Capítulo 16: Las Fotografías
Seokjin despertó antes que sonara su alarma. Durante la noche se habían separado y Jungkook dormía como siempre abrazado a su almohada. Eran casi las seis de la mañana y sabía que era muy temprano para el Príncipe. Extrañamente se sentía bien. Parecía como si todas las lágrimas y el dolor derramado el día anterior se hubieran ido en la noche. Se sentía no sólo como que fuera un nuevo día, sino como una nueva vida. Una donde permitía que sus sentimientos salieran a flote. Y vaya que tenía muchos.
Estaba triste por la muerte de su amigo. Era un hecho que no había vivido el duelo como correspondía y ahora esos sentimientos le habían pasado la cuenta. Probablemente hasta que no supieran la verdad sobre el accidente no estaría tranquilo, pero algo del dolor se había asentado en su interior con aquellas lágrimas derramadas la última noche. Y luego estaban sus sentimientos por el joven Príncipe. Por Jungkook. El niño bonito que desordenaba su rígida y estructurada vida. Sabía que contra sus propios principios había roto un montón de normas y protocolos. Es decir, Jae-Hwan había estado muchas veces en su casa, pero nunca se había quedado ahí. Y ahora tenía a Jungkook en su propia cama. Y había sido agradable dormir a su lado, acurrucado a su cuerpo, sintiéndose querido y cuidado. Era extraño, porque era diez años mayor, pero la noche anterior se había sentido como el menor de los dos. Sabía, también, que comenzaba a enamorarse. Ese extraño sentimiento que nunca antes había experimentado, y que ahora comenzaba a conocer. La forma como ahora mismo su corazón latía rápido al verlo dormir a su lado. La alegría que sentía al recordar su sonrisa, su ternura hacia cualquier ser vivo, le llenaba el corazón. No estaba seguro cómo podrían hacer que funcionara o si finalmente él se atrevería a iniciar una relación, pero no quería seguir reprimiendo ese calorcito agradable que le producía el sentirse tan inmensamente atraído por Jungkook.
Luego de levantarse y ducharse, llamó a Hoseok para que los recogiera cerca de las ocho. Sabía que el jefe de seguridad encontraría la forma de sacarlos, sin que nadie notara que el Príncipe Heredero había pasado la noche con él.
Se dio cuenta que no tenía nada de comida. Jungkook acostumbraba a comer en el desayuno, pero él estaba acostumbrado de la manera occidental, por lo que rápidamente llamó a la pastelería que estaba cerca de su casa, para que le proveyeran de café y té y algunos sándwiches. Tendría que ser suficiente. Gracias a su cargo, la comida estuvo disponible veinte minutos más tarde. Era hora de despertar al Principito.
Cuando entró a su habitación, no pudo evitar sonreír. Jungkook estaba recién despertando y miraba con curiosidad la habitación, seguramente tratando de ordenar sus pensamientos acerca de dónde estaba.
—Venía a despertarte, para que comieras, antes que llegue Hoseok. ¿Dormiste bien Alteza?
La sonrisa que se formó en el rostro de Jungkook lo dejó sin aliento. Era tan bonito, incluso así, todo despeinado con sus ojos hinchados.
—Entonces no fue un sueño. Realmente dormí aquí contigo. Y tú me lo permitiste—. La voz ronca lo hizo estremecer, dejándolo estático en la entrada— ¿Puedo tener un beso de buenos días, o eres de eso que espera tener los dientes cepillados?
Las orejas de Seokjin se tiñeron de rojo. Es verdad, se habían besado la noche anterior, pero no esperaba que siguieran haciéndolo. Pero ¿Cómo podría negarse a una petición de Su Alteza? Así es que se acercó a la cama, se inclinó y dejó un beso suave en los labios de Kook.
—No se acostumbre, Su Alteza. Primero vamos a ser amigos y conocernos, ¿está bien? Los besos por ahora deben quedar afuera—. Si, eso Jungkook ya lo había escuchado antes. Esta vez no iba a hacerle caso ni un poco a su Secretario, por lo que antes que Seokjin pudiera enderezarse, Jungkook lo rodeó con sus brazos y lo besó con pasión. Con la fuerza desatada, Jin cayó sobre el Príncipe que lo recibió gustoso, mientras le metía la lengua sin ninguna delicadeza.
Cuando al fin se separaron, y Seokjin prácticamente saltó de la cama para enderezarse, sus orejas ardían, tenía una erección evidente y sus labios estaban hinchados y húmedos.
—Supongo que tienes razón Seokjin, los besos no deberían estar permitidos—se rio y salió de la cama para volver a abrazarlo y dejar esta vez, un beso en su mejilla—Voy a hacer pis, ducharme e iré a comer contigo, ¿está bien?
Jin, sólo atinó a asentir con la cabeza y salió de la habitación, confundido, acalorado, excitado por todo. Jungkook era increíble. Podía ser tímido en determinadas circunstancias, pero con él, no demostraba ni un gramo de aquello. Todo lo contrario.
Sacó de la bolsa que habían traído, el té para Kook y su café y los sándwiches que había solicitado. Hoseok seguramente no tardaría.
Cuando Jungkook llegó, no pudo evitar tragar saliva. Se veía bonito ahí parado con su pantalón y polera y una sonrisa que brillaba.
—Lo siento Alteza, no tengo mucho que ofrecer. Compré estos sándwiches, espero que te gusten.
—¿Ahora me vas a tratar así? ¿Por qué no me dices Jungkook o Kook como todos?
—Me gusta llamarte así..., sólo yo te llamo así...es tonto ¿no?
Jungkook volvió a sentir las mariposas y ver los cupidos. Entonces, Seokjin había encontrado una forma de llamarlo sólo para él. No se iba a quejar. Era dulce. A la manera de Jin, pero dulce.
—Entonces me gusta. Y la comida está bien. Cuando lleguemos a Palacio podemos comer otra cosa ¿o tienes muchos planes hoy? Ayer casi no hablamos...y tampoco te he preguntado cómo te sientes hoy.
—Gracias a ti, estoy realmente bien. No suelo abrirme a los demás. Sé que Yoongi y Namjoon estarían dispuestos a escucharme, pero me avergüenza mostrarme así. Pero ayer, cuando llegaste y simplemente te acostaste a mi lado y me hablaste..., sentí que podía liberar toda esa pena que me estaba consumiendo. Gracias—Seokjin tomó las manos de Jungkook, mientras éste lo miraba en silencio y con emoción—. Nunca me había sentido así con nadie. A pesar de nuestra diferencia de edad, anoche sentí como si en realidad tu fueras el mayor y estuvieras cuidando de mí.
—Eso es lo que te ofrecí anoche Seokjin. No necesitas ocultar lo que sientes. Soy y seré tu amigo, tal vez de la misma forma que lo fue Jae-Hwan.
—Oh Jungkook, no quiero que pienses ni remotamente que te estoy comparando. Él era mi mejor amigo, pero debo ser sincero y en realidad nunca nuestra relación fue tan...intima. El me escuchaba y consolaba especialmente cuando discutía con papá, pero esto...lo de anoche, el contacto físico..., tus besos, mis besos...es diferente. Tú eres diferente y me gusta que sea así. Lo que siento por ti..., no tiene nada que ver con lo que era Jae para mí.
Ahora sí, era oficial. Jungkook tenía la vista nublada por los fuegos artificiales, los corazones y las miles de mariposas, pececitos y demás que habían decidido revolotear en su estómago. Estaba jodidamente enamorado de Seokjin y era un sentimiento lindo y puro. Sabía que probablemente los sentimientos del secretario no estaban ahí aun, pero iban por buen camino.
—Anoche dijiste la palabra "enamorarse"...y no quiero que te sientas presionado a decir algo...
—Te parecerá absurdo. Pero nunca he estado enamorado. Nunca nadie me había hecho sentir—Seokjin puso su mano en su corazón—esto..., nunca he tenido una relación. Llegué a pensar que era arromántico ¿sabes?
Jungkook se sorprendió. En la universidad había conocido a una chica arromántica. Y había luchado mucho para entenderlo y aceptarlo. Felizmente, ella encontró su camino y se aceptó tal como era.
—¿Y lo eres?
—En realidad no. No con la avalancha de emociones y sentimientos que tengo por ti—.Las mejillas de Jungkook se tiñeron de rojo. Era tan bonito para él, ser la persona que Jin había elegido para querer, para confiarle sus sentimientos—.Creo que sólo necesitaba encontrar a la persona correcta. Creo que me definiría más bien como demisexual. He tenido sexo...ya sabes...casual, pero fue en parte por experimentar. Pero siempre había un vacío. Pero en cambio contigo...—. Ahora fueron las mejillas y orejas de Jin, las que se tiñeron de rojo, al exponerle a Jungkook la atracción sexual que sentía. Pero, no servía de nada ocultarla. El Príncipe habia visto cómo su cuerpo reaccionó al contacto físico —¿Está bien eso para ti?
—Seokjin..., tu orientación sexual es sólo una parte de ti. Tú me gustas, me atraes por un sinfín de razones. Siento que eres el indicado para mí y el que seas demisexual, no cambia mi percepción. Simplemente me alegra que tengas la suficiente confianza para decírmelo. Porque eso quiere decir que sientes una conexión emocional conmigo y eso significa mucho para mí.
—Yo me estoy enamorando de ti, Alteza. Y no es un sentimiento que quiera detener. O que pueda detener. ¿Crees que el amor se puede controlar? ¿Qué somos capaces de elegir a quien amar y a quien no?
—Definitivamente no. Y me alegro que al fin dejes que esto fluya, yo...también me gustas y comienzo a enamorarme—Jungkook esperaba que Seokjin algún día, cuando recordaran este momento, le perdonara por estar mintiendo. Él estaba enamorado hasta la médula, pero no iba a asustar a este chico que parecía como si recién comenzara a descubrir esas emociones.
—Pero lo que dije de los besos es en serio. Como dije hace un mes atrás..., tienes mucho en que concentrarte. Pero, prometo que esta vez no huiré.
—Claro, lo entiendo—. Jungkook no iba a discutirle. Seokjin ni siquiera se daría cuenta cuando él le estaría robando besos otra vez. Por ahora lo dejó con esa tranquilidad.
Seokjin sonrió satisfecho y besó su mano. Fue en ese momento que su teléfono sonó. Era Hoseok que venía a sacarlos...en una camioneta con vidrios polarizados. Sacarían a Jungkook desde detrás del estacionamiento camuflado, sin muchos guardaespaldas y todos subirían.
—Ve a ponerte tu ropa. Hoseok viene por nosotros.
Jungkook estuvo listo en diez minutos y mientras esperaban a Hoseok, se dedicó a curiosear la casa de Seokjin. No era demasiado grande, pero se sentía confortable. Los muebles eran finos, pero sencillos. En suaves tonos pasteles. No había fotografías familiares. Sólo algunas sobre una repisa, donde se podían ver a unos mucho más jóvenes Yoongi, Namjoon, Jae y Seokjin. Pero sobre todo había una que llamó su atención. Un niño con anteojos redondos, sosteniendo una caña de pescar. A su lado un adolescente Príncipe Jae-Hwan sonriendo satisfecho junto a un gran atún.
—¿Qué edad tenías? —preguntó Jungkook cuando Seokjin llegó a su lado y tomó la foto.
—Supongo que unos diez. Esa es la casa de invierno, la que me heredó Jae. Íbamos allí casi todos los años, ahí éramos libres de hacer lo que quisiéramos...él me enseño a pescar. Es vergonzoso que la veas. Mira mi cara...
—Yo creo que eras adorable. ¿Tienes más de estas?, me gustaría verlas. Yo también puedo compartir contigo mis fotos vergonzosas.
Seokjin entonces fue hasta su cuarto y volvió con una caja. Con una sonrisa tímida se la extendió a Jungkook. Este la abrió y adentro había cientos de fotos.
En ese momento, Hoseok avisó por mensaje que había llegado. Jungkook miró a Seokjin, que se mordía el labio nervioso.
—¿De verdad las vas a compartir conmigo? —Seokjin asintió—. Entonces llevémoslas. Quiero verlas contigo y me cuentes de tu niñez. Dijiste conocernos y quiero hacerlo Seokjin.
—Yo también quiero conocerte Alteza—. En un impulso, Jungkook lo abrazó y Seokjin se dejó. Fue el cierre, para ambos de lo vivido en las ultimas horas en aquella casa.
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Una hora después, estaban en el Palacio. Seokjin fue directo a su despacho, para reorganizar la agenda y Jungkook fue recibido por un alegre Bam, que había dormido con Jimin, quien también lo estaba esperando. Había retrasado su salida a a clases, sólo para que Jungkook le contara que había pasado la noche anterior.
—Vaya padre que resultaste ser. Dejas a tu hijo abandonado el primer día—fue lo primero que su amigo le dijo.
—Lo siento tanto Bam-ie—Jungkook se arrodilló para acariciar al cachorro, que comenzaba a mover su cola feliz—pero tu futuro otro papi me necesitaba, ¿lo entiendes verdad?
—¿Futuro papi eh? —Jimin se sentó y golpeó el lugar a su lado—Ven aquí Jeon Jungkook, Príncipe de Jeolbyeog y cuéntale todo a tu mejor amigo...
Jungkook tuvo cuidado de no contarle los temas privados de Seokjin. Eso era sólo de ellos dos, pero sí le habló del nuevo acuerdo, del reconocimiento de los sentimientos por parte del Secretario y de cómo él no le haría caso en nada en lo relativo a los cero besos.
—Entonces, ¿están saliendo o algo así?
Jungkook lo pensó por un momento. No, ellos no estaban saliendo, pero había entendido tácitamente que ambos se respetarían y no habría otras personas. Aun cuando dudaba que Seokjin siquiera saliera con otros.
—Somos amigos. Amigos que se gustan, que se atraen. Y te aseguro Jimin que no voy a detenerme ni voy a detenerlo, si hay demostraciones de afecto, más allá de una amistad.
—Me alegro que sea así. No quería verte sufriendo con su indiferencia. Siempre es bueno aclarar las cosas. Ahora que sé que estás bien y que Bam tiene padre otra vez, me prepararé para ir a clases.
Jimin se levantó, pero JungKook lo detuvo. Había algo que no se había atrevido a preguntarle a su amigo hasta hora, siempre esperando que dijera algo.
—¿Qué hay de ti y Yoongi?, pareciera que están en un constante coqueteo, pero...
—No hay nada Jungkook. Yoongi está demasiado ocupado con su trabajo. Yo soy un simple estudiante. También somos amigos o algo así. Pero no voy a dejar que hiera mi corazón enamorándome de un hombre con el que no tengo nada en común.
—Pero, él parece interesado en ti—Jungkook se levantó y tomó los hombros de Jimin—tú no eres un simple estudiante. Eres un chico valioso, inteligente, divertido, talentoso. Eres más que suficiente para cualquiera.
—Eso es en un mundo ideal Kook. En este, en Corea, y más aún en este mundo de realeza, las apariencias si cuentan. Y desde esa perspectiva no estoy a la altura de Yoongi. Puedes preguntarle a Taehyung, él pasó por lo mismo y no quiero sufrir como él. Ahora, no te preocupes por mí. Estaré bien. Estoy bien. Tus padres llegan en un mes y tu coronación es en dos. Sólo concéntrate en eso y en tu Seokjin. Te quiero—Dejó un beso en la mejilla de Jungkook y salió. Justo en el momento que Seokjin entraba.
Al verlo, Bam corrió hacia él, y Seokjin no tuvo tiempo de reaccionar, por lo que lo envió casi al suelo.
—¡Su Alteza! ¡Su Cachorro! —Bam comenzó a ladrar de alegría, mientras Jungkook sólo reía al ver a su Secretario limpiándose el fino traje que su perro había ensuciado.
Jungkook llamó a uno de los sirvientes y le pidió que sacara a Bam a la terraza, pero lejos del nido de los pajaritos.
—Voy a contratar un entrenador. Necesita disciplina y educación—. Seokjin continuaba sacudiendo su traje.
—¿Te refieres a Bam o a mí? —respondió riendo Jungkook.
—Bueno Su Alteza—se acercó Jin, también sonriendo—. He intentado entrenarlo y disciplinarlo, pero usted se ha resistido. Tengo mejores expectativas con el cachorro.
—Como usted diga, señor Secretario. Ya sabe, yo hago lo que usted me pida.
Seokjin se derritió con las palabras de Jungkook. Quería besarlo ahí mismo, pero recordó su acuerdo y decidió que era mejor revisar la agenda.
Pidieron algo para comer, porque Jungkook no se había llenado ni un poquito con los sándwiches gourmet de Seokjin y comenzaron a revisar las actividades.
—Tienes muchas actividades de beneficencia, hay dos periódicos extranjeros que quieren entrevistas y uno coreano. Este último no estamos seguros. No me parece serio. Lo estamos monitoreando. Si todo esto te parece bien, lo organizaré.
—Confío en ti Seokjin. Sólo haz lo que te parezca bien. ¿Qué más?
—Bueno, dentro de dos semanas, tendrás la recepción que el Consejo hará en tu honor. Será tu gran debut de gala. Tenemos que trabajar en el protocolo, pero sé que saldrás bien. También Jimin deberá reforzar algunas clases. Será un buen momento para presentarte ante la alta sociedad de Jeolbyeog. El único problema es que estará Jang y su familia.
—Está bien, no me importa. Tú estarás conmigo y...
—Me temo que no será así...yo no estoy invitado. El Secretario Real no asiste a estos eventos.
Jungkook se horrorizó. Eso no era posible. El necesitaba a su Seokjin a su lado. No le gustaba la idea de estar en una sala con gente rica y poderosa, que lo acosarían con preguntas incomodas y adulaciones innecesarias.
—No me gusta eso ¿Por qué no puedo llevarte conmigo?
—Jungkook..., esto no es sólo una actividad social. Es una ocasión protocolar. Y el Secretario no asiste. Te sorprenderá tal vez, saber que la mayoría de las veces no podré estar contigo en actividades así. Pero irás con Jimin que sí fue invitado y Yoongi y Nam. Ellos te apoyarán.
—Aun así...yo te necesito cerca...—Seokjin no podía soportarlo. Jungkook estaba haciendo pucheros...¡pucheros! Y balanceándose de un lado a otro, con esos ojos de cachorro...
—Está bien. Estaré con tu equipo de seguridad. El Consejo realiza su fiesta en un salón con una sala de seguridad que tiene la vista completa del lugar. Uno de los guardaespaldas estará en el salón y Hobi y su equipo vigilarán todo desde esa sala y no hay nada que me impida estar ahí. ¿Te servirá? Si algo sucede o necesitas algo, bastará que te acerques al guardaespaldas y él me lo comunicará ¿Está bien?
—No es lo ideal, pero lo aceptaré si no tengo más remedio.
Seokjin respiró hondo. Esta jodida relación Príncipe-Secretario sería complicada, dado los sentimientos que empezaban a aflorar entre los dos. Sabía que no debía perder su profesionalismo, pero era difícil ante la debilidad que experimentaba por los caprichos del Príncipe. Cada vez se la hacía más difícil decir que no a sus demandas. Temía que más temprano que tarde, cedería al impulso de tomarlo, sentarlo en su regazo y llenarlo de besos.
—Bien. Ahora hay dos cosas más que debemos considerar, tu testamento y la recepción de bienvenida a tus padres.
A Jungkook no le gustó nada que Seokjin mencionara eso del testamento, pero éste lo convenció que era necesario. El tenía ya su primer dinero depositado, por sus labores como Príncipe y recibiría la herencia de Jae-Hwan. Era necesario tener todo dispuesto. Aun cuando Jungkook le dijera que sus herederos eran sus padres.
—Voy a pedirle al abogado que redacte algo sencillo. Puedes cambiarlo cuando desees, pero debe existir un documento. ¿Lo entiendes verdad?
—Lo hago. ¿Lo arreglarás tú? No quiero pensar en eso.
—Te lo prometo. No tienes que preocuparte más. Lo redactarán y sólo tendrás que firmar. ¿Está bien? Ahora, sobre la recepción.
—¡Quiero que tú estés!
Seokjin rio fuerte. El no podía contra su Principito. ¿Qué haría con él? Jungkook era un ser puro y había tantas alimañas afuera que intentarían corromperlo. Debía cuidarlo tanto. Esperaba que no se le escapara nada.
—Tú puedes invitarme, así es que sí estaré. Además, por protocolo debo recibir a tus padres. Debemos trabajar en la lista de invitados. La prepararé y luego la discutiremos. ¿Está bien?
—Lo que tu digas. Seokjin...—Jungkook respiró hondo, no le gustaba pensar en todas esas aburridas obligaciones, pero si pasar tiempo con Jin—¿Podemos ver ahora tus fotos? A las once tengo mi clase de inglés..., pero quiero pasar un rato más contigo...
Seokjin suspiró. Él tenía un montón de trabajo. Y Jungkook debía repasar sus lecciones antes que llegar el profesor. Pero una vez más le fue imposible decir que no.
—Está bien—Fue todo lo que fue capaz de decir.
Entonces Jungkook, sin importarle quien merodeaba los salones, tomó a Seokjin de la mano y lo llevó al columpio que había en su terraza, junto con la caja de fotos. Ahí, se sentaron a mirar cada una de las imágenes que recorrían la niñez y adolescencia de Seokjin.
Sintiendo a los pajaritos que venían a beber y a lo lejos los ladridos de Bam que corría por el otro sector de la terraza, Jungkook pudo conocer un poco más de Seokjin. Se burló de él por su apariencia desgarbada a los quince años y escuchó con atención las bonitas historias de pesca, caminatas y de comer pasteles hasta retorcerse de dolor.
Y Jungkook supo, que ese hombre, diez años mayor, era su ideal. El que había estado esperando toda su vida. Y sí, el podía ser un Príncipe de la vida real, pero Seokjin era el Príncipe azul que había estado esperando desde siempre...y no lo iba a soltar nunca. No importaba por ahora, si no lo podía besar. Tenerlo a su lado, viendo sus orejas rojas de vergüenza, o sintiendo su risa quebradiza, era todo lo que quería en ese momento.
Seokjin por su parte supo, que nunca se había sentido tan feliz y relajado. Logró dejar de lado todas sus preocupaciones, todo el trabajo que esperaba en su despacho. Simplemente disfrutó la vista hermosa delante de sus ojos. Esa sonrisa de conejito. Sus burlas cariñosas...sus ojos y boca abiertas cuando escuchaba algo que le asombraba.
Jungkook era su Principito. El chico que no sabía que necesitaba tan desesperadamente, hasta ahora, que lo tenía sentado a su lado.
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