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Extra-II: Los primeros pasos

8 de diciembre (1 mes)

Apartamento de la familia Kurusu Suwa

Después de unas semanas tras los sucesos que acontecieron en la Mansión Suwa, Rei, Kazuki y Miri habían vuelto al apartamento. Para el Omega al después de toda la masacre se sentía aliviado de regresar a lo que si consideraba un hogar con su familia: su Alfa y su bebé.

           Había sido exhausto, pero era bueno saber que todo lo malo que pasaron desde el nacimiento de la bebé ya había pasado. Ahora se encontraban juntos en la habitación del Alfa, la cual ahora se volvió de los dos como pareja con la excepción de que, en el primer mes de adaptación de su hija, pues ella se encontraba durmiendo con ellos en el nido con sus feromonas en esa pequeña cuna con superficie dura que le habían comprado para que se sintiera segura y que nada le iba a hacer daño.

           Fue bueno que jamás se deshicieron de aquel montón de ropa con la esencia de Kazuki. Este reconfortó mucho a Rei después de todas las inseguridades que emanaban en su piel como también ayudaron a Miri a estar tranquila durmiendo todas esas horas que descansaba junto a su padre Omega mientras su padre Alfa se ausentaba (aunque su bebé no le gustaba tanto la distancia) para trabajar con unos encargos al mismo que este evaluaba su situación.

         Sabían que la vida que llevaban como mercenarios debía de acabar, incluso dejarla atrás por la carga valiosa de carne y hueso que ahora tenían entre sus brazos. Eso fue algo que tuvo a Kazuki distante y pensativo los primeros días en los que estuvieron separados como ahora que se había vuelto un pensamiento más recurrente mientras su compañero se recuperaba, realmente con aquello en su mente había olvidado de disfrutar con su hija, pero era por eso: su preocupación y cómo mejorar el bienestar de todos.

        Se volvió evidente la idea que tenía, tanto que, Rei lo percibía en esas feromonas añejas de pan cuando se iban a dormir y se veían por unos minutos para asegurarse de que seguían lado a lado y, sobre todo, en la reacción que su hija tenía cuando las distinguía por sus agudizados sentidos de Alfa. Algo que, sin duda, le inquieta al Omega por sentirse un poco inútil porque no ayudaba a los dos Alfas que más le importaban.

        Durante ese primer mes eran muchas emociones que emanaban, nuevamente como cuando la noticia de que Miri venía en camino salió a la luz. Una sensación un tanto extraña, de cierta manera, sentía que estaba volviendo a empezar, pero sin la preocupación de que su padre se encontraba al acecho. La verdad, su cabeza estaba dando un poco de vueltas de pensar en esta nueva etapa que estaba en sus vidas.

       —¿Aún no te deja dormir? —preguntó Kazuki sacándolo de sus pensamientos en el momento que entró al cuarto después de aquella llamada con Kyutaro.

       —¿Mmm? No, estoy bien, ella solo está terminando de comer —respondió con su vista en su niña mientras la amantaba—. Descansaré después, por ahora, solo me causa curiosidad cómo puede alimentarse y dormir al mismo tiempo.

      —Es una bebé que sabe lo que hace. Ella es bastante fuerte y con un gran apetito, el cual no me sorprende si no dejaba de darte antojos cada dos por tres.

      —Sí... Ella es especial. Debo decir que, por eso, me gusta que huela a tostadas francesas... —acarició la mejilla de su hija enternecido de la manera en que esta se aferraba a su pecho buscando ese calor paternal—. Es linda. Después de todo, es una Alfa, no me equivoqué en eso...

     —¿Eso te molesta, Rei? —cuestionó su destinado sentándose en el borde la cama.

     No recibió ni una afirmación, mucho menos una negación. Solo vio como se tensó como también cambió su expresión a una de preocupación por ese tema de las jerarquías.

     —Entonces, sí es eso...

     —No, bueno, no lo sé —dijo Rei con duda—. Desde que nació, me gustó que supiera que pude tenerla, pero tengo miedo de que con todo lo que pasó, yo no sepa criarla...

     —Lo harás bien. Sí Miri hubiese sido consciente de lo que pasó en la mansión, créeme, lo valoraría. Estoy seguro de eso.

     El Omega no evitó dejar salir el llanto por esas palabras. Estaba nervioso; sus feromonas a pudin de tanto que lo había estado aguantando por todo el pavor se terminaron liberando de golpe y eso ocasionó reacción en los miembros de su familia; Kazuki se acercó más a él para envolverlo en su esencia de pan (un poco más suavizada) indicándole que estaba aquí como también la pequeña Miri dejara de comer y se pusiera a llorar por eso.

     —Déjalo salir, Rei —pidió el Alfa estando a su lado con sus brazos extendidos indicándole que le diera a la bebé. Sin titubear se la dio para ver como la arrullaba al mismo tiempo que la posicionaba sobre hombro para sacarle los gases—. No tengas miedo, el peligro ya pasó.

     —Eso dices ahora —mencionó de forma fría—, pero ¿y si la hubiera perdido? Ya no puedo tener más hijos, ahora solo soy un Omega incapaz de reproducirse por lo que hizo mi padre cuando en labor de parto me desmayé y se aprovechó de eso en la cesaría—su fragancia seguía esparciéndose amargamente inquietando a aquellos dos dominantes—. ¿Y si Miri hubiera nacido Omega? ¡Mi padre la hubiese matado!

     —Por algo ahora ese malnacido junto a ese Alfa que te intentó violar descansa con los peces —recordó buscando de que su hija después de eructar, se calmara. Incluso la recostó en su brazo, pero con el nerviosismo de su padre Omega, le costaba que se quedara tranquila—. A ella no le iba a pasar nada. Te lo prometí y mantengo mi promesa.

      La mirada carmesí de Kazuki se intensificó por la severidad que tomaba la conversación como lo hacía la azulada de Rei cuando este decidió mirarlo fijamente.

     —Ella merece tener un padre Omega mejor... —Rei soltó aquello tras observar la dedicación con la que su compañero cargaba a su hija—. La iba a condenar. Ahora yo ya no soy nada... Pensé mucho en abortarla, me puse la inyección poniéndola en peligro dentro de mí, te mentí en todo esto por querer protegerlos y ahora soy...

     —No lo veas así —Kazuki intervino en sus palabras mientras pasaba su vista a su bebé por unos segundos—. Ni te digas esas cosas. No fue un mes fácil, mejor dicho, todo esto, lo sé, pero estamos aquí con ella.

     —¿Y si no?

     —Como tú me lo pediste aquella vez: no lo digas de esa forma.

     Las lágrimas solo se deslizaban por el rostro de Rei. No dejaba de sentir culpa de pensar aún en esa noche que su pesadilla se hizo realidad cuando su hija nació aún era algo que lo inquietaba de pensar que los peligros vendrían por ellos en su momento más alegre.

     —Simplemente no los quiero perder, sé que mi padre ya no está, pero... —con la manga de su camisa secaba sus ojos —. Lo son todo para mí... Kazuki, yo quiero ser tan suficiente como tú en esto de la crianza...

     —¿Cómo yo? —las preguntas continuaban por su parte.

     —Sí. Sabes cómo hacer todo esto. Tú eres un Alfa fuerte como ella y estás encargándote de todo: cocinas, revisas si no tengo malestares, si ella está bien cuando duerme conmigo en el nido, también estás trabajando arduamente en las noches con los encargos de mercenario...

     Mencionar aquello dejó pensativo al de jerarquía dominante. Al menos, no tuvo que idear una manera de cómo sacar el tema que quería tratar desde que regresaron a casa.

     —Rei, respecto a eso...

¡Buah! ¡Buah!

     La bebé se inquietó otra vez. No podía evitarlo en esa situación tan tensa que las feromonas de sus padres la irritaban más de lo que debían.

     Aun así, oír ese llanto hizo que el instinto Omega de Rei actuara por impulso, no le gustaba provocar esos sollozos a su hija. Con sus nervios a flor de piel, él buscó de cargarla con el mismo cuidado que su compañero lo hizo. Pensó que se comunicaba a través de su lloriqueo porque nuevamente tenía apetito, pero tal vez no lo era que lo que tenía.

     Realmente, cuando ella se pegó a su pecho al desnudo, fue que se calmó.

     Aunque no del todo, aún se movía angustiada como si buscara algo más.

     —¿Tendrá hambre? —cuestionó pensando lo obvio por esa reacción.

     —Seguro —respondió su compañero como primera intuición, pero al ver que, teniendo aun el pecho al desnudo de su pareja, su hija no comía, lo que realmente hacía en lo que podía era mover sus brazos al aire con debilidad como si quisiera alcanzar algo—. Mmm, bueno, si no es eso, tampoco es su pañal. Se lo cambié antes de llamar a Kyutaro, el cual, por cierto, te dice que muchas felicidades por tener una niña tan preciosa como yo.

     —Ajá, sí, como tú.

     —Sabes que sí. Ese encanto que tiene nuestra hija es mío.

     El Omega solo negó por ese comentario, de cierta manera, aquella bebé con pocos mechones castaños se parecía a su padre Alfa por transmitir esa calidez a nivel físico, pero sin duda, esa nariz era de su parte, la pequeña nariz de un Suwa.

     Siempre que se dedicaba a verla no evitaba maravillarse de esa ternura que desprendía.

     —Algo tiene... —dijo Rei en su análisis, percibiendo como Miri se movía sobre sus brazos intentando encontrar lo que sea que quería—. ¿Qué puedo hacer? No quiere que la alimente, pero tampoco siento que quiera despegarse de mí.

      Kazuki tampoco tenía idea, solo la observaba de la misma manera curiosa queriendo saber que podía sentir. Pensó que pudiese tener un malestar con referente a los cólicos lactantes, así que, aprovechando que estaba boca arriba del antebrazo de su destinado, decidió acercar su mano sobre su pequeño estómago para ayudarla.

      Sin embargo, antes de poder masajearla, ella reaccionó como reflejo tomando con su diminuta mano uno de sus dedos (específicamente el índice) para luego pegar más su rostro al pecho del padre Omega que le dio a luz y quedarse dormida en cuestión de minutos.

     —Con que eso era —expresó el Alfa enternecido.

     —Te estaba buscando —dijo su compañero—. Eso explica porque duerme más cómoda cuando estás en el cuarto.

     —Nos busca a los dos. No te menosprecies —aseguró Kazuki teniendo cuidado con la pequeña mano de su hija—. Por eso te quería hablar de algo importante cuando estuvieses más tranquilo, pero veo que estabas volviendo a tu viejo habito de suprimir feromonas. Debiste decirme, Rei.

      Eso sonó como a regaño, no obstante, sabía que no se lo mencionó por mal.

     —Te notabas preocupado... —se excusó—. Solo quería estar aquí en casa, aquí contigo. Con todo esto, yo no quería saber que salías a esos trabajos sucios. Entendía la razón, mas me ponía un poco inquieto cuando me dijiste ese mismo día que me salvaste que tenías un encargo que cumplir por la falta de dinero por lo del parto. Yo te prometo que cuando Miri no dependa de mí como bebé, volveré al negocio...

     —No, no lo harás. Eso es de lo que quería hablarte.

     —¿Qué?

     —No te alteres. Despertarás a la bebé —pidió en calma alzando la otra mano que le quedaba libre para posicionarla en la mejilla izquierda de su compañero—. Rei, lo pensé mucho con lo que pasó esos días, en serio, esta vida no podemos vivirla con nuestra hija. Tuve que hablar con Kyutaro estas noches por eso, él no quería aceptar que te hiciera renunciar por su lado vanidoso de Alfa por el hecho perder a su mejor asesino.

     —Pero, Kazuki, es lo único para lo que sirvo.

     —No. Yo también le dije que debo dejar esta vida atrás, le aclaré que no pensaba condenar a mi manada como en el pasado —los ojos carmesíes del dominante se intensificaron—. Los que son mi todo y las personas que más me importan no van a sufrir de viejos errores. No pienses que por dejar de ser un homicida no puedes servir para otra cosa. Tú eres ahora el padre de esta preciosa niña y yo quiero verte disfrutarlo tanto como yo.

     Por esas palabras, nuevamente las lágrimas de Rei habían vuelto a aparecer en su mirada azulada para que este volviese a llorar.

    —¿Cómo crees que seré capaz?

    —Me lo dijiste una vez: soy el cerebro de la operación —le recordó con orgullo—. Y tú jamás te has equivocado en tus decisiones, es por eso por lo que quiero un futuro seguro para nosotros.

     —¿Qué podríamos hacer?

     —Trabajaría un poco haciendo turnos de limpieza y un trabajo de medio tiempo entretanto tú descansas de haber cargado con esto todo el año. Después estaría en las noches contigo y la bebé, intentaré siempre dejarte comida que puedas calentar.

      —Pero ¿y si pasa algo? ¿No te cansarías de más? Entiendo que seas un Alfa, pero no quiero que nada te pase, mucho menos cuando a la bebé le gusta que estés aquí —le recordó viendo la manera en que la bebé dormía en calma sobre sus brazos sin soltar aún el dedo índice de su padre Alfa—. No te ha querido dejar libre desde que se durmió.

      —Seguro como tú: adora mi compañía.

      Las mejillas de Rei se sonrojaron de golpe, aún no se acostumbraba a eso comentarios desde que formalizaron su relación cuando volvieron a estar juntos desde que Miri nació.

      —Ese no es el punto.

      —Solo por unos meses hasta tener algo más estable, Rei —intentó decirle Kazuki con la mayor seguridad posible—. Sí hay que cambiar de estrategia, lo haremos. Lo que importa ahora es que no nos falte nada y sigamos adelante.

8 de enero (2 meses)

Cuando Kazuki comenzó a hacer esos pequeños trabajos de pocas horas cuando el nuevo año llegó, ciertos problemas aparecieron, y uno de ellos era que a Miri no le gustaba mucho no percibir las feromonas de su padre Alfa estando a solas con Rei.

        Si bien, una vez que todo tuvo un poco de normalidad, las consultas médicas para Rei y Miri pudieron hacerse con calma. Su pediatra, la doctora Anna estando reconfortada de que esa familia estuviese junta, les explicó a ambos padres que ella teniendo dos meses de edad se había vuelto un poco más activa, como también era un poco más consciente de lo que pasaba a su alrededor. Esto terminó resultando un problema, pues el Omega seguía sin sentirse capaz del todo estando esas horas a solas con su bebé exigiendo que cumpliera sus necesidades y que sus padres estuviesen juntos.

       Sinceramente, ese detalle fue difícil de lograr la primera semana que Rei se quedó solo con ella cuando el dinero comenzó a escasear y su pareja tuvo que empezar a buscar trabajo. Estando en solitario con su pequeña tenía miedo de que algo le pasase por pensar que era un incompetente, pero con el apoyo y consejos dejados por Kazuki decidió intentarlo, sin embargo, como lo era la adaptación recurrente, con respecto, a la ausencia del Alfa: Miri se ponía de malhumor.

       Por lo cual, se pasaba la mayor parte del día en el nido para intentar engañarla con la esencia a pan cuando ambos terminaban de comer y tocaba hacer que tomara una siesta (por no decir que él también al estar atendiéndola siempre acababa estando muy cansado), mas estaba siendo un poco difícil que ese día cerrara sus ojos. Pensó que podía estar aburrida de lo mismo, así que, tuvo que bajar a la planta de abajo para buscar una distracción para él mientras su hija estaba recostada sobre su hombro.

      El Omega también estaba agotado de estar a solas con su cachorra sin poder ver a su Alfa hasta que no se hiciese de noche y, así como ella, lo extrañaba mucho. Suspiró de reconocer que tenía ese pensamiento un tanto melancólico, al punto que quería que él estuviese ahí con su persona y su bebé.

     —Vamos, Miri, es hora de dormir un poco —decía Rei mientras le sacaba los gases estando de un lado para otro en la sala ahora que habían terminado ambos de comer—. Esto sería más fácil si estuviese Kazuki aquí. Ah, detesto ser tan inservible en estos momentos.

¡Buah! ¡Buah!

      No debió decir eso, por aquel comentario, su hija había empezado a llorar.

      Tal vez haber dicho el nombre del Alfa como eso de que no era útil la alteraba y era ese el motivo por el que hacía que su instinto materno reaccionase buscando de auxiliarla para que dejara de sollozar. Debía de subir al nido, pero como percibió su sentido Omega, este le recalcó que no era bueno subir si se encontraba alterada.

      Sin embargo, debía de hacerlo, arriba era donde estaba el refugio hecho con las prendas de Alfa. Intentó escalar el primer escalón, no obstante, el llanto de la bebé lo inquietó más, haciéndole imposible que pudiese subir con confianza.

      Tuvo que pensar en otra cosa.

      —No llores, Miri. Todo está bien, ¿aún tienes hambre? —le preguntó como si le fuese a contestar encaminándose al sillón a sentarse para alzarse la camisa y pegar a su hija cerca de su pecho para que comiese.

     La bebé de cabellos castaños no quiso. Su movimiento fue, realmente pegarse más a aquel torso en el que sentía calidez al mismo tiempo que con sus ojitos bien despiertos buscaba a su padre Alfa para sentirse completa, ya era una rutina que conocía su padre Omega, pero el problema aún persistía: no estaban en el nido con toda esa ropa y eso no lograría hacerla dormir si no sentía el aroma a pan de su otro papá.

     Al menos, se había tranquilizado un poco estando acomodada con él en el mueble por unos minutos. Eso le hizo pensar que estaba calmada, así que, Rei dio un suspiro de alivio de haber controlado la situación.

     —¿Estás mejor? ¿Podemos ir arriba? —intentó volverse a levantar, mas, su hija se lo impidió en el proceso que pareciera que se retorcía porque iba nuevamente a llorar. Por lo cual, tuvo que volver a recargarse en el diván para que no lo hiciera—. Bien, sí así nos quedaremos, déjame ponerme un poco más cómodo.

      Rei buscó en su campo de visión algo que pudiese ser adecuado para usarlo de almohada, inesperadamente, lo encontró; este era el suéter rojo de su compañero que estaba camuflajeado con el mueble al ser del mismo color, sin duda, sería una almohada perfecta.

     Teniendo a su hija en ambos brazos buscó de apoyarla con más firmeza en su antebrazo izquierdo recargándola sobre su pecho mientras que con el que le quedaba libre buscó de acomodarla lo mejor posible como si fuese un cojín. Simplemente lo amuñuñó como una bolita para, nuevamente cargarla, sosteniendo su cabeza con cuidado para él apoyarla suya en la funda improvisada que creó.

     Al primer contacto con esta, se pudo sentir la fragancia dominante de Kazuki esparcirse en esas fuertes dosis impregnada que tenía de hogaza. Pudo darse cuenta de que Miri, quien usaba su pecho como almohada, las sintió al instante porque se empezó a cerrar sus ojitos para dormirse por sentirse segura.

    —Oh, te gusta mucho sentir que Kazuki puede estar aquí —con cuidado acarició la espalda de su bebé para que se relajara—. Yo también quisiera lo mismo. Aunque a veces sea todo un parasito que engendra problemas, no puedo negar que lo extraño.

     El Omega se sintió triste de pensar que su Alfa no estaba, pero estaba tan cansado como su hija que decidió asimismo dejar que sus párpados se cerraron, haciéndole caer en un sueño profundo hasta que su compañero regresó una hora más temprano a casa de lo usual.

     Kazuki no avisó que llegaría antes, ya que, lo hizo más por sorprenderlos de que este era su día libre en el trabajo de la tarde. Aunque también porque lo había olvidado por estar con su cabeza en las nubes preocupado de como Rei y Miri llevaban su convivencia, pues en la mañana no había dejado de escuchar llorar a su bebé cuando salió.

      Al menos, ahoraestaba de regreso, pero no oía sonido alguno de que hubiese un problema, por locual, antes de que pudiese alterar a su hija, decidió abrir con sigilo lapuerta como cerrarla de la misma manera. Se adentró revisando el perímetro: losplatos del desayuno y el almuerzo estaban sucios, así que, Rei estaba agarrandola práctica de poder comer mientras atendía a Miri. Seguido de eso, solo percibíaun silencio total, lo que le hizo pensar que debían de estar dormidos juntosarriba en el nido.

      Estaba decidido a dejar su bolso en el sofá para marcharse al baño para ducharse al estar con sus feromonas por todo su cuerpo del día largo que tuvo limpiando y armando los muebles para esas señoras que necesitaban más compañía de lo usual. Cuando se aproximó al mueble, se sorprendió de ver a su Omega y a su cachorra dormidos cómodamente en el diván lejos del nido que los reconfortaba.

      Le extrañó hasta que se dio cuenta que Rei estaba acostado en el suéter rojo que había usado la semana pesada, era la respuesta de porque habían logrado estar tranquilos: eso estaba bañado con su esencia y se había olvidado de lavarlo. Aunque fuese un maniaco por el orden, dio un suspiro de alivio de no haberlo hecho.

     Estuvo viéndolos tan cómodos que no se resistió en tomarles una fotografía (tuvo la idea de que debía de empezar un álbum), pero para su mala suerte al momento de tomarla salió con flash y este molestó a Miri y como reflejo lloró porque habían interrumpido su paz.

     Además, eso también alarmó a su padre Omega que se levantó con rapidez y con cuidado para poder tranquilizarla.

    —¿Qué sucede, Miri? ¿Tienes hambre? —le preguntó espabilándose, queriendo entender que la pudo alterar—. No pasa nada, estoy aquí. Nadie nos va a...

     Antes de poder terminar su oración de percató de que Kazuki había regresado y que tenía su teléfono enfocado hacia ellos, dándole una idea de lo que había pasado.

     —H-ho-hola, cariño —saludó el Alfa de los nervios.

     —La despertaste... —acusó sin pensarlo tanto—. ¿Qué querías hacer con tu móvil?

     —Nada, solo una foto...

     —¿En serio? ¿Sabes lo dificil que fue dormirla?

     —Imagino, perdón, yo no quería...

     Rei solo escuchaba que su pequeña aún sollozaba por estar inquieta, así que, se levantó para extendérsela a Kazuki.

     —Hazte responsable. Es bastante dificil para mí calmarla si ambos te necesitamos.

     El Alfa la agarró para también saludarla. Quería hacer lo mismo con su Omega de darle un beso en la frente, pero este se rehusó.

    —Vamos al cuarto. Miri necesita dormir en un lugar seguro y ahora que estás aquí, será mejor para ella.

     Kazuki acató la orden de Rei para seguirlo escaleras arriba mientras cargaba a su hija con cuidado. Lo que tenía pensando hacer para pasar tiempo en familia con el día libre que tenía no había salido como esperaba. Haber tomado esa foto tuvo de malhumor a su compañero todo el resto del día que solo se limitaron a encerrarse en las necesidades básicas de su bebé hasta que la noche cayó.

     —Oye, ¿estás bien? —le preguntó sacándole los gases a Miri una vez había comido del pecho de Rei.

      —Sí, estoy perfectamente bien —le respondió estando acostado, apoyándose de su lado de la cama.

     —A mí no me lo parece, si pasó algo...

     —Estoy bien, solo acaba de atender a nuestra hija para poder dormir un poco. Ha sido un día largo y cansado.

     —¿Seguro? La doctora Anna dijo que podrías estar todavía un poco sensible con todo esto del parto y si hice algo...

    —No me importa. Termina de una vez con Miri, por favor, ¿o me vas a presumir lo bien que se te da todo esto porqué eres un Alfa que todo le sale bien?

    Esa pregunta lo hizo sentir intimidado. No sabía si esa foto era lo que lo tenía molesto, pero si notaba que aún tenía el tema de las jerarquías grabado en la cabeza como los evidentes síntomas del postparto.

    —Claro que no. Es igual de agotador salir a hacer tres trabajos diarios para poder sobrevivir —intentó sonar lo más suave posible, aunque haber dicho la carga que tenía no fue la mejor de las opciones.

    —Sí, disculpa por no poder hacer lo mismo que tú. Yo solo estoy aquí con Miri, mientras te espero para que me des de tu compañía, pero no, ahora solo quieres atenderla más a ella por sus necesidades.

    —Ella es una bebé que depende de los dos. Tu labor de madre también importa, Rei —dijo con severidad poniendo con cuidado a su hija en la cuna que tenían cerca de la cama—. Miri nos necesita porque no tuvo un buen primer mes de adaptación como hubiésemos querido, lo cual dijo la doctora Anna que hace sea más sensible ahora al igual que tú y como te lo he dicho: no ha sido fácil porque tenemos que adaptarnos para sobrevivir a nuestra nueva vida.

    Otra vez tocaban el tema de lo que pasó aquel mes que fue un infierno para los tres, ciertamente, cada uno a su manera le dolía: Miri porque le hizo mucha falta estar con el calor de sus padres cuando era una recién nacida, Rei porque su instinto Omega había florecido provocándole un montón de sensaciones y Kazuki porque aún estaba alejado de ellos por las responsabilidades que debía asumir al ser, por el momento, el más capacitado.

    Sin embargo, si no habían podido establecer bien una charla sobre eso antes, no lo harían ahora mientras los síntomas de la depresión invadían al Omega y no quería que la noche se hiciera más larga que lo que eran los días sin su Alfa.

    —Ya no quiero seguir esta conversación. Buenas noches, Kazuki.

    Rei se dio la vuelta. Estaba bastante triste por el hecho de ser un Omega sumido en su naturaleza seguía con la idea de que era inútil como lo pensó el mes pasado. 

     Esa actitud solo hizo suspirar a Kazuki, quien decidió encargarse de los dos durante las noches, ya que, se dio que, si bien era poco el tiempo, aún su ausencia les afectaba.

8 de febrero (3 meses)

La tensión entre Rei y Kazuki aún seguía en el aire como también su rutina cambió un poco con Miri a medida que otro mes pasó. 

      La pequeña estaba siendo más exigente al instante que estaba desarrollando más de sus estímulos en su etapa de crecimiento mensual en los que su cabeza se ejercitaba estando boca abajo en los momentos que se apoyaba en los pechos de sus padres, fuese quien fuese, le agradaba sentir sus feromonas de pudín y pan, aunque no estuviesen tan mezcladas como le gustaría.

        Era una lástima que esa fragancia mezclada de sus padres se había apagado un poco, pero, al menos, el Alfa que daba sustento a la casa pudo lograr entre sus tres trabajos coordinar que le dieran el mismo día de descanso para estar al tanto de la situación en casa, como poder lograr de recuperar poco a poco los ánimos de su Omega.

      Si bien, esa parecía una tarea un poco dificil de lograr, pues este solo se enfocaba en una rutina que solo se dedicaba a estimularla a su hija como le dijo la doctora Anna como de estar pendiente de las reacciones a las vacunas, que no se atorara con un gas y que se familiarizara con su entorno.

      Realmente, Rei estaba un poco aislado de todo y eso a su pareja no le gustaba porque se daba cuenta de que ni siquiera disfrutaba de pasar el tiempo a solas con Miri como tampoco estar juntos los tres.

     —Sabes, Rei, deberíamos de ver a nuestros amigos de las clases de maternidad —dijo Kazuki mientras cocinaba el almuerzo—. Habíamos quedado en su momento de que cuando todos los bebés nacieran en volver a reunirnos para pasar un rato y como todos ya vinieron al mundo, sería bueno que...

     —No quiero ir —expuso Rei con Miri en brazos caminando por la sala para que no se aburriera, pues ella no tenía ganas de dormir, así que, ver lo que había a su alrededor era la otra opción que le quedaba—. Además, Miri está muy pequeña para que salga la calle, a menos que sea para ver a su pediatra.

     —Recuerda que la doctora Anna te aconsejó que los dos deben salir más. Y no me vengas con que nuestra hija es pequeña porque tiene tres meses ahora.

     —Sigue siendo pequeña.

     —Necesita de aire fresco al igual que tú —le rememoró volteando los pollos a la plancha que estaba haciendo.

     —Ya lo tenemos yendo al balcón —le mencionó de forma cortante—. No necesitamos ver a nadie, solo a ti y a la doctora cuando lo amerita.

     —¿En serio? ¿Ni siquiera quieres que Kyutaro la conozca? Me preguntó la noche anterior si podía venir a verla.

     —Nadie necesita ver a Miri —declaró  el Omega yéndose a sentar al mueble, hablar de lo que concernía tanto a su bienestar como el de la bebé lo agotaba—. Yo tampoco necesito estar en otro lugar. Estoy bien en casa como para que me den más consejos de la fabulosa vida que tienen los demás padres con sus bebés.

     El Alfa ya no supo que decir, por lo que se quedó en silencio hasta que terminó el almuerzo de su Omega para ir a llevarlo y ayudarlo a atender a su bebé para que este pudiera comer; sirvió la pasta al ajo con el pollo que había terminado hace unos minutos, lo mezcló todo, luego le echó los champiñones y tomates. 

      Una vez que estuvo servido, lo tomó para llevarlo a la sala en la que estaba su compañero con su hija en brazos moviéndose sobre sí misma como si eso animara a quien la tenía entre sus manos.

    Claro que, noprovocaba efecto y ella estaba siendo observadora en esta nueva etapa y cuandovio al miembro de su familia que faltaba acercarse se inquietó más, al puntoque, comenzó a balbucear queriendo llamar su atención, pero se dio cuenta deque no hubo resultado, ni siquiera cuando cerraba y abría sus manos.

     Miri se molestó porque su otro papá estaba ignorándola por estar al pendiente de quien la tenía en su antebrazo. Así que, comenzó a llorar alarmando a su padre Omega, por no decir también que logró hacer que Alfa que se acercara a ellos.

     En ese momento, Rei la arrullaba, pues si tenía hambre iba a ser un poco dificil alimentarla porque comió hace diez minutos de sus dos pechos y estos no se habían llenado para las cantidades que le satisfacía comer, no obstante, por reflejo quiso probar, pero ella no quería eso.

     —¿Qué tienes? —le preguntó en desesperación. No le gustaba cuando no sabía que hacer, menos teniendo a Kazuki en casa porque se sentía peor.

     Ella por obviedad del asunto no le respondería. Ella solo lloraba mirándolo a él como a su otro padre exigiendo que le dieran atención.

     —Dámela. Necesitas comer un poco para recuperar energías, puedo cargarla si está aburrida de estar sentada.

     El Omega estaba nervioso de no poder ser útil, pero se la dio a su Alfa. Cuando Kazuki la tuvo en brazos se calmó un poco, de esta manera, la apoyó sobre su hombro e intentó apartarse un poco para caminar por la sala a que se distrajera, sin embargo, Miri al darse cuenta de que se iba a alejar de Rei, empezó otra vez a gimotear.

    Ahora sí ninguno de los dos sabía que podía tener.

    —Miri, ¿qué pasa? Nos estás preocupando —esta vez fue Kazuki quien le preguntó para comprenderla, ya que, no quería tampoco que su compañero se angustiara más.

    Rei veía la situación y terminó dejando de lado su almuerzo, dado que, le preocupaba lo que sea que sintiera su hija. Al menos, ya no se sentía tan mal si su pareja estaba igual de dudoso en que hacer. 

     De este modo, decidió levantarse para estar junto a ellos en medio de la sala.

    —Miri, Rei papá está aquí.

    —Kazuki papá también está junto a ti. Estamos los dos, ¿tienes hambre? ¿sueño? ¿tuviste una emergencia? —le volvió a revisar el pañal con cuidado—. No, estás igual de limpia después de que te cambié cuando tuviste tu incidente hace rato.

    —Hambre no es. Además, no tengo leche en estos momentos.

    —¿No? Pero si lo tienes tan grandes ahora que creí que estaban llenos hasta para alimentarme a mí.

    Por aquel comentario, el Omega le dio un leve golpe en el brazo a su Alfa, no quería que ella escuchara esos comentarios pervertidos.

    —Solo están un poco hinchados porque se deben de llenar para alimentarla y no son para ti.

    —Ella los tiene gracias a mí. Yo debo de disfrutarlos también.

    —No tenemos tiempo para tus delirios de Alfa necesitado.

    —¡Oye no me digas así! Solo intenté halagarte —se excusó—. Desde que estamos marcados, mi rut solo aparecerá ahora que tu celo venga.

    —Ya lo sé, Kazuki. Te he visto marcar una fecha en el calendario del mes que viene para estar preparados desde que fui a esa consulta y nos dijeron aquello en mis examenes.

     Eso lo sonrojó, incluso le hizo brotar sus feromonas de pan. Pensaba que a su Omega no le prestaba atención estando ocupado con su hija.

    —Solo no quiero que nos agarre de sorpresa. Estoy un poco preocupado, dado que, no puedes medicarte por Miri y desde que peleamos el mes pasado, tú y yo...

    Tras escuchar esas palabras, Rei apoyó su cabeza en el hombro de Kazuki para disfrutar de oler de cerca esa fragancia que le gustaba como también ver a su pequeña.

    —Han pasado muchas cosas, sé que sabes que me he sentido inútil sin necesidad de expresarlo como antes —le confesó acercando su dedo a la manito de su hija—. Miri y yo te extrañamos, lamento si por creer que eres un Alfa fuerte y yo un Omega débil no he sido de ayuda.

    —Claro que sí lo eres. Has estado tú solo la mayoría del tiempo con ella. Me impresiona que no estés cansado con lo exigente que es nuestra pequeña Alfa.

    —Ya he lidiado contigo por casi cuatro años. Supongo que me acostumbré.

    —Ves, si eres igual de fuerte que yo. Creo que hasta más y no tienes por qué compararte si siendo tú eres increíble, por eso, me alegra tenerte.

     Eso le hizo sonreír al Omega, ciertamente extrañaba oír esos halagos por parte de su compañero y, así como él, sus mejillas se ruborizaron al mismo tiempo que también sus feromonas a pudín se tornaban un poco más suave. Algo que hizo que Miri, en el momento, que reconoció sus voces, como verlos estar juntos emitiendo para ella esas feromonas a pudín de pan logró hacer que se calmara, inclusive ella también expulsó las suyas de tostadas francesas en las pequeñas dosis que aún emitía como les volvía a balbucear acompañado del intento de hacer una sonrisa.

     Aquel gesto los tranquilizó como los cautivó por ser la primera vez que veían que hacia esa mueca, a tal punto que, después de haber estado un poco distanciados en términos de cariño, Rei se animó en darle un beso a Kazuki por entender que era mejor estar juntos en esto como un equipo que separados para que pudiese funcionar.

8 de marzo (4 meses)

Los ánimos si bien mejoraban con el paso del tiempo, estos algunas veces tenían sus altibajos, pues con la llegada del mes de marzo, Miri tuvo que ir al hospital por culpa de un resfriado y una infección de oído, la cual su pediatra les explicó que era normal que pudiese pasar, ya que, desde que descubrió sus manos en esta etapa se las metía mucho a la boca como también rozaba en su cara y era una reacción frecuente por eso, pero para ellos eso implicó que hubiese unos gastos médicos extra.

          Logrando así, que eldinero en ese periodo fue un problema y, por esa razón, Kazuki tuvo que hacerhoras extras y Rei se preocupaba de que Miri se volviese a enfermar, dado que,no quería más derroches económicos si estaban al límite. Por eso, ahora seencontraba en su cuarto, peleándose con su bebé y sus manos cuando se lasllevaba a la boca, cosa que no le gustaba que hiciera desde que pasó elincidente.

        —Deja de hacer eso. Te vas a volver a enfermar.

        A ella no le importaba, de hecho, le balbuceaba con molestia estando llena de saliva para indicarle que no le haría caso. Ella simplemente volvió a meterse sus palmas a la boca como si fuese un gran descubrimiento que debía de explorar y duraría con ellas ahí un buen rato hasta que le diera hambre.

       —Te estoy hablando, Miri, te dije que no —le apartó otra vez sus manos de donde se las había puesto—. Yo no estoy para correr hoy. Menos si mi celo puede aparecer cuando quiera, Kazuki papá nos lo dijo esta mañana.

       —Ba, ba... —le respondió mientras se peleaba por tener sus pequeñas manos de vuelta mientras movía sus pies.

       —No sé si lo entiendas, pero no quiero que te vuelvas a contagiar de cualquier cosa... —le dijo Rei a su pequeña teniendo cuidado con sus manos viendo como tiraba con fuerza de estas—. Vaya, sí que eres bastante fuerte, mas no ganarás, serás una Alfa, pero soy quien te tuvo y no soy alguien que le guste perder.

       —Baba...

       —Si, viniste de mí, aunque eres una copia idéntica a Kazuki... —aproximó la mano que le quedaba libre para tocarle su nariz—. Si bien esa es mi nariz. No querías que te negara en algo, ¿verdad?

      —Baba.

      —Tomaré eso como un sí —le afirmó el Omega dándole uno de sus dedos para que jugara, dándose cuenta también de que ahora sí tenía apetito porque se los metió a su boca como si de su pecho se tratara por el olor de sus feromonas a pudin—. Ahora tienes hambre, venga —apartó su mano con cuidado para luego cargarla.

      Tuvo que ser rápido, pues a Miri aun no le gustaba esa sensación de sentir que le quitaban algo de las manos. Rei se alzó la camisa, ciertamente haber hecho ese movimiento lo estremeció un poco haciendo que se percatara que, repentinamente, los síntomas de su celo estaban apareciendo. Suspiró con pesadez para no tener una idea que lo hiciera aparecer totalmente, no tenía ánimos de que se volviera descontrolado después de esa experiencia de diciembre.

      Solamente se dedicó a drenar sus propias feromonas, al menos estando en el nido era más reconfortante por sentir a su bebé con su esencia leve a tostadas francesas como también tenía cerca las prendas de fragancia a hogaza de su Alfa.

     —Baba... baba... —dijo Miri de la nada separándose del pezón de su padre Omega viéndolo en su aprieto.

     —Vamos, come... —le puso otra vez su pecho en su boca, no quería que ocasionara una fuga y dejara el cuarto con ese aroma raro de la leche como las primeras veces que manchó la ropa—. Tenía que ser hoy... ¿Crees que debería llamar a tu otro papá? Ahora soy yo quien no se siente bien...

      Rei se estaba sintiendo un poco cansado, más que todo este tiempo que ha atendido a Miri. Ciertamente, aunque no sabía que hacer del todo más que hacer que su pequeña se durmiera para él también hacerlo para poder pasar un poco esto del malestar de su celo, ya que, la doctora Anna les dijo a ellos que era mejor aún no usar inhibidores o jeringas con eso mientras estuviese amantando.

      En eso tenía razón, pues, a pesar de que no pudo decirle parte los hechos pasados, él también tuvo suficiente con la excepción de aquella vez en la mansión para controlar sus impulsos y salir de ahí. Estando donde estaba ahora solo quería la solución rápida, pero no estaba quien se la daría, así que, entretanto sus feromonas salían por su glándula, provocándole cierta fiebre hormonal, decidió buscar la manera de que su pequeña Alfa terminara de comer, cuando lo hizo, se bajó a la remera y la pasó a su hombro para sacarle sus gases.

     Como estaba más grande eructaba con un poco más facilidad, pero estaba revoltosa otra vez; sentía como le babeaba la camisa como también que se la agarraba con fuerza con sus manitas, intuyó que recordaba esa mala experiencia que vivieron por como olía.

     —Estoy aquí... —le afirmó con tranquilidad—. Como esa vez, estamos juntos...

     Esas palabras ayudaron a que Miri no iniciara un llanto que lo aturdiera, lo cual fue un alivio para Rei, pero se notaba que no quería ser apartada de su hombro. Tuvo que mecerla sentado de esa manera para que intentara que ella cayera dormida y cuando eso pasase, él también podría hacerlo, claro que, en el proceso Rei otra vez sentía esos calambres en su vientre.

     Era bastante molesto, eso le hizo recordar que cuando volvió a la normalidad rutinaria y tuvo la consulta sobre su histerectomía le mencionaron que cuando sus celos volvieran trimestralmente, estos aún serían bastante sensibles si su hija estaba presente, pero que su deseo también sería fuerte porque su Alfa lo tomase porque estaban marcados y eso le afectaba.

     Por lo cual, en este punto de su incomodidad, cuando Miri se quedó dormida la intentó poner en la cuna que tenía en medio del nido, claro que, como reflejo habitual se aferró con fuerza a él como lo había hecho hace un momento. Sabía que no lo soltaría, es por eso por lo que buscó en su periodo habitual como Omega de recostarla en su pecho para luego él también queriendo tener la mente en blanco para no provocarse.

     Estuvo viendo al techo unos minutos acariciando con tranquilidad la espalda de su bebé al mismo tiempo que se aseguraba de que respiraba sin problema para así caer de la misma manera. Ciertamente, eso iba a pasar por la manera en que esos aroma a pan, pudin y tostadas francesas lo envolvieron que no lo evitó.

     Se quedó así en la siesta de la tarde-noche junto a su pequeña Alfa hasta que el ruido de unos pasos pesados en la escalera. Estos le hicieron abrir sus ojos repentinamente, después de todo, la puerta fue abierta con prudencia, pero de forma sonora y pudo percatarse en esa poca claridad que le quedaba que su pareja había llegado, y por la manera que lo hizo: llegó impaciente y emanando esas feromonas a pan de forma atrayente por estar con él.

     —Rei... —le llamó Kazuki en ese tono de voz ronco buscando una respuesta—. Dios, Rei, dime que estás despierto... porque nuestra habitación huele tan....

     Aquel Alfa se quitó la camisa para empezar a prepararse para el momento. Se acercó a la cama buscando ser un poco sutil porque sabía que su hija estaba ahí, mas deseaba que sus intenciones fuesen aceptadas por su Omega.

     El recién llegado se logró meter en la cama con cuidado para estar lo más cerca del cuello de su amante y, cuando estuvo cerca, siendo sincero con él mismo decidió besarlo y como lo esperaba: provocó que un suspiro de este.

     —Con que estás despierto...

     —Ah... si, pero, Miri... —dijo Rei, mas fue silenciado brevemente por un contacto directo en sus labios con los de Kazuki.

     —Está aún dormida. Déjame ponerla en la cuna de su habitación con el monitor para divertirnos...

     No sonaba mal esa idea. Al contrario, era tan tentadora.

     La calentura del momento por una vez le ganó, así que, accedió. El Omega le permitió a su Alfa tomar a su hija, la cual, evidentemente se exaltó un poco cuando sintió que era apartada de su pecho, pero cuando sintió el de torso de su otro padre Alfa con esas feromonas por la habitación no se alborotó.

     De esta manera, con precaución, seguridad y sin inconveniente, Kazuki fue a dejar a Miri en la cuna de su respectiva habitación sin nada que le pudiese ocasionar problemas; la acostó boca arriba para que respirara con normalidad y evitar cualquier peligro. Cuando todo en esos breves minutos estuvo cubierto fue que regresó a la habitación donde estaba Rei.

     Lo que sus ojos vieron cuando volvió le impresionó: Rei se había descontrolado un poco por su sensibilidad y estaba preparándose como nunca pensó que lo haría; este tenía, sorpresivamente, dos dedos en su interior, pero como toda persona que ha probado el buen placer: eso no lo iba a llenar.

     Así que, decidió desnudarse también para acercarse para ayudarlo a estimularse más.

     —Que vista me das, Rei... —soltó el Alfa cuando estuvo cerca posicionándose en ese frente—, pero sabes que necesitas más que esos dos dedos para poder sentirlo y sabes que la mía es más grande y gruesa.

    Esas palabras rápidamente enloquecieron al Omega, después de todo, quería provocarlo para que lo satisficiera.

    —Sí, cuando me la metas... —se expresó ante esas palabras continuando con su propia estimulación—. Ah... solo me preparo un poco para poder sentirte...

     Eso le provocó una sonrisa. 

     Se aproximó a lamer su cuello antes que nada mientras con una de sus manos hizo un recorrido rápido desde ese busto voluminoso hasta llegar a hacer contacto con su pene, pero como quería entretenerse un poco como lo hacía su compañero, decidió también introducir sus dedos de la misma forma que este los tenía.

    Sin avisar, como lo hizo otras veces, le introdujo cuatro y siendo un poco consciente de que su compañero estaba en su asunto: era evidente que ahora tenía seis y como efecto de este, Rei de golpe se retorció por la razón de que no habían hecho eso antes, mas se sintió una corriente tan increíble que provocó más estimulación de sus dulces feromonas que solo enloquecían más a Kazuki.

    Estando en ese juego preliminar fue donde los besos empezaron sin dejar de ambos dilatar su ano al mismo tiempo que sus propios penes erectos chocaban, eso le dio un más calor al momento, el cual fue aprovechado por el Alfa con su otra mano que le quedaba libre para masturbarlos juntos.

     Con ese movimiento, sus caras se enrojecieron a la vez que estaban empezando a suspirar y jadear por cómo se tornaba la situación, pero estando así no era suficiente, por lo cual, el Omega temblando y sudando apartó la mano de su Alfa en sus miembros para que dejara de jugar con eso para, de esta manera, unir otra vez sus labios.

     Los brazos de Rei se aproximaron al cuello de Kazuki para intensificar el beso; sus lenguas se abrieron paso entre sus bocas para explorarse y saborearse sin que sus dedos en la otra parte en la que estaban quisieran aún detenerse, menos cuando estos se comenzaban a empapar por la intensidad.

     Cuando sintieron que había una buena cantidad de fluidos circulando y saliendo por el trasero de Rei, esto solo hizo que Kazuki sacara sus dedos, se separara un poco también del gesto de cariño en el que estaban para bajar rápidamente a realizarle un oral en esa zona.

     Aquel dominante relamió sus labios para posicionar las extremidades de su compañero sobre él para iniciar su banquete antes de ir al punto de lo que han estado esperando.

     —Dios... dame más... —pedía con sus piernas sobre los hombros de su pareja sintiendo como su lengua le provocaba más—. Ah... ah... ah...

     El Alfa escuchaba jadear a su Omega por esos deseos que había estado reservado que, estos mismosle hacían no querer aguantarse más en metérsela, pero no quería hacerlo desdeabajo, no, él quería que estuviese sobre su cuerpo y con esa idea de tenerloencima fue que decidió ser un poco rápido en acomodarse debajo de él.

     —Vamos, Rei... Móntame, necesito verte...

     Rei ante esa orden se posicionó, claro que, tenía un poco de nervios por la falta de práctica, pero Kazuki lo tomó de las manos para ayudarlo a que sintiera confianza y en ese tacto fue que quien estaba arriba tomó la iniciativa de introducirlo.

     Ambos al sentir ese contacto estrecho y caliente de piel con piel fue tan estimulante. 

    Los dos se habían observado estando en sus respectivas posiciones; Rei se encontraba sentando sobre las caderas de su amante viendo como su miembro chocaba con el torso tan trabajado de su compañero le daba tanto placer al mismo tiempo que se deleitaba por la manera en que su galán lo tocaba, mientras que, Kazuki observaba esa figura de su amante con su pecho voluminoso (quería volver a comerlo, mas este se lo prohibió un tiempo por la bebé), esas caderas que se volvieron anchas por el embarazo que resaltaban aún más su figura tan esbelta, su abdomen todavía un tanto rellenito por los kilos que logró ganar en el embarazo y esas cicatrices que adornaban su piel junto a la de la cesaría, como reflejo la tocó y ahí fue cuando la mano de quien era dueño del cuerpo se posicionó sobre la suya.

     —Te gusta tocarme mucho, Kazuki...

     —No puedo evitarlo, Rei... Eres tan perfecto... —jadeó ante esas palabras—. Te amo.

     Le había dicho aquello tan profundo como cuando decidieron formar esta nueva vida, ciertamente su corazón latió con fuerza al mismo tiempo que ambos expulsaban sus feromonas mezclándose en ese budín de pan que seguro ahora inundaba toda la casa con esa fragancia.

     —Y yo a ti, Kazuki.

     El Alfa se levantó con cuidado para besar a su Omega por aquellas palabras en señal de que le correspondía para luego volver a retomar en lo que estaban.

     Sin embargo, lo que habían iniciado, mucho no había durado.

     En ese instante, solo habían logrado tener dos embestidas rápidas en esa posición, si bien hubiese seguido para más, el llanto de Miri sonando en el monitor los sacó un poco su trance, sobre todo, a Rei por pensar que algo le pasó, así que, por mucho que ninguno de los dos quisiera, tuvieron que parar y al ver que lo que empezaron no iban a poder terminarlo, Kazuki tuvo que ir por una de las inyecciones para Alfa.

     Por esta vez, controlando un poco sus deseos tuvieron que dejarlo pasar y dedicarse a entender a su hija, después de todo, ella los exigía a ambos una vez se percató de la esencia de su padre Alfa a la vez que escuchaba sus voces en ese tono bastante animado, era evidente que ella también se quería unir en términos amorosos, y, siendo sinceros como padres, ese era un capricho que no podían negarse a cumplirle.

8 de abril (5 meses)

Los instintos Alfa de Miri teniendo 5 meses se habían desarrollado un poco más como explicó su pediatra. A pesar de haberse enfermado contadas las veces el mes pasado, esta vez no hubo una situación similar, lo que significaba que sistema inmunológico estaba acorde al de uno de su jerarquía y eso tenía aliviado a sus padres porque así el dinero llegaría un poco más.

          Sin embargo, hubo un nuevo cambio y este implicó en esta etapa con referente a su apetito. La pequeña niña de Kazuki y Rei exigía mucha comida y, ciertamente, para el Omega era un problema si ella por pedir más que un bebé promedio en esa etapa no se llenaba con sus dos pechos en ese periodo de alimentación de cada tres horas.

          Eso lo tenía un poco cansado, pues necesitaba tener un poco de tiempo para que sus pectorales se llenasen, pero su hija no les daba tiempo y lloraba porque pensaba que se lo querían quitar injustamente. Solo paraba un poco cuando jugaba un poco con su pie por calmar su hambre por tener algo en la boca, pero siempre volvía a gimotear porque sentía que no se llenaba.

        Ante el problema, tuvieron que pedir consejo a la doctora Anna, y ella como respuesta les recetó una fórmula de leche materna. Aunque, Rei con nervios tuvo que confesarle que ella si la había probado antes, pero no recordaba cual le había dado (la que usaron en la mansión se notaba que no le gustaba mucho porque había estado baja de peso en la primera consulta) y tenía un poco de miedo de que la rechazara.

        La especialista les mencionó que, si bien no era fácil que un bebé lo aceptara, era bueno que probaran las marcas. Kazuki entendía el punto, pero notaba que el pasado con referente eso  aún atormentaba a Rei que Miri con eso no la aceptara y que este se sintiera insuficiente por la razónde que no estaba siendo capaz de sobre producir la cantidad que le exigía.

        El Alfa decidió preguntarle si podía comer algo, pero tuvo una respuesta negativa ante la situación, que era el próximo mes que iban a poder hacerle una dieta adecuada para que su pequeña Alfa también descubriera nuevos sabores.

        De cierta manera, escuchar eso calmaba un poco al Omega, aunque eso significaba que había que hacer dos tipos de comida: para bebés y para ellos, eso le hacía pensar que debía de intentar aprender a hacerlo, mas eso quedará para otro momento.

       Una vez la consulta terminó se marcharon a su coche amarillo asegurando a Miri en su silla especial fue que se pusieron a andar. Siendo el día libre del Alfa, aprovecharon de ir juntos al supermercado a buscarla, así también Miri estando con sus sentidos veía otros lugares para que se familiarizara con el ambiente y estando en el pasillo con esas latas se situaron a buscar las que necesitaban mientras su hija estaba entretenida en los brazos de su padre Omega viendo todo con sus grandes ojos acaramelados con su chupón en la boca.

      —¿Crees que le guste alguna? —le preguntó Rei a Kazuki no muy seguro de esto.

      —Debemos intentarlo, además, sería bueno que la logremos acostumbrar al biberón para que coma con él en los próximos meses.

      —¿Y si no lo hace? No soy lo suficientemente capaz de alimentarla como quisiera y si no le gusta ninguna de lo que le compramos, ¿qué vamos a hacer?

      —Cariño, entiendo tu preocupación, pero Miri necesita probar cosas nuevas alguna vez —le dijo el Alfa leyendo los contenedores—. Eres bastante sobreprotector con ella, por una vez que deba hacer algo nuevo, como hoy que al fin quisiste que fuese a otro lado que no fuese solo a la consulta.

      Instintivamente que le reconociera esa acción logró hacer que quien tenía a Miri en brazos se la pegara más a su pecho para sentirse seguro con ella; la miró con esa expresión triste que se cargaba usualmente, pero logró cambiarla porque su bebé la miraba con esos ojos saltones y le hizo una mueca de sonrisa porque le prestaba atención.

     —Te lo debía por lo del mes pasado —le comentó el Omega acariciando la mejilla de su hija.

     —¿Lo del mes pasado? —lo pensó por un momento hasta que recordó a lo que se refería, cuando hacia la insinuación en público solía sonrojarlo, y vaya que lo hizo—. Ah... Si... Pero por eso no debías de hacerlo, no es motivo.

     —Me es difícil no querer complacer a mis dos Alfas. Aunque con lo otro es complicado porque a alguien le gusta el aroma de nuestra esencia de esa forma —tocó la punta de la nariz de Miri—. Alguien te gana en robarme la atención.

      —Lo dice quien no le gusta cuando la bebé siente hambre estando en mis brazos y babea mi pecho.

      —Eso fue un golpe bajo.

      —Pero así te pones cuando estoy jugando un poco con ella y le da hambre a sus horas.

      —Como sus cambios de pañales. No me imagino cuando vienen cargados.

      —Y eso que contigo es suave. Conmigo si hace sus gracias.

     —Debió reconocer que eres un gran comediante por los malas que son tus bromas.

     —¡Rei!

     Haberlo llamado de esa manera alterada logró captar la atención de su bebé; ella lo miró y, ciertamente, por cómo se agitaba le causaba bastante gracia, tanto que le hacía sacar una risilla.

    —¡Ba! —expresó una vez que se le cayó su chupete sobre la manta naranja que la envolvía—. ¡Ba! ¡Ba!

     Con tener la mirada de sus padres, ella se río, por primera vez a carcajada. Eso los sonrojó a ambos porque lo hizo con mucha espontaneidad en un lugar público, mas les enterneció que ella era más consciente y eso los hacía saber que estaba bien como también estar juntos.

     Así fue como siguieron haciendo el mercado de lo que vinieron a buscar y volvieron a casa con la nueva compra para iniciar con su nuevo experimento. Esperaron un poco a que Miri despertara cuando le diese hambre, pues en el camino de regreso quiso comer algo y como Rei tenía para el momento aprovechó en hacerlo con calma en el estacionamiento mientras la cubría con su manta naranja para su comodidad.

    Como la bebé era más grande, Kazuki y Rei sentía más confianza de que estuviese en una mecedora, así que, estando está en la sala con vistas a la cocina para que Miri no se sintiera sola y ellos pudiesen vigilarla. Tenían que hacerlo juntos para que el Omega agarrase la práctica para poder hacerlo solo, ya que, las instrucciones aconsejaban que la formula se prepara con un poco de antelación y esto para el Alfa era nuevo, dado que, era la primera vez que compartían un pasatiempo juntos.

    Los dos se pusieron manos a la obra; el padre Omega leía las instrucciones en voz alta observando los movimientos del padre Alfa que estaba siendo perfeccionista en que tuviese un buen sabor como la temperatura correcta. Durante el proceso podían decir que olía raro como la leche que quien amamantaba expulsaba, no tan igual, pero parecido, así que, sintieron que iban por buen camino.

     Estuvo lista a tiempo, solo la pusieron el biberón adecuado para el tamaño de su hija y que se enfriara un poco para evitar molestias. Fue ahí que los ojos de la pequeña se abrieron de par en par bostezando por sentirse aún cansada, mas el hambre podía un poco más.

     Miri se despertó, pero entró llanto por sentirse desesperada de no ver a sus padres cerca, a pesar de que percibía sus esencias, ella no se sentía segura. El turno esta vez por auxiliarla lo tomó Kazuki para preparar a Miri con su nueva adaptación.

    —Ya, ya, ya, Miri, estoy aquí —se acercó a su mecedora para liberarla de ahí y cargarla—. Soy Kazuki papá, ¿está bien?

    —Ba... —respondió con su nariz congestionada por sus sollozos.

    —¿Tienes hambre? —se fue al sofá para acariciarle su barriguita para intentar animarla—. Sí, alguien tiene hambre para seguir creciendo grande y fuerte.

    —¿Vas a seguir adulándola o vas a alimentarla?

    —¡Baba!

    —¿Celoso, Rei?

    —Ya quisieras —se aproximó a sentarse con ellos—. ¿Lo haces tú o lo hago yo?

    —Déjame probar yo. Sería mi primera vez en algo que siempre haces —le respondió pidiendo el biberón que tenía su pareja en manos.

    Él se lo extendió.

    —Bien, Miri, hoy te alimentaré yo en lugar de Rei papá.

    —¿Baba?

    —Balbucea mucho eso cuando se refiere a mí, ¿será su manera de llamarnos?

    —Seguro. Ella está aprendiendo a imitar sonidos, ya viste como se río en el supermercado —Kazuki le hacía conversación a Rei mientras buscaba de posicionarla en su pecho para intentar engañarla un poco—. Siempre nos sorprende. Es lo que la hace tan linda.

    —Claro, lo heredó de mi parte. Ella es inteligente por mí.

    —Ay, Rei, esto con contigo y que quieres tener a Miri para ti solo es una lucha constante —le recriminó el Alfa sintiéndose envidioso de la pequeña competencia que tenían—. Al menos, la haré comer primeramente el biberón, ya con sus primeras palabras lo debatiremos después. Aunque, seguro será "Kazuki papá", ¿verdad, Miri?

    —Ba —fue su respuesta mientras babeaba la camisa de Kazuki.

    —No te pongas con esas. Dale de comer antes de que huela mi leche y se confunda llenándote más de baba.

     Su compañero le hizo caso. Decidió captar la atención de su bebé en dirección a su mano con el biberón para luego ir acercándole el chupete cerca de su boca; ella con duda lo saboreó primero con su lengua pensando que era el otro chupón que le daban para momentos específicos de que no se metiera cosas a la boca en momentos de exploración, pero cuando decidió succionar por reflejo sintió venir el líquido de la formula.

     Miri estaba saboreando el contenido siendo observada por sus dos padres que esperaban una buena reacción de su parte. Ella no lo soltaba, lo cual ambos sintieron que era una buena señal y eso estaba aliviando a Rei de que no reaccionaba con rechazo y que tendría una manera de poder alimentarla en caso de que le diese más hambre.

     Era bueno que siendo un equipo de tres estaban superando las etapas.

8 de mayo (6 meses)

Miri se adaptó bastante bien al biberón con formula, aunque algunas veces se volvía revoltosa como todo bebé de que estaba aburriéndose de lo mismo y estar con seis meses de edad había desarrollado muchos cambios en su diminuto cuerpo.

       Primero empezó con su dieta de alimentos sólidos hechos cremas y sopas de verduras acompañado de sus pures de frutas para adaptarla. Seguido de eso de que Miri había vuelto a llorar con más frecuencia por estar en la etapa de "te necesito" con respecto a Kazuki cuando no lo veía por estar ausente en casa por trabajando y por último había empezado la fase de dentición por la aparición de sus primeros dientes de abajo y eso la tenía de malhumor porque le dolían sus encías por inflamación, se la pasaba bañada en saliva, mordía todo (los pezones de Rei estaban un poco hinchados por ese reflejo que tenía su hija cuando le tocaba comer su pecho) y estaba irritada por la fiebre que le provocaba el proceso.

       Las nochesse hicieron largas tanto para Kazuki como Rei porque al ser un proceso naturalpara ella, era más dificil complacerla que antes, la única solución quepudieron darle a su primer problema era poner fotos de su padre Alfa por todala casa que le hicieran pensar que estaba aquí y al segundo, con respecto a, susencías enrojecidas fueron unas paletas heladas de leche materna (las de formulano le gustaron mucho) para que se aliviara y pudiese comer sin sentirse tan mal.

      Después de todo, Reifue quien estuvo afrontando, mayormente, solo esta situación porque uno de lostrabajos de Kazuki exigió que hiciera horas extras al ser temporada alta deprimavera y requerían de toda la ayuda posible. Para los tres estar así lostenía agotados porque estaban evolucionando en todo esto de ser una familia quenecesitaba subsistir, pero la estrategia de un principio para la armonía queestaban buscando no estaba funcionando.

     Además de que, para donde se estaban quedando, les habían dado un aviso de que debían desalojarlo por el incremento de la renta que no habían pagado. Eso tenía alterado a los padres de Miri porque estaban preocupados en donde vivir, incluso recurrieron a una llamada de su jefe para pedir un poco de ayuda al sentirse un poco ahogados con todo esto.

     —¡Ba! ¡Buaaah! ¡Buaaah! —estaba gritando Miri en sollozos desde su mecedora.

     El Omega había ido a prepararle su leche en formula como también buscar de comer un poco para recargar sus propias energías de toda la situación. Quería dormir para poder descansar, mas su pequeña con todo esto estaba muy mimosa.

     —¡Miri, ya te dije que Kazuki papá no viene hasta la noche! ¡Deja de llorar! —le pidió en el mismo tono que le estaba llamando—. ¡Necesito terminar tu leche porque ya no tengo de la otra!

     Esa voz alzada de su padre Omega le dio miedo. Jamás había oído que pudiese levantarla y en la manera que lo hizo no le gustó y, ante eso, ella sintió que hizo algo malo y como reflejo lloró más fuerte. Ahí le hizo darse cuenta a su progenitor que con todo esto de sus circunstancias les afectaba demasiado a los tres, pues tampoco podía decir que el Alfa ha estado muy en sus sentidos.

     Mucho menos, desdeque tuvo un colapso por agotamiento en casa en el que él tuvo que llamar deemergencia para ser atendidos. Al menos, por ser algo que pasó por el exceso detrabajo no les cobraron nada, aunque eso lo tuvo nervioso tanto a él como aMiri por pensar que eso ha sido lo peor pudo haberle pasado a alguien que no sederrumbaba por nada.

    Rei reconoció que no debía pagar sus propias preocupaciones con su hija. Por lo cual, cuando estuvo listo el biberón se acercó a dejarlo en la mesa que había en la sala para agacharse a la altura de la mecedora de su pequeña antes de poder cargarla.

    —Hey, Miri, perdón. Yo no quería gritarte —empezó disculpándose mientras buscaba de tomarlesu manito al mismo tiempo que él percibía salir de ella esas feromonas a tostadas francesas un tanto rancias—. No han sido días fáciles, sé que lo sabesporque eres una bebé muy lista. Solo que estás creciendo y se nos ha hecho dificil llevarte el ritmo —le expresaba con dulzura expulsando sus propias feromonas a pudín para indicarle que no estaba molesto con ella—. Kazuki papá no se sintió bien la semana pasada y te asustaste mucho. Yo aún como tu papá,también tengo miedo como en el principio de no ser suficiente, más con eso que pasó, yo, en serio...

     —Ba —Miri agarró con firmeza el dedo que su padre le había dado—. Baba... baba... ba... ba...

     Rei la escuchaba balbucear como si pudiese expresarle lo que sea. Era como si ellaquisiera hacerlo sentir mejor a su manera en la que imitaba de los sonidos. É lse embelesó un poco, viéndola ahí siendo su bebé grande que buscaba de comprenderla.

     —Sí, tienes razón —se acercó a besar su frente como su mejilla—. Ven, a comer un poco de tu merienda antes de la cena, Miri.

     Con las cosas más en calma, se dedicó a alimentarla hasta que se durmió en el proceso para su siesta de dos horas. Aprovechó que se acostó para preparar la cena, no quería complicarse tanto al pensar que haría un desastre, pero al menos le estaba agarrando el gusto a la cocina en los últimos días que había tenido que improvisar un poco para su almuerzo desde que aprendió a hacer un biberón a la vez ahora que Kazuki salía cada vez más temprano.

       Viendo recetas en internet se topó con la de una ensalada de arroz. Revisó si tenían los ingredientes y para su suerte los había, así que, se puso el mandil de tiburón para ponerse manos a la obra; lavó el arroz, picó las verduras que tenía y las hirvió, de las cuales también aprovechó para hacerle una sopa a Miri para su almuerzo de mañana.

      Se entretuvo todo el rato que su hija descansaba hasta que la puerta de la casa se abrió con sigilo, pero con un audible "ya llegué" por parte del Alfa que ingresaba dejando sus zapatos para adentrarse en casa.

     —Oh, viniste antes.

     —Ah sí... —le afirmó con nervios—. Estás cocinando, ¿algo en especial?

     —Imaginé que vendrías cansado, por lo cual, decidí probar algo diferente. Como aprendí a hacer biberones, podría intentarlo con la cena —le contestó poniendo lo que acababa de hacer un bol una vez apartó la porción de su hija—. La comida de la tarde de Miri de mañana está hecha, no tienes que preocuparte por eso.

      Ciertamente, para Kazuki ver a Rei haciendo algo nuevo el día de hoy era sorpresivo, pero le agradaba. Con su hija estando dormida, aprovechó de la tranquilidad para acercase a abrazarlo por la espalda. Fue un gesto que ambos se correspondieron por el hecho de ser reconfortante también vino acompañado de un beso.

    —Miri se alegrará de verte. Estuvo buscándote todo el día hasta que nos peleamos por eso.

    —Qué lindos, se peleaban por mí.

    —Oye, has estado bastante agobiado y sin tiempo para nosotros. Es normal que si llegas queramos que al llegar nos des atención —le dio otro beso—. Aunque esta es la mejor parte para mí.

    —¡Ba! —saludóMiri, interrumpiéndoles su momento desde donde estaba siendo tan audible que captó suatención.

    —Sí, Miri, Kazuki papá llegó —anunció el Alfa separándose de su Omega para ir a acerarse a su hija y saludarla.

     Él la sacó de su mecedora para abrazarla, indicándole que se encontraba mejor, aunque en su mente había una situación que necesitaba discutir con su pareja. Intentaba que este no se diera cuenta estando distraído con su hija, mas sus feromonas y la marca hacían efecto en su alma gemela que sabía que algo le pasaba.

     Asimismo, por consiguiente, decidió servir la cena para empezar a comer. Kazuki puso a su pequeña en la sillita que tenía desde que se aprendió a sentar, además de que disfrutaba de estar ahí en esas horas porque los veía a los dos juntos como la familia que eran.

     Rei les sirvió la comida a los tres. Miri comería su papilla de zanahoria preparada por Kazuki, mientras que, ellos la cena realizada por su parte. Estando todo servido, quien estaba pasando tiempo con la bebé fue quien decidió darle de comer para que su pareja aprovechara de comer y eso hizo.

    Miri estaba disfrutando de sentirse mejor, incluso sonreía en los juegos con la cuchara que le hacía su padre Alfa enseñando su diente saliente. Se veían tan lindos que ahí fue que el padre Omega aprovechó de devolver la jugada de hace un tiempo y tomarles una foto sin flash, pero que quedaría para el recuerdo.

    Pasó un rato, la pequeña Alfa de la familia Kurusu Suwa terminó de comer y como lo habitual después de su cena era sentirse llenar y cansada. Bostezó comiendo la última cucharada del puré, luego frotó su carita.

    —Alguien tiene sueño, Rei. ¿La llevó a acostar?

    —No, déjamelo a mí. Tú le diste de comer, me toca dormirla, así que, ponte a comer —le informó después de haber fregado su plato y lavado sus manos para acercarse a su hija—. Venga, Miri, es hora de dormir.

    Ella alzó sus brazitos como reflejo para que la cargase y con cuidado lo hizo, claro que, la llevó al baño para ir a limpiarla al estar llena de restos de su cena para después llevarla a su cuna a dormir, ya que, en el camino botaría sus gases y terminaría quedándose dormida.

    El hombre que se encontraba sentado en el comedor que había empezado a degustar su comida se maravillaba de ese gran cambio que tenía su pareja. En su pecho, eso fue sentir un sentimiento encantador al mismo tiempo que se sentía desilusionado de estar perdiéndose todo eso.

    Se había sumergido tanto en sus pensamientos que ni se dio cuenta cuando su pareja regresó a sentarse enfrente de él con el monitor de bebé. Puso el aparato en la mesa y se percató que le estaba haciendo compañía en su silencio, aprovechando de esta manera en tener un tiempo juntos como también de que era la oportunidad para establecer la conversación de ese tema importante.

    —Rei, sé que es repentino, pero ya este lugar no podemos pagarlo —le dijo Kazuki en medio de la cena aprovechando de que Miri se había quedado dormida después de cenar su puré de zanahoria—. Por lo del desmayo que tuve la semana pasada la pasaste tan mal que decidí renunciar a uno de mis empleos para que no volviese pasar, sin embargo, no podemos estar aquí.

    Esa fue una noticia que dejó helado a Rei, aunque la esperaba, no pensaba que sería tan pronto.

    —¿A dónde iremos?

    —Hablé con Kyu-chan. Logró conseguirnos algo pequeño en base al presupuesto que tenemos de los ahorros que había estado sacando para las emergencias que pudiese tener Miri —respondió sintiéndose, de cierta manera, avergonzando—. Lo siento, Rei. Creí que podría, pero en todo este tiempo no he podido ser un buen Alfa, no tengo la resistencia que tenía, tú estás deprimido por todo esto con Miri y su crecimiento y sé que me lo estoy perdiendo, yo los estoy perdiendo.

    Kazuki no lo soportó más, simplemente apartó su plato para echarse a llorar. Estaba decepcionado de sí mismo porque había conseguido tocar fondo de todo lo que había acumulado todos estos meses.

    Era evidente que hasta sus feromonas se disiparon en el ambiente amargamente por estar con esos sentimientos. Verdaderamente, Rei lo comprendía, sabía que no había sido fácil, pero desde que esta aventura inició los ha llevado a descubrirse muchas veces, seguro con cambiar los aires les vendría bien, aunque fuese un poco repentino.

    Sabía lo abrumado que estaba y quería ayudarlo de la misma manera que su pequeña y él lo han hecho.

    Por eso, se levantó para ir hacía el otro lado de la mesa y estar con él.

    —Nada nos va a pasar mientras estemos juntos, Kazuki —lo envolvió entre sus brazos con su dulce esencia para que buscara la calma en esta tormenta.

8 de junio (7 meses)

La llegada del verano trajo mucho calor por no decir que también el celo fusionado de aquella pareja de polos opuestos que quería poder llevarlo con este clima, pero, para ellos, lastimosamente no se podía ahora que su hija dormía un poco menos que antes durante el día, y no habían querido arriesgarse a ser interrumpidos, mucho menos si esta era lista en darse cuenta de cuando deseaban estimularse y ella quería estar en medio de ellos para sentir dichas feromonas a budín de pan.

        Así que, tuvieron que seguir un poco en la abstinencia como a la vez que Kazuki usaba sus supresores de Alfa, dado que, si estos hacían un poco de efecto ambos podían sobrellevar la situación.

         El instinto Omega de Rei con todo esto de la bebé hacía que con los síntomas trimestrales de su celo solo quisiera pasarlos en el nido para no provocar nada. Como estos no duraban lo de siempre porque en una explicación médica por parte del doctor que atendía a Rei en sus consultas de jerarquía: hasta no volverlo otra vez como una rutina como la que tenían con su bebé, pues solo aparecería como una fiebre que lo dejaba sensible, aunque era el Alfa por naturaleza propia que quisiera acción, pero sin el permiso de su compañero, este no podría proceder.

        Cuando nuevamente cayeron en ese día como la vez pasada y no habría nada de acción, era evidente que esto ponía del malhumor a Kazuki como le pasaba a Miri ahora que estaba siendo más ágil desde que logró aprender a quedarse sentada y como veía que podía hacer más, buscaba de ejercitarse levantando sus piernas apoyándose de los muebles para intentar caminar, pero no tenía la resistencia y eso la frustraba. Ciertamente, Rei en eso se percató de donde fue que su hija sacó esa irritabilidad.

       Si bien, también con esto de la mudanza de última hora a la nueva casa (la cual era más pequeña) y reacomodar todo para rehacerse un poco la rutina que tenían seguía siendo agotador, lo único bueno del sitio era que Miri aún conservaba su cuna que estaba aprendiendo a usar más que antes.

       El Omega afirmaba que ordenar aún no era lo suyo, le costaba un poco, por lo cual, el Alfa fue quien estaba en estos momentos acomodando las cajas que quedaban mientras él se encontraba poniendo las fotos que habían puesto para calmar a Miri en su nuevo hogar, verdaderamente, esto ayudaba a mejorar un poco el ambiente pesimista que tenían, a pesar de ser un día caluroso.

      —Se me pasó un poco la mano con esto de las fotos, ¿no crees, Miri?

      —¡Ba! —dijo desde el suelo donde se encontraba gateando hasta sentarse cerca de su padre Omega.

      —Sí, es Kazuki papá.

      —¡Ba! ¡Ba! —se puso a aplaudir contenta.

      Aquella acción extrañó a Rei porque no recordaba que la hubiese hecho antes, ni siquiera que le hubiera dado una noción para que copiara ese gesto.

      —¿Desde cuándo aprendiste a aplaudir?

      —Eso se lo enseñé yo en la vieja casa cuando fue mi día de descanso —le respondió Kazuki a sus espaldas con una caja en las manos—. Estaba imitándome cuando hacía el desayuno en mis días libres cuando cocinaba, pero era difícil para ella, por esa razón, decidí que hiciera eso.

      —No sabía que nuestra Miri podría tener una doble vida. Eso se le llama tener potencial —Rei se agachó a la altura de Miri para apretarle sus mejillas—. Si que eres una Kurusu Suwa como nosotros. No hay duda de que te hubiese ido bien en el negocio sucio.

      —No le digas eso, Rei. Ella merece tener esa sonrisa tal y como está.

      —Solo decía, no te pongas de territorial en sus decisiones, Kazuki.

      —Tú tampoco metiéndole esas ideas, Suwa.

      Lo había llamado de otra manera. Eso no era bueno, si bien Miri no lo comprendía del todo, con percibir en su nariz esa manera en las esencias cruzadas de sus padres no eran tan agradables como de costumbre le hizo tensarse.

     De cierta manera, eso fue lo que se provocó en el ambiente.

     Rei se ofendió de que Kazuki lo acusara de aquello, por lo cual, se separó de Miri para empezar a discutir un poco. Sehabían empezado a insultar por sus típicas trivialidades de cómo era mejorhacer las cosas, sumando que esto solo empeoró todavía más al estar mezclando unpoco de la frustración que ambos sentían por la abstinencia de sus feromonas.

     Era claro que ninguno de los dos culpaba a Miri por sus necesidades, perocomo tenían su angustia les era un poco difícil racionar en su placer, en estepunto, estando los tres juntos aun adaptándose a todo como para tener una queotra sorpresa.

     —¡No eres el único que puede enseñarle cosas, Kurusu!

      —¡Pero tampoco la traería a la desgracia!

      —¿¡Me estás acusando otra vez como con la jeringa!?

     —¡No! ¡Solo me preocupa una mala idea de que nos vuelva a mantener donde no podamos salir! —Kazuki seguía gritándole a su compañero sin tomar en cuenta a su hija—. ¡Mira todo lo que nos ha costado! ¡Estamos aquí! ¡Estamos allá!

     —¡Tú serás...

Buah, buah, buah

     Miri no soportó más escuchar esos gritos sintiendo esas fragancias de una manera tan nauseabunda que intentó con su tamaño esparcir al suya para que sus padres dejaran de pelear. Tanto, Kazuki como Rei cruzaron su mirada tanto con ella como entre ellos, pero quien tuvo iniciativa en la situación al darse cuenta de la inseguridad que sentía en el ambiente fue Rei.

     No lo pensó, ni tampoco preguntó. Simplemente con ver a su hija envuelta en su llanto decidió cargarla para llevarla al nido que había logrado hacer cuando se instalaron un poco mejor el segundo día. Aunque, por la reacción de la pequeña esta gritaba "ba" extendiendo sus manitas, pero el Omega se sentía un poco herido en el asunto que no le prestó atención.

      Él solo se fue a su cuarto a encerrarse con seguro ahí para llevar a la pequeña al nido que estaba en la habitación a pasar el mal sentimiento.

      La expresión del Alfa fue de preocupación, al punto que decidió buscarlos, pero como lo sospechó: su pareja lo estaba volviendo a rechazar por lo que le dijo. Intentó llamarlo, mas como primera orden de mala gana escuchó que le decía se fuera al mismo tiempo que su bebé pedía por "su ba" en su llanto.

      Ciertamente, estando así, Kazuki no se apartó de la puerta al volver un poco a la realidad que ocasionó. Solo esperaba que Rei le abriese, sin embargo, lo escuchaba estar en un aprieto por los propios gimoteos tanto de él como los de Miri; como ella era una Alfa se puso a pelear con su opuesto reclamando que los quería juntos.

       —No, Miri... Kazuki papá me culpa de que te hago mal... después de que me dijo la otra vez que me amaba ahora —soltó su pesar, aunque también se quejó por algo—. No me jales el cabello, no puedo con ustedes los Alfas.

       Verdaderamente, no sabía lo que pudiese estar pasando al otro lado, mas notaba que Rei estaba siendo un poco autoritario, además de que percibía esas feromonas amargas a pudín por travesaño de la puerta. Así que, para que no se ahogara solo en esos minutos que se encontraba con su bebé, Kazuki también quiso esparcir las suya, pero de una manera un poco más suave.

      —No hagas eso, Kazuki...

      —¿Cómo está Miri?

      —Se quedó dormida en el suelo sobre tu suéter que sacó de mi nido —le respondió.

      —¿Se durmió?

      —Se cansó de tanto llorar buscando de apartarme de la puerta, así que, gateó en berrinche buscando algo de ti y eso hizo —contó estando del otro lado de la puerta—. Tiene tu carácter necio.

      —Nuestro carácter. Los dos somos muy tercos.

      —Pero tú más.

      —Sí, no me gusta rendirme tan fácil... Por algo sigo aquí esperando. Tú me dijiste que nada nos va a pasar mientras estemos juntos —él suspiró—. Estamos con una puerta de por medio, pero seguimos juntos.

     —Si eso quieres... Si no me ves que le haré daño a nuestra hija...

     —Claro que no le harás eso, Rei. Solo sigo abrumado con todo esto del cambio —se defendió sonando arrepentido por hablar siempre de más—, y con que tuve que renunciar a uno de los trabajos para comer menos. No quería que Miri nos viera pelear.

     —No comemos menos. Es bueno que hasta con sobras hemos aprendido a cocinar cualquier cosa, también adaptarla para que Miri lo disfrute y, sobre eso último que dijiste, sería mejor no repetirlo, tampoco me gusta estar peleados.

     —A mí tampoco. Y ¿sabesalgo? Has mejorado mucho, cariño. Cuando tú cocinas, a Miri le gusta repetir.

     —Solo hago cosas simples. Ya verás que cuando pueda probar tus exquisiteces como tus tostadas francesas no se cansará de pedírtelas.

     —Sí, sería un buen plato de disculpas.

     —Sí, lo sería.

     —No tendré uno en este momento, Rei, pero, en serio, lo siento —expresó con pesar—. Solo no quiero pensar en esa vida que tuvimos por todo lo que pasó.

      —Si no la hubiésemos vivido, sabes bien que no estaríamos juntos y, mucho menos, Miri estaría con nosotros.

      Esas palabras tan honestas rompieron en llanto a Kazuki desde el otro lado, después de todo, Rei tenía razón en que, si todo eso no hubiera pasado, jamás hubiesen sido una familia. Estando otra vez sensible en su silencio con todo esto de su celo se aisló otra vez de la realidad.

      Tan sumergido estaba en su melancolía que no notó cuando la puerta en su espaldar se abrió. Solo se percató de un contacto en su espalda; sintió el pecho de Rei en su espaldar como la misma calidez con la que lo rodeaba con sus brazos como cuando tuvo que decirle que se mudaron.

      —Sigo aquí, Kazuki.

      —¡Ba! —dijo la pequeña gateando a los brazos de su padre Alfa.

      —Y Miri recién levantada también.

      —Oh, en serio, como los amo.

      En ese primer mes en su nuevo hogar, los tres estaban aprendiendo a experimentar cosas nuevas, las cuales ayudarían a su convivencia, en las que, al menos, sabían que hablando se entenderían un poco mejor.

8 de julio (8 meses)

—Señores Kurusu Suwa, debo decirles que la pequeña Miri tiene un poco de sobrepeso.

         Esa noticia hizo que los padres de Miri se tensaran. Sabían que la ropa para este tercer trimestre de su crecimiento no le estaba quedando porque su diminuta barriguita estaba más ancha que de costumbre, pero no pensaron que fuese un problema porque era bastante larga como era lo habitual para una bebé de su tamaño.

        —¿Está segura de que no es por su estatura? Digo, ella dejó la formula porque le gustó comer más lo reglamentario con los alimentos sólidos y el pecho de Rei como para confundirse con eso.

       —Sé que es más alta que un bebé de ocho meses porque es una Alfa, pero su peso se nota que ha ganado kilitos de más y con eso que dice es normal que pase —les enseñó la balanza en donde estaba Miri con solo su pañal mientras estaba sentada siendo revisada—. Exige más comida como les expliqué aquella porque es más alta, no obstante, creo que a la pequeña le gusta mucho comer.

       —¡Ah! Pero así de gordita se ve tan linda —Kazuki no evitó pellizcarle una mejilla que la hizo carcajearse.

      —Igual escuchaste a la doctora, Kazuki, eso no es sano para ella. No quiero que tenga problemas de salud por tus cursilerías.

      —Oh, vamos, Rei, no me culpes a mí. A ti también te gusta que se vea así de adorable.

     Era cierto que le gustaba verla de esa manera fuerte y que lograba ganar más peso que él, no obstante, con que eso afectaba su bienestar le hacía activar sus sentidos sobreprotectores.

     —No. Debemos preocuparnos porque esté bien, así es como quiero que esté nuestra pequeña princesa —le pidió estando al tanto de la consulta.

    —Yo también, Rei —miró a su hija que estaba ensimismada viéndolos—. Bien, ¿qué debemos de hacer, doctora Anna? Ya escuchó a su padre Omega.

    —Hará una dieta que solo será por un mes. Nada de qué preocuparse —afirmó el punto inicial que estaba tratando en la revisión—. Como está es un poco pasada de peso de lo normal, es mejor prevenir. Solo será cambiarles sus porciones a unas más pequeñas, ¿ella come sola?

    —La fruta —le respondió el Alfa.

     —Lo demás que le damos, lo come cuando se lo doy yo, ya que, pasa más tiempo conmigo —terminó diciendo el Omega estando de brazos cruzados.

     —Imagino que reconoce cuando es la hora de la comida también —supuso la pediatra.

     —Sí —contestaron sus padres al unísono.

     —Es una bebé muy lista, ya veo —terminó de realizarle su chequeo reglamentario de su respiración y no había encontrado nada malo, solo ese detalle con su desarrollo—. Lo demás que tiene está bien. Sus reflejos son buenos, su nariz de Alfa sabe detectar otras feromonas además de las suyas... ¿suele mantenerse de pie?

       —Ah... Apoyándose en las sillas y en su cuna cuando toma la siesta —dijo Rei en lo que recordaba—. Miri cuando no voy de inmediato se pone un poco a hacer maniobras para bajarse hasta que la regaño.

      —No me dijiste que hacía eso.

      —Porque lo descubrí hace unos días. No sé si lo estaba haciendo desde antes.

      —Seguro sí. Se nota fuerte, aunque debe de caerse.

     —Eso le pasa últimamente —afirmó el padre Omega creyendo entender a donde iba la doctora.

    —Es por su peso.

    —Ya lo entendimos, no tiene que recalcarlo otra vez —pidió quien estaba tomando más la palabra.

    —Rei, ella solo lo dice por...

    —No, el señor Suwa tiene razón, estoy repitiendo mucho —la doctora apoyó en palabras a su igual, si bien lo hizo más porque se sentía intimidada por la manera en que le veía—. Iré a hacerles las instrucciones de la dieta para que se puedan marchar. Miri ya está lista por este mes.

     El Alfa seacercó a la mesa de la balanza donde se encontraba sentada su hija semidesnudapara poder vestirla. Pensó que su pareja lo haría, más este solo se mantenía depie atento a que él hacia con sus movimientos con su bebé, como si lo hicierapor el hecho de no querer tocarla por pensar en el hecho de que, si lo hacía,esto pudiese empeorar su condición.

     No tuvo oportunidad de decir nada, simplemente cuando la doctora volvió con ellos para indicar la dieta que debían de seguir fue de pocas palabras. 

     Desde que se habían mudado, los problemas seguían apareciendo de vez en cuando y eso tenía frustrado a Rei porque eran más de lo que podía solucionar y con esto de que la sobrealimentaba por preocuparse por la idea de que no pudiese comer bien le parecía un asunto un poco conflictivo, más si habían tratado de resolverlo de otras maneras como para que ahora su hija tuviese que recurrir una dieta.

     Cuando la consulta acabó, la familia Kurusu Suwa se había puesto en su andar en dirección al estacionamiento, por lo que durante este trayecto se podía ver que el Omega estaba tan distraído que, ni siquiera quiso cargar a su hija, la cual estando en los brazos de su otro padre buscaba de llamar su atención en sus balbuceos, mas no lo logró.

      A tal punto, que cuando ellos estaban cerca del coche fue el Alfa quien se terminó de encargar de ponerla en su asiento, ya que, lo único que su compañero hizo fue montarse sin querer mirarla.

     Evidentemente, eso a la niña le hacía sentir rechazo de su padre.

    —Baba...

    —Rei papá debe de estar nuevamente preocupado por ti, Miri —le dijo cargándola de frente para tener una conversación—. Si estás un poco más gordita —le besó su barriguita que se salía de camisa, provocándole que se riera—, pero a mí no me da problema. Estás llena de amor por nosotros.

     —Ba... Ba...

     —Esperemos puedas animarlo cumpliendo con la dieta.

     El camino fue silencio; la bebé se quedó dormida en el recorrido sin haber salido del parqueadero, mientras que su padre Omega no quería hablar con su padre Alfa por estar concentrado en la dieta que tenía entre sus manos, de la que buscaba de tener una idea de cómo seguir. Esta solo tenía consejos de que debía de seguir haciendo sus ejercicios de fortalecimiento de piernas como comer sus mismas cantidades en porciones pequeñas para que las digiriese con más facilidad.

       La improvisación no era el fuerte de Rei, de hecho, seguía sin serlo si aún permanecía en una rutina para la nueva vida que tenía en la que quitaba o agregaba cosas como para intentar ahora entender otra vez que hacía bien y que hacía mal con su hija.

      Eso lo notó Kazuki, mas este solo pudo quedarse para la consulta. Una vez estando de vuelta en casa tuvo que decirle a Rei (quien tenía a Miri en sus brazos) que iría a cubrir un turno de uno de sus compañeros en su día libre, si sabía que hubiesen tenido esa complicación con referente a su pequeña se negaba, pero ya no podía.

      Así que, se despidió de los dos pidiéndole a su pareja que no se ahogara con todo esto, ni por el problema por el que estaban pasando, dado que, este tendría solución. Esa frase fue un poco hiriente para Rei porque no sentía la confianza de solventarlo en estos momentos por su preocupación de que, si algo le pasaba a Miri con el tema de la comida, pues que ella acabaría siendo como él.

       Las ideas jugaban un poco en la cabeza del Omega viendo a su pequeña estar tranquila y durmiendo, ciertamente, no quería perder esa imagen. Sin embargo, como él estaba de esa manera, evidentemente, afectó un poco las cosas. 

     El día se le hizo largo.

    Sin embargo, buscó de empezar lo que tenía que empezar para los días siguientes. Miri era indiscutible que no era tonta con el tema de la comida, pues se extrañaba de ver pequeñas porciones, las cuales hacia berrinche no queriendo comérselas por lucir así.

     Ahí inició la primera preocupación de Rei porque su hija no le gustaba ver como la estaba tratando con eso, solo aceptaba el biberón con su mezcla de verduras porque era lo único que veía con el tamaño adecuado, aunque siempre quedaba con un poco de hambre al punto que pasaba a irritarla. Kazuki se daba cuenta de las quejas de ella cuando le tocaba darle la cena, incluso que no estaba siendo tan alegre como de costumbre desde que iniciaron la dieta.

      Tanto que, Miri no quería estar en comiendo de su plato especial lleno de conejos por las porciones pequeñas que aún le daban.

      —Vamos, Miri, Rei papá lo cocinó especialmente para ti —insistía Kazuki al ver que su pareja ya estaba cansada en todo esto de que su hija no quería comer bien—. No te pongas así, es lo que te gusta: puré de zanahorias con crema de arroz.

     La pequeña en su silla solo estaba con su cara volteada queriendo no comer nada, pero con la insistencia de quien le alimentaba terminó por golpear la cuchara con su brazo.

      Eso alarmó a su padre Alfa de que hiciera berrinches, pero eso fue todo lo contrario para su bebé, ya que, esta al ver que podía jugar por primera vez con ella no pudo detenerse.

      Todo había resultado en un caos en la que se oía la voz de Kazuki en un tono de pánico como la risa de Miri por su pequeña guerra de comida. Sibien era divertido, esta fue una escena que no le gustó ver a Reidesde la esquina en la que estaba supervisando a su pareja e hija.

     —Miri, ya es suficiente. Debes de comer bien si quieres volver a tus porciones —le regañó con severidad su padre Omega al ver como tiró la cena—. Ni Kazuki papá o yo nos esforzamos para que tú no quieres ayudar al equipo.

     —Rei no creo que hablarle así...

     —No te pongas de policía bueno, Kazuki —le advirtió a su pareja tomando la silla cerca para sentarse a su lado—. Miri Kurusu Suwa, tienes que seguir la dieta, no vas a dejar de comer por berrinche.

     La pequeña lo observaba confundida. Jamás lo había oído decir tantas palabras, como tampoco en ese tono determinante, pero sabía que era serio.

    —Baba...

    —Ningún "baba", Miri —Rei puso su dedo índice sobre la mesa de su silla especial, indicándole que no estaba jugando.

    —Baba, baba —ella empezó a balbucear.

    —No, debes de comer lo que te damos. Es lo que te hemos dado siempre, no puedes comportarte igual de malcriada que Kazuki papá.

    —Yo no soy malcriado, Rei.

   —No te metas en la discusión, Kazuki. Entiende que nuestra hija no quiere comprender que es por su bien que cuidamos su alimentación ahora.

    —Ba... Baba... Ba... —seguía soltando Miri, haciéndoles pensar que se defendía.

    —Oh, ¿segura?

    —Baba —afirmó a su modo la bebé.

    Ciertamente, el Alfa no entendía bien la manera en que se estaban comunicando su hija y su pareja, pero con ver a continuación la siguiente escena fue que se quedó perplejo. Rei fue por otro puré de zanahorias de la misma ración, solo que esta vez Miri comía en vez de tirarlo.

     Al parecer, ella solo estaba desconfiando de sus porciones. Como todo niño en crecimiento tenía curiosidad y quería tocar, por lo cual, al saber que era lo mismo de siempre decidió disfrutar de comer siendo halaga por sus padres de que cumplía con seguir las instrucciones como buena niña.

     —¿Cómo lo hiciste? Si ella estaba...

     —Leí el otro día que en esta etapa que es un poco más intuitiva que de costumbre y necesita seguridad por sí misma ante los cambios bruscos —respondió a lo que había estudiado en estos días—. Ella como imita, también quiere aprender y aprenderá, pero con esto de la comida no lo verá como un juego. Aunque la entiendo, si es algo que me gusta mucho y veo que lo me cambian me pondría como un demente. A ella le pasó el otro día antes de la dieta con su manta naranja que no le gusta ver que está en su cuna, si no más bien la prefiere en mi nido.

     —¿En serio?

    —Sí, a Miri le gusta ver y sentir que las cosas están en su lugar como a ti. Debe de pensar que así estamos todos juntos por lo de nuestras feromonas.

     —Diría que das miedo cuando te pones así de serio cuando conoces la razón de las cosas y como puedes usarla, pero en mí causas lo opuesto —ledijo, rodeándolo con su brazo por encima del hombro del contrario para besar sucuello.

     —Kazuki, sabes que no tenemos aún tiempo para eso si Miri aún quiere dormir con nosotros... —le recordó desilusionado entretanto veía que su hija disfrutaba del ambiente.

     —Bien, no haremos eso, pero, de igual forma, me gustaría que me hicieras un favor el próximo mes...

    —¿Ah? ¿Y cuál sería este favor?

8 de agosto (9 meses)

El verano continuaba en temporada y, como Rei tenía mejor semblante desde la última consulta de Miri con referente a su peso, con mucho esfuerzo insistiéndole, Kazuki había logrado convencerlo de ir a pasar un día en la playa con sus amigos de las clases de maternidad. Este debía de admitirse a sí mismo que estaba cansado de no tener más excusas para decirles que no sin recriminar que era por su pareja y sus pocas ganas de relacionarse.

       Al menos, poruna vez, de todo el tiempo que habían nacido todos los bebés se verían paraponerse al día con las propias experiencias que han vivido todos como padres, yeso el Alfa con esencia a pan sabía que había mucho que decir. Tanta era laemoción que decidió gastar de más para hacer un poco de comida de sobra: desdelas favoritas de su Omega, como las de su bebé y una que otra de susexquisiteces por la ocasión.

      Realmente, llevaba toda la mañana preparando como seis pilas de tupperware que, si Rei no hubiese bajado con Miri en brazos, no hubiera prestado atención a la cantidad.

      —Buenos días... —saludó su pareja aproximándose a la cocina—. Vaya, cuanta comida, ¿no te parece, Miri?

      —Ah... Baba... —ella observó todo lo que veía en la mesa de la comida, todo le llamó la atención, así que, extendió sus manitas—. ¡Baba! ¡Ba!

      —Alguien tiene hambre.

      —Imagino. Después de todo esto con la dieta y con lo bien que huele la comida... —el hambre también apareció en el Omega—, pero conociéndote, seguro esto no es nuestro desayuno.

      —Para nada. Es para compartir en la playa.

      —Oh, verdad que hoy iremos —Rei se fue a la pequeña mesa del comedor que tenían para ponerla en su silla especial—. Miri hoy tendrá una aventura.

      —Los tres. Hace mucho que ni tú, ni yo vamos al mar sin que fuese para otro fin —le aclaró con calma mientras dejaba cocinando la última tanda del almuerzo especial para servir el desayuno de su familia—. También verá a sus primeros amiguitos. Me hace ilusión que socialice un poco con más bebés. Siendo sincero contigo, me preocupaba que no pudiese ser amistosa con alguien de su edad si solo está con nosotros.

      —Sigues preocupándote demasiado. Como si no vieras a Miri cuando está esperando su turno en el pediatra y no se pone a balbucear sus monosílabos indicando que hay alguien de su tamaño —le recordó Rei entretanto entretenía a su pequeña con sus manos—. Ella se nota que quiere estar con los demás, pero si es por mí, no quiero que alguien me robe su atención.

     —Ja, y despuésme dices a mí un celoso cuando estamos en el supermercado y te halagan lasAlfas porque te ves lindo con nuestra hija —hacer esa observación hizo reír aKazuki una vez terminó de tomar el desayuno de su pareja e hija para llevárselosa la mesa—. Como me complaciste en aceptar salir, te cociné lo que te gusta.

     —¡Ba! —exclamó Miri feliz de ver comida tan colorida en su plato—. ¡Baba! ¡Ba!

     —¡Tostadas francesas! —también alabó Rei con su vista en su platillo.

     Con esos aromas en el aire, tanto la pequeña Alfa como su padre Omega querían hincarle el diente sin pensarlo, realmente como efecto inmediato por su aroma querían probarlo.

     —¡Hey! ¡Ustedes no pueden comer sin decir buen provecho!

     —Ah, en serio, por una vez que no lo digamos... —él lo miró con un poco de desprecio porque cuando hacía algo de su perfeccionismo—. Ni cuando ella come pecho lo haces.

     —Lo hablamos durante tu embarazo, Rei —le rememoró, buscando de que estos no se pusieran a degustar—. Además, eso ayuda al vocabulario de Miri. Si le enseñé a aplaudir, ella puede imitarte también.

     —Bien, bien —le dijo a regañadientes—. Mira, Miri, antes de comer cualquier cosa, debemos de hacer esto.

     La pequeña observaba con curiosidad, ciertamente le parecía un juego; sus piernas se movían con emoción como aplaudía por saber lo que tenía que hacer sin dejar de repetir la palabra "ba y baba". Eso era una imagen que enternecía a Kazuki, de la cual aprovechó de sacar su teléfono para grabar el momento.

      Rei no estaba prestando atención a eso, solamente buscaba de que su hija le hiciera caso en sus movimientos; él posicionó sus manos en unión, claro que, Miri pensaba que iba a aplaudir como lo estaba haciendo, pero este la corrigió de que no era de esa manera.

      El asunto requirió un poco de paciencia hasta que ella entendió que debía dejar sus palmas quietas un poco, luego de eso Kazuki quiso ayudar y fue gracias a los dos que su hija también quiso decir "buen provecho", lo cual hizo soltándolo en un extraño "bubu" como señal de que entendió.

    Eso puso emocional al Alfa que no evitó llorar de ver lo lindos que eran su pareja e hija juntos que, al terminar de grabar, respectivamente, beso la frente de su bebé para luego los labios de su chico y seguir con lo suyo con lo de terminar el almuerzo para después alistar a Miri.

     Cuando finalizó con su labor culinaria fue, con permiso de Rei a llevarse a preparar a su hija, dándole primeramente un baño mientras que quien se quedó en la sala terminaba de comer en calma. Lo hizo rápido, puesto que, al ser el platillo de tostadas francesas, su persona no pudo evitar hacerlo.

      Después de todo, desde que lo probó estando embarazado le hacía sentir que seguía tocando el cielo. Con estar pensando en comida, tuvo la idea de que podría probar en hacer algún día unos para su compañero como muestra de afecto.

      Tener eso en mente le dio la motivación para intentar prepararle algo más.

      Él se levantó con los platos sucios para lavarlos, ponerse en mandil de tiburon recién usado para estar con manos a la obra. Decidió hacerle onigiris estando con los recuerdos del pasado en su cabeza. Sintió que podría prepararle algo de esos antojos raros que tuvo para saborear el momento.

     Estuvo así con ellos, pues arroz había hecho, así que, solo aprovechó de hacerlos, rellenándolos con mermelada, chocolate, gomitas y los rellenos salados de las sobras de comida que vio que Kazuki no pudo guardar.

      —¿Qué estás haciendo? —preguntó su compañero volviendo a la cocina. Al parecer, él no se dio cuenta que perdió la noción del tiempo por estar concentrado.

     —Si ves que tengo el mandil de tiburón es porque quise cocinar.

     —¿Otra vez algo especial?

     —Solo me gustó la idea de prepararte algo solo para ti, sino lo quieres porque es sencillo como todo lo demás que he hecho...

     Kazuki por escuchar eso aún seguía sentimental por estar compartiendo tiempo en familia, la curiosidad de saber que le prepararon le invadió, pero Rei fue rápido en guardarlo en un pequeño contenedor aparte que separó del resto, ciertamente, se había avergonzado un poco.

     —Para mí significa mucho. No lo vayas a dejar, me dieron muchas ganas de probarlo.

     Esas palabras le dieron la confianza para ponerlo en una bolsa roja para que no se mezclara con lo demás. Cuando lo empacó poniendo incluso el nombre de "Kazuki" fue que decidió en ver a sus dos Alfa y vaya que esos dos en un aspecto de verano les sentaba bien con su personalidad.

      —Luces bien, Kazuki, y ella se ve linda con esa toalla de tiburón y su bañador naranja.

      —Si, a ella también le gusta la toalla —le comentó alzándola cerca de Rei—. Vamos, tiburón, ¡ataca!

      Miri solo se río enseñando su único diente salido al mismo tiempo que extendía sus manitos hacía su padre Omega por la emoción. Este sonrió como reflejo por lo adorable que se veía su pequeña.

     —El tiburón ha atacado a su presa, ¡vamos, cómetela! —su Alfa acercó más a su hija a su nariz y ella en su ataque de risas lo babeaba.

      —Vale, vale, ustedes ganan —la agarró de los brazos de su compañero para darles a entender que tuvieron la victoria—. Eres demasiado traviesa, Miri.

      —¡Baba!

      —Aww, adoro cuando te contesta. Es tan  linda, no puedo creer que sea nuestra.

      —Sí, ella es nuestra —Rei abrazó a Miri, realmente se sentía orgulloso de que ambos reconocían eso.

      —Bueno, te toca alistarte para luego ir al auto a llevar todo esto —le ordenó buscando de tener de vuelta a su hija—. ¡Y más te vale que te pongas protector solar como se lo puse a ella!

      —Sí lo haré. Ya vuelvo.

      Rei se alistó rápido, así que, solo quedaba terminar de amontonar lo que llevarían (comida y cosas de playa) para ponerlo en el auto. Una vez todo estuvo hecho, los tres se montaron; Kazuki de piloto, Rei de copiloto y Miri en su silla especial estando sentada jugando con sus manitas, indicándoles lo emocionada que estaba por ir.

      Enncendieron el coche e iniciaron el viaje familiar.

       Miri no tenía tanto sueño como era costumbre esta vez. Ella como costumbre tomó una siesta pequeña en la primera vuelta antes de tomar la ruta larga para ir por carretera.

      Por lo cual, cuando estuvieron en esa kilométrica andada, ella quería estar al tanto de todo y Rei en su labor de copiloto era quien estaba pendiente de que estuviese bien asegurada y que no tenía necesidades que cubrir, al mismo tiempo que también realizaba la misión de contestar a los mensajes que dejaban las otras mamás en el grupo que habían metido a Kazuki para informarles cómo se encontraban en el camino.

       No tenía mucha idea de que decirles al principio, pero estas mismas se dieron cuenta de que era él quien les respondía por esa manera cortante y de pocas palabras hasta que tuvo que pedir un poco de ayuda a su pareja para que no se sintieran intimidades.

      Él le aconsejó que releyera la conversación para que se diese una idea de lo que hablasen; la mayoría de las charlas eran dándose consejos de cuando sus hijos tenían gripe (al parecer la única bebé que nació Alfa era Miri; Hinata y Kotori resultaron ser betas y Taiga era un Omega), que trucos tenían para que comiesen sus comidas sólidas, bastantes cosas que leía que su compañero contestaba de la misma manera que ellas, aunque no fuese quien hubiese dado a luz.

      —No sabía que te volviste como una de las mamás, ¿no es ese mi papel?

      —¿Eh? ¡Ah! Lo dices por los mensajes —entendió su punto—. No sé, no defino los roles, tú eres quien igual, según tu propia palabra, quien tiene más poder en las decisiones de algunas cosas de Miri, yo solo les he contado como lo hemos llevado —le respondió estando con su vista en el carril.

        —Sí, y lo haces como un experto. Te recuerdo que tú no eres quien la cargó un año por ser un embarazo especial, mucho menos soportaste el infierno que fue cuando quiso nacer.

       —Ella quiso hacerlo especial. No cambiaré esa idea, aunque si vi un nuevo tú que no pensé que vería —empezó con el relato observando por el retrovisor a su hija que comía una galleta—. Solo he hablado cosas pequeñas. Miri es bastante tranquila, solo se pone revoltosa si nos ponemos cariñosos sin ella.

       —Como cuando estaba dentro de mí —comentó Rei, acariciando su vientre recordando la sensación, para luego mirarla a su hija unos segundos—. Quien diría que tendría ese tamaño.

      —¿Te sorprende? A mí no, aunque si te veías lindo con ella en tu vientre —una sonrisa se dibujó en los labios de Kazuki al recordar esa etapa.

      —Una lástima que no podamos repetirla.

      —Eso no me molesta, Rei. Si quisiéramos más hijos, podemos adoptar más adelante cuando estemos estables.

      —No... aunque no lo parezca, me gusta que seamos nosotros tres —le contestó con seguridad tocando la punta de su nariz, para darle otra galleta a Miri—. Si tuviésemos que adoptar, me gustaría que fuese un gato.

      —Bien, solo decía en caso de que quisieras darle un hermanito a Miri —rectificó a lo que se refería—. Un gato ya no suena tan mal ahora que tenemos una bebé. Creo que sería una buena idea.

      —Y lo llamaremos "Malteada".

      —¡Baba!

      —Se nota que a Miri le gustó la idea —afirmó Kazuki.

      —Entonces, en el futuro, tendremos un gato llamado Malteada.

      La plática siguió estando moderada, incluso en la breve parada que tuvieron para cambiarle el pañal a Miri como pasarla adelante para que Rei le diera pecho para que aguantase un poco su hambre al ser la hora de la merienda. Al retomar el camino, llegaron en unas dos horas más de la que habían salido, exactamente a la diez de la mañana.

      Estando en la zona, les avisaron a sus amigos que habían llegado para luego ir los tres juntos en su andar (Kazuki cargaba las cosas entretanto Rei sostenía a Miri en sus brazos).

       Si bien, esta era la primera vez de su pequeña en el lugar, para aquella pareja el estar sintiendo la arena en sus pies, a pesar de haber venido a la playa con otros fines en el pasado, se podría decir que todos tuvieron la misma reacción de maravillarse de ver lo amplio que estaba el mar, incluso con sus sonidos relajantes y la brisa marina, dándole en la cara.

      El día con eso estaba empezando bien. Iniciaron su andar por la arena para buscar las tres sombrillas de colores en las que habían dicho sus amigos en la que estarían. Estaban juntos, si bien no podían ir agarrados de la mano por estar ocupados, estar caminando lado a lado era cómodo y se sentía especial.

      Disfrutaban del paisaje hasta encontrarse con el punto de referencia, donde sabía bien que era por todos los bebés que rodeaban a sus padres. Miri al percatarse que había otros como ella se emocionó bastante, tanto que les recalcaba a sus dos papás por la obviedad que quería ir ahí.

      Así que, Rei tuvo que adelantarse primero por unos pocos metros para que su hija se adentrara al ambiente. Todos le saludaron como halagaron a la bebé tan saludable que tenía en brazos, logrando así, sonrojarlo mientras llegaba Kazuki con todo lo demás para recibir ayuda de las mujeres que conformaban el grupo como lo eran Jin y Hoshi entretanto los demás restantes del grupo estaban pendientes de los bebés que jugaban con la arena.

     —¿Llevan mucho timep esperando? —preguntó el Alfa recién llegado.

     —Oh no, vinimos hace una hora. Los demás llegaron a los minutos, pero sus bebés al ver este nuevo lugar no pudieron esperar para explorarlo —contestó Kyomi—. Veo que la pequeña Miri tampoco.

     —Rei seguro tampoco pudo resistir —le siguió la plática dándose cuenta de que su pareja estaba entreteniéndose con los otros bebés rodeado por quienes le dieron a luz, a excepción de Kyomi por ser la anfitriona—. Gracias por organizarlo, nos hacía falta.

     —No es nada, imagino que todo esto ha sido nuevo.

     —Sí... —la mirada de Kazuki se enfocó en dirección a su familia que estaba un poco a distancia bajo la sombrilla—. No sé cómo lo hacen ustedes. A Rei y a mí nos cuesta un poco, y eso que Miri no es de enfermarse a menos que le vuelva a salir otro diente...

     —Cada bebé es diferente, Kazuki —le recordó también observando a sus hijos jugar juntos—. Lo importante es vivirlo.

     —¿Y si me vuelvo a equivocar lastimando a Rei por como piense de esto con Miri?

     —Estamos para aprender —le seguía aconsejando Kyomi sin hacerlo sentir presionado—. Solo disfrutalo, después de todo, si están donde están es porque lo hacen genial.

     Esas palabras animaron al Alfa de ir también a unirse a disfrutar el día que les aguardaba. Se acercó a ellos para acompañarlos y ponerse a jugar con su familia y sus demás amigos en la arena y el mar sin dejar de escuchar de las carcajadas por parte de todos los bebés a la vez también que los que gateaban perseguían a Hinata (era la mayor de los infantes por ser prematura) que corría a tropiezos en la arena.

     Era un momento tan lindo para los padres que no evitaron tomar algunas fotos hasta que se hizo la hora del almuerzo para ponerse a comer. La comida hecha por Kazuki fue la más se repartió al mismo tiempo que el cocinero pedía a Rei que le diera la que le preparó en casa; al saber que eran los mismos onigiris especiales como los que él disfrutó en su embarazo le hizo sentir feliz de que se los diera.

      Un beso de agradecimiento por eso no pudo evitar dárselo, sobre todo, teniendo las miradas de un público, pero estaba tan enamorado del momento que necesitaba corresponderle.

      Estuvieron así un rato. Todos halagaban la comida que estaban disfrutando, incluso la que el Omega de fragancia a pudín había preparado especialmente para su Alfa. Ciertamente, estar comiendo todos resultaba agradable.

      —Oh, Kazuki, si abrieras un restaurante en el que sirvas todas estas delicias, iría sin falta —le halagó Kyomi.

      —Si, yo también, la verdad, esto es lo mejor que he probado ¬—también dio como punto a favor Akiro—. Al pequeño Taiga también le gustó mucho.

       Esos comentarios hacían sentir bien a quien preparó todo. Sabía que tenía dotes culinarios bastante perfeccionados por su propia supervivencia y estando con esta nueva vida ha sabido innovarse de la misma manera que Rei estaba aprendiendo también a cocinar.

       El Alfa con orgullo se afirmó a sí mismo que era una gran idea de probar algo nuevo junto a su Omega. Como darle un mejor sustento a su bebé sin preocuparse tanto de que les falte lo más importante.

      —Sí, sería buena idea, Rei —tomó la mano de su pareja vigilaba a su bebé jugar en la arena una vez comió a gusto de su biberón—. Podríamos abrir un restaurante.

8 de septiembre (10 meses)

Fue un arduo mes desde que iniciaron los trámites para el proceso para la licencia de abrir un restaurante. Con esa idea desde la ida a la playa, Kazuki no dudó en ponerse manos a la obra con el papeleo, el cual era mucho, como si se tratara de inscribir a un niño a la escuela, y eso le hizo decirlo en voz alta la noche cuando estaba rellenando los formularios, logrando así, que Rei pensara que cuando fuera el momento en el que Miri llegara a esa etapa del preescolar sería peor.

        Sin embargo, eso era un asunto para después, por ahora, tenían el de cumplir con todos los requisitos. Eso era lo que estuvo ayudando a su Alfa al igual que su pequeña, ya que, al ver tantos papeles quería también tocarlos y, en una de esas, lo hizo con un bolígrafo sin que sus padres se diesen cuenta; sin poder evitarlo los rayó en un momento que estaba casi todo terminado.

       Eso desanimó a su padre Alfa por el indiscutible hecho de que eran demasiadas hojas y tenía que empezar de cero, pero antes de que hiciera su drama de siempre cuando se frustraba. Su padre Omega fue quien tuvo que regañarla sutilmente como llevársela a dormir para que no pasara lo que acababa de pasar y, de esta manera, que su padre ayudara a su otro padre del aprieto que había ocasionado.

      Estuvieron así todos esos días hasta que recibieron la respuesta de estar aprobados para "prueba" para que los evaluasen y obtener el permiso definitivo. Rei dudaba con el corto tiempo que tenían para ocuparse de cumplir con dichas exigencias, pero Kazuki no quería echarse para atrás, mas era cierto que con cuidar a Miri, estar armando el plan de que servirían y como atenderían todo en su nueva ocupación como equipo no tenían una visión tan clara.

     Ahí fue donde entró Kyutaro para darles consejos de como poder empezar con su propio negocio como también les ayudarles en cuidar a Miri. Este aceptó por ser la primera vez que vería a su sobrina de la que solo oía en las llamadas de Kazuki, y sí que era verdad que estando enfrente de ella, encontrándola vestida con un vestido azul se le parecía a una muñeca.

     Debía admitir que sus antiguos empleados tenían una hija encantadora. También llena de mucha energía, porque cuando llegó a ayudarlos, ella se encontraba con su mano apoyada con firmeza en la base de los taburetes del local que usarían como las sillas de la barra, intentando aprender a caminar por su cuenta, mientras sus padres estaban del otro lado haciendo un pequeño inventario perdiéndose de ese momento.

      —No deberían de dejar sin supervisión a su hija —anunció el recién llegado.

      La pequeña se extrañó de oír la voz de un hombre jamás había visto, ni mucho menos olido dicha fragancia dominante. No supo que pensar de él, pero al ver que sus padres estaban tranquilos, decidió confiar, sobre todo, porque ambos se veían directamente a sus ojos en la que este le sonreía.

     —¡Ah! ¡Ba! ¡Baba! —llamó a sus padres entretanto señalaba al señor de anteojos.

    —Vaya, Kyu-chan, al parecer le caíste bien a Miri —afirmó el Alfa de esencia a pan cuando vio la emoción de su pequeña por su antiguo jefe.

     —Tengo mis encantos.

     —Sí, eso lo sabemos —dijo Rei yendo hacia su hija para cargarlas en brazos, bien cuando la tuvo en estos, ella extendió sus manitas para indicar que quería que ese señor la cargara—. Parece que quiere que la atajes.

    —Si me lo permites.

    Rei se la pasó.

    De esa manera, Kyutaro aceptó tener a Miri en brazos, lo cual fue como una punzada de celos para sus dos padres, pues pensaban que su pequeña no lo vería de esa manera, mas entre esos dos Alfas se notaba un aura tranquila que, inclusive hizo pensar a Kazuki de que con esos "atractivos" que tenía con las Omegas funcionaba en Alfas y no quería que su hija a temprana edad desarrollara interés en un hombre que era despiadado.

     Ciertamente, su imaginación estaba volando que hasta imaginó campanas de boda en las que se idealizó demasiado.

    —¿Qué? ¿Nos las vas a quitar?

    —Para nada —le respondió jugando con ella mientras les hablaba—. Solo quería conocerla, ustedes son quienes no me dejaban visitarlos desde que nació.

    —Sabes que pasaron cosas —continuó Kazuki hablando.

    —Y salió la niña más linda que haya visto —halagó haciendo reír a Miri de golpe—. No puedo creer lo adorable que es, conociéndolos de años anteriores...

    —No tenemos que decir situaciones pasadas... —pidió Rei esta vez, no le gustaba que su pequeña escuchara nada de eso desde la discusión con Kazuki.

    —Es verdad —Kyutaro dio como razón buscando de hacerle cosquillas a su nueva sobrina—. Pero lo decía más porque ella es extrovertida a comparación de ti, Rei.

    —Obviamenteese encanto extrovertido viene de mí a comparación de Rei, Kyu-chan.

    —¿Tu encanto, Kazuki? Ya quisieras tú lucir así de radiante como ella —siguió hablando su antiguo regente.

     Eso fue directamente a dañar su orgullo de Alfa como provocar su crisis de la edad. Como puso esa cara de derrota que tanto su Omega adoraba este no evitó reírse, provocando también la expulsión de sus feromonas en un aspecto atrayente.

    —Debes tener cuidado con tus feromonas, Rei —le recordó su invitado en la posición en la que estaban, sobre todo, en esa esencia bastante dulce—. ¿Tu celo está por venir?

    —Oh...

    —Cierto, viene esta semana, lo olvidamos con todo esto de los requisitos y estar preocupándonos de que el lugar fuese seguro para Miri —recordó el Alfa de esencia a pan, tocándole la nariz a su hija.

    —Mmm, sí es así, podemos probar otro día.

    —No, necesitamos al menos la crítica de uno de los inspectores que viene esta semana para el permiso oficial —dijo Rei no queriendo que su naturaleza fuese un problema.

    —Sí. Tenemos un poco el tiempo contado.

   —¡Baba! ¡Ba!

    —Al parecer alguien es consciente de la realidad que afrontan.

    —Sí, es una bebé lista —comentó Kazuki sabiendo que a su hija no se le escapaba nada.

    —Bien, de ser así, tienen que practicar en atender al cliente que es lo más importante —aseguró el punto más clave para que el restaurante fuese un éxito—. Así que, ustedes se ocuparan de lo suyo mientras los ayudo con su hija.

    —¿No será un problema? Ella puede...

   —Rei, te prometo que ella no se irá de tu vista —le mencionó con seguridad al darse cuenta de que decía esas palabras porque su instinto Omega necesitaba seguridad al no poder ir a su nido por estar con ciertos síntomas de celo—. Dijiste que necesitan iniciar con esto, pero si te sientes mal, debes parar y avisarnos para evitar inconvenientes.

    —Estaré bien.

    —¿Seguro, Rei? —fue esta vez Kazuki quien le preguntó al verlo un poco diferente a los últimos dos celos que han tenido.

    —Sí. Cualquier cosa, ponte la inyección, mientras te controles con eso... —el Omega buscó de aclarar su mente—. No va a pasar nada como las otras veces.

    Con esa orden dada, el Alfa de fragancia a hogaza se fue a ponerla para luego entre los que estaban en el local iniciar la simulación de como llevarían a cabo el restaurante. Tanto su Omega como él ejercieron ambos roles a sus dos clientes improvisados (la pequeña Alfa de ambos quería ser tomada en serio) en los tres turnos que correspondía a un restaurante de desayuno, almuerzo y cena.

    Empezando con el desayuno, Rei fue quien tomó previamente el pedido, si bien por ser su primera vez teniendo que atender a alguien términos un poco más formales sin pensar en engañarlo, se comportó un poco torpe, por no decir también que eso empeoró un poco sus feromonas que expulsiva sin quererlo a causa de sus nervios.

    En ese momento, otra vez Kyutaro tomó la postura de decirle que no tenía por qué hacerlo si se sentía indispuesto por su naturaleza, mas su antiguo empleado mantenía su orgullo en continuar en ser el mesero; se tomó su papel en serio. Le dio un menú, del cual tuvo que compartir con su sobrina que estaba curiosa en ver todas esas imágenes coloridas.

    El Omega la regañó por haber hecho eso, pero el Alfa que atendía le mencionó que era una buena práctica si tenían que atender familias. Aceptó la sugerencia siguiendo la simulación, donde le tomó la orden sin ser muy expresivo, más bien parecía apático tanto con su hija como su amigo que les indicaron lo que querían.

    Claro que, lo que Miri señaló no se lo podían dar un platillo. Siendo tostadas francesas llenas azúcar que le haría daño como tampoco tenía los dientes correspondientes, por lo que, le tocó su papilla de frutas mientras Kyutaro eligió una especialidad llamada "el desayuno del granjero", la cual Kazuki puso manos a la obra y sirvió en tiempo adecuado para sus dos comensales que se dijeron buen provecho en el proceso.

    Seguido de eso, dieron un poco de tiempo para que Miri digiriera su desayuno, si bien estaba un poco caprichosa de querer que su padre Omega le diese pecho y este no se negó en hacerlo, aunque más bien ella lo hizo por querer sentir sus brazos hasta que exigió volver a su silla para seguir con el "juego del restaurante". Pasando al mediodía, Rei cambió los roles con Kazuki; el Alfa de esencia a pan sería el camarero y el Omega de esencia a pudín sería el chef.

    Ambos no tenían en turnarse en realizar las labores, ya que, tenían cierta práctica. Eso divertía a su hija porque podía verlos a los dos "imitarse" que ella también quería hacerlo, pero su "ba" estaba tan ocupado como para verla haciendo los mismos movimientos, solo se sintió un poco ignorada, mas otra vez con el menú se entretenía.

     También, estando con la atención que le daba su tío a su lado no se aburría tanto, aunque si quería estar con sus padres en lo importante que hacían. Intentó levantarse de su taburete, sin embargo, quien la cuidaba le habló con seriedad de que no podía distraerlos.

     Ella entendió, no obstante, había hechos sus balbuceos de que quería estar con ellos y que por eso estaba haciendo sus maniobras. La manera en que se expresaba con aquel Alfa hizo que le pareciera adorable, además de que era lindo ver que ella a su manera quería ayudarlos en hacer lo que hacían de estar de aquí para allá.

     Sin duda, Kyutaro estando con su nueva sobrina entendía porque esos dos tontos habían luchado por su bienestar. Le acarició la cabeza con cuidado indicándole de que era una buena niña, esa era la prueba que tenía de que sus padres la estaban criando bien, a pesar de, todo, realmente todo lo que pasaron, incluso con ese consejo tan frío que les dio, del cual ahora se arrepentía.

     —Sí que viniste como un regalo inesperado lleno de muchas sorpresas, Miri —le dijo también con una sonrisa que le contagió.

      Sin duda, darle una oportunidad para conocer el misterio que tenía esa niña tan especial fue una buena idea, más si estaban conociéndose mientras los padres de esta se ponían a lo suyo.

     Posteriormente una vez todo fue servido y de gustado durante el almuerzo, decidieron tomar un descanso, pues la pequeña Miri tenía ganas de tomar una siesta y eso también ayudaría a que Rei se sintiese un poco seguro por cómo estaba manejando las cosas. Kazuki junto a Kyutaro se fueron a uno de los asientos amplios con mesa para disfrutar de un café en la charla que iban a tener sobre como estaban pasando la primera prueba.

     —¿Cómo conseguiste este local?

     —Como vivimos arriba del sitio que me recomendaste, fue una buena casualidad que la dueña que nos alquila quería que alguien convirtiera esto en algo útil —respondió Kazuki a su pregunta—. Así que, aproveché en ponerme manos a la obra. ¿Y tú cómo vas con la doctora Anna?

     —Bien. Las cosas con la señorita Hanyu siguen sin ir tan serias. Me gusta que sea así por lo que sabes.

     —En algún punto, deberían de formalizarlo, si es tu pareja activa desde hace un tiempo.

     —Mientras siga en este negocio, no quiero llegar a eso —le aclaró Kyutaro.

     —¿Ni en una familia como nosotros?

    —La señorita Hanyu está también comprometida con su trabajo como para pensar en tener una familia —confesó un poco de su vida privada—, y eso que es Omega, pero es una diferente.

    —Se nota que es la indicada para ti.

    —¿Eso crees? Bueno, sí, ella es buen partido —le comentó soltando un suspiro de recordar las noches que ha tenido con dicha dama—. No pensé que existieran Omega en todos esos aspectos dispuesta a...

     El Alfa de esencia a café se estaba dando cuenta que hablaba de más, pero la mirada con astucia de su igual estaba hecha mientras le movía sus cejas de arriba abajo.

    —Que pícaro eres, Kyu-chan.

    —Así la atraje. No pongas esa cara, ni que me funcionara con todas.

     —Como digas, de igual forma, hablando de eso, no vas a encantar a mi hija con tus atributos. Es una bebé que no entiende de acerca de ese tema.

     —Seguro sí. Tiene un buen instinto —el hombre con anteojos sorbió de su taza—, se nota por la manera en que ella los prefiere a ustedes —aseguró con tranquilidad—. Miri sabe que Rei intentando controlar su celo y quiere que se sienta seguro. Ella estaba expulsando su fragancia curiosa intentando comprender lo que veía.

    —Ay que linda es, pero, sí, me di cuenta de que Rei sigue igual de terco en sobrellevarlo —dijo Kazuki estando con cierta molestia por esa molestia—. De igual forma, si quisiéramos algo, ha sido dificil porque Miri adora nuestras esencias juntas y quiere estar en medio —confesó el Alfa de esencia a hogaza—. ¡Pero como me encantaría volver a hacérselo!

    —Como se nota que sigues sin controlarte mucho en clavarla, Kazuki —comentó Rei regresando al salón principal.

    —¡Rei! ¡No tienes que decir eso!

    —No te preocupes, Miri está durmiendo, por lo cual, no es problema.

    —Pero...

    —Si, continúa, Kazuki. Yo solo estoy aquí escuchando los delirios de un anciano que no sabe sobrellevar la abstinencia —aseveró Kyutaro queriendo unirse también a hacerle bromas a su amigo.

    Era evidente que Kazuki seguía sin ganar en esos comentarios que le lanzaban, según él, algún día vencería, pero incluso después de un año y con una hija no sabía cómo. Así que, como las otras veces, lo dejaba pasar, más por el hecho de que cuando Rei se sentó a su lado este preguntó a su antiguo jefe como había sido el servicio.

    Este les criticó con rudeza en palabras que expresaba en un tono suave; regañó al Alfa de estar arriba del comensal cuando fue su turno para atender mientras que del Omega se quejó de que estaba un poco retraído y sin expresar sonrisa alguna para cuando atendía directamente.

    Fueron comentarios que los afectaron a ambos, sobre todo, a Rei porque era su primera vez intentando probar de un trabajo diferente del cual no tenía experiencia. Kazuki notaba que eso lo desanimó, lo presintió en su marca, por lo cual, como reflejo posicionó su mano sobre la de su pareja para darle entender que estaba bien no hacerlo bien a la primera.

    —Sin embargo, la comida estaba presentable como de buen sabor —les comentó para también intentar animarlos—. No sabía que Rei era un buen cocinero.

    —He aprendido por Miri. No me gusta la idea de que pase hambre, en caso, de que Kazuki no pueda cocinar por diferentes razones.

    —Estoy bien, Rei. El colapso de aquella vez fue por sobre esforzarme.

    —Aun así, tú también necesitas ayuda de vez en cuando, es lo minimo que puedo hacer —el Omega se pegó al hombro de su Alfa buscando su confort como provocarle sus feromonas, ciertamente, estando así sentía otra vez venir el deseo.

    —No pido nada más que estés a mi lado —aquel dominante cerca de su opuesto lo rodeado con su brazo para tener su atención.

    —Ya lo estoy, tonto.

   —Lo sé, soy afortunado.

    Ellos al verse fijamente no evitaron besarse por unos segundos, olvidándose por un instante de quien tenían enfrente.

    —No se pongan melosos. Sus feromonas se van a descontrolar y yo no necesito ver un espectáculo.

    —Ah, significa que la bendita dosis se me ha pasado —dijo el Alfa de esencia a pan molesto de ser interrumpido—. Iré a reforzarla. Aún nos queda mejorar para la cena. Gracias por tus consejos e indicaciones, Kyu-chan.

   —Sí, gracias. Aunque pensé que serías más severo como lo has sido siempre.

   —No tengo por qué. De igual forma, son mis amigos y entre nosotros mismos debemos de ayudarnos, indiferentemente del pasado que tuvimos.

     Eso los hizo sonreír de pasar el rato.

     Luego de la charla, Kazuki se levantó para subir al departamento de arriba para ponerse su inyección al mismo tiempo que revisaba a Miri, la cual cuando fue a verla estaba de pie en la cuna saltando de la emoción de verlo ahí al despertar. Se acercó a saludarla con ese mismo ánimo, motivándose por esa energía de que iban por buen camino.

      De hecho, eso también logró pensarlo Rei al verla emocionada yendo a sus brazos para recibir su saludo por su parte. Si bien aún era temprano, disfrutaron de estar un rato juntos los tres en los que veían lo que Miri hacía imitándolos a su manera graciosa, además de realizar sus ejercicios que la motivaban a caminar.

     Detalles que tenían la atención de Kyutaro porque era un momento para capturar, y con permiso quiso tener una foto de su sobrina por lo encantadora que era y como el momento se daba, eso hizo querer hacer también que Kazuki por mantener la energía del lugar como tener para recordarlo como fue por hacer tiempo, muchas fotos salieron y todas llenas de encanto.

     Hasta que, volvieron a sus puestos para seguir con la fase final: la cena. Aquel Alfa de fragancia a café no quiso hacerlo complicado para esa pareja de opuestos como también con la promesa de que quería ver más a su sobrina.

     Ellos, entre risas, aceptaron para seguir con su simulación.

     Así fue como, la primera semana en la que hicieron la prueba del restaurante salió bien siguiendo los consejos de Kyutaro, a sí mismo, Miri disfrutó ser un poco el centro de atención mientras sus padres trabajaban de aquí para allá hasta que llegó la noche en la que cerraron y como su hija quedó cansada y ellos estaban dejándose llevar un poco por una vez desde que su carga valiosa había nació, hasta que entre sus caricias, ambos permitieron aflorar sus celos y, ciertamente, con lo bien que había ido todo y viendo que no tendrían interrupciones.

     En el primer beso que se dieron, una vez acostaron a su hija, dio el pasó como un motivo de celebración de que podían seguir con su el nuevo negocio, para que, por fin, también después de mucho retomaran en tener una noche habitual de celo y seguir buscando en avivar su llama del amor.

8 de octubre (11 meses)

El restaurante en su primer mes de apertura le iba de maravilla. Los clientes venían, tanto por recomendación de sus conocidos como por la de Kyutaro, esto logró que pudiesen llevar un buen ritmo con atender a su familia como el negocio, como también que habían podido volver a tener un poco de intimidad que les ayudaba a que el buen humor en sus labores se sintiese al mismo tiempo que ayudaba a que Miri se quedase tranquila porque le gustaba sentir la armonía de sus feromonas en sintonía.

       Ella desde su silla especial que daba dirección a la barra veía todo sin sentirse ignorada porque sus dos papás estaban al pendiente de sus necesidades como cuando venía el tío Kyu-chan o el grupo de los amigos de sus padres acompañados de los bebés para distraerse un rato.

       Claro que, para Miri, cuando sus pequeños iguales venían, la diversión empezaba cuando entre ellos se encontraba el bebé de nombre Taiga, le gustaba pasar tiempo con él, seguro era porque como era un Omega y ella una Alfa, y le gustaba esa interacción, aunque sus padres al darse cuenta algunas veces buscaban de que mantuviese distancia, sobre todo, Kazuki porque decía que era muy joven para pensar tener relaciones tan cercanas.

      Cosa que a veces ella le peleaba a su "ba" porque los separaba y no le gustaba, pero siempre quedaba para otro momento por lo ocupado terminaba poniéndose la jornada laboral por el tarde-noche que le hacían olvidarse del asunto.

      Hasta cierto suceso.

     Así fue como, en la temporada del otoño, con la llegada de los once meses de la pequeña Alfa vinieron como los anteriores con muchos cambios, mas, este en específico, ella estaba desarrollando más su autonomía. Estando en casa, ella se dio cuenta de que podía hacer muchas acrobacias que le permitieran salir de la cuna o su silla de comedor hasta gatear por el suelo.

     Lo cual, le hacía explorar. Se perdía por la casa unos minutos hasta que sus padres se daban cuenta de que no estaba donde debería de estar hasta encontrarla, si bien, la dejaban hacerlo, después de todo, su padre Alfa dejaba la casa limpia y despejada, cosa que tranquilizaba a su padre Omega porque no había peligro que recorrer.

      Sin embargo, no desistía de estar al pendiente de su bienestar por la razón evidente de que Miri era muy lista para poder escaparse; a veces estaba en un sitio y al otro no.

      Excepto cuando debían de trabajar los otros seis días de la semana. Estando ellos abajo, ella se encontraba ahora, como bien sabía, sujeta a su taburete después de haber comido su almuerzo. Se notaba que no tenía sueño después de ese gran platillo, ni siquiera exigió pecho para degustarlo un poco (le estaba perdiendo el gusto a la leche materna desde hace un mes), lo que ella quería ahora era solamente bajarse de donde estaba.

     —No, Miri, Kazuki papá y Rei papá tienen que seguir trabajando —le recordó Kazuki recogiéndole su plato, viéndola como se quería desatar.

     —¿Otra vez anda buscando bajarse? —preguntó Rei tomando el plato a las espaldas de su pareja.

     —Sí —contestó acercándose a su hija para asegurarse de que estaba bien atada—. No sé cómo lo hace, pero es en casa que no me preocupa que lo haga. Aquí hay mucha gente para dejarla ser libre.

     —Tú no quisiste contratarle una niñera.

    —Porque tú tampoco quisiste por tus celos de pensar que te podrían quitar a tus dos Alfas.

    —A mí no me digas celoso. Yo solo los protejo de cualquier desconocido que quiera entrar de fácil a distraerlos —defendió su posición el Omega entretanto se cruzaba de brazos—. Tú eres quien se pone así por el bebé Taiga cuando Miri es cariñosa con él.

   —¡Ai! ¡Ai!

   —No, Miri. Tu amiguito Taiga hoy no viene —le dijo a su hija, la cual hizo un puchero porque no vería a su amigo—. No te pongas así. Sabes bien que luego pasaremos tiempo juntos.

     Eso la animó.

     Miri extrañaba jugar con sus papás como lo hacía en casa con el famoso "busca y encuentra". No deseaba esperar, pero tenía que hacerlo, sobre todo, cuando se dio cuenta de que sus papás tenían que volver a su otro juego de la cocina en el que ella no participaba como quisiera.

     Así fue como pasaron unas pocas horas desde que habían abierto el Diner Nest desde su descanso y muchos de sus comensales habituales estaban esperando para probar las delicias del día que hacía el Alfa en su turno de la jornada de la tarde mientras todos deseaban ser atendidos por el Omega.

     A raíz de eso, el restaurante se llenó de golpe, y eso tuvo a Kazuki y Rei corriendo de aquí para allá con los pedidos a los comensales. Miri se percató de que estaban distraídos para verla y como tampoco tenía a los clientes mirones de la barra cautivados por su ternura, lo vio como una oportunidad, así que, se arriesgó a desatarse para deslizarse por debajo de esta.

     Tuvo cuidado hasta que sus pies rozaron la escalera que tenía para montarse. Seguido de eso, se terminó apoyando del suelo hasta que cayó sentada. No se hizo daño al ser una caída planeada, por lo que se dispuso a poner sus manos en el suelo para gatear y abrirse paso entre la gente para encaminarse a la puerta del local.

     Esta evidentemente estaba cerrada para cuando se aproximó, pero un cliente entró, dándole de esa forma la oportunidad de irse por la misma a la calle.

     Sin que sus padres se dieran cuenta.

     Ella simplemente estando con el mundo a su altura en esas calles tan coloridas y llenas de gente (al menos estos tenían cuidado en su andar) hasta perderse en su andar y ser llevada por sus propias manos y pies al césped verde del parque.

     No había respuesta de como logró aparecer por ahí, pero, de seguro, llegó por mirar un momento hacía donde iba y perseguir a un niño con un perro que la atrajeron al lugar, y ahí se adentró a pasar el rato.

     Por lo cual, volviendo al lugar donde ella se escapó, tanto Rei como Kazuki no se habían percatado aún de su ausencia en esos breves minutos que habían transcurrido hasta darse una hora, pero, a pesar de, se darían cuenta en algún punto al tener controlado sus tiempos como para no darle una vuelta y asegurarse de que se encontraba bien.

    —Rei, revisa a Miri, de tantos clientes que hay no he podido llevarle su vaso de agua —pidió Kazuki a su compañero.

    Este le acató la orden, llevándose el respectivo biberón servido con agua, sin embargo, al estar por la zona en la que se suponía donde debía estar su hija, lo dejó caer como reflejo de lo que veía.

    Fue un sonido seco, realmente se hizo audible en el momento.

    Para Kazuki, fue como si todo se silenciara, eso le extrañó y quería preguntarle qué había pasado, pero no supuso al instante que pudo ser algo bueno. Al contario, sentía en su marca compartida que algo malo había pasado como también las feromonas a pudín de su pareja destinada estaban inundando el ambiente de una forma amenazante que provocó que todos los clientes que hubiesen pagado por su comida se marcharan despavoridos.

     El Alfa tuvo que detener su labor culinaria para evitar accidentes y, de esta manera, saber que pasaba. Cuando estuvo en la escena donde estaba su Omega, entendió porque tuvo dicha reacción.

    —¡MIRI NO ESTÁ! —pronunció Rei con su mirada en una expresión fría, pidiéndole una solución a su pareja.

    No supo que decir, mucho menos que hacer al momento. La esencia a budín tras esa observación lo estaba embriagando y obligando a expulsar su propia fragancia de hogaza para corresponderle al llamado de su compañero.

    Sus miradas se detallaron unos segundos como a la silla en la que se supone que su hija debería de estar.

    Era claro que alguien pudo llevársela como un acto de maldad, por lo cual, tuvieron que ponerse manos a la obra ante los hechos.

    A pesar de, que quien había causado todo este revuelo no era así.

   Si bien, Miri se había perdido de la vista de sus padres, si nos ponemos desde su perspectiva, ella no lo consideraba así estando en la zona del parque divirtiéndose a los juegos que su estatura de setenta y cinco centímetros y sus movimientos a cuatro extremidades le permitiesen.

    Ella se lo estaba pasando bien explorando. Aunque si le ponía un poco inquieta ver de reojo a sus lados y que sus padres no estuviesen con ella, por un momento, pensó que los siguió y se encontraban jugando juntos al escondite por pasar tiempo de calidad como le dijo su papá Alfa.

    Por lo cual, en todo el parque con los demás niños seguía descubriendo los rincones del tobogán, el sube y baja, el columpio... todos los juegos que tuviese el patio en el que estaba hasta que quiso imitar a los niños grandes. Observarlos caminar le motivaba a querer también andar a dos pies en vez de seguir gateando.

    Aquella pequeña Alfa solo estaba en su mundo. Teniendo ese pensamiento de aprender a andar se dispuso a hacerlo, si bien se caía porque estando apoyada era que tenía mejor impulso, cuando nada había, sus piernas le temblaban un poco.

    No se lastimaba, mas si bufaba molesta de que si en casa podía ir de aquí para allá con los muebles sobre sus extremidades inferiores cuando lo descubrió, aquí también lo haría como los otros niños sin apoyo.

    Ella quería lograr su hazaña para demostrar que era igual de fuerte que sus padres, tanto que se olvidó de seguir jugando con los juegos, solamente como lo enfocaba: necesitaba caminar para ser igual a Kazuki papá y Rei papá. Teniendo ese pensamiento, decidió volver a mirar su entorno con la idea de que la llamaban.

    —¿Ei papá? —preguntó especulando que estaban ahí—. ¿Ikki papá?

    No escuchó respuesta. Por lo que, en su pequeña aventura, continuó ejercitando sus piernas para poder ir a donde le diesen. Después de todo, no iba a regresar sola hasta que sus padres la encontraran.

    Ciertamente, hoy Miri quería jugar al escondite.

    Es por eso por lo que, pasando a otro punto: La desesperación le ganaba a Rei y Kazuki.

    Con prisas habían cerrado "Diner Nest" para ir en busca de su hija que no sabían a donde podría ir siendo una bebé que solo gateaba y se expresaba en pocas palabras.

    Esto le hacía sentir al Omega que la tuvo muchos sentimientos encontrados gritando su nombre, viendo todas las esquinas y espacios pequeños pensando que se había quedado atrapada o dormida ahí mientras el Alfa preguntaba a todos los que pasaban si habían visto a una bebé linda y adorable con un vestido naranja y dos coletas pasar por las calles.

    Pero él como respuesta recibía un no y quien la buscaba por los rincones no encontraba ni siquiera una pista. Ninguno sabía cómo hablarse del asunto y darse apoyo, pues no podían creer que su pequeña en un instante estaba y al otro no.

    Se pusieron a caminar unas pocas cuadras por la calle teniendo la idea de que los hermosos ojos color acaramelado de Miri fuesen curiosos en guiarla en lo que fuese llamativo, pero, ciertamente seguían cayendo en lo mismo.

    —¿¡Donde se pudo haber metido?! ¡Solo tiene once meses! —exclamó Kazuki al borde de la ansiedad.

    —No lo sé... —Rei juntó sus manos para ponerla en su pecho, realmente no se sentía seguro de saber que su Miri no estaba.

    —¡Alguien la debió de agarrar para comérsela! ¡Alguien la secuestró!

    —¡No digas eso! —le gritó Rei en desesperación, deteniéndose en el camino.

    —¿¡Y cómo quieres que me lo tomé, Rei!? —lo agarró de los hombros. Estaban sintiendo las emociones del otro recorrer su piel por compartir la marca de unión—. ¡Ella puede estar en peligro!

    —¡Lo sé! ¡La tuve un año dentro de mí! — le recordó en su desesperación—. ¡No me digas esas cosas! ¡Tú no fuiste quien...! ¡Tú no... Lo siento, es que no quiero pensar que...

    Kazuki se dio cuenta de que gritar no los iba a llevar a nada, simplemente al reconocer que las cosas se tensaron un poco, pegó a Rei a sus hombros para que sintiera su calor corporal y sus feromonas de pan, y, de esta manera, se serenara para centrarse en lo que debían de hacer.

    —Sí, tienes razón. No debí de verlo de ese modo —le palmeó su espalda, para luego separar a su pareja de su cuerpo y tocar con sutileza la parte de su abdomen para que se sintiera tranquilo—. No te preocupes, tú hiciste un increíble trabajo, entiendo cómo te debe de preocupar que no esté. No está perdida, ya verás que la encontraremos.

    Él le asintió seguro de sus palabras.

    Ambos estando con más calma retomaron su búsqueda. Si bien, seguían sin tener una respuesta afirmativa de que la hubiesen visto, algunos le recomendaban ir a la policía porque se estaba haciendo un poco tarde y seguro alguien pudo llevarla ahí. Era una opción, mas Rei se puso terco de que Miri no hubiese aceptado estar en brazos de extraños si ellos no estaban presentes, así que, tuvo que convencer de Kazuki de seguir viendo por la zona.

    Estando por el lugar, detallaron en la esquina un parque lleno de juegos, el cual no estaba tan lejos de su hogar. Aquella pareja de opuestos sincronizó sus miradas al pensar que podía estar ahí pasando lo que queda del día como si nada.

    Los pasos de ambos, al tener su buena condición física, fueron al mismo ritmo. Se adentraron, donde vieron uno que otro niño a lo lejos correteando por lo que tenía el lugar, verdaderamente, ninguno se le parecía y para Rei siendo Omega era un poco doloroso ver tantos pequeños, pero que ninguno fuese su niña, inclusive Kazuki compartió esa melancolía por desistir para ir con la policía, hasta que divisaron e identificaron esa linda cabellera castaña.

    —¡Miri! —clamaron al unísono cuando la vieron ahí de pie en medio del parque, sonriendo como si nada.

    —Ikki papá, Ei papá —los llamó, diciendo sus primeras palabras en una frase completa al mismo tiempo que caminaba hacía ellos, estando feliz de que la encontraron.

     Ni Rei, ni Kazuki podían creer lo que sus ojos veían. Su pequeña si de por sí había tenido una aventura, observarla caminar hacía ellos gritando con emoción sus nombres a su manera en vez de los simples "ba" y "baba" que soltaba por costumbre les hizo sentir su corazón a mil.

     Se adentraron más al parque. Realmente, fue un momento que para los tres el tiempo se detuvo; Miri venía a su ritmo en lo que sus pequeños pasos le permitieran, pero sin caerse mientras Rei y Kazuki acortaban la distancia para estar seguros de que era ella y no una alucinación de su desesperación.

     Fue así como, Kazuki se agachó, extendiéndose sus brazos para motivarla a que viniera a él.

     —Miri, por Dios, tú... —el aire le faltaba al Alfa de esencia a pan una vez atajó en brazos a su hija.

    —Ikki papá —ella lo abrazó, ciertamente tenerlo cerca le pareció reconfortante, como si por lo que había hecho de haberse dado a la fuga no fue tan buena idea como pensó.

    —Está bien... —soltó el Omega que la tuvo, posando su palma en la espalda de su pequeña, estando aliviado de estar cerca de sus dos personas importantes—. Miri está bien y puede caminar...

    —Seguro por eso llegó tan lejos. Hemos estado tan ocupados... —Kazuki suspiró correspondiendo al gesto de su pequeña.

    —Ei papá —ella le llamó estando en los brazos de su otro papá—. Ei papá.

    —Aquí estoy, traviesa.

    —Ei papá... —le volvió a decir, le gustaba saber que estaba cerca y oliendo a esas feromonas a pudín—. Ikki papá...

    —En serio, la regañaría, pero con tenerla en mis brazos no tengo porque —el padre Alfa se puso a su andar. Debían de regresar ahora que la encontraron.

    —Una charla estaría bien. No quiero pasar otro susto, menos ahora que sabe caminar —le aconsejó siguiéndoles el ritmo, observando como su hija se acomodaba en el hombro de su compañero.

    —Sí... Quién sabe si ella puede abrir puertas también —realmente estaba nervioso—. Aunque, ni siquiera se lastimó, parece que solo se divirtió y nos estuvo esperando para enseñarnos que sabe cosas de las que ni hemos estado al pendiente —las lágrimas, repentinamente aparecieron en los ojos de Kazuki al pensar en eso—. Miri es tan encantadora y llena de sorpresas como la primera vez que nos enteramos de su llegada.

    —Ella está creciendo. Siempre aprende algo nuevo para enseñarnos un poco de su mundo —le dijo Rei a su pareja con una sonrisa en sus labios viendo como su hija estaba cerrando sus propios ojitos—. Para mí mala suerte, tiene tu energía... Si bien, parece que tuvo un día cansado.

    —Igual que nosotros. Por hoy, le haré caso a nuestra Miri —dijo viendo que el sol se empezaba a ocultar—. Sería bueno tomar una siesta.

    —Ya mañana será otro día —apoyó en la idea, buscando de tomar la mano que le quedaba libre—. Vamos a dormir los tres juntos, revivir un poco los viejos tiempos.

    —Encantado estaré, Rei —lo agarró de la mano al ver su intención a la vez que también le dio beso en su mejilla—. A fin de cuentas, todo es mejor desde que estamos juntos.

8 de noviembre (Primer año)

Hoy Miri cumple su primer año.

        Por esa razón, la familia Kurusu Suwa tenía que tomarse el día para celebrar, después de todo, en el segundo mes de abertura del restaurante las cosas habían estado yendo bien, además de aquel susto en el que Miri les demostró a sus papás de no descuidarla, y vaya que no lo hicieron.

       Ambos aprendieron de sus errores y, como aprendieron de ese incidente, era bueno tomarse un descanso de vez en cuando. Así que, al ser una ocasión especial como el cumpleaños decidieron tomarse el día, aún más que este había caído domingo, lo cual hizo que todos sus conocidos (el grupo de maternidad apodado "jirafita" y el tío Kyu-chan) pudiesen confirmar su asistencia.

       Tanto, Rei como Kazuki con eso en la lista. Se pusieron desde temprano a decorar como hacer un poco de aperitivos para la pequeña fiesta desde temprano, ya que, debían de aprovechar que Miri dormía y podrían sorprenderla de esa manera al despertar.

       Después de todo, era consciente a su alrededor y de saber que las cosas habían estado yendo bien desde que sus papás tenían el restaurante, eso le ayudaría a seguir sonriendo.

       Recapitulando un poco, las vivencias de los últimos meses habían sido todo un reto como bien lo reconocían el Omega y el Alfa desde que nació su hija con todos los contratiempos, su problema con el peso, las discusiones y su pequeña aventura en el parque donde les enseñó que ya sabe caminar y hablar representaban, sin duda, era lo que indicaba que iban por buen camino, a pesar de todo.

     —Ah, quien diría que nuestra Miri ya tendría un año —dijo Kazuki mezclando los ingredientes del pastel sin poder creer su niña se estaba haciendo mayor.

     —Sí, pensar que hace unos meses solo balbuceaba y se bañaba en saliva —le seguía la plática Rei a su pareja, mientras ponía la decoración por la sala—. Ahora solo quiere la comida que le preparamos. Ya no le gusta tomar de mi pecho, solo lo usa como almohada porque me siente cerca. Sí que es independiente.

      —Bah, de lo que Miri se pierde —soltó quien cocinaba por pensar que su hija no aprovechó lo suficiente de la leche materna—. Me tocará a mí disfrutarlas ahora que no las quiere. En eso habíamos quedado.

       Aquel comentario hizo que uno de los conejos que usaría para adornar la mesa se le cayeron. De pensarlo, si le causaba cierto gusto, pero no era momento, mucho menos día para considerarlo.

       —No lo ha dejado del todo. Yo solo dije "ya no le gusta", pero aún lo busca... —le aclaró recogiendo el adorno para ponerlo donde lo iba a poner para luego ir por a buscar el letrero que iría colgado—. No seas tan necesitado.

       —¿Yo? Oh, vamos, Rei. Como si tú no quisieras.

       —Para nada —mintió revisando el cartel que vino a buscar. Una vez que lo tuvo, volvió a la sala.

     —Sí, ajá, y te creí —le expuso poniendo la mezcla del bizcocho en el recipiente.

     —No te quejes tanto. Sabes que no te he negado otras cosas.

     Aquellas palabras lograron provocar una sonrisa en el Alfa, por lo cual, decidió ser rápido en poner la tarta a hacerse para seguirle esa insinuación a su compañero. También para no recibir un regaño porque se dejaba llevar por sus impulsos animales y no terminaba sus tareas del hogar que tenían acordadas.

     Con eso resuelto, fue el momento en que se apartó de la cocina para iniciar su verdadera intención. Ante eso, el Omega estaba un poco distraído como para darse cuenta de que caminaba a sus espaldas con ciertas intenciones, si bien percibía como se le acercaba por costumbre de su viejo entrenamiento, decidió seguirle el juego.

     Sobre todo, si entre sus propias feromonas de pudín y pan se estaban llamando.

      Así que, aprovechando que la tarta se estaba horneando, también quisieron subir la temperatura un poco entre ellos. Kazuki estando detrás de él, se acercó cuidadosamente para besar el cuello de Rei, obteniendo así, que este se estremeciera.

     —Eres todo un mentiroso... Debería castigarte por eso...

     —En otro momento será —le dijo dándose la vuelta quedando frente a frente.

    —¿Y cómo estaré tan seguro de que me lo compensarás?

     Él lo besó. Con ese gesto, entendió que si habrá acción después.

     —Ahora, ayúdame a poner el letrero que hicimos anoche, Kazu —le pidió con una sonrisa.

     Kazuki antes de hacerlo le devolvió el mimo de juntar sus labios para luego ponerse a continuar con la decoración de su estancia hasta que el pastel estuviese hecho para también adornarlo.

     Rei se puso a una de las esquinas sosteniendo la punta izquierda del cartel entretanto su pareja agarraba la que quedaba para alzarla sobre la pared y que él pudiese pegarla.

     Primeramente, se aseguró de que no estuviese torcido para no escuchar quejas de Kazuki y su lado perfeccionista. Al verse bien y no tener ninguna arruga fue que lo adhirió al muro siendo observados por una pequeña inquilina.

     —¡Ei papá! ¡Ikki papá! —saludó Miri entrando a la sala por sus propios pies.

     —Vaya, nuestra pequeña se despertó —indicó Kazuki terminando de pegar su lado del letrero.

     Ambos se giraron hacía ella para recibirla de esa misma manera enérgica con la que vino a verlos.

    —¡Wow! —exclamó su hija señalando los adornos por todos lados—. ¡Ei papá! ¡Ikki papá!

    —Sí, Miri, todo es para ti. ¿Sabes por qué? —le indicó Rei con la misma sonrisa que tenía desde hace un rato.

    —¡Porque es tu cumpleaños! —le exclamó su otro papá atajándola entre sus brazos para hacerle un avioncito—. Buenos días, Miri. ¡Feliz cumpleaños!

     Ella se reía por la manera tan vigorizante que fue recibida por su papá Alfa. No entendía bien a lo que se refería con eso de "cumpleaños", pero le agradaba que estuviese de buen humor, lo percibía en esas feromonas dominantes a pan como la fragancia pasiva a pudín de su papá Omega.

     —Hoy es un gran día para ti, Miri. Feliz cumpleaños —se acercó quien faltaba a besarla en la mejilla cuando su pareja la recargó entre sus brazos—. Espero hoy como todos los días seas feliz.

      —Yo también lo espero. Nos esperan tus amiguitos y el tío Kyu-chan más tarde.

       Oír que vendrían sus conocidos le emocionaba mucho. Así no supiera la razón, porque siendo atenta a como llevaban la rutina sus padres no estaban trabajando para que hubiese un motivo para que los visitaban, pero si había una excepción especial: ella era feliz de que se siguiera cumpliendo para estar todos juntos.

      Se fueron los tres a la mesa para desayunar en familia, ya que, aun cuando los adultos de la casa estaban despiertos desde temprano, no querían comer sin su niña. Claro que, antes de servir el festín preparado para el desayuno, el encargado de hacer la tarta fue a revisarla, dado que, no quería que se quemara.

     Fue justo en el punto que inspeccionó con la prueba del palillo para saber si la masa no se pegaba. Como esta no lo hizo, indicó que estaba listo, así que, lo sacó para dejar que se enfriara mientras comían.

     —¡Ikki papá! ¡Ah! ¡Ah! —Miri no evitó señalarle el bizcocho con entusiasmo al ser la primera vez que veía algo tan rico.

     —No, Miri, es para después —le explicó al entender que quería primero probar del nuevo manjar—. Cuando vengan todos es que podrás comerla.

     —Bu —soltó decepcionada de que no le iba a dar a probar ni siquiera un poco.

     Rei se percató de que Kazuki estaba siendo un poco egoísta en el capricho de la cumpleañera por el hecho de que no quería dañarle su apetito. Así que, tomando la ventaja que este estaba volviendo para la mesa, él se levantó, excusándose de que había olvidado traer el jugo de Miri (lo cual era cierto) para ir por el cómo también en el proceso rebanar discretamente un pedazo del bizcocho y llevarlo con lo que vino a buscar.

     Kazuki sabía que Rei tramaba algo por la manera en que regresó muy tranquilo con una de sus manos en la espalda. Quiso ver que podría ser, pero este era más hábil, sobre todo, astuto en distraerlo con sus feromonas para tenerlo pensando en otra cosa.

     Se daba cuenta de eso.

     —Estás jugando sucio, Rei —le indicó, viéndolo con una sonrisa maliciosa, mientras le servía el desayuno sorpresa a su hija: un budín de pan que hizo que le brillaran los ojos—. Más te vale que no sea lo que estoy pensando.

     —Yo no estoy haciendo nada —le señaló poniendo el vasito especial de Miri en la mesa sin dejar ver lo que escondía.

     —¿No? —el Alfa lo miraba sin dejar de detallarlo a la vez que tenía una cuchara llena con el pudín de la cumpleañera—. ¿Qué tanto escondes? No... ¡Agarraste un pedazo del pastel!

     Sin poder evitarlo, puso el plato con las migajas que había rallado con el cuchillo sobre la mesa. Eso hizo que su pareja se pusiera una furia porque lo desobedeció, si bien lo expresaba más como la rabieta infantil, y eso que tenían a una bebé en la mesa para hacerlas.

     —No puedes negarle un trocito. Ella lo merece.

     —No, ¡no es justo! Debe de comerlo en el momento, cuando sea especial, ese es el plan...

     —No siempre se necesita de ellos. Sería bueno que disfrute un poco de su desayuno acompañado de un poco de pastel —le expuso Rei sentándose a la mesa para comer—. Después de todo, no hay que desperdiciar nada.

     —Rei Suwa cuando sea el momento yo...

     —¡Ikki papá! —regañó Miri al ver que su papá Alfa se metía mucho con su papá Omega. Como también que no le daba su comida.

    —Vale, vale, no tenemos que pelear —aceptó el sermoneó de pocas palabras al percatarse de que no tenía que ponerse como un niño ante una pequeña excepción—. Hagámosle caso a Rei papá, Miri. Hoy es tu día y debes de disfrutar.

     Siguiendo el consejo de su pareja, Kazuki decidió tomar el plato que este había traído con el pequeño pedazo de tarta para mezclarlo con el intento de budín de pan sin azúcar para dárselo a Miri.

     Evidentemente, ella cuando vio aquel platillo lleno de los colores parecidos a las fragancias que sus padres impregnaban en el aire en esas tonalidades cálidas se entusiasmó más. Tanto que, exigía con sus manitos el cubierto para ella comer a sola.

     —Sí, Miri, ya te doy la comida —le aclaró sirviéndole la combinación de alimentos dulces en su bandeja con figuras de patitos al mismo tiempo que la vertía en la cuchara para que le diera su primer bocado.

     Al ver lo que su padre Alfa hacía, la pequeña no tenía ganas de que la alimentara como siempre.

    —¡No! ¡Ikki papá! ¡Ame! Ame!

     Esa última palabra era nueva en su vocabulario. Seguro la aprendió de sus turnos en el restaurante cuando estaban agobiados que se pedían de esa manera las cosas como en los encuentros breves de la noche que estaban retomando poco a poco por aprovechar de que dormía de corrido a sus horas.

     Al parecer, los escándalos de su intimidad resonaban hasta la cuna donde dormía porque, en específico, el término "dame" venía más de eso que de su jornada laboral.

     Evidentemente, Rei y Kazuki cruzaron sus miradas acompañadas de un rubor en sus mejillas por el buen oído que tenía su hija.

     —Tu vocabulario está cada está más amplio, Miri —halagó el Alfa de los nervios con su fragancia a hogaza por el aire—. ¿No crees, Rei papá?

     —Sí... —expresó el Omega expulsando también su esencia a pudin—. Hay que revisar lo que ve... lo que oye para que no repita otras cosas...

      —Estoy de acuerdo —le dejó el cubierto que pedía a su hija para degustara a su manera—. Después de todo, es una niña grande.

      Ella les sonrió, enseñándoles sus dos dientes salidos por los comentarios que le daban. Además, de que le agradaba saborear su nueva comida favorita que le recordaba a sus papás acompañada de esa masa suave del pastel, para ella era disfrutar de la mezcla perfecta estando como más le gustaba: juntos.

      Por lo cual, entre sus intentos por comer, buscó de no ensuciarse tanto para demostrar que como su aventura en el parque podía hacerlo sola, aunque tuvo uno que otro embarre del pudín en sus mejillas porque usó sus manitas como cubierto al no tenerle práctica a la cuchara.

     Sus padres disfrutaban de verla siendo tan feliz en su mundo.

     —¡Ei papá! ¡Ikki papá! —les llamó al terminar de comer.

     —¿Estaba rico, Miri? —le preguntó Kazuki a su pequeña.

     Ella como respuesta a su pregunta le aplaudió. Eso lo enterneció, tanto que, sin importarle lo pegajosa que estaba por el dulce la besó en su mejilla para seguir haciéndola reír. Ciertamente, Rei disfrutaba de la escena, pero también quería unirse a imitar el gesto de Kazuki, así que, eso hizo.

     Estuvieron mimándola durante un rato en esa hora de la mañana hasta que recordaron que tenían una fiesta que preparar.

     Ambos adultos se habían divido las tareas desde temprano como buen equipo, por lo tanto, seguirían con lo programado: Kazuki terminaría de decoran la tarta con el betún de colorante rosa (ante las dudas de tanta azúcar le preguntaron a la doctora Anna si era bueno que la consumiera, como ella era una buena niña cumplía, les dijo que podían hacer una excepción) para luego bañarlo en chispas de colores y colocarle esa vela de con forma de conejo blanco que sostenía una zanahoria que iba a acompañado del número uno, mientras tanto, Rei se llevó a Miri a darle un baño para arreglarla con su vestido naranja con estampado de cuadros blancos que la hacía lucir toda una muñequita; también la peino con dos coletas y una horquilla con una flor roja.

     La cumpleañera lucía encantadora.

     Rei sabía que no tenía tanta práctica con los peinados para niñas como los hacía su pareja en los momentos que salían en su único día libre, pero intentó hacer lo mejor que pudo.

    Claro que, dudó por unos momentos, hasta que escuchó entrar a Kazuki a sus espaldas del cuarto tomando una foto del momento a la vez que era un mar de lágrimas de ver a su dúo favorito compartiendo en una escena tan tierna.

     De este modo, como Miri estaba vestida de pies a cabeza, era turno de los dos adultos arreglarse. Como Rei no era de ponerse tantas cosas como lo era Kazuki, pues este empezó primero, solo tardó un poco más que de costumbre porque escuchaba decir a su pareja que debía de estar así fuese presentable.

     El Omega salió con su cabello amarrado en una coleta baja luciendo un pantalón simple y cómodo en conjunto de una camisa azul de manga larga que le había regalado su compañero en su cumpleaños pasado para una ocasión que lo mereciese, y ser el cumpleaños de su pequeña Alfa ameritaba estrenarla.

     Evidentemente, la manera en que Rei se veía para los ojos de Kazuki era deslumbrante, aunque para Miri era sentir que le faltaba algo.

     —Parece que a Miri no le gusta que me vista así —dijo quien estaba de pie en la habitación al sentir la mirada curiosa de su pequeña.

     —¿No te gusta como luce Rei papá, Miri?

     Ella no sabía cómo expresar que sí le gustaba, pero que también quería ver lo mismo de siempre. Intentó decirlo en sus monosílabos y bisílabos, pero en su manera de detallarlo, logró hacer sentir incómodo a su padre Omega.

    Realmente, no quería eso, así que, buscó de bajarse de la cama con cuidado sin dañar la manera en que se veía para acercarse a su pierna y, de esta forma, alzarle sus brazitos para que la cargase.

     —Ya entendí que no me veo bien, cumpleañera —le aseguró a su hija.

     Miri hizo un puchero por ese comentario, no quería que interpretara eso. Por esa razón, seguía insistiendo que la levanta, aunque Kazuki lo iba a hacer por ver el pequeño berrinche que se estaba armando, mas ella no quiso que lo cargase.

     Así que, Rei tuvo que acceder a su levantarla.

    —¿Me darás algún consejo, pequeña traviesa?

    Su hija le negó. Solamente se ponía a ver su ropa como si buscase algo.

    —¿Ei papá?

    —¿Pasa algo, Miri? —le continuó preguntando.

     Ella se dio cuenta de que ni su otro papá lo entendía, por lo que, tuvo que usar otra vez sus manitos tocando su camisa, indicándole lo que deseaba.

     Si bien quien la tenía en brazos no entendía lo que hacía, Kazuki, quien era el observador si lo comprendía por la manera un poco exacta que señalaba ciertos sitios sobre la ropa.

     Eso le enternecía, por lo cual, quiso ayudarla. Tuvo que pedir permiso a su compañero para explicarle lo que su hija estaba haciendo; al tenerlo, le alzó su manga donde se veía una de las marcas.

     Aunque, al portador de dichas heridas le confundió el gesto. Este logró poner feliz a Miri de verla que no se resistió en tocarla.

     —Que linda. Le gustan tus cicatrices.

     —Icatis —repitió la palabra que dijo su padre Alfa mientras su manito seguía ahí.

     Eso sonrojó a Rei. Pensaba que a Miri no le podrían gustar mucho porque lo hacían verse un poco maltratado (y eso que había retomado un poco el ejercicio con todo esto del trabajo) como no todas tenían un buen recuerdo.

     Pero había una excepción para todas ellas, la única que era su preferida.

     Ahí fue que decidió acostarse unos minutos con ella sobre la cama para seguir apreciando el momento.

    —¿Te gustan mucho mis cicatrices, Miri? —le cuestionó sobre la cama, a la cual ella le asintió—. Sabes, tú me hiciste una justamente en este día especial —le toca la punta de su nariz para luego alzarse su camisa, enseñándole la que tenía en la zona de su ombligo hasta su vientre—. De aquí viniste tú. De todas las que tengo, esta es mi favorita porque siempre me recordará que te tuve aquí conmigo.

      Ella la veía con curiosidad, incluso como la del brazo quiso tocarla.

      Con delicadeza lo hizo al percatarse de que era diferente a las que había visto desde que su memoria era más activa desde los nueve meses, pero con la frase que le dijo su papá Omega de "te tuve aquí conmigo" le hizo ponerse alegre de saber que ella estuvo más cerca de él de lo que pudiese pensar.

      Fue, de esta manera, que la esencia a tostadas francesas de Miri se liberó con tranquilidad mientras la esencia a pudín de Rei la envolvía por corresponder al llamado, sin dejar de lado que las de Kazuki también aparecía en el ambiente.

      Eso logró volver a poner en llanto a Kazuki por la razón obvia de que las feromonas de su pequeña Alfa como de su Omega estaban en el aire, lo cual lo hacían sensible al momento.

     —Termínate de arreglar. Ya pronto será la hora en la que llegaran nuestros invitados y no querrás no haber estado listo por demorarte como el anciano que eres, tonto.

     —Y tenías que arruinar el momento tan tierno, Rei —expuso Kazuki triste de que cortara la escena, no obstante, su compañero tenía razón en que sus amigos vendrían pronto—. Espérenme en la sala, no tardo.

      El Omega y su bebé se dirigieron a la estancia con el sofá para entretenerse viendo aún las cicatrices del Omega porque eso era la parte favorita de la pequeña, y ahora con la de su abdomen estaba maravillada tocándola sin dejar de repetir la palabra "icatis" un par de veces.

     El portador de estas tenía una sonrisa puesta en sus labios de lo curioso que era estar volviendo a ver sus viejas heridas desde la última vez que lo hacía, fuese al bañarse o cuando su Alfa se ponía darle los mismos mimos que hacía su hija.

     No sabía si era una conducta hereditaria, pero no le importaba ante lo adorable que le parecía que sus dos Alfas preferidos les gustaban uno de sus mayores complejos. Estuvo pensando en eso un rato estando al pendiente de su pequeña hasta que su pareja decidió aparecer en la sala bien vestido con un atuendo semiformal; una camisa de color roja con un pantalón negro que relucía bastante bien su cuerpo de Alfa.

     Rei le mencionó que era un presumido por lucir esas prendas, mas Kazuki lo tomó como un halago porque la expresión en los ojos de su opuesto señalaba lo contrario. Aunque, eso quedaba para debatirlo en otro momento.

     Justo en ese instante el timbre sonó, indicando que su primer invitado había llegado y este era el tío Kyu-chan con un regalo para su sobrina. Miri con verlo se abalanzó encima de él porque lo extrañaba y quería darle un abrazo como contarle lo que había estado viviendo en la mañana de hoy.

     Asimismo, los padres de la festejada al darse cuenta de que los demás estarían por llegar, decidieron ir a preparar el recalentado para el almuerzo: las empanadillas rellenas de verduras y carnes preparadas por Kazuki acompañadas de una porción del arroz especial de Rei en los diferentes platos para cada padre que vendría como los bebés.

     Y vaya que, con pensar en esos últimos, llegaron todos juntos para ahorrarse las molestias de llegar tarde. Miri no podía creer que sus amiguitos habían venido a verla. Su emoción se notaba en sus balbuceos y monosílabos cortos que terminó bajándose de los brazos de su tío para ir a jugar con sus compañeritos, en especial, con el bebé Taiga que tenía un tiempo sin ver.

     La celebración con eso empezó en la tarde llena de muchas risas, comentarios por parte de los padres hablando de sus vivencias de los últimos días como también lo que pasaron en los cumpleaños de sus hijos, uno que otro halago para Kyutaro por ser un Alfa que tenía aire de codiciado, pero que se notaba que tenía a alguien porque tenía cierto olor a vainilla en su ropa que indicaba que era territorio marcado, los cumplidos por la comida con la que lo recibieron sus anfitriones e incluso una mención por la manera en que se llevaban sus hijos entre ellos, sobre todo, Akiro y Jin dijeron que la familia se agrandará en el futuro si su Taiga y la pequeña Miri seguían así de cercanos.

      Eso si les provocó ciertos celos a los padres de la cumpleañera porque no se sentían listos de pensar en que ella se adentrara a ese mundo, pero tuvieron que entre risas incomodas aceptar que si era una buena idea.

     Aunque, si eso pasaba en un futuro muy muy muy lejano, los nietos que tendrían por parte de la belleza deslumbrante de Miri sería toda una suerte para Taiga al ser solo lo que su nombre indicaba con "gracioso", pues tenía a su pequeña entre risas y risas con sus muecas.

     Así fue como transcurrió el día; comida deliciosa, charla casual, los niños jugando a su manera sin lastimarse demostrándose sus propias habilidades y ocurrencias como todo bebé hasta el punto de que a uno le estaba dando sueño por el buen día que estaban teniendo.

     A pesar de, que Miri no era la que estaba cansada, Kazuki no quería que Hinata se acostara sin probar el pastel, por lo cual, tuvieron que adelantar el canto de "cumpleaños" para que los demás padres y Kyutaro aprovecharan de llegar a casa a descansar porque el lunes empezaba otra jornada.

     De este modo, Rei tomó a Miri para llevar a la mesa mientras era seguido por sus invitados. Kazuki estaba viniendo de la cocina a la mesa del comedor con la tarta rosa llena de chispitas y la vela de conejo que emocionó mucho a su hija porque no había visto algo tan llamativo desde que descubrió los peluches de Morio Kart de su papá Omega.

     De la emoción esperaba comerla porque si era como su desayuno, sabía que le encantaría.

     Todos se reunieron a su alrededor. Cantando la canción con esmero para indicarle a la pequeña cumpleañera que le deseaban los mejores deseos, asimismo, cuando el canto acabó con esa tonalidad:

Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz a ti, Miri, cumpleaños feliz...

      Ella con las indicaciones de sus padres sopló la vela con gozo, a su vez de que tenía ese sentimiento de sentirse afortunada.

      Eso se notaba. Haber logrado celebrar rodeados de todos los que se han preocupado por su hija hacía que este día tan especial para Rei y Kazuki significase mucho.

      Después de todo, Miri había tenido un feliz cumpleaños y, sobre todo, como sus padres habían deseado en estos pequeños pasos que daban juntos, ella era feliz.

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