Y ahí estaba ella nuevamente, apreciando el mar. El viento abrazándola. El sol calentándola desde atrás.

Mirando fijamente al cielo con los ojos a medio abrir, los brazos extendidos dejando que el frescor del propio ambiente la envolviera colándose por su abrigo desabrochado, agitando su cabello a un ritmo único. Su mente en blanco concentrándose simplemente en su alrededor, dejándose llevar por la energía que le brinda el lugar. Sintiéndose parte de ellos.

Así era cada que se encontraba con un lugar completamente natural, no podía evitar tomarse el tiempo de pararse a presenciar el lugar y querer ser parte de él. Respirar hondo, desconectar su mente, abrir los brazos y dejarse llevar por la madre naturaleza.

La paz, la tranquilidad y la sensación de ser libre sin depender de otros o incluso de la tecnología era inexplicable, pero definitivamente eran las mejores sensaciones que podía brindarle la propia naturaleza.

De niña siempre se imaginaba ser un hada para poder volar y ser parte del cielo, del aire. O ser una sirena y poder nadar entre las corrientes del agua, junto a los peces y otras criaturas marinas. Creía, y muy fielmente lo sigue creyendo, que volar y nadar son dos de las mejores maneras de sentirse libre. Y solo pocas criaturas tenían ese privilegio tan grande.

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N/A: Que la naturaleza siempre sea nuestra amiga y no nuestra enemiga.