4
El primer turno de trabajo terminó cerca de las ocho de la noche. Pensaba que sería más agobiante, pero ver las sonrisas en los rostros de todos esos pequeños fue sin duda lo mejor del día. Grace y yo entramos en casa dejando los zapatos tirados a un lado de la puerta, estamos cansadas y con hambre, han sido seis horas de extenuante trabajo.
—Cenemos viendo una película de navidad. —dice Grace, moviendo sus pestañas de forma encantadora.
—¿En serio? ¿más navidad? Grace, por favor, no —suplico agobiada de tanto rojo, verde y alegría.
—Claro que sí, esta es la época perfecta para ver historias de amor cliché que sucede en navidad. —Aun no logro entender la personalidad explosiva, optimista y alegre de mi amiga, pero supongo que de eso se trata la amistad, no de entender, si no de aceptar.
Me dirijo a mi habitación y me pongo algo de ropa cómoda, arrastrando los pies y liberando un gran bostezo, entro a la cocina para meter las pizzas la horno. Grace organiza la mesa frente a la tele y elige nuestra película. Pronto mis pensamientos vuelven a Caleb, a Caleb y la noche en que nos volvimos a ver. Suspiro con pesar, recordando esos pequeños y fugaces momentos que tuvimos en el instituto. Una sonrisa, una mirada, o el roce de nuestras manos cuando le entregue su hoja del examen de química. Nunca pude decirle lo enamorada que estaba de él, aunque creo que era más platónico que real. Siempre estaba rodeado de las chicas más guapas del instituto y yo siempre me quedaba atrás. Hubo un par de ocasiones en las que nuestras miradas coincidieron haciendo que el tiempo se detuviera, luego, sus amigos llegaban a su lado, riendo y entablando alguna conversación, entonces, ese pequeño fragmento de tiempo en el que creía que conectábamos, desaparecía casi de inmediato, y lo único que veía era su ancha espalda desapareciendo por el pasillo. El sonido del horno anuncia que nuestra cena estaba lista y me sobresalto, dando un leve grito, que luego me hace reír. Pongo las pizzas en platos y las llevo a la mesa para ver la dichosa película.
La escena final, por fin. Bastante aburridora y predecible. Los dos protagonistas están a punto de darse su primer beso y obtendrán su "felices para siempre".
Si, predecible y demasiado perfecta, aun así, envidio lo que tienen esos dos, por mas que sea una actuación, quisiera tener, al menos, una tercera parte de la relación que tienen ellos dos.
Después la muerte de mamá perdí la pasión por la vida y la fe en el amor, o en cualquier cosa que tuviera que ver con ser feliz. La última vez que estuve en una relación fue antes de que ella falleciera. Y no es como si hubiese tenido relaciones largas. No se que pasa conmigo, es como si estuviera rota y todos los que están a mi lado terminan alejándose. Supongo que mi destino es estar sola.
El vacío de la soledad empieza a acrecentarse, un sentimiento cada vez más familiar.
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
Un nuevo día, un nuevo turno de trabajo. Aunque al principio estaba reticente, no puedo negar que ayer me divertí, así que hoy lo espero con ansias. La música navideña retumbaba dentro del vehículo, en un momento de debilidad me veo cantando junto a mi amiga, observo a la gente pasear por la calle y mi reflejo en el cristal de un mostrador me hace reír. Luzco patética y ¡me encanta!
—¿Qué te parece el nuevo Santa? —Grace pregunta de la nada, trayendo mi mente de regreso al coche. La miro por unos segundos tratando de recordar al hombre vestido de Santa con el que trabajé ayer.
—¿Es nuevo? No lo sabía. Supongo que lo hace bien, no sé, no le he prestado atención.
—Si, Zack, el anterior Santa, fue a pasar la navidad en Napa con su novia, la elfa a la que estas reemplazando, se iban a comprometer. —Se que Grace ama las historias de amor, así que no es para menos que este emocionada con esta. Lleva trabajando en el centro comercial varios años, y debe conocer a la pareja demasiado bien—. Un hermoso deseo de navidad.
—Si, supongo —En cuanto aparca el coche, tomo mi mochila y salgo caminando con prisa. Unas cuantas gotas de lluvia empiezan a caer, lo que posiblemente se traduce a una tarde ligera. Y no estaba mal, el día anterior había sido un sin parar. No logro entender de donde salen tantos niños si estamos en una ciudad pequeña. Miro sobre mi hombro y Grace viene corriendo detrás de mí, riéndose sin parar porque esta empezando a mojarse. A veces la envidio, encuentra la felicidad en cosas tan pequeñas y absurdas como las gotas de la lluvia.
Llegamos al vestidor de empleados con las manos congeladas. Tiro mi mochila sobre uno de los bancos y me siento para desatar los cordones de mis botas. Grace, con lo sociable que siempre ha sido, inicia una conversación de Maddie hablando sobre el nuevo Santa. Sigo cambiando mi ropa y luego, frente al enorme espejo, organizo mi cabello y me pongo algo de maquillaje
—Justamente eso estaba hablando con Til, parece un buen chico, y se nota que es muy guapo. ¿verdad, Til? —pregunta, intentando adentrarme en la conversación, cosa que no agradezco para nada, hay algo en Maddie que no termina de gustarme.
—No lo sé, no lo conozco, así que no puedo dar mi opinión —digo para luego seguir en lo que estaba. A través del espejo, Grace me mira entrecerrando los ojos y yo le saco la lengua.
—No se vosotras, pero yo iré a por él, es demasiado guapo y no puedo dejar pasar esa oportunidad dice Maddie, poniendo las manos en sus pechos, y meciéndolos de forma sugerente—. Mis nenas necesitan atención de un macho como ese. ¿Tú qué opinas, Matilda?
—Mi nombre es Tillie, y yo no pienso ir detrás de nadie, estoy aquí para trabajar, no estoy tan desesperada como para acosar a un tipo que ni siquiera conozco. —respondo sintiéndome enferma con sus comentarios fuera de lugar.
Maddie rueda los ojos ante mi comentario y me da la espalda para seguir vistiéndose. Grace me sonríe y levanta los pulgares hacia mí. Por su cara sé que tampoco le gustó el comentario, pero para ella es muy difícil decir las cosas. Mi compañera elfo, cierra la puerta de su casillero con fuerza y luego sale contoneando sus caderas de forma exagerada.
—Se que Maddie te cae bien, no entiendo por qué, pero no puedo con ella. —Le digo poniendo mala cara.
—Está bien, no tiene por qué caerte bien, y yo también me irrité con su comentario. No es mala persona, pero a veces tiende a ser demasiado... ella.
—Yo si te conozco, Til—Miro a Grace aterrada, reconocería esa voz a donde quiera que fuera, sin importar el tiempo que pasara. Sujeto el brazo de mi amiga que mira detrás de mi sin dejar de sonreír—, así que iré a por ti.
—Hola, soy Grace, la mejor amiga de Tillie —Se aparta de mi lado y se acerca a Caleb, tendiéndole una mano—. ¿Y tú eres?
—Caleb Harris, el nuevo Santa.
—Pero que agradable coincidencia. —Grace sale del vestidor cantando una canción navideña que habla de los milagros de la navidad.
—Hola, Til.
Me quedo mirándolo por unos segundos, luce avergonzado, con sus manos en los bolsillos y las mejillas sonrosadas. Y entonces siento mi corazón golpear con fuerza mi pecho. Al parecer, eso de que "el primer amor nunca se olvida" es verdad, porque diez años después, no he podido olvidar a Caleb Harris.
—¿Así que eres Santa? —digo, sin saber que mas decir. De hecho, esta era la segunda vez que intercambiaba mas que un "hola" con Caleb. La primera fue la noche de mi fatídica cita con Kenmundo.
—Si, eso parece —Estira su mano y acomoda un mechón rebelde de mi cabello detrás de mi oreja, el cosquilleo que deja en mi piel me recordó a mi primera interacción con Santa el día anterior. Después de susurrarle el nombre de la pequeña que acerqué a él, un cosquilleo igual se quedó en mis labios toda la noche. Llevo mi mano a mis labios sabiendo que mi cuerpo lo reconoció antes de saber que era Caleb—. ¿Cómo has estado? —Pregunta y esa sonrisa que me robaba el aliento aparece en su rostro, iluminando todo a su alrededor. Caleb es hermoso si aun hombre se le puede clasificar así. Es alto, su cabello es tan oscuro que a veces parece que toda la oscuridad esta anidada en él. Sus ojos marrones son tan expresivos, es como si te hablaran sin necesidad de decir alguna palabra. Y su piel, es de un hermoso bronceado, parece que hubiese sido besada por el sol. Un suspiro de adoración escapa de mis labios haciéndome sentir avergonzada.
—Bien, supongo.
—Me gustaría...
—¡Chicos! En cinco minutos empieza el espectáculo. —Anuncia Frank, nuestro jefe inmediato.
Nos damos una última sonrisa y Caleb se queda atrás terminando de vestirse mientras yo salgo para ponerme en mi lugar y esperar a que la función de comienzo. Por un momento me siento viviendo una historia de Hallmark. Desde mi posición veo el enorme cuerpo de Caleb vestido de rojo caminar hasta su trono, cruzamos nuestras miradas y me da una sonrisa haciendo que los latidos de mi corazón se disparen, y entonces supe que la navidad empezaba a tornarse brillante para mí.
Pensaba que la lluvia reduciría la afluencia de gente, pero me equivoque. Parecía que la lluvia los animaba a salir y refugiarse en el centro comercial. Este turno se me estaba haciendo eterno, pero creo que es debido a mi necesidad de poder hablar con Caleb, otra vez. Miro mi reloj una vez más y luego observo la larga fila de niños que aún espera para poder ver a Santa.
—Ya casi terminamos, Tillie. —Chad susurra en mi oído.
—Por fin, me duelen los pies. Creo que hoy hemos trabajado más que ayer. —Me quejo, moviéndome de un pie al otro, tratando de mitigar el cansancio.
—Y espera a que estemos a dos días de Navidad. Esto se pone peor.
Hago un sonido de frustración y Chad se gira para avisar a la gente que solo atenderán a dos pequeños más, cruza la cinta separadora detrás de ellos e invita al resto de personas a venir mañana.
Desde la distancia, Mary, la dueña del lugar, me mira, sonríe y luego me llama a su lado. Sabiendo que ya no tenía nada mas de que ocuparme, me acerco a ella y me recibe con un abrazo cálido y su olor a ponche navideño me envuelve. Enlaza su brazo con el mío y caminamos en silencio por unos segundos hasta alejarnos del rio de gente que está empezando a dispersarse abandonando el lugar.
—¿Qué tal estas, querida? ¿Has logrado adaptarte?
—Creo que sí, o bueno, lo intento, pero solo llevamos dos días.
—Dos días en los que han sucedido demasiadas cosas, ¿no es así? Debes creer con todas tus fuerzas, Tillie, no sabes en qué momento ocurrirá el milagro.
Llegamos hasta la entrada del vestidor y cuando asimilo sus palabras y quiero preguntarle, ha desaparecido, dejándome sola y más llena de dudas. Miro a mi alrededor buscándola, un escalofrió me recorre el cuerpo. La señora Klaus se mueve como un fantasma.
—¡Tillie! Te estaba buscando.
Grace entra y se dirige a su casillero empezando a guardar sus cosas.
—Bueno, aquí me tienes. —digo, empezando a desvestirme.
—¿Puedes irte en Uber a casa? He quedado con Arthur para ir a tomar algo y bueno, ya sabes lo mucho que me gusta. —Grace me enseña su hilera de perfectos y blancos dientes, una risa que bien podría causar escalofríos, si no supieras que es la persona mas dulce del mundo.
—Claro que sí, no hay problema, yo resuelvo mi regreso a casa. ¡Diviértete! —grito, viendo como corre para desaparecer y encontrarse con su Romeo.
—¡Gracias, te quiero! —grita desde algún lugar en la lejanía.
—Si quieres puedo llevarte, así podemos ponernos al día.
Caleb estaba de pie en la puerta del vestidor, aun vistiendo su atuendo de Santa.
—Esta bien, solo, déjame cambiarme y podemos irnos.
Acepto y sonrío ante la posibilidad de estar a su lado por unos minutos.
Gracias Grace por obligarme a aceptar este trabajo.
Gracias señora Klaus por convencerme de quedarme.
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