Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cada acto tiene su consecuencia.

Sólo se veía media cara inferior del señor, que podría hasta llamarlo niño, no estaba segura de cuánta edad tenía pero...

-¿Qué bonito paisaje, eres consciente de dónde te estás metiendo?- dijo una voz tranquila.

Solté un chillido por el susto, no quería darme la vuelta, no me iba a dar la vuelta por nada del mundo.

La voz carraspeó haciendo que cerrara los ojos con fuerza.

Tenía que darme la vuelta, giré lentamente sobre mí misma hasta que posé mi mirada a su cara, en realidad, se parecía mucho a su hermano, Adriel, sólo que este chico tenía los ojos de un verde más claro, casi azul.

El viento soplaba su suave pelo dorado con fuerza hacia atrás, cosa que hizo que el flequillo, que normalmente yacía en su frente, revoloteara en el aire como pequeños hilos de seda.

Sus pobladas cejas casi se juntaban, lo que hizo que se formaran unas arrugas entre medio.

Me miraba con una mezcla de confusión y decepción, parecía estar buscar algo en mis ojos que no encontraba, quizás querría que me disculpase como haría cualquier dama, pero creo que ya dejé bastante claro de que yo no soy ninguna doncella.

El desconocido encapuchado alzó la mirada, sus ojos se abrieron de par en par mientras abría y cerraba la boca una y otra vez buscando las palabras adecuadas.

Lo miré tristemente al mismo tiempo que dos fuertes hombres se lo llevaron agarrándole por los brazos y levantándolo del suelo.

-No sientas lástima, intentan dar pena, pero en realidad se lo merecen profundamente- lo miré con incredulidad, como si pensara que no tuviera sentimientos- Vete antes de que alguien te vea- susurró muy cerca de mi cara.

No dudé durante más de cinco segundos y salí casi corriendo, me di la vuelta de forma breve para ver el estado del príncipe, éste seguía absorto en sus pensamientos.

Corrí hasta que se me secó la garganta, el viento chocaba con fuerza contra mi rostro, haciéndome entrecerrar los ojos.

Me agarraba la esquina de la falda y corría tal y como me lo permitían mis piernas.

Cada zancada era como un arrebato de oxígeno, un fuerte golpe en el estómago.

No sabía hacia donde me dirigía, quizás buscaba la salida, o la habitación en la que estuve al principio, Dios sabe qué quería.

Más cuadros, obras siniestras y penetrantes, los ojos siguiéndome a cada parte que iba, obligándome a devolverles la mirada.

No podía dar ni un paso más, sentía que mis costillas se encogían, prohibiéndome el hecho de respirar.

Las luces de las antorchas se consumían poco a poco, terminando con su llama; algunas emitían un débil fulgor, mientras que otras, brillaban con fuerza.

El calor era abrasador, a tal punto de incluso sudar; y ¿cómo no?, no habían ventanas en ninguna de las paredes de ese pasillo infinito.

El silencio era inquietante, solamente se escuchaba mis rápidas respiraciones y algún que otro chisporroteo de alguna llama.

Una silueta indistinguible y silenciosa se movió en la oscuridad, haciéndome entrar en pánico.

Iba de un lado a otro de forma ágil y precisa, como si los movimientos ya estuvieran calculados.

Cada vez se acercaba más, una gota de sudor cayó por mi frente.

Se oyó un maullido y dejé escapar todo el aire que sorprendentemente había estado reteniendo durante un buen rato.

Oh no.

Me había estado equivocando.

Claro que no era un gato.

No era un gato.

¿O si?

Cada pensamiento me tenía más confundida, hasta el punto de dudar por mí misma.

Claro que yo era de esas chicas que suponían las cosas antes de estar seguras, pero eso sí, no ayudaba en esta situación, en absoluto.

Vamos a pensar un poquito, ¿qué haría un minino en un castillo?

No ayuda de forma definitiva.

Cerebro, piensa...

¿Solamente sería un buen señor que quería ayudar a una pobre chica perdida a la que considerarían peligrosa por haber desafiado a una dama que tenía mucho más poder que yo?

No tiene ningún sentido.

Iré a seguir mi camino intentando buscar la salida y dejaré esto tal y como está, haré como si nunca hubiera existido, y todos felices.

No, los finales felices no existen. Al menos con lo que he vivido.

Esto me recuerda mucho a las historias de terror que me contaba mi abuela, sobre que alguien estaba atrapado en una casa y al final moría de una forma u otra.

Ojalá no termine así.

¿No hay ningún plano de esta casa?

Una inmensa felicidad inundó mi cuerpo.

Por fin encontraba la principal habitación, incluso creo que sonreí.

Sólo hay que girar el pomo y...

No.

Imposible.

No puede ser.

Por favor.

Axiel se encontraba en una de las dos camas, una de las principales diferencias con mi habitación, atado con esposas y grilletes en los tobillos, muñecas y cuello.

Parecía exhausto, el pelo sucio y castaño se le pegaba en la frente a causa del sudor y el cuarto era muy oscuro. Lo que me hizo distinguirlo fue sus hermosas facciones de un campesino trabajador, las manchas en la camiseta y pantalón eran perceptibles en la penumbra de la noche.

Sus párpados estaban fuertemente cerrados y tenía marcas del metal que le agarraba con fuerza el cuello.

Tenía la mandíbula apretada, lo que hacía que se le marcara considerablemente.

Intenté acercarme para ayudarlo, pero no pude, una fuerza invisible me retenía, impidiéndome pasar al interior.

No sabía si era un aura sobrenatural o simplemente me había quedado petrificada, porque simplemente no me creía nada de esto. Seguramente mi yo del pasado se habría reído de cómo estaba actuando, no sabía si reírme de mí misma o llorar. Estaba perdida. Para mí, el mundo ya no tenía sentido.

No obstante, abrió los ojos de forma débil y miró al techo que se le presentaba, débiles hilillos de luz se colaban por sus largas y oscuras pestañas y, allí, en ese estado, era dolorosamente bello.

Apretó los puños y de nuevo cerró fuertemente los ojos.

No cabía duda en que estaba sufriendo y yo no podía ayudarlo.

No era capaz de articular una sola palabra, sabía perfectamente que decir; pero las palabras las tenía atrapadas en mi garganta, de modo que no pude pronunciarlas.

Su pecho subía y bajaba irregularmente y los nudillos se le volvieron blancos de tanto apretar su puño.

-Kira. Vete. Ahora- son las tres palabras que pronunció con mucho esfuerzo, me quedé helada, ya dos personas en un mismo día me habían pedido que me fuera de sus caminos; se me cortó la respiración por un momento y me quedé estupefacta, perpleja.

N/a: Este capítulo va dedicado a estas personitas: caarrrllaaa and -Iam_AnnyFR- Os quiero mucho preciosas ♥️💋
Y por supuesto, my best friend Yonluis10 amo tus poemas 😘

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro