21
8 de noviembre
Apartamento de Rei y Kazuki
Habitación de Kazuki — 6:00 A.M.
Pese a las buenas noticias que recibieron a mediados de octubre, el embarazo de Rei se prolongó más de lo esperado, tanto así que llegó cumplir el año (como estimaron que podía pasar tras el incidente de la inyección) desde que habían sucedido todos esos acontecimientos. El Omega, el cual estaba al tanto de todos los síntomas en todos estos días no podía creer que llegó a tener los doce meses, y que en estos pudieron pasar todos esos cambios de esa manera tan vasta.
Si bien, así fue como se dieron las circunstancias en su propia preocupación, donde le terminó de contagiar esa sensación de desesperación a su Alfa en los últimos días. Él sabía que no había podido dormir bien por sentir como Miri le pateaba inquieta dentro de él, algo que podía presentir que lo hacía por querer salir, pero realmente, no sabía si esa pudiese ser la respuesta correcta, ya que en las últimas semanas tuvieron dos falsas alarmas a causa de las contracciones de Braxton que hacía que lo enviaran a casa, por lo cual, ante sus malestares actuales era lo que consideraba por el momento antes de volver a ilusionarse.
Sin embargo, sabían que la situación había durado demasiado, así que cuando tuvieron un control prenatal la semana pasada, Rei le informó a la doctora Anna que sería un año con el embarazo (mejor dicho, desde aquel celo en el que la concibieron) y tampoco se estaba sintiendo bien. Evidentemente, tras decirle eso y lo que habían apuntado los resultados de ese día, ella les aconsejó tanto a Kazuki como a él de que buscaran las medidas posibles para hacer que la fuente se rompiera, pero que si esta para cuando cumpliese (exactamente) el año tomarían la medida de intervenir al ver que en los últimos exámenes de sangre todo seguía estable, buscando de que no afectara ni al Omega ni a su bebé.
Toda esta situación tenía bastante ansioso a Rei, sobre todo, cuando el día ocho de noviembre llegó y Miri aún seguía estando en su vientre. Ciertamente, se podía decir que la situación se había vuelto más pesada de lo que debía de que ser.
Tanto que Kazuki, con todo y su mal dormir, también notaba que su compañero en las madrugadas estaba exhausto y se movía mucho porque le costaba levantarse para ir al baño por la presión que le hacía el peso extra de su hija. Entonces, ante eso, siendo él, el otro padre de Miri sabía que tenía que ayudarlo, por lo cual, le propuso hacerle unos masajes de vez en cuando sobre su vientre que se sobresalía de la camisa del pijama para intentar estimular el proceso de alumbramiento al ver que los otros métodos que les aconsejaron no funcionaron y lo tenían más cansado de lo habitual ante todo ese esfuerzo excesivo.
—Intenta relajarte un poco, Rei —le pidió el Alfa a su Omega mientras le estaba frotando esa crema por su abdomen—. Si no lo haces, no puedo ayudarte a estimular a Miri para el parto.
—Quisiera, pero es difícil —le dijo el hombre embarazado a su compañero, estando acostado en su almohada especial, anhelando disfrutar de los mimos, no obstante, con todo lo que sentía en su cuerpo en estos momentos, le era imposible—. Me siento mal. Esto es horrible, ¡ya no lo aguanto! Solo quiero que nazca, pero nada de lo que nos aconsejó la doctora Anna que hiciéramos ha funcionado.
—Lo sé. Te he visto caminar y hacer sentadillas por el cuarto estos días como si tu vida dependiera de ello, y eso que se nota que Miri pesa mucho —le recordó, untándose todavía más crema en las manos para seguir con lo que hacía—. Debe ser por eso que estás cansado. Ella se apoya mucho en ti, lo cual hace que te sientas así por el hecho de que te has estado sobresforzando mucho.
—Solo lo hago para que ella venga bien —le expresó sintiendo un repentino escalofrío recorrer su cuerpo—. No me gusta pensar que no he podido ayudarla por lo raro que se ha vuelto mi cuerpo en esto.
—Rei, debes dejar que Miri avise cuando quiera nacer. Sé que te dijeron que si llegábamos al año te tocaría una cesárea y hoy cumples la fecha —le mencionó Kazuki entretanto amasaba su abdomen con suavidad, sintiendo esos movimientos enérgicos de su hija como también que se ponía dura en algunas partes a causa de las contracciones de hace días—. No te culpes ni a ti, ni a tu cuerpo. Ya estamos aquí, y Miri seguro solo está cómoda dentro de ti y por eso no quiere venir a ver lo horrible que es el mundo.
—No le digas eso, por favor —le pidió Rei mientras suspiraba con pesar—. No puedo más... En serio, no... Yo solo quiero que venga y tenerla entre mis brazos...
Las manos de Rei se volvieron inquietas tras decir esas palabras hasta al punto que no pudo evitar apartar las palmas de Kazuki, y ser él quien tocara su vientre abultado, pues había pensado que si lo hacía su persona terminaría así motivaría a su hija en querer nacer, pero solo recibía las mismas patadas de los últimos días que no lo han dejado dormir.
Era evidente que el hombre embarazado durante estos días estaba sumiéndose lentamente en una depresión después de darse cuenta de que lo que intentaba hacer para conocer a su pequeña no tenía la respuesta que deseaba. Verdaderamente, el semblante de aquel Omega expresaba como la melancolía lo había terminado de invadir, de tal manera que el Alfa que lo embarazó lo podía percibir con solo verlo, haciéndolo sentir impotente porque no lo había podido ayudar.
—¿Te sientes bien, Rei? —fue lo único que el otro padre de Miri logró preguntar en estos momentos que se había quedado sin ideas.
—Sí —le respondió sin pensarlo tanto mientras buscaba de levantarse—. Llévame al hospital, no aguanto más esto.
—¿Ya rompiste la fuente? —le siguió cuestionando su compañero en un tono preocupado entretanto lo ayudaba a incorporarse en la cama sin sentir que la hubiese mojado.
—No, pero ya te dije que hoy es un año desde que pasó y la doctora Anna nos aclaró que era mejor no hacerla esperar si llegaba la fecha.
De verdad, él entendía el punto.
Sin embargo, algo en sus propios instintos, siendo él, el otro padre de Miri le hacía creer que algo no saldría bien, y eso que solo suponía por todo lo que estaba percibiendo la mayoría de las dolencias de su compañero por su marca de unión, de una manera que lo incomodaba. Pero, aun así, solo sentía una cuarta parte de esos síntomas. Realmente, le impresiona aquel hombre embarazado podía aguantar tanto.
—¿Estás seguro, Rei?
—Sí. Venga, deja de hablar tanto y vamos a buscar la cita programada que nos dijeron que nos reservarían la otra vez que fuimos, Kazuki.
—Está bien, pero no has dormido bien y no creo que ir así te ayude. Tú tienes una cara de cansado que...
—No, es la misma cara que tengo siempre —le interrumpió Rei, sintiendo cómo el malhumor le invadía otra vez porque le daba vueltas al asunto—. No pongas excusas. No es el momento de ellas, así que, por favor, vámonos. Quiero que Miri nazca bien y quiero que lo haga ahora.
—Sabes que no es así como funciona —le rememoró contagiándose de esa impaciencia mientras iba a buscar la maleta que habían preparado días atrás para la llegada de Miri—. Además, iremos después de comer. Del rato que llevas despierto no has desayunado y no creo que no hacerlo mejore las cosas.
Cuando Rei escuchó esas palabras, sin duda, estas hicieron que sintieran cierto asco en su paladar. Dándole a entender que no tenía ánimos de desayunar.
—No tengo muchas ganas, Kazuki.
—Algo ligero —le sugirió tomando la maleta—, tú no puedes intentar traer a Miri al mundo sin haber comido algo.
Aquel comentario hizo que Rei tragara saliva.
Para él, tener que pensar que debía de comer, así fuese en una rebanada de pan, le generaba cierta repulsión, pero terminó suspirando como una respuesta momentánea mientras intentaba levantarse y buscar de ir escaleras abajo.
Aunque, a la primera no pudo.
Fue evidente ver que le costaba dar el empujón, por lo cual Kazuki quiso ayudarlo, pero este al reconocer sus intenciones, se negó y, sintiendo otra vez la desesperación, fue que agarró impulso para ponerse de pie.
Así que, en el momento que lo hizo, el hombre embarazado sintió como una contracción fuerte apareció en la zona de su pelvis que lo obligó nuevamente a sentarse de golpe.
—¡Rei! —le llamó su compañero ante esa reacción, dejando de lado la valija—. ¿Estás bien? ¿Te duele algo?
—Sí... Sí... —le respondió el Omega respirando de forma agitada, mientras apoyaba su mano sobre la parte baja de su espalda—. Solo son las contracciones falsas... En serio, no aguanto más... Llévame al hospital ahora...
El Alfa no creía que fuesen esas, mas no quiso decirle nada a su Omega, pues, pese a que lo veía con preocupación, sabía que alterarlo haría que la situación fuese más difícil. Entonces, él buscó de auxiliarlo, aunque otra vez su compañero se negase a aceptarla, pero este no tuvo de otra cuando ese dolor minucioso que sentía por los espasmos se volvió más fuerte, haciendo así que se terminara apoyando de él.
Estando de esa forma, ambos se encaminaron a un ritmo lento a la salida del cuarto para bajar despacio las escaleras que tenía el departamento.
Sin embargo, con cada paso que daban, Rei sentía peor la sensación que su organismo le provocaba a nivel de su cintura. A tal punto, que pedía detener algunas veces en los escalones para recuperar su aliento. Por esa razón, Kazuki lo sostenía con firmeza al sentir que temblaba por ese malestar, y que, en consecuencia, se pudiese caer, por lo tanto, estuvieron yendo despacio en lo que el hombre embarazado se tomaba su tiempo a la vez que se quejaba por percibir esos dolores, los cuales a él le hacían asumir que se debían a las falsas alarmas de los últimos días, y si eran esas otra vez, estas se habían vuelto más desagradables.
Verdaderamente, el Omega esperaba que cuando llegasen al hospital tuviese la cesárea para quitarse todos estos males y que hija lograse nacer bien, a pesar de todo. Él estaba tan sumido en ese pensamiento buscando de sentirse un poco confortado que no se percató en qué momento llegaron abajo hasta que se dio cuenta que su Alfa lo estaba llevando al sofá para que descansara.
Él buscó de poner resistencia cuando notó que el otro padre de Miri lo iban a obligar a sentarse en el mueble en vez de llevarlo auto para ir a la clínica.
—Vamos, Rei, déjame hacerte así sea una rebana de pan con huevo. No quiero que te vayas sin comer.
Antes de que pudiese decirle algo, otra contracción en la parte baja de su vientre apareció, la cual, sinceramente, se estaba volviendo peor que las que había sentido las últimas, en un punto en el que ya no las soportaba y lograban hacer que se le quitase el hambre, pero sabía que su compañero no lo dejaría, mucho colaboraría si no accedía también a su petición.
—Está bien... Solo sé rápido... —le Rei pidió con un hilo de voz, sintiendo cómo le pesaba su cuerpo, haciéndolo reconocer que esa sensación no era normal. Aún más cuando él notaba cómo su hija se encajaba cada vez más en la zona baja de su pelvis. Aun así, no tuvo más remedio que sentarse con cuidado—. Miri, tranquila... Ya vamos a ir...
—Te prometo que estará listo en un santiamén —le aseguró Kazuki, poniéndose el mandil con un dibujo de tiburón para empezar a cocinar—. Entiendo que no quieras, pero me preocupa que no has descansado bien y creo que comer te ayudará a darte un poco de energía.
En estos momentos, Rei ya no quiso decirle nada, simplemente le asintió, entretanto respiraba pausadamente en cada contracción que se hacía más larga que la anterior. No obstante, para aliviar su molestia se quejaba en voz baja por esos movimientos que su hija daba en cada espasmo (era demasiado precisa) al mismo tiempo que escuchaba como su compañero prendía la estufa para poner el sartén con el aceite caliente. De cierta manera, volver a pensar en la comida le hizo sentir como el asco invadía todo su paladar como si estuviese en los primeros meses de embarazo, haciéndole darse cuenta de que al final habían vuelto a lo que fue en un principio.
Lo cual, era irónico.
Sin embargo, el Omega buscó relajarse para que no le molestase tanto ese síntoma. Él no supo cómo lo hizo, pero, en algún punto, lo había logrado, pero cuando su Alfa que estaba en la estufa partió el huevo con el que cocinaría, este mismo olió a podrido, siendo así un aroma bastante nocivo.
Aquello fue un hedor que se impregnó con rapidez en el aire hasta llegar a la sensible nariz de Rei, y al hacerlo, pues este no pudo evitar sentir las náuseas. Realmente, él no pudo controlarlas con la irritación de la peste, la cual logró hacer que se levantara con rapidez (no supo dónde sacó esa esa energía para moverse así con lo mal que se sentía) para ir al baño a vomitar.
—¡Rei! —le gritó Kazuki al ver como su compañero se encaminó al sanitario, y seguido de eso escuchó las arcadas acompañadas de un grito de dolor—. ¿¡Rei estás bien!?
Él no recibió respuesta.
Eso logró hacer todas las alamas del Alfa se activaran y dejara todo apagado para evitar accidentes como también desechar aquel huevo echado a perder para saber cómo estaba su Omega. Con pasos apresurados, se aproximó al lavabo para auxiliarlo, mientras percibía como el pánico le invadió antes de entrar, pero buscó de relajarse un poco para ser ayuda.
Después de todo, cuando Kazuki ingresó al sanitario pudo ver que Rei temblaba y se encontraba bastante desfallecido.
—Kazuki, llévame al hospital... —le pidió intentando articular palabra alaguna para decirle como se sentía, pero se dio cuenta de que el aire le terminó faltando antes de poder expresarse—. Miri está... ¡Ah!
Kazuki se acercó con rapidez al ver que Rei buscaba alejarse del retrete para poder levantarse, mientras apoyaba del lavamanos. No obstante, aquel hombre embarazado no tenía la fuerza para hacerlo, por lo cual, estaba a punto de caerse, pero no fue así. Su compañero logró atajarlo a tiempo y, cuando se percató que lo tenía entre sus brazos, se dio cuenta como estos recorrió minuciosamente su cuerpo, desde su abdomen para asegurarse como encontraba su hija hasta pasar sus palmas la zona de sus piernas, donde él sintió que estaba empapado.
—Estás mojado aquí, Rei —le recalcó el padre de su hija con obviedad una vez que perdió la calma cuando el pánico le invadió—. No me digas que... Eso significa que...
—Sí, Miri ya viene.
Esto es una doble actualización ^u^
No olviden leer el anterior
Ustedes:
La autora:
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro