Capítulo 20: Los Novios
Seokjin miró a Jungkook con su pecho agitado. Él había dicho que sí. El sólo hecho de pensar en tener al Príncipe desnudo en su cama lo excitaba. Sin embargo, algo lo detuvo. Ellos nunca habían hablado de sus preferencias. O de sus experiencias anteriores. Apenas se habían tocado en la sala de karaoke, cuando lo había detenido.
Obviamente Jungkook notó que algo había ocurrido en el hasta hace un segundo muy seguro Kim Seokjin.
—¿Qué ocurre?, no te arrepientas ahora por favor, ¿Seokjin? —. Jungkook buscó su mirada, temiendo que el momento se hubiera roto.
—No estoy arrepentido. Yo sólo…mmmm… ¿Cómo quieres hacer esto? —Era la primera vez que Seokjin estaba en una situación así. Las pocas veces que se había liado con alguien, él no había dejado espacio para “escoger”. Simplemente se los había follado. Pero Jungkook era diferente. No era sólo un ligue casual. Era su…también se dio cuenta que lo que fuera que tenían no tenía nombre. Pero definitivamente no era algo superficial y él quería que su Príncipe estuviera feliz y cómodo, aun cuando eso conllevara ser follado por primera vez…
Jungkook suspiró de alivio. Sólo era eso. Por un momento había pensado que todo se perdía. Sonrió sonoramente. La cara de terror que tenía en ese momento Seokjin casi lo hubiera convencido de que estaba a punto de perder su virginidad. Lo conocía demasiado bien. Estaba seguro de que su Secretario no era un mordedor de almohadas. Esa aurea dominante y mandona estaba seguro que se proyectaba en la cama.
—Parece que no estás escuchando…dijiste quiero hacerte el amor y yo te dije hazme el amor…si eso no es claro para ti, voy a ser lo suficientemente honesto. Te quiero dentro de mí. Quiero que me folles, necesito sentirte sobre mí… ¿está bien eso para ti?—.
La sonrisa que iluminó el rostro de Seokjin fue suficiente respuesta para Jungkook. Sin perder más tiempo se acercó al joven Príncipe y lo primero que hizo fue besarlo con suavidad, mientras comenzaba el proceso de sacarle la camisa. Jungkook se había despojado ya de la chaqueta y la pajarita. Estaba nervioso así es que fue un poco torpe y Jungkook no pudo evitar sonreír en el beso.
—Déjame ayudarte... —comenzó entonces a sacarse la camisa y luego los pantalones rápidamente. Seokjin al verse liberado de la tarea hizo lo propio con su ropa. De pronto estaban los dos sólo en bóxer mirándose. Para el Secretario era obvio lo que seguía. Pero faltaba un detalle. Sin decirle nada a Jungkook corrió al baño y sacó el lubricante y varios condones.
El Príncipe ni siquiera alcanzó a reaccionar cuando Seokjin volvió con los suministros que dejó encima de su mesita de noche. Una vez más sonrió. Él ni siquiera había pensado en aquello. Sabía que estaba limpio, pero no iba a exponerse o exponer a Seokjin sin estar completamente seguros. No dijo nada, sólo esperó el próximo movimiento del secretario. No tenía problema en darle el control de la situación. Le gustaba eso. Y sabía que pasara lo que pasara sería la mejor noche de su vida.
Y entonces sucedió…Jungkook había sido afortunado con sus parejas y las veces que tuvo sexo fueron amables con él. Pero la delicadeza con la que Seokjin lo tomó para llevarlo a la cama, no tenía comparación. No lo había tirado simplemente sobre el edredón. Lo había guiado hasta allí y había acomodado almohadas en su cabeza y a sus pies.
—Quiero hacerte tantas cosas…—Seokjin se recostó a su lado pasando sus dedos por el pecho de Jungkook. Éste se estremeció al contacto—, pero también quiero disfrutar el tenerte en mi cama. Ningún hombre ha estado antes aquí, ni siquiera en mi casa. Eres el primer hombre con el que quiero hacer esto. Hacerte el amor y despertar mañana contigo.
Jungkook ni siquiera alcanzó a decir algo, cuando Seokjin le estaba arrebatando un beso. Sus manos seguían vagando por todo su cuerpo. Desde su cuello, su pecho, su bajo vientre. Seokjin soltó sus labios y lo miró, con esa mirada intensa que provocaba tanta conmoción en Jungkook. Él estaba expectante ante lo que vendría. Sentía las manos de su secretario recorriendo su cuerpo y todo en él vibraba. Su pene agitándose y apretándose contra los bóxer. No pudo evitar gemir. Seokjin sonrió con malicia. Su mano llegó más allá del ombligo…
—¿Puedo? ——¿Qué si podía?, Jungkook estaba enloqueciendo. Claro que podía. Si dependía de él, Seokjin podía hacer lo que quisiera. Como pudo movió su cabeza en afirmación y en ese instante sintió la mano de Seokjin metiéndose entre su bóxer, llegando a su erección. Su cuerpo se estremeció, su pene se endureció todavía más y un largo gemido salió de su boca. Por primera vez, Jin lo estaba tocando. Éste sacó su mano y buscó el lubricante. Quería que fuera totalmente placentero para Jungkook.
Volvió a acariciar el pene de Jungkook y éste volvió a estremecerse.
—Desnúdame por favor, necesito…
—Shhh…—contestó Seokjin—lo haré Su Alteza. Sólo deme un segundo. Tiró de los bóxer y Jungkook levantó su cuerpo. Apenas estuvo desnudo, su pene se irguió orgulloso y brillante—. Eres hermoso Jungkook. Perfecto—.
Jungkook sólo podía emitir pequeños gemidos y palabras ininteligibles. Quería decirle cuánto lo deseaba, cuánto había esperado por este momento y cómo lo estaba disfrutando. Pero simplemente cerró sus ojos y siguió entregado al placer que Seokjin le estaba dando en ese momento.
Seokjin comenzó a masturbarlo, mientras besaba sus labios, su cuello. Jungkook casi se corre, cuando sutilmente chupó detrás de su oreja. Su cuerpo respondía con escalofríos al placer. Sentía como cada uno de los vellos en su cuerpo se erizaban.
—Voy a chuparte Alteza. Quiero simplemente conocer tu sabor. Sentirte en mi garganta. Si quieres correrte, no lo dudes ni por un momento. Esta noche será sólo para tu disfrute y tenemos mucho tiempo—. Al instante que Seokjin llevó el pene de Jungkook a su boca, un largo gemido escapó de su garganta. La forma como succionaba, como lamía la punta y luego recorría con su lengua todo el eje. Lamiendo incluso sus bolas, que ya estaban duras.
Para Jin, era una experiencia nueva. Había visto suficiente porno y le habían dado un par de mamadas para saber que hacer, pero jamás le había devuelto el favor a alguien. Lo consideraba demasiado íntimo y comprometedor. Incluso más que follar. Era un acto de confianza, de entrega, en cierto sentido, de sumisión frente al otro, al dejar de lado su propio placer por brindárselo a la otra persona. Pero con Jungkook no había tenido ninguna duda. Él quería hacerlo. Quería sentirlo en su boca, conocer su sabor, su textura. Siguió chupando y lamiendo y sentía como el pene endurecido palpitaba en su boca, como sus testículos se tensaban, mientras escuchaba los gemidos agudos de Kook.
—Así Seokjin…es perfecto…, mierda…es…mmmm…es tanto placer…—Jungkook estaba perdido en el maravilloso mundo de las sensaciones. Del placer total. Porque no era sólo estar recibiendo una gran mamada, sino que era su precioso secretario quien se la estaba dando. Era Jin arrodillado en la cama, con su pene en la boca y sus manos amasando sus pezones erectos. Mientras que él, mantenía sus manos en la cabellera suave de su secretario. Sabía que el momento llegaría pronto y él quería prolongarlo, pero tal como le había dicho Seokjin todavía tenían mucho tiempo y….—Me voy a correr…¡Seokjin, mi amor!
El cuerpo de Jungkook se tensó, levantó sus caderas y tiró del pelo de su pareja, quien siguió chupando, cuando el sabor del semen golpeó su boca y su garganta. Él tragó. Y lamió, con el cuerpo de Jungkook todavía temblando. Seokjin besó la punta de su pene y luego estiró su cuerpo sobre él, para besarlo. Jungkook lo recibió un poco ido aun en la nebulosa del placer.
—Eres hermoso Jeon Jungkook. Realmente hermoso—Comenzó a besarlo de nuevo. Jungkook enredó su cuerpo en el de Seokjin. Lo besó y también fue directo a su cuello. Quería chupar esa manzana de adán, ese largo cuello sensual. Los labios gruesos de Jin eran un sueño para ser mordisqueados, y eso fue exactamente lo que hizo. Al estar tan cerca, se dio cuenta que Seokjin estaba duro.
—No te has corrido. Estás duro…—Jungkook tomó en sus manos el pene grueso y largo de Seokjin. Claro que era grande, como ya lo había notado en la sala de Karaoke. Comenzó a masturbarlo, mientras él mismo sentía como su cuerpo comenzaba a reaccionar. Ventajas de sus veintidós años.
El estímulo sobre su pene fue suficiente para Seokjin. Tomó la mano de Jungkook y tiró de sus brazos hacia atrás.
—Déjame el trabajo a mí Jungkookie—Seokjin estaba sobre Jungkook, frotando su erección sobre el miembro semi duro del Príncipe.
El hermoso sonido que a los oídos de Seokjin emitía Jungkook, comenzó nuevamente, por lo que rápidamente se incorporó y buscó el lubricante. Lo besó con pasión, mientras seguía meciéndose sobre él y sintiendo como el menor enterraba sus uñas cortas en su espalda. Su pecho subía y bajaba con la excitación obvia despertando nuevamente.
Seokjin soltó sus brazos y puso lubricante en sus dedos. Jungkook abrió sus piernas y plantó sus pies sobre la cama. Estaba nervioso. Había pasado bastante tiempo desde que tuvo sexo, pero confiaba plenamente en el hombre que ahora lo miraba como si fuera el ser más hermoso del mundo.
—Voy a ir despacio Jungkookie. Sólo dime si está bien para ti—Seokjin con cuidado, metió su primer dedo. Con cuidado comenzó a penetrarlo. Estaba apretado como esperaba, pero lo besó y acarició su pecho, logrando que se relajara. Jungkook sentía que quemaba, pero sabía que pronto ese malestar sería puro placer. Y así fue cuando Seokjin introdujo el segundo dedo.
Seokjin observaba a Jungkook, quien tenía los ojos cerrados y comenzaba a retorcerse. Sonrió. Sabía exactamente lo que quería. Comenzó a mover sus dedos, hasta que las caderas de su joven Príncipe se elevaron. La había encontrado y tocó una y otra vez en el mismo lugar. Los gemidos aumentaron y fue inevitable que su propia excitación aumentara. Introdujo un tercer dedo y esta vez Jungkook comenzó a suplicar. Lo quería lo necesitaba.
—Por favor…estoy listo…no me hagas esperar más…—la voz entrecortada y suplicante, provocó en Seokjin un sentimiento de posesividad que no había experimentado jamás. Ese chico apretado, hermoso y excitado, era para él y por él. Retiró con cuidado sus dedos y enfundó su pene en el condón. Se puso más lubricante, porque sabía que era grande y todo lo que quería era que Jungkook lo disfrutara. Alineó la punta de su pene en la entrada dilatada y poco a poco comenzó a empujar. Plantó sus brazos a los costados del cuerpo de Jungkook y mientras se hundía en su apretado culo, comenzó a besarlo.
Jungkook, por su parte estaba en un sueño. Al fin, tenía a Seokjin dentro de él. Al fin, estaban unidos, tal cómo lo había soñado tantas veces. Podía sentir cuan lleno estaba. Trató de calmar su respiración, para que su cuerpo se acostumbrara a la intrusión. Se sentía tan bien, tan completo. Sin dudarlo, rodeó con sus fuertes piernas la cintura de Seokjin.
—¡Hazme el amor! —fue como un grito ahogado que apenas escapó de su garganta. Suficiente para que Seokjin lo besara sucio y comenzara a balancear su cuerpo. Empujó una vez y…¡mierda! Se sentía demasiado bien. Salió por completo para esta vez hundirse con más intensidad. Comenzó a moverse. Entrar y salir. Con sus brazos firmes rodeando el cuerpo de su Jungkook.
Los sonidos obscenos que comenzaron a llenar la habitación, el calor que subía por sus cuerpos, la excitación, el placer. La forma como cada vez que embestía el cuerpo de Jungkook, el pene de éste dejaba rastros de presemen sobre su estómago. La fricción deliciosa, la sensación de estar lleno. Para Seokjin la sensación de llenar y golpear una y otra vez. Podía sentir como su cuerpo chocaba contra el de Jungkook. Podía sentir como las piernas extremadamente fuertes del Príncipe lo apretaban y lo instaban a embestir con mayor prisa y mayor fuerza.
—¡Mierda Jungkook! No voy a durar…eres tan apretado y tan caliente…
—mhggg…—Eso fue todo lo que salió de la garganta de Kook. Boqueaba y gemía…Sabía que llegaría sin tocarse, porque la sola fricción del cuerpo de Seokjin era suficiente…—Yo…me voy a correr…
Al escuchar eso, Seokjin salió y embistió una vez más y entonces sintió como sus testículos se apretaban y su pene se endurecía…su cuerpo vibró cuando se liberó. La fuerza del orgasmo lo atrapó y gritó el nombre de Jungkook. Éste, simplemente sintió el cosquilleo y las ganas tremenda de liberarse y ahí estuvo…sin tocar ni la punta de su pene se corrió, creando un desastre entre sus cuerpos. Pero a Seokjin no le importó, cayó sobre él y lo besó. Con tanta pasión y algo más…algo que no pensaba que necesitaba tanto en su vida…el amor que sentía por Jungkook.
—Te quiero…, te quiero tanto…, Jungkook…
—Yo también te quiero Seokjin…—lo abrazó con más fuerza. No había duda que hoy habían, al fin, consolidado esta pequeña aventura que habían comenzado, con tantos temores…
Seokjin salió con suavidad, lo besó y se sacó el condón. Rápidamente fue al baño para tirarlo y traer una toalla húmeda para Jungkook.
Al llegar de nuevo al cuarto, Jungkook permanecía recostado con el brazo sobre su frente y respirando todavía agitado. Aún estaba en la nube de placer a la que Seokjin lo habia llevado y pensando en que sucedería entre ellos. Sólo esperaba que no se arrepintiera.
—Fue maravilloso...la forma cómo me tomaste, como me besaste, la forma como me hiciste el.amor...yo...—Jungkook necesitaba exteriorizar lo que estaba sintiendo. Decirle a Seokjin todo lo que había significado para él.
—Para mi también fue maravilloso Jungkookie. Tu cuerpo es hermoso y te agradezco que hayas confiado en mi, para adorarte de la forma que lo mereces.
—Tú eres hermoso tambien—contestó un ruborizado Jungkook. Seokjin le dio un beso en la punta de la nariz.
—Vamos a limpiarte Alteza. No puedes quedarte así—Con extrema suavidad comenzó a pasar la toalla por el vientre de Jungkook. Enseguida notó que algo le preocupaba. Le sonrió y lo besó con suavidad—. No pienses ninguna tontería. Me quedo contigo, no hay arrepentimientos ni dudas. Te quiero y estoy dispuesto a luchar por nosotros, tal y como me lo pediste.
Mientras Seokjin le hablaba seguia en su tarea de limpiarlo con suavidad y cariño.
El Príncipe nunca se había sentido tan querido y cuidado por una pareja como en este momento. La adoración con la que Seokjin lo miraba y sus palabras, habían calado en lo más profundo de su corazón.
—Entonces...¿es real? ¿Vamos a estar juntos?—Jungkook ya no iba a aceptar un no por respuesta.
—Sabes que soy un hombre lleno de formalidades así es que respondiendo a tu pregunta...necesito hacerte antes una muy importante—Seokjin seguía limpiando a Jungkook, mientras este lo miraba expectante. Cuando estuvo satisfecho con su trabajo de limpiar al Príncipito continuó hablando —Jeon Jungkook Príncipe Heredero de Jeolbyeog, ¿aceptas ser mi novio?—La cara de felicidad de Jungkook fue tal, que tiró de Seokjin sobre él para llenarlo de besos, mientras repetía una y otra vez "si" "si"
Seokjin sonrió y dejó otro beso. Él podría hacerse adicto a la boca de Jungkook.
—Tenemos cosas que discutir, pero ahora te quiero en mi cama—. Así que lo hizo levantase, ponerse uno de sus pijamas y lo acostó. El hizo lo mismo y se acostó a su lado.
Jungkook lo miraba y comenzó a acariciar el cabello de Seokjin y éste inevitablemente cerró los ojos, ante tan lindo gesto. Se sentía querido. Pocas personas en su vida le habían dedicado gestos de afecto. Sus padres ninguno. Increíblemente la familia real fue quien le mostró cariño físico. La madre y hermana de Jae y por supuesto su propio mejor amigo. Pero esto, la forma cómo Jungkook se acurrucaba a su cuerpo, como dejaba sutiles besos en su cuello, era totalmente nuevo. Y Seokjin recién notó en ese instante cuanta falta le había hecho. Cuán necesitado de afecto, de amor sincero estaba. Y una lagrima cayó de sus ojos. Enseguida Jungkook frunció el ceño preocupado.
—¿Qué pasa? ¿Estás preocupado?
—Un poco, sí, pero en realidad pensaba en cómo luego de la muerte de Jae mi mayor preocupación era la necesidad de encontrar un Príncipe para Jeolbyeog. No sabía en ese momento cuán desesperadamente yo necesitaba un hombre como tú. Hasta ahora. Hasta hoy. Me enamoré de ti, creo que a la semana de que llegaras pero recién hoy, soy consciente que ahora no podría vivir si tú no estuvieras aquí—. Nuevas lágrimas cayeron sobre su rostro, lágrimas que Jungkook besó para secarlas.
—Yo no sabía que hacer con mi vida. Cuando Namjoon llegó, pensé que era mi oportunidad, la forma de encausarme. Pero no fue hasta que me enamoré de ti, que me di cuenta que en realidad mi equilibrio, mi camino eras tú.
—Gracias por decir eso. Sólo lamento el terrible precio que tuvimos que pagar para esto...Hubiese deseado que el destino nos hubiera unido de otra forma...
—Yo también. Pero, debemos honrar la memoria de Jae-Hwan y hacer crecer este amor tan bonito que nos sucedió. ¿No crees?
Seokjin meditó por un momento las palabras de Jungkook. Una parte de su negativa a aceptar sus sentimientos era por remordimiento por la muerte de su amigo. Pero, el Príncipe tenía razón. Si había costado tantas vidas el que ellos se conocieran debían honrarlos haciendo que su amor se convirtiera en algo bueno y duradero.
—Tenes razón. Vamos a honrar su memoria, cuidando esto. Te quiero Jungkook y como dije voy a luchar por nosotros. Pero sabes que primero esta tu coronación y...—Jungkook lo besó para callarlo. Ya lo sabía.
—Lo sé, pero luego de la Coronación lo haremos público. No me importa si a Jang o a cualquiera le molesta...
—Lo prometo. Tú Coronación será el próximo mes. Estaremos en otoño—. Seokjin se quedó pensado. En unos meses sería el Baile de Invierno, una celebración tradicional de Jeolbyeog donde habían invitados de todas partes del mundo.... cuando se lo había explicado a Jungkook, éste se había entusiasmado mucho—. Ya sé. ¡Lo anunciaremos en El Baile de Invierno!
—¡Por eso estoy tan enamorado de ti! ¡Eres genial!, me encanta la idea que sea así. Será muy romántico...—Jungkook suspiró imaginándose bailando con Jin, en un salón iluminado, repleto de gente...
Seokjin se rió. Su novio, sí, porque ahora su Príncipito era su novio, era un corazón con patas...siempre llorando con las tontas películas románticas que veía o incluso esos fanfic de BTS que apenas entendia..., pero era adorable y era una de las muchas cosas que amaba de su chico.
Ambos se abrazaron y se durmieron con esa promesa. Se sentían llenos de felicidad por haberse encontrado el uno al otro, porque al fin dejaron salir lo que sentían y por haberse entregado por completo...
Sin embargo, más allá de las murallas que rodeaban al Palacio, un complot comenzaba a gestarse. Uno que amenazaría la felicidad de la pareja y de todo el Principado.
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