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Capítulo 9: Las Lecciones (1era. Parte)

Seokjin se miró al espejo por tercera vez. No había dormido bien. Todavía tenía sueños del avión de Jae-Hwan cayendo. El sólo pensamiento lo puso triste. Los expertos del FBI que investigarían el accidente habían aterrizado de madrugada en Jeolbyeog, bajo estricta confidencialidad. El gobierno estadounidense habia ofrecido ayuda ilimitada. La inteligencia policial casi no existía en el pacífico Principado. Él sólo esperaba que se pudiera descubrir la causa y los culpables. Aunque estaba seguro de que los Jang estaban detrás de todo. Pero ahora no quería pensar más en eso. Su prioridad ahora era Jungkook. Su seguridad estaba garantizada mientras permaneciera dentro de Palacio. También se habían tomado medidas adicionales para proteger a las Princesas en su residencia de verano, donde vivirían el duelo. Duelo que Seokjin no se podía permitir. Por última vez arregló su corbata y la chaqueta de su perfecto traje. Eran las siete de mañana y de acuerdo a su cronograma, Taehyung debía estar despertando al Príncipe. A las siete y media sería el desayuno y ellos a las ocho en punto comenzarían el trabajo del día.

El problema del magnífico plan de Seokjin era que no le había comentado nada al interesado: el Príncipe Jungkook. Por eso, cuando salió de su habitación y vio la atribulada cara del Mayordomo en Jefe saliendo de la habitación de enfrente se preocupó.

—Su Alteza tiene el sueño pesado —dijo con voz un poco temblorosa Taehyung —y me ha dicho algunas palabras que no me atrevo a repetir.

Seokjin estiró su cuello hacia la puerta entreabierta. No se veía nada. Ni un movimiento.

—Está bien Taehyung. No te preocupes. Yo me encargo. Sólo supervisa que su desayuno esté listo. ¿Sabes si el joven Jimin está despierto?

—Seokjin...estos chicos no los despierta ni un tsunami. Antes de venir aquí, pasé por su habitación, pero sólo murmuró algo y siguió durmiendo.

Seokjin suspiró...entendía que estaban cansados. Pero ya era hora de empezar con las actividades. Jimin debía ir a la Academia de Baile para ver su ingreso. Yoongi personalmente había realizado las gestiones.

—¿Puedes encargarte de él? Creo que ustedes han establecido un vínculo más de confianza —. Taehyung asintió. Cuando había llevado a Jimin a su habitación el día anterior, habían conversado largamente. Así es que dejó a Seokjin con el Príncipe.

Seokjin entró y lo primero que hizo fue abrir todas las cortinas de la habitación. La luz del sol se filtró de inmediato. Se acercó a la gran cama y ahí estaba. Jungkook dormía sobre su estómago, tapado hasta el cuello. Apenas se veía su mejilla apoyada en la almohada. Roncaba suavemente. Se veía tan niño. Su cabello largo caía sobre su rostro y acentuaba sus rasgos suaves. Notó una pequeña cicatriz en su mejilla y se preguntó cómo se la habría provocado. Seokjin quería tocarlo y le hubiera encantado pasar su mano por la mejilla y despertarlo suavemente. Pero eso estaba absolutamente fuera de lugar. Así es que simplemente se limitó a pararse a su lado y llamarlo por su nombre.

—Príncipe JungKook...Príncipe Jungkook —luego de repetir su nombre por casi un minuto, se dio cuenta que jamás lograría su cometido. Entonces, junto con llamarlo, tocó su hombro y lo removió. Enseguida un bajo gruñido apareció de debajo de la almohada. Seokjin quedó expectante esperando que al fin el Príncipe despertara. Pero nada sucedió.

—¡Príncipe, despierte! —esta vez usó un tono más fuerte y lo remeció con un toque más firme. Al fin logró que Jungkook levantara la cabeza.

—¿Mamá, podrías cerrar las cortinas? Creo que podría quedar ciego con tanta luz—Al parecer el joven Príncipe no estaba del todo despierto. Seokjin definitivamente no era su madre.

—Soy yo, Su Alteza. Seokjin. Vine a despertarlo —Jungkook pareció reaccionar y sacó sus brazos para estirarse y darse vuelta. En ese momento la ropa de cama cayó hacia atrás un poco y el torso desnudo del Príncipe quedó a la vista.

La sorpresa de Seokjin fue mayúscula. Ante su vista estaba el pecho masculino más hermoso. Bien desarrollado, con dos pezones oscuros que invitaban a morderlos y succionarlos. Su miembro reaccionó a esa vista y a ese sucio pensamiento.  Fue inevitable. Él quería estirar su mano y alcanzarlos. Y luego, de ser posible, bajar su mano hacia el vientre con esos abdominales bellamente formados.

Jungkook abrió sus ojos y vio a su secretario observándolo con avidez. Notó que se había destapado lo suficiente para exponer su cuerpo desnudo y subió rápidamente la ropa. Seokjin avergonzado retiró la vista.

—Seokjin—volvió a estirarse, esta vez cuidando de no exponer su cuerpo—¿Qué hora es? Pensé que todavía estaba en Corea.

—Las siete y quince minutos, Su Alteza, y estamos atrasados. Le agradeceré que pueda estar preparado para el desayuno en los próximos quince minutos.

Ahora Jungkook se sentó y nuevamente su cuerpo quedó expuesto. Pero ya no importaba demasiado, porque quería entender para qué o por qué estaba atrasado.

—Y estamos atrasados para....

—Pa-para su entrenamiento y muchas otras actividades que tengo preparadas...—Seokjin realmente estaba nervioso con esa esa vista tan espectacular—y Su Alteza, si usted olvidó traer sus pijamas, pediré de inmediato que...

—Oh lo siento—Jungkook se volvió a cubrir—la mayor parte del tiempo, me gusta dormir así. Lamento si te incomodé. No sabía que también eran parte de tus funciones el despertarme...

—En realidad no lo son..., pero como le dije hoy tenemos que empezar sus estudios de protocolo, además, hoy vendrá su asesor de imagen que lo ayudará a verse más distinguido y elegante.

Jungkook comenzó a reírse. Seokjin era muy gracioso. La forma tan formal como hablaba y el cuidado que tenía con las palabras. Generalmente le entendía la mitad  de que le decía.

—¿Distinguido y elegante? Mi abuelo usaba esas palabras—Jungkook suspiró. No le iba a discutir al Secretario y se dejaría hacer. Por supuesto que él daría su opinión. No quería dejar de ser él—Está bien. Dame esos quince minutos y bajaré.

Y sin previo aviso salió de la cama. El rostro de Seokjin se iluminó, al verlo sólo en unos bóxer blancos Calvin Klein. Jungkook se paró frente a él, sabiendo lo que provocaba en el pobre hombre. Conocía su cuerpo bien cuidado gracias al gimnasio y el boxeo. Y él tal vez quería saber si Seokjin tenía alguna reacción. Su rostro lo decía todo.

—Yo-yo voy a salir ahora y lo espero en el comedor—Seokjin hizo una reverencia y salió sin decir una palabra más y con el rostro enrojecido. Pero en lugar de bajar al comedor, se encerró en su dormitorio otra vez. Entró al baño y miró con horror la erección que se marcaba en sus pantalones. Cerró los ojos y sólo esperaba que el Príncipe no la hubiera notado. Se mojó la cara y luego de enfadarse consigo mismo por no saber controlar su cuerpo, salió hacia el comedor.

Allí ya estaba un divertido Jimin, que se reía mientras revisaba su celular. Seokjin ni siquiera sospechaba que JungKook le había contado en un extenso texto la reacción de su secretario al verlo casi desnudo. Al ver al Secretario se puso rojo.

—Buenos días  joven Jimin, veo que está de un excelente humor esta mañana. Imagino que ya fue informado de sus actividades.

Jimin trató de contener la risa. Su amigo tenía razón. Era divertida la forma tan formal como Seokjin hablaba, además de sentarse muy derecho a la mesa.

—Buenos días. Sí, gracias Seokjin. Iré a la Academia de Baile. Sin embargo, ¿es necesario que vaya con guardias de seguridad?

—Me temo que sí. Será su primera salida en público y el ser familiar del Príncipe Heredero lo hace muy interesante para la prensa y los paparazzi. Lamento incomodarlo, pero es necesario.

Jimin puso los ojos en blanco. No sabía si se acostumbraría a "ser famoso" aun cuando él no tuviera que ver nada con la Corona.

En ese momento, Jungkook llegó como un torbellino y antes de siquiera dar tiempo para que Seokjin se levantara y el servicio de comedor le hiciera las reverencias de rigor, metió la mano en una elegante fuente que contenía galletas y se las echó a la boca.

—Muero de hambre...aunque esperaba comida coreana. Pero no me quejo de un desayuno americano, mmm, estas galletas son muy buenas.

Seokjin se levantó y lo miraba con las cejas levantadas. De pronto sus miradas se cruzaron y Jungkook comprendió que su comportamiento en la mesa no era nada "Principesco".

—¡Ups! Lo siento—.Se quedó parado, esperando las instrucciones de su Secretario, como un niño esperando su reprimenda.

—Su Alteza, buenos días—Seokjin se inclinó y saludó al joven, ignorando su total falta de educación. Él hubiese querido golpear la mano del chico y enseñarle que las cosas se piden y no se roban, pero una vez más, mordió su labio y le dio la mejor sonrisa—por favor indíquele a Surim, si quiere café o té.

—¿De casualidad no tienen leche con sabor a plátano? En realidad, no estoy muy acostumbrado a este tipo de desayunos..., pero una leche y una kombucha de limón serían perfectos.

La pobre Surim miró a Seokjin, pues definitivamente dentro del gran almacén del Palacio Real, no había ni una sola leche sabor a plátano.

—Jungkook, creo que te pusiste muy exigente. Sólo toma leche sola y bebe este té inglés que está muy bueno—Jimin había salvado la situación y la incomodidad del momento.

—Ok...., no soy exigente. Te y leche por favor—la muchacha se dirigió raudamente a la cocina, mientras Seokjin tomaba nota mental para abarrotar la despensa de leche sabor plátano y kombucha.

En ese momento entró Hoseok con dos guardaespaldas en trajes oscuros que hicieron que los ojos de Jungkook y Jimin se dirigieran rápidamente a ellos.

—Señor Park. Estos son Soobin y Yeonjun y los acompañarán hoy en su viaje a la Academia—. Jimin nunca imaginó en su vida que estaría escoltado por tipos tan guapos como los que tenía ahora delante suyo.

—Entonces iré a prepararme—. Rápidamente se paró de la mesa y con un "nos vemos" se despidió de Seokjin y Jungkook.

—Vaya, ni siquiera pudimos hablar un rato—Jungkook hacía uno de sus habituales pucheros, que provocaban cosas extrañas en Seokjin. Como por ejemplo, besarlo.

—Su Alteza, usted tendrá un día muy ocupado. No hay tiempo para hablar.

—Seokjin...¿nunca te cansas de estar trabajando y de estar tan rígido? Deberías relajarte. Apenas si he comido unas galletas.

—Por su puesto Su Alteza —,en ese momento se concentró en su café muy negro y la mínima tostada que estaba comiendo.

Luego de comer en silencio, pues Jungkook se concentró en el iPhone último modelo que Seokjin le entregó, ya configurado y con los números del círculo dorado, ambos se levantaron para asearse y preparase para comenzar las famosas lecciones.

Jungkook bajó y siguiendo las indicaciones de Taehyung se dirigió a una pequeña sala. Allí, junto a una mesa para dos, otra vez llena de cucharitas, vasos, copas y demás, lo esperaba Seokjin.

—Este lugar es tan grande, que temo un día extraviarme—comentó Jungkook, tratando de romper el hielo y la rígida postura de su Secretario.

—Lo primero que tiene que saber Su Alteza, es que usted es o será en un futuro cercano el gobernante de este Principado y, por lo tanto, este Palacio en toda su plenitud es su casa. Cualquiera que entre aquí, debe rendirle honor y respeto.

Jungkook estaba impresionado por esas palabras y por primera vez comenzaba a tomarle el peso a la decisión que había tomado. Esto no era una broma y él era el Príncipe Heredero de un lugar que apenas conocía.

—Quiero que me cuentes la historia de Jeolbyeog. Apenas sé lo que me enseñaron en secundaria y lo que el abuelo hablaba. No puedo gobernar sin saber el pasado, sin saber que piensa la gente acerca de ser gobernados por un Principado.

—El pueblo ama a la familia real, Su Alteza, a las Princesas y ellos amaban a Jae...él era muy carismático...—Jungkook pudo notar que Seokjin no se había dado cuenta que había llamado de forma tan familiar al Príncipe difunto.

—Entonces...él simplemente era Jae para ti, pero conmigo usas todas las formalidades...¿por qué? ¿no podemos ser amigos?

Seokjin alzó la vista dándose cuenta de su error involuntario. En el fondo, sabía que su lugar era ser el Secretario del Príncipe y no su amigo. Con Jae-Hwan había sido diferente porque se criaron juntos, fue inevitable.

—Nos criamos juntos, aquí en este Palacio. Mi padre era el Secretario del padre de Jae-Hwan. Fue como mi hermano mayor, nuestra amistad ya existía cuando él subió al trono y yo me hice su Secretario. Y si he de ser sincero, yo creía que no era lo correcto, pero Jae-Hwan insistió. Los sentimientos y afectos mezclados en una relación de subordinación no es buena idea. Se pierde objetividad y no quiero cometer ese error con usted. Por lo que prefiero que nuestra relación se base sólo en que yo soy su Secretario.

Jungkook se sorprendió ante las palabras tan francas de Seokjin. El lo estaba rechazando por segunda vez. No pudo evitar sentirse decepcionado. Tal vez tenía razón y debía dejar de lado buscar la amistad y algo más. Le atraía Seokjin, pero no debía ser su prioridad ahora. Era diez años mayor que él, y probablemente la brecha generacional y cultural iba a dificultar un acercamiento mayor. Jungkook debía preocuparse de convertirse en un Príncipe Soberano respetable y dejar de soñar con su guapo Secretario. El problema es que cada vez que lo tenía cerca, volvía a sentir mariposas y enjambres de abejas en su estómago e inevitablemente veía los arcoiris y cupidos. ¿Cómo es que este hombre lo había golpeado así? Nunca antes le había sucedido. Ni con los dos novios formales que tuvo o con ningún chico que hubiera conocido. Era como si Seokjin fuera "su hombre", el que había estado esperando siempre. Naturalmente no dijo nada. Ya se desahogaría con Jimin.

—Entonces, ¿qué voy a aprender hoy?

Seokjin agradeció que el joven no dijera nada. Aunque su mirada se volvió un poco fría. No tenía esa chispa que siempre había en él. Pero él mismo lo había buscado y era mejor así.

—Vamos a aprender a comer, Su Alteza.

Jungkook se resignó e intentó poner atención a la lección un tanto aburrida sobre el uso de cucharas, cuchillos y tenedores.

Media hora más tarde, Seokjin intentaba controlar las inevitables ganas que tenía de gritonear al Príncipe. Si bien los primeros diez minutos, Jungkook se había esforzado por mostrar interés en la lección, pronto su atención se desvió a cualquier punto en el universo.

—Tengo hambre, ¿crees que podamos comer algo? Y ¿crees que sea posible que podamos comer comida coreana? —Ahora mismo lo dejaba a mitad de una frase sobre la forma de tomar vino.

—Su Alteza, creo que es mejor terminar la lección y luego le pediré un bocadillo.

—mmm. Creo que no. No puedo concentrarme en esta mesa vacía con mi estomago de la misma manera.

—Pero el desayuno fue hace una hora...

—¿y? —Jungkook le abrió los ojos demostrando su confusión. ¿Acaso él no podía tomar un bocadillo ahora?

Seokjin se levantó resignado y usando uno de los famosos citófonos pidió algo para comer.

—Gracias por eso—Jungkook pudo escuchar cómo subrayaba la palabra comida coreana—¿y a qué hora terminaremos aquí? Debo ser sincero Seokjin, esto es muy aburrido. ¿No hay algo así como un recreo?

—Su asesor de imagen vendrá en una hora y temo que eso tomará el resto del día—miró su reloj, eran recién las nueve de la mañana y el Príncipe estaba aburrido—. Si quiere pediré que le sirvan su bocadillo en la terraza. Luego puedo llevarlo a caminar por los alrededores. Es bueno que se familiarice con el Palacio.

Jungkook dio un saltito e hizo un pequeño bailecito que sorprendió a Seokjin.

—Eres el mejor secretario del mundo. Gracias. Vamos afuera...—Y sin decir más, abandonó la sala, buscando una salida hacia la terraza.

—A su izquierda, Su Alteza—Seokjin venía corriendo detrás de él—Allí está la salida a la terraza.

Uno de los sirvientes al verlo y escuchar a Seokjin, le hizo una reverencia y le abrió una puerta, revelando el hermoso jardín.

—¡Wow, esto es hermoso! ¡Mira la cantidad de flores ¡Me encantan las flores!

Jungkook comenzó a correr y mirar cada arbusto, cada flor que parecían brillar en ese hermoso prado. Seokjin sonrió. También era su lugar favorito. Aunque la ultima vez lo había usado para llorar a su amigo, pero ahora, al ver a Jungkook corriendo tan feliz, siento alegría en su corazón.

A pesar de las palabras que había dicho al Príncipe Jungkook sobre mantener las distancias, era inevitable para él sentir una cierta atracción. Jungkook no sólo era completamente diferente a Jae-Hwan, sino que a cualquier otro hombre que hubiera conocido. Era espontáneo y risueño. Ahora mismo lo veía perseguir un pajarito, hablándole para que se detuviera. Había tanta belleza, ingenuidad y dulzura en ese hombre, que sintió miedo de que su corazón sucumbiera ante él. Debía mantener la distancia. Debía ser profesional. Pero era tan difícil, cuando JungKook lo llamaba para que fuera a ver un pequeño nido que había descubierto cerca de un pequeño árbol.

—¡Mira Seokjin, un nido! ¡Es hermoso! Ven, quiero que lo veas conmigo—Jungkook llegó a su lado y tiró de su mano, y Seokjin se dejó arrastrar por el ímpetu y alegría del joven Príncipe. Sí, sería muy difcill no caer ante el encanto de Jeon Jungkook. 

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