Entre cadáveres
Tras algunos meses de ausencia, he vuelto con esta colección de historias. Veamos cómo reciben esta.
Era otro día tedioso. Lúgubre inclusive. En un momento así, Moira agradecía trabajar de forense. Hacía poco había roto con su novia y no quería que sus colegas le preguntaran de más. Por suerte, los cadáveres no se interesaban por su vida privada, haciendo su labor un poco más llevadera.
Siempre se consideró una buena amante, atenta y preocupada por el bienestar de su amada; pero de un día para otro, esta decidió dejarla. Ella le explicó los motivos, mas Moira creía que exageraba. ¿Fría? ¿En serio? Era imposible. Que trabajara con cadáveres no significaba que se comportara como uno. Si ella no lo entendía, era libre de irse; había más chicas disponibles en el mundo...
De eso quería convencerse, pero su ánimo era comparable al de un occiso.
Nada más poner un pie en la morgue, le avisaron que un nuevo cuerpo acababa de llegar. Ya con la bata y los guantes puestos, Moira se dirigió a ver a la persona fallecida, encontrándose con una chica joven bastante guapa, con el cabello lacio desparramándose sobre el lecho de metal en el que la revisarían. De a poco esta se iba enfriando y perdiendo el color, a la vez que sus músculos se ponían más rígidos.
En el estado en el que se encontraba, recién abandonada por la chica a la que consideraba el amor de su vida, Moira no pudo evitar pensar en lo hermosa que era la difunta. Llegó a encontrarla incluso más bonita que su ex. Sin embargo, si la habían llevado a ese lugar era porque las cosas no habían acabado bien y, como buena profesional, la forense se dedicaría a la revisión, enfocándose primero en lo más evidente a simple vista: el enorme agujero de bala que le atravesaba el pecho y le había destrozado el corazón.
Corazón destrozado... No era el momento de pensar en esas cosas.
La examinación reveló que, aparte del balazo, no había más heridas visibles en el cadáver. Tampoco parecía haber consumido alguna droga que la dejara inconsciente. Tras un nuevo vistazo, Moira lamentó el triste destino de la chica. ¿Qué habría hecho alguien tan bello para merecer un destino tan trágico? Terminar baleada y abierta en la sala de una morgue era una manera sumamente indigna de dejar el mundo. La forense se estuvo preguntando eso durante todo el día, incluso durante el almuerzo y de camino a casa. Por supuesto, y por desgracia, esa respuesta no la obtendría ella, sino la policía.
Días después, Moira se enteró por fin de cuáles fueron las circunstancias de la muerte de la chica. Al igual que ella, era lesbiana, y fue una pelea entre amantes la que tuvo consecuencias fatales. La asesina fue capturada con prontitud, pero eso no revertiría las cosas; una familia desolada exigía justicia por su familiar caída, incluso rogando por la pena de muerte a pesar de que esta no era un castigo posible. Por su parte, en la televisión se veía a la culpable asegurando que estaba arrepentida de lo que hizo y que las cosas se salieron de control. Aquello se repitió por días y en cada aparición de la homicida decía que debió escuchar a su pareja y no dejarse dominar por los celos, pues ella jamás podría haberla engañado con un hombre.
Saber todo aquello le supo mal a Moira: el amor era un tema complicado y el lésbico aún más. Por un instante, comenzó a divagar y a imaginarse qué habría pasado si la fallecida y ella se hubiesen conocido alguna vez. ¿Pudo haber surgido una amistad entre ambas? ¿Algo más? De haber sido ese el caso, la forense estaba convencida de que nunca hubiese reaccionado como esa novia asesina: la habría cuidado como lo hizo con su ex, la habría amado de la manera más idónea y creería en su palabra. De eso estaba segura, aun cuando su antigua amante pensaba diferente.
Fría... Era ella la realmente fría al dejarla de esa manera. No importaban las lágrimas que hubiese derramado ese día; su corazón era un pedazo de hielo por no valorarla durante los años que estuvieron juntas.
Volviendo con la finada, todos aquellos pensamientos sobre un romance quedarían en pura especulación. A esa altura no había ninguna posibilidad de nada; su amor, la chica, ambos muertos y enterrados. Había momentos como ese, no obstante, en los que Moira deseaba que la resurrección existiera, aunque fuese algo temporal; así podría quitarse esas ansias que tenía.
Lo único cierto era que, aunque fuese de una manera distinta, solo la forense podría renacer, eso una vez que sus heridas emocionales sanaran. En el entretiempo, seguiría enfocada en sus cadáveres, aquellos que jamás le causarían los problemas de los vivos; y pasaría un tiempo más como zombi. Ya después se vería si podría mostrarle a una futura novia que ella no era como los cuerpos con los que trabajaba.
Les dejo a ustedes la opinión sobre Moira. Creo que es un personaje sobre el que se puede debatir un poco.
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