De nuevo tú.
La traición se le quedó grabada en la cara y empezaba a sospechar que quizás tuviese la valentía de enfadarse.
No creía que tuviera la intención de hacerme algo que me llegue a hacer daño, a pesar de que le hubiera golpeado, tampoco era para tanto.
Una sonrisa seguía latente en su rostro y se la quería borrar a golpes, era un príncipe y claro que era consciente que podría hacer lo que le viniese en gana.
Pero eso sí, mientras le haya dejado una marca bonita en la mejilla, estaré tranquila.
-¿Estás pensando en cómo matarlo? Si es así, me uno al plan- me susurró Axiel de nuevo al oído.
Supongo que me debería reír, pero mi mente estaba nublada de la rabia, me daba tantísimo coraje ese chico...
¿Qué haría Eyrina en mi lugar? Quizás resolver todo hablando, pero tal vez yo sea una versión suya invertida.
Una versión completamente diferente, una que no piensa antes de actuar ni de hablar, una que tiene la mala costumbre de escupir las cosas en el momento inadecuado, pero si iba a querer a alguien, ese amor sería real.
Cuando pareció que se iría, un alivio enorme estuvo presente en mi cuerpo.
Se acercó con paso lento y me entregó una carta de color rosa decorada, debía admitir que era preciosa.
Me la guardé en el bolsillo del vestido y antes de que pudiese decir nada, se había esfumado. No pude ver cómo, pero solamente quedaba su dulce aroma.
-¿Qué es eso?- preguntó Axiel.
Hice un movimiento de mano quitándole importancia, a lo que él no siguió insistiendo.
Tenía pensado abrirla cuando no haya nadie conmigo, cuando el único testigo era mi sombra y su inquietante aura.
Al rato, pude percibir que no estaba acompañada, excepto con Axiel, que seguía dormitando.
Abrí la carta con delicadeza, como si fuera tan frágil que se podría romper. El fino papel arrugándose contra el roce de mis dedos, el color pergamino y el olor a madera recién cortada hizo que hubiese un ambiente perfecto.
Para la señora Kiara Willow Miller:
Estimada Kiara, le quería informar
sobre unos conceptos que quizá le
puedan interesar, es sobre mi futura
boda que tendrá lugar en la Sala de
los Deseos a las diez de la mañana.
Además, después de la ceremonia
habrá un buffet libre en el comedor.
P.d: No faltes.
Atte: Adriel O'Trueblue.
La elegante e inclinada letra embellecía enormemente el papel, las doradas decoraciones del interior parecían sacadas de un cuento de hadas, de esos una vez que entras, ya no quieres salir.
En pocas palabras, el mundo perfecto.
Quería ver por primera vez un boda en directo, y sin duda, esa era mi ocasión.
Me imaginé un alfombra roja en el suelo alargándose hasta el altar, donde debería estar la novia con su vestido y velo blanco, donde ella y su futuro marido sean los protagonistas de su propio cuento de hadas, sin que nada o nadie pueda impedirlo.
Su historia de amor, donde no hayan traiciones ni nada por el estilo, solo ellos dos existiendo.
Que ese amor sea imparable, que sea verdadero.
Finalmente cerré los ojos pensando en una preciosa historia donde el mundo es único y por lo tanto, perfecto.
La suave brisa silbaba a mi oído y las hojas de los cerezos caían despreocupadamente hasta tocar la áspera hierba creciente. Las esponjosas nubes llenaban de alegría el pálido color del cielo y algunas florecitas que yacían en el suelo parecían incluso comestibles.
El puro aire que se presentaba en ese ambiente llenaban mis pulmones de oxígeno y casi por primera vez me sentía tranquila, sin nada que preocuparme, sin nadie para arruinar aquel momento...
Una suave melodía sonaba en algún sitio con tanta delicadeza que pareciese que solo rozaba el instrumento, que podría ser un piano o violín por su agudo y a la vez elegante sonido.
La melodiosa vez de Axiel me sacó de mis imaginaciones, susurraba palabras sin coherencia alguna, o mejor dicho, balbuceaba cosas sin sentido.
Cuando abrí los ojos, me vi sumida en una oscuridad total, donde la luna era la única que alumbraba con una parpadeante y débil luz.
Al parecer, el joven dormía plácidamente, los párpados estaban ligeramente cerrados y el constante ceño fruncido hizo que le dejara una profunda marca.
Me levanté con tanto cuidado que ni yo me veía capaz de ello.
Me puse de puntillas e intenté percibir la entrada al castillo. La arena crugía a mis pies con cada paso que daba y las estrellas presentes en el cielo se agrupaban de una manera tan bella que no podía entender.
Las siluetas de los árboles apenas se percibían en la penumbra de la noche y los silbidos del viento que aullaban en mi oído resultaban un tanto inquietante.
Todo en aquella isla era diferente de noche, incluso los tamaños y formas eran distintos.
Capté un atisbo de luz en uno de los grandes ventanales, pero desgraciadamente, la alcazaba estaba rodeada de agua y archipiélagos, menos por una parte.
La entrada principal, únicamente tenía que dar una vuelta alrededor de la fortaleza y suponía que allí estaría, ¿no?
En fin, no perdía nada arriesgándome, al fin y al cabo tenía dos opciones, saltar al agua y nadar o construir una balsa.
La primera alternativa era, sin duda, un pelín riesgosa, ya que terminaría ahogándome. Pero en cambio, no tenía ni la manor idea de cómo se construía una balsa.
Estuve dando vueltas por el atolón un par de veces hasta que pude dislumbrar un caminito hecho de rocas que dirigía directamente a la puerta principal.
Eso sí, estaba repleta de musgo y, por lo tanto, resbalaría.
Al posar el primer pie en una de las rocas, esta se tambaleó ligeramente; cuando me dirigí a la segunda, quien se balanceó era yo.
Cuando por fin logré completar el camino, observé que a mis pies ya no había arena, sino tierra, pero tierra húmeda.
Pasaron unos escasos minutos y encontré la puerta principal, un portón enorme enmarcado con oro y bloqueada con unas cerraduras complicadísimas.
A lo alto de la entrada, se encontraba una clase de círculo imperfecto que servía para tocar la puerta, pero con los nudillos nunca te escucharían así que sería para que los que se encontraban en el interior sepan que hay alguien fuera, pero... ¿Y si no entraba por la puerta principal?
Dirigí la mirada a lo alto del castillo, donde claramente se podía apreciar una ventana, aunque estaba un poco alta, quizás podría caber en ella. Tal vez subiéndome a uno de los bidones y saltando.
Me puse de pie encima de uno de los recipientes y mis piernas temblaron levemente.
-Buenas noches, querida, ¿Qué haces aquí?- preguntó el príncipe, asustándome.
Mi corazón latía desbocado ante la repentina presencia del chico.
A causa de la sorpresa, me caí hacia atrás, pero no me golpeé, en cambio, unos brazos me agarraron, impidiéndome que me cayera.
N/a: por favor, no me matéis cuando escriba los siguientes capítulos.
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