Éramos los organizadores del evento. La tan esperada exposición de Barbies, por fin había llegado, en donde muchos vendedores, me incluyo, expondríamos y tendríamos variadas Barbies a la venta. Mi esposo, Layne, se encargaría de firmar y fotografiar todo el evento, ya que además de su carrera como cantante, también se dedicaba a la fotografía. Era uno de sus hobbies favoritos.

El coleccionar muñecas Barbies se había convertido en uno de mis pasatiempos que más amaba y Layne, mi amado y tierno esposo, lo sabía. Cada vez que podía y tenía la oportunidad, me regalaba alguna; no le importaba cuan costosas pudiesen salir. Él sabía el valor sentimental que tenían para mí y quería verme y hacerme feliz.

Siempre lo hacía, con tenerlo en mi vida y que esté a mi lado, dándome su sonrisa, cada detalle suyo, que me comparta sus cosas y que me ame, me basta y soy inmensamente feliz.

Yo más que entusiasta, los dos miramos todos los puestos ya armados en el gran galpón y a sus respectivos vendedores arreglando y acomodando, contentos, sus Barbies y accesorios.

Layne me sonrió y acomodó con ternura el flequillo de mi peluca rubia. Yo le devolví la sonrisa.

—Ahora si que esto funcionara — dijo él y yo suspiré ansiosa y con nervios.

—Eso espero, cariño. Nos hemos esforzado tanto para que esta vez si funcione — Layne sostuvo mi mejilla con cariño.

—Si funcionará, lo sé. Solo tienes que confiar y disfrutar. Vendrá mucha gente, más que la vez anterior y esta vez si será todo un éxito —le sonreí volviéndome la tranquilad.

—Tienes razón. Gracias, tu siempre me das confianza, mi Layne — me miró perdidamente enamorado.

—Te amo.

—Y yo a ti.

Nuestros corazones vibraron de alegría y nos dimos un beso.

De pronto, empezó a llegar la gente y los dos ansiosos, sonreímos, y yo con mi disfraz de la Barbie con patines, corrí al segundo piso a colocar la música para el evento.

Layne me vio correr al segundo piso y sonrió tierno y con amor...

Ansiosa y feliz, vi como la gente iba llegando al galpón y junto al gran parlante, lo conecté a mi celular y escogí una playlist con la mejor selección de la música de los años ochenta, hasta la época del dos mil, la que empezó a escucharse, y Layne allá abajo, me miró con cariño y destellos. Yo lo vi sonreírme y lo miré toda enamorada.

Lo que tanto esperábamos, el galpón se repletó de gente y todos los vendedores tan contentos, vendían con ánimos.

Eran genial estos eventos, porque gracias a ellos, muchos de nosotros habíamos formado lazos de amistad con otros coleccionistas y vendedores.

Ver a tanta gente llegar, me provocó un poco de ansiedad, pero a la vez mucha alegría, y contenta, bajé y fui a mi puesto para empezar también con mi venta.

Algunos me miraban por mi disfraz y peluca, lo que me ponía más contenta y vibrante y empecé a arreglar alguna de mis Barbies las que tendría a la venta.

Llegó gente a mi puesto, los que algunos los conocía y lo saludé con mi gran sonrisa, esa que a mi Layne tanto le gustaba; viéndome desde una esquina conversar y reírme con los compradores, el corazón le brincó fuerte y me contempló con todo su amor.

—Eso mi niña hermosa. Ríe y sé muy feliz, como siempre haces. Te amo tanto...

Yo riéndome con dos buenos amigos, los que eran también coleccionistas, vieron mis Barbies en ventas y me preguntaron por los precios y sin regatearme o cuestionármelos, me compraron tres hermosas Barbies vintage, de la década de los 90s y yo les sonreí de oreja a oreja.

Aquellos compradores y buenos amigos míos, se despidieron de mí con una gran sonrisa de alegría al tener las barbies que tanto querían. Yo guardé el dinero y más que feliz, busqué a mi querido Layne con la mirada; él preparaba su cámara fotográfica y de pronto me miró y yo le sonreí inmensamente feliz.

Estaba tan contenta, que no me pude contener, y ansiosa, rápido me puse los patines, le encargué unos minutos el puesto a mi compañera de junto y patiné en frente de todos, hasta donde se encontraba Layne.

Él me vio acercarme a él en mis patines y vibró por completo y me miró embobado, con locura.

<< Oh, amor mío. >>

Llegué a sus brazos y Layne sonriéndome con destellos, me recibió en sus brazos y me tomó con cariño de la cintura. Yo lo vi perdidamente, con mi enorme sonrisa de oreja a oreja y él rio feliz.

—¿Qué pasó, ternura?

—Vendí tres Barbies, cariño — sus ojos más se iluminaron en mí.

—¡¿En serio?! ¡Eso es genial, mi vida! ¡Te felicito!

—¡Si! ¡Estoy muy contenta!

Él me miró perdidamente enamorado y después besó mis labios, lo que me hizo derretirme aún más por él.

Yo lo vi toda embobada, y Layne tierno, acarició mi mejilla.

—Eres maravillosa. Sabía que esto funcionaría.

—Mi Layne.

—Te amo — me le quedé viendo toda enamorada.

—Yo también te amo, mi Layne. Te amo mucho — él sin dejar de acariciar mi mejilla, me atrapó con sus cautivadores ojos celestes.

Seguía llegando gente al galpón, todas las tiendas estaban llenas de compradores y coleccionistas y él con su cabello tomado en una coleta y su cámara fotográfica subió al balcón del segundo piso y empezó a fotografiar todo el galpón en sí con sus respectivas tiendas.

Yo vendí otra Barbie en exhibición, cuando de pronto lo vi en el balcón tomando fotografías y se me aceleró el corazón.

Layne concentrado y muy profesional, como solo lo era él, sacaba fotografías de todos los ángulos. Lucía tan guapo en su faceta de fotógrafo y yo viéndolo con amor, admiración y adoración, él seguía fotografiando tiendas y a la gente, y de repente me vio que yo lo estaba mirando y se me quedó viendo fijo, amándome con toda la fuerza del mundo.

No hubo necesidad de decirnos nada, más nos bastó con nuestras miradas, para decirnos que nos amábamos.

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