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Su madre apenas parpadeó sintiendo su sangre calentarse porque sabía que su hija tenía razón, le dolía la muerte de su hijo, pero ya habían llegado demasiado lejos y no podían detenerse así por así. Tampoco podía olvidar que la mujer frente a ella antes que su hija era su herramienta. Ya había sacrificado muchas cosas así que no pensaba dar marcha atrás. La miro por última vez antes de girarse para abrir la puerta de la habitación. —Madre.

—¿Qué quieres? —respondió sin voltearse, no podía dejar que su hija viera como la había afectado.

—Diles que se vayan, voy a terminar de prepararme yo sola—Haneul se inclinó frente al espejo mirándola por su reflejo.

—Por tu bien y el de esta familia espero que no lo arruines—respondió con firmeza y salió azotando la puerta.

Entonces Haneul se dejó caer en la silla.

Durante toda su vida lo único que recibió de su madre fue indiferencia.

Su madre nunca la había amado y a pesar de su resignación, eso siempre le dolería porque ella no parecía perder la esperanza de recibir, aunque sea un poco de interes genuino de su parte. Las pocas veces que la trato bien fue con un motivo oculto y sabía que eso no cambiaría, aunque la ayudara lograr su objetivo.

¿De qué le servía tanto poder si ya había perdido lo más valioso que tenía? Su madre era una serpiente más, pero en el fondo amaba a Hoseok. Lamentablemente ese amor no había sido más fuerte que su ambición, y ahora su hermano ya no estaba con ellos.

Tampoco Siyeon, pensar en su mejor amiga hacía que su pecho doliera aún más, cuando eran niñas Siyeon siempre soñó con ese momento, en sus fantasías infantiles planeo que celebrarían sus bodas juntas. Y aunque el matrimonio no era algo que la emocionara como a su dulce amiga, Haneul siempre procuro estar de acuerdo con ella, su sonrisa siempre fue algo que la motivo. Su repentina muerte fue un golpe muy duro para los hermanos Jung , Siyeon nunca pudo hacer su más grande sueño realidad por culpa de un demonio disfrazado de persona.

No se pudo obtener mucha información del asesino, aunque tenía una larga lista de víctimas que cada vez más se hacía más grande. En menos de diez años se había convertido en el terror del reino, todas las familias temían por sus hijas y no era para menos, las muchachas desaparecían de un día para otro solo para que sus cuerpos fueran encontrados sin vida.

Su hermano siempre trato de cuidarlas, pero en el primer descuido Siyeon desapareció lo que hizo que no solo los hermanos se preocuparan, también el reino. La hija de los Song había desaparecido y todo fue cuesta abajo cuando un granjero encontró el cuerpo de la joven un par de días después. El reino se vistió de luto, y la desesperación de la casa Song por encontrar al asesino de su hija no dio frutos. Siyeon se había ido dejando un gran vacío en el corazón de Haneul, y a Hoseok con la ausencia del suyo.

Por eso había preferido arreglarse sola, no quería tener que aguantar las miradas de lástima que las empleadas le daban. Sabía lo que pensaban de ella, pero necesitaba sentirse libre de eso, por lo menos en ese momento. Eso sin ignorar las conversaciones en las que las empleadas más jóvenes expresaban su miedo de ser las próximas víctimas, parecía ser su tema diario de conversación algo que personalmente la molestaba.

Afortunadamente el maquillaje que le hicieron era ligero, algo no muy escandaloso pero bonito. Su madre sabia como hacerla ver presentable, eso era lo que quería. Si fuera por ella la habría comprometido con el príncipe heredero, pero su padre se había adelantado comprometiéndola con el heredero de los Kim, y no sabía si eso la hacía sentirse mejor. Casarse con un miembro de la nobleza ya era complicado así que no se imaginaba la presión que habria sobre sus hombros si le tocara casarse con el futuro rey.

Dentro de unas pocas horas sería una mujer casada, ya era poderosa por su familia, pero ahora estaría casada con uno de los hombres más influyentes de la ciudad.

Tendría que dar a luz a un hijo pronto como todos esperaban y esa sería su perdición, nunca abandonaría a la criatura. No quería que creciera sin el amor de una madre, como ella lo había hecho. Todo eso la hizo sacudir la cabeza, estaba pensando muchas cosas y eso no le convenia en ese momento, pero no podía evitar divagar.

Al menos ya estaba lista.

El vestido blanco abrazaba a su cuerpo de una forma tan mágica que incluso madame Loiseau le soltaría un cumplido. Las flores bordadas que lo decoraban mostraban detalles casi imperceptibles que solo alguien con buen ojo vería. En parte se lo debía al corsé, pero tampoco negaba la belleza que había heredado de su madre. Eso era lo único que le había heredado y con eso estaba bien.

Debajo de ese gran trozo de tela se encontraban las piezas de lencería que serían testigos de la larga noche que estaba por venir, no era escandaloso, pero era diferente a lo que solía usar. Su madre se había asegurado de que ella lo utilizara, un poco incomodo también.

Pequeñas flores blancas adornaban su cabello dejando que gran parte de sus rizos castaños cayeran libres sobre su espalda como a Hoseok le gustaba. El velo caía cubriendo su rostro aun así trato de sonreír. Respiro con profundidad preguntándose si de verdad lo haría, pero el recuerdo de su hermano hizo que esa chispa de motivación se encendiera.

No importa lo bueno que fuera Hyunsok, no lo amaba sin embargo estaba dispuesta a casarse con él.

Con un deje de duda tocó la puerta y esta se abrió para ella. Dos criadas la acompañaron hasta salir de la gran casa, donde su cochero y varios guardias de la casa Kim la esperaban.

—El señor y la señora Jung ya se encuentran en la iglesia—la ama de llaves anunció—Es hora señorita.

Haneul le echó un último vistazo a la casa en la que creció, el jardín descomunal que rodeaba el elegante edificio mostraba el esfuerzo de los jardineros al mantenerlo durante muchos años tan colorido y hermoso, las estatuas le daban un toque más ostentoso. Y el árbol con flores amarillas que daba hacia la ventana de su dormitorio, fue difícil recordar a su hermano tratando de escalarlo el día en que se reconciliaron por una tontería, al final termino con un brazo roto y Haneul rogándole que no muriera.

El agridulce recuerdo la hizo más consciente de la situación. Tendría que vivir con toda la familia de su esposo, claramente incluía a su no tan agradable suegra.

Se despidió de la ama de llaves con un abrazo ignorando la mirada sorprendida de los demás empleados para subir en el carruaje donde la pequeña prima de los hermanos Kim la esperaba. La madre de Hyunsok había decidido que la niña fuera su dama de honor y ella no tuvo ninguna queja al principio. Pero durante todo el camino, la niña no paraba de preguntarle muchas cosas que a ella solo la estresaban.

¿Cuántos hijos tendrían? ¿Como se hacían los bebes? ¿Amaba a su futuro esposo?

Al principio la fastidio un poco, pero al ver la emoción brillando en sus ojos hizo que la tristeza tomara la delantera. Se lo preguntaba tan inocentemente, la niña no sabía que su familia la casaría con cualquier desconocido si eso les aseguraba el poder.

No importaba la edad, conocía a muchas jóvenes como ella que habían tenido la mala suerte de casarse con hombres que podrían ser considerados sus abuelos. Por ese lado ella era algo afortunada, Hyunsok era apenas un par de años mayor que ella. Al menos trataba de que ese pensamiento mejorara su estado de ánimo.

1.325 palabras. 

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