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43. Ya no estoy sola

Oculté mi rostro lo más que pude. Escuché el sonido de la puerta dando un golpe seco. ¿Por qué había tenido que hablar? Seguro Tiago me consideraba una estúpida. Sentí la mano de Tamara sobre mi cabello, acariciándome la cabeza.

—Grecia...—comenzó a decir con un suspiro. Bajé mis rodillas, pero evité mirarla—. Vamos a tener que denunciarlo.

—No, no quiero más problemas. —Me negué. Ya tenía demasiado.

—No importa lo que quieras. Ese tipo no puede salir impune por lo que te hizo ni dejar que se lo haga a alguien más.

—Pero no tengo pruebas. Puedo demostrar que me llamó, pero no lo que hablamos. No soy tonta, sé cómo funcionan estas cosas. Lo demando, no puedo probarlo y quedo como una mentirosa.

—¿No hay nadie que te haya visto? En esa fiesta hubo un montón de personas.

—Sus amigos saben que él tenía una relación conmigo, pero ninguno va a hablar.

Evan entró a la habitación, pasó la mirada de Tamara hacia mí.

—¿Qué pasó? —intuyó que algo sucedía.

—¿Se lo quieres contar tú? —me preguntó Tamara. Negué rápidamente y oculté mi rostro de nuevo. ¿Cómo podría mirar a mi hermano a los ojos y contarle todo lo que había ocurrido? Ya suficiente había tenido con la trabajadora social y por estúpida había abierto la boca frente a Tiago. Evan era diferente. Me daba muchísima vergüenza que se enterara.

—Vamos a hablar a solas —Tamara lo sacó de la habitación. Era imposible que no se lo contara, pero lo prefería, era incapaz de relatar lo ocurrido de nuevo.

Por fin me dejaron sola. Observé el suero goteando hacia mi brazo. Me distraje viendo cada gota caer. Y pensar que si no me hubiese acobardado a último momento ya no estaría viva. No recordaba bien por qué había tenido ese impulso. Tiempo atrás descubrí que Víctor necesitaba pastillas para dormir, y por un momento había pasado por mi cabeza que tomándome todo un frasco me podría matar. En la mañana, esa idea regresó a mi cabeza. Lo hice sin pensar. Solo la tomé, la llevé a mi habitación e intenté ingerir todas haciéndolas pasar con una botella de agua. Pero ni bien me tragué poco más de medio frasco, me agarró el miedo. Corrí a vomitar lo más que pude, pero ya empezaba a sentir sueño. A partir de ahí casi no recuerdo lo que sucedió. Tomé el celular y llamé a Tiago, o eso me dijo él. ¿Por qué justo a él? ¿Por qué no había llamado a Evan? Realmente no sé y tal vez nunca sepa qué fue lo que pasó por mi cabeza en ese momento. Unos días antes ya lo había desbloqueado para leer los mensajes que me había mandado, pero tampoco había tenido el valor de conocer su contenido. Tal vez por eso él estaba en mis pensamientos en ese momento.

Miré hacia la mesita que acompañaba la cama. Mi teléfono estaba ahí. Me fijé en el registro, efectivamente había llamado a Tiago. Tenía dos llamadas a él. Una que seguro había hecho yo y otra que imagino la realizó alguien del hospital. En el medio, varias llamadas perdidas suyas.

No tenía activado el internet y me daba un poco de miedo hacerlo. Ya en la noche este no paraba de sonar. Mis redes sociales se habían llenado de insultos y no había tenido ganas ni valor para defenderme. Me quedé contemplando mi aparto, tuve ganas de entrar a leer los mensajes de Tiago, pero me detuve cuando Evan regresó.

Igual no despendí la mirada del celular, mi hermano fue directo a rodearme con los brazos.

—Todo lo vamos a solucionar, te lo prometo —me dijo apretándome más fuerte y por algún motivo le creí.

—¿Sabes algo de mamá? —le pregunté. No sabía si ya le habían informado de lo ocurrido. Y no sabía cómo iba a reaccionar.

Él y Tamara intercambiaron miradas.

—No... pero eso no importa—me tomó de los hombros y me obligó a mirarlo a los ojos—. Yo voy a hacer lo que sea porque vuelvas a estar bien. ¿Confías en mí?

Lo abracé asintiendo. Claro que confiaba en él.

Entre todo lo que había pasado ya era de noche. Una enfermera entró a revisarme y avisar que las visitas debían irse, pero que podía quedarme con un acompañante.

—¡El pub! —me acordé—. Vayan, todavía llegan antes de abrir.

—Grecia, el pub no importa. Ya lo abrirán los empleados. O si no, da igual. Voy a quedarme contigo.

—No da igual. Es tu trabajo, y yo como siempre interfiero con tu vida y tus planes.

—¿Por qué siento a nuestra madre hablando a través de ti? —se lamentó—. Eres lo más importante en mi vida, más que un estúpido pub, o la banda —me dio un beso.

Tamara se despidió y Evan se acomodó en la silla a mi lado. La enfermera me indicó descansar y se fue apagándonos la luz.

Tal vez era efecto residual de las pastillas para dormir, pero todo ese día lo había sentido como si soñara despierta. Fingí que dormía, pero de soslayo veía a Evan en la silla, con el brillo de su celular iluminando su rostro.

Cuando era pequeña y me sentía enferma, él siempre se acostaba a mi lado. Por más que eso no me curara me hacía sentir mejor. Pero en ese momento solo sentía culpabilidad.

En algún momento me quedé dormida. Y descansé bastante. Me despertaron dejándome una gelatina aguda como desayuno y el médico entró poco después.

—¿Ya me puedo ir? —le pregunté. Y ahí caí en cuenta de que no había pensado en qué iba a pasar conmigo a partir de ese momento. ¿Regresaría sola a mi casa? ¿Me mandarían a un psiquiatra?

—Seguro hoy te damos el alta, pero en tu caso no puedes irte hasta que se arreglen algunos pormenores. Tú tranquila.

Eso no me tranquilizaba.

Tamara regresó, saludó a mi hermano con un beso y me preguntó cómo me sentía.

—Mejor —le aseguré.

—Perfecto porque tienes varias visitas —avisó con una sonrisa.

Yo no me puse alegre. De verdad que no quería que nadie me viese en esa situación. Me daba muchísima vergüenza y no quería ser el objeto de lástima de nadie.

Me sorprendió ver a Daniel y a Samy. Ambos permanecieron en la entrada hasta que el médico se retiró.

Tomé aire y valor, pensando qué iba a decirles. Sin embargo, Samy fue más rápida, llegó al borde de la cama y lo único que sentí fue la palma de su mano dejando una marca contra mi mejilla.

No reaccioné, ni nadie en la habitación tampoco.

—¡Eres una estúpida! —me gritó —¡Cómo te atreviste a hacer esto! —Me abrazó llorando, yo le correspondí y comencé a llorar también.

—Lo siento —le dije, y creo que fue la disculpa más sincera que le había dado a nadie. Samy se había esforzado cada día en hacerme sentir bien y le había fallado.

—Yo no sé qué decirte. Fue la decisión más estúpida que pudiste tomar. Tenemos un trato, alguien se mete contigo, me avisas y lo golpeo. ¿Por qué te saliste del plan? —me reclamó Daniel.

—¿Prometo avisarte la próxima vez?

—Más te vale —me acarició la cabeza. Y de pronto me di cuenta que la habitación estaba llena. Tenía a cuatro personas ahí, y esperaba que nadie más llegara, pero no fue así. Entró quien menos pensaba.

—¡Sophie! —Tamara se adelantó a abrazar a nuestra amiga.

Ella la ignoró un poco, vino hacia mí y me abrazó también. Por la forma en la que se veía, abrigada y algo cansada, notaba que recién llegaba del aeropuerto.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté—. No ibas a volver hasta dentro de una semana.

—Adelanté mi viaje lo más que pude.

—¿Por qué? ¿Y los bebés? —"Por favor no digas que lo hiciste por mi" pensé. En verdad quería que sus motivos fueran otros y no yo.

—En cuanto me enteré de lo que pasó ayer tuve que venir. Los bebés están con Ian, no podía traerlos aquí.

—Sophie no era necesario...

—Claro que lo era. Grecia... todo esto que pasó fue nuestra culpa.

La miré extrañada. Sophie se sentó sobre la cama a mi lado, y me tomó de las manos. Me había olvidado lo bonita que era, y lo mucho que la había admirado toda mi vida. Que estuviese ahí, solo por mí y responsabilizándose por lo que había pasado me movía el corazón.

—No fue culpa de nadie, solo mía, yo hice todo mal.

—Grecia, Tamara me contó todo. Y sabes que yo pasé por lo mismo que tú. Es decir, mis motivos fueron otros, pero hace unos meses sentí que mi vida se había acabado y que solo le traía sufrimiento a los demás. Había días en los que la única motivación que tenía para levantarme era pensar en cómo me iba a cortar las venas o que pastilla tomarme, pero tuve apoyo de mi familia y mis amigos y aunque todavía me siento así a veces, mejoro porque hay quien me apoya. Y tú no tuviste nada de eso. Nos concentramos en nuestras vidas y te dejamos de lado. No hicimos lo suficiente. Perdóname ¿sí?

—No tengo nada que perdonarte. No eres responsable de mí.

—Soy responsable de toda mi familia. Y no podemos evitar lo que pasó, pero sí arreglarlo. Armamos una estrategia con Susan. Yo iba a subir un video hoy, regresando después de casi un año inactiva, confirmando que los rumores eran verdad, y presentando a los bebés, de esa manera desviaríamos la atención hacia mi mientras preparábamos tu defensa y poníamos la demanda a esos imbéciles. Pero como siempre el idiota de Tiago me robó protagonismo —se quejó haciendo un mohín.

—¿Qué hizo? —lo que decía Sophie y el no haber sabido de Tiago desde el día anterior no me traía una buena espina.

Daniel buscó algo en su celular y me lo pasó. Era una historia en Instagram. El de Luka para ser específica.

La grabación se notaba espontanea, la cámara se movía mucho. Estaba grabado desde el interior de un auto. Afuera estaba Tiago. Luka y supongo que Erick le reclamaban algo. Tiago lucía furioso, metió su mano por la ventanilla del auto y le quitó las llaves. En seguida quien filmaba y Luka salieron. Estaban frente a un puente, en una avenida transitada. Tiago caminó hacia el borde del puente y lanzó las llaves del auto. Luka le reclamaba a gritos.

—¡Te estoy filmando imbécil! —logré entender que lo amenazaba, veía que ya había gente reuniéndose a ver el conflicto, varios autos atascados tocando bocina y eso junto al viento no permitía escuchar bien.

—Filma lo que te de la gana —Tiago lo señalaba, se veía intimidante. Luka y Erick no eran tan altos como él, por lo que tenían que levantar el teléfono para enfocarle la cara.

La filmación era caótica, el teléfono se movía mucho, pero se distinguía a Tiago golpeado a Luka en la cara. Erick no dejaba de filmar.

La siguiente historia era un enfoque directo a Luka, tenía la cara ensangrentada y estaba reclinado en el asiento del auto.

—Ustedes vieron lo que pasó, esto lo llevaremos a la policía. Tiago Cohen vino a agredirnos de la nada. Luka está muy mal, pero no puedo llevarlo a emergencias porque nos quitó las llaves del auto.

No me sorprendió, Tiago solucionaba las cosas de esa manera. Hubiera preferido que no lo hiciera... pero en el fondo, sentía cierta satisfacción.

—Una cosa más —Sophie añadió—. No sé cómo, pero lo que pasó se filtró. En internet están diciendo que te mataste. Lo siento.

—Mejor si todos piensan eso. Puedo pretender que me morí y así me dejan en paz.

—No Grecia. Luego vas aclararlo todo —intervino Samy—. No vas a dejar lo que te gusta hacer. No vamos a dejar que esos idiotas te ganen.

Otra vez la puerta se abrió. Tiago entró, con una apariencia bastante relajada. En verdad pensaba que no lo vería de nuevo por ahí.

Primero saludó a Sophie, ambos se abrazaron un largo rato, se separaron acordando en voz baja hablar después.

—¿Pueden dejarme con Grecia un momento? —les pidió.

Todos abandonaron la habitación, mi hermano salió al último reclamándole no haberle avisado para ir a tomar represalias contra Luka. Cuando nos vimos a solas, Tiago se quedó contra la puerta, sin decir nada por unos segundos.

—Grecia, hice algo que no sé si estés de acuerdo, pero no importa, tenía que hacerlo.

—Sí, acabo de ver el video. ¿Luka no te denunció?

—¿Qué? —se desconcertó—¡Ah! ¡eso! No, no hablo de eso. Es decir, sí llamo a la policía y no se lo tomaron en serio, como mucho me harán pagarle las llaves. El tipo es un gallina. Casi se hace pis de miedo. No lo golpeé lo suficiente, pero sirvió de advertencia. Lo que hice fue grabar un video. No lo subí todavía, pero lo haré ahora. Puedes verlo si quieres.

Recibí su teléfono, estaba abierto en su canal, en un video listo para subirse.

"Dañaron a la persona más importante para mí", era el título. En la miniatura estaba Tiago sentado en una habitación indeterminada, imagino que el hotel donde había pasado la noche.

Él estaba expectante a que le de play, pero no podía hacerlo.

—Ahí explico lo que pasó y desmiento por completo a Luka. Te conozco y sé que tal vez no quieras contar tu versión de los hechos, pero todo el mundo debe saber qué pasó en realidad. Que no mereces lo que él te hizo y que si hay alguien que también fue víctima de él que hable con nosotros. Todo ayuda.

—¿Me crees? ¿Crees todo lo que te dije?

—¿Por qué no te creería? –Arrugó la frente, seguía con un semblante muy serio.

—Súbelo. —Le devolví el teléfono—. No puedo decirte qué grabar y qué no. Y yo sé lo que pasó, no quiero escucharlo. Gracias.

Tiago me recibió su teléfono de regreso. Algo decepcionado. Algún día, cuando todo pareciera ser un mal sueño, tendría el valor para verlo, al igual que todos sus mensajes, pero ese no era el momento.

Se agachó y me dio un beso en la frente.

Cuando todos entraron de regreso, la situación se puso rara. Evan le ordenó a Tiago sentarse en la silla de acompañante y el resto nos rodeó.

—Grecia, perdón que hagamos esto aquí, pero es necesario —Sophie se disculpó. Yo no entendía nada.

—¿Qué pasa? —inquirió Tiago, quien parecía ser el centro de atención.

—Vamos a aprovechar que estamos todos para hacerte una intervención —explicó Tamara.

—¿Intervención de qué?

—Tu novia —Dijo Daniel—. Está loca.

—No sé si loca, pero es una celosa compulsiva —acotó Tamara.

—Te usa como su chequera personal y no te da ni un respiro —añadió mi hermano.

—Apenas están tres meses juntos y ya se fue a vivir contigo, bueno conmigo... bueno, espero de verdad que no esté en mi casa cuando llegue —le reclamó Sophie.

—Además es quien está filtrando información. Es la única que pudo haber contado lo de Grecia. Sé que ayer se lo dijiste por teléfono—determinó Tamara

Yo sabía que Tiago estaba con esa chica Candela, y sí había notado con solo mirarla que era una tóxica, pero ahora todos lo confirmaban, hasta Samy que no hablaba asentía cuando lo hacía el resto.

Tiago pasó la mirada hacia todos.

—Ya lo sé.

—¿Ya lo sabes? —le preguntó Sophie—. ¿Entonces por qué diablos sigues con ella?

—Ya no estoy con ella. Le terminé ayer.

Todos cruzaron miradas en silencio, como preguntándose que iban a decir.

—Ah... bueno, qué bien...—balbuceó Sophie.

—¡Debimos hacer esto ayer! —Tamara le reclamó a mi hermano—. ¡Pero tú querías estar presente! —dirigió su reclamo a Sophie.

—Su "intervención" ... —Tiago hizo comillas con los dedos—. No era necesaria ni ayer ni hoy. Puedo darme cuenta de las cosas por mí mismo, intenté que las cosas funcionaran con ella, pero fue demasiado. Sin embargo, lo de la información no me queda muy claro aún. Candela no habla con nadie. En serio, es bastante asocial y no le gusta nada relacionado con redes sociales.

—Bueno, si a partir de ahora no se sabe nada más, confirmaremos que sí fue ella —le dijo mi hermano.

Yo estaba en uno de esos momentos en los que no sabes qué hacer. El tema no me incumbía, pero en cierta forma era... agradable. Sabía que mis posibilidades con Tiago habían desaparecido para siempre, pero suponía que aún podía considerarlo un amigo.

La tarde se me estaba haciendo larga. Ya estaba muy incómoda en la cama. No entendía por qué no me dejaban ir de una vez, ya ni siquiera tenía un suero. Mi hermano y mis amigos seguían ahí. Sophie los ponía al día así que yo por suerte pasé a un segundo plano. Tanta atención me ponía incomoda. Encendí el internet del celular. Y lo primero que noté fueron montones de llamadas perdidas de mi madre. Ella me había estado llamando desde el día anterior.

Otra llamada suya entró en ese momento. El sonido atrajo la atención de mi hermano.

—Es mamá —le dije. De inmediato me quitó el teléfono y le colgó.

—¿Confías en mi verdad? —me preguntó muy serio—. Si vuelve a llamar contéstale y dile que todo está bien.

—¿Qué pasó? —quise saber.

Evan se puso nervioso, como si confesara un crimen.

—Hice... algo. Por error le di a la policía y a la gente del hospital un número equivocado y a nuestra madre le dije que todo estaba bien contigo, que solo no quieres hablar con ella. Como fue un intento de suicidio intervino servicios sociales, con todo lo que le contaste a la trabajadora social, tiene lo suficiente para declarar a nuestra madre negligente; no solo se fue de viaje sin ti, sino que ignoró el hecho de que le pediste específicamente ayuda psicológica y... si ella no viene a buscarte o al menos da una buena excusa para su ausencia, van a tomarlo como abandono. Así que podrás irte con el pariente más cercano que te reclame.

En seguida entendí lo que pasaba. Había asumido que mi madre prefería seguir en su "luna de miel adelantada" y el que casi me muera no le importaba, pero en realidad ella no lo sabía.

Mi teléfono volvió a sonar. Evan me lo devolvió. Qué decirle dependía solo de mí. Estaba en una disyuntiva: ¿Decirle la verdad y que me reclamara? ¿O mentirle para regresar con Evan?

—¡Grecia! ¡Finalmente! Donde estoy solo puedo llamar por Whatsapp. ¿Qué está pasando? ¿Por qué no me contestabas? —me interrogó.

—Nada. Estoy en casa, no tenía ganas de hablar con nadie. —Le mentí. Una parte de mi quería echarle en cara que estuve a punto de morir y ella no se había dado ni por enterada; pero me mantuve en mi papel

—Bueno, menos mal. Víctor y yo regresamos el viernes. Pórtate bien hasta entonces.

—Claro, chau.—Colgué asustada.

—¿Te vas a meter en problemas por esto? —le pregunté a Evan.

—Tal vez, pero no importa.

Y no, no importaba. Necesitaba un momento de paz y por fin lo iba a conseguir.

Como si no hubiese poca gente en la habitación, otra vez llegó alguien más.

Susan iba vestida de traje como siempre, con su agenda y tablet en la mano. Lejos de regañarme, abrazarme o darme algún sermón, solo me miró negando con la cabeza. Lo agradecí. Sentir tanto afecto solo me incrementaba la culpa.

—¿Por qué siempre haces estupideces? —le reclamó a Tiago. —Ya teníamos todo organizado. Pero da igual. La foto de Grecia se filtró —dijo sin anestesia.

—¡Mierda! —Tiago se exaltó—. ¡Ese imbécil lo hizo como venganza!

Yo no supe cómo sentirme, a esas alturas ya me daba un poco igual. Mi imagen en internet no podía caer peor.

—Seguro que sí, pero no importa, podía pasar en cualquier momento y eso es bueno.

—¿De qué manera eso es bueno? —mi hermano se molestó.

—La foto es de una menor, cuenta como pornografía infantil, así que será sencillo irla eliminando. Pero el idiota de Luka se delató solo con esto. Las únicas personas que tenían esa foto eran Grecia y él. Como Grecia estuvo aquí internada, es fácil demostrar que no fue ella quien la subió. Así que tenemos otra causa para demandarlo. De hecho, la gente en internet ya se dio cuenta. Hoy el tema estuvo fuerte y seguirá así un tiempo. Así que no creo que a nadie le importe tus hijos —le dijo a Sophie.

Ella cruzó los brazos un poco ofendida. Luego intentó consolarme.

—Estas cosas pasan. Sé que no es agradable que una foto íntima de vueltas por ahí, pero...

—Lo sé —la interrumpí. Si alguien sabía sobre eso era Sophie. Ella había tenido más de una desafortunada filtración tanto de fotos como videos íntimos. Esas alturas si le pasaba de nuevo ya le daba igual. De ella había aprendido que la mejor estrategia frente e ello. Era no darle importancia—. Solo soy yo desnuda, ¿y qué? Que lo disfruten—lo dije como una reflexión.

Casi sin darme cuenta, el segundo día de internación terminó, todos a excepción de mi hermano se fueron. Y me dormí sintiendo un peso menor. Con suerte ya me dejarían irme en la mañana y podría comer algo más que la asquerosa dieta semi liquida del hospital.

Por primera vez en meses, al despertarme, la situación no se puso peor. Todo lo contrario.

Evan me mostró mi papel del alta y una autorización para que me sacara de ahí.

—Ya nos vamos a casa —me avisó.

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