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Definición de insatisfacción.

Según los rumores y cotilleos de los sirvientes, la batalla aparentaba ser una lucha sumamente peligrosa. A decir verdad, todas las guerras eran riesgosas, naturalmente; pero todos los adjetivos en superlativo, le añadían intensidad con diferencia.

Cómo era normal, la mayoría de las criadas estaban ciegas por la belleza del príncipe, por lo que a menudo se dirigían a él como: valiente, fuerte y caballeroso. A mí me parecía que: presumido, dramaturgo e hipócrita lo describían un poco mejor.

Aquella calurosa mañana desayuné en la habitación, no tenía ganas de relacionarme con nada que estuviese en contacto con el mundo exterior.

En una bandeja de plata que descansaba en mis rodillas, yacían una taza de humeante café, unos bollos de crema recién horneados y unas galletitas con chispas de chocolate.

Un delicioso olor a granos de café y un dulce aroma inundó el aire, haciéndome sentir maravillosamente bien, sintiendo una embriagadora sensación de satisfacción.

Aun así, teniendo todo lo que deseara a mi completa disposición, no pude mantener mi consciencia tranquila.

Cuando hube terminado de tomar el desayuno, no tuve ninguna distracción que me hiciese olvidar todo, o al menos alguna parte, por muy minúscula que sea.

Las vueltas que daba alrededor de la habitación, inquieta, no llegaron ni a marearme; escuchando la esponjosa alfombra a mis pies hundirse, me concentraba en justo lo que no quería.

Miré el reloj que colgaba en la pared: 10:05.

Tic-tac.

Tic-tac.

Tic-tac.

Pasó lo que me pareció a mí una eternidad.

Volví a visualizar el inquietante cachivache, hasta que conseguí distinguir hacia dónde apuntaban esas curiosas manecillas: 10:06.

«Seguro que está estropeado», pensé.

Me acerqué a la estantería para acariciar con la yema de los dedos el lomo de uno de los libros.

«Interesante»

Ninguna mota de polvo.

Nada fuera de su lugar.

Cuadros perfectamente colocados.

La temperatura necesaria, ni más ni menos.

Agh... no podía encontrar ningún inconveniente.

La puerta se abrió sin chirriar, dejando ver una mujer un poco más baja de estatura que yo, me era extrañamente familiar.

-Querida, ¿nos puedes ayudar en la cocina? -preguntó con la voz más dulce que jamás hube escuchado.

-La cocina no es un lugar digno para ella, querida, no trates a los invitados así -una expresión de extrañeza estuvo presente en mi rostro, hasta que pude ver quién era el joven que tuvo la osadía de responder. Era Xenian.

-E invitadas -le corregí. En mi defensa, fue un acto involuntario, no pude siquiera pensarlo.

-Cierto, e invitadas -se corrigió más para sí que para mí.

-Oh, pero señor, no somos suficientes en la cocina- replicó la ancianita.

-Pues le dices a mi pa... al rey que contrate a otra persona de inmediato.

-Pero... -empezó.

-Ya -me sobresalté tanto ante su monosílabo que me faltó poco para pegar un brinco.
Cuando se hubo ido con paso torpe murmurando algo sobre que los niños son unos malcriados, una sonrisa burlona surcó su rostro.

-¿Querías cumplir tu sueño de servir para la corte? Puedo llamarla de nuevo...

Lo fulminé con una mirada que al menos a mí me pareció amenazadora, por supuesto, él no se lo tomó en serio y respondió con una carcajada, casi al punto de atragantarse con su propia risa.

-Lo siento, querida, pero me tengo que retirar para resolver algunos problemillas antes de que mi hermano se le pase por la cabeza matarme con sus propias manos... -su declaración me hizo imaginarme a Adriel persiguiendo a Xenian por las lujosas y elegantes instalaciones como si fueran un gato y un ratón.

Me maldecí a mí misma cuando, sin poder evitarlo, una sonrisilla delató mi latente diversión.

Agradecí que se había ido antes de incluso esperar una respuesta por mi parte, lo que significaba que no me había visto sonreír como una completa estúpida.

Mientras transcurría el día y el tiempo pasaba lentísimo; el silencio estuvo presente en todo momento, quizás no sería aburrido si al menos me podría sentir libre de ojear un libro -con eso quiero decir leerlo a fondo - y no sentirme vigilada y controlada.

Claro que no estaba encerrada en ese cuarto, es más, podría salir si quisiera y nadie me detendría; el único problema era que no tenía la energía necesaria para abrir la puerta y recorrer quién sabe cuanto, pero eso sí, para darle en la cara a alguien que me podría cortar la cabeza si se le antojara, sí.

La única cosa que me mantenía despierta sin sobrepensar nada eran las noticias sobre la guerra, según una sirvienta que me trajo la comida a las cuatro en punto, estaba involucrado en ella un chico moreno, de pelo castaño y ojos grises. No mucha información en un individuo.

Tal vez sirva de algo aquel jovencito, quizás para lanzarse directo al peligro y matarse, ese era el resultado de la mayoría de las personas al ir a la guerra; muchos salen intactos, pero muchísimos más o salen gravemente heridos o muertos.

Hum... Ahora que lo pensaba, Axiel cumplía todas las expectativas de ese "Chico apuesto", aunque también añadió que, según sus pintas, parecía un campesino; con lo que no cabía duda que era él.

Eran muy inteligentes las estrategias y tácticas que utilizaban ambas fortalezas, a pesar de que aún no habían empezado a atacar, sus actos son meticulosamente calculados, hasta casi parecer inhumanos.

Mientras la señorita me contaba todos los acontecimientos sucedidos, yo temblaba de cabeza a pies, me tensaba, me enredaba un mechón de pelo entre mis dedos... En conclusión, estaba muy nerviosa.

Quería creer que todo va a ser como «antes», que sería feliz por fin.

La vida nunca mantenía su sonrisa todo el tiempo, jamás.

Algunas veces te mostrará la bonita mentira, pero en otras ocasiones, te mostrará la cruel realidad, cosa que tuve que aprender obligadamente.

Toquetearme el pelo se había vuelto una manía, al igual que dar toquecitos con el pie en el suelo, todo a causa del nerviosismo, el que no me dejaba pensar con claridad.

Ahora que tenía todo lo que quería a mi merced, ¿Por qué no me sentía bien? ¿Por qué tenía un peso encima del que no podía desprenderme? ¿Por qué incluso mi sombra estaba en el equipo opuesto?



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