Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Me he arrepentido.

Recuperé la compostura rápidamente, deseando que no me hubiera tocado hacía varios instantes.

Al observarlo detenidamente pude ver que debajo de sus párpados se mostraban unas ojeras de color púrpura y aparentaba no haber dormido durante una semana.

Sus pantalones y camisa estaban muy arrugados, seguramente se habría metido en la cama con el conjunto puesto.

El abrasador roce anterior me quemaba por completo, como si su ardiente presencia pudiese dejarme profundas quemaduras que quizá nunca olvidaría.

Al verme tanto tiempo de pie, optó por dejarme entrar al interior, que era lo más sensato que había hecho hasta ahora.

Las inmensa sala principal no me parecía familiar en absoluto, como si hubiera cambiado por arte de magia. Ni siquiera el aire tenía el mismo olor.

Había un extraño parecido en todo aquel castillo, las características decoraciones doradas y las impolutas paredes sin ninguna mota de polvo.

El salón constituía de una enorme estantería repleta de libros y una mesa central, la gran cantidad de volúmenes le daba el aspecto necesario para ser una biblioteca.

Me quedé boquiabierta y no pude pasar hacia adentro, me daba la inquietud de poder ensuciar el suelo con la tierra.

El príncipe, que avanzaba con normalidad, adentrándose cada vez más, se percató de mi inmovilidad e hizo un gesto con la cabeza para que me pusiese en marcha.

Yo estaba embelesada ante el espacioso y alucinante lugar en el que nos encontrábamos, por lo que mis pies seguían clavados en el asfalto.

La fuerte brisa me ondeaba el vestido y me entumecía los dedos, hasta que ya no pude sentirlos, menos mal que al fondo se encontraba una bonita chimenea con unos pedazos de madera chamuscándose.

Decidí entrar antes de que me haya convertido en un cubito de hielo.

El agradable calor que sentí por dentro hizo que el frío desapareciera y que dejara de tiritar.

Los ajetreados sirvientes iban de un lado a otro con bandejas rebosadas de alimentos en las manos.

En sus cansados rostros se le reflejaban las tantísimas horas que se quedaban realizando las acciones que les ordenaban sus señores.

La peculiar manera en la que andaban era curiosa, como si fueran un libro terminado, pero escrito de una manera ininteligible.

En los ojos de aquellas personas nobles, no había ni una pizca de lástima o compasión, les hacían actuar como si fueran marionetas.

Detestaba a esas personas por un solo motivo, la odiosa manera en la que podían ser orgullosos y egocéntricos a la vez.

Una mujer no muy mayor se acercó a mí y me miró con los ojos suplicantes, ofreciéndome unos deliciosos pastelitos de crema.

Quizás lo habría rechazado, pero con lo hambrienta que estaba no pude resistirme a un bollito.

Sabía a felicidad y a gloria, como si fuera un pedacito de cielo, seguramente era lo más rico que había probado hasta el momento.

-Si quieres coge los chocolate, personalmente a mí no me gustan los de nata- afirmó Adriel.

Habría pensado que tal vez estuviera bromeando si no hubiera visto su seria expresión.

Al parecer, la comisura del labio se me había manchado del dulce ungüento. Al ver que Adriel se acercaba para limpiarme, me aparté con brusquedad y acto seguido me lo desprendí con la manga del vestido con un movimiento abrupto.

A el príncipe quizás le hubiera parecido un acto poco elegante, pero sinceramente no me hubiera importado en absoluto.

Una bella joven se aproximó a nosotros con paso decidido, su largo pelo oscuro ahora suelto destacaba en su tez blanca y sus claros ojos como el agua cristalina resultaban serenos. La prenda que llevaba acababa en unas capas de fina tela rosada que rozaba el pulido suelo y las cintas blancas del apretado corsé estaban atadas en un delicado lacito.

Los hombros los llevaba al descubierto y justo debajo aparecían unas largas y anchas mangas semitransparentes que le llegaba hasta las muñecas.

Habría pensado que su bonita carita estaría llena de inocencia y que fuera una buena persona, si no hubiera visto su rosada boca curvarse en una arrogante sonrisa.

Creí que pensaba que éramos pareja por la sospechosa proximidad que había entre nosotros dos.

Parecía que Adriel disfrutaba de ello mientras que a mí me revolvía el estómago.

La doncella se mostraba deslumbrante en todos los sentidos, a pesar de las altas horas de la noche.

No sabía cómo ni por qué pero esa muchacha desprendía un aura extraña, pero atrayente y su enorme euforia era, de algún modo, peculiar.

Los brillantes del heredero no me quitaban la mirada de encima y no pude evitar sentir incomodidad, como si no estuviese en mi piel, sino en un cuerpo ajeno.

El notar que mi espalda y ser se tensaban, el pegar la vista al frente y el querer desaparecer, era lo que experimentaba por dentro.

-Querida, ¿Por qué tan nerviosa?- preguntó la chica con un tono calmado pero alto.

Aquello que preguntó no hizo que me tranquilizarla, hizo que me encogiera aún más en mí misma.

La tez de Adriel adquirió un tono muy pálido para estar correctamente y se levantó de golpe como si el mullido sofá le quemara las posaderas.

-Yo... Tengo que ir a arreglar unos asuntos- titubeó.

-¿Por la noche?- le pregunté dubitativa.

Se dio cuenta de la estúpida excusa que usó y en su cara se le grabó vergüenza y humillación.

-Oh, cariño, no lo presiones- murmuró la joven como si yo estuviese haciendo algo erróneamente-, seguramente tenga algo que hacer.

Actuó como una completa hipócrita, habló como si yo fuera el problema, mientras fue ella quien le incomodó desde un principio.

El le agradeció con la mirada y salió por la puerta, aún con el pelo alborotado y el cuello de la camisa mal puesto.

-Es un buen hombre- murmuró más para sí que hablando conmigo.

No concordaba en absoluto con ella y suponía que teníamos diferentes puntos de vista.

El calor de esa habitación se volvió más sofocante, y el silencio solo hizo empeorar más la situación.

Un par de guardias abrieron la doble puerta de golpe, haciendo un ruido estruendoso.

-Deberían empezar a terminar de arreglar los preparativos- anunció uno de ellos con voz alegre.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro