Mis ojos picaban, las lágrimas acumuladas se empujaban unas a otras para poder salir pero yo miraba al cielo esforzándome a no dejarlas salir, a no liberarlas.

Libre querían ser ellas, libre quería ser yo.

Ahí, parada en una plaza de madrugada me encontraba mirando el cielo estrellado con su luna a todo su esplendor siendo testigos de mi dolor y angustia.

¿Conocen el sentimiento de sentirse ahogados y no saber cómo salir de eso?

Había intentado de todo ya; hablar, gritar, cantar, bailar, hacer algo, escribir...

De nada servía eso ahora, ya era tarde. Me sentía ahogada, ¿pero ahora? Ya estoy en el fondo, ahogada, superada, otra vez. Había sido tan idiota de creer que podría afrontarlo sola que cuando me empecé a desmoronar no sabía qué hacer, a quien recurrir. Cuando creí que hablar me había ayudado, que podía seguir con mi vida, volví a caer. Cuando creí que era cuestión de tiempo, se me acabó el tiempo. Cuando creí que todo estaba arreglado, el disfraz cayó destapando la realidad. Nuevamente me encontraba en el fondo, sin salida, y sola.

Si te empujan constantemente, te caes. Así es como las lágrimas ganaron la batalla y por fin eran libres de mostrar todo lo que llevaba dentro y no pude sacarlo antes. Me sentía aturdida, mi cuerpo no respondía, solo podía dejar correr las lágrimas con la vista en el cielo. Siendo abraza por el aire y contenida por los árboles. Escuchada por las estrellas y regañada, una vez más por encontrarme sola acá, por la luna.

¿Pero que podía hacer? Para mi, en estos momentos, ya todo estaba perdido.

Si mi entorno no fuera tan complicado, quizás podría haber cambiado algo y hoy no me encontraría acá. Pero no hago nada con un "quizás". Lo hecho, hecho está. Si el destino quiso que yo estuviera acá, se lo concedo como también le concedo el gusto de verme así.

¿Por qué yo? Ya me rendí.

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N/A: la luna guarda mas secretos de los que creen.