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Capítulo 4: El Acuerdo

Jungkook estaba tratando de salir del estado de schock en el que habia caido, luego de llegar asu casa y enterarse que era el heredero al trono del Principado de Jeolbyeog.

A pesar que su abuelo le había hablado varias veces de "su legado", nunca había sido suficientemente claro. Y luego de su muerte, para él, el Principado era un lugar bonito, que se estudiaba en los libros ds historia.

Luego que Namjoon se fue, Jungkook lo discutió con sus padres y con Jimin. Y no había llegado a ninguna conclusión. Así es que se fue a su cuarto. Abrió la ventana y prendió un cigarrillo. Tenía mucho en que pensar. Y no sólo en él, sino que también en sus padres y Jimin.

Era cierto, era su vida la que daría un cambio radical si aceptaba ser el Príncipe Soberano, pero también afectaría la de su familia. Incluso la de su pequeño grupo en la Universidad. Sabía que Sakura podría tomar las riendas y le entusiasmaba que fuera una mujer la que lo condujera. Encontraba ridículo que una sociedad que aceptaba el matrimonio y la adopción igualitaria tuviera como norma que sólo un hombre pudiera dirigirla. Estaba seguro de que la hermana del Príncipe Jae-Hwan estaba mucho mejor preparada que él para el puesto.

Pensar en eso, le hizo darse cuenta de que tal vez, esta era una oportunidad para realizar cambios. Ya no sólo dentro de una pequeña comunidad, como lo era su campus universitario, sino que en toda una nación. Namjoon, el guapo Canciller de hoyuelos bonitos, le había contestado por teléfono algunas dudas que le habían surgido. Y le había explicado, que Jae-Hwan también tenía en mente realizar cambios, pero había pasado lo que había pasado.

Jungkook y sus padres estaban un poco asustados por la teoría de conspiración, pero confiaba que resguardarían su vida y la de su familia.

La puerta de su dormitorio se abrió y la cabeza rubia de Jimin se asomó.

—Sólo quería asegurarme que no habías huido por la ventana—bromeó Jimin. Conocía a su amigo y sabía que a veces sobre pensaba demasiado las situaciones. Tenía un espíritu crítico y perfeccionista que lo llevaban a un estado de ansiedad. Y ese cigarrillo fumado de prisa lo confirmaba.

—Lo tengo anotado dentro de las alternativas...

—Kook...no tienes ninguna obligación de aceptar esto. No necesitas poner tu vida de cabeza para hacerla mejor de lo que es ahora.

—La cosa es Jimin...que yo creo que es exactamente lo que tengo que hacer. Dar un giro total para darle sentido.

Todas estas pocas horas desde que Namjoon y Hoseok se habían ido, Jungkook estuvo pensando en eso. Cada día se despertaba y se acostaba pensando a donde iba su vida. Y ahora tenía una oportunidad de hacer algo...que nunca imaginó estar haciendo. Claro que tenía muchos puntos en contra, como perder en parte su libertad. Pues estaba seguro de que su vida sería como la de los integrantes de BTS, que no podían salir sin un guardaespaldas o tener vida privada. Eso era un precio elevado..., pero, por otro lado, era la oportunidad para dejar un legado. Para hacer cambios significativos. Tener un poco más de tribuna para defender sus puntos de vistas...y vivir una vida que imaginaba sería emocionante y a la vez encantadora...él sería un Príncipe.

—Siento que es una oportunidad para ser yo mismo. Mostrarme como soy, sin reprimir mi sexualidad. Mi personalidad. Sé que habrá protocolos y otras tonterías... pero sabes, busqué videos del Príncipe Jae-Hwan...él era bastante atrevido...

Jimin se sentó a su lado y lo observó. Podía ver el brillo en los ojos de Jungkook y en ese momento tuvo la certeza que tanto la vida de su mejor amigo, como la suya cambiarían para siempre.

👑👑👑👑👑

11 p.m. Habían pasado las primeras veinticuatro horas desde que el Jefe de Gobierno Min Yoongi, había anunciado la muerte del Príncipe Soberano.

La Abadía se había cerrado para el público general y sólo la familia y amigos cercanos acompañaban los cuerpos de Jae-Hwan y de su prometido.

Seokjin sentado en una de las bancas, recordaba pedazos de su vida y en cada uno de ellos estaba Jae-Hwan. Tenía cinco años, cuando su padre se había convertido en el secretario del Príncipe Soberano. Jae-Hwan tenía casi trece, pero al conocerse lo adoptó casi como su hermano menor. Seokjin creció en los jardines de Palacio y en la medida que se fue desarrollando, la diferencia de edad en ellos casi no se notaba. Seokjin era muy maduro. Ya en la universidad, conoció a Yoongi y Namjoon. Luego, fue fácil formar un vínculo férreo entre los cuatro.

Suspiró ante los recuerdos. Una lágrima solitaria bajó por su rostro. Todavía no podía creer que se había marchado y peor aún que alguien había estado involucrado.

—Seokjin—. La voz ronca de su padre producto del tabaco, lo sacó de sus recuerdos—. Necesitamos hablar.

Lo había visto llegar más temprano, pero no había notado que todavía permanecía ahí. Él y su padre no tenían la mejor relación y con los años parecía que empeoraba. Por lo mismo, ahora no quería hablar con él, pero miró hacia donde estaban Yoongi junto a la Princesa Madre y a Yu-Jin. No quería hacer un pequeño escándalo y sacarlas de la tranquilidad en la que estaban. Por lo mismo, se paró y caminó hacia una de las salas anexas que la Abadía había dispuesto para la familia real. Su padre lo siguió.

—Supongo que viniste a darle tu pésame a la familia real—. Seokjin miró a su padre seriamente y con los brazos cruzados. Realmente, él no quería tener esta conversación.

—Por supuesto. No puedo ser mal agradecido. Fui el Secretario del padre de Jae-Hwan por casi veinticinco años, aun así...

—Padre, no empieces. Si quieres darme de nuevo el discurso acerca de cómo no te dieron un título de nobleza...

—Pero es la verdad Seokjin. Serví a la familia durante toda mi vida..., aun antes de convertirme en Secretario y ellos no me dieron nada ¡o a ti! siempre diciendo que eran mejores amigos y no fue capaz de darte nada.

Seokjin no quería seguir escuchando. Tampoco iba a decirle a su padre todas las veces que Jae-Hwan le había ofrecido ser noble. Él lo había rechazado. No le importaba. Trabajaba para la corona porque era su deber y lo que le gustaba hacer.

—Hablé con el Duque Ho-Byung...y él...

—Papá...—lo interrumpió Seokjin—. ¿Cómo puedes hablar con el mayor enemigo de la familia real?

—¡No seas tonto Jin! Ellos subirán al trono. No sé qué está inventando ese amigo tuyo, Yoongi, pero tanto los días de los Gong, así como su cargo de Jefe de Gobierno están contados. Básicamente le quedan cuarenta y ocho horas. Debes resguardar tu futuro. Ellos prometieron darte...

—¡Basta! No quiero escucharte y te aconsejo que no hagas tratos con ellos. Es desleal de tu parte y no recibirás nada.

—Pero Jin...escucha a tu padre...

El teléfono de Seokjin vibró. Era un mensaje de Nam. El rostro de Seokjin se iluminó: "Jungkook dijo sí"

—Me tengo que ir padre y te aconsejo que te alejes de los Jang—. Rápidamente buscó a Yoongi que le sonrió y estaba movilizando a las Princesas.

—El niño aceptó, Seokjin—la madre de Jae-Hwan tenía lágrimas en sus ojos. El dolor de su pérdida terrible al menos parecía disminuir al saber que el legado de su esposo y de su hijo continuarían. Jin también le sonrió y la dejó dentro del auto que las llevaría de vuelta a palacio.

Yoongi y él subieron a otro auto y fueron hasta el departamento del primero.

—¿Tú padre te estaba acosando? —Yoongi sabía cómo era el padre de Seokjin y se enfurecía cada vez que el hombre le reclamaba a su hijo por no cumplir sus expectativas. Eso había afectado seriamente la personalidad de su amigo, volviéndolo un poco más amargo y apagado.

—Lo de siempre. Y no me gusta esa cercanía con los Jang. Pero ahora no importa. Si ese muchacho aceptó...

Llegaron al departamento y rápidamente organizaron una videoconferencia con el Canciller. Al ver el rostro de su amigo y la enorme sonrisa que tenía, respiraron aliviados.

—Hace poco terminé de hablar con Jungkook y sus padres. En realidad, les escribí mientras hablábamos. No podía esperar para darles la noticia.

Namjoon sabía cuánto significaba para el Principado la noticia. Y especialmente para ellos que se sentían en la obligación moral de cuidar el legado de su amigo.

—Oye deja de sonreír y dinos todo. ¿Puso algunas condición? ¿Pidió algo? —Yoongi quería saber el alcance de esas eventuales peticiones, aun cuando la Princesa Madre le había dicho que accediera a lo que fuera.

—Bueno si...—Namjoon sonrió. Llevaba pocas horas de conocer a Jungkook, pero ya le simpatizaba un montón. Era un chico humilde, tímido, pero muy seguro de sí mismo.

—¿Qué modelo de auto quiere? —Preguntó con cierta ironía Seokjin.

—Sólo quiere asegurarse que su padre pueda dirigir su negocio, que su madre esté involucrada en alguna actividad y que su amigo Jimin pueda postular a la Escuela de Ballet.

—Él ya tiene un cupo si es lo que desea.

—En realidad Yoongi—Y ahora Nam estaba serio—Ni Jimin ni Jungkook quieren que le den el cupo porque sí. Quiere ganárselo.

—Vaya, eso es muy honesto de parte del chico... ¿es su novio? —Preguntó Seokjin. Había tenido la oportunidad de ver unas fotografías del muchacho rubio y era muy guapo. Lo mismo pensó Yoongi cuando las vio, pero no dijo nada.

—No es su novio. Es como un hermano. Creo que su relación es muy similar a la nuestra. Solo que ellos son dos...

Seokjin lo creía. Ellos nunca habían sentido atracción entre ellos, aun cuando ninguno era heterosexual. Desde un principio se había establecido un vínculo de amistad y fraternidad.

—Bueno, dijiste lo que el Príncipe quiere para su familia, pero ¿Qué quiere para él?

—Sí...—Namjoon se pasó la mano por el pelo, un gesto que hacía cada vez que estaba nervioso. —Él preguntó si había un gimnasio en el Palacio y....—Seokjin asintió. Claro que tenían uno. Bien equipado. Seguro que al chico le iba a gustar, pensó. —El me pidió una máquina de boxeo...dice que le da puntuación por los golpes...o algo así...

Seokjin y Yoongi se miraron y éste último se largó a reír. La cara de Namjoon al otro lado de la pantalla lo decía todo. El chico sí que era especial.

—No te rías Yoongi, Jungkook practica algo de boxeo y según me dijo siempre había querido una de esas máquinas. Le dije que sí, naturalmente.

—Por supuesto—Yoongi hablaba todavía riendo. Había esperado que su futuro Príncipe pidiera un Lamborghini, no una "cosa" para boxear.

—Todavía hay algo más...—insinuó Nam.

—¡Lo sabía! —Seokjin intuía que esa estupidez de máquina no era lo que realmente deseaba ese muchacho.

—Bueno él quiere en el Palacio...mmm...no sé cómo decirlo...

—Dinos de una vez que mierda lujosa quiere...—Seokjin comenzaba a perder la paciencia.

—Él quiere un Noerabang...—Namjoon sonrió tímidamente a sus amigos.

👑👑👑👑👑

Dos horas después de aquella llamada, Seokjin intentaba dormir. Tenía demasiadas ideas en su cabeza. Al día siguiente sería el funeral de su mejor amigo y no se sentía listo para decir adiós. Luego que salió del departamento de Yoongi se fue al Palacio, pues no tenía sentido volver a su departamento, con todo lo que se venía al día siguiente. Fue hasta la terraza nuevamente. Había llorado, había gritado y había orado. Se sentía tan extraño todo sin Jae-Hwan. Ahora, sentado en su escritorio pensaba en el cambio que vendría. Había visto algunas fotografías del joven Príncipe Jungkook y en verdad tenía un rostro adorable que probablemente conquistaría rápidamente a sus súbditos, pero se preguntaba si detrás de toda esa dulzura, amabilidad y humildad que según Namjoon tenía el jovencito, no se escondía una persona totalmente diferente.

Según lo ordenaba el Reglamento de la Constitución, Yoongi como Jefe de Gobierno o Ministro Principal y él, como Secretario General y Personal del Principado, podían mantenerse en sus cargos hasta que el nuevo Príncipe fuera coronado como Soberano. El plazo eran tres meses. Mientras, ellos seguirían cumpliendo sus funciones y según Namjoon el chico había estado de acuerdo y agradecido. Ahora, Seokjin siendo casi las tres de la mañana escribía la declaración que el Príncipe leería en cadena nacional para el Principado, una vez que se anunciara su reclamo al Trono. Eso sería cerca de las ocho de la noche. No querían llegar al último día de plazo, pues temían que los Jang hicieran algún movimiento para desalojar a las Princesas. Así que ahora intentaba plasmar en pocas palabras, lo que el nuevo Príncipe debería decir a sus súbditos. Podría habérselo encargado al secretario de prensa, pero Jae-Hwan siempre había preferido sus discursos. Y no pensaba dejar de hacer esa tarea...bueno hasta que el chico dijera lo contrario.

Pensó en su padre y sus torpes y desleales alianzas con los Jang. Siempre había ambicionado más de lo que había obtenido a lo largo de su vida de servicio a la Corona y Seokjin no lo podía entender. Decidió alejar esos pensamientos y comenzó a escribir...debía ser algo sencillo y corto. No quería que el joven Príncipe pareciera inseguro o torpe en su primera aparición.

👑👑👑👑👑

Jungkook ordenaba su ropa en dos maletas muy finas que el propio Namjoon le había traído y posiblemente comprado para que guardara sus pertenencias. Sería un día agitado. Por la mañana iría a la embajada del Principado junto a su madre, para ver la transmisión del funeral del ahora su predecesor..., más tarde almorzarían con el embajador y sería sometido a alguna clase de preparación que no había entendido del todo. Sólo algo con su pelo y maquillaje. Había cedido en parte, porque él todavía no quería cortar su cabello. Namjoon había accedido, pero le había rogado que debía lucir más ordenado. Y luego vendría lo peor...leer un comunicado que el alguien estaba preparando...él no era bueno en eso, pero supuso que tendría que acostumbrarse. En realidad, tendría que acostumbrarse al gran cambio en su vida que estaba a punto de producirse. Sonrió. Había tomado la decisión correcta. Estaba esperanzado en cumplir un papel importante en la historia del Principado.

Agotado, terminó de guardar las últimas cosas importantes. Namjoon le había prometido que después, llevarían todas sus pertenencias al Principado. Se acostó y trató de imaginar cómo sería su vida ahora. Si la corona sería pesada, si tendría que aprender de protocolo y esas cosas. También se preguntó cómo serían las personas que lo rodearían. Namjoon no había dado muchos detalles. Imaginó que todos eran mayores que él. Esperaba que no tan mayores como para tener algún choque generacional. Por último, suspiró y pensó si en el Pequeño Principado de Jeolbyeog, encontraría el amor de su vida. Ese que había estado esperando desde que tenía trece años cuando se dio cuenta que los niños eran mucho más lindos que las niñas.

Nota: Se que están esperando el encuentro de Jin y Kook, pero necesito contar todas estas cosas primero para que conozcan a los personajes y el contexto en que se desarrolla la historia. Paciencia

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