
5
—¿Estás seguro de eso? —fue lo único que pudo preguntarle Kazuki.
Rei solo bajó su mirada. Por su mente estaban pasando demasiadas cosas que no sabía si afirmar o negar esa decisión, en sus feromonas, esparciéndose tan amargamente por la habitación de su compañero se notaba que quería su apoyo. Lo observó queriendo conocer una respuesta por lo que dijo, pero en esos ojos rojos veía preocupación, los cuales buscaban una explicación de cuál era la razón que le hacía actuar así.
Fue ahí que se estaba volviendo a sentirse nervioso de que por elegir la opción incorrecta pudiese decepcionarlo, eso para él representaba uno de los traumas de su niñez.
Otra vez, por mucho que Rei no quisiera, se estaba manifestando ante la presencia de su opuesto.
Rei se sentía en peligro. Inconscientemente solo dejaba que su instinto Omega dominara en el aire que se creaba en este ambiente tan tenso. Kazuki se daba cuenta de eso, sobre todo, por detallar la manera en que su socio mercenario abrazaba su suéter rojo a nivel de su abdomen queriendo sentir seguridad en aquel nido que hizo.
El Alfa decidió acercarse para intentar calmarlo, pero era en vano.
—¡Aléjate de mí!
—Rei, no va a pasar nada. Déjame...
—¡No! ¡Sabes bien que porque te deje acercarme estoy así! —estaba temblando, ciertamente, él no estaba seguro de lo que expresa. Realmente quería que su compañero viniese a abrazarlo porque era la única persona que en este tiempo de convivencia le había dado estabilidad—. No lo hagas... Yo... Yo no... No necesito de un Alfa...
—Lo entiendo, sin embargo, debemos hablar con respecto a lo del bebé —dijo Kazuki buscando de tranquilizarlo—. Lo hicimos los dos y no quiero que te precipites por cómo te estás sintiendo.
Esas palabras confundían aún más a Rei. Demasiados recuerdos vinieron a su mente con relación a su antiguo jefe, recapitulándole que por haber nacido así era una basura, pero que no tuvo más remedio que quedarse con él por ser lo único que le quedaba para continuar con el legado de los Suwa por no querer reconocer que era un error.
El Omega aguantaba soltar sus lágrimas. Acordarse de eso siempre le dolió, después de todo, esa era la razón por la que se odiaba cada día por lo que era y con lo que estaba creciendo en su interior, verdaderamente, solo le hacía despreciarse más por las muchas ideas que le metieron en el pasado.
—¡Todo esto es un problema! ¡Con un aborto es la manera que lo vamos a resolver!
—Rei, no creo que...
Ring, ring
El teléfono del Alfa recibía, nuevamente una llamada.
No tuvo que suponer quien era, pero se aseguró primeramente viendo el identificador donde se leía perfectamente: "Kyutaro Kugi". El remitente contestó con pánico por lo que pudiese decirle, si bien sabía que era relacionado con el encargo que han tardado varios días en atender, no podía pensar ahora en algo más que no fuese la seguridad del Omega a su lado y no querer exponerlo al peligro que le hacía sentir el inconveniente que crearon juntos para involucrarse en otro.
Aun así, tuvo que contestar.
—¡Kyu-chan! ¡Hola! —saludó con un tono nervioso.
—Si Rei está contigo, más te vale poner el altavoz —expresó su jefe sin devolverle el gesto con el que lo recibió.
El destinatario de la llamada tragó saliva para acatar la orden.
—Estamos aquí.
—Escúchenme bien, ese encargo era para tenerlo ya hecho. No me importa si a Kazuki de la nada se le atravesó su rut. Ustedes tienen trabajo —recordó Kyutaro con frialdad—. Me prometieron no volver a tener inconvenientes y espero no sea así esta vez, porque si no la organización tomará el asunto por cuenta propia.
—Sí, ya casi estábamos por hacerlo. Rei y yo hemos estado debatiendo...
—¿Debatir? Rei solo ejecuta. Tú eres quien habla más de la cuenta y créeme que escucharte poniendo la excusa más barata me cansa, Kazuki.
—Esto verás, Kyu-chan...
—Sí el problema de la Omega te ha estado afectando, me harás a mí mismo tomar la carta con respecto a lo incompetente que te puedes volver por dejarte llevar.
—¡No! ¡No! ¡Fue solo esa noche! —gritó en pánico—. No tengo nada que ver con esa Omega, solo fue pasajero.
Esas palabras se clavaron en Rei: ¿Pasajero? ¿Eso era? Realmente con oír aquello se desorientaba más al sentirse inundado por esas emociones negativas por todo en estos momentos mientras intentaba sentirse cómodo en el lugar en el que estaba ahora.
—Mmm, espero que para el final del día mañana hayan hecho ese trabajo o ambos verán las consecuencias.
La llamada finalizó tras esa amenaza.
En ese instante, el Alfa exhaló agotado de que estuviese con su compañero entre la espada y la pared. Las sospechas de que algo pasaba entre ellos se volvían evidentes con el pasar de los días y, en este punto, ninguno podía postergar más el hecho de no cumplir con su trabajo, pero, por su instinto dominante, a él le preocupaba que el Omega reviviese los síntomas pasados de sentirse amenazado mucho peor a como lo percibía en esta circunstancia.
—Oye, Rei, ya oíste que...
—Con que solo fue por el momento —expuso decepcionado antes de que su compañero dijera algo con referente a su misión.
—¿Qué?
—Si, hazte ahora él que no lo sabes. De verdad, dejarme llevar esa noche por mis impulsos de Omega fue un error — insinuó con molestia—. Tú solo querías aprovecharte...
Ahí fue que quien se encontraba de pie en la habitación entendió que por lo que le dijo a Kyutaro para calmar la situación no fue la manera correcta de expresarlo al olvidarse de que Rei estaba sensible a cualquier comentario por esos cambios de humor al ser uno de los síntomas de su embarazo.
Kazuki no evitó maldecirse a sí mismo por haberlo arruinado como ocasionalmente lo hacía.
—¡No, Rei! Lo que pasó fue porque así lo quisimos —intentaba defenderse—. Supiera o no que eras un Omega, jamás me hubiera sobrepasado contigo.
—Mientes... —afirmó con tristeza en su voz—. Eres un Alfa. Es lo único que saben hacer.
—No. Créeme que lo que pasó en ese encuentro de noviembre no fue efímero —seguía diciendo en calma, al mismo tiempo, que sus feromonas a pan se esparcían con naturalidad por recordar aún ese momento con el Omega que tenía en su cama—. En serio, eres mi compañero. No tengo motivos para tratarte de esa manera.
Las palabras eran cálidas, pero no lo suficientemente acogedoras. El Omega apartó su mirada buscando de apaciguar su amarga esencia a pudín sin dejar de abrazar con fuerza ese suéter rojo que estaba pegado a su vientre de siete semanas de embarazo, él teniendo sus manos ahí fue que se puso a pensar, de nuevo en eso.
Estaba en una situación delicada, pero no asumía el riesgo como muchas otras veces en esos momentos que era sanguinario porque no era una orden que cumplir. Sino más bien fue con alguien con quien provocó esto y esta misma persona le daba a entender que le importaba, pero por sus traumas sentía que esto solo era un inconveniente.
El silencio reinó por unos minutos. Kazuki solo lo veía esperando alguna una respuesta de que harían con todo esto porque caían en nada, sin embargo, Rei necesitaba seguir pensando en esto a solas.
Así que, teniendo eso en mente y, con mucha incomodidad en su cuerpo, volvió a mirar a su compañero mercenario.
—Después de la misión resolveremos el asunto del parásito que me engendraste —le señaló el Omega con pesar saliendo de su nido para encaminarse a la puerta—. Esto no se va a quedar así.
Fue lo último que le dijo para luego irse escaleras abajo dejando solo y confundido a ese Alfa en esta situación.
5 de enero
Mansión de Vendetta
Aquel día salieron temprano en dirección al puerto de la ciudad sin dirigirse palabra alguna acerca de los hechos de ayer para ir a la embarcación que los transportaría a las orillas de la casa lujosa de su objetivo y así cumplir con la operación "Busca y Encuentra". Estaban en la lancha de motor que habían robado surcando las aguas para llegar con sigilo al punto que ninguno de los guardias betas de aquel Alfa que catalogaron como cobarde hacían guardia por querer siempre sentir que sus hombres estaban ahí para protegerlo.
Ese fue el detalle que leyeron mucho en el informe de que "era una decepción como Alfa" por vivir con esa sensación de temor, a pesar de la jerarquía que tenía y eso, sin duda, fue una ventaja que estudiaron bien en esos días para poder usarla a su favor.
Aunque, el catalogado asesino perfecto continuaba insinuando que era mejor hacer tiro directo desde lejos, sin embargo, su compañero se lo negó recordando la amenaza de su jefe acerca de los errores, pero al Omega no le importaba mucho a estas alturas, solo deseaba una manera rápida de acabar con el trabajo.
Teniendo cada uno sus ideas e intereses en mente, llegaron al punto para bajar el armamento que Rei usaría para embestirlo cuando Kazuki lograra acorralarlo. Sacaron un plano para repasar, nuevamente cada punto rápidamente de la casa como la estrategia que planeó el Alfa, y una vez estuvieron claros de sus papeles del señuelo y la defensa, ambos decidieron que era tiempo de ejecutar la operación.
Sin embargo, al momento que iban a separar caminos, el Omega sintió una leve punzada en la zona de su estómago que le hizo soltar el arma que iba a cargar en su espalda y como reflejo posicionó sus manos donde sintió aquel dolor.
—Rei, ¿te sientes bien? —interrogó el Alfa alarmado de esa reacción.
Él le asintió, aunque le estaba mintiendo.
Con certeza, aquel repentino malestar le molestaba mucho, mas decidió aguantarlo para no perjudicar su misión. Inhaló profundo para exhalar pausadamente creyendo que lo podría disipar. No obstante, sus movimientos no convencían del todo a su compañero, pese a, intentó hacer el esfuerzo de aguantarlo y, de esta manera, tomar el arma de fuego e ir al punto que le tocaba al mismo tiempo que lo hacía el Alfa.
Estando a una distancia prudencial de sus respectivas posiciones, Rei con su cabello amarrado en una coleta seguía sintiendo dificultad en poder cumplir con el recado, ya que, a cada paso que daba se percataba que la contracción se incrementaba. Incluso de la nada estaba notando un dolor de cabeza repentino como una pesadez en los ojos por el cansancio.
Él murmuraba que era a causa del inconveniente dentro de su cuerpo del que aún no se deshacía, pero sabía que no estaba en el lugar correcto para poder solucionarlo.
Fue ahí cuando decidió enfocarse, con toda esa sensación, en llegar al punto asignado, donde colocó el arma en posición. Aun así, no evitaba estar sudando y temblando con esa sensación de escalofríos por esas emociones tan nuevas que no sabía controlar, tanto que en su mente maldecía a Kazuki por ocasionarlo como también por no estar cerca.
En ese instante, reconoció que se podía sentir así porque el Alfa quien le dio la mejor y peor día de su vida no estaba cerca para calmarlo como en la noche que se correspondieron.
—Joder, Kazuki... —soltó llegando a los arbustos donde acomodó el arma esperando a la señal—. Ah... esto me tiene mareado... también duele...
No soportaba el malestar. Buscó de esforzarse por controlarlo y aguantarlo como le enseñaron y acostumbraron, mas era una pésima idea. Ahí su instinto por ir en contra de lo que es explotó, haciéndolo desfallecerse lentamente por estar agotado.
Si bien no pasó mucho para cuando su compañero decidió pronunciarse.
—Es momento, Rei —dictaminó desde su posición, pero no recibió respuesta inmediata de un disparo o de que recibió la orden—. ¡Ahora, Rei!
—Aborta la misión... yo... no...
Con la última fuerza que le quedaba, suspiró, pero ante ese reflejo por la presión del momento disparó equivocadamente el gatillo logrando darle a lo que no debía y, de esta manera, activar la alarma del lugar hasta caer desmayado por no aguantar su propia dolencia.
El Alfa sabía que por haber hecho eso el plan fracasó y no podrían cumplir con la misión, sin embargo, por muy mal que habría salido, cuando su compañero le pidió en ese hilo de voz cancelar la misión, sabía que algo grave le había pasado.
Así que, volviéndose evidente de que sus movimientos lo hicieron convertirse en un sospechoso, buscó de salir corriendo de donde estaba arriesgando todo para ir a auxiliarlo porque sabía que él lo necesitaba. Asimismo, cuando todo se oscureció para Rei, él supo que perdió la noción del tiempo. Quien se hacía apodar el asesino perfecto reconocía que lo último que recordaba era flaquear por los síntomas que sentía del embarazo cruzados con su propia naturaleza floreciendo de golpe y la necesidad de llamar a Kazuki buscando seguridad.
Eso último lo mantenía aturdido desde su subconsciente por ser la primera vez que toda sensación se le mezclaba sin poder controlarla como lo había hecho toda su vida. De cierta forma, se encontraba inquieto por no corresponderse a sí mismo en como quisiera expresar todas esas nuevas emociones que lo estaban perjudicando en estos momentos.
En el fondo, estando sin ser consciente de la realidad en la que pudiese estar, admitía que estaba asustado ante el hecho de que por estar a la dulce espera podría salir lo peor, después de todo, la situación se dio como lo representaba la denominación de su jerarquía en el mundo de los sicarios y eso era: inesperado. Aquello seguía siendo un imprevisto que la vida lo pusiera en una posición que lo considerase malo porque era lo único que le faltaba para ser el asesino perfecto que su jefe había querido.
Ese recuerdo era tan amargo que le hacía pensar que nada podría endulzarlo, pero ¿quién dice que no puede ser diferente ahora?
Desde hace mucho tiempo, Rei se reveló porque no soportaba ese maltrato y eso era lo que quería renovar, de ser así, ¿él podría cambiar? ¿En esta situación podría hacerlo? Sobre todo, ¿estaba con la persona correcta para afrontarla?
Realmente, no lo sabía, pero necesitaba una respuesta.
—¡Despierta, Rei! —con ese llamado de la voz de Kazuki abrió lentamente sus ojos tras estar desmayado tanto tiempo.
Buscando de volver a la realidad, le molestó un poco sentir que todo fuese tan blanco, pero reconoció que por ese tipo de iluminación estaba en un hospital como aquel día que confirmaron los hechos de su naturaleza.
Fue ahí que se incorporó en la cama, aún se sentía aturdido de lo que pasó.
—Ah, ¿qué hago aquí? ¿Y la misión? —le interrogó primordialmente por el otro asunto que tenían pendiente.
—Kyutaro dijo que hablaremos luego de eso... —respondió con propiedad a la preocupación mayor—, y, con respeto, a lo de que estás aquí es porque tuviste una amenaza de aborto.
El Omega se alarmó; inconscientemente tomó su vientre pensando que por sus errores condenó a un ser que no había dado la oportunidad de conocer ahora que si estaba dispuesto a asumir la responsabilidad.
—¿Lo perdí? No me digas que...
El Alfa ante eso lo abrazó, envolviéndolo en sus feromonas de pan. Pensó que por ese gesto si pasó lo que le comentó, por lo cual, su propio aroma también se esparció de golpe en una fragancia amarga.
—No, tonto. Tranquilo, eso no pasó —contradijo a su idea acariciando sus cabellos—. Aún sigue aquí. Esa cosa es tan escurridiza y fuerte como tú, así que, ambos están bien.
—¿Esa cosa?
—Así le pusiste. Puede mejorar el nombre, pero es la cosa que creamos juntos.
Ese comentario le hizo sonreír, aunque su compañero no lo pudo saber por estar cuerpo a cuerpo en ese gesto de cariño, mas era evidente por la manera que rodeaba sus brazos por su espalda sin ser juzgado.
—Siempre tan considerado, Kazuki —se pegó más a ese contacto físico que estaba necesitando desde la primera vez que él llegó a su vida, realmente no podía resistirse a sentirlo de esa manera tan cálida.
Se encontraban apreciándose por un instante. Sus esencias se mezclaron en el aire correspondiéndose mutuamente en el pan y pudin característicos de sus naturalezas, donde ambos se sumergieron un rato en esa burbuja hasta que se vieron interrumpidos por alguien más que entraba a la habitación.
—Veo que despertó, Señor Suwa —se anunció la obstetra Anna con alegría de saber que se encontraba despabilado—. De seguro, el señor Kurusu le informó de cómo se encuentra. Si puedo decir que como toda amenaza se debe de mantener en reposo en caso de que quiera seguir con el embarazo.
La mujer sacó unos papeles que llevaba, estos eran los resultados de sangre y acompañado de ellos había una ecografía. Supuso que se la hicieron para saber la gravedad de la situación, ciertamente no le importó que se la hicieran, dado que, la situación lo ameritaba y cuando la doctora Anna se la dio, esta le explicó a su paciente lo que debía de hacer ahora.
En ese momento, que escuchó todas las instrucciones, él cuando la tomó entre sus palmas se sintió un poco acomplejado como también curioso de saber que algo así de pequeño se encontraba dentro de su cuerpo que, a pesar de todo lo que ha pasado, no quería dejarlo, sino más bien seguía estando ahí buscando la manera de conocerlos tanto a él como a su compañero.
De alguna forma, Kazuki le maravillaba saber que Rei no tuvo objeción alguna de escuchar los cuidados que debían de tener ahora, mucho menos que estos no tenían nada malo por la manera en que se percataba de como su socio mercenario veía con anhelo la ecografía que tenía en sus manos.
Eso hacía que el Alfa se sintiese más tranquilo ver al Omega seguro ahora, mas antes de asumir cualquier idea, se motivó a poder hacer la siguiente pregunta:
—Y, ¿qué dices, Rei? ¿Qué piensas de todo esto?
—Que seremos tres.
¡Aquí estoy! ESTOY VIVE DESPUÉS DE ESE CAPÍTULO DIEZ t.t
AAAAA, SIGO PRENDIENDO UNA VELA DIARIA POR LA FAMILIA. DEBEN TERMINAR JUNTOS, NO ME PUEDO QUEDAR CON TANTO DESARROLLO DE PERSONAJE Y QUE ME DIGAN QUE NO VAN A TENER LOS TRES UN FUTURO FELIZ BUAAAAAAAAAAAAAAAAA
EL SOL (KAZUKI), LA LUNA (REI) Y LA ESTRELLA BRILLANTE (MIRI) NO PUEDEN SEPARARSE. JUNTOS FORMAN EL UNIVERSO MÁS BONITO QUE JAMÁS HE VISTO Y NO LOS PUEDEN ALEJAR JUM >:(
En esta ocasión no pondré dibujito, PEROOOO LOS PONDRÉ A USTEDES. A MIS MARAVILLOSES LECTORES QUE HAN APOYADO Y HECHO CRECER ESTE FANFIC QUE NACIÓ DE LA IDEA MÁS RANDOM, EN SERIO, LES APRECIO UN MONTÓN POR ANIMARME Y COMENTARME ESTE FANFIC.
ME MOTIVAN A SEGUIR
GRACIAS POR ESTAR <3 ¡NO ME CANSARÉ DE DECIRLO!
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