Capítulo Seis: El Encuentro
Las redes sociales no sólo de Jeolbyeog y de Corea habían estallado frente al carismático nuevo Príncipe de Jeolbyeog. En todo el mundo el chico de Busan convertido en heredero al trono del pequeño Principado era tendencia y noticia.
Jungkook pudo notarlo cuando a la mañana siguiente, se asomó a la ventana y la prensa rodeaba su casa. Vio a Hoseok organizando algunos hombres vestido de negro (quien sabe de dónde los había sacado, pensó), que trataban de contener a la prensa detrás de unas vallas que tampoco se explicaba de donde habían salido.
Luego de su espontaneo discurso y la pequeña, pero amable reprimenda que recibió de Kim Namjoon, todo se había olvidado cuando los súbditos de Jeolbyeog comenzaron a reaccionar positivamente: "adorable", "bonito" "es un bebé" "lo quiero adoptar", eran algunos de los adjetivos con los que era calificado. También hubo unos serios en que destacaban la espontaneidad y frescura del joven. Sin embargo, ninguno de esos buenos comentarios, lo había preparado para la explosión de gente que había fuera de su casa. Apenas se asomó, los flash se dispararon en una ráfaga de luz que casi lo deja ciego. A pesar de tener la ventana cerrada, podía escuchar los gritos de los periodistas que le pedían saludar. Considerando que llevaba su pijama de Cookie, el conejo rosado del maknae de BTS, sólo atinó a asomar brevemente su cabeza y saludar. En ese mismo instante vio como Hoseok y sus hombres abrían un pasillo para que el Canciller entrara, luego de bajar de su automóvil.
Para Namjoon las últimas horas habían sido un caos. Luego de verificar la reacción de la Princesa Madre y de Yoongi, frente al desenfado de Jungkook y lo que los súbditos opinaban de ese discurso no discurso, se había abocado a preparar el viaje de vuelta al Principado con Jungkook y Jimin. Ahora, sonreía recordando la llamada, dónde el único que gritaba era Seokjin, que estaba realmente molesto porque el "mocoso" había decidido saltarse su discurso. De fondo podía escuchar a Yoongi reír sin parar. Luego de calmarse ambos, le habían confirmado que la Princesa Madre habia reaccionado positivamente al muchacho.
Jungkook iba saliendo de su habitación todavía en pijama, cuando se encontró con Jimin que venía gritando por teléfono.
—¡No tengo nada que decirte madre! Ustedes me sacaron de su vida y ahora no te debo ninguna explicación. Me voy de Corea con Jungkook, si, tal como supones y no...—Jungkook podía escuchar como la mujer gritaba al otro lado de la línea—¡No! No seas hipócrita. No soy tu hijo, eso fue lo último que escuché, antes que me dejaras en la calle con una maleta. Ahora voy a cortar, tengo mucho que hacer.
Jungkook miró preocupado a su amigo. Sabía cuánto le dolía. Después de todo eran sus padres, las personas que se supone que te debían amar para toda la vida y, sin embargo, habían sacado a su hijo de sus vida y suponía que ahora, al escuchar la noticia, querrían obtener alguna pequeña ventaja.
—¿Qué querían? —preguntó, viendo la mirada acuosa de Jimin
—Ya puedes imaginarte...ahora me llamaba para decirme que si soy su hijo..., que no hablaban en serio...¿puedes creer que me preguntaron si ahora eras rico y si me podría casar contigo? ¡Cómo pueden ser tan miserables!
Y ahí mismo, no se pudo contener y se largó a llorar. Jungkook lo abrazó. Su madre llegó al pasillo del segundo piso, al escuchar el llanto de Jimin. Namjoon y Hyuk permanecieron en el primer piso, conmovido por lo que habían alcanzado a escuchar.
—Jimin-ah, ¡cuánto lo siento! —Yerin se unió al abrazo de su hijo y de Jimin. Quería a este último tanto como a su hijo. Se habían criado juntos, desde que Jungkook había podido ponerse de pie cuando tenía un año y meses y Jimin había cumplido los tres años. Simplemente se tomaron de la mano y nunca más se soltaron. Luego, los padres de Jimin se habían mudado, pero ellos nunca perdieron el contacto y cuando Jimin se quedó sin hogar, ella no dudó en abrir la puerta de su casa. Y había sabido con certeza que en esta nueva alocada y arriesgada aventura de su hijo JungKook, Jimin iría con él.
—Es sólo... que ahora vieron la noticia por televisión, quieren ver cuanto obtienen de esto. Me preocupa que hagan algún daño. Ya saben, la prensa lo sabrá y ellos...
—No te preocupes Jiminnie. Se lo diremos a Namjoon-hyung y él nos ayudará a resolverlo—Jimin asintió y secó sus lágrimas.
Mas tarde, le explicaron la situación a Namjoon, quien tomó nota, pues podría ser un problema para la imagen del Príncipe. Pero, luego de ese desagradable momento, toda la conversación giró en torno al reciente anuncio y de cómo las expectativas iban en aumento en el Principado.
—Debemos salir esta tarde. La Princesa Madre y Yu-Jin desean irse a su casa de campo. Ellas...apenas han podido asimilar su pérdida y realmente necesitan un respiro. Sin embargo, no quieren irse sin darte la bienvenida. Entonces, saldremos en un vuelo especial. Hemos tomado todas las medidas de seguridad. El avión ha sido revisado y todo está en orden. Saldremos a las cuatro de la tarde. Estaremos allí a las seis y media.
Jungkook no podía creerlo. Estaba a punto de viajar a esta nueva vida, que no tenía idea que traería para él. Todavía se sentía un poco aterrado por lo que vendría, pero no podía dejar de sentirse excitado y emocionado por todo.
—Hyung, ¿el señor que escribió el discurso estaba muy disgustado?
—Jungkook, no puedes llamarme Hyung, ya te lo he dicho. Cuando lleguemos a Jeolbyeog seré simplemente "Canciller" o Namjoon y yo te tendré que llamar Príncipe Jungkook.
—Lo siento sólo es la costumbre. Lo entiendo. Debo acostumbrarme..., pero dime ese señor...
—Creí que te había dicho que el discurso lo escribió Seokjin. Tu secretario, Príncipe. Y él no es tan mayor para que lo llames señor...tiene mi edad... treinta y dos años...él va a hacer tu ayuda directa. Será tus sombra, aún peor que lo que es Hoseok ahora. Te dirá que hacer cada día y además te enseñará todo lo que necesitas saber del protocolo real. Es un poco...tradicional, pero es un excelente hombre. Era el mejor amigo de Jae-Hwan y está afectado por su pérdida, pero quiere trabajar contigo, ayudarte...—Namjoon pensó que tal vez se había excedido dándole tantos detalles a Jungkook, pero necesitaba que éste confiara en Seokjin para que se entregara a lo que el Secretario había denominado "cambio radical". Por supuesto que él le había dicho que tampoco se trataba de cambiarle la personalidad al joven Príncipe, pero sí, reconocía que tal vez necesitaba algunos "ajustes".
Jungkook se sorprendió. En realidad, no había puesto mucha atención a lo que Namjoon le había dicho sobre las personas que trabajarían con él. Sabía que tenían un círculo de hierro con el Jefe de Gobierno, Min Yoongi, a quien, además, luego de ver su fotografía, Jimin había calificado de "absolutamente devorable", pero no se había detenido en su secretario. Por eso cuando Namjoon se despidió y prometió encontrarse con él en el aeropuerto a las tres de la tarde, junto a Jimin tomó su computadora y comenzó a buscar a Kim Seokjin. A diferencia del propio Namjoon, del Príncipe Jae-Hwan o de Yoongi, el señor Kim no tenía una página en Wikipedia, y tampoco tenía perfiles en redes sociales. Tampoco había mucha información en la red. Pero cuando se fue a las imágenes de ceremonias o incluso algunas fotos informales del Príncipe Jae-Hwan, lo encontró. Había una en particular. Era una foto de prensa, del compromiso del Príncipe con su apuesto novio. Al lado de la pareja, un hombre delgado, de hombros anchos, cabello oscuro y hermosos labios sonreía. El pie de la foto decía "El Príncipe Jae-Hwan junto a su prometido y su secretario Personal.
Jungkook agrandó la fotografía y se quedó mirando al hombre.
—Wow, ese hombre está caliente...—Las palabras susurradas por Jimin lo sacaron del embelesamiento en que había caído—. Es extremadamente guapo, ¿no te parece Kookie?
—Supongo—. Se encogió de hombros y dejó el teléfono de lado—Será mejor que terminemos de arreglar nuestras cosas. En una hora saldremos al aeropuerto—. Sabía que había sido lo suficientemente cínico en su respuesta. Kim Seokjin era caliente como el infierno y eso que sólo era una fotografía. Ya podía imaginar como luciría en persona y el sólo hecho de saber que ese hombre prácticamente respiraría en su hombro, lo hizo sentir inquieto.
Mientras en el Palacio, Seokjin se miraba al espejo de su habitación. Sabía que tenía ojeras y sentía su cuerpo pesado. Se apoyó en el lavabo y cerró los ojos. Pensó en Jae-Hwan, en como a veces, lo animaba, cuando ambos estaban agotados con el trabajo diario. Tenía que ser fuerte. El joven Príncipe que estaba por llegar lo necesitaba. Él tenía que enseñarle todo acerca de ser un Príncipe Soberano. Y sabía que la tarea no sería fácil. Lavó su cara y salió. Por última vez comprobó junto a Taehyung las habitaciones destinadas a Jungkook y su amigo. Todo estaba listo.
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El viaje a Jeolbyeog estaba a punto de terminar. Jungkook estaba nervioso. Se había puesto lo que a su juicio, era lo más formal que había encontrado en su closet. Un pantalón de vestir y un poleron negro. Namjoon ya le había advertido que habría prensa y personas esperando su arribo. Lo mismo había pasado al salir de Corea. Los periodistas apostados en su casa lo habían seguido al aeropuerto, donde de no ser por Hoseok y sus hombres hubiera sucumbido a la presión.
—Yoongi estará esperando en el aeropuerto—Namjoon seguía dándole indicaciones, aun cuando con sus nervios, ya recordaba la mitad de ellas—. Es el Jefe de Gobierno o Ministro de Estado. Puedes llamarlo "Ministro Yoongi". No hagas reverencia a él, ni a ninguna persona, aun cuando sean mayor que tú. Eres el Príncipe..., por lo tanto, todos te saludarán con una pequeña inclinación, hasta que seas coronado Príncipe Soberano. Sólo debes inclinarte ante la Princesa Madre que te recibirá en el Palacio.
Jungkook sólo atinaba a asentir a las indicaciones del Canciller. Esperaba no equivocarse o tropezar con algo...
Finalmente, el avión tocó la loza del aeropuerto internacional de Jeolbyeog. Había llegado la hora. Primero salió Namjoon y la comitiva, junto con Hoseok y sus hombres. Luego bajó Jimin y finalmente Jungkook. Al salir pudo ver a la prensa disparar sus flashes. Se oían gritos afuera, pero no había gente alrededor. Al parecer lo habían conducido por un lugar privado.
—¡No puedo creerlo! Es el chico devorable...mira su sonrisa—Jimin le susurró suavemente al ver la figura de Min Yoongi sonriéndoles. El Jefe de Gobierno se acercó a ellos.
—Príncipe Jungkook—hizo una leve reverencia—bienvenido a su Principado. En nombre de la corona le saludo, a usted y a su invitado. —dirigió su mirada a Jimin que sonreía como un bobo—. Soy Min Yoongi, Jefe de Gobierno de Jeolbyeog.
—Gracias. Estoy nervioso...—Jungkook sonreía con el corazón a mil y en ese momento se preguntó qué diablos había estado pensando cuando dijo que sí. Pero ya era tarde y debía afrontar lo que fuera que pasaría.
—Soy Jimin. Park Jimin—Yoongi le tendió la mano al chico rubio y al tomarla se dio cuenta lo pequeña que era. Pensó que ese detalle lo hacía adorable, más aún esos ojitos que se perdían en su sonrisa...
—Yoongi, creo que debemos movernos a los autos...—Namjoon sacó a todos de esa pequeña ensoñación en la que parecían haber caído. Todos reaccionaron y siguieron a Hoseok que ya tenía el ceño fruncido porque estaban atrasados.
El viaje fue rápido y apenas le dio tiempo a Jungkook de observar el paisaje y a las personas que lo saludaban a lo largo del camino. El Principado era hermoso y moderno, lleno de edificios y con una costa donde destacaban los lujosos yates atracados en la Bahía. Finalmente, el Palacio Real apareció ante sus ojos. Era impresionante. Le sorprendió que fuera de un estilo occidental renacentista, lejos del estilo de la dinastía Josean. Sin duda, lo único asiático y con influencia coreana del pequeño Principado eran los rasgos de sus habitantes y el idioma.
La comitiva que lo trasladaba se detuvo frente a la señorial entrada. Jungkook sentía como su estómago se retorcía de los nervios. Un guardia vestido de rojo y negro se cuadró y lo saludó apenas bajó del automóvil. Yoongi los condujo a la entrada que estaba abierta y luego directamente a una pequeña sala. Allí los esperaba la Princesa Madre y la Princesa Yu-Jin.
—Princesa Madre, Princesa Yu-Jin—habló Yoongi luego de hacer una reverencia—, les presento al Príncipe Heredero Jeon Jungkook—. El aludido hizo una perfecta reverencia de noventa grados hacia las dos mujeres que a sus ojos lucían cansadas y con una tristeza fácil de percibir a pesar que ambas le sonreían.
—Es maravilloso que estés aquí Jungkook. No sabes lo que significa para nosotras y para el Principado que haya aceptado convertirte en el príncipe Soberano de Jeolbyeog.
—Es un honor para mí. No puedo imaginar el dolor que debe tener en su corazón...—Jungkook rompiendo todos los protocolos y las propias costumbres coreanas abrazó a la Princesa Madre. La mujer se sorprendió, pero luego se dejó abrazar por el precioso muchacho que tenía delante.
Jungkook no podía ser frío. Simplemente no podía hacer una reverencia y decir palabras educadas. La mujer había esperado por él y no se había dado el tiempo de pasar por el dolor de la tragedia de perder a su hijo.
—Eres un chico precioso y estoy segura de que Jeolbyeog te necesita. No puedo quedarme contigo, pero volveré para tu coronación, pero los chicos te cuidaran. Yoongi, Namjoon y especialmente...Seokjin. Especialmente él. Fue el mejor amigo de Jae-Hwan y estoy segura de que está sufriendo. Pero tú, tu Jungkook puedes ayudarlo. Tal vez incluso él te necesita más de lo que tú lo necesitas aun cuando todavía ni siquiera lo sospecha.
Jungkook se sorprendió cuando escuchó esas palabras de la Princesa. ¿Qué pasaba con el tal Seokjin? ¿Cada vez se sentía más intrigado por el chico guapo que había visto en aquella fotografía y ¿cómo era posible que lo necesitara?
—Mamá tiene razón. Y, por cierto, quiero que seamos amigos. Tenemos la misma edad—Yu-Jin se acercó a Kook y ambos instantáneamente se abrazaron —. Debo ir con mamá ahora, pero si tienes alguna duda puedes llamarme, sé que el protocolo al principio te resultará abrumador y Jin te ayudará, estoy segura, pero el también necesita un rostro fresco, un poco...rebelde, alguien que lo saque de esa rigidez en la que vive. Te lo encargamos... él es como mi hermano y ahora está sufriendo.
Jungkook sólo se limitó a asentir. En ese momento, Yoongi entró para avisarles que estaban listos para reunirse con Jungkook y explicarles algunos aspectos del gobierno del principado y presentarle a al personal.
—Ve con Yoongi. Te veremos en la cena. Y gracias otra vez por aceptar. Ya he firmado tu reclamo del Trono...y eso te convierte oficialmente en Príncipe Heredero. Ahora todos deben dirigirse a ti como Su Alteza—. La mujer y su hijaYu-Jin, hicieron una pequeña reverencia al Príncipe Jungkook y luego ambas salieron del salón.
JungKook todavía estaba un poco aturdido por todo lo que la Princesa le había dicho y ahora se sentía ansioso por conocer al que sería su Secretario.
Al ingresar a otro salón junto a Yoongi, se encontró que Namjoon estaba ahí, junto a Hoseok y Jimin y había otras dos personas. Una de ellas estaba de espalda en un rincón del salón, hablando por celular. El otro era un joven unos años mayor que él, con cabello castaño, ojos grandes y una bonita sonrisa. Lucía un uniforme de mayordomo.
—Bueno—comenzó Yoongi, obviamente ya conoces a Namjoon y a Hoseok. Permíteme presentarte a Kim Taehyung, es el Jefe de Casa, dirige al personal de Servicio del Palacio y estará aquí para ayudarte con lo que necesites.
—Su Alteza—Taehyung hizo una inclinación—es un honor conocerlo y me siento honrado de servirle.
—Gracias...uf...todo estas formalidades...me van a volver loco...estoy seguro de que casi tenemos la misma edad...
—Tengo veintiocho años, su Alteza...
—Pues te ves de veintidós...y ¡tan guapo! —Tae se ruborizó y Yoongi se rio. Jungkook no podía evitar la espontaneidad.
—Bueno y ahora debo presentarte a tu Secretario...
En ese momento el hombre que había estado en el rincón hablando acaloradamente por teléfono, se dio la vuelta y caminó hacia Jungkook.
El Príncipe al verlo vio como a su alrededor había flores, unicornios, cupidos con flechas disparando y todas esas locas fantasías que siempre imaginó que vería cuando conociera a su Príncipe azul...
Por su parte, Seokjin cuando se volteó para saludar al recién llegado Príncipe, sintió como su rostro y orejas ardían por la forma como lo miraba. Se sintió como si caminara desnudo hacia él. Por la forma cómo se mordía el labio el joven Príncipe...
—S-su A-Alteza—estúpidamente comenzó a tartamudear, mientras podía sentir las risitas disimuladas de Nam y Yoongi—, es un honor—hizo una inclinación y se incorporó rápidamente, mientras miraba a los ojos del recién llegado que no dejaba de sonreírle.
—Hola...yo...si...—otro más que comenzaba a tartamudear. Jungkook no podía creer que hubiese en la Tierra un hombre tan atractivo como Kim Seokjin. Se preguntaba cómo podría trabajar con él, sin distraerse con su belleza—Soy Jungkook—Tímidamente estiró su mano hacia el Secretario a modo de saludo.
Seokjin sabía que eso estaba absolutamente fuera de protocolo, pero no podía dejar al Príncipe con su mano extendida, así es que correspondió con un suave apretón de manos. Pudo notar que la de JungKook estaba tibia y suave y sintió como sus orejas se encendían aún más si es que eso era posible de lo que ya estaban.
Un incómodo silencio se instaló en la sala, mientras el Príncipe y su secretario seguían con sus manos unidas. Hasta que Namjoon carraspeó y se dirigió a la pareja.
—Supongo que todos están cansados y debemos prepararnos para la cena, tal vez Taehyung podría mostrarle al Príncipe y a Jimin sus habitaciones.
Seokjin despertó del pequeño sopor en el que había caído, bajo el encanto de la mirada de Jungkook y su mano suave.
—Yo..., lo siento, en realidad...—Seokjin ni siquiera entendía ese estúpido comportamiento que estaba teniendo. Por su trabajo con Jae-Hwan, él había conocido Jefes de Estado, reyes..., siempre con seguridad y ahora...parecía un aficionado. Mas ahora que tenía la atención de Jungkook y el resto de las personas en la sala—. Sólo quisiera hablar con Su Alteza unos instantes. Taehyung, ¿puedes mostrarle al señor Park sus habitaciones?
—Por favor, sólo soy Jimin, no necesita llamarme señor...
Seokjin miró al joven amigo del Príncipe. Tenía una sonrisa encantadora. También miró a Yoongi que le sonreía como un bobo.
—Bien,—intervino una vez más Namjoon—nosotros nos retiramos y volveremos para la cena. Su Alteza—hizo una pequeña reverencia ante Jungkook—lo dejamos en las mejores manos.
Todos salieron de la habitación, pero antes que Tae se llevara a Jimin por las escaleras hacia las habitaciones, Yoongi lo detuvo.
—Quiero que tengas mi número—Jimin sonrió ante el gesto del Jefe de Gobierno—es decir, si necesitas algo. Seokjin mantendrá ocupado al Príncipe por un rato. Si tienes alguna duda o algo no es de tu agrado...sólo debes decírmelo.
—Eso es muy agradable de su parte Yoongi, muchas gracias—Jimin le ofreció su mejor sonrisa y Yoongi se la devolvió, siendo prontamente arrastrado por Namjoon, quien se despidió del joven y puso los ojos en blanco. Ya intuía que su amigo había caído ante los encantos del joven coreano.
Mientras tanto, en el salón, Seokjin y JungKook estaban mirándose el uno al otro, sin decir palabra. El Príncipe sentado en un amplio sofá, mientras que el Secretario lo observaba desde otro.
—Siento lo de tu discurso—fue lo primero que se le ocurrió decir a Jungkook—. Namjoon me dijo que te habías esforzado mucho y yo...lo siento. Es sólo que no era lo que quería decir...
Seokjin lo miraba con atención. Se preguntaba cómo convertiría a este muchacho vestido de negro de pies a cabeza con ropa con dos tallas más grandes que la suya, con el pelo largo y piercing en labios y orejas, en un Príncipe. Además, ni siquiera sabía sentarse. Estaba ahí, sentado con sus rodillas juntas. Le recordó aquellas chicas de los animé. Sin dudas era gay. Y bonito. Sin ninguna duda, el chico más bonito que había visto en toda su vida.
—Su Alteza, no es lo más importante ahora. Aun cuando debe entender que existe un protocolo y...
—Lo sé y Namjoon dijo que tú me enseñarías...escucha quiero aprender. Quiero ser un buen Príncipe. Esa señora merece que yo honre la memoria de su hijo. ¿me enseñarás Kim Seokjin?
La sonrisa de conejo que le ofreció el perfectamente precioso Príncipe heredero en ese momento derrumbó a Seokjin. No supo porqué de pronto recordó las palabras que Jae-Hwan le había dicho, cuando éste conoció al que luego sería su prometido: "Simplemente, lo ví y lo supe...ese hombre es el hombre de mi vida" Sin embargo, apartó ese pensamiento. Eso estaba lejos de aplicarse a él. Recordó todo su entrenamiento de servicio a la corona y recordó que estaba frente al futuro Príncipe Soberano de Jeolbyeog y no de un simple hombre. Se levantó y mirando a Jungkook le prometió.
—Prometo ayudarlo en todo, Su Alteza.
Jungkook confiaba en que el hermoso hombre que tenía frente a él, cumpliera su promesa de todas las maneras posibles.
Ahora todo será sólo (o un 99,9%) de jinkook...
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