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24

6 de diciembre

Mansión Suwa

Como Ogino lo dijo, con el pasar de las semanas, los síntomas del celo de Rei se habían comenzado a manifestar lentamente desde que despertó ese día. Sentía el calor recorrer en su cuerpo al mismo tiempo que expulsaba sutilmente sus feromonas mezcladas en ese aroma agridulce, no pensó que pudiesen oler así, pero a causa de sus ganas por el deseo estas buscaban un equilibrio para que el Alfa que lo reclamó lo tomase porque donde más percibía cierta irritación era en la marca que su compañero le hizo tiempo atrás.

         Sabía que no era buena señal, así que, intentó de suprimir esos impulsos. Estando como estaba no tenía más remedio, además de que no quería crear una jauría de cazadores en la que él era una presa sin escape. Ciertamente, con la incomodidad de su pecho por estar llenos de leche materna como esa sensación de pasión por su instinto Omega le hacía difícil tener la mente en blanco para no acabar cediendo a sus impulsos.

         Ni siquiera quería tocarse (aunque sin quererlo se rasguñaba para calmar la desesperación) para no provocarse, pues al no tener tampoco como hacer un nido con prendas que le diese seguridad, nada lo haría sentirse mejor de momento. A menos que le trajeran a su hija, pero no se quedaría con ella lo suficiente por ser una rutina de dar y quitar.

       En este punto de su paradero, pensó que Kazuki lo había abandonado, ya que, los días se hicieron tan eternos que su misma depresión le hacía sentir que al estar en ese lugar dejó de importarle a quien creía que lo hacía solo para salvarse.

       Su imaginación ante eso se continuaba proyectando más allá hasta el punto de que cuando Miri no necesitara de él, lo matarían para eliminar rastro alguno de que ella tuvo padres como lo hicieron con su madre Alfa cuando él nació: una vida inútil por una servible, sinceramente tener esas ideas empeoraban los síntomas de su celo, mas hacía que fuese un poco más pasajero, pero no por mucho.

       —Ah... Nadie me necesita... Solo soy un objeto para los Alfas por ser lo que soy... —se dijo estando acostado en suelo—. Miri solo me usa... Kazuki solo me usó... Esto es tan... ¡ah!

        Rei se abrazó a sí mismo, el calambre de que le daba a los Omega a nivel del estómago apareció, reconoció que sentir aquel espasmo no era bueno; su celo explotaría en cualquier momento.

        —No... No, por favor... —se suplicaba para aguantar, no obstante, se quejó otra vez mientras el hormigueo de su pecho también se hacía presente—. Tampoco eso... Que molesto es esto...

       El Omega intuía que estaba otra vez segregando leche, lo que significaba que pronto vendrían a darle a su pequeña para que saciase sus necesidades, sin embargo, no se sentía tan dispuesto. Realmente con esto de la paternidad estaba confundido en como actuaban sus instintos. Pensaba que no tendría que lidiar con estos síntomas un tiempo, con tal, como pensó que le sacaron su útero para tener bebés no volvería a tener un celo, al parecer era diferente de lo que creía.

      Él luchaba con su cuerpo que comenzaba a temblar buscando en su mente de sentir que tenía el control del asunto, pero los calambres en su abdomen donde estaba la cicatriz de la cesaría se incrementaban un poco más. Quiso levantarse para intentar caminar y serenarse más en aquel cuarto oscuro con poca iluminación, mas al primer paso se tambaleó cayendo de rodillas.

      —Es como la primera vez... —Rei suspiró, volviéndose a acostar en el suelo dejando salir los suspiros para drenar un poco su calentura—. Contrólate, Suwa, estás en el lugar incorrecto... con las personas incorrectas para si quisiera pensar en...

       No debió decirlo en voz alta, eso le provocó una erección.

      —No. Eso no —sentía como su miembro rozaba con la ropa que tenía—. Ah... ah... así sea mínimo... quisiera...

       Estaba por tocarse al no soportarlo más, no obstante, se vio interrumpido por la puerta que se abría a sus espaldas. No podía culparse de no haber ni siquiera oído aquellos pasos aproximarse, aunque tampoco escuchaba el llanto de su bebé, eso sí que era raro hasta que a su nariz llegó aquella esencia a mercaptano.

      —Vaya, con que estás con un problemita —soltó Ogino.

      —¿Dónde está mi hija? —fue lo primero que preguntó Rei apartando su mano de donde la tenía se incorporó para sentarse en suelo para intentar disimular lo que estaba por hacer.

       —La heredera está con el jefe. De seguro, la bajan pronto —le respondió con el Alfa de esencia putrefacta entretanto olfateaba por su nariz para deleitarse con el ambiente—. El cuarto tiene una esencia curiosa, seguro lo que huelo en ti es esa leche y feromonas en celo.

      —Yo no estoy en celo —le mintió buscando de que su voz no temblase, aunque en esa poca iluminación se pudiese notar que tenía la cara sonrojada.

      —Entre más te hagas el difícil conmigo, será mejor, Rei Suwa —recordó aquel Alfa aproximándose a donde estaba el Omega.

       Este al darse cuenta de sus verdaderas intenciones buscó de echarse para atrás con todo su cuerpo incómodo hasta chocar con la pared.

       —No estoy en celo —le repitió creyendo haberlo podido controlar un poco ante la situación en la que estaba.

      —Tu cara y tu pequeño esclavo sexual que piden atención dicen lo contrario. Vamos, será rápido.

      Ryo se intentó aproximar a Rei para agarrarlo y tirarlo contra el suelo para poder tomarlo como su posesión, pero unos pasos acompañados de un llanto provenientes de la escalinata del fondo. Aquello fue un sonido de alivio, aunque también una mala reacción en su cuerpo porque liberaba más de sus feromonas a pudin, que como bien sabía tomaban control de su cuerpo.

      El Omega comenzaba a sentirse más caliente por eso.

      —Dios, que bien hueles —dijo el Alfa que aproximó sus manos a sus rostro porque quería besarlo y así cogérselo.

      En esos segundos, Rei solo cerró los ojos esperando lo peor al darse cuenta de que aún no llegaban con su hija, simplemente esperaba que acabase lo peor.

       —¿Qué crees que estás haciendo, Ogino? —preguntó Shigeki entrando con la niña en brazos.

       El padre de la bebé suspiró de alivio al saber que estaba a salvo, por ahora.

      —Nada. El resbalado Omega este solo me llamaba con sus feromonas, perdí la compostura un momento.

     Esa mentira no fue tan creíble. La expresión severa del líder del clan Suwa fue evidente.

     —Claro. No deberías de estar aquí, ¿no se supone que deberías de estar con la misión de Kazuki Kurusu?

     Haber oído ese nombre, ciertamente fue reconfortante para Rei, eso significaba que aún estaba con vida.

     —Esa rata ha sido difícil de encontrar. Le perdí el rastro aquel día que le disparé cuando regresaba a ese feo apartamento.

     —No me importa. Ve a encontrarlo, te di un plazo.

     Ogino no pudo decir nada más, solamente miró con deseo a Rei, donde se acercó a su oído para susurrarle en voz baja que volvería a terminar lo que estaba por comenzar. Este se levantó de forma intimidante para luego quedarse a solas con su padre, al parecer esta vez vino sin sus escoltas.

      —Es miserable ver que tu jerarquía sea tan ansiosa en su naturaleza deseando a cualquier dominante.

      —Yo no...

      —Ni se te ocurra hablar. Sabía que estarías por entrar en celo, aunque se te adelantó, de seguro con el tema ese de que estás marcado... —el padre de Rei con Miri en brazos no se podía concentrar, escucharla lloriquear sin saber cómo calmarla le era difícil decir algo concreto—. Solo te traje a Junko porque necesita comer. No es bueno que te de la entregue si estás con tus periodos de perra barata porque al ser tu hija una Alfa, ella tampoco se irá de tu lado porque intuye que necesitas de alguien que quieres para que te dé estabilidad.

      Rei se impresionó de que su antiguo regente supiese tanto sobre el tema de los celos de un Omega y como afectaba la crianza de un Alfa, aunque seguro sabía cosas porque pensaba aplicarlas con él antes de la noticia.

      —No le haré nada a Miri...

      —Te dije que la dejaras de llamar así, pero, bueno, como es lo único que te queda de consuelo antes de tu miseria. Por esta vez, seré misericordioso, después de todo, morirás cuando ella ya no te necesite.

       El Omega tragó saliva sintiendo cierto pánico, seguido de eso extendió sus brazos para recibir a su pequeña que pedía su atención. Percibía sus feromonas a tostadas francesas con más fuerza, al punto que lo embriagó y cegó volviéndose posesivo con ella para darle de comer.

      Ni siquiera le dio vergüenza de alzarse la camisa, simplemente lo hizo sintiendo ese calor.

      —Miri... Miri eres tan linda... —le dijo estando en su burbuja, mejor dicho, nido improvisado con su bebé al actuar por instinto—. Come todo lo que quieras... Rei papá está aquí para ti... Nada malo te pasará....

      Estaba hablando más que las otras veces, cosa que a Shigeki le repugnaba, así que, viendo que como Omega su hijo no deseado solo protegería a su nieta decidió dejarlos solos hasta el punto de que ambos se quedaran dormidos para volvérsela a quitar. Aunque tampoco es que pudiese estar mucho tiempo porque esas feromonas que aromatizaban todo el sótano actuaban como repelente para los de otras jerarquías, exceptuando, por supuesto, a quien Rei quería cerca como lo era su hija y seguro también lo sería al que llamaba compañero.

       Más vueltas no le dio, aquel Alfa intimidante sabiendo que le dejó lo necesario para su primogénita (una pañalera para ella y comida para su hijo) se fue para subir escaleras arriba. No olía a Ogino cerca como para importarle si hiciese algo, por lo cual, se marchó. Retomando nuevamente a Rei, como bien se dijo, él estaba deslumbrado con su cachorra dándole más de él mismo que las otras veces, ya que, su lado Omega estaba controlándolo por sentirse al fin seguro después de mucho tiempo.

       Estaba tan a gusto viéndola disfrutar de su leche paterna que buscaba con la mano que le quedaba libre tocar su mejilla como las otras veces, se sentía maravillado de que su adorable hija fuese tan encantadora y que lo necesitara.

       —Eres mi bebé. Si Kazuki estuviese aquí también le encantarías... —haber dicho aquel nombre logró que su hija se separara unos instantes de su pezón, eso lo alarmó—. ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?

       La pequeña Miri se movía un poco, si bien no era totalmente articulada, buscó de con sus pequeños brazos rozar levemente el rostro que su padre Omega le acercaba. Ciertamente sentir esa suavidad ponía más sensible a Rei por pensar que lo estaba buscando, así que, aprovechando que comió un poco la puso cuidadosamente sobre su hombro para sacarle los gases por pensar que era eso.

       —Aquí estoy... Si, aquí estoy... —le daba palmadas mientras se mecía lo mejor que podía sobre el suelo—. No te va a pasar nada... Yo te protegeré, puedo hacerlo...

      Expresar aquellas palabras calmaban a Rei de la agonía que sentía en su pecho, aunque no era del todo consciente de lo que hacía, liberar un poco de sus emociones en ese estado aligeraba su depresión por estar con lo que más le importaba ahora. Siguió estando con ella así un rato donde volvió a comer, revisó si no necesitaba de un cambio de pañal, sacó sus gases y luego se quedó dormida sobre sus brazos.

      La detallaba en calma en esos minutos en los que se había quedado adormilada, aunque con un poco de incomodidad por sentir esos calambres a nivel de su abdomen por el anhelo. Su cuerpo tenía mente en este punto, en el que, liberaba su esencia a pudín de forma agridulce para relajarse y, si no fuese por el aroma a tostadas francesas de Miri, sentiría que había enloquecido.

      —Te pareces a tu otro papá... —le dijo Rei viéndola dormir tan cómoda cerca de él—. Tanto que le mencioné que no quería que te parecieras a él... Mírate, eres una Alfa... No te hicieron nada por ser lo que esperabas... no como yo que soy un inútil...

Buah, buah, buah

       Miri de la nada había empezado a llorar repentinamente. Rei se alteró, no sabía exactamente porque se puso así su pequeña, pero en lo poco que sabía la pegó a su cuerpo, específicamente, sobre su hombro para que se relajase, mas no era suficiente. Pensó que podían ser sus feromonas, seguro por tener ese último pensamiento negativo afectó el ambiente, por lo que decidió que era mejor calmarse.

      —Todo está bien, Miri... —acariciando su espalda—. Ya te lo dije: estoy aquí. Estamos juntos...

      Los sollozos no paraban, realmente lo que sea que Miri sintiera la incomodaba Rei no sabía que era y eso lo ponía aún más ansioso.

      —¿Qué tienes? —le preguntaba como si le fuese a responder—. Lo siento... Lo intento... No te trato como mi padre, pero es que no sé...

        Los nervios invadían al Omega, estaba alterándose de su propia inseguridad, logrando así que su fragancia empeorara alterando aun más a su bebé.

      —Miri, lo siento, en serio... —la separó de su hombro para verla, tenía miedo de que hiciera algo malo, de hecho, que la escucharan en ese llanto y se la quitaran—. Si Kazuki estuviese aquí sabría que hacer... Como lo extraño... Extraño a Kazuki...

      Ahora era él quien lloraba mientras pegaba la frente de su hija con la suya para intentar sentirse reconfortado, además se oler esas feromonas que emitía.

      —Miri, no puedo hacer mucho, solo soy yo... Kazuki papá si te ayudaría, él sabe muchas cosas —empezó a decirle bajándola a su pecho para que lo usara como almohada—. Kazuki huele a pan, ¿sabes? Me gusta que él huela así, aunque tú hueles mejor con tu esencia curiosa a tostadas francesas —nuevamente la estaba meciendo, al menos estar hablando algo que lo relajaba también calmaba a Miri—. Tenía razón en eso... de que tú serías una Alfa, una muy linda con ese cabello castaños y ojos cual caramelo —expresaba Rei en sus sollozos—. Solo me disculpo por estar así cuando podrías estar en algo mejor, pero eso no quita que te amo. Cuando escuché tu corazón latir por primera vez como cuando sentí tu primera patada, yo supe que no te cambiaría por nada.

       El Omega se dejó llevar por su instinto otra vez, sus calambres abdominales aparecieron nuevamente como también se estaba sintiendo cansado. Decirle eso a su pequeña niña le relajó un poco, al menos, lo suficiente para seguir sobrellevando los síntomas de su celo, claro que, también hablado de su pareja destinada tuvo algo que ver, pero en su mente era agradable tener la idea de que estaban juntos los tres.

      —Como quisiera que estuvieses aquí, Kazuki.

      El calor de su cuerpo le hizo terminar rindiéndose a su soñolencia, simplemente se quedó dormido apoyado de la pared con su hija en brazos. Estando tan profundamente dormido que logró tener un sueño cálido, en el que veía un futuro agradable con Kazuki, Miri y él donde eran una familia alejada del peligro.

      Su imaginación al hacerlo sentir así de tranquilo logró hacer que su esencia se endulzara, incluso sonrió por pensar en estar sintiendo un abrazo de su Alfa acompañado de su cariño. Percibía ese tacto tan real haciendo que lo deseara aun más, incluso estando dormido abrazó más a su hija al recordar inconscientemente que la tenía en brazos acercándola más a su pecho para darse más seguridad.

      Aunque, no durase mucho. Shigeki bajó por su nieta como había dicho que lo haría cuando ambos se durmieran. Como en el principio, entró solo y sin liberar sus feromonas de whisky para no provocar a su hijo no deseado, dio pasos silenciosos hasta estar cerca de ambos mientras olía esa fragancia dulce del Omega, si seguía así, nada lo perturbaría.

      Así que, aprovechó de agarrar a la niña, si bien el padre de esta se movió un poco de sentir ese tacto, no se despertó como la bebé tampoco lo hizo. Sin remordimiento alguno solo se la llevó otra vez a sus aposentos para traerla cuando volviese a tener hambre.

      Sin que se diese cuenta, Rei se quedó nuevamente solo, pero no se percató. Sus feromonas a pudin lo tenían embriago en el nido ficticio que se había imaginado hasta que de no soportar más su propio calor corporal despertó y, como acción buscó de tener cuidado con Miri para no lastimarla, pero ya no estaba.

     —¿¡Miri?!

     Intentó encontrarla pensando que se pudo haber caído, sin embargo, si lo hubiese hecho ella hubiera llorado y la hubiese despertado, por lo cual, si ella no estaba significaba que se la habían llevado. Eso le hizo volver a sentirse inseguro de golpe por pensar que hizo las cosas mal y empeorase otra vez los síntomas de su celo.

      En ese punto, ya no había marcha atrás, por haberse dejado llevar estando dormido su lado Omega era quien más tenía control y al no estar su bebé, su cuerpo quería sucumbir al deseo, pues ahora quería de un Alfa.

      —No... No... Necesito a Miri... —él abrazaba su estómago por presenciar aquellos calambres—. No puedo pensar en eso... No puedo ceder...

      Sus feromonas explotaron en el aire llenado toda la habitación en esa bomba agridulce. Inclusive, su organismo subía más la temperatura corporal haciéndolo excitarse.

      —¡Ah! —gimió retorciéndose un poco del cosquilleo hasta volver a temblar.

     Estaba tan sumergido en su deseo que no escuchó que la puerta se abrió.

      —Veo que es hora —habló Ogino haciéndose presente en el cuarto.

     Eso no era bueno, otra vez no se percató de que entró, menos sabía cuanto tiempo había pasado. Si bien si lo veía ahí era por pensar que cumplió con la misión de acabar con Kazuki y eso solo lo alteró más.

      —¡Dime que no lo hiciste!

      —Aún no. Pero necesito motivación y sé que tu deseando un Alfa que te trate como eres me dará lo que quiero para acabar con la misión —explicó aquel hombre—. Cuando le diga que te hice mío, oh, solo será mejor.

       En su desesperación, el Omega quiso luchar para que no pudiese ser violado. Le repugnaba esa idea de marcharse por otro Alfa que no fuese su alma gemela como para que el que decidiera tomarlo fuese un depravado.

       Con debilidad, se intentó levantar para darse tiempo a sí mismo de que sus impulsos pudiesen rechazarlo, sin embargo, algo tenían esas feromonas malolientes de Ogino que lo hacían reaccionar, incluso excitar su cuerpo. Tenía miedo por eso, realmente no deseaba atraerlo, así que, olvidando que estaba acorralado quiso sentir que podía evadirlo.

      —¿Quieres jugar un poco, Rei Suwa? Qué tierno —dijo Ryo acercándose a donde estaba.

      —¡Déjame! —Rei intentó correr con su cuerpo en el deseo buscando de huir, pero por esa cadena en su pie se terminó cayendo.

      —Ja, estás tan desesperado porque te tome que hasta te pusiste en cuatro, no te preocupes, será rápido. A menos de que me pidas más.

       El Omega se quedó sin energías, estando en el suelo suplicando por piedad para no ser tomado por aquel Alfa de aspecto intimidante al ver que sus propias feromonas repelentes solo atraían más a esa desagradable esencia a mercaptano. Sintió como lo arrastró del pie mediante el grillete, tenía miedo de llegar a estar cerca.

      Cuando sintió sus pies chocar con aquellos zapatos de oficina, su sangre solo se heló más, realmente deseaba que no pasara lo inevitable.

     —¡No lo hagas!

     —Ah... si suplícame, solo haces que me excite más, Rei Suwa —Ogino le había bajado el pantalón que tenía puesto para dejarlo al descubierto.

     Admiró un poco esa vista de aquella pasiva que tenía bajo sus pies con su trasero humedecido por su celo le hacía querer entrar directamente, pero aún el Omega continuaba forcejeando para no ceder al impulso de su naturaleza.

    —¡Aléjate de mí! —el azabache se liberó un momento de su agarre para darse la vuelta e intentar lastimarlo con sus manos, mas fue en vano—. ¡Suéltame!

    —Tanto quieres que te lo haga porque sigues haciendo lo que me encanta de ustedes siendo simples objetos —agarró sus muñecas para seguirlo inmovilizando—. Si quieres verme mientras te lo hago, con gusto.

     Estaba a punto de bajarse el pantalón para poder cogerlo, sin embargo, oía que algo se acercaba le hizo detener en el proceso. Ryo pensó que era su jefe con la nueva heredera del clan Suwa, pero no se escuchaba un llanto, sino más bien fue:

     —Oye, maldito Alfa degenerado, mi Omega te dijo que lo dejes en paz —dijo una voz familiar para Rei, que sin duda lo llenó de alivio.

      De tanto tiempo esperando, Kazuki al fin vino a su rescate.

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