Capítulo XIV: ¿TESIS EXISTENCIAL?
Daniel se había quedado dormido apoyando su cabeza contra la ventanilla de la puerta. El conductor lo observó paternalmente, y no quiso despertarlo. El automóvil había recorrido ya casi ciento cuarenta kilómetros desde Calama. Eran las once y media de la mañana. Quedaba, aproximadamente, una hora de viaje hasta Antofagasta, a la velocidad que llevaba. El cielo se veía un poco más nublado. A poca distancia, al frente, podía verse un grupo de casas que, literalmente, se tragaba la carretera: era la estación Baquedano, del ferrocarril de Antofagasta a Bolivia (F.C.A.B.), todo un poblado de paso, gasolinera, comercio básico, restaurantes, un establecimiento educacional, iglesia y un cuartel policial; además un magnífico museo de locomotoras antiguas, muy bien conservadas.
El Fiat-125 disminuyó de velocidad y fue a detenerse frente a un octágono "PARE", instalado en un control obligado de Carabineros (incluso estando la barrera levantada, había que detenerse). El acompañante despertó y, sin decir palabra, se acomodó en su asiento, restregándose los ojos para observar mejor el lugar donde se encontraba. El conductor se bajó y caminó algunos metros hacia el control policial. El funcionario que lo atendió lo conocía, así que, sin mayor trámite le indicó proseguir viaje. Estanislao volvió al carro y lo puso en marcha. A los pocos minutos de reiniciado el rodaje se podía observar a la distancia, internándose en el desierto de Atacama, un conglomerado de murallas blanquecinas de aspecto solitario, misterioso, de evidente abandono; casi fantasmal. Refiriéndose a aquello, un letrero puesto a un costado de la carretera, decía: "Monumento Nacional", y una flecha pintada de azul señalaba un angosto camino compactado en tierra y sal que llevaba a ese histórico lugar, testigo de las faenas salitreras en su mejor momento. El panorámico y pintoresco paisaje motivó la reanudación del diálogo entre conductor y acompañante.
___ Aquella es una antigua oficina salitrera, una de tantas, ___ le dijo el profesor a Daniel, y agregó ___ no sé por qué les llaman "oficinas" a estos puntos de faenas industriales; pero es así como le llaman en todo el norte.
___ Así es ___ afirmó el joven ingeniero ___ y por culpa de los alemanes que descubrieron el salitre sintético, se fue todo a las "pailas" y, ahora, los vestigios de esa prosperidad minera son lo que son: ruinas. Menos mal que fueron declarados monumentos nacionales para su protección. Sin embargo, técnicamente está comprobado que... se podría volver a re explotar, aunque desde el punto de vista económico no resultaría nada de atractivo por el momento. ___ Concluyó Daniel.
___ Puede que sí; puede que no. Lo que pasa es que hay otros aspectos que, de cierta forma, impiden que estas antiguas salitreras se puedan re abrir. Es difícil de explicar, y mucho más difícil entender. ___ Replicó don Estanislao, encendiendo otro cigarrillo; luego continuó hablando muy pausadamente, procurando encontrar las palabras más apropiadas: Espero___ dijo ___ que no me tomes por loco, Daniel. Existe una especie de leyenda; una creencia popular entre las personas más antiguas, oriundas de acá... bueno, de todo el norte chileno; quizá producto de la superstición, pero te aseguro que detrás de todo... hay una gran verdad.
___ Temo no entenderlo, profesor ___ interrumpió Daniel, mirándolo con cierta dosis de escepticismo y, a la vez, demostrando interés por el tema en cuestión. El humo le molestaba y lo hacía toser; sin embargo, procuraba soportarlo. Nunca, jamás, le había tocado viajar con un conductor tan fumador; era como mucho...
El automóvil seguía corriendo, ahora sobre una carretera pavimentada y mucho más ancha. Un bus de dos pisos adelantó al pequeño vehículo a muy pocos metros de llegar a una curva, en una manifiesta imprudencia. Los murallones destechados iban quedando rápidamente atrás y ahora se podían observar desde otro ángulo, cada vez más pequeños, mimetizándose con algunos montículos circundantes. Y el profesor retomó la palabra:
___ Se cuenta que, en todas estas salitreras abandonadas ocurren hechos muy extraños relacionados con... manifestaciones de tipo satánico. Los estudios antropológicos y sociológicos revelan que... existe en nuestro continente y, especialmente en Brasil y centro América, algunas sectas que practican el satanismo como una forma de religión y expresión espiritual. He leído mucho al respecto. He analizado este fenómeno sociocultural desde el punto de vista filosófico, ya que es parte de mi formación, y he escrito varios ensayos; ahora estoy por publicar un libro con el apoyo de la editorial Universo Cero. Sin embargo, por lo que me he podido dar cuenta, son muy pocas las personas que aceptan la presencia de Satanás en nuestros días, donde la cibernética y la inteligencia artificial computarizadas han hecho cambiar la mentalidad y las creencias de las personas, especialmente de los más jóvenes. Nuestros antepasados creían en brujas volando en escobas; creían en el famoso "mal de ojo"; en el diablo rojo con cola y cuernos; en fin, en un montón de cosas más. ¡Puras supersticiones, Daniel! ¡Puras tonteras! Ahora, yo te pregunto: ¿crees tú en la presencia del demonio, en nuestros días?
El joven ingeniero hidro metalurgista sonrió; movió negativamente la cabeza, mas no contestó para seguir escuchando al profesor, mientras éste, con las manos al volante mantenía un buen ritmo de conducción: suave y segura.
___ Obviamente, Daniel, de ti no podría esperar una respuesta afirmativa; claro que no, ya que por tu formación técnico profesional piensas con lógica; con una mentalidad que exige concreción en los hechos; que los mismos sean matemáticamente demostrables. Pues bien, te voy a decir algo que... no me vas a creer: Durante mucho, mucho tiempo, estudié la posibilidad de demostrar matemáticamente la existencia real de Satanás, y... ¡lo logré! Sí, finalmente lo logré.
El joven acompañante, pensó hacer detener el vehículo y bajarse. Respiro profundamente, ahogando un suspiro y comenzó a toser. Sintió lástima por ese hombre que iba a su lado. Procuró disimular su expresión de sentimiento, aunque ya no tenía la menor duda del estado mental del profesor. Creyó que, verdaderamente, éste sufría un serio trastorno mental. "Lo más apropiado es seguirle la corriente", pensó. Sintió miedo, más que nada por el hecho de ver a un loco al volante, y él ir a su lado, a setenta kilómetros por hora. Menos mal que ya faltaba poco para llegar. Luego decidió hacerle una pregunta inconsistente para ver qué respondía:
___ Y, usted, don Estanislao. .. ¿pudo, también, demostrar matemáticamente la existencia de Dios?
El profesor lo observó de soslayo, sonrió y guardó un largo silencio. La respuesta ameritaba espera. Buscó otro cigarrillo, pero se encontró con la cajetilla vacía. La arrugó; bajó un poco el vidrio de su ventanilla y la arrojó fuera. Carraspeó para aclarar la voz, y respondió pausadamente:
___ Daniel, cuando se explica físicamente el principio básico de la electricidad, y eso tú lo sabes muy bien, se hace en función de una bipolaridad..., una bipolaridad electromagnética, ¿no es así?
___ Correcto, profesor, pero... yo le hice una pregunta específica... ___ Respondió algo contrariado el joven ingeniero.
___ De acuerdo, y te la voy a responder. Para que me entiendas, voy a tratar de hacerlo de la manera más pedagógica posible y que, además, sea consistente con tus conocimientos; con tu lenguaje técnico.
___ Bien, adelante con su teoría, le escucho. ___ Dijo, casi con fastidio, el joven acompañante, arrepentido de haberse subido justo en ese vehículo. Y pensó: ..... " con que huevada me irá a salir ahora este tipo".
___ A ver, Daniel, partamos de la base que todo, absolutamente todo, comenzando por el átomo, está polarizado negativa y positivamente; protones y electrones juegan el más básico rol en la energía electromagnética. Ahora, si esto lo trasladamos al plano psicomagnético, nos encontramos con que... lo positivo es bueno y lo negativo es malo, ¿me sigues?
___ Este..., sí, sí, claro, continúe, por favor. ___ Respondió, Daniel, sin poder evitar un indisimulado bostezo. "Que lata más grande", pensó.
___ Yo no sé si me entiendas, pero ahora quiero llegar al punto en cuestión: Para las diversas religiones teístas, cuando hacen mención de Dios, o de dioses, lo hacen pensando en algo bueno, positivo (+). Y cuando hacen mención del demonio, lo hacen pensando en algo malo, maligno, negativo(-). Bien, ahí está, y te repito, la polaridad de la gran energía espiritual que mueve los hilos de la consciencia humana: el motor de la Humanidad. Tú no puedes encender una ampolleta con un solo polo de energía. Lo mismo ocurre con los seres humanos; para funcionar racionalmente, requieren de los dos conceptos, y saber, o al menos entender... qué es bueno, y qué es malo; aunque muchos extrapolan estos conceptos, ¿me logro hacer entender, Daniel?
___ Sí, profesor, no lo había pensado de esta manera. Interesante. Me queda claro. ___ Respondió éste, pensando "este viejo tiene toda la razón, parece que... no está tan loco como imaginé".
Cinco minutos después, Daniel, bajaba un poco el vidrio de su ventanilla y, de inmediato se percibió el salino aroma del mar, lo cual indicaba que ya estaban muy cerca de la ciudad portuaria de Antofagasta, y el viaje a punto de concluir. Ahora, realmente no sabía qué pensar del profesor, le quedaba la gran duda; si bien es cierto que lo escuchado le parecía descabellado, no era menos cierto que en ello había un planteamiento lógico, matemático. Se sintió avergonzado por haberlo pre juzgado; avergonzado de haber sentido lástima de este verdadero maestro de la filosofía; un verdadero pensador. Quizá esta conversación le cambiaría su forma de entender los conceptos de dios, satanás, la muerte y la vida. Había quedado impresionado con las palabras del hombre de las gafas gruesa y cara mal rasurada, a tal punto que... se sobresaltó cuando escuchó nuevamente la voz de éste, diciendo:
___ Falta poco, ¿te vas a quedar en Antofagasta o continuarás viaje a Copiapó?
___ ¿Perdón?... Ah, sí..., me quedo acá algunos días, donde mis tíos, luego sigo a Copiapó. Me gusta mi ciudad, pero no logro encontrar trabajo allá; bueno... en ningún lado. No sé para donde ir a buscar. ___ Dijo, Daniel, con un rictus de pesimismo en su rostro.
___ Ten un poco de paciencia, muchacho, creo que a todos nos pasa lo mismo cuando recién egresamos de la universidad o de algún centro de formación profesional. Mira, lo que pasa es que, al momento de tener nuestro "cartón" en las manos, creemos que es la llave mágica; una llave de oro que nos abrirá todas las puertas, por muy herméticamente cerradas que éstas estén, y... nos sentimos grandes interiormente; nos sentimos dueños del mundo. Sin embargo, cuando se nos niegan las oportunidades, por falta de experiencia, vemos que todo se nos derrumba y que esa llave de oro cae de nuestras manos convertida en una frágil llavecita de cristal que se rompe en mil pedazos al tocar el suelo.
El vehículo comenzaba a descender por una zona de curvas pronunciadas. No obstante, la ancha y suave carretera permitía una conducción segura y confiada hasta la entrada norte de la ciudad. Era el epílogo de un viaje a la deriva, para el joven ingeniero. Pero no había sido un viaje más, como muchos otros. Éste tenía algo de especial.
___ Llegaré sólamente hasta la calle Ramírez, ___ dijo el conductor ___ me quedaré en la vieja "residencial" de Carmencita Zaldivar. Cada vez que vengo me hospedo ahí.
___ O sea que..., ya es cliente habitual ___ repuso el joven, por decir algo.
___ No me creerás, desde mis primeros días como profesor, siendo aún soltero, tomé esa residencial como un verdadero rinconcito familiar. Me encariñé mucho. Los padres de Carmencita me trataban como un verdadero hijo; con el tiempo fallecieron y ella se hizo cargo del negocio ( mi hotel cero estrellas).
El Fiat-125 entró de lleno a la ciudad, confundiéndose con los demás vehículos que circulaban por las arterias confluentes. Mirando al poniente, el mar parecía una ancha pincelada de nostálgico embrujo azul. Al oriente los cerros y algunas poblaciones. El muchacho sacó papel y lápiz de entre sus bolsillos y anotó cuidadosamente el nombre de una calle y tres números bien legibles; luego lo acercó al ángulo visual del conductor, y...
___ Don Estanislao, ésta es la dirección de mis tíos; aquí estaré. Le ruego que, si no es mucha la molestia y sabe de algún trabajo, me ayude por favor haciéndomelo saber. Estaré muy agradecido de usted.
El hombre de edad conducía con mucha concentración, atendiendo las condiciones del tránsito. Sin embargo al ver el papel y la mano de Daniel casi a la altura de sus ojos, reaccionó; lo tomó, lo observó rápidamente y lo guardó en el bolsillo de su camisa, haciendo un movimiento de afirmación con la cabeza y manteniendo silencio... Silencio producido por el fugaz presentimiento de una desgracia. Algo..., algo percibía en aquel misterioso rincón del cerebro donde se anida el llamado "sexto sentido". Su vehículo cruzó tres, cuatro, siete cuadras, y...
___ Profesor, aquí, aquí me bajo yo...
La máquina dejó de rodar y se detuvo detrás de un bus viejo y desvencijado. Acompañante y acompañado se despidieron con un fuerte apretón de manos, intercambiando sus últimas palabras en un corto y atropellado fraseo. Tres bocinazos de diferentes tonos e intensidades pusieron fin a la despedida. El automóvil se puso en movimiento, y el joven ingeniero, desde la vereda lo veía alejarse raudamente calle abajo. El ronco y espeso bocinazo de un buque mercante se escuchó a la distancia. El griterío de una alocada y desordenada carrera infantil, que pasó por su lado, lo hizo reaccionar e inició la marcha hacia la casa de sus tíos, ubicada varias cuadras cerro arriba. Nuevamente se escuchó el bocinazo del buque mercante, pero esta vez más lejos, y mucho más prolongado. Y el griterío infantil pasó de vuelta, como una brisa sutil por su lado; mas nada lo distraía. Iba inmerso en sus confusos pensamientos, y caminó... y caminó, mirando sin ver, ensimismado, distraído... cerro arriba.
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