25. ¿Por qué lo jodo todo?
"Mi novia", no lo podía creer, Grecia de verdad era mi novia. Esos diez meses de haber hecho lo que jamás habría imaginado por una chica había dado resultado.
No tenía mucha experiencia en relaciones, en mi vida solo había tenido una novia formal antes y todo había acabado mal, por eso prefería no involucrarme seriamente con nadie. Las relaciones son problemáticas y la monogamia no era lo mío, pero Grecia... Por ella hubiese dado todo.
Después de darme una ducha y vestirme salí con ella de la mano. Quería pasar toda la tarde en su compañía, hasta la hora de ir al pub para mi celebración con amigos. En teoría Grecia no tenía edad para entrar, pero imaginaba que al ser hermana del dueño, harían una excepción.
—¿Quieres que te mande el video del partido? —me preguntó mirando su celular. Extrañaba que me grabara.
—Sí, mándalo. Es bueno revisarlo, así sé que errores cometí para la final.
—Sí, no querrás recibir el balón con la cara de nuevo—. Rio, y recordé ese breve momento en el que había perdido toda la concentración al notar su presencia.
—Borra esa parte.
—¿Estás loco? Ya la separé, le estoy poniendo un efecto de sonido y lo subiré a Tik Tok, será viral.
—Oye, no hagas eso. —Me asusté, con cualquier otra persona podría creer que se trataba de una broma, pero sabía que Grecia lo iba a hacer.
—Ya lo hice —avisó, mostrándome el video en el celular, que en solo unos minutos ya tenía likes y comentarios.
—¿Por qué eres malvada conmigo?
—No soy mala, esto te ayudara a seguir vigente, al menos hasta que Sophie regrese y trabajen juntos.
—Los videos de la banda van muy bien. Y a mis redes personales estoy subiendo "Story times", a la gente le gusta.
—Sí, pero les gustará más el impacto del balón en tu cara. Puedes contar eso —me dijo con burla—. O contar qué se siente cambiar de dígito, estás anciano.
—Pues te va pasar a ti también y reiré mucho cuando tengas una crisis de edad.
Aproveché que se distrajo para quitarle el teléfono de las manos y lo guardé en el bolsillo de atrás de mi pantalón, ella intentó quitármelo, pero esquivarla era muy fácil. Me agaché para abrazarla por la cintura y la levanté, dejándola inmóvil, con su rostro a la altura del mío. Estábamos tan cerca que solo pude tomar sus labios con los míos y comérmela a besos. Me separé y la dejé en el suelo cuando a ella e empezó a dar un ataque de risa.
—Oye... ¿vamos a hacerlo público? ¿O prefieres esperar?
—¿Que soy tu novia? Ya lo presumí en todas las redes sociales existentes.
—¿En serio?
—Claro que no. Si lo hubiera hecho para este momento ya una horda de fans tuyas me habría disparado. Creo que podemos ir insinuándolo de a poco.
—Supongo que está bien, pero quien me preocupa es la gente cercana...
—¿Mi mamá, tus papas? ¿O Evan? —preguntó con suspicacia.
—Tú sabes quién.
—Va a matarte, y será un gran Story time: Mi hermano asesinó a mi novio. —Volvió a burlarse de mí.
—Hablo enserio.
—Evan ya está más que mentalizado. Va a gruñirte un poco, pero te necesita en la banda. Y él no tiene por qué meterse en mis relaciones. —Añadió un poco más seria—. Es mi hermano, me cuida y lo agradezco, pero tiene que entender que hay un límite respecto a su interferencia en mi vida privada.
—Eso no me tranquiliza. Pero al menos sé que a tu madre no va a molestarle.
—En absoluto —confirmó—. O tal vez ni le importe. Ahora anda con otros asuntos. —Volvió a ponerse seria.
—¿Problemas con Víctor?
—Algo así. Está embarazada.
No supe qué decir. Grecia no se veía feliz en absoluto.
—¿Tener hermanos menores es lindo? —le dije después de unos segundos de incómodo silencio.
—Solo los de tu familia. No sé cómo sentirme al respecto. Por un lado: qué asco, me obliga a pensar que tienen sexo; por otro tengo algo de miedo. Víctor abandonó a mi madre cuando estaba embarazada de Evan, ¿por qué no lo haría de nuevo? Además estoy segura de que yo terminaré haciéndome cargo de ese bebé, como Evan lo hizo conmigo. Pero ambos lucen tan... emocionados. No sé, es raro. Siento que en cualquier momento la felicidad se les acabará y ese niño terminará siendo un estorbo como yo.
Detuvimos nuestra caminata y tomé a Grecia del rostro.
—No sé qué vaya a pasar, pero tienes mi apoyo. Tal vez sea algo bueno, que estén tan concentrados en el bebé que prefieran mandarte de regreso. —Al decirlo me di cuenta que esa era una frase horrible para cualquier persona, menos para Grecia, que su madre la abandone era como desearle toda la felicidad del mundo—. Y no falta demasiado para que puedas irte, entonces solo vas a tener que desentenderte. Sabes que Tamara tuvo que criar a sus hermanos desde que tenía trece, pero llegó un momento en el que solo tuvo que hacer sus maletas, irse y dejar a su madre afrontar sus responsabilidades, o iba a estar atrapada de por vida. Y en cierta forma funcionó. Su madre tuvo que madurar a la fuerza.
—Eso espero —respondió no muy convencida. Le di un beso en la cabeza y seguimos caminando por el campus universitario, que estaba vacío por tratarse de un sábado por la tarde. —Hasta que sea hora de tu gran fiesta, ¿vamos a tu casa? A ver Netflix o algo —me preguntó.
Asentí y fuimos hacia la salida, donde había dejado mi moto. Hacía mucho que no iba en ese vehículo con Grecia, ya que llevaba el auto cuando la iba a visitar. Dimos un par de vueltas, disfrutado la velocidad, el viento y sobre todo a su cuerpo contra el mío, abrazándome con fuerza.
Subimos al departamento. Mientras Grecia guardaba mi comida en el congelador, saqué un par de gaseosas y puse palomitas en el microondas. Suponía que pasar una tarde tranquila con mi novia viendo películas era el mejor regalo que podía tener.
Prestamos atención como a los primeros quince minutos de la película, luego estábamos enfocados en besarnos sobre el sillón. Antes de darme cuenta ya estaba con Grecia bajo mi cuerpo, le besaba el cuello mientras mis manos la acariciaban por debajo de la camiseta. Realmente no recuerdo como había llegado a eso, pero tuve que detenerme. Me incorporé abruptamente y le pregunté si quería que retrocediera la película. Ella se sentó también y me respondió con un sonido que no entendí, pero que tomé como un sí. De pronto, ella ya no estaba sentada a mi lado; se había puesto de rodillas en el suelo frente a mi, y en lo que yo dejaba el control de la televisión en el apoyabrazos, ella había bajado el cierre de mi pantalón.
—Wow, qué haces. —La detuve cubriendo mi entrepierna con mi mano.
—De doy otro regalo de cumpleaños —me contestó como si fuera lo más obvio del mundo. No supe cómo sentirme. Tragué saliva y pensé un momento qué decir—. No... no es necesario —tartamudee. Grecia miraba el suelo, muy desconcertada, se notaba que pensaba qué iba a decirme. Finalmente se levantó y por un segundo la tranquilidad regresó a mí, hasta que se quitó la camiseta que llevaba, quedando solo con un brasier negro de encaje. No pude evitar contemplarla, mi corazón se aceleró y en mi imaginación ya le había quitado el resto de la ropa y la besaba entera, pero en la realidad, reaccioné alejándola cuando se sentó en mi regazo.
—¿Qué pasa? —preguntó molesta.
—Nada. Quedamos en que veríamos una película. Solo hagamos eso.
—¿Qué? No entiendo. Pensé que era obvio que veníamos aquí a tener sexo.
—Pues no. Eso no va a pasar hoy ¿está bien? —me puse muy nervioso, jamás me había visto en la situación de tener que rechazar a una chica, encima una tan hermosa y de la que estaba enamorado.
—¿Entonces cuando? ¿Mañana? —preguntó de manera hostil.
—No, no lo sé, ¿sí? solo...
—Ni mañana ni pasado. ¿Cuando? ¿en un año? ¿Estás esperando a eso? —volvió a inquirir.
—No, Grecia, será cuando estés lista ¿sí?
—¿Y tú qué sabes si estoy lista? —en su mirada se notaba lo furiosa que estaba. Rápidamente recogió su camiseta del suelo y se la puso de regreso—. ¡Sabía que esto iba a pasar! Por eso no quería tener algo formal contigo. Todavía me tratas como si fuera una niña.
—No es eso. —Traté de convencerla, le tomé el brazo y ella se quitó con brusquedad.
—Eres... un idiota. Me insististe por meses para nada. No vuelvas a buscarme —determinó tomando su sweater y su bolsa. Caminó a la salida y la intenté detener—. ¡No me sigas y ni te atrevas a llamarme de nuevo! —gritó saliendo del departamento. Caminé tras ellas un par de metros hasta las escaleras y me detuve. Seguirla solo iba a empeorar todo.
Me metí de nuevo, cerré la puerta con toda la rabia que me fue posible y pateé un mueble. ¿Cómo lo había arruinado? En tan solo tres horas había destruido mi relación con Grecia. Esa era la historia de mi vida, por intentar hacer algo bien, lo terminaba jodiendo.
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