Tantos porqués en mi mente...
Estuvo llevándome casi a rastras hacia donde se encontraban los reyes.
—¡Kiara! ¡Para de comportarte como una niña pequeña y date prisa!
Me paré en seco y la miré a la cara. Tenía unas profundas ojeras debajo de los párpados y el ceño fruncido hizo que se le marcaran unas arrugas entre las cejas.
—¿Has dormido? —le pregunté. No respondió a ello, simplemente siguió arrastrándome hacia el lugar.
Solté un suspiro frustrado e intenté seguirle el paso, aunque ella andaba a grandes zancadas, yo trotaba detrás de ella. Había que admitir que con ese vestido era casi imposible andar, y con esos zapatos aún peor.
Eyrina puso un dedo encima de sus labios, ordenando silencio antes de entrar a la gran sala.
—Vuestra petición ha sido realizada, aquí os traigo a Kiara Willow Miller, hija de John Willow —informó ella con voz alta y clara.
Silencio.
En aquel momento recordé el periódico que no acabé de leer y empecé a correr tanto como me lo permitían mis piernas.
Escuchaba a Eyrina llamándome a gritos.
Pasos.
Y después… mi respiración agitada y el repiqueteo de mis zapatos doloridos en el suelo.
Me paré en seco, intentando recordar la habitación en la que estuve parcialmente «encerrada».
Las personas clavaban su mirada en mí como águilas en su presa.
Me miraban como si fuera un trofeo robado.
En parte no sabía por qué me había ido corriendo de aquel lugar, Eyrina actuaba como si yo fuera su regalo, un regalo del que había que luchar para conseguirlo. Yo necesitaba leer ese periódico, quería asegurarme.
Piso dos. Puertas iguales. Del mismo color. Cuadros idénticos. Ventanales enormes. Paredes blancas.
Encontré la habitación correspondiente pasados unos minutos.
Seguía el portón entreabierto, justo como lo dejé.
Entré cuidadosamente y observé todo. Tal y como estaba.
Agarré el conjunto de hojas ya arrugadas y me dispuse a releerlo, está vez con el final.
Noticias de última hora:
Hoy, el séptimo día de luna llena del 1367, honramos a los soldados que desgraciadamente perecieron en la brutal batalla entre nuestros dos reinos favoritos. Las noticias están a rebosar de estos valientes guerreros, que serán recordados y venerados por siempre.
He de nombrar a aquellos osados que lucharon por defender a esta fortaleza hasta la muerte.
»Miles Abenathy: (Caballero).
Nathaniel Brooks: (Portador de Estandarte).
Julian Crestwood: (Arquero).
Magnus Drycott: (Caballero).
Cyrus Eldrige: (Armero).
Samuel Finch: (Gladiador).
Lucas Greenfield: (Escudero).
Thaddeus Grimshaw: (Portador de Estandarte).
Zachary Kingsley: (Mercenario).
Victor Langley: (Gladiador).
Ethan Rivers: (Armero).
Maxwell Stone: (Soldado de Infantería).
Alaric Thornecroft: (Caballero).
Gabriel Whittaker: (Soldado de Infantería).
John Willow: (Soldado).
Aunque hayan fallecido estas personas maravillosas, no se puede hacer nada más que mirar adelante y seguir, sin mirar al pasado.
Mathew Helltwon. Periodista cualificado.
Dudaba que estuviera respirando en aquel momento.
Todo estuvo bien hasta que leí la última línea, el último nombre.
Me dolía mucho, imprecaba a esta guerra muchísimo, maldecía a todos y no quería hablar con nadie.
Vaya que el mundo no está de mi parte, qué buena suerte la mía.
—¡Kiara! ¿¡Qué narices has hecho!?
Eyrina no parecía enfadada, parecía lo siguiente, como si estuviese a punto de explotar.
—¡Más te vale tener una excusa antes de que…! —su voz se apagó y no terminó la oración en cuanto sus ojos viajaron a mis manos, donde yacía el periódico abierto—. Kiara… Yo… Lo siento mucho.
Se acercó a envolverme con sus brazos y posarme un suave beso en la mejilla.
—Relee la última frase y después mírame —me susurró.
—Aunque hayan fallecido estas maravilloss personas, no se puede hacer más que mirar adelante y seguir, sin mirar al pasado —leí con voz alta y temblorosa.
Una agria lágrima recorrió mi mejilla, Eyrina pasó el pulgar de la mano derecha para secármela.
—Desahógate todo lo que quieras —me abrazó con más fuerza—, siempre voy a estar para ti.
Después de un rato, ya me había quedado sin lágrimas, me dolía la cabeza y tenía los ojos hinchados.
—¿Sabes qué? ¿Recuerdas a Axiel? Te ha mandado una carta, si esto no puede subirte el ánimo, no sé qué lo puede hacer.
Alcé la mirada hacia sus ojos, una triste sonrisa surcó su rostro.
—¿Puedo verla? —pregunté.
—Por supuesto, tesoro, ahora te la traigo.
Desapareció durante un momento y cuando volvió a venir, tenía una carta apergaminada en la mano izquierda. Mis ojos brillaron y mi corazón palpitó con más intensidad.
Aunque con la mirada borrosa a causa de las lágrimas, conseguí enfocar la mirada en el papel escrito con tinta inclinada.
«Naturalmente la de Axiel», pensé.
Querida Kira:
Perdóname por estar tan ausente durante este tiempo. Me quedaría contigo si pudiese, pero me temo que la distancia nos separa.
Perdóname por no estar cuando lo necesitabas, ya sé lo que te ha pasado y he estado todos los días preguntándome cómo estabas, buscaba la manera de enviarte está maldita carta pero no sabía qué medio utilizar.
Perdóname por no poder garantizarte volver.
Perdóname por odiarme por esto, aunque no esté, ni se te ocurra pensar que me he olvidado de ti.
Aquí estoy, disculpándome por un millón de cosas. A pesar de no decir mucho, pienso demasiado y eso me mata por dentro, Kira, me mata.
Si te llega a pasar algo, jamás me voy a perdonar a mí mismo y me culparé siempre, “semper” en latín por si te interesaba.
Me alegraría saber que estás bien, bien de verdad, sé que estás incluso peor que yo y por eso me preocupo. Lo bastante para pensar en ti todos y cada una de las noches de mi vida.
Siempre tuyo: Axiel.
Me vi sonriendo tristemente al final de aquella carta.
—¿Qué te ha escrito? —preguntó Eyrina con una sonrisa pícara.
—Me ha demostrado que sí valgo.
≪•◦ ❈ ◦•≫
—Come.
—No —respondí—, no tengo hambre.
Me dirigí hacia mí habitación e intenté escribirle una carta a Axiel.
Estimado Axiel:
Estoy bien, estoy fatal, no sé ya qué hacer con mi vida, mi padre desgraciadamente ha muerto, no tengo ni idea dónde está mi familia. Pese a tener todo lo que quisiera a mi merced, no me siento tranquila.
Al menos espero que tú estés bien y te deseo suerte.
Atte: Kiara.
Arrugué la hoja y la tiré. No me convencía.
Segundo intento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro