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7. Tregua con el enemigo

Hice el mayor acto de patetismo permaneciendo encerrado en la habitación de juegos de Sophie e Ian. Apenas había podido contarles lo ocurrido mientras ellos comían, yo no tenía ánimos de nada.

Sophie tampoco se lo creyó al principio, luego me echó la culpa, solo por echármela, y el desgraciado de Ian solo se reía de mí.

—Si ella te importa de verdad, debes demostrárselo, no decírselo —fue el consejo que me dio Sophie. Sabía que tenía razón, pero ¿cómo iba a demostrárselo?

En la mañana los ayudé a vaciar la habitación. Las vitrinas con los autos de colección de Ian, y la de petshops y ponys de Sophie los llevamos a la sala, así como las consolas y la computadora. El departamento era grande, pero no era difícil ver que en unos meses les quedaría chico. Por mis hermanos sabía que las cosas de bebé ocupan mucho espacio.

En la tarde les ayudé a filmar un video. Sophie anunció de manera pública que estaba embarazada, aunque ya muchos lo sabían; sin embargo, eso sirvió para desviar la atención y la gente dejara de hablar de Grecia y los motivos para haber cerrado su canal.

Como un fantasma me metí a redes sociales para ver los comentarios, la mayoría asumía que Grecia había desaparecido fruto de la vergüenza por el video de Lorena, otros aseguraban que solo quería llamar la atención y regresaría pronto. Nadie estaba en lo correcto y tenía tantas ganas de andar cerrándoles la boca... pero la vida personal de Grecia no era algo que podía ventilar en internet.

Muchos ya se habían dado la labor de crear cuentas falsas, haciéndose pasar por ella y resubiendo sus videos. Me puse a verlos y descargarlos, pensaba que tal vez Grecia no los tenía guardados y en un futuro cercano querría subirlos de nuevo, sobre todo busqué aquellos donde yo aparecía. Uno no lo recordaba. Era corto, yo estaba en la sala en casa de mis padres jugando con la consola y Grecia me grababa con su celular.

—Tiago ¿Sabes que cuando yo tenga dieciocho tu tendrás veintiuno? —me preguntaba. Yo ni volteaba a verla solo le respondí con un monosílabo—. Y va a ser legal que me case contigo. ¿Cuantos likes para que nos casemos cuando cumpla dieciocho?

—No sé, un millón —le respondía sin quitar la vista de la pantalla. Sí recordaba ese momento, pero no le había hecho caso. Grecia debió grabar eso dos años atrás. Lo malo es que nunca sabré a cuantos likes llegó ese video.

Los siguientes días no me contacté con Grecia, mas le escribía a Tamara a diario para saber sobre ella. Me explicó que afortunadamente su madre no había vuelto a aparecer, pero que Evan la llevaba y la recogía de su nuevo colegio por si acaso. Eso era una buena señal, tal vez como Grecia había supuesto, su madre la dejaría de molestar ahora que ya no ganaba dinero con internet.

—Ve a cambiar el agua —me ordenó Ian una mañana mientras le ayudaba a pintar el cuarto del bebé. En realidad, solo hablaba con él mientras pintaba un enorme y complicado mural.

—¡Está increíble! —exclamó Sophie al entrar trayéndonos unas gaseosas. Abrazó a Ian por la espalda y le dio un beso. En verdad estaban muy emocionados. Me levanté para cambiar el agua de los pinceles y me quedé observándolos desde la puerta. No lo iba a admitir frente a ellos, pero en verdad los envidiaba. Nunca había pensado en mí mismo con una pareja estable, era muy joven para eso, pero si alguna vez me tocaba, en verdad quería algo como lo que ellos tenían.

Tiré el agua sucia al drenaje de la cocina y mientras se llenaba el bote con agua limpia, pensaba en cómo demostrarle a Grecia que me importaba de verdad. Obviamente lo primero era que ella estuviese tranquila. Se había cambiado de colegio porque Evan no podía pagar la escuela privada en la que estaba. Ese podía ser un comienzo: Pagarle el colegio, aunque estaba seguro que ni en millón de años Evan me recibía ni un centavo. Podía ayudar a Grecia a reabrir sus redes y su canal, atrayendo publico nuevo, pero eso solo despertaría de nuevo el nefasto interés de su madre. También podía simplemente pasar más tiempo con ella, solo como amigos, pero ello implicaba tener la aprobación de Evan, y eso, sí sería una verdadera prueba. La odiaba, odiaba esa idea, mas era un paso importante: ganarme a Evan... o no ir tan lejos y hacer que simplemente me tolerase.

Le saqué a Tamara la dirección de dónde estaban viviendo y fui en la mañana, mientras Grecia estaba en el colegio y Evan seguro estaba en casa ya que debía abrir el pub en la tarde.

De nuevo me shokeó ver a Tamara abriéndome la puerta.

—¿Qué haces aquí? La interrogué, por un momento pensé que me había dado su nueva dirección y no la de Evan.

—Vivo aquí... —respondió nerviosa.

—Tami ¿quién es? —escuché la voz de Evan en el interior del departamento.

—¡Es Tiago! —le gritó Tamara de vuelta.

—¡¿Estás viviendo con Evan?!

—Sí, bueno, no en la forma en la que piensas, compartimos apartamento, para reducir gastos y eso...

—¿Qué haces aquí? —Evan apareció de inmediato y de no haber sido porque Tamara sostenía la puerta, que estoy seguro que me la habría cerrado en la cara.

—Quiere hablar contigo —Tamara se adelantó a contestar y me hizo un gesto con los ojos para que entrara.

—No tengo nada que hablar con él —dijo con desprecio, entrando de nuevo. Tamara me abrió el paso para que lo siguiera.

—Evan, no sé por qué no nos llevamos bien, o porque me odias tanto, no voy a ponerme a investigar eso ahora. Solo quiero saber cómo están las cosas con Grecia.

—¿Tú piensas que soy idiota o que nací ayer y no me doy cuenta que estás rondando como un buitre a mi hermanita desde que cumplió dieciséis? No te acerques a ella, lo que pasa con nosotros no es de tu incumbencia —zanjó, esperando que me vaya; por el contrario, me senté en una de las sillas del comedor, dándole a entender que no iba a irme hasta que hablemos.

—Pues no te molestó que estuviera cerca el otro día, cuando me pediste que me la llevara. —Lo confronté esperando a ver qué me respondía.

—Solo porque en ese momento debía elegir el mal menor.

—Escucha, ese día le prometí a Grecia que haría lo que sea para que se quede contigo, así que solo quiero asegurarme de que todo anda bien y si puedo ayudar en algo, lo que sea.

—Evan está intentando conseguir la custodia de Grecia, pero no ha habido muchos avances. —Se entrometió Tamara y Evan le lanzó una mirada asesina.

Ambos finalmente se sentaron a la mesa.

—No es tan fácil. El juez determinó que no ve ninguna razón real para que Grecia no esté con mi madre. Básicamente el único motivo es que ella se encuentre en peligro de muerte y no considera que alguien de veintiún años tenga la madurez suficiente para criar una adolescente. Aunque la he cuidado desde que tengo diez años. —Evan era la persona más estoica que conocía, pero en ese momento, le era imposible ocultar la rabia y frustración que sentía—. Tampoco toman en cuenta que mi madre tiene la madurez emocional de una almeja. Que cambie de esposo como cambia de ropa o que haya engañado su último marido con mi padre, porque le pareció muy romántico regresar con él después de veinte años.

—Espera... —tuve que interrumpirlo—. Creí que tu padre había muerto.

—No mi padre biológico. Me tuvieron cuando todavía estaban en el colegio y obviamente mi padre no se hizo cargo de mí. Unos años después mi madre conoció al padre de Grecia y él me adoptó. Grecia no lo sabía y mi madre no tuvo ni el más mínimo tacto en decírselo el otro día. Ahora se reencontró con mi padre y decidieron retomar su relación, ya sabes, ahora que ya no tienen que hacerse cargo de mí. Al juez tampoco le importó que mi madre simplemente haya vendido todas las empresas que heredó del padre de Grecia y que por diez años nos dejó prácticamente solos mientras se dedicó solo a gastar el dinero, hasta endeudarse y deberle a todo el mundo. Esperaba que su nuevo marido le solucionara los problemas, pero incluso jodió eso. Debía varios salarios y beneficios sociales a todos los que trabajaban en la casa, yo tuve que pagarles con todo lo que tenía, y en el juzgado me respondieron que no tenía por qué hacer eso y si asumí ese gasto fue por idiota; y tal vez sí, pero esas personas me criaron, no podía simplemente dejarlas sin nada. Luego mis padres vieron a Grecia como una mina de oro. Hace unos días recibí un mensaje del banco. Mi madre logró adueñarse de las cuentas bancarias de Grecia, alegando que es menor de edad. Se quedó con todo lo que ella ha ganado y lo que vaya a ganar hasta que cumpla dieciocho. Por eso Grecia borró su canal.

Evan se notaba aliviado al contármelo todo. Solo quería desahogarse. Tamara le acariciaba el hombro, se notaba que ella ya estaba al tanto; como yo, se daba cuenta que él necesitaba dejar esa coraza que había creado a su alrededor.

—Sé que me vas a decir que no, pero si necesitas dinero...

—No quiero tu caridad —rezongó.

—No es caridad, voy a prestarte, con intereses.

—Ya veremos, se levantó y me dio a entender que quería que me fuera. No nos habíamos hecho precisamente amigos, mas eso ya era un gran avance, al menos no me había golpeado.

Tamara me daba a entender con sus gestos que había conseguido una victoria y Evan se limitó a seguirme hasta la puerta.

Estaba por salir, pero había algo que necesitaba preguntar o me volvería loco.

—¿Ustedes dos están teniendo sexo, no es así?

—Claro que... eso no te importa...— Tamara tartamudeó sumamente nerviosa.

—Imbécil. —Fue la respuesta de Evan a tiempo que daba un portazo conmigo afuera.

Un par de días más pasaron sin novedad. Quería esperar una semana antes de por fin llamar a Grecia, no quería mostrarme desesperado, tampoco quería presionarla. Estaba yendo un paso a la vez.

Como cada fin de semana, con Ian y Sophie armamos el mini set de grabación que teníamos en el departamento, que en parte ya era mío también, pues disimuladamente había acomodado todas mis cosas y dormía ahí todas las noches.

Estábamos listos para grabar alguna tontería de las que el público amaba, cuando Tamara llamó a mi celular.

—Tiago tienes que venir. Se están llevando a Grecia con la policía.

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