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Cuando se dio cuenta que en cualquier momento podrían entrar a buscarla se secó las lagrimas y observó su reflejo por uno de los espejos del lugar. Para su sorpresa su maquillaje apenas se había arruinado, cortesía de su madre que se había asegurado en conseguir lo mejor de lo mejor.

—¿Qué haces todavía aquí? —la voz de su padre resonó por todo el lugar haciendo que ella se congelara.

—Padre yo...

El hombre la agarró por los hombros con tanta fuerza que sabía que sus dedos quedarían marcados. Haneul no esperaba que su padre siguiera en la iglesia, observó cómo los rasgos de la versión mayor de Hoseok se arrugaban con furia.

—Se supone que deberías estar de camino a la finca Kim con tu esposo ¿Por qué demonios sigues aquí?

Haneul sintió que la electricidad recorría su cuerpo, esto tenía que cambiar. Durante todos esos años había tenido que ceder ante sus padres, obedeciéndolos y encogiéndose antes sus órdenes como si fuera un corderito. Pero ya no. Ya no podían seguir haciendo eso, ahora era una mujer libre de sus padres, ellos ya no podían encadenarla bajo su yugo.

Con firmeza saco las manos de su padre de sus hombros, una expresión de incredulidad se dibujó en la cara del anciano.

—Padre—Haneul obligó a su voz a no quebrarse y mantuvo la mirada en el anillo que atesoraba desde hacía unos años —Si sigo en la iglesia es porque tengo dar las oraciones de la fertilidad para mi matrimonio, necesito un heredero pronto. No quieres que la unión de nuestras familias sea en vano ¿No es eso lo que querías?

—¡Jung Haneul!—la voz de advertencia de su padre no le hizo ni cosquillas, no volvería a agachar la cabeza. Entonces lo miró a los ojos, lo miró como no lo había hecho en años. Este hombre siempre sería su padre pero ya no podía dejarse manejar como si fuera un títere.

—¿Olvidaste que ahora soy una mujer casada? Puedo ser heredera pero no es por voluntad tuya. Es porque ya no te queda nadie más, así que por favor no olvides que la unión de nuestros legados depende única y exclusivamente de mi, padre. —Dándole la espalda a su progenitor caminó hacia la salida de la iglesia, pero se detuvo un momento y aún sin mirarlo volvió a hablar.—Ahora también soy una Kim.

Salió de la iglesia y pudo escuchar a su padre romper alguna reliquia, entonces se dio cuenta que dos carrozas en la salida esperaban a ser ocupadas. Cuando vio a su madre esperando a su padre en una de ellas, se subió en la otra carroza con la ayuda de Soobin. No necesitaba aguantar las quejas de su familia.

Con esto los caballos empezaron su recorrido.

Hoseok era al único que podía llamar familia y estaba muerto. Siyeon su amiga del alma, su hermana de otra madre también se había ido. Ella tenia que cumplir su promesa, pero no dejaba de pensar en cómo cambiaría su vida después de este día.

El viaje no fue largo, lo único que ella pudo hacer fue ensayar su sonrisa y observar las nubes con nostalgia, recordando inevitablemente a su hermano mayor.

Llegó a las tierras de la casa Kim levantando el molesto velo. Soobin la ayudó a bajarse y la escoltó hasta el comedor donde mucha mas gente de la que ella pensaba que asistiría la esperaban sentados en las mesas.

Las damas y caballeros presumiendo sus mejores ropas, miraban y criticaban a cualquiera que tuviera un rango menor a ellos.

Una mesa más grande estaba reservada solo para la familia, donde ya se encontraban los padres de Hyunsok, Seokjin y Yura. Se sorprendió al encontrar al príncipe heredero sentado en la misma mesa que la familia Kim. Sus padres aparecieron detrás de ella.

—La novia y su familia han llegado—una voz resonó por todo el comedor— el banquete puede comenzar.

Se inclinó hacia la mesa familiar y se apresuró a sentarse en la pequeña mesa central donde su apuesto esposo la esperaba con ansias. Haneul apenas comió, las náuseas por ser el centro de atención no tardaron en llegar y ella se limitó a mirar su plato.

Una mirada la hizo removerse en su asiento.

—Querida ¿Por qué no comes? —Hyunsok sostuvo su mano y ella bajó la mirada hacia a su plato —¿No te gusta? Puedo mandar a preparar algo que sea de tu agrado.

Haneul parpadeó ante la sugerencia y negó con la cabeza.

—La comida va a darme pesadez y quiero sentirme liviana para el baile.

El levantó las cejas y luego asintió.

—Entiendo.

Durante el banquete Haneul observó a los invitados. Muchas muchachas casaderas observaban con desanimo hacia su mesa. Sabía que les había quitado la oportunidad de casarse con el hombre de sus sueños. Pero después recordaban que el mejor candidato seguía soltero y se les pasaba.

Miraban con anhelo al menor de los Kim preguntándose cual sería la mejor forma de conquistarlo, mientras Seokjin y Yura no se casaran ellas todavía tenían oportunidad.

El baile empezaría dentro de poco, Hyunsok fue a atender a algunos invitados mientras ella ingresaba en el gran salón.

Cada vez que entraba a ese salón de baile no podía evitar quedar asombrada. El lugar se veía más lujoso que las otras veces en las que había tenido la oportunidad de entrar. Era gigante, varios candelabros adornaban techo abovedado y las paredes del lugar exponían muchas pinturas que a su parecer mostraban los paisajes más bonitos que había visto. Sus grandes ventanas estaban cubiertas por cortinas muy elaboradas y hermosos diseños de oro. Todo ello gritaba ¨forrado hasta la punta de los pies¨

—Mis más sinceras felicitaciones señorita Kim—la voz masculina la hizo voltearse y encontrarse cara a cara con el mismísimo Príncipe Jimin.

—¡Su alteza!—Con rapidez agarró las faldas de su vestido e hizo una reverencia como su madre le había enseñado hacia años atrás.

—No hace falta que sigas todas estas formalidades —el príncipe la ayudó a enderezarse antes de volver a guardar las manos tras la espalda —Me honra poder asistir a la ceremonia más importante del año y no me arrepiento de hacerlo porque puedo admirar a una de las novias más hermosas que mis ojos han visto, puedo decir que el hombre con quién pasará el resto de su vida será muy afortunado.

Haneul no pudo evitar ruborizarse por las palabras del príncipe heredero, y agradeció el cumplido.

—Su alteza es un honor poder escuchar esas palabras de su parte.

—Todas las palabras que salen de mi boca están dirigidas a usted con honestidad, después de todo solo estoy diciendo lo que todos piensan y me es grata su compañía. —el príncipe le ofreció el brazo y ella aceptó, ambos caminaron hacia una pintura muy singular. Una mano ensangrentada, a cualquiera le parecería muy explicita por lo realista que se veía. Pero las flores de colores sobre las que posaba hacían extrañamente hermosa la combinación. En la esquina inferior se firmaba con el nombre Park Jimin, así sin título. Miró al príncipe con sorpresa sin conocer esa faceta suya. —¿Qué opina sobre él? 

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