20
21 de octubre
Apartamento de Rei y Kazuki
La visita al Yadorigi café no tuvo una buena reacción en Rei, y, como consecuencia de esto, logró hacer que, por el tema de abandonar a Miri, sus ideas se volvieran negativas y jugasen con lo que sentía su cuerpo hasta el punto de que continuó atrasando más la formación de la placenta y tuvo que seguir usando el tratamiento de progesterona para que este terminara de funcionar y así obtener el afecto esperado de él, para que su bebé naciera sin las complicaciones que su obstetra les había explicado en las últimas consultas a las que asistieron.
Sin embargo, todo esto, por mucho que los futuros padres intentaron llevarlo de la mejor manera posible, Rei no lo pudo soportar. Sus hormonas tan elevadas acompañadas de sus propios pensamientos terminaron estresándolo las siguientes semanas porque no había podido controlar sus emociones tan bien como quería. Él sabía que esa reacción se debía a que su lado Omega estaba más desatado que nunca desde que logró tener su primera vez con su compañero destinado (por no decir que con esto del embarazo se intensificó todavía más), lo cual hacía que terminara actuando por instinto e hiciera más larga la gestación de Miri por quererla proteger al estar dentro de él.
Ciertamente, la situación empeoró para el hombre embarazado haciendo que se la pasara de malhumor y yendo cada día del mes a más consultas con la doctora Anna, ella les recomendó, en sus charlas, que, según cómo iban las cosas, si querían inducir el parto, debían esperar a la última semana de octubre, pues los resultados aún indicaban que su hija continuaba con un lento desarrollo y que, con esa última dosis de hormona, debería ayudar lo suficiente para evitar que naciera con complicaciones.
El Omega esperaba que la palabra de la especialista se cumpliera esta vez, ya que ir y venir al hospital sin tener el resultado esperado lo tenía agotado, por no decir que también ansioso. Incluso su Alfa intentaba ayudarlo, pero eso no daba resultado debido a la actitud evasiva que él tenía por el hecho de que el otro padre de su hija era una persona de jerarquía superior.
A pesar de eso, no era del todo el mayor de sus problemas.
Kazuki sabía que Rei actuaba así porque su propia naturaleza pasiva no quería que él, como dominante, le dijera que hacer. No obstante, con el paso de los días (y noches), sus sentimientos estaban en el aire y ambos se sentían confundidos por aquel vínculo causado por el lazo de unión que compartían, deseando darse seguridad mutuamente. Realmente, las feromonas con aroma a pudín del Omega, al estar tanto tiempo en el ambiente, los tenía bastante mareado a ambos, ya que ninguno sabía bien que hacer.
Aquello se volvió rutinario, como sucedió en el mes de agosto, en el que Rei solo iba a su nido (lleno de casi todo el armario de Kazuki) a aislarse, cargando con todos esos anhelos y lamentos que le afectaban tanto que terminó inquietando a su compañero, haciéndole entender que quien tenía el control de todo esto era él por el hecho de ser un Omega.
—No puedes seguir actuando así, Rei. Sé bien que no debo decirte cómo sentirte, pero hacer eso no te está ayudando en nada —le aclaró el Alfa esparciendo sus feromonas a pan desde el umbral de la puerta de su habitación—. Deberías de intentar...
—No me vas a decir que hacer —le interrumpió el Omega de mala gana, estando sentado sobre su nido y sobando su abdomen; Miri había crecido mucho en este mes, hasta el punto de que el peso que cargaba le comenzaba a molestar más que la última vez, tanto que hasta respira con cierta dificultad—. Estoy bien... Miri está... Miri está moviéndose mucho.
Indudablemente, la expresión corporal que Rei tenía en esos momentos delataba que, tal como estaba y lucía su vientre ahora, le incomodaba mucho. Kazuki lo notó. Este mismo reconoció que esta nueva etapa de gestación como la llevaba quien cargaba a la bebé le afectaba bastante, sin embargo, por mucho que, él quería acercarse para ayudarlo con masajes o mimos para relajarlo, su compañero no quería.
Lo único que este hacía era alejarlo con sus palabras y gestos por la razón de que todavía se sentía inseguro.
Era triste que no lo quisiera cerca. Pero él no tenía nada más que hacer, ya que, el Alfa si quería irse porque no soportaba ese rechazo indirecto, pues las mismas feromonas del Omega lo atraían otra vez cuando tomaba esa decisión. Así que, como única opción solo se quedaba viéndolo desde la puerta hasta que se quedara dormido después de que este comía.
Aunque algunas su compañero veces no terminaba de comer el plato como solía hacerlo, incluso si este fueran sus extraños y recurrentes antojos.
Era un poco extraño, no obstante, estos eran ciertos detalles que daban indicios a una explicación de sus comportamientos, sobre todo, el del hombre embarazado. Realmente, si entre ellos fuesen sinceros, la circunstancia sería diferente y se darían cuenta de que, con toda esta situación, Rei había estado comiendo tan despacio a causa de que estaba perdiendo su apetito, pero ni él mismo sabía si era por malhumor que se cargaba al punto que no lo había dejado descansar, por no decir que también era porque Miri estaba moviéndose demasiado en estos días como le dijo a su compañero hace unos instantes, dándole una idea de que ella lo hacía porque quería llegar a una posición concreta en dentro del útero de su padre Omega con algún fin.
Por eso, Kazuki lo notaba más fatigado que al comienzo del embarazo. Él pudo detallar desde su posición que las ojeras de Rei habían vuelto a aparecer nuevamente porque algo le preocupaba, y este mismo reconocía que estas no se debían del todo por la salud de su hija en sí o lo que mencionó Kyutaro con respecto a darla en adopción para protegerla.
Aquel hombre sabía que su compañero estaba atormentado de que si daba a luz a su hija ¿qué haría su padre si se enteraba al final de todo lo que ha hecho en estos once meses? Seguro los informes falsos que hicieron hace unos meses acerca de que Rei estaba cumpliendo con el trabajo a estas alturas, el jefe de aquella banda de mercenarios debió sospechar ya que eran una mentira. Después de todo, era el clan Suwa y por lo que conoce y ha visto con quien ha convivido estos tres años, nada se les escapa.
—¿Por qué no te recuestas un rato? Últimamente no has estado durmiendo bien, te notas un poco más cansado —le sugirió Kazuki, mientras buscaba de despejarse esas malas ideas.
—¿Para qué quieres que duerma? ¿Qué me harás?
—Nada. Solo me tienes angustiado —le contestó con cierto tono molesto—. Me has estado evitando todos estos días sin razón que no sé qué hacer para ayudarte. Mucho menos si tu esencia, con ese aroma tan embriagador a pudin, me tiene demasiado dominado y confundido con lo que quieres ahora.
—No digas tonterías y no tengo sueño, esas son ideas tuyas —le mintió, aunque estuviese en estos momentos con sus ojos más cerrados que abiertos—. Como ya te expliqué: estoy bien, Miri está bien... Ella va a nacer pronto como para que le sigas diciendo cosas que no son.
—Rei, en serio, debes decirme que tienes. Sé que algo te pasa.
—No... —tras escuchar eso último puso al Omega un poco alerta y otra vez sobreprotector con su vientre de once meses—. Solo lo expresas de esa forma para confundirme. No lo hagas. Tú no tienes por qué hacerlo, tú no intentes manipularme que no caeré.
—¿Por qué lo dices así? —preguntó Kazuki sintiéndose confundido de esa acusación.
—Porque eres un mal Alfa. De seguro, tú le quieres hacer caso a Kyutaro.
—¿Con lo de quitarte a Miri? ¿Me crees capaz de eso?
Ninguna palabra salió de la boca de Rei ante esas interrogantes. Él como primera respuesta se quedó en silencio al mismo que se mantuvo pensativo a causa de que su propio miedo de enfrentar la realidad le estaba haciendo dudar y, por eso le había formulado esa frase tan cortante buscando de evadir como se sentía.
—Tal vez... —le soltó bajando su mirada.
—Yo jamás haría eso. ¿Cómo se te ocurre decirme eso? Yo quiero a Miri con nosotros tanto como tú —expresó el Alfa con un tono serio, incluso se podría decir que pudo haber alzado la voz sin que se hubiese dado cuenta—. Es suficiente. Tolero que me mientas de cómo te sientes porque nunca te ha importado ocultarlo desde que te conocí, pero que me acuses de querer alejar a MI HIJA de nosotros colmó mi paciencia.
Su molestia era tan grande que, Kazuki se adentró más en el cuarto hasta llegar a estar a unos pocos centímetros de la cama. Él simplemente se quedó ahí en esa distancia, ya que no podía entrar por culpa de ese nido y, no creía que lo haría ahora si desde hace unos días Rei no le daba el permiso como las otras veces, así que, solo se mantuvo de pie, mirándolo con una expresión severa que también daba a relucir lo cansado que estaba.
—Te complazco, Rei. No me importa si ahora te lo tomas como que te lo saqué a la cara, esto ha durado demasiado —aquel hombre se cruzó de brazos buscando defender su posición a la vez que no quería soltar alguna estupidez ante lo decepcionado que estaba tras haber llegado a este punto—. No tienes por qué ser grosero si te atiendo cual niño malcriado, intentando complacerte en todas tus exigencias.
—Todo Alfa tiene un fin con eso.
—¿Qué? ¡Pero no te haré nada!
—No lo sé ¿sí? Solo estoy preocupado.
—¿Y por qué me acusas tanto? Es demasiado difícil saber que quieres ahora sin que me rechaces, pero al mismo tiempo me quieres cerca —Kazuki no evitó suspirar, sintiendo también cierta molestia en la marca que tenía en su nuca—. A mí me duele saber que me veas como una amenaza y estés usando un nido con mi ropa.
—Tu ropa es mejor —le respondió Rei con un tono dudoso mientras abrazaba el suéter rojo que le quitó a su compañero hace algún tiempo.
—Rei, no le haré nada a Miri.
—Eso es lo que no sé, yo...
—Rei, hablo en serio. Tienes que confiar en mí, si te sigues dejando llevar por esas emociones, seguirás atrasando más el efecto del tratamiento.
—¿Me estás echando la culpa de haber llegado a este punto?
—No, para nada. Ya comprendí que hiciste lo de la jeringa, quiero decir que, sé que la usaste por necesidades de fuerza mayor.
Evidentemente, cuando el Omega escuchó que su Alfa le dijo aquello, solo le hizo pensar que sí lo estaba acusando, y eso, en verdad, le molestó.
—¡Lo hice para protegerte! —le exclamó el hombre embarazado—. Mi padre sabe de ti, pero no podía decirle que tengo un compañero Alfa que es mi destinado y mucho menos que estoy esperando un bebé del mismo. Ese hombre cruel no cree en nada de esto; por algo yo fui un producto de un acuerdo entre Alfas para obtener el mismo y a pesar de eso, al final resulté ser lo opuesto a lo que quería. Yo nací como un Omega.
—No te culpes por eso, las jerarquías pueden fallar. Es normal que de esas uniones pueden nacer esa posibilidad al intentar alterar la genética a diferencia de relacionarse con un opuesto.
—Eso no era lo que creía ese mal Alfa. A mí, Shigeki Suwa me enseñó muy bien que detesta la naturaleza a la que pertenezco —antes de que Rei pudiese ponerse a llorar tras recordar esa parte de su pasado, prefirió seguir buscando consuelo en sí mismo—. Cuando yo cumplí la edad de ocho años, él se dio cuenta de que tenía rasgos evidentes de que me desarrollaría en un futuro como Omega, por lo cual, solo me vio como un error al que tenía que corregir.
—No lo eres. Además, por cómo te tratara quien no te quería, no significa que no ibas a poder encontrar alguien que sí lo hiciera, algo que fuese mejor —dijo Kazuki intentando de generarle confianza, como también animarlo—. Vivir siendo tú y disfrutando de lo que quieras hacer.
—Eso creo, bueno, lo creía antes desde el momento en el que estamos juntos como compañeros. Incluso hasta la noticia de Miri, ya sabes, con todo esto de ella creciendo bien dentro de mí, sin embargo, ese día cuando usé la inyección para el celo y el collar para anular toda mi naturaleza tenía demasiado miedo de que ese mal Alfa supiera la verdad y me hiciera perderla como sí nada después de todo lo que pasamos con esas amenazas de aborto que yo no pensé en las consecuencias que tendría —Rei se aferró otra vez con fuerza a su vientre soltando sus feromonas en cierta esencia amarga, para intentar aliviar estos malos sentimientos que sentía—. Realmente, solo quería terminar ese día, pero luego tú me llamaste todo preocupado y, cuando te escuché de esa manera, despertó en mí una sensación que reconoció que no eras malo como todos los Alfas de los que me había rodeado antes y quería poder decirte todo, pero sí lo hacía, te verías en peligro porque vendrías corriendo a verme y no te hubiera podido proteger...
—Rei, eso no hubiera pasado...
Unas pocas lágrimas terminaron deslizándose por las mejillas del Omega. De reconocer esa posibilidad le aterraba mucho.
—Después de eso pasó todo lo que pasó y, desde ese momento, he sentido que me acechan. No sé la razón, pero, en mi mente, sus palabras con su frase "tienes algo diferente" aún me persiguen —el hombre embarazo temblaba—. Por eso, aquella vez tuve esa pesadilla acerca de que sí Miri terminaba siendo lo que Shigeki Suwa quería, me la quitaría y terminaría de desecharme como la basura que siempre me dijo que era.
—Ella estará con nosotros. No te la van a quitar —le aseguró Kazuki—. No creo que a ese Alfa siniestro con el que compartes sangre le intereses, te lo ha demostrado desde escapaste de ahí.
—No es así como tú crees. Sé que te hice entender que, aunque fácil no fue, pude eludir al clan Suwa. Sobre todo, cuando Kyutaro te mencionó alguna vez que me rebelé a regañadientes. Sin embargo, nunca escapé de él. Solamente le rogué por un poco de libertad, pero para ganármela tuve que demostrarle con rapidez que encontraría algo pasajero en alguna organización para no perder mi entrenamiento y que, a donde fuera admitido, no podían descubrir mi secreto. Me sorprendió que aceptara en un principio hasta me dijo que tenía una condición, la era seguir trabajando para él cuando me lo ordenara, sin importar que.
Ciertamente, Rei estaba contando un poco de su pasado sin darse cuenta. Él simplemente de lo agobiado que se sentía logró soltarlo, consiguiendo así que Kazuki le prestara mucha atención, pues era la primera que mantenía una conversación tan profunda sin vacilar tanto.
—Eso quiere decir que, en el pasado, viviendo juntos en el departamento como ahora, ¿continuaste viéndolo?
Él le asintió.
—Incluso con mis celos, pero cuando estos se descontrolaron y volvieron más periódicos que no pude controlarlo como me enseñaron y tuve que aprender a lidiar con él a mi manera, pues la fiebre hormonal se hizo más presente contigo —le confesó el Omega al Alfa, intentando hacer memoria de sus primeras sensaciones, las cuales fueron extrañas para su cuerpo—. Era algo automático por olerte así fuera en las dosis débiles que esparcías y tenía que disimular, para evitar que me quisieras atraer de esa misma manera indirecta como yo lo hacía. Aun así, de vez en cuando conseguía tener el control de mi propio instinto y así fue como logré continuar hasta que Kyutaro nos atiborró de trabajo, donde logré manipular a mi padre de que me mantuviera fuera de sus misiones de elite, pero que si el trabajo cesara en la organización en la que estaba era tiempo de volver a ser parte del clan Suwa.
—De seguro nuestro jefe sospechaba algo. Kyutaro contigo es muy posesivo porque eres su mejor asesino y dudo mucho que él no quisiera aprovechar todas tus habilidades.
—Pero ahora yo no soy nada. Por estar embarazado y no hacer algo útil, él volvió por mí y tengo miedo de que lo sepa todo, de cómo llevamos esto y que nos agarre con la guardia baja.
—No lo hará, Rei.
—Sí lo hará, Kazuki. Te lo dije antes: nunca subestimes a otros Alfas porque saben cómo proceder —le aseguró viéndolo directamente a esos hermosos ojos carmesí que lo cautivaban, los cuales lo veían con cierto recelo—. No me mires así, no es que dude de ti, es solo que yo quiero... ¡ah! —Rei volvió a tomar su vientre, aquel espasmo lo tomó desprevenido.
—¿Pasó algo? ¿Qué sientes? —le cuestionó Kazuki preocupado por esa reacción que le hizo pensar que por haber hablado tanto de su pasado le hubiera afectado directamente a la bebé por ser un tema delicado.
—Creo que tuve una contracción, Kazuki —le informó tras recuperar, con brevedad su aliento, realmente la manera en que la sintió le causó mucha incomodidad.
—¿Desde cuándo? ¡Vamos! Tenemos que irnos, eso significa que ya va a nacer —comentó el hombre de jerarquía ingresando sin permiso a su nido para ayudarlo a que se levantara.
Claramente con haber dicho que eso que sintió se debía a un síntoma que indicaba que su bebé estaba por nacer, el Omega decidió hacerle caso la orden de su Alfa para ir a atender aquella urgencia.
Hospital Unasaka
Llegaron al hospital con rapidez, y fueron atendidos de la misma manera. Cosa que hizo que Rei se sintiera aliviado de que al fin Miri quisiera venir al mundo y, como esa era la situación en la que estaban ahora, Kazuki también se estaba tomando un poco con más calma, pero buscando de ser más eficiente ante lo que el hombre embarazado a su lado pudiera sentir.
Si bien con su impaciencia, ambos se acercaron nuevamente a la recepción diciendo que venían a ver a su obstetra porque al fin, después de tanto, su hija estaría por nacer.
Aunque, las contracciones que los había traído aquí habían desaparecido. El Omega pensó que tal vez eran cada cierto tiempo, o eso era lo que recordaba haber escuchado en la última consulta en la que les mencionaron que, tanto él como su Alfa debían estar al pendiente de esos espasmos, ya que estas podrían aparecer después de las muchas inyecciones hormonales que usaron en el tratamiento, indicándoles así que terminó de hacer efecto.
Los futuros padres estando metidos en sus propios pensamientos se encontraban esperando a que su doctora terminase con una pareja, pues les mencionaron que no tardarían, pero por la emoción de que el momento había "al fin" llegad querían empezar de una vez con todo el proceso y, al estar sentados en la sala de espera, no cabían de emoción para pasar al chequeo que los haría ir a la sala de partos.
Pese a eso, la enfermera que los atendió por rutina de control previo en su situación respecto a sus especulaciones del momento les dijo que era mejor esperar a hacer lo que su obstetra les indicara. Después de todo, en el hospital conocían el caso particular y, sin los conocimientos, que llevaba la profesional a cargo, no podían proceder del todo, a menos de que fuesen protocolos de emergencia.
Esa palabra se quedó en la mente de Rei cuando aquella mujer se fue y, tanto le había afectado que no evitó acercarse a Kazuki y pegarse más a su cuerpo para sentirse seguro ante esas insinuaciones que les habían hecho.
—¿Está bien, Rei?
—Sí, Miri también —él le agarró su mano para posicionarla donde sintió esos movimientos agitados, específicamente estos eran a nivel de la boca del estómago—. Sus pies están ahí arriba, pero el peso de su cabeza la siento abajo. Ella está tan grande y pesada.
—¿Lo ves? Te dije que todo está bien, además por cómo te patea se nota emocionada.
—Sin contar la contracción rara de hace rato. Esta es su patada número nueve en este periodo de dos horas.
—Ves, significa que Miri está bien y, así como tú, ella también cumple con las indicaciones. Son un buen equipo.
—Tenemos al cerebro de la operación —le halagó Rei con tranquilidad.
—No soy eso... —le comentó Kazuki con cierto desánimo—. Si lo fuera, te ayudaría más, no me hubieras alejado.
De cierta manera, aquel comentario le hizo sentirse invadido un poco por la culpa de sus ideales que lo atacaron por sentir miedo.
—Pensé que solo me seguirías tratando lindo para hacer lo que dijo Kyutaro.
—Ni hablar. Estoy demasiado encantado con Miri y contigo para pensar en eso —le volvió a asegurar como en el apartamento, pero esta vez más tranquilo—. Incluso si hiciera eso no me lo perdonaría porque sería fallarle a Miri como su padre, como fallarte a ti. En este punto, no podría alejarme y no disfrutar de lo que he creado contigo.
Esas palabras fueron tan cálidas, sobre todo, porque estas hacían mucho hincapié con referente a lo que simbolizaban. Si bien, para Rei era cierto que ambos eran los padres de Miri, la hija que tenían en común, él sabía que en todo esto que han pasado y confesado antes había más, algo más.
Eso, por un momento, pasó por la mente de aquel hombre embarazado como una fantasía de que ambos debían de formalizar una relación antes de que su bebé naciera. De haber considerado esa idea, esta misma hizo que Rei repentinamente sintiera otra contracción como su corazón latir tras pensar en ver a Kazuki como algo más que su compañero mercenario y, realmente con todo este tema de que el destino los unió hasta el punto de no separarlos para nada, pues le daba la prueba viviente de que podían ser una pareja, incluso convertirse en la familia que debían de ser.
Aunque asumir esa nueva realidad todavía era peligroso por uno que otro cabo que tenían que atar, para él era inevitable no dejarse llevar por sus ideas y sus deseos que le hicieron sobre pensar lo que no debía. Incluso en esa cercanía en la que estaban viéndose frente a frente, quería darle un beso para garantizar de que lo que tenían podía volverse algo puro y sincero.
Rei Suwa a consulta
No obstante, ante este llamado terminó quedando la incógnita en el aire junto a sus dulces esencias. Él sabía que no tuvo el tiempo de seguir recapacitando sobre eso, ni ejecutar lo que quería.
Pero, al menos, pudo observar anonadado esa sonrisa tan cálida que le transmitía su acompañante, ese quien era el padre de la hija que tenía en común. Con esa expresión, él se conformaba con sentir la seguridad que esta le transmitía. Por lo cual, luego de deleitarse por unos segundos con ella, ambos se levantaron para ir con pasados apresurados, ya que, no querían hacer esperar más la llegada de Miri, mucho menos cuando su padre Omega estando sentado durante esa larga hora había sentido otro espasmo.
A su ritmo se adentraron al consultorio después de ver como salía aquella pareja, la cual de seguro era conformada por un par de betas por no haberle percibido aroma alguno, pero no les pareció relevante. Lo que a esos padres primerizos le interesaba en estos momentos era saber sí podían empezar con el procedimiento para traer al fin al mundo a su pequeña.
Al estar ese dúo de mercenario adentro y sentados en el despacho de la doctora fue evidente que no se pudieron contener y soltaron la noticia con mucha a emoción. Su obstetra escuchaba con atención el motivo que los trajo, pero antes de realizar el procedimiento reglamentario a lo que sus pacientes suponían, les pidió con amabilidad de que fueran a la camilla donde se realizaban los chequeos con el ecógrafo para hacer uno y saber, exactamente en que posición se encontraba la bebé en el útero de su paciente.
Claro que, la especialista con pertinencia decidió tocar el vientre del hombre embarazado para darse una idea antes de corroborarla en la máquina. Aquella mujer notó que el abdomen del Omega en la dulce espera se encontraba duro en algunas partes (se dio cuenta que se estremeció un poco durante las palpaciones que le hacía), mientras que en otras estaba un poco blando de las que se podía sentir uno que otro movimiento de la bebé, como si se estuviera estirando.
La doctora Anna se dio cuenta de que, a comparación de la última vez, el vientre de Rei parecía casi al de una sandía, y era evidente que tenía ciertos cambios físicos (se notaba un poco cansado con esas ojeras, como también que respiraba con más pausa a los otros meses). También revisando por la zona por la que saldría la bebé, pudo percatarse de que había expulsado el tapón mucoso sin que se hubiese dado cuenta por las contracciones que había sentido, lo cual le dio a entender a la especialista que lo que le había recetado para que todo saliese bien en este embarazo especial había terminado de funcionar.
Aun así, decidió sentir una última vez con sus manos donde podría estar, y pudo corroborar que la bebé en sus agitaciones estaba buscando de encajarse en la parte baja de la pelvis.
Ahí fue donde la única mujer en el consultorio volvió a hacer un interrogatorio a su paciente, y del mismo tuvo la contestación de que estaban allí porque sintió las contracciones, por lo que su compañero y él creyeron que era el momento de recibir a su hija, pero que estas le causaban una sensación un tanto extraña en su cuerpo por esa zona desde que aparecieron hace un rato, pues podían notar que iban y venían cada cierta hora desde que habían salido de casa. Se notaba que cada respuesta que Rei daba era importante, así que Kazuki también se quiso unir a la conversación, mencionándole a la doctora Anna que las patadas diarias que Miri siempre daba eran menos rítmicas de lo habitual, pero que algunas las hacía con cierta presión que no ha dejado dormir bien al hombre embarazo.
Esa era toda la información que necesitaba la obstetra. Por lo cual, una vez que todo fue aclarado, les avisó que pasarían a realizar la ecografía.
Con el transductor en mano, el gel y el vientre todo cicatrizado de Rei al descubierto, la doctora Anna decidió hacer el contacto directo hasta que se pudo ver una imagen nítida y clara, donde se podía ver que la bebé se estaba colocando en la fase final en esa posición curiosa que indicaba que en cualquier momento iba a venir al mundo.
—Señor Kusuru y señor Suwa, Miri aún no va a nacer —les informó la doctora Anna después de aquel chequeo rápido.
—¿Eh?
—¿Cómo qué no? Rei dijo que sintió las contracciones.
—Sí, pero es una falsa alarma. Esas son las que les mencioné en un principio: las de Braxton —le volvió a aclarar a los futuros padres.
Tanto el Alfa como el Omega se miraron desilusionados de que aún su hija no quería nacer.
—Pensaba que sí... —dijo Rei se acomodó sus prendas estando sobre la camilla para luego acariciar su vientre—. Vamos, Miri, sabes que quieres nacer... Tú sabes que Kazuki y yo te vamos a querer mucho...
Esas últimas palabras susurradas por el hombre embarazado enternecieron a quien las necesitaba escuchar.
—Oh, yo también pensaba que lo haría —expresó el otro padre de Miri con sus nervios a tope—. Dios, que emoción y ganas tengo de conocerla.
—Seguro ella también. No se desanimen, la espera ya es más corta ahora —les dijo su obstetra estando enternecida por como esos dos papás alentaban a su hija para que se animara a deslumbrarlos con su presencia—. Su hija por sí misma está entrando en fase de preparación para el parto. En estos momentos, me di cuenta de que el señor Suwa, en medio de su falsa alarma, expulsó el tapón mucoso que nos indica que en los próximos días entrará en labor de parto. Así que, deben de estar atentos a cuando la fuente se rompa, ya que cuando eso pase, significará que es la hora.
—Ah, qué alivio oír que estamos cada más cerca —Kazuki no pudo evitar acercarse a Rei para abrazarlo. Realmente, se sentía afortunado de que juntos iban a disfrutar de su mayor logro—. Solo falta eso y será la hora.
—Sí, a mí también me alegra —él no dudo en corresponderle al gesto de cariño.
Sinceramente, el Omega estaba feliz de saber que su hija estaría pronto con ellos.
—Oficialmente están en la última fase del trimestre de este embarazo especial —les anunció la obstetra con emoción—. Sin embargo, debo decirles que tendrá algunas molestias con respecto al peso de que su hija está ganando ahora y este mismo le afectará otra vez su apetito, señor Suwa.
—¿Más antojos? Dígame que no es eso, doctora. Suficiente tengo con las exquisiteces culinarias que me ha pedido estos once meses —le suplicó el Alfa tras recordar la interminable lista del menú exótico que tuvo que prepararle a su Omega—. Aunque hace unos días no terminó de comer esa cosa extraña que me pidió.
—¿Qué? No lo hice porque he estado cansado porque Miri no se dejaba de mover estos días —les comentó a los presentes sin dejar de acariciar su voluminoso vientre—. Además, si me lo terminé de comer el otro día en la madrugada como un aperitivo. Aun así, ¿de qué te quejas tanto? Sí sabes bien que la última cosa extraña que te pedí fue ese helado de chocolate con atún acompañado de pepinillos con aceitunas —les volvió Rei a rectificarles como si aquello fuese la comida más normal del mundo.
Tras describirles todo lo que llevaba esa comida, hizo que a la doctora Anna y Kazuki les diera asco de imaginar esa mezcla rara de sabores. Sobre todo, a Kazuki, el cual, teniendo todo este tema al aire, reconocía que, si iba a haber una cosa que no extrañaría del embarazo de Rei, por un tiempo, sería prepararle esas extravagancias culinarias que este se comía como si se tratara de una delicia.
—No creo que tenga antojos —le contradijo la especialista luego de olvidar ese platillo que su paciente le comentó—. Más bien sucederá lo contrario. Su apetito seguro disminuirá porque la bebé estará ocupando más espacio y a pesar de eso, no debe de dejar ni de comer ni de beber agua porque tanto como ella como usted necesitan tener fuerzas.
—Oh, eso explica un poco ciertas cosas —les expresó Rei entendiendo un poco el comportamiento que estaba teniendo últimamente—, pero no creo que eso pase, doctora. Créame que es por Kazuki que he tomo todas esas vitaminas y seguí el tratamiento desde que nos lo recetó. Así que, no creo que sea un problema.
—Oye, no lo describas de esa forma. Lo haces sonar como si lo hiciera parecer una tortura.
—Sabes que en parte lo es porque sigues siendo bastante controlador en eso por tu lado perfeccionista —le recordó Rei.
—¿Qué? Claro que no. Lo único que hago ahora es lo que me obligas a hacer. Tú eres quien me controla con tu instinto Omega.
—No, esa es Miri quien lo provoca para que no te resistas a mis caprichos —le aclaró el hombre embarazado, mientras posicionaba su mano por la parte baja de su espalda, sintiendo como su hija le hacía un poco de presión por esa zona—. De seguro, será una Omega que no te niegas a nada.
—De tanto que me discutías que sería Alfa, ahora crees que será como tú. En serio, no puedo pelear contigo en temas de Miri —Kazuki suspiró agotado que eso viniera al caso—. Al menos, eso nos hizo pasar tiempo juntos. Aunque, debo decir que, en una de esas con las prisas, fue buena idea armar el cuarto de nuestra hija.
—Lo hiciste en base a mi buen gusto.
—Yo también ayudé, Rei. Mejor dicho, yo hice todo porque no dejabas de quejarte de que no podías hacer nada por como Miri te hace sentir con todos estos cambios.
—Claro, claro, claro.
—¿Estás dudando de lo que digo? Me impresiona que lo hagas ahora cuando nuestra hija sabe que yo ayudé en parte —le expresó el Alfa, entretanto posicionaba su mano en el vientre de su Omega para sentir a la bebé y, como lo esperaba, recibió una patada como contestación a sus palabras—, y esa es la respuesta que quería sentir.
Aquel gesto tan enternecedor logró hacer que su compañero se sonrojara. Al mismo tiempo, también le hizo admitir que haberlo distanciado no había sido la mejor opción, mucho menos si confirmaba que al tenerlo así cerca le garantizaba bastante conformidad, la cual esperaba no volver a perder si se dejaba llevar por sus ideas, pues a como él se dio cuenta, le gustaba estar cerca de su familia.
Con ese pensamiento en mente, al Omega se le escapó una sonrisa que su Alfa no pudo ignorar cuando la vio por el hecho de que se cautivó de lo sincera que era, al punto que le motivó a tomarlo del mentón para besarlo tras contagiarse de esa alegría, por no decir que también se sentía motivado de hacerlo por haber percibido esa agradable esencia a pudín con más dulzura que él tenía.
—Recuerda que estamos en público, Kazuki —le recordó al darse cuenta de sus intenciones. Aunque, hubiera dejado que lo hiciera sin tanta queja si estuvieran en casa.
Ese comentario sacó de su trance al nombrado, logrando así que fuera era él quien se ruborizaba ahora, ya que había olvidado que estaban en una consulta de emergencia como para dejarse llevar y saciar un poco las ganas que había estado guardando últimamente.
—¡Lo lamento, doctora Anna! Con esto de que, ya ve que... —no sabía que decir para excusarse. Solamente dejó que todo su rostro ardiese de la vergüenza, mientras que, el hombre embarazado en la camilla seguía riéndose de sus expresiones—. No te ríes, Rei... Esto puede pasarle a cualquiera...
—No se preocupe —le dijo la doctora Anna con una sonrisa para que se relajara al mismo tiempo que anotaba todo lo que había recolectado el día de hoy con respecto a la evolución del embarazo de su paciente—. Bien, con todo aclarado de lo que deben de hacer al estar la recta final, señor Kurusu y señor Suwa, nos veremos cuando Miri decida nacer.
¡Actualización doble!
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