negarnos que acabas de hablar con el Príncipe heredero.

—El príncipe solo vino a felicitarme, no se hagan ideas locas en la cabeza. Ahora soy una mujer casada.

—Pero es demasiado hermoso para solo mirarlo, si yo pudiera por lo menos tocarlo—un chillido escapó de los labios de Kura y las chicas la ignoraron.

—Si no nos vas a decir que pasó con el Príncipe, entonces cuéntanos qué siente ser una mujer casada. —esta vez habló Mía.

—No se siente muy diferente a toda mi vida, ahora en vez de obedecer a mi padre tengo que obedecer a mi esposo, pero es lo que me toca al final de todo. — Mia frunció el ceño ante el poco entusiasmo que Haneul mostraba.

Antes de que Mia pudiera abrir la boca su hermana se tapó la boca intentando amortiguar un chillido al fijarse en el apuesto hombre que conversaba con Kim Seokjin.

—Miralo—Kura pegó un pequeño salto de emoción señalando al chico—Es el hijo mayor del comandante Jeon, seguramente viene a buscar alguna candidata que sea digna de casarse con él. ¡Es tan guapo!

Mia suspiró y Haneul se dio cuenta de la ausencia de la última integrante del grupo.

—¿Dónde está Seulgi? —la pregunta que salió de su boca hizo que Mia se encogiera y Kura dejara de saltar. —¿Chicas?

Un ambiente extraño se posó sobre el grupo y hubo varias miradas entre ellas que hicieron que Haneul se sitiera mal.

Mia decidió hablar.

—Haneul, Seulgi...—se quedó por un momento pensando las palabras que le diría—Seulgi desapareció hace dos días.

—¿Qué? — Su respiración se atascó, no podía creerlo, no quería creerlo. Con todo lo de la boda, los nervios. ¿Como era posible? De nuevo estaba ocurriendo y ella no podía hacer nada. Si ella lo hubiera sabido, ella debería haber hecho algo. El nudo en su garganta solo le hacía difícil el tragar saliva, las ganas de renunciar a todo, quitarse ese vestido y volver a su cama para cerrar los ojos. Deseando que todo eso fuera una pesadilla.

No quería pensar lo peor, pero era inevitable.

—La señora Kang está destrozada, desde el asesinato de su hija mayor descuido a Seulgi y ahora ella también desapareció, es tan...

Mia codeo a su hermana cuando vio la mirada de consternación en Haneul y ella se detuvo inmediatamente.

—Pero puede que no tenga que ver con el asesino—se apresuró a soltar Mia—ella estaba viéndose a escondidas con un campesino.

—¿Cómo se llamaba? —Pregunto Kura intentando recordar.

—Creo que su nombre era Minho, el hijo del herrero, sus padres nunca aceptarían algo como eso así que pudo haberse fugado con él.

—Si—Kura sonrió con duda—Tal vez eso fue lo que paso.

Haneul trato de no mostrar cuanto le había afectado y solo asintió.

El salón se había llenado, las damas estaban ansiosas por lucirse en la pista de baile, pero sabían que tenían que esperar a que la pareja de recién casados lo abriera.

—Atencion el baile da inicio con el señor y la señora Kim.

No supo en qué momento Hyunsok se había acercado y ahora extendía su mano frente a ella, de nuevo era el centro de atención. Intento ocultar sus nervios y acepto para que caminaran al centro del salón.

Una hermosa melodía se abrió paso en sus oídos y solo se dejó llevar por los pasos que había estado ensayando incansablemente durante semanas por órdenes de su madre.

—No puedo creer que al fin este pasando—Hyunsok sostuvo su cintura y la hizo girar escuchando los vítores de la gente.

—Yo tampoco—Haneul se asomó por encima del hombro de su marido al hombre que la observaba sin descaro con una expresión de preocupación y con nervios continuo—Siento que este será un día inolvidable. 

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