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No quise, bueno, un poco sí.

Sentí un agudo dolor en las rodillas, el cual no me dejaba pensar con claridad.

El enfado se desvaneció reemplazándolo por un sentimiento de miedo y pánico. Una balsa navegaba por la superficie del mar, al parecer se dirigía a nosotros.

-¿Soy el único que piensa que esa balsa viene hacia aquí?- preguntó Axel, con lo que yo respondí negando con la cabeza.

A medida que se acercaban, sus rostros eran más visibles. Ahora se podían distinguir dos hombres, con la piel blanca, ambos muy grandes.

Una grande cicatriz recorría el rostro de uno de ellos, se alargaba desde la ceja hasta la parte baja de la mejilla.

El otro, en cambio, tenía la piel impoluta, sin ninguna señal de impureza, su piel era tan lisa y perfecta que parecía hecha de porcelana.

A los dos chicos se le aparecieron una profunda arruga entre las cejas, unas matas de pelo oscuras, al igual que sus cabellos.

Cuando llegaron a la orilla, plantaron sus elegantes botas negras que le llegaban hasta la rodilla en la arena, aunque el sonido que emitieron era muy satisfactorio, no pude evitar sentir una sensación de inquietud recorrer todo mi cuerpo.

No musitaron una palabra hasta se quedaron frente a nosotros. Cara a cara.

-Buenos días, señores. Yo soy River y este es mi hermano Xavi, debemos informarle que su alteza está muy preocupado por ti y exige que vuelva al castillo de inmediato, que allí estarás más segura.

El hombre que al parecer se llamaba River no dudó en hablar, aparentaba ser el mayor de ellos, ya que su voz sonaba grave y un poco polvorienta.

-Ni loca va a volver a entrar de nuevo, literalmente es una invitación a la muerte- Axiel habló por mí y acto seguido los fulminó con la mirada, como si estuviera advirtiéndolos que aunque estuviese herido podría hacer muchas cosas que desearían no saber.

-Nosotros únicamente cumplimos las órdenes de nuestro señor y esta no es ninguna excepción- el chico que habló era de unos veinte años, su expresión seguía vacía y sin duda su decisión seguía en pie. Suponía que era el tal Xavi.

Intenté respirar antes de que diga alguna palabra.

El aire me resultaba muy denso, como si pudiese cortarse con un tajo y mis pulmones me parecían de hierro.

Axiel parecía consciente de ello y se puso en pie difícilmente. A continuación me puso una mano en la cintura, asegurándome de que no me iba a pasar nada.

Eso no ayudó en absoluto, simplemente me hizo parecer una boba sonriendo estúpidamente y sonrojándose hasta las orejas.

-¿Y por qué no viene Adriel por sí mismo?- la pregunta que formulé no parecía normal y corriente, más bien parecía una pregunta retórica.

-Alteza- me corrigió el joven- y porque son órdenes suyas que nosotros realizaremos sin pedir explicaciones- afirmó.

Me pareció un poco patética esa respuesta y negué lentamente con la cabeza, con una sonrisa presente en mis labios.

Cuando Axiel retiró la mano de allí, sentí muchas cosas, un vacío en mi interior, que estaba a punto de caerme y sobre todo, frío, a pesar que el cielo aún estaba nublado desde que estuvo presente la llovizna.

-Solo sois su juguete, pronto se aburrirá de alguno de vosotros y veréis quién es de verdad ese principito- me sentí un poco culpable cuando dijo que solamente eran sus juguetes, pero omití ese sentimiento de lástima al recordar lo que querían hacerme.

Los ojos de los dos chicos se abrieron de par en par y no quitaron la vista a algo o alguien que se encontraba a mis espaldas.

No entendía nada, como si fuese una instrusa la cual no tenía nada que ver allí.
La manera en la que se helaron los guardias me dejó confusa. Giré en redondo lentamente y dirigí la mirada a la silueta desde abajo hasta arriba.

Las botas le llegaban hasta los tobillos y he de admitir que eran parecidos a los de River y Xavi, que no se parecían mucho a pesar de que fuesen hermanos. Los pantalones del mismo color que su calzado se ceñían a sus piernas, contrastando el pálido color de su piel a comparación de sus ropajes.

Una chaqueta también oscura rodeaba sus hombros y no estaba abotonada del todo para que dejase ver una blanca camisa que llevaba por debajo.

El frío le recorría las mejillas, dándole un poco de color y el cabello estaba ligeramente mojado, los rebeldes y alborotados mechones de pelo descansaban en su frente pacíficamente.

Sus verdes ojos estaban adornados por unas visibles ojeras que se le marcaban por debajo de sus párpados, las oscuras pestañas yacían como cortinas de sus ojos, enmarcando lo bello que era.

Y sus cejas, siempre fruncidas, le daban un toque preocupado más de lo normal.

Quizás me quedé mirándolo un segundo más de lo adecuado, o dos, o tres...

-No querríais acabar como los anteriores, pero sois igual de inútiles- escupió el príncipe con desprecio dirigiéndose a los dos señores, los cuales bajaron la mirada.

Me dieron unas ganas tremendas de abofetearlo y que no viese de nuevo su arrogante sonrisa, ni sus irresistibles ojos, ni su elegante vestimenta.

Si había alguien con más insensibilidad y orgullo, ese era él.

-Vámonos, princesa, tenemos que irnos ahora- canturreó Axiel en mi oído en voz tan baja que era pura suerte que lo haya escuchado.

Me agarró suavemente del codo, arrastrándome con cautela hacia donde se encontraban la mayor parte de las plantas, me quedé quieta, deseando que cesase y que dejase de ser tan sospechoso.

-Oh no, no os vais a ir ahora- dijo Ariel terminando la oración con una risa despreciable.

De nuevo la ira se apoderó de mí y quería golpearlo hasta destrozar esa carita de inocente. ¿Qué se creía? ¿Pensaba que era una muñeca? Si es así era, se estaba equivocando seriamente.

Al sentir su delgada mano rozar mi cintura, no me contení más y le di un puñetazo en la mandíbula, tan fuerte que hasta me dolían los nudillos. Irradiaba ira por todo mi cuerpo y le quería dar de nuevo aún más fuerte.

Aunque un hilillo de sangre recorría su mandíbula, mantuvo la compostura e hizo una señal de Stop a los chicos con la mano derecha para que no actuaran. Aún.

En mi defensa he decir que no le quería golpear, bueno, en realidad un poquito sí. Tal vez lo haya disfrutado un poco, bueno no, un mucho.

N/a: En mi defensa he decir que disfruté mucho cuando le dio el puñetazo, se lo merecía profundamente. 😅



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