Capítulo Dos: La Noticia
Era cerca de medianoche y Jungkook intentaba dormir. Jimin se había ido a su habitación hacía quince minutos, agotado luego de la universidad y el trabajo en la pizzería. Cada vez que veía a su amigo así de cansado, sentía odio por Park Joon-Han. Se sentía agradecido de tener padres tan comprensivos y generosos, que no dudaron a acoger a su mejor amigo.
Sus padres eran muy liberales y diferentes a una tradicional familia coreana. Por eso, cuando a los dieciséis les dijo que le gustaban los chicos, se limitaron a abrazarlo y darle el gran discurso de los condones y el sexo seguro.
Jungkook suspiró. Sentía un poco de remordimiento por tener una buena vida, con padres comprensivos, una situación económica estable, buenos amigos. Pero, como siempre que pensaba demasiado, se lamentaba por no tener claro lo que esperaba de su futuro. Ese bachillerato en economía lo había tomado porque su padre tenía un pequeño negocio de suministros computacionales. Asumía que tendría que trabajar con él y luego hacerse cargo. Lamentablemente no estaba seguro si eso era lo que quería hacer el resto de su vida. Repasó que le gustaba hacer: principalmente cantar, componer un poco, dibujar, el boxeo, bailar. También le gustaba trabajar por causas que otros daban por perdidas. Tenía un pequeño grupo LGBTQ+ en la Universidad, a pesar de los malos ojos que le habían puesto autoridades e incluso alguno de sus propios compañeros. Pero al final, lo había sacado adelante y muchos jóvenes podían sentirse acogidos por la comunidad. JungKook era tímido, pero había organizado algunas pequeñas manifestaciones en pos de las personas trans principalmente y la denuncia de acoso y violencia hacia el colectivo en general. No era de hablar mucho, pero era como una pequeña hormiguita trabajando en silencio.
Quizá no debería pensar tanto y dejarse llevar..., se dio un par de vueltas más en la cama. Su último pensamiento como siempre fue para pedirle al universo que le enviara un chico guapo e inteligente del cual enamorarse. ¿La razón? Hasta ahora, su suerte en el amor apestaba. Entre chicos heterosexuales que querían experimentar y otros que lo veían como un macho alfa sólo porque tenía tatuajes y músculos, no había podido establecer una relación a largo plazo como soñaba. Sólo pequeñas aventurillas que no lo habían llevado a ese lugar mental y emocional que anhelaba: estar enamorado.
Miró su reloj y eran las dos de la mañana. Sí. Mejor cerrar los ojos y dormir.
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Mientras, en el Palacio de Jeolbyeog, los tres hombres se habían quedado estáticos ante las palabra de la Princesa Madre. ¿Quién diablos era Jeon Jungkook?
—Vamos a sentarnos y les explicaré—la mujer respiró hondo. Había dejado a los Kang en su habitación, mientras se disponían los vehículos que irían a buscar el cuerpo del Príncipe y su prometido. Ella sólo quería ir a su habitación y llorar la pérdida de su amado hijo, pero había situaciones del principado que se lo impedían.
—¿Quién es Jeon Jungkook? —preguntó impaciente Seokjin.
—Si recuerdan, el fundador del principado y tatarabuelo de Jae-Hwan tuvo dos hijos. Por supuesto, mi esposo y Jae-Hwan descienden del hijo mayor. Pero el segundo hijo también tuvo descendencia. Tan pequeña como la nuestra, debo decir.
Efectivamente la descendencia había sido escasa para los Gong con un primogénito por generación. El padre de Jae-Hwan había roto la tradición al tener una hija.
—Nunca hemos sabido de otra descendencia...—apuntó Namjoon.
—Eso es porque del segundo hijo del fundador nació una niña que luego dio luz a un niño que al volverse adulto se enamoró de una turista coreana que vino a conocer el principado. El no dudó en seguirla a Corea y se asentó allá. Confió que la línea de sucesión estaría asegurada. Aun así....
Los tres mantuvieron la respiración mientras la Princesa contaba la historia.
—Aun así..., al nacer su hija...
—¡¿Hija?!, de que nos sirve una...—Yoongi comenzaba a perder la calma.
—¡Yoongi, más respeto con tu Princesa Madre! —Seokjin levantó un dedo deteniendo lo que quisiera decir el Jefe de Gobierno.
—Está bien, Seokjin, todos estamos nerviosos...—la Princesa continuo—como decía, al nacer su hija tuvo la precaución de no sólo darle la nacionalidad de Jeolbyeog, sino que además se aseguró que el Principado la reconociera como Princesa...y así quedó registrado.
Los tres se miraron extrañados. ¿Cómo es que ninguno de ellos sabía de aquello? Jae-Hwan jamás había comentado nada al respecto. Ni a nivel personal, ni en forma oficial.
—Se mantuvo en forma confidencial, porque el padre de Jung Yerin, quería que su hija llevara una vida común y corriente en Corea, a solicitud de su madre. Y así fue. Ella sólo estuvo aquí una vez, hace casi treinta y cinco años...Jae-Hwan era un pequeñito de dos años..., ella debía tener nueve o diez años.
Todo eso era nuevo para ellos, pero todavía no entendían. Una Princesa no podía ascender al trono.
—Y bueno...ella se casó y tuvo un bebé...un varón...Jeon Jungkook—Los tres se miraron atónitos, ahora comenzaban a entender y también a esperanzarse—. Ella también tuvo la precaución a instancias de su padre, de darle la nacionalidad al pequeño Jungkook y que fuera reconocido como Príncipe. Así que señores...—suspiró con tristeza y cansancio—tenemos al heredero a la corona.
La Princesa Madre dijo estas últimas palabras con las voz entrecortada por la emoción. Su hijo llevaba unas horas muerto y ella había tenido que olvidarse de su dolor y pensar en el bien de la Corona. Cuando su esposo falleció, ella asumió junto a su hijo Jae-Hwan la obligación de preservar el linaje y el bienestar del Principado.
—Pero, no sabemos nada de él, madre—Seokjin se debatía entre la tranquilidad de saber que había un heredero y la incertidumbre de saber qué tipo de persona era Jeon Jungkook—. Lo más probable es que tenga toda una vida armada en Corea, casado, con hijos...no podemos simplemente llamarlo y decirle que venga...
—Lo sé Seokjin. Pero es nuestra última esperanza—. Intervino Yoongi—. Namjoon—éste lo miró y se levantó de inmediato. Ya antes que Yoongi dijera las palabras sabía lo que tenía que hacer—. Dile al embajador de Corea que investigue todo acerca de Jung Yerin y Jeon Jungkook.
Namjoon salió de inmediato para hacer las averiguaciones necesarias. Estaban contra el tiempo y todo debía hacerse rápidamente. Al mismo tiempo, Seokjin partía junto a la Princesa Yu-Jin y al padre de Dong-Gun...a buscar al Príncipe y su prometido.
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Jungkook se levantó muy temprano. Fue el primero en salir de casa, pues tenía un examen a primera hora. No fue hasta unos minutos antes de la hora de almuerzo que se reunió con Jimin. Al verse se saludaron y caminaron al comedor de la universidad.
—¿Y bien? —preguntó Jimin. Sabía que a su mejor amigo le costaba un poco inglés y había visto cuanto había estudiado.
—Creo que lo hice bien. Sabía la mayoría de las respuestas.
—Me alegra escuchar eso. Se cuanto te esforzarte.
—Es bueno que haya terminado. Lo mejor, recuperé el apetito así es que vamos a comer.
Entraron al comedor y les llamó la atención el silencio y que la mayoría estuviera prestando atención al televisor instalado ahí. Y no era por alguna noticia de BTS o algún otro grupo de idol. La imagen del Príncipe Jae-Hwan ocupaba la pantalla. Abajo con letras rojas se indicaba su fallecimiento. Algunas chicas estaban llorando. El Principado era por razones obvias muy cercano a Corea del Sur y el Príncipe Soberano siempre había atraído la atención de las chicas. No importaba que fuera gay. Era hermoso y dulce.
—¿No son tu madre y tú, parientes lejanos del Príncipe? —Jimin miró a Jungkook que observaba con asombro la noticia.
—S-sí...—respondió dubitativo—¿algo así como primos? —no estaba seguro. En realidad, él ni siquiera recordaba ese parentesco. Sabía que su abuelo que pertenecía a la familia real en algún grado, se había venido a Corea detrás de la mujer que finalmente se convirtió en su esposa y la abuela de Kook. A ella no le gustaba hablar de "allá",es decir, del Principado. Su abuelo a veces, le hablaba del legado que él recibiría algún día. Pero la verdad era que a Jungkook no le interesaba. Pertenecer a la realeza era algo lejano y casi irreal. Al morir su abuelo, el tema no se volvió a tocar.
Sabía que su madre le había dado la nacionalidad y que tenía un título nobiliario que no le servía para nada en Corea. ¿Duque? ¿Marqués? o algo así. Su madre nunca había sido muy clara al respecto. Tampoco su abuelo. Sólo la pequeña subvención que recibía del Principado y que les permitía a sus padres pagar con holgura la universidad. Toda esa historia era lejana para él. Jamás se habían involucrado en eso. Para Jungkook eran algo parecido a unos parientes pobres del Príncipe que a nadie le importaba.
La periodista continuaba informando del accidente. Jungkook dejó de prestar atención cuando notó su bandeja llena con la comida que le habían servido. Jimin ya iba unos pasos hacia los asientos que estaban fuera del comedor. Salió y no escuchó la última parte de la noticia.
"La casa real de los Kong no tiene herederos y todos se preguntan quién gobernará ahora el pequeño Principado".
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Seokjin se dejó caer en el sofá de su pequeño departamento. Ver el cuerpo de Jae-Hwan había sido un shock tremendo. Su amigo, su hermano se había ido. En ese momento no se había permitido llorar. Tampoco cuando lo vio en el ataúd con su traje de la marina. Menos en el recorrido hasta la pequeña abadía, donde los súbditos de Jeolbyeog se habían volcado para saludar a su Príncipe. Sólo ahora en la intimidad de su pequeño hogar se permitió derramar todas las lágrimas que había estado apenas aguantando. No lo podía creer. Estaba seguro de que su muerte no había sido un accidente y movería cielo, mar y tierra para probarlo. Se sirvió un vaso de whisky, lo bebió en un solo trago y luego tiró el vaso contra la pared, en un intento de apaciguar la rabia, el dolor e impotencia que sentía en ese momento.
Eran cerca de las tres de la tarde y el tiempo corría en su contra. Había dormido un par de horas, luego de asegurarse que las Princesas habían logrado descansar también un rato.
Su teléfono sonaba insistentemente. Hubiese deseado quedarse allí, sin contestar, solo en su miseria, pero su deber lo llamaba. El Principado lo necesitaba. Miró la pantalla y contestó enseguida.
—Yoongi, ¿ya tienes algo?
—Nuestros agentes de inteligencia se comunicaron con Corea. Namjoon y yo vamos al Palacio ahora. Madre y Yu-Jin están en la abadía con el resto de la familia Kang. Hoseok y sus hombres vigilan todo. Es más seguro allá.
—Dame diez minutos—Seokjin cortó la llamada. Secó sus lágrimas y salió al Palacio.
Seokjin condujo rápido al Palacio. La entrada estaba llena de flores, pero las personas estaban ahora desfilando en la abadía, por lo que sólo la guardia de Palacio estaba allí.
Al llegar bajó rápidamente. El auto del Canciller y del Jefe de Gobierno ya estaba ahí.
Taehyung abrió la puerta y lo dejó entrar.
—Pensé que estarías en la Abadía—Seokjin sabía lo que Jae-Hwan había significado para el joven.
—Más tarde. Sé que me necesitan aquí. El señor Min me pidió que estuviera alerta—Seokjin asintió y entró a la biblioteca donde sus amigos ya estaban.
—Seokjin...—Yoongi se dio cuenta de inmediato que su amigo había estado llorando. No le extrañaba. Él también quería echarse a llorar, pero no había tiempo que perder.
—¿Qué averiguaron?
Yoongi extrajo un USB y lo insertó en su Mac y proyectó las imágenes.
—Les presento al heredero al trono de Jeolbyeog, Jeon Jungkook.
Seokjin y Namjoon quedaron mirando las imágenes de la pantalla. Un chico con una gran sonrisa, piercings en sus orejas y labios miraba sin saber a la cámara.
—Tiene veintidós años. Estudia un Bachillerato en Economía en la Universidad de Busán. Su padre tiene un pequeño negocio y su madre, la Princesa Jung Yerin, es maestra. Los antecedentes recabados en pocas horas indican que es un estudiante promedio. No tiene antecedentes policiales. Según testigos...no consume drogas. Sólo algo de alcohol y cigarrillos. Y....tiene tatuajes. Algo que en Corea no es bien visto. Lo que nos dice algo de su personalidad.
Seokjin miraba al chico al cual tendrían que convencer de asumir el trono de su pequeño Principado. Vestía de negro con ropa que era probablemente una o dos tallas más grande que las suyas y fumaba despreocupadamente. De ninguna forma parecía un heredero a la corona. Era rústico y desaliñado...
—¿Esa es nuestra esperanza? —Seokjin se paró con las manos en los bolsillos paseándose ansiosamente. Namjoon y Yoongi se miraron nerviosamente. Sabían a lo que se refería Seokjin, pero no tenían alternativa.
—Es él o entregar el Principado a Jang Ho-byung—Namjoon se puso de pie y detuvo el andar de su amigo—. Debemos poner nuestra esperanza en él. Debemos convencerlo...
—Pero míralo Nam...es...
—Tú puedes trabajar con él...convertirlo en un Príncipe...Los informes dicen que es un joven amable y altruista...es una buena persona.
—¿Cómo puedes saber eso? Sólo porque algunos de sus compañeros lo dijeran...
—Hay algo más...—interrumpió Yoongi. Seokjin se dio vuelta para mirarlo, esperando que terminara la frase—. Jungkook es el líder de una comunidad LGBTQ+ de la universidad...es abiertamente homosexual y ha ayudado a muchos jóvenes que han tenido problemas por su orientación sexual o por su identidad de género.
Seokjin volvió a mirar la pantalla y de pronto lo vio. La forma cómo estaba parado, como llevaba su cabello. Su mirada... Era casi andrógino... era...hermoso.
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