Capítulo 17: El Karaoke
Seokjin no sabía si reír o llorar. En este punto, pensar siquiera que el Príncipe se apegaría al protocolo y a las mínimas medidas de seguridad que Hobi intentaba imponerle era un sueño casi imposible. Ahora mismo, se sacaba selfies con los comerciantes del mercado del centro de la ciudad, como si fuera uno de esos idol de Corea. Y les sonreía y aceptaba las frutas, flores y un cuánto hay de objetos que éstos le ofrecían. Sus guardaespaldas hacían malabares para sostener todo y a la vez tratar de contener a la gente que quería tocarlo. Él mismo tenía ganas de tirarlo de una oreja y sacarlo de ahí.
Cuando al fin terminó su recorrido y llegó a la pequeña tarima desde donde hablaría, respiró un poco más tranquilo. Sin embargo, no pudo evitar que su corazón saltara al verlo sonreír. Esa sonrisa lo mataba. Se veía tan bonito, con su ropa semi formal, un maquillaje leve y sus piercing por supuesto. "¿Crees que me importa que Jang despotrique en televisión que un Príncipe no debe llevar Piercing?", esa había sido su respuesta cuando la jefe de prensa le había comentado lo que el noble había dicho. Y tenía razón. Jang podía decir lo que quisiera, porque salvo algunas excepciones, la gente del principado estaba encantada con su joven soberano.
Jungkook se preparó para leer lo que su Secretario había escrito. Esta vez haría caso, porque también le gustaba complacer a su Seokjin y la forma cómo éste sonreía cuando leía al pie de la letra sus palabras. Así es que agradeció la invitación a los comerciantes del Mercado, los regalos y luego anunció un par de medidas que los favorecerían económicamente y que habían sido discutidas previamente con Yoongi. Todos aplaudieron a rabiar y al momento de terminar, Seokjin miró a Hoseok para que sacara al Príncipe. Jungkook esta vez, obedeció y salió rodeado de sus guardaespaldas.
Todos subieron a las camionetas y Seokjin apenas se sentó, comenzó a revisar las insistentes notificaciones que llegaban.
Su Alteza (Kookie)
Quiero besarte....quiero besarte, quiero besarte, por favor? Seokjinnnnnn, por favor...¿puedo besarte cuando lleguemos a Palacio?
Por supuesto las orejas de Seokjin se tiñeron de rojo. Una semana después de haber conocido el testamento de Jae y haber tenido su pequeña crisis, que incluyó besos y nuevos acuerdos con su Principito, se había mantenido firme y no había permitido besos, ni ninguna otra demostración que no fuera una linda y encantadora amistad. Jungkook era divertido, juguetón y dulce. Y sí, eso lo tenía absolutamente enamorado, pero no quería pasar a nada físico. No hasta asegurar que la coronación había terminado bien. Sin embargo, era tan difícil decir que no.
Mi Sexy Secretario
Alteza..., hasta ahora lo hemos hecho bien. Estamos conociéndonos...sigamos siendo amigos...
Su Alteza (Kookie)
Quiero conocer todo de tí y eso incluye conocer de mejor forma tus labios, tu lengua...vamos señor Secretario no sea así. Hoy leí tu discurso sin cambiar ninguna coma...merezco un premio
Seokjin no pudo evitar sonreír al leer el mensaje. Cada día que pasaba comenzaba a separar más y más la imagen del Jungkook Príncipe Heredero de la figura de "Simplemente Jungkook" y no podía negar lo muy atractiva que le resultaba. Y era verdad, a pesar de todas sus pequeñas transgresiones protocolares, había estado muy bien en el Mercado junto a los comerciantes.
Mi Sexy Secretario
Está bien, pero sólo un beso, en mi despacho. Jungkook...sabes que si alguien llega a saber de esto...tendré que renunciar al cargo...
Su Alteza (Kookie)
No digas eso..., te prometo que Jimin no dirá nada... y que sean dos besos.
Por supuesto que se lo había dicho a Jimin...y seguro como el infierno que éste se lo había dicho a Yoongi y éste a Namjoon...Seokjin movió la cabeza. Estaba arriesgando mucho, sabía que no había ningún reglamento o ley que prohibiera su relación con el Príncipe, pero también sabía que en la eventualidad de que se hiciera público sin ningún tipo de protocolo, irremediablemente tendría que dejar su cargo.
Se quedó mirando los corazones que Jungkook le había enviado. A veces olvidaba lo joven que era. Apenas veintidós años. Admiraba su capacidad de análisis y de toma de decisión que tenía en las reuniones de gobierno con Yoongi, pero en momentos como estos, salía a relucir su verdadera personalidad. Aquella por la cual él se sentía tan atraído. Era increíble como el amor actuaba de manera inesperada en las personas. Siempre había pensado que si llegaba a tener una relación sería con alguien más bien parecido a él o a sus amigos. No un chiquillo tan joven y que la mitad del tiempo estaba rebotando por los pasillos de Palacio, junto a su perro. O bailando y cantando todas las canciones de BTS y de cuanto grupo de chicas nuevo. Pero Seokjin sabía que ese enamoramiento inicial se estaba transformando en sentimientos reales. "Querer", "amar" comenzaban a resonar en su cabeza y tenía miedo. No sabía cómo terminaría todo, y si estaba bien seguir adelante.
No se dio cuenta cuando los autos ya habían entrado a Palacio. Jungkook bajó rápidamente, y fue directo al patio trasero a saludar a Bam. Seokjin, se bajó con más calma, sintiendo los ladridos del cachorro y las risas de Jungkook. Tal vez si se quedaba jugando un rato, olvidaría los besos. Así es que decidió ir directo a su despacho. Tenía mucho trabajo. Pronto sería la recepción que ofrecería el Consejo y quería repasar la lista de invitados que le habían enviado, para que Jungkook no se llevara ninguna sorpresa desagradable.
Sin embargo, la paz y tranquilidad no duraron. Deslizandose lentamente dentro de su oficina, sin siquiera tocar la puerta, Jungkook le sonrió. Puso el seguro, pues quería robarle algo más que dos besos a Seokjin.
—Pensé que te quedarías con Bam. Tu clase de inglés comienza en una hora. Puedes descansar...—usando toda su fuerza de voluntad, no se levantó ni miró al Príncipe. Esperando que finalmente se fuera.
—¿No me has enseñando, que cuando entro a una habitación, las personas deben ponerse de pie y saludarme? —Jungkook comenzaba a acercarse peligrosamente al escritorio de Seokjin, viendo cómo éste comenzaba a tragar saliva y a teclear cualquier cosa—¿Por qué entonces, mi estimado secretario personal, ni siquiera me mira? ¿Debería recibir algún tipo de castigo, por faltar al protocolo?
—Lo lamento Su Alteza, tiene razón—Seokjin estúpidamente se puso de pie y le hizo una reverencia. Y ahí fue su error, porque fue la oportunidad que tomó Jungkook para tirar de él, rodear su cuello con sus fuertes brazos y susurrar en su oído.
—Vengo a reclamar mis besos, señor secretario....
Seokjin no lo pudo evitar. Tenerlo tan cerca, con su aroma dulce, su aliento revoloteando en su cara y sus labios húmedos por el protector labial rosa que llevaba..., sintió como sus pantalones tiraban y cómo sus labios deseaban saborear los que tenía ahí justo a su alcance...
—Alteza, eres mi perdición...—. Y sin dudarlo ni un segundo más, lo besó. Jungkook gimió de inmediato y eso hizo que su cuerpo quisiera más. Lo apretó contra el suyo sin importarle que su erección fuera evidente. El beso era casi obsceno, con lenguas saboreándose, saliva, gemidos y manos viajando hacia el final de la espalda del joven Príncipe. El jodido chico tenía un trasero redondo y duro, producto del entrenamiento diario. Pero Seokjin estaba ardiendo y quería más. Movió su mano hacia adelante y rozó la erección de Jungkook. Era la primera vez que lo tocaba así y sabía que estaba dejando que su cuerpo y sus emociones lo controlaran todo. El Principe gimió todavía más fuerte y no dudó en hacer lo mismo. Tocar el pene de Seokjin.
—Eres grande...—murmuró entre los besos que Seokjin le daba una y otra vez, dejándolo apenas respirar—me gusta, voy a disfrutar tanto cuando me folles.
De pronto esas palabras trajeron al secretario a la realidad. ¿Se habían tocado? Aun cuando fuera sobre la ropa, pensó que había sido absolutamente fuera de lugar de su parte. Y se dio una pequeña reprimenda mental, mientras volvía a subir sus manos y soltaba la boca de Jungkook, quien todavía mantenía una mano sobre el pene erecto de Jin y la otra en su espalda baja.
—Su Alteza...suficiente...dijiste dos besos y mira donde estamos...
—Bueno a mi me gusta donde estamos..., yo creo que es inútil reprimir el deseo que ambos sentimos por el otro. Me gustas, estoy enamorado de ti y quiero estar contigo.
—Ya hablamos de esto...primero tu coronación, luego lo demás...no estoy huyendo Jungkookie, simplemente quiero que todo salga bien.
—Me llamaste Jungkookie...—Jungkook se sintió todavía más enamorado y se abalanzó otra vez sobre Seokjin para robarle otro beso, mucho más casto que los anteriores —me encanta que me llames así...creo que voy a llorar...
—No seas infantil..., ¿no te llama a sí a veces Jimin y Namjooon incluso?
—Sí, pero es más lindo si tú lo haces..., pero en serio Seokjin..., quiero estar contigo...besarte, tocarte...
—Alteza..., yo también quiero esas cosas, pero ya te lo dije...es muy pronto. Deja que las cosas fluyan. Sabes que todos mis pensamientos y emociones son para ti. Estamos juntos..., pero no lo estamos...por ahora tiene que ser así.
Jungkook hizo un puchero. Sí. Seokjin se lo había dicho un montón de veces y él racionalmente lo entendía y lo aceptaba. Pero para su corazoncito enamorado, parecía que era más difícil aceptarlo.
—Está bien. Pero no creas que estos serán los últimos besos...
Seokjin acarició el rostro de Jungkook. Era tan dulce y adorable. Estaba seguro que efectivamente no iban a ser los últimos besos, porque cada vez más le era difícil resistirse.
—Tengo mucho que hacer ahora y tú también. Te veo en la cena y luego si quieres podemos tomar algo en la sala de noraebang. Invita a Jimin.
—Él saldrá con sus compañeros de universidad—El Príncipe una vez más hizo un puchero y comenzó a balancearse—¿Cuándo podré hacer lo mismo?, estoy aburrido de estar encerrado.
Seokjin suspiró. No era tan fácil deshacerse del mocoso. Y lo entendía. Jungkook era joven y en Corea seguro que salía con sus amigos los fines de semana. Y no tenía nada de malo. Por supuesto que se lo merecía. Incluso, Jae-Hwan salía bastante a pub a divertirse, junto con él y el resto del círculo.
—En realidad, puedes salir cuando quieras. Sólo debes avisarme con tiempo para organizar tu seguridad. No es que puedas ir a cualquier lugar sólo y por tu cuenta...¿lo entiendes verdad? Si quieres ir ahora puedo hablar con Hobi.
—No...quiero que Jimin disfrute y que sus amigos aprendan a conocerlo, antes de entrometerme. Pero me gustaría que pudiéramos salir nosotros...tú y yo...y Yoongi y Namjoon hyung...¿tal vez?
—Te prometo que organizaré algo así. Déjame hablar con ellos y con Hobi, para ver cuál es el mejor lugar. Con Jae solíamos ir a un bar gay muy elegante..., pero tal vez no es tu ambiente...pero te prometo que muy pronto podremos salir. Despejaré tu agenda. ¿Está bien?
Jungkook quería darle otro beso a Seokjin. Lo estaba mirando con esa sonrisa tan bonita y que hacía que sus cachetes se inflaran. Él quería apretarlos y besarlo. Pero se contuvo. Sabía que debía aprender a controlar sus impulsos.
—Está bien. ¿Karaoke entonces esta noche?
Seokjin no estaba seguro si le gustaba mucho eso, pero sabía que a Jungkook le encantaba estar horas y horas cantando. Así es que lo acompañaría. Serviría para conversar y tener un poco de privacidad.
—Karaoke. Ahora, anda a tus clases y revisa todos los documentos que dejé en tu escritorio.
—¿Puedo besarte por última vez? —A parecer sus impulsos todavía estaban fuera de control.
Seokjin movió la cabeza y sonrió. Era terrible diciéndole que no. Y era terriblemente malo en su afán de negarse a las solicitudes de Jungkook.
—Puedes. Ven aquí Alteza.
Jungkook casi se tropieza en su afán de correr hacia el escritorio. Sorpresivamente para Seokjin se dejó caer sobre su regazo y tomó su rostro.
—Eres tan guapo..., me gustas tanto.
Seokjin sonrió y lo besó. Jungkook siempre olía a menta, por su afán de lavarse mucho los dientes y era muy agradable besarlo. Pero, además, era la forma como se entregaba en cada beso, dejándole el control. Y eso le encantaba. Llevar el ritmo de sus labios, mover su lengua dentro de la boca del Principito y que éste simplemente se dejara llevar e hiciera esos hermosos ruidos, que hacían que su pene se endureciera...y justo ahora que lo tenía sobre su regazo...
Rompió el beso o jamás se separarían. Jungkook sonrió tontamente y a Seokjin se le encendieron las orejas. Por supuesto que se había dado cuenta de su erección.
—Parece que tienes un problemita...y si seguimos yo estaré igual. Entonces, será mejor que vaya a hacer todas esas cosas que tengo que hacer y tú...también—. Jungkook, lentamente se levantó y salió de la oficina de su secretario. Sí, las cosas se estaban poniendo calientes.
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Muchas horas más tarde, luego de haber revisado todos los documentos que Yoongi le había traído y otros más que Seokjin había dejado, estaba en la habitación de Jimin que se preparaba para su primera salida nocturna en el Principado.
—No me gusta esto de estar rodeado de seguridad, pero sé que no se puede hacer nada—. Jimin suspiró y se sentó en su cama, donde estaba Jungkook—. Odio que no vengas conmigo. No será lo mismo. Nunca hemos salido separados.
—Vamos Jimin, recuerda que algunos fines de semana salías sin mí. Cuando yo estaba atorado con exámenes. Es mejor así. Quiero que tus amigos te conozcan a ti y que no estén pendientes del Príncipe de Jeolbyeog.
—Ellos están curiosos, pero creo que su amistad es sincera. Nos une el amor por la danza. Quiero que la próxima vez vengas conmigo.
—¡Claro que sí!, con Seokjin y Yoongi.
—No involucres al jefe de gobierno en nuestras futuras salidas...
Jungkook miró a su amigo, que había bajado la vista. Pudo ver un asomo de tristeza en sus ojos. Cuando habían llegado al Principado, había pensado que él y Yoongi habían tenido una especie de flechazo, como el suyo con su secretario, pero al parecer las cosas no habían prosperado de la misma manera.
—Él está demasiado ocupado e involucrado con sus labores—continuó Jimin—no tiene tiempo para un mocoso que estudia danza. Sus palabras...—. Jimin se levantó y continuó arreglándose.
Jungkook se sintió muy molesto, por la forma en que Yoongi se había referido a su amigo.
—Él no puede hablarte así—. Jimin se volteó hacia Jungkook con una mueca de dolor.
—Jungkook..., ¿no lo entiendes? Allá en Corea tú y yo éramos iguales...aquí no...eres el jodido Príncipe y yo sólo soy...Jimin. Y no creas que no estoy feliz de estar aquí, porque lo estoy. Vivir aquí, la escuela de danza, los amigos...todo es fantástico, pero...mi relación con Yoongi no iba a ninguna parte. No soy suficiente para él, es lo mismo que pasó con Tae y Namjoon.
Jungkook abrió sus ojos. ¿De qué se estaba perdiendo? Al parecer su condición de Príncipe lo hacía ignorante frente a muchas situaciones.
—¿A qué te refieres?
—Tae me lo contó.., por favor no le digas nada. Ya sabes que él bailaba en esos bares...así conoció a Namjoon y ellos...se involucraron. Luego, Namjoon y el Príncipe Jae-Hwan rescataron a Tae y vino a trabajar aquí y Jae pagó sus estudios. Pero la relación entre ellos terminó. Ya sabes...la reputación del Canciller no podía ser manchada por un bailarín...
Jungkook estaba furioso. Sabía que el tema social en Jeolbyeog era fuerte, con todo eso de los nobles y no nobles..., las diferencias de clases y demás...muy parecido a Corea. Sólo que aquí ellos se declaraban "abiertos de mente" , cuando en realidad no era así y comenzaba a darse cuenta de la hipocresía de la sociedad de Jeolbyeog. Y al parecer sus amigos tan queridos no escapaban de eso. Por eso tal vez, Seokjin se sentía en inferioridad para ser "algo" de Jungkook. Sería algo que tendría que hablar. No le gustaba nada de aquello.
—No digas nada. Mira...esta noche me voy a divertir después de mucho y sé que tú también tendrás una noche de diversión con tu secretario. Aprovéchala. Disfruta Kook. Has trabajado duro.
Jungkook no quiso insistir en el tema, pero sería algo que sin duda quería discutir con Seokjin. Al fin, uno de los guardaespaldas de Jimin le aviso que estaban listos. Ambos se despidieron.
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Seokjin estaba en su oficina. Había cenado con el Príncipe y con Jimin y luego los había visto irse juntos hasta el cuarto de este último. Sabía que en un rato más, se quedaría solo con el Príncipe. Y eso lo ponía nervioso. Estaba seguro que Jungkook no respetaría de ninguna forma los "acuerdos" que habían tomado y que trataría de seducirlo...como si fuera difícil...bastaba con que el chico le sonriera y Seokjin estaba dispuesto a regalarle el mundo. Se sentía un poco idiota por estar así de enamorado. Nunca lo había experimentado y siempre había pensado que tendría un mejor control de sus emociones. Al parecer no era así. Sabía que este raudal de sensaciones estaba recién comenzando y que enamorarse no era lo mismo que amar. Pero comenzaba a sentirse cada vez más emocionalmente enganchado a Jungkook y eso también provocaba en él un deseo sexual que antes no hubiera imaginado. Sin embargo, insistía para sí mismo que lo físico debía ir con calma, aún a costa del enojo de su Principito. También había estado pensando en los riesgos que estaba asumiendo al dar rienda suelta a lo que fuera que estuviera pasando entre ellos. Si algo salía mal, inevitablemente quien más perdería sería él. Desde luego, que en primer lugar su trabajo y el inevitable alejamiento de la familia real. Ese aspecto, era probablemente lo que más lo detenía a seguir adelante con todo. Pronto, toda su línea de pensamiento fue interrumpida, cuando la cabeza de Jungkook se asomó a su oficina.
—Jimin ya se fue. Jugué con Bam y se cansó—. Seokjin lo observaba como se paraba frente a él. Con las piernas un poco chuecas y moviendo su cuerpo de un lado a otro. Estaba en pijamas y ya sabía lo próximo que diría y no se equivocó—. Estoy aburrido. ¿Terminaste de trabajar? Prometiste cantar conmigo...
—Alteza, te dije que te acompañaría, no que cantaría contigo—. Seokjin se levantó, ordenó sus papeles y apagó la laptop—. Pero, si ya terminé y soy todo suyo—. Inmediatamente se arrepintió de decir esas palabras, al ver la sonrisa pícara de Jungkook.
—¿De verdad?, ¿todo mío?, ¿Qué significa exactamente eso? —Jungkook no perdió tiempo y lo abrazó por el cuello, dejando un sonoro beso en su mejilla.
—¡Alteza! ¡Alguien podría entrar! Sólo deja que me cambie de ropa y te acompañaré. Pediré que te lleven comida. Ve allá, comienza a cantar y estaré en un momento.
Jungkook en realidad no lo quería dejar ir, pero tampoco quería a Seokjin en traje cantando karaoke. Aun cuando se vía extremadamente sexy. Por lo que le hizo caso y se fue a la sala de Noraebang.
Diez minutos más tarde, Seokjin aparecía también en pijama, en la sala. Notó que ya habían traído los bocadillos y bebidas, así es que cerró con llave. Por si acaso el Príncipe decidía "ponerse cariñoso", algo que él le costaría mucho evitar. Jungkook cantaba una romántica canción trágica. Y eso fue todo...sabía que el Príncipe venía a menudo, pero nunca lo había escuchado cantar y era...hermoso. Su voz suave, su perfecta entonación. La emoción de la letra, la forma como Jungkook cerraba sus ojos al cantarla...todo lo hizo estremecer. Miró la pantalla, la canción se llamaba Wild Flower de Park Hyo Shin. Luego miró al Principito y su corazón latía con fuerza. Era tan bonito. Tan suave. Se sentó y Jungkook abrió sus ojos y le sonrió.
—Llegaste..., no te escuché. Esta es mi canción favorita para cantar y...
—Tienes una voz hermosa Alteza. Estoy impresionado—. Las mejillas de Jungkook se tiñeron de rojo y sonrió tímido. Era lindo que Seokjin lo alabara así. Se imaginó cantándole al oído muchas canciones románticas.
—Gracias. Me gusta cantar. En Corea tomé algunas clases de canto.
—Pues deberías continuarlas aquí. Puedo traerte un profesor. Deberías cultivar ese don.
Jungkook estaba avergonzado y a la vez feliz que a Seokjin le gustara tanto su voz.
—Me gustaría. Si puedes arreglar eso sería genial. También quiero terminar mi carrera como habíamos hablado.
Y era así. Jungkook no quería desperdiciar sus tres años universitarios. Además, le serviría para gobernar.
—Lo arreglaré Alteza. No te preocupes de nada.
—Por eso estoy enamorado de ti. Porque siempre sabes como darme tranquilidad. Siempre estás a mi lado, cuidando de mí, preocupándote.
—Bueno es mi obligación. Pero sabes que también lo hago porque me importas mucho y me encanta verte sonreír y que seas feliz.
Jungkook se sentó a su lado y sin ningún escrúpulo lo besó. En dos segundos estaba sobre el regazo de Jin besándolo. En un minuto ambos estaban con sus manos explorando los cuerpos del otro. En otro minuto, la parte de arriba de ambos pijama había salido lejos. Los besos y gemidos llenaban la sala, con las canciones de la lista de reproducción sonando. Seokjin tocó los pezones de Jungkook y éste se estremeció. Por supuesto que era sensible. Por supuesto que se pusieron duros y él apretó con más fuerza, mientras su lengua seguía saqueando la boca del Príncipe. Su erección era evidente en la delgada tela del pantalón de pijama al igual que la de Jungkook.
—Un momento...—. Seokjin trató de recuperar el aliento y la cordura. ¿Por qué olvidaba tan rápido todos sus pensamientos acerca de mantener la calma e ir lento con Jungkook? Probablemente porque era un hombre muy tentador. Con un cuerpo perfecto, que recibía gustoso y sumisamente sus besos.
—No...no te detengas...bésame más—Jungkook quería seguir. ¿para que detenerse? Si todo estaba tan caliente y auspicioso...
—Jungkookie..., eres hermoso y te deseo.., pero no estoy listo para algo más..., no quiero que sea sólo algo físico...
—Sabes que no lo sería...me gustas, estoy enamorado de ti...
—Y yo de ti, Kook y lo sabes...—Seokjin acarició el cabello de Jungkook y lo hizo bajar de su regazo—, pero necesito ir más despacio...
Jungkook lo entendió. Seokjin era demisexual y probablemente era la primera vez que tenía una conexión verdaderamente emocional con alguien. Y aun cuando él estaba cachondo y deseaba a Jin, podía esperarlo. El le daría el espacio que necesitaba.
—Lo entiendo. Lo siento, es que me gustas mucho y quiero hacer muchas cosas contigo...
—Lo sé Jungkookie y te prometo que llegaremos ahí. Sólo dame tiempo.
—Claro que sí. Entonces, ¿te animas a cantar conmigo?
Seokjin le sonrió. Jungkook era una persona tan bonita no sólo por fuera, sino que dentro de su corazón. Cualquier otro hombre, lo hubiera mandado a la mierda, como alguna vez le sucedió, pero su Principito lo entendía y no era egoísta. lo menos que podía hacer era cantar con él.
—Pero no tengo tan buena voz, te lo advierto.
Jungkook no le hizo caso y volvió a poner su favorita: Wild Flower. Seokjin se unió a él en la segunda estrofa y Jungkook se sorprendió al oírlo cantar. Tenía una voz muy bonita. Afinada.
Cantaron un par de canciones más y luego se detuvieron para comer bocadillos. Rieron cuando ambos desafinaron en una nota alta. Volvieron a cantar y al final de la noche, se volvieron a besar. Esta vez, besos suaves y profundos. Besos que comenzaban a transmitir una serie de sentimientos que crecían y comenzaban a afianzarse en sus corazones.
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