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Extra 1 🎤


(Esto ocurrió antes del epílogo de la novela)

La mañana amaneció soleada, era un domingo en plena primavera y todo en ese día parecía predecir felicidad. Gaby despertó cuando fue consciente del peso de alguien sentándose en su cama y observándola.

—Buenos días, cariño...

—Hola, mamá.

—¿Estás lista para el día más importante de tu vida? —inquirió la mujer y Gaby sonrió.

—Sí, lista, emocionada y feliz...

—Hoy es un día muy especial, Gabriela... y antes de que todos comiencen a enloquecer, quiero decirte que estoy muy orgullosa de ti. Sé que quizá sientas que no te he apoyado lo suficiente, pero lo único que quería es que fueras feliz y no estaba segura de que el estilo de vida que habías elegido fuese el correcto.

—Lo sé, mamá, y lo comprendo, he pasado por muchas turbulencias, pero cuando estoy en el escenario, todo vale la pena... es mi pasión...

—Sí, hija, y eres buena en lo que haces —dijo la mujer con orgullo—, pero lo más importante ahora es tu vida personal, el paso que estás a punto de dar...

—Lo sé... —sonrió—, da un poco de miedo...

—No tengas miedo, pero ten siempre cuidado en ordenar tus prioridades, Gabriela... si estas se desordenan, la vida fácilmente puede convertirse en un caos. Y tus prioridades son tuyas, tú las elijes, tú las decide.

—Mi prioridad desde hoy es mi familia, mamá. Mi matrimonio y mi hija —afirmó con certeza mientras se incorporaba en su cama.

Su madre sonrió y le acarició el cabello con dulzura.

—No sabes lo orgullosa que estoy de ti... Ahora a levantarse, Lala está por llegar para maquillarte, Alicia viene con Pilar y la decoradora está llegando con todo el equipo para arreglar el jardín.

—Gracias, mamá, será el mejor momento de mi vida —admitió.

Se levantó y se metió a la ducha, dejó que el agua caliente cayera por su piel mientras recordaba lo complicado que había sido todo en ese año. Su decisión de salir de la rutina, su ruptura con Matías, su despertar al darse cuenta de lo equivocada que había estado... conocer a Lautaro, enamorarse, convertirse en madre sin siquiera haberlo imaginado... y con todo los problemas y las lágrimas que había tenido que enfrentar, se sentía más feliz que nunca.

Había dado ese salto al vacío y se sentía viva, llena de esperanzas y de felicidad por un futuro que, aunque se veía incierto, sabía que era su mejor elección.

Salió del cuarto de baño y se puso un vestido ligero para comenzar su día especial. Revisó su celular y abrió un mensaje de Lautaro.

"Desde hoy estaremos juntos para siempre... no veo la hora de ser tu esposo".

Sonrió y se dispuso a escribir.

"Ni yo de ser tu mujer... te extraño, pasar la noche lejos ha sido difícil...".

—¿Gaby? ¿Estás? ¿Puedo pasar? —Era Lala quien golpeaba a su puerta.

—Pasa —añadió.

—¿Cómo estás? ¿Ansiosa? —inquirió.

—Sí... bastante.

—Dice tu mamá que ya llegaron los de la decoración. ¿Vamos?

—Vamos...

Gaby junto a su madre, su padre, Lala, Alicia y su cuñada, se pasaron ordenando y verificando que todo esté en orden para la celebración de la boda, y cerca de las cuatro de la tarde, Lala la llevó a su habitación para comenzar el preparativo final.

—¿Comenzamos? —preguntó dejando sobre la cama su maletín y sus materiales.

Lala es dispuso a poner lo más bella posible a su mejor amiga mientras hablaban sobre los últimos días, los cambios en sus vidas y Gaby le preguntaba sobre la relación que llevaba con Fernando.

—¿En serio aceptaste ser su novia? ¿Es oficial? —inquirió con curiosidad.

—Sí... es un gran hombre y creo que estoy enamorada...

—¿Estás segura? ¿Terminó Valentino por fin?

—Sí... Ay, Gaby, es difícil de explicar... pero verte a ti tomar las riendas de tu vida, convertirte en esta mujer que eres, el amor que se tienen con Lautaro y hasta esa familia que van a formar... a lo mejor quiero algo similar...

—Pero piénsalo bien, ¿sí? Fernando es un buen chico y no estaría bueno que saliera lastimado... es decir, que esto realmente sea lo que quieres...

—Quiero, en serio... madurar... pasar página, sentar cabeza...

Gaby solo sonrió.

Un par de horas después estaba lista, Lala había traído ayudantes que también dejaron hermosas a las demás mujeres de la casa y cuando llegó la hora, cada quién ocupó sus posiciones.

La boda se iba a llevar a cabo en la casa de campo de los padres de Gaby, era íntima, solo algunos invitados, amigos cercanos y familia. Un representante de la prensa a quien Gabriela le había dado la exclusiva y nada más.

El jardín se había adornado con flores y cintas de color marfil y una larga alfombra llevaba al altar que estaba colocado bajo la enredadera florecida del jardín. Todo era mágico y perfecto, había un grupo de cuerdas que acompañaría el momento y Lautaro se encontraba ya de pie frente al altar.

Estaba vestido con un traje elegante y el cabello recogido, estaba guapísimo a los ojos de Gabriela que ingresó por la alfombra del brazo de su padre. Delante de ella Farah y Pilar llevaban una canastita adornada de la cual iban desparramando pétalos de rosas blancas a su paso. Pilar se encontraba tan emocionada que la sonrisa no se le borraba del rostro, ambas llevaban un vestido de encaje estilo princesa en color marfil con un lazo rosa pálido en la cintura.

Gaby llegó hasta Lautaro y su padre la entregó, la ceremonia comenzó y todos festejaron con aplausos cuando con un beso sellaron la unión.

Posteriormente, y para sorpresa de los presentes, Gabriela y Lautaro no se retiraron, como estaba planeado.

—Ahora que Gabriela y Lautaro son esposos —dijo un hombre de traje que se puso de pie en la primera fila—, necesitamos hacer otra ceremonia —añadió y pasó al frente para ocupar el sitio del sacerdote que los había casado.

Gaby y Lautaro sonreían con emoción.

—¿Podría la señorita Pilar acercarse un momento? —inquirió el hombre.

Pilar, con emoción y sin comprender muy bien, caminó hasta el medio de Lautaro y Gaby, él puso sus manos sobre los hombros de su niña y la colocó mirando hacia Gabriela, quien también volteó para mirarla.

—Comencemos esta ceremonia —dijo el hombre que no era más que Franco, el nuevo productor de Gaby que se había prestado para esto—. ¿Acepta la señora Gabriela ser madre desde hoy por siempre y para siempre de esta pequeña niña a la que ama con todo su corazón y con toda su alma, encargarse de su cuidado, de cubrir sus necesidades físicas y emocionales, de darle el amor que tanto anhela y de comprarle juguetes divertidos y educativos en su cumpleaños?

—Acepto —dijo ella con una sonrisa al ver las lágrimas que caían de los ojitos de la pequeña.

—¿Acepta la pequeña Pilar ser la hija de Gabriela desde hoy y para siempre, llenar de besos a su madre, comportarse correctamente al menos casi siempre, ser obediente, crecer feliz y hacerle muchos dibujos donde le dice cuánto la quiere?

—Sí, acepto —dijo la pequeña que se tiró a los brazos de la mujer con lágrimas en los ojos—. Para siempre —añadió con emoción.

—Entonces, las declaro madre e hija —dijo Franco con una gran sonrisa—, puede entonces el padre, colocar los colgantes.

Lautaro sacó entonces de su bolsillo una cajita de joyas. Sacó un collar que tenía un corazón pequeño y se lo puso a Pilar besándole en la mejilla, ella pasó sus deditos por la joya y luego observó que su padre le colocaba a Gabriela un collar con el corazón un poco más grande que tenía en medio un espacio en blanco en donde cabía a la perfección el corazón que tenía Pilar por su cuello.

La gente estalló en aplausos y vítores mientras los tres se abrazaban y dejaban escapar lágrimas de emoción, felicidad y plenitud.

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