CUARTA PARTE

—Un recuerdo de nosotros—

Desperté. Estaba en mi casa, en mi departamento.

Al abrir los ojos, lentamente, giré mi cabeza hacia los lados, observando a mi alrededor. Sentía una vibra extraña. Era como despertarse con resaca, pero el recuerdo de no haber bebido alcohol días antes.

El departamento se veía aburrido, sin vida. Le faltaba esencia, pruebas de que en verdad alguien estuviera viviendo ahí. Más tarde compraría mínimo una flor.

Fui a la estación de trenes para ir al trabajo. El dolor de cabeza, de vez en cuando, me impedía pensar.

Al final, no fui a trabajar, terminé tomando un tren a un sitio que estaba a dos horas de mi ciudad. No sé por qué lo hice.

Al llegar ahí, decidí ir a la playa; era invierno, por lo que la temperatura de ese lugar era bastante baja. Me congelaba el trasero.

«La arena está sobrevalorada, solo es un montón de rocas pequeñas», pensé mientras formaba una bola de arena en mi mano, para después arrojarla al mar.

Entonces, ví a una chica en la playa. «Que estúpida», dije en mi mente, aunque, en realidad, me proyectaba. Espero que ella sí haya tenido una buena razón para venir.

Regresé a la estación para tomar un tren de vuelta a casa. Tomé asiento junto a la ventana. El paisaje solo eran montañas. Se notaba el comienzo de semana.

En el asiento de enfrente, estaba la misma chica de antes. Ella me reconoció y me saludó, yo le devolví el saludo. Comenzamos a charlar.

¿Cómo describirlo? Ella era una completa extraña, pero parecíamos conocernos de mucho tiempo. Me parecía de verdad graciosa. Ella me contó que busca ser actriz y que tiene cuatro hermanas. Era difícil imaginar esto último.

A veces suelo esforzarme por agradarle a la gente. Pienso que si no lo hago, todos se irán.

El esforzarse significa dar más de ti mismo que lo que estás dando en primer lugar. Por eso me sorprendí al no haber tenido que esforzarme por agradarle. Solo disfruté el momento, cada segundo de ello.

Todo fue perfecto.

En otro momento, yo mismo pensaría que estoy loco por referirme de esta forma a alguien que recién conozco. El viaje resultó no ser una completa pérdida de tiempo después de todo.

La verdad a veces parece una mentira.

La parada llegó. El tren se detuvo y abrió sus puertas. Ambos nos despedimos, para que después bajáramos del tren juntos. Nos reímos por eso. Resultó que vivíamos en la misma ciudad.

—Se me fueron volando estas dos horas —dije mientras sonreía.

—Demasiado.

Asentí. Giré mi cuerpo en la dirección para ir a casa, ella giró a la dirección contraria. Resultó que no vivíamos en la misma calle.

En otro momento, está conexión me habría parecido ideal. No obstante, el sentimiento de extrañez todavía persistía, y con esta chica, ese sentimiento se convertía en nostalgia, de la cual ya tenía suficiente.

—Fue un gusto conocerte, Kishi.

—Igualmente. Adiós, Ichika.

Y ese fue el primer día y el último en el que la ví. Ojalá haya cumplido su meta de ser actriz. Ojalá sea feliz.

Tal vez en otro mundo le pedí el número. Tal vez en otro mundo la invité a salir. Tal vez en otro mundo estuvimos juntos. Tal vez en otro mundo nunca nos despedimos. Nunca lo sabré y tampoco importa.

Ahora yo solo quiero seguir adelante. Eso es todo.