Les contaré una pequeña historia:

Hace tiempo, muchos años atrás, conocí a una niña que vivía su día a día entre la niñez y el mundo de los adultos. Sin llegar a imaginar que en realidad estaba más cerca de lo segundo.

Dicen que la imaginación y la creatividad es un gran don que no todos son poseedor de ello. Ella se veía a sí misma inútil, sin talentos algunos más que el callar, escuchar, aguantar y accionar en base brindarle protección al ser humano que más amaba. Sin embargo, no había día donde expandiera su imaginación dejándose perder aunque sean unos minutos en él.

Inocentemente creyó que no se saldría de sus manos visitar en rato ese mundo, el único mundo que la protegía y abrazaba sin daño alguno. Poco a poco fue adquiriendo más conocimiento, su curiosidad aumentó sin límites, las letras la consumían cual droga, la música se volvió lo único que toleraba escuchar, la danza su forma de hablar.

Sus consecuencias empezaron a ser muy notorias a tal punto que había empezado a soñar despierta. Había nacido en un mundo donde lo real era duro, la verdad nefasta y los sueños imposibles. Y aún así, no se dejó influenciar por ello. ¿Cómo no? Si había conocido la otra cara, porque una moneda tiene dos caras y afortunadamente también vio el lado mágico, vivo.

Le aconsejaron callar, desasearse de esos cientos inútiles, la llamaron rara e idiota por soñar demás, quisieron cortarle las alas para que dejara de volver aquel mundo cargado de fantasías. Pero era tarde, muy tarde. Esas fantasías ya eran parte de ella, las portada con orgullo cual corona de reina sin importarle los prejuicios del resto.

Su esperanza era cada día más grande, su corazón latía a sabiendas de lo que sucedería, su cuerpo cosquilleaba y su mente deliraba con cada pensamiento fantasioso. Sus alas crecieron sin detenerse, su mayor poder era el conocimiento y jamás volverían a estar debilitadas.

La profecía se había cumplido, ella sería quién libere al resto de lemdrus de su sueño eterno.

Los mundos colisionarían y nada volvería a ser lo mismo.

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N/A: no hay nada que me guste más que escribir relatos fantasiosos con un trasfondo alucinante.